jueves, 29 de febrero de 2024

Con el alma en un vilo

En el mar de la duda en que bogo” (Bécquer)

  Ángel Exterminador, cementerio de Comillas, Josep Limona (1895)
 
Con el alma en un vilo, lobo que aúlla versos de amor románticos bajo la luna 
 
 bogando a la deriva va de las musas, naufragando en muy vastas mares de dudas. 
 
Olvidada la letra, queda la música, rimas que son cadencias de oro y de púrpura. 
 
¿Dónde está la razón? ¿En la locura? ¿Es la niebla que acecha densa, traslúcida? 
 
Las ideas son átomos de aire, burbujas, olas que en playas rompen hechas espumas. 
 
En la pupila el alma baila desnuda. Vuela el cendal, el céfiro suave susurra. 
 
Resplandeciente arcángel vela las tumbas con la espada sacada ya de su funda. 
 
Un cementerio gótico y arquitectura de un paisaje que no tiene figuras. 
 
En el aire, el misterio y una pregunta: ¿Quién tañerá la lira sin partitura? 
 
Un silencio elocuente, sordo, retumba: se oye su eco, prosaica literatura.

miércoles, 28 de febrero de 2024

De la demerastia, a propósito de Alcibíades

    Platón, haciendo uso de la enorme plasticidad que le permitía la lengua griega que manejaba, inventó el neologismo 'demerasta' -griego δημεραστής, a partir de δῆμος (dêmos) puebloἐραστής (erastés) enamorado, amante, a imagen y semejanza de 'pederasta' (amante o enamorado del niño), y lo puso en boca de Sócrates en su diálogo Alcibíades (1 132 a), donde el maestro que reconocía su ignorancia  le aconsejaba al niño bonito que era Alcibíades (al que Cornelio Nepote le dedicó los adjetivos latinos luxuriosus, dissolutus, libidinosus, intemperans, que no necesitan mucha traducción) y del que estaba por otra parte enamorado (sus dos grandes pasiones, según confiesa, fueron Alcibíades y la filosofía) que no se convirtiera en un demerasta o, si se quiere, populista, con palabra de raigambre latina y, como suele decirse, de más rabiosa actualidad:


 Sócrates reprochando a Alcibíades, Anton Peter (1819)

    Y de ahora en adelante, si no te dejas corromper por el pueblo de los atenienses y no llegas a envilecerte, yo no te abandonaré (καὶ νῦν γε ἂν μὴ διαφθαρῇς ὑπὸ τοῦ Ἀθηναίων δήμου καὶ αἰσχίων γένῃ, οὐ μή σε ἀπολίπω). Pues lo que yo temo muy mucho es que convertido en amante del pueblo te eches a perder (τοῦτο γὰρ δὴ μάλιστα ἐγὼ φοβοῦμαι, μὴ δημεραστὴς ἡμῖν γενόμενος διαφθαρῇς), lo que a muchos de los atenienses ya también les ha pasado (πολλοὶ γὰρ ἤδη καὶ ἀγαθοὶ αὐτὸ πεπόνθασιν Ἀθηναίων) . 
 
Sócrates y Alcibíades,  Christoffer Wilhelm Eckersberg (1816).

    ¿Qué hay de malo en ser un amante del pueblo, un demerasta, un populista? En principio no tendría por qué ser algo negativo, sino todo lo contrario, ya que se trata de una forma de amor amparada bajo la protección del dios Eros. El problema reside en que no es un amor desinteresado, sino que en los sistemas de gobierno democráticos como era el ateniense y son la mayoría de los que hoy padecemos ese amor es interesado: busca los votos del pueblo para legitimar el gobierno unipersonal y tiránico que se ejercerá sobre el propio pueblo con su consentimiento.

    Ya un historiador tan penetrante como Tucídides vio que la democracia ateniense de Periclés que tanto se ha ponderado y ensalzado en los tiempos modernos como logro de la humanidad y modelo de democracia directa... no dejaba de ser una tiranía. En efecto, el historiador griego dejó escrito en el libro segundo 65, 9, de La Guerra del Peloponeso,  y hablando de Periclés, que fue el tutor por cierto del joven Alcibíades: Era una democracia de palabra (en teoría), pero de hecho (en la práctica) era el gobierno del primer ciudadano. ἐγίγνετό τε λόγῳ μὲν δημοκρατία, ἔργῳ δὲ ὑπὸ τοῦ πρώτου ἀνδρὸς ἀρχή. 

Sócrates y Alcibíades, Édouard-Henri Avril (1906)

    Contrapone Tucídides la palabra, “logo” λόγῳ, con la tozuda realidad de los hechos, “ergo” ἔργῳ: bajo el nombre de democracia oficialmente gobernaba el pueblo, pero en realidad el que mandaba era el presidente del gobierno, diríamos hoy con flagrante anacronismo, elegido por el pueblo.

