jueves, 31 de agosto de 2023

¡Volved por donde habéis venido!

Ningún viajero: Hay muchos turistas, término que viene del francés “tour”, sí, como el “tour” de Francia, y que significa “vuelta”: porque el turista es el que hace el trayecto de ida y vuelta, dando a veces más vueltas que un tonto hasta descubrir un buen día en el mejor de los casos que no va a ninguna parte, que gira sobre su propio eje como una peonza. Muchos turistas hay pero ningún viajero, porque el viajero de verdad no sabe a dónde va, mientras que el turista conoce muy bien el destino que le han vendido en su agencia de viajes en forma de paquete turístico. 
 
 
Turistas por doquier, haciéndose autorretratos sonrientes a las puertas de Auschwitz para demostrar a los demás y a sí mismos que ellos también estuvieron en un campo de concentración o, mejor dicho, de exterminio. Las retículas sociales contribuyen a la tendencia ya estereotipada de los turistas de tratar el destino que visitan no como un lugar respetable y vivo, sino, en el mejor de los casos, como un decorado o un telón de fondo para las fotos que ilustran su turística biografía, que no vida, en Instagram y otras plataformas.
 
Hordas bárbaras: Por si fuera poco, hasta los expertos -peritos en lunas, que diría el poeta Miguel Hernández- insisten en que las hordas turísticas que viajan en aviones de vuelos baratos y cruceros por el Mediterráneo también contribuyen a desatar la ola de calor africano que sufre el sur de Europa este año y el recalentamiento global del planeta, especialmente los países 'cerdos' PIGS (Portugal, Itala, Grecia y Spaña), cuyos movimientos provocan, dicen, “cerca del 5% de las emisiones globales, con una tendencia creciente”. 
 
Turismo excesivo: Pero el exceso turístico no es un problema nuevo. Ya lo era antes de la pandemia. Ahora en la pospandemia ha vuelto por sus fueros, y en todas las partes del mundo los lugareños se quejan de los excesos turísticos, hasta el punto de que hay quien echa de menos los confinamientos anticonstitucionales para librarse de ellos. 
 
 
 
Añoranza pandémica: Algunas ciudades europeas como Ámsterdam comienzan a protestar, añorando "la experiencia relativamente corta de paz y tranquilidad" durante los confinamientos pandémicos. El problema es que cuando los turistas desaparecieron como por arte de magia, ciudades como esa de Ámsterdam, o Florencia o Venecia o Barcelona, descubrieron alarmantemente que mermaban sus ingresos económicos y les quedaban pocas alternativas, ya que vivían de la lacra del turismo.
 
Turismo perturbador: Un turista ha grabado el nombre de su novia en un muro del Coliseo para que perdure como aquel anfiteatro dos mil años por lo menos, lo que no durará su amor que, por muy eterno que sea, no pasará de un par de meses, que es lo que suele durar el amor en verano. 
 
Fuera turistas, bienvenidos inmigrantes: A veces, la retórica europea contra el turismo se hace eco de la xenofobia contra la inmigración. Una frase común es: "Estamos siendo invadidos por invasores extranjeros maleducados que se niegan a adaptarse y que no respetan nuestras costumbres": turista, tú eres terrorista. Pero los lugareños no son mejores. 
 

 
Turismo de 'calidad': Muchos destinos ahora planean enfocarse en lo que llaman "turismos de qualité" y esto no es más que un eufemismo para personas con alto poder adquisitivo que gastan mucho dinero y dejan sus divisas.
 
No hay evasión: Desengañémonos, no existe la evasión: lo que hay, y mucha, es invasión. Los problemas van con nosotros, en la mochila, el equipaje de mano o de cabina o en la maleta facturada: viajan con nosotros. Las preocupaciones son como nuestra sombra, por mucho que queramos librarnos de ella, siempre que nos pongamos a tostarnos al sol que más calienta, allí estará, a nuestros pies, constante, como siempre, fiel compañera, nuestra propia sombra… Ya lo dijo Horacio con una economía lingüística insuperable, y además en verso: post equitem sedet atra cura: va en el jinete la negra murria; exactamente galopa a la grupa del caballero, bien aferrada a él, la sombría preocupación: su angustia. 
 
 
 

Bendito aburrimiento. - Dice el anuncio de una agencia de viajes o mejor dicho, de destinos turísticos, dado que ya no hay viajes: “Quedarse en casa no es divertido. Escápate”. Y yo me pregunto: ¿Quién nos manda divertirnos? ¿Por qué tenemos que divertirnos? ¿Qué hay de malo no ya en aburrirse sino en no divertirse? ¿Acaso el que vaya a escaparse va a evadirse de sí mismo y de sus problemas? ¿No se escapará sólo de su casa? Está claro que la aludida agencia mercantil quiere que nos escapemos so pretexto de divertirnos porque, si nos quedamos en casa, ella no hace negocio a costa de nuestro aburrimiento, bendito sea. Bergamín nos ha regalado este precioso aforismo: "El aburrimiento de la ostra produce perlas".

Agosto se va de vacaciones. Pero en este país en el mes de agosto no está en su sitio ni Dios: todo el mundo se va de veraneo al mar, a la montaña, al pueblo, a donde sea huyendo de sus responsabilidades. Pero no es una huida irresponsable, qué más quisiéramos, sino todo lo contrario: es una huida programada y favorecida desde arriba por el Estado y/o el Capital -tanto monta- para someternos, como siempre, a los que andamos por aquí abajo y a veces nos dejamos engañar con el espejismo vacacional, ese perverso invento del gobierno, al igual que con el espejismo del fin de semana, mero pretexto para que la semana, que no se acaba nunca de verdad porque nunca deja de girar y no tiene fin -la expresión fin de semana, finde o week-end es un engaño-, vuelva a empezar otra vez.

miércoles, 30 de agosto de 2023

Honor y gloria al desertor desconocido

    El dibujante Clifford Harper publicó en 1989 nueve grabados con el título "The unknown deserter" El desertor desconocido, y la historia de un soldado adolescente judío que se alistó voluntariamente en el ejército inglés para luchar en la Primera Guerra Mundial, la llamada Gran Guerra, fue acusado de deserción, se le formó un consejo de guerra, fue  condenado a muerte,  y murió fusilado al amanecer cuando todavía tenía diecisiete años. 