    Se revela así que la democracia no deja de ser la perfección de la dictadura, dado que el déspota, dictador, tirano, sátrapa o como quiera llamarse está legitimado por el amor del pueblo traducido en votos. Para lograr esos votos el aspirante al puesto de presidente del gobierno debe amar y halagar hasta la hez al pueblo, convertirlo en electorado, y ser un populista o demerasta. Se trata de un amor interesado, porque es fruto de la ambición de poder. Si quieres llegar a ser el primer ciudadano, es decir, presidente del gobierno, debes ser un demerasta, un populista, y, por lo tanto, un demagogo.
 
    Frente a ese amor interesado, podría haber un amor libre y desinteresado por el pueblo y por lo popular, no por el pueblo definido en naciones o unidades estatales, sino por el pueblo indefinido en general, ese que no quiere que se ejerza sobre él ninguna soberanía, ya que él, o sea nadie por encima de él, es su único soberano, pero no era el caso evidentemente de Alcibíades que nos ocupa. Y ese amor no tendría nada de malo o censurable, sino todo lo contrario.

martes, 27 de febrero de 2024

'Imagen iconoclasta' y 'voluntad popular': contradictiones in adiecto

-Imagen iconoclasta: Cuando decimos que alguien cultiva una imagen iconoclasta, incurrimos en una contradicción en los términos, un oxímoron u oximoro, mejor dicho, concretamente en una contradictio in adiecto en el adjetivo con el que calificamos al sustantivo. Una imagen iconoclasta sería una imagen que destroza las imágenes, rompedora, que entraría en contradicción consigo misma, contraria a todas las imágenes habidas y por haber y opuesta, por lo tanto, a los íconos, que son las imágenes consagradas y que reciben un culto religioso. 

    Íconos, en efecto, eran, en principio, representaciones religiosas de pincel o relieve, usadas en las iglesias cristianas orientales, y, más en general, cualquier tabla pintada con técnica bizantina. Se fomentó su culto entre los feligreses, porque llegaban más fácilmente a ellos que las escrituras sagradas. No obstante, algunas religiones como el Islam han prohibido siempre el culto a las imágenes. Dos nuevas acepciones se suman a esta, que es la tradicional: ícono es también el signo que mantiene una relación de semejanza con el objeto representado; p. ej., las señales de tráfico en las carreteras. E ícono es también, en el campo de la informática, cualquier representación gráfica esquemática utilizada para identificar funciones o programas. 


    Así define el diccionario de la Academia iconoclasta: Del gr. εἰκονοκλάστης, rompedor de imágenes. 1. adj. Se dice del hereje del siglo VIII que negaba el culto debido a las sagradas imágenes, las destruía y perseguía a quienes las veneraban. 2. adj. Se dice de quien niega y rechaza la merecida autoridad de maestros, normas y modelos.  

    Ninguna de las dos definiciones es muy objetiva: Nótese que la Academia habla de "el culto debido a las sagradas imágenes" en la primera definición, sin cuestionarse qué es una imagen sagrada y por qué lo es, y en la segunda definición se incurre en la misma petición de principio "merecida autoridad de maestros, normas y modelos". Tanto en una definición como en la otra sobran los participios "debido" y "merecida", si queremos establecer una definición objetiva y no caer en la iconodulía o veneración -dulía es, más que adoración, dependencia rayana en la esclavitud- de las imágenes, como hace en este caso que nos ocupa la doctísima Academia. 

    Estamos acostumbrados a ver, por ejemplo, camisetas con anuncios de logos multinacionales, que, además de costosas, resultan propaganda gratuita para las transnacionales que hay detrás, con lo que los portadores de esas prendas acaban, por mor de la disidencia y del look contestatario, vistiendo la misma prenda conformista, como si fuera el uniforme de la China comunista de Mao, y  haciéndoles además el juego a las grandes firmas, convirtiéndose en sus hombres-pancarta y sin cobrar por ello;  en vez de eso, todo lo contrario: ¡pagan por hacer publicidad de una marca luciéndola y proyectando una imagen inconformista, que es lo más conformista que puede haber!

    Un ejemplo: Un futbolista inglés archiconocido, cuyo nombre no voy a citar aquí, pero que estará en la mente de casi todos. Dicen que su mujer, experta en marketing y merchandising -observad el discreto encanto de estos gerundios anglosajones de raíz inequívocamente latina porque tienen que ver con la "mercem" o mercancía-, convirtió su matrimonio en la nueva pareja real de Inglaterra, desarrollando el lado fashion y cool de su apuesto marido, al que transformó en un ídolo cuyo atuendo y aliño indumentario, sorprendentes trenzas y cortes de pelo, aretes de diamantes, tatuajes y otras excentricidades o intentos de salirse (ex-) del meollo o cogollo del centro mismo  (-céntrico) de la vulgaridad que nos constituye, se convirtieron enseguida en puntos inevitables de referencia para millones de jóvenes del entero mundo, ávidos de disidencia controlada y de proyectar rabiosamente una imagen rebelde de sí mismos, una imagen iconoclasta, una mera moda.   