 

    Abraham Bevistein estaba entre el cuarto de millón de británicos aproximadamente que empuñaron las armas pese a ser menores de edad en la Primera Guerra Mundial. Lo hicieron voluntariamente, si se puede decir así cuando uno ha sido impulsado por la fiebre y la presión social del patriotismo, y por la necesidad de dar un sentido a su vida demostrando su valor. Estos soldados adolescentes eludieron la edad mínima establecida por la ley para alistarse, diciendo a sus reclutadores que tenían dieciocho años cumplidos, requisito para el que bastaba su palabra.

    Abraham Bevistein, Aby para los amigos, cuya familia había emigrado a Londres desde Varsovia cuando él era pequeño, se sentía lo suficientemente británico y patriota de principio a fin como para incorporarse al ejército con la primera oleada de voluntarios en septiembre de 1914. Tenía 16 años y probablemente contaba con estar de vuelta pronto en casa, y volver como un héroe nacional. Mintió sobre su edad, y también mintió sobre su nacionalidad, ya que se reclutó como Aby Harris, con un apellido británico.

 

    Pasó la mayor parte de 1915 metido en las trincheras en Francia y sufriendo todos los horrores de los bombardeos alemanes. Fue herido en diciembre de ese año, pero pronto se recuperó y volvió a ser declarado apto para el servicio, volviendo a las trincheras. En febrero de 1916, volvió a requerir ayuda médica malherido y conmocionado por la explosión de una granada, pero el oficial médico le ordenó volver a la línea de combate inmediatamente.

    Sin embargo, Aby Bevistein desobedeció la orden recibida, se alejó de las trincheras hacia la retaguardia y se refugió en una granja francesa, donde fue sorprendido por un oficial y acusado de deserción. 

    “Estábamos en las trincheras y yo estaba enfermo, así que salí de allí”, le escribió a su madre a modo de explicación. “Me han metido en el calabozo y ahora estoy en un pequeño problema”.


     Aby no era consciente de que ese pequeño problema iba a ser la causa de que se le formara un consejo de guerra, fuera juzgado sumariamente, condenado a muerte sin clemencia y fusilado al amanecer.

    Hay quien ha dicho que Aby, que no había cumplido los dieciocho años cuando fue ejecutado, no era responsable de sus actos, dado que no era mayor de edad, por lo que el gobierno británico le aplicó un castigo, la pena de muerte, que no le correspondía ya que había sido reclutado ilegalmente, y por lo tanto ejecutado ilegalmente. 

    En página adjunta (Homenaje al desertor desconocido), se publican el texto y los grabados de Clifford Harper sobre Aby, el desertor "desconocido'. Sirva como tributo no al soldado desconocido muerto en el frente de combate y tantas veces homenajeado por el patriotismo, sino al desertor de todos los ejércitos  en una Europa que, como en 1914 se ve hoy precipitada otra vez a la guerra de cabeza.

martes, 29 de agosto de 2023

Pareceres (XXVII)

131.- Modos de integración. Los modos de integración de los movimientos contestatarios o rebeldes en los engranajes del sistema por la vía de la participación (participar es, etimológicamente, tomar uno su parte) son más efectivos y eficaces, al fin y a la postre, que la marginación y la represión de antaño, a la que sólo recurren los regímenes democráticos actuales en última instancia, porque está asociada a regímenes autoritarios muy mal vistos, y por lo contraproducente que resulta prohibir y reprimir algo sin levantar la liebre del deseo.

 

 132.- Pensamiento crítico. La educación que se imparte en los centros de enseñanza no tiene mucho que ver con el desarrollo de la inteligencia natural, sino todo lo contrario. Se fomenta allí el llamado “espíritu  o pensamiento crítico” que consiste en aceptar unos postulados biempensantes que no pueden ser cuestionados ni precisamente criticados. Buena paradoja. Se encuentran, sin embargo, algunas personas, cada vez menos, dada la imposición de la educación primaria y secundaria obligatorias sobre toda la población, que no han recibido instrucción alguna o muy poca y que gozan de una inteligencia natural envidiable, que, sin tener nociones específicas de una rama del conocimiento, llegan a conclusiones sorprendentemente acertadas acerca de las cosas. Y al revés, encontramos muchas personas instruidas que son palmariamente ignorantes y que, si no carecen de inteligencia, se dejan engañar fácilmente sin ningún problema. Son precisamente las personas más educadas, las que han recibido más instrucción las que más fácilmente pueden ser manipuladas. El hombre del pueblo, escéptico por naturaleza y radicalmente incrédulo, si es que queda alguno, no lee nunca un periódico ni se interesa por la política o la economía, porque sabe a su manera y da por sentado que todo lo que traen los papeles es mentira. Ese hombre del pueblo, o el pueblo, sin más, es el principal problema del sistema, que siente la necesidad de educarlo, de reacondicionarlo, pero la mayoría de la gente no necesita reacondicionamiento. Creerán fácilmente cualquier cosa que les digan, y harán cualquier cosa que les manden. 

  

133.- La verdad y la Verdad. Una copla de Antonio Machado dice así: ¿Tu verdad? No: la Verdad, / y ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela. Me llama la atención el uso que hace de la mayúscula, que le sirve para contraponer la verdad y la Verdad, es decir, la opinión o creencia que tenemos cada uno y que hace que creamos que poseemos la verdad, y la Verdad con mayúscula que es la verdad de la buena, la verdad verdadera, la que no puede ser ni mía ni tuya, porque no puede conjugarse con los pronombres posesivos. Por eso hay que ir a buscarla, porque no la tenemos en privada posesión nadie, porque no puede ser patrimonio de ninguno en particular. Sin embargo el deseo de ir a buscarla juntos se debe a que es lo único común que tenemos: su necesidad, que es notable por su ausencia, porque en lugar de dejarla que se exprese por nuestra boca nos llenamos de ideas, opiniones, creencias que no son razonables, que no se sostienen, que se derrumban a poco que se las confronte. Puede relacionarse la soledad de Machado con aquel fragmento de Heraclito que dice que siendo la razón común -la Verdad, con mayúsculas del poeta- la mayoría de los hombres tiene un pensamiento privado propio -una verdad, con minúsculas, una verdad de mentirijillas que se revela enseguida como propiedad privada. Y también puede relacionarse con aquel otro terceto de Machado: En mi soledad / he visto cosas muy claras / que no son verdad, que no deja de ser una invitación a dejar de ver las cosas bajo nuestro prisma particular e individual y a comenzar a verlas en comunidad.