    ¿Por qué es una contradictio in adiecto "imagen iconoclasta"? Porque la única imagen iconoclasta sensu stricto sería la no proyección de ninguna imagen, cosa harto difícil en estos tiempos que vivimos en los que cualquier imagen dicen que vale más que mil palabras, cosa que es radicalmente falsa, porque siempre evocará más imágenes una palabra que palabras una imagen, y porque vivimos en una época en que la abundancia de imágenes televisivas o impresas ha acabado atrofiando nuestra imaginación.

    Siempre recuerdo a una abuela mía analfabeta que llamaba "santos" a las ilustraciones de los libros. No iba muy desacertada en una época en que todas las imágenes tienden a convertirse en íconos, es decir, en imágenes sagradas por su carácter aleccionador que nos exige fe, tal es la reverencia y el temor religioso con los que las adoramos.  
 

-Voluntad popular: Según el lógico Frege,  la expresión “voluntad popular”, der Wille des Volks, como decía él, es un ejemplo de expresión lingüística con significado y sentido aunque sin referente, cuyo carácter abstracto, teológico, fabuloso y contradictorio, no se le escapa a nadie. 

    ¿Existe un solo pueblo o varios y muchos? Evidentemente, hay muchos pueblos existentes. ¿Existe una sola y genérica “voluntad popular” o varias y, más aún, muchas y concretas,  tantas al menos como pueblos en el universo mundo? En este último caso ¿cuántas “voluntades populares” existen, si es que existen verdaderamente? ¿Tantas como comunidades políticas organizadas democráticamente desde arriba en forma de estados nacionales?
 
    ¿Qué cosa puede ser la voluntad del pueblo, esa voluntad general y a la vez voluntad de todos y cada uno de los componentes de ese pueblo? ¿Sabe el pueblo lo que quiere? ¿Que gobierne la izquierda o la derecha, o esa componenda que llaman el centro? ¿O que gobierne alguna fuerza política que todavía no se ha dibujado en el panorama electoral? ¿No será, más bien, que no gobierne nadie, que no mande nadie, que nadie sea más que nadie, que el pueblo sea su único y solo soberano?

lunes, 26 de febrero de 2024

La razón de la fuerza contra la fuerza de la razón

    El secretario general de la OTAN, el señor Jens Stoltenberg, ha reiterado el sábado pasado, 24 de febrero, que, dos años después del inicio de la invasión rusa, Ucrania puede seguir contando con el apoyo incondicional de sus socios internacionales; y además: "Ucrania se unirá a la OTAN, es sólo cuestión de tiempo".  Está claro que el señor Stoltenberg y la Organización del Tratado del Atlántico Norte que regenta no tienen empacho en precipitar al mundo  a la tercera guerra mundial en la que ya estamos inmersos sin saberlo. Hemos pasado de la guerra fría a la guerra caliente, tan caliente que nos quema las pestañas.
 
    Conviene que nos demos cuenta de que los países que no están directamente en guerra todavía,  tampoco están en paz, porque la paz no es simplemente la ausencia de la guerra declarada. Nuestras Españas, por ejemplo, no están en guerra, pero tampoco están en paz porque están colaborando durante los dos años que lleva en la guerra de Ucrania adiestrando hombres y enviando armas y dineros al frente de combate.


 
    El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el señor Borrell, otro que tal baila y lo hace al mismo son que Stoltenberg, se descuelga con un artículo de prensa titulado La guerra en Ucrania y la agenda geopolítica, que leo en El Diario Montañés de ayer domingo, pero que veo que publican también El Correo, Diario Sur y Diario de Navarra, del grupo Vocento, en el que reconoce que Putin no ha ganado la guerra que dura ya dos años, pero tampoco la ha perdido.
 
    En el mentado artículo, escribe que tenemos tres desafíos: El primero, apoyar a Ucrania “más y más rápido en un nuevo tipo de guerra de alta intensidad que asocia las trincheras de la Primera Guerra Mundial con el papel determinante que jugarán el uso de drones y la inteligencia artificial”. Es decir, estamos actualizando la Primera Guerra Mundial introduciendo en ella los últimos avances tecnológicos y la IA. 
 
    El segundo desafío es “que (Ucrania) sea miembro de la Unión Europea” -cosa que no costará mucho dada su participación en Eurovisión, al igual que la de Israel, que ni siquiera forma parte del continente europeo pero participa en el eurofestival. 
 
    Y tercero pero no menos importante desafío: Prepararnos para un largo período de tensiones con Rusia. “Nuestro esfuerzo militar tiene que ser sostenido” afirma literalmente, dado que el tío Sam podría desentenderse de la seguridad europea. Dice Borrell que visitó hace unas semanas al presidente Volodímir Zelenski, ese actor cómico y títere nato, nunca mejor dicho, y que este, como cabía esperar, le dijo que “era necesario aumentar el suministro de munición” (para la guerra, obviamente), a lo que apostilla el Alto Representante “que es ahora nuestra tarea más importante”. 
 
Ilustración de Adrià Voltà
 
       No sé si merece la pena comentar la ilustración de Adrià Voltà que acompaña el artículo de Borrell: una tarta con los icónicos colores ucranianos del azul y el amarillo ensangrentada por las dos velas o quizá petardos que representan los dos años que con los colores de Rusia -blanco, azul y rojo- enrojecen toda Europa. Es el rojo de Rusia el que tiñe toda Europa, incluida Ucrania, pues parece que se quiere dar a entender que la sangre recae sobre todo el continente.
 
    El resto del artículo se refiere a Gaza, para la que propone una solución política, al contrario de Ucrania, donde no ve más solución que la ayuda militar, es decir, echar más leña al fuego. 
 
    Y finalmente el señor Borrell plantea la “cuestión transversal de nuestra seguridad y capacidad de defensa”, recordando que hace dos años dijo que Europa estaba en peligro y nadie le hizo caso. Supongo que se refiere a la historia aquella del jardín europeo frente a la jungla exterior...  Ahora el tiempo, escribe, le ha dado la razón, y lamenta que”nuestra industria de defensa se ha quedado pequeña” y que no vamos a ser capaces de hacer frente a nuestra agenda geopolítica, es decir, a hacer lo que está mandado desde arriba ”si no somos capaces de defendernos” del peligro que nos acecha, lo que empieza por desarrollar nuestra industria de defensa. Y escribe: “Estamos haciéndolo; por ejemplo, la capacidad de producción de municiones para suministrar a Ucrania ha crecido un 40% en el último año”. 
 
    No plantea él la necesidad de crear un ejército europeo “sino de poder movilizarlo de forma conjunta y coordinada para hacer frente a los retos comunes”. Pero ¿cómo vamos a movilizarlo de forma conjunta y coordinada si no lo hemos creado? Muy sencillo: porque no se trata de crear algo nuevo, sino de algo mucho más fácil: utilizar los viejos ejércitos existentes y subordinarlos a la agenda geopolítica que es lo que está mandado. Porque en el mundo en el que vivimos “se generaliza el uso de la fuerza para resolver los conflictos”.  Lo dice Borrell y punto redondo. Lo dice como si estuviera constatando una realidad que no se puede cambiar y se queda tan ancho, porque es de lo que se trata, de generalizar el uso de las fuerzas armadas para solucionar los conflictos y de hacer que prevalezca como ya de hecho prevalece la razón de la fuerza contra la fuerza de la razón. 
 
 

domingo, 25 de febrero de 2024

VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT

    Según el  adagio latino, las palabras, si se las deja en libertad vuelan: uerba uolant, scripta manent: las palabras vuelan y no sólo porque se las lleve y borre el viento, como decimos nosotros, sino porque tienen alas como los pájaros. Un viejo epíteto homérico resuena muchas veces como el estribillo de una melodía en la Odisea y la Ilíada: ἔπεα πτερόεντα: palabras aladas. Pero las que no han sido pronunciadas y liberadas permanecen prisioneras en la jaula silenciosa de la escritura, que se configura así como sarcófago o cautiverio al menos de la viva voz.




    Como escribe Borges,  el significado de esta máxima era muy distinto en la antigüedad del que le damos ahora, donde parece que preferimos la segunda parte, que las cosas queden por escrito, y decimos “lo escrito escrito está”: El adagio latino VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT, en que ahora se ve una exhortación a fijar con la pluma los pensamientos, se dijo para prevenir el peligro de los testimonios escritos... Aquella frase que se cita siempre: Verba volant scripta manent, no significa que la palabra oral sea efímera, sino que la palabra escrita es algo duradero y muerto. En cambio, la palabra oral tiene algo de alado, de liviano; alado y sagrado, como dijo Platón. Todos los grandes maestros de la humanidad han sido, curiosamente, maestros orales.

    Un mito griego, recogido por el divino Platón, atribuye la invención de la escritura al dios egipcio Theuth, que se la reveló al entonces faraón del alto y bajo Egipto Thamús, más conocido como Ammón, diciéndole: “Este conocimiento hará más sabios y más memoriosos a los egipcios pues sirve como fármaco para aumentar la memoria y la sabiduría que conlleva”. Pero el sabio faraón le replicó al dios: “Oh dios, tú que eres el padre de las letras, les confieres un poder que no tienen, porque no es recuerdo sino olvido lo que producirán en los que aprendan a leer y escribir, -entre los alfabetizados, diríamos hoy-, y descuidarán la memoria al fiarse de lo escrito”.