 

134- Guoquismo: En los Estados Unidos, toda la vida intelectual está amenazada de muerte a causa de puntos de vista 'no convencionales'. Y quien dice en los Estados Unidos dice también en la vieja Europa, aquí entre nosotros. Editores, periodistas, investigadores, profesores son despedidos por sus declaraciones o por sus preferencias racistas, sexistas, machistas... Los autores y sus artículos académicos dejan de publicarse si se apartan de la doxa u opinión reinante políticamente correcta o, mejor dicho, corregida. Un ejemplo de este guoquismo (del inglés woke, 'despierto') made in USA pero enseguida importado es la eliminación del derecho a la libertad de expresión en los campus universitarios. Bajo este nuevo tipo de censura, la cultura ya no será esta apertura emocionante, impresionante y, diríase, inquietante a mundos desconocidos, sino un encierro del ego en muros impenetrables y protectores.

 

 135.- De cómo leer del revés la prensa del derechas que enrevesa la realidad. Como muestra, un ejemplo de hace veinte años -veinte años no es nada, como cantaba el tango de Gardel- sacado del periódico francés “Libération” del 15 de septiembre de 2003, para que no se diga que uno oculta las fuentes de las que bebe: “Au Libéria, pendant la paix, la guerre continue”, cuya traducción es: “En Liberia, durante la paz, continúa la guerra.” Liberia, nombre propio de un estado del África occidental, puede sustituirse por cualquier otro nombre propio de cualquier otro estado, a gusto del lector, por ejemplo, sin ir muy lejos, el de nuestro país: “En España, durante la paz, continúa la guerra”. Obtenemos así no una noticia superficial sacada de la realidad propiamente dicha de los periódicos, es decir, una mentira, que es lo que nos brindan los medios de formación de masas ordinariamente para distraernos, sino una revelación, vislumbre o constatación mucho más profunda de verdad de que la paz es una forma “pacífica” y sutil de guerra soterrada, camuflada y, por lo tanto, más difícil de denunciar que la guerra propiamente dicha porque es una guerra que ni siquiera se declara para poder así pasar desapercibida. 

La apoteosis de la guerra, Vasily Vereshchagin (1871)

lunes, 28 de agosto de 2023

Tres documentos contra la amnesia histórica reciente

    Esto sucedió aquí mismo, en algún punto de nuestra sufrida geografía no hace tanto tiempo. Y merece la pena recordarlo para que no se nos olvide. Este vídeo, visto a comienzos de la pandemia, en marzo o abril de 2020, refleja muy bien lo que es brutalidad y abuso de poder. Juzguen ustedes mismos si hacía falta tanta presencia policial y tanta violencia para 'reducir' a este pobre hombre.
 
 
    Pero lo más grave no es solo la actuación de las fuerzas del orden, sino el aplauso desde las ventanas y los balcones de la gente que permanecía encerrada en sus hogares por mandato gubernamental y que, por orden televisiva, se asomaba a las ocho a aplaudir a los sanitarios y a las fuerzas de orden público que estaban luchando contra un virus invisible, "arriesgando su vida y dando lo mejor de sí mismos", que decían. Y lo hacían debido al miedo inducido por la política y sus cómplices, los medios de comunicación. 
 
    Esto sucedió aquí mismo, y es digno de una de las estampas goyescas de la España negra, y me duele que haya sido aquí, porque me duele, como decía el otro, por no decir que me jode, y mucho, España, un país en el que la mayoría idiotizada de la población no sólo bendice, sino que incluso aplaude tal brutalidad policial, en nombre de una nueva subnormalidad que se imponía por la fuerza. 
    

    Pero esto mismo sucedía allende nuestras fronteras, como demuestra esta fotografía publicada por el semanario alemán Der Spiegel el 5 de septiembre de 2020, pronto hará tres años, tomada en Melbourne (Australia). Una imagen como esta vale más que mil palabras para que las generaciones venideras tengan un testimonio de lo que consentimos que pasara en aquellos días oprobiosos. Cinco agentes detienen a un hombre y le ponen a la fuerza el bozal reglamentario que ellos llevan y que él había decidido no llevar.

 

    De nada servía que se razonara que la mascarilla, esa des-medida político-sanitaria, nunca ha servido para frenar a un virus respiratorio (?), ya que lo que hace es dificultar nuestra respiración haciendo que volvamos a inhalar, en lugar de oxígeno, el anhídrido carbónico, ahora llamado CO2 con más propiedad, que hemos exhalado, como demostraba la sensación de ahogo (sobre todo con las mascarillas más 'eficaces' y recomendadas), y los dolores de cabeza producidos por la hipoxia, que es el término médico para la deficiente oxigenación. La mascareta, si acaso, puede ser útil frente a la penetración de las bacterias, como las de la tuberculosis, pero nunca de los virus respiratorios que entran y salen por sus poros sin ninguna dificultad. Sin embargo había que imponerla, porque era el signo visible de la obediencia sumisa, y había que hacerlo por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar, como dijo un presidente de una taifa hispánica a propósito de la inoculación. Nos hicieron creer que si no lo hacíamos íbamos a matar a alguien, como si nosotros mismos fuésemos el virus asesino al que habían declarado la guerra, lo que vuelve a repetirse con el dióxido de carbono, anhídrido carbónico o simplemente carbono, que ahora también somos nosotros, pobres de nosotros, que quieren reducir.

    Pero uno de los responsables de este desaguisado mundial, el doctor Anthony Fauci, ese burócrata gubernamental recientemente retirado, acaba de salir de sus catacumbas y participar en un evento virtual titulado “Lecciones sobre una pandemia y papel de los profesores en la preparación de una pandemia”.