    Esto mismo les sucede a muchos estudiantes cuando toman apuntes. En el mejor de los casos habrán resumido una conferencia o lección magistral, pero si se les pregunta qué es lo que se ha dicho no tendrán ni idea, porque su memoria no lo ha retenido. Precisarán leer y releer esos apuntes hasta memorizarlos, algunos en voz alta para oírse a sí mismos, para enterarse de su contenido, porque no han estado atentos a comprender y asimilar lo que se decía, sino a copiarlo por escrito. Quizá por eso algunos filósofos, como el propio Sócrates, que no era precisamente ningún analfabeto, no escribió ni una sola palabra, y Jesús de Nazaré, que tampoco era analfabeto, según se cuenta, sólo escribió una misteriosa palabra con el dedo en la arena que enseguida borraría el agua o el viento.


    Julio César, en sus Comentarios sobre la guerra de las Galias, cuando nos habla en el libro VI de las enseñanzas que transmitían los druidas a los jóvenes galos, recoge la misma idea: los druidas hacían aprender de memoria a los jóvenes que estaban a su cargo, hasta veinte años algunos, un gran número de versos, pero no les permitían hacer uso de la escritura, a pesar de que conocían el alfabeto griego, del que hacían uso en negocios públicos y privados, pero no así en la educación. Esto es así, dice César, por dos razones (id mihi duabus de causis instituisse uidentur), la primera porque no querían divulgar sus enseñanzas públicamente (quod neque in uolgum disciplinam efferri uelint) y la segunda porque no querían que los estudiantes, confiándose en las letras, descuidaran la memoria (neque eos qui discunt litteris confisos minus memoriae studere), porque precisamente lo que suele suceder es que con la ayuda de las letras (accidit ut praesidio litterarum) se pierde la necesaria atención en el aprendizaje y la memoria (diligentiam in perdiscendo ac memoriam remittant).

    Recordar, etimológicamente, es volver a traer algo al corazón, que era para los antiguos el palacio de la memoria, cuya sede no se hallaba en el cerebro, sino, precisamente,  en el *cor(d) o corazón. Esto explica el sentido de las expresiones inglesa y francesa “by heart” y “par coeur”, con el mismo significado que nuestro “de memoria”, que en castellano viejo se decía “de coro”; y también explica el significado del verbo inglés record “registrar”, que es grabar.

    El desprestigio de la memorización por parte de muchos pedagogos y docentes modernos es, de alguna manera, responsable del auge del olvido en que han caído las viejas artes mnemotécnicas, pero hay cosas como la tabla de multiplicar, la lista de verbos irregulares ingleses o, en nuestro ámbito cada vez más restringido, las declinaciones griegas y latinas que conviene saberse de memoria si se quiere hacer un uso razonable y disfrute de ellas. Quizá era absurdo aprenderse la lista de los reyes godos o todos los afluentes de los ríos, como antaño en la escuela, pero hemos pasado de la obligación de memorizarlo todo a no memorizar nada, con lo cual  damos pábulo a la desmemoria y el mal de Alzheimer.

    Contaba Agustín García Calvo, volviendo a nuestro viejo adagio latino, que su maestro Antonio Tovar había corregido su sentido moderno inventando un pentámetro donde añadía un matiz que contradecía el proverbio: MORTVA SCRIPTA MANENT, VIVIDA VERBA VOLANT: lo escrito perdura, efectivamente, pero muerto, en el silencio de la página, mientras que las palabras vuelan de viva voz llenas de vida. En otra ocasión lo recordó con la variante: MORTVA SCRIPTA IACENT, VIVIDA VERBA VOLANT: muerto lo escrito  yace, vívidas vuelan las palabras.

sábado, 24 de febrero de 2024

El fraude enmascarado

    ¿Para qué es crucial, señora ministra, ya que no lo fue ni para salvar vidas ajenas ni la propia tampoco, como está ya demostrado suficientemente y hay evidencia científica probada de ello, llevar siempre una mascarilla "a mano", se supone que en el bolso o en el bolsillo, en las entrañables fechas navideñas y en las carnavalescas? Díganoslo, explíquenoslo usted, que tanto predicaba con el ejemplo corriendo cuesta arriba con el bozal amordazándole nariz y boca y diciéndonos que si nos faltaba el aire no era por la puta mascarilla sino porque no estábamos en forma.
 
"Máscara que espalda" (de Eneko)
 
     ¿Y por qué "a mano" y no embozada, señora ministra y doctora de la iglesia de la medicina, como nos obligaron tanto tiempo a llevar en espacios exteriores aunque estuviéramos solos en plena naturaleza? ¿Para que se lucren personalmente algunos politicastros, familiares, amigos o asesores de estos y que algunos partidos se financien con comisiones en torno al negocio de los tapabocas, imponiéndose obligatoriamente en los centros sanitarios para todo el personal? 
 
 
    Recordemos cómo el propio Estado se lucró y se sigue lucrando de la venta de mascarillas cuando estaban sujetas al 21 por ciento de Impuesto de Valor Añadido, que luego se rebajó al 4%, porque estaba mal visto que el salvavidas obligatorio estuviera sujeto a impuesto, en el caso de las quirúrgicas o azules, aunque no en el de las FPP2, que ofrecían mayor protección según se decía, y eran por lo tanto más caras, ya que impedían prácticamente la inspiración no ya de virus respiratorios, sino de oxígeno. 
 