    Hay un vídeo en youtube, del que doy el enlace, donde se recogen las declaraciones de este impresentable, pero le ahorro al lector los cuarenta minutos que dura y le resumo los aspectos más destacados de la entrevista. La entrevistadora, en primer lugar, la doctora Teena Chopra, presenta al entrevistado como “one in the greatest minds in medicine”. Y dice que este es el rostro (la cara dura, más bien) de la salud pública y la política pública en el mundo:

 

     Fauci declara durante la entrevista que los confinamientos estaban "absolutamente justificados" y sugiere que deberían utilizarse nuevamente para forzar la vacunación (suponemos que de cara a la temporada otoño-invierno que se avecina). Dice literalmente en la lengua del Imperio: lockdowns are a great tool to forcibly “vaccinate” people, ("los confinamientos son una gran herramienta para 'vacunar' a la gente por la fuerza").  E insiste en la defensa a ultranza de los encierros: "Había que tener algo para detener inmediatamente el tsunami de infección", afirma, y ​​añade, "ese confinamiento estaba absolutamente justificado".
 
    La conversación continúa y el veterano jefe del NIAID (National Institute of Allergy and Infectious Diseases) declara, haciendo encaje retórico de bolillos, que el “cambio climático” está “desempeñando un papel” en la causa de los rebrotes o repuntes del virus. Luego pide un “compromiso internacional para disminuir la huella de carbono en la sociedad”, y continúa culpando de la tragedia de Maui, la isla volcánica que forma parte del archipiélago jaguayano, al cambio climático.

domingo, 27 de agosto de 2023

Casarse consigo

    De vez en cuando de un tiempo a esta parte se oye por ahí el caso de que alguien ha decidido casarse por todo lo alto consigo mismo. Se trata de personas que no quieren una pareja heterosexual ni homosexual, que no quieren una pareja, sin más, y que deciden, en el colmo del narcisismo, declarar su amor propio hacia sí mismos.

    Así como la monogamia es el matrimonio con otra persona, la bigamia con dos, y la poligamia con varias, surge ahora el término sologamia para designar el automatrimonio. Hay quien dice incluso que las personas sológamas son más felices que las demás y pueden cumplir mejor sus propias aspiraciones y expectativas vitales sin subordinarse al yugo del matrimonio tradicional ni supeditar su éxito al de su pareja. 

     Hay otro término equivalente a sologamia, que es autogamia, de factura totalmente helénica, a diferencia de sologamia que es un híbidro grecolatino.

    Sologamia y autogamia no son términos reconocidos todavía por la docta Academia, pero ya están operativos en la lengua del Imperio (sologamy, autogamy) y por lo tanto entre sus lenguas vasallas, como la nuestra, por lo que no tardarán en entrar en nuestro ilustre diccionario. 

 

    La autogamia o sologamia consiste, pues, en emparejarse de hecho y casarse uno consigo mismo, una boda de momento sin validez legal, pero matrimonio indisoluble y consistente, a prueba de divorcio. La sologamia no es una prolongación de la soltería, porque el soltero siente que le falta su media naranja que no ha encontrado todavía, pero el casado consigo mismo no siente esa carencia, y nunca se será infiel a sí mismo, hasta que la muerte disuelva el vínculo. 

  No sé cómo puede realizarse en términos jurídicos, pero es un síntoma esencial del espíritu de nuestro tiempo. Supongamos que llega a legislarse e institucionalizarse, lo que no es del todo descabellado. ¿Qué sentido tiene contraer nupcias con uno mismo? ¿Qué valor tiene esta institución? Algunos consideran que supone la disolución extrema del vínculo matrimonial, que se juzga obsoleto y patriarcal. pero, lejos de eso, parece todo lo contrario: es la consumación y consagración de la institución del matrimonio. 

El baño de Narciso, Paul Dubois (1863)
 

    El individuo no necesita encontrar su media naranja para completarse, sino que se declara completo y es ya, como el andrógino de Platón, una naranja entera que engloba los dos sexos, ni siquiera se ve obligado a identificarse con un sexo (cisgénero), ya que puede adoptar el sexo que elija a su antojo (transgénero), dado que se considera de 'género fluido' según la expresión consagrada por la moda. 

    No hace falta que haya dos para hacerse uno, pero sí que uno se vea, me atrevería a decir, a sí mismo como dos, como Narciso, que, despreciando todas las voces de los que requirieron su compañía y los ecos de la ninfa enamorada de él, se enamora de sí mismo cuando contempla fascinado su propia imagen en el espejo del agua, y allí mismo contrae nupcias uniéndose consigo mismo, es decir, con su propia imagen, ahogándose por ende en las aguas del estanque. 

   

  Me atrevo a decir que es la institución clave de nuestra sociedad: una sociedad narcisista, de átomos que encuentran en el autorretrato solipsista del selfi la expresión más acendrada de su individualismo llevado a su grado más alto, la sociedad del individuo aislado que percibe al otro como una amenaza que invade su privacidad.

sábado, 26 de agosto de 2023

¿Qué es ser progresista, papá?

    Hay palabras que zumban al oído y revuelan constantemente a nuestro alrededor como molestas moscas cojoneras, hija mía; por ejemplo esa de 'progresista'. Hay que ser progresista, cacarean nuestros políticos profesionales. El diccionario define progresismo como «ideología y doctrina que defiende y busca el desarrollo y el progreso de la sociedad en todos los ámbitos y especialmente en el político-social». Mala definición, porque incluye el término que hay que definir y que subyace al -ismo, que es progreso, en la definición.
 
    "Progreso" procede del latín progressus, avance, marcha hacia delante, contrapuesto a regressus, que sería el retroceso, retorno o vuelta atrás. Se supone que partimos de una situación de retraso y penuria material y moral, y que el avance técnico mejora la comunidad y facilita la supervivencia de la humanidad, como si el paso del estado salvaje al civilizado hubiera supuesto una notable mejoría. 
 
    El progresismo no deja de ser una huida hacia delante. Hay una creencia escatológica secularizada, y en el fondo religiosa, es decir, supersticiosa, que dice que la historia sigue una línea ascendente de mejora, que consagra la idea de Progreso, con mayúscula, como si en ese paso hacia delante supiéramos a dónde vamos. 
 
    Pero este relato de la modernidad es desmentido sistemáticamente por la realidad. Las fuerzas progresistas, identificadas con las izquierdas políticas, están ancladas en el pasado. A finales del siglo XVIII, con la revolución francesa, se categorizaron los espacios políticos de izquierda y derecha, una división política que estructuró ideológicamente el mundo entre buenos y malos durante todo el siglo XX, y que perdura todavía. 
 