    Recuérdese también cómo nos decían que no había que reutilizarlas, por lo que una misma persona necesitaba más de una al día, ya que la quirúrgica debía cambiarse cada cuatro horas, y cómo además había que hacer un cursillo para aprender a utilizarlas, tanto al ponérselas como al llevarlas y quitárselas, que no era moco de pavo.
 
     En todo caso resulta curioso que en la prensa oficial se hable, siguiendo la pista del dinero, de “fraude” y de “mascarillas” a la vez. Sale a la luz que no hubo informes técnicos que avalaran la imposición de las mascarillas. Sanidad reconoce que no hubo comité de expertos ni actas de reuniones ni nombres propios de los responsables. Lo que hubo fue una decisión política y, detrás de ella, unos inconfesables intereses económicos, cuya trama criminal emerge ahora. ¿Veremos pronto la asociación de “fraude” y de “vacunas”?

viernes, 23 de febrero de 2024

A España ya no la conoce ni Dios.

    A España no la conoce ya... ni la (¿puta?) madre que la parió: Un vicepresidente o algo así de un gobierno democrático dijo eso o algo parecido antaño, si no recuerdo mal. Estoy hablando de la friolera de hace ya algo más de cuarenta años, que si veinte no son nada, según la vieja milonga del tango, cuarenta son eso mismo duplicado. Exactamente dijo,  vía hemeroteca: "A España no la va a conocer ni la madre que la parió". Lo de la '¿puta? madre' era un falso recuerdo personal. Sin embargo, sin embargo... ha llovido bastante en este rabo de toro de la vieja Europa, aquella princesa fenicia raptada por Zeus y sometida en la isla de Creta a violación. Asistíamos, en aquel entonces, estamos hablando de 1982, a la ilusión colectiva del fenómeno del cambio, que al final se quedó en mero recambio de algunas piezas para el mejor funcionamiento del engranaje de la vieja maquinaria. 
 
    Un partido político, fundado por don Pablo Iglesias, cuyo acrónimo tenía cuatro letras, alcanzaba la mayoría absoluta en las urnas. Con el ejercicio del poder, perdería pronto la doncellez de las dos letras centrales: la S de socialista y la O de obrero, para quedar reducidas sus siglas a la primera y la última: Partido Español. El Partido Español (en adelante P.E.) había apostado por el cambio. Era la palabra mágica, la clave y la llave de su victoria electoral rotundamente mayoritaria en las urnas. Hace cuatro décadas de aquello... 
 
    ¿Qué ha pasado desde entonces? Hagamos balance: no ha pasado nada. Tras la ilusión del engaño vino la lúcida desilusión del desengaño que nos hace ver que no ha cambiado nada, o, para ser más exactos, que todo ha cambiado para poder seguir igual, como suele suceder con las mudanzas de este mundo. 
 
     Analicémoslo, no vayamos a ser acusados de triviales y frívolos, y de estar expresando una mera opinión personal. Argumentemos: Uno de los corifeos de ese P.E. constata en la prensa, por ejemplo, que España se modernizó, lo que se puede comprobar todavía empíricamente: Uniformes militares, sotanas y hábitos de monjas, por ejemplo, desaparecieron de las calles. Es cierto, pero no nos llamemos a engaño: no deja de ser un cambio meramente estético y sólo aparente. Cualquiera podría juzgar apresuradamente que ya no hay curas ni monjas en la España de María Santísima, válgame Dios, a tenor de la ausencia de sotanas y de tocas por las calles, ni tampoco militronchos, dado que no se lucen casacas, guerreras, galones y viseras más que en las contadas ocasiones de fervorosa exaltación constitucional patriótica... 
 
 
 
    Sin embargo, no te fíes, lector: harás bien en desconfiar. Han desaparecido los hábitos, pero no los curas, las monjas ni los soldaditos de plomo que se enamoran de las bailarinas mercenarias. E incluso, en este último campo de batalla, la entrada en la (pos)modernez ha supuesto un paso adelante, es decir un paso al frente, ar, mucho más terrible, si cabe, con la desaparición del servicio militar obligatorio, la vieja mili con la que los abuelos daban la turra, la tabarra y el tueste a las nuevas generaciones contando batallitas, y con la profesionalización concomitante, que acarrea el mercenariado del servicio al rey, y la incorporación de la mujer, con el ejemplo real de Su Alteza Real la princesa de Asturias y futura reyna, si Dios quiere y no lo remedia, a las nuevas fuerzas armadas profesionales, so pretexto de no discriminación sexual. 
 
    La auténtica modernidad, el auténtico cambio o ruptura con el pasado, por el que había apostado el poeta visionario adolescente Arthur Rimbaud cuando exclamó que era menester changer la vie, que quería decir “cambiar” la vida y no “canjearla” por sus sucedáneos, hubiera sido la desaparición del clero y del ejército, no lo que ha sucedido, que es que han desaparecido los uniformes. Paradójicamente, todos vestimos igual, siguiendo los dictámenes de la Moda impuesta desde arriba. 
 
    Ante la amenaza crítica que se cernía sobre los cuerpos represivos del Estado, según la vieja expresión retórica del siglo XX, de renovarse o morir, decidieron adaptarse a los nuevos tiempos: su supervivencia camaleónica entre la población civil ha conllevado, por otro lado y como terrible contrapartida, oh paradoja, una militarización y clericalización, laica, de tintes ecologistas, pero no por ello menos clericalización, de toda la sociedad que corre el peligro de pasar desapercibida. 
 
    El hecho de que un soldadito español, soldadito valiente, pueda salir atuendado de paisano del cuartel como la cosa más normal del mundo a echar una cana al aire, metáfora del polvo consuetudinario del sábado sabadete, no significa que el cuartel haya desaparecido, sino que se ha camuflado: y el camuflaje, tengámoslo presente, es una de las más viejas artes militares. 
 
    ¡Que viene la pareja (de hecho) de la Guardia Civil! No es raro, en este contexto, que un número del cuerpo de la Guardia Civil, por ejemplo, haya solicitado ahora a sus superiores, como ha sucedido recientemente, permiso para cohabitar en una casa-cuartel con su novio y pareja de hecho, y es que el Benemérito cuerpo puede hacerse a todo con tal de subsistir, incluida la sodomía, considerada antaño antinatural y pecaminosa -recuérdese que el propio Jehová arrasó Sodoma y Gomorra porque los sodomitas quisieron abusar de sus ángeles, prefiriéndolos a las venerandas hijas de Lot. Le han concedido el permiso, no faltaba más. 
 
    Decía el chiste que la única pareja que no se besaba era la de la guardia civil... Pues bien: eso es historia, agua pasada que no mueve molino. Cabe la posibilidad de que la parejilla sea homosexual y gusten el uno o la una de los labios del otro o de la otra, cosa que a mí no me parece, mal, no se me malentienda. De hecho, según sus ordenanzas, pueden morrearse hasta donde permita el decoro y siempre fuera de servicio y en privado. Lo importante es que siga habiendo Guardia Civil, que es de lo que se trataba, no faltaba más, y que siga habiendo casas-cuartel, o sea, casas que sean cuarteles y cuarteles que sean casas. Si para eso hay que prescindir del emblemático tricornio, como ordenó en 1989 el que fuera director general de la benemérita institución, don Luis Roldán, se prescinde del sombrero de tres picos o se reserva sólo para las grandes ocasiones de gala; así se garantiza que no vaya a desaparecer la benemérita institución, sino que se diluya entre el resto de la sociedad civil, como si no existiera. 
 
     Por eso mismo, no haremos mal en evocar aquí, contra la amnesia, aquellos versos eternos del Romance de la guardia civil española de don Federico García Lorca: Tienen, por eso no lloran, / de plomo las calaveras. / Con el alma de charol, / vienen por la carretera...

jueves, 22 de febrero de 2024

¡Vivan las caenas!

    Sacaba El Roto el otro día en El Diario Global(ista), o sea en El País, una viñeta que representaba unas cadenas y cuyo texto decía: "Liberados de las cadenas, acudieron a las ferreterías a comprar otras". 

    ¿Quiénes eran esos que habían sido liberados de las cadenas pero que, como no sabían o no podían vivir sin ellas, acudieron voluntariamente enseguida a las ferreterías a comprar otras? No se dice que éramos, o mejor dicho, somos nosotros mismos, como aquellos españoles antepasados nuestros, partidarios del antiguo régimen del absolutismo monárquico borbónico, que frente al grito de los liberales de ¡Viva la Pepa!, que era la constitución democrática que había sido proclamada el 19 de marzo de 1812, día de san José y de todos los pepes y pepas o Padres Putativos, cacareaban ¡Vivan las caenas!    

 
    Contraponían así los unos y los otros la Pepa a las Caenas, sin percatarse de que aquella Pepa, igual que esta otra que se proclamó en 1978, tampoco era la libertad, sino todo lo contrario.
 
    Sucede lo mismo con los gobiernos. Muchos electores votan no a favor de un nuevo gobierno, sino en contra del que tenían después de haber comprobado y sufrido en sus propias carnes la acción del gobierno. Es lo que se llama un voto de castigo. El problema es que una vez que han castigado al anterior gobierno no otorgándole su voto de confianza, se han librado de sus cadenas, sí, pero acuden enseguida a la ferretería de las urnas a proclamar otro nuevo, más de lo mismo. Y es que no sabemos vivir sin las cadenas, desencadenados, y enseguida sustituimos unas por otras más modernas, menos roñosas, más bonitas, más último modelo...  

miércoles, 21 de febrero de 2024

Una nueva religión

    Escribía el obispo emérito de Santander, el señor Manuel Sánchez Monge, un artículo de opinión en El Diario Montañés el pasado domingo 18 de febrero titulado: El ecologismo ¿una nueva religión? Comenzaba reconociendo el significativo declive de las prácticas religiosas cristianas, aunque enseguida advertía de que no era tan fácil ser ateo y librarse de Dios, así, por las buenas, sobre todo porque el ecologismo, que es la nueva religión, ha convertido al cosmos, encarnado en el planeta, en una nueva divinidad, cuyos fieles abrazan a los árboles o adoran a las ballenas. 
 