 
    Pero ahora, entrados ya en el tercer milenio de la era cristiana, está en crisis la dicotomía diestra y siniestra, como supo ver el Movimiento del 15 de mayo del año 2011 cuando se razonaron cosas como: «no existe derecha o izquierda sino arriba y abajo», o, la copla de Isabel Escudero: “Ni derecha ni izquierda; / entre arriba y abajo / está la pelea”. 
 
    Además, el progreso tecnológico e industrial nos ha llevado al borde del precipicio con un capitalismo suicida que expolia todos los recursos, incluidos las personas o recursos humanos, del planeta provocando una degradación sin precedentes, y con la revolución informática de esa cosa tan tonta que es la Inteligencia Artificial, cuyo avance ya no controlamos, sin olvidar la amenaza siempre pendiente de una III Guerra Mundial, que sería la definitiva porque “a la tercera va la vencida”. 
 
    Si las naciones no eran buenas, hija mía, porque  no lo han sido nunca, las crecientes instituciones supranacionales como la ONU, la OMS, responsable de la pasada pandemia y de la futura que ya se entrevé en el horizonte, la OTAN, que nos vende la idea orgüeliana de que la guerra es la paz, o  la Unión Europea no son mejores. De la Unión Europea, precisamente, ha dicho el flipado de nuestro presidente del Gobierno que "es el proyecto común que une al conjunto de los europeos y europeas" y que representa "la Europa solidaria que dio respuesta a esta grave pandemia de la COVID-19(!), la Europa líder y referencia en la transición (!) ecológica y la perspectiva humanista de la transformación digital (!!)".   ¿Qué perspectiva humanista será esa, me pregunto yo, hija mía, "de la transformación digital"? ¿Qué querrá decir el que le escribe los discursos al jefe del Ejecutivo? ¿No habrá querido decir "perspectiva transhumanista y se le habrá atascado el prefijo trans-?


       La UE, capitaneada por la señora Úrsula von der Leyen, a la que el flipado parece referirse cuando dice "Europa", la Europa solidaria que dio respuesta a la gravísima pandemia firmando contratos opacos, millonarios y suculentos con un laboratorio farmacéutico de cuyo nombre no merece la pena acordarse, que aseguraban diez dosis inyectables para cada europeo (y europea, que no está de más, aunque no haga falta decirlo),   emprende ahora la lucha contra la desinformación, que no es otra cosa más que la institucionalización de la censura en el viejo continente... La UE, hija mía, no es más que un engendro político en el que 27 países no aciertan a resolver los problemas que no tendrían sin la UE.
   
    Hay que salir de la falsa alternativa progresista. Quizá haya llegado el momento de parar, de hacer un alto en el avance en el que un ciego que cae en un precipicio, como en el lienzo de Brueghel el Viejo, arrastra consigo a los otros ciegos que iban tras él, inspirado en las palabras de Jesucristo (Mateo 15,14): Dejadlos, son guías ciegos; si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la hoya.
 
La parábola de los ciegos, Pieter Brueghel el Viejo (1568)
 
    Quizá haya llegado el momento de dejar de progresar, si no queremos precipitarnos en el abismo al que vamos de cabeza.
 

    En el Libro de los Seres Imaginarios o Manual de Zoología Fantástica de Jorge Luis Borges, encontramos esta sorprendente perla: "No olvidemos el Goofus Bird, pájaro que construye el nido al revés y vuela para atrás, porque no le importa adónde va, sino dónde estuvo."

viernes, 25 de agosto de 2023

Fabricando el consentimiento

    ¿Por qué se atribuyeron a Noam Chomsky las diez estrategias de manipulación que veíamos el otro día? En primer lugar para darles mayor repercursión. Chomsky es un intelectual consagrado, y lo que diga, se esté o no de acuerdo con él, va a misa. Es un magister, y ya se sabe: magister dixit, como decían los escolásticos medievales para dar a entender que un argumento no tenía discusión porque lo había dicho el Maestro, ensu caso Aristóteles. Tiene más resonancia decir que su autor es Chomsky que alguien menos conocido o prácticamente desconocido como Sylvain Timsit. 
 
    El documento puede estar inspirado en algunos escritos del lingüista norteamericano, pero él mismo se ha declarado sorprendido por la atribución. No recuerda haber descrito ni mencionado en ninguna entrevista nunca esas diez estrategias, aunque coincida con ellas en muchos postulados.
 
 
     Noam Chomsky es, sin embargo autor del importante ensayo Manufacturing Consent: The political Economy of the Mass Media (1988), que escribió en colaboración con el economista Edward S. Herman y apareció en español en 1990 con el título "Los guardianes de la libertad", en lugar del original de La fabricación o manufactura del consentimiento. 
 
    Según los autores del ensayo los medios de comunicación operan a través de cinco filtros, que son la propiedad -sus propietarios son grandes corporaciones que invierten en ellos, a cuyos intereses sirven-, la publicidad, que los financia, el suministro constante de noticias relativas al gobierno del Estado y al capital, la desacreditación de contenidos críticos y la creación de un enemigo común, desde el comunismo, antes de la caída del muro de Berlín, al terrorismo, o actualmente Putin. 
 
  
    Aplicando estos filtros, la realidad deja de ser real y la política política. Le falta al análisis de Chomsky el uso del miedo o recurso a la emoción, que provoca una forma de intimidación constante. El maquiavélico Maquiavelo, lo resumió bien en el renacimiento italiano: "Quien controla el miedo de las personas se convierte en el amo de sus almas".
 
   El uso del miedo al pánico (por ejemplo, generado por atentados terroristas, desastres naturales, epidemias, cambio climático, etc.) permite acentuar el control de las instituciones y los gobiernos sobre su población. Eso es lo que no ha sabido ver Chomsky, cuyos lúcidos análisis, por otra parte, se centran en las luchas de las élites internacionales por el poder y en la crítica del papel hegemónico de los Estados Unidos,  pero su análisis olvida que el enemigo es el miedo, que bloquea nuestra comprensión inteligente de la vida.
 
    Noam Chomsky, como escribimos en ¿Chochea Noam Chomsky?, también creyó en un momento de su vida, cediendo al miedo, que a propósito de la falsa alarma sanitaria había unos expertos, o científicos astutos en algún lugar que sabían exactamente qué hacer frente a un virus asesino y tenían la solución, olvidando lo que realmente importaba: señalar todos los sesgos que aparecen entre bambalinas en aquellos tiempos de pandemia declarados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de los cuales es la carrera por desarrollar productos patentados capaces de asegurar jugosas ganancias a sus promotores, o incluso la oportunidad de hacer una población dócil a ideas opuestas variando la percepción de un peligro real, en este caso el de una enfermedad generalmente leve para la mayoría de la gente.

jueves, 24 de agosto de 2023

Alegoría de la prudencia de Tiziano

    Como si fuera un tricéfalo cancerbero, presenta Tiziano esta Alegoría de la prudencia o, más bien, Alegoría del tiempo gobernado por la prudencia, que viejo ya el artista habría pintado entre los años 1560 y 1570. Vemos tres cabezas humanas: el perfil de un viejo a la izquierda, quizá el propio Tiziano, la figura central y frontal de un hombre adulto, quizá su hijo Orazio, que mira directamente al espectador del lienzo, y el perfil de un joven a la derecha, su joven nieto o sobrino Marco, configurando así tres generaciones de una misma familia. Respresenta el cuadro las tres edades de la vida humana: vejez, madurez, juventud. Debajo de estos rostros, vemos una tríada de cabezas de animal asociadas a ellas: a la izquierda, el perfil de un lobo, en el centro la testa de un león, y a la derecha el perfil de un perro. 

    En la parte superior del lienzo, Tiziano ha escrito unos latines en los que llama la atención el uso de la conjunción NI, propia del latín arcaico, si no es un error, en lugar de NE, la conjunción final negativa: EX PRAETERITO A partir del pasado (sobre la cabeza del anciano y la figura del lobo) / PRAESENS PRVDENTER AGIT el presente actúa prudentemente (sobre la cabeza central) / NI FVTVRV(M) ACTIONE(M) DETVRPET para que el futuro no arruine la acción (sobre la cabeza del joven y del perro). El mensaje del cuadro es que la prudentia o pro-uidentia consiste en ver antes, prever, lo que puede pasar para evitar que pueda arruinar la acción del presente.

    Resulta curiosa la conjunción de la palabra “pretérito” con el viejo y el lobo, “presente” con el adulto y el león, y “futuro” con el joven y el perro, asociándose las tres formas del tiempo con las tres edades de la vida: vejez/pasado, madurez/presente, juventud/futuro. Algunos críticos destacan cómo Tiziano resalta la apariencia de realidad casi palpable de las dos cabezas centrales que representan el presente: la del hombre en la madurez de su vida y la del león, mientras que desdibuja un poco los perfiles de los lados, contrastando lo que es, lo central, con lo que fue -y por lo tanto ya no es- y lo que todavía no ha llegado a ser -y por eso mismo tampoco es. Ahí radica la imposibilidad de reflejar el tiempo en el espacio atemporal del lienzo, y el éxito y fracaso de esta alegoría: el éxito en la plasmación gráfica y el fracaso en la imposibilidad de reflejar en el espacio de un lienzo el transcurso del tiempo.

   

  Tiziano no inventó ni la teoría de las tres edades, ni la iconografía del lobo/león/perro, que vemos que tomó prestada de Macrobio, quien en Saturnales I, 20, dice lo siguiente: La ciudad vecina de Egipto, que se ufana de haber sido fundada por Alejandro de Macedonia, honra a Sarapis (o Serapis) e Isis con una veneración rayana en delirio. Ahora bien, está demostrado que toda esta veneración, bajo el nombre de Sarapis, se consagra al sol, bien en tanto que colocan una cestilla sobre su cabeza, bien en tanto que añaden a su estatua la imagen de un animal de tres cabezas: la cabeza del centro, y también la más grande, reproduce la figura de un león; al lado derecho, surge la cabeza de un perro de aspecto dócil y afable; en cuanto a la parte izquierda del cuello, la remata la cabeza de un lobo voraz, y estas figuras de animales las entrelaza con su espiral una serpiente, que repliega su cabeza hasta la diestra del dios, el cual, con dicha mano, apacigua al monstruo. Pues bien, la cabeza del león simboliza el tiempo presente, porque su condición, entre el pasado y el futuro, es enérgica y fogosa en la acción inmediata. Por su parte, el tiempo pasado está representado con la cabeza del lobo, porque la memoria de las cosas pasadas se nos roba y quita. Asimismo, la imagen del perro afable representa el resultado del tiempo futuro, cuya esperanza, aunque incierta, nos seduce.” (Traduc. De Ferando Navarro Antolín, Saturnales, Macrobio, I, 20)

    Según este texto, la imagen del monstruo tricéfalo conllevaba la presencia de una serpiente, que debía servir como nexo de unión de las tres cabezas y representar el carácter cíclico del tiempo.

    El problema que plantea esta alegoría es que nos presenta el tiempo como una secuencia espacial: simultánea, donde precisamente no hay un tiempo que transcurra: nos presenta el tiempo en el espacio, y lo hace creando un Jano trifronte, diríamos, es decir, quiere presentarnos tres edades de un ser en una sola, para lo que se ve obligado a presentar las cabezas de tres seres como si fueran las de uno solo, un Jano, diríamos, trifronte, que no solo mira al pasado y al futuro, como el dios romano que da nombre al mes que abre el año, sino también al presente. Y eso es imposible porque nunca veremos esas tres cabezas juntas, esas tres edades de un mismo ser, a la vez, sino sucesivamente como cuando contemplamos ya viejos un álbum de fotos del joven o el niño y el adulto que hemos sido, nuestros que son antepasados.

miércoles, 23 de agosto de 2023

De cómo nos manipulan (apuntes pseudo-chomskyanos)

    Hace unos diez años se publicó una lista de "Diez estrategias para manipular a las masas", cuya autoría se atribuyó erróneamente a Noam Chomsky, el eminente lingüista y crítico analista político estadounidense, que fuera profesor de ciencias políticas en el Instituto de Tecnología (MIT) de Masachuses. Aunque todavía figura en internet como autor, véase la ilustración adjunta, él ha desmentido su autoría. El autor de las estrategias es el francés Sylvain Timsit, quien se presenta como "ciudadano del planeta Tierra" y diseñador web. 
 
    He aquí un resumen sucinto de estas estrategias que utilizan para manipularnos, la mayoría de las veces combinadas entre sí.  
 