    No en vano se habla hoy de santuarios (sic) de la biodiversidad, agricultores y consumidores conversos al culto de los productos bio-, anuncios apocalípticos del fin del mundo, que culpabilizan a la humanidad que debe expiar sus faltas y pecados por los efectos devastadores del cambio climático que ella misma ha generado provocando el calentamiento global, la obligación moral de reciclar los residuos, ahorrar energía, seguir, como hacen las grandes religiones, algunos preceptos dietéticos y alimentarios como evitar el aceite de palma, los productos que no son de temporada y de proximidad... 
 
 
     Pero esta nueva religión ecologista tiene un Santo Padre que la fomenta, Francisco Bergoglio (de Asís), vicario de Cristo, que en la encíclica “Laudato si', mi' Signore” (Loado seas, mi Señor ) escribió que el daño que la humanidad está haciendo al planeta ya no se limita al clima, al agua y al suelo, "sino que ahora amenaza la vida misma en la Tierra", que es la casa común. Allí el Papa acuñó el concepto de 'conversión ecológica', criticando a algunos cristianos que se burlan “de las preocupaciones por el medio ambiente”, o que, sin mofarse, “son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos”. A todos ellos les hace falta convertirse a la nueva religión ecológica de proteger “la obra de Dios”, la creación, cosa que no es “algo opcional ni un aspecto secundario de la experiencia cristiana”, sino -no lo dice expresamente, pero se sobreentiendealgo obligatorio y primario en todo buen cristiano que se precie.
 
    Esta nueva religión laica, que tantos paralelos tiene con el catolicismo, tiene su propio santoral en el que destaca la figura emblemática y beatífica de Greta Thunberg, que da lecciones a la humanidad cuando rompe en lágrimas a llorar desconsoladamente por el sombrío futuro del mundo que entrevé.  
 
    La ecología, escribe monseñor citando a Gavin Ashenden, “ha pasado de ser una ciencia a un movimiento político y de ahí a una religión”. Lo que no le parece muy bien al obispo emérito es que el ecologismo, convertido en religión, pretenda sustituir al cristianismo, y no compatibilizarse con él, como propone Su Santidad, porque la naturaleza ha sido creada y no se puede hablar de la creación y lo creado sin hablar del Creador, que es, huelga decirlo, Dios, nuestro Señor.  No se le ocurre al obispo emérito, como se le ocurrió ingenuamente a aquella niña italiana de la que hablamos un día, preguntarse ¿quién ha creado a Dios?

martes, 20 de febrero de 2024

La caverna de Utroba

    La Caverna de Utroba o Cueva del Útero, descubierta en 2001, es una gruta prehistórica convertida al parecer en lugar de culto desde la antigüedad en los montes Ródope orientales, en la provincia de Kardzhali en Bulgaria, que se asemeja sin ningún género de duda a la sonrisa vertical de una vulva abierta, que en nuestra lengua y en muchas otras recibe innumerables nombres, como veíamos en El Coño, y recuerda al claustro materno en su interior.
 
 
   El parecido es innegable y no es sólo obra de la naturaleza. Los investigadores creen que la entrada fue tallada y ampliada a partir de la abertura inicial por obra humana para darle la forma que posee. La entrada a la cueva tiene tres metros de alto por dos y medio de ancho y dentro de ella hay un altar tallado de un poco más de un metro de altura. Data del período tracio (siglos VI-II a.C.).
 
    El arqueólogo búlgaro Nikolay Ovcharov cree que los tracios utilizaban la cueva y el altar que hay en su interior como 'santuario de fertilidad'. Los lugares de culto de los tracios suelen estar situados en la cima de las montañas, y en la caverna que nos ocupa fluye el agua constantemente humedeciéndola. 
 
    Hay una abertura en el techo que permite al mediodía la entrada de luz a la gruta, proyectando, así se ha querido ver, lo que faltaba: la imagen de un falo en el suelo. Cuando el sol está en ángulo recto en los meses de febrero o marzo, más o menos por estas fechas de ahora, el rayo penetrante de luz llega hasta el altar, en el cuello uterino, fertilizando simbólicamente el útero en alegoría de la siembra primaveral, parpadeando durante un par de minutos.
 
    Se dice hoy día que hay parejas estériles que quieren tener hijos y no pueden y acuden a la cueva búlgara de Utroba con la esperanza supersticiosa, mágica y ancestral de que la visita ayude a concebirlos.