 
    Con la estrategia de la distracción. Desvían nuestra atención de los problemas que realmente nos importan hacia fruslerías mediante un aluvión de informaciones irrelevantes, haciendo que nos interesemos así por noticias que no tienen ningún interés, asuntos que no nos incumben, cosas que ni nos van ni nos vienen para que no nos preocupemos de lo que de verdad nos importa y nos desentendamos de nuestros propios problemas. Esta estrategia, apunto yo, ya la desarrolló en la antigua Grecia el conspicuo Alcibíades, como contábamos en El rabo del perro de Alcibíades.
 
    Planteando problemas inexistentes. Crean un problema que no existía previamente para que desencadene la respuesta que ellos desean, buscando una reacción prevista en nosotros, a fin de que nosotros mismos seamos los que exijamos la aplicación de las soluciones o medidas que ellos nos quieren imponer. Pueden tolerar la violencia urbana, por ejemplo, para que nosotros demandemos más presencia policial en las calle; o, como han hecho hace poco, provocar una crisis económica para que la gente acepte como mal necesario -reparad en la perversión de la expresión “mal necesario”, que hace que veamos el mal como necesidad, como si de verdad fuera necesario lo malo para algo bueno- la supresión de algunos derechos adquiridos y el desmantelamiento de los servicios públicos.
 
    Mediante la técnica de la gradación. Un modo de lograr que se acepte lo inaceptable es aplicarlo gradualmente en lugar de hacerlo de una sola vez de golpe y sopetón. Fue así como se impusieron condiciones socioeconómicas hasta entonces nunca vistas durante las décadas de 1980 y 1990 del siglo pasado. 
 
    Con la procrastinación o la estrategia del aplazamiento: Se presenta un “mal necesario” como inevitable en el futuro. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que uno inmediato, sobre todo si es malo para nosotros. La mayoría democrática, bastante necia y optimista, espera que las cosas se arreglen solas de por sí el día de mañana con el tiempo. Nos vamos así haciendo a la idea del sacrificio y eso significa que cuando llegue el momento iremos resignadamente al matadero. 
 
    Gracias al proceso de infantilización: Nos tratan -la publicidad, sobre todo- como si fuéramos menores de edad en todos los sentidos de la palabra, incluido el de débiles mentales que necesitan la tutela constante del Gran Hermano. Si nos tratan como niños o preadolescentes, nosotros, por hipnosis sugestiva, tendemos a responder como tales. Eso es lo malo. Nos infantilizan y nosotros, encima, nos lo creemos. 
 
    Utilizando el chantaje emocional: Apelan, más que a nuestra reflexión racional, a la emotividad visceral. Vieja técnica que pretende provocar un cortocircuito en el análisis lógico, logrando, de paso, inculcarnos ideas, prejuicios, temores o compulsiones que inducirán a los comportamientos que se esperan de nosotros. Este recurso también posibilita abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar allí ideas, deseos, miedos, impulsos o comportamientos.
 
    Con la promoción de la ignorancia y la mediocridad: La calidad de la enseñanza obligatoria que se imparte a la ciudadanía -es un secreto a voces- es mediocre y paupérrima, al tiempo que aumenta el tiempo de escolarización obligatoria, lo que se refleja en la caída sustancial del nivel de enseñanza y en el descenso general del cociente de inteligencia.
 
    Animándonos a revolcarnos en la mediocridad. Nos dicen, además, que es "cool" el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto. Desde los medios de (in)formación de masas, se impone, esa moda de ser grosero y chabacano. Recordemos también el creciente número de horas que pasamos frente a una pantalla o una tableta en realidad virtual en lugar de hablar, lo que no ayuda. Y luego el uso del juicio por conspiración para animar al público a no mencionar ciertos temas, censurando así el espíritu crítico. Y no olvidemos el uso interesado de la Inteligencia Artificial, la cosa más tonta que hay, para hacernos creer que las máquinas son superiores a los humanos, logrando así que seamos incapaces de comprender las tecnologías y métodos utilizados para nuestro control y esclavización. 
 
    Mediante la inculcación de sentimientos de culpa: Encima nos hacen creer que tenemos lo que nos merecemos, que somos culpables -mea culpa, mea maxima culpa-, según la terminología cristiana, o responsables, según la laica, de nuestra propia desgracia por causa de nuestra escasa inteligencia, capacidades o esfuerzo. Logran así que nosotros, en vez de rebelarnos como deberíamos hacer contra el sistema -el Estado y el Capital, tanto monta, monta tanto- y tratar de romper las cadenas que nos subyugan, nos volvamos contra nosotros mismos, anulando nuestro amor propio, cayendo en la depresión y en la inhibición de nuestro sentido crítico y acción, y acabemos yendo al psicagogo, psicólogo o al psiquiatra para que resuelva "nuestro" problema con sesiones de terapia, psicoanálisis y toda suerte de fármacos antidepresivos. Logra así el sistema sofocar la rebelión con el sentimiento de la culpa. 
 
    Conociéndonos mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos: Puede decirse que el sistema nos conoce mejor que nosotros mismos, como si fuera la madre que nos ha parido, lo que significa que tiene mayor control sobre nosotros que nosotros. ¡Gracias a Gúguel, Feísbuq, yutub, guasap, télegram...  y compañía! Porque cuando se trata de proporcionar a quienes nos dirigen información sobre nosotros mismos, somos nosotros los que voluntariamente se la suministramos, tal vez sin querer, pero eso poco importa, la verdad.

martes, 22 de agosto de 2023

Cultura vs. natura

    Rafel Sánchez Ferlosio, en una entrevista concedida al diario El Periódico y publicada el 1 de enero de 2017 le confesaba al periodista Juan Fernández que la “cultura es un instrumento de control social. Hoy, sus máximas expresiones son el deporte, el cine y la novela. El fútbol y las novelas son las formas de control social más eficaces que tiene ahora mismo el sistema.” Al fútbol y las novelas que cita el entrañable nonagenario habría que añadir las teleseries, fenómeno de rabiosa actualidad que está creando auténtica adicción entre los telespectadores que permanecen, cómo no, fieles y atentos a sus pantallas horas y horas. 


    El nuevo trending topic o tema de conversación superficial de moda es “¿Qué serie estás viendo tú?” “Y tú ¿por qué temporada vas ya?” La epidemia televisiva del siglo XXI ya tiene nombre en la lengua del Imperio: binge watching o, con alusión clásica a la larga carrera de Filípides de Maratón a Atenas para gritar el νενικήκαμεν o  “hemos ganado”, marathon watching: atracón o atiborramiento maratoniano de varios capítulos de la misma serie de televisión de forma continua en formato digital, particularmente grave, pero no sólo, entre los mileniales que consumen hasta cinco horas seguidas al día de su tiempo en estos bodrios culturales estupefacientes gracias al fenómeno del streaming o retransmisión de un flujo de corriente continua que fluye sin interrupción difundiendo contenidos audiovisuales para la diversión del aburrimiento. 

    Parece que no se puede hacer nada para cambiar la realidad, sólo acaso tratar de evadirnos de ella, refugiarnos en la burbuja del jardín de literatura y delicias, en la torre de marfil de la cultura: ir a un concierto, leer un libro, ver una película de cine, ir a una exposición y un muy largo etcétera dada  la generosa oferta cultural del mercado que responde a la variopinta demanda de todo tipo de gustos individuales y preferencias personales de todos los públicos. 



    Pero ¿qué es la cultura? No soy quién para responder a eso directamente. Sólo quiero contraponer esta palabra a otra que rima con ella, que es natura. Buen par de vocablos de latina raigambre: cultura y natura: Natura es lo que nace de por sí, libremente, sin necesidad de que nadie lo plante, la naturaleza salvaje, actualmente en vías de extinción, como muy bien saben los ecologistas; mientras que cultura es lo que se planta y cultiva para que nazca, de ahí la agricultura, que está acabando con la natura, por cierto, si no ha acabado con ella ya. ¿Qué es pues lo que se cultiva hoy? ¿Qué sembramos hoy en el campo de la música, la literatura, la pintura y demás artes?

    La respuesta es infinidad y diversidad de productos de toda índole, subvencionados generalmente por el mecenazgo estatal o el capital privado de fundaciones y demás, que respondiendo a los gustos particulares siembran la resignación y el conformismo por doquier. Hay, en efecto, tal inflación del sector cultural que a cualquier cosa se llama cultura. 

 Ilustración de Pawel Kuczynski

    Esta cultura que se nos vende como tal no conlleva una emancipación social o liberación personal del individuo masificado posmoderno, porque su consumo nos obliga a adoptar el papel pasivo y receptor de público. No nos libera de la dualidad “actor” “espectador”, sino todo lo contrario. La cultura que se consume y se potencia desde el Poder –no en vano hay un Ministerio de Cultura y un presupuesto bastante elevado del Estado destinado a subvencionarlo- más que hacernos actores, artistas, nos vuelve espectadores, consumidores pasivos de esos productos. Más que afinar nuestra sensibilidad, nos anestesia, nos embota. 

    Además, cualquier cosa entra ya dentro del ámbito de la cultura y de las realidades “multiculturales” e “interculturales”, como si no hubiera una sola y verdadera cultura, desde los vinos de Rioja hasta los lienzos de la pinacoteca de El Prado, desde las series populares de televisión hasta los partidos de balompié, los cruceros por el Mediterráneo, las corridas de toros - dicen que la tauromaquia o, mejor dicho, el taurobolio o tauroctonía* carpetovetónica  es un arte- la gastronomía mexicana -léase mejicana, por favor-, el camino de Santiago o los cursos de Pilates y de bailes por parejas a lo agarrado: un saco o cajón de sastre donde, sospechosamente, todo cabe, donde todo entra, donde todo vale y donde en definitiva nada vale para nada,  donde coexisten lo clásico y lo rabiosamente moderno y aun posmoderno.

*Al dios Mitra se le aplicó el epíteto de tauróctono -matador de toros-, a imagen y semejanza de sauróctono -matador de lagartos-, epíteto aplicado a Apolo. La tauroctonía sería el nombre de ese rito, que acabó confundiéndose con el taurobolio y denominándose así, aunque el taurobolio era propiamente la caza del toro para el sacrificio ritual. 

 Ilustración de Pawel Kuczynski

    Todo se vende y todo se compra bajo la prestigiosa etiqueta de la industria cultural, que se ha convertido en la mayor productora de artículos de consumo y que abarca a casi todo. Sin embargo ¿quién se para a distinguir las voces de los ecos, como diría el poeta, es decir, la cultura de verdad de sus muchos y demasiados sucedáneos culturales y embelecos? 

    La cultura de verdad, la que podría hacer algo para cambiar el estado de las cosas o al menos para denunciar y revelar su mentira, no se compra ni se vende: se rebela contra las modas y contra el mercado, contra lo que se vende como cultura y la prostitución posmoderna. La cultura de verdad denuncia la falsía de la realidad, y no potencia la evasión o la distracción, sino todo lo contrario, por lo que sólo puede ser contracultura, contracorriente. Pero la cultura de verdad está neutralizada por el enorme aluvión de productos pseudoculturales que persiguen el entretenimiento para que no hagamos nada mientras nos llega la muerte.

    De lo que se trata es de distraernos -la distracción del aburrimiento que fomenta el aburrimiento de la distracción- con un mero pasatiempo, una fruslería inofensiva que no hace daño a nadie y que queda muy bien, dado su prestigio. La cultura no es lo que resiste a la distracción, sino que se ha convertido en fábrica de distracción masiva, entretenimiento de individuos socialmente manipulados: la cultura, tal y como la conocemos, es el último refugio de los imbéciles. Volviendo al imprescindible Ferlosio: La cultura, ese invento del gobierno. 



    ¡Qué razón tenía aquel personaje nacionalsocialista que dijo: “Cuando oigo “cultura”… le quito el seguro a mi Browning”! Unos dicen que lo patentó Göring, otros que Goebbels. Es dudosa la atribución a ambos. Sin embargo, la ocurrencia aparece en el drama teatral nazi 'Schlageter' de Hanns Johst: 'Wenn ich Kultur höre... entsichere ich meinen Browning'. Parafraseándolo: Cada vez que oigo la palabra cultura a alguien, desenfundo el revólver, le quito el seguro, aprieto el gatillo y: ¡pum! Lo malo, como decía el llorado Umberto Eco, es que los que sacan la pistola ignoran habitualmente el origen docto de la cita, porque no suelen leer, porque ya no lee ni Dios.