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domingo, 26 de noviembre de 2023

La endogamia de la sologamia

    La modelo brasileña que se casó consigo misma hace tres meses, matrimonio endogámico este donde los haya, quiere ahora divorciarse de sí misma. Cris Galêra, que tal es su nombre, dice que  la razón es que ha conocido a otra persona, y que esa persona es alguien muy especial... La noticia ha corrido como la pólvora a través de la red informática universal para la que posa la modelo. 
 
    La modelo brasileña de 33 años, la edad de Jesucristo crucificado, que saltó a la fama este verano al anunciar a bombo y platillo que se casaba consigo misma, celebrando de ese modo su amor propio y tratando de animar a otras mujeres a exaltar el suyo propio, publicó en las redes sociales de las que no deja de ser prisionera su imagen con el vestido de novia y el ramo de flores en la mano a la puerta de una iglesia, luciendo un generoso escote. 
 
 
    Pero ya se sabe que el amor eterno, ya sea propio o ajeno, dura bien poco, en este caso 90 días, o sea tres meses, por lo que la modelo se ha visto obligada a renunciar a sus votos matrimoniales de sologamia, esa moda cada vez más de moda de contraer nupcias una persona, sea del género que sea, consigo misma. 
 
    Anuncia la modelo ahora que se divorcia. Ignoramos si hubo separación de bienes o régimen de gananciales. El divorcio, en todo caso, lejos de acabar con la institución conyugal, consolida el matrimonio. La bella modelo ha conocido a otra persona... que sería la responsable -no vamos a decir la culpable- de su ruptura sentimental consigo misma, por lo que quiere divorciarse a fin de poder casarse, si llega el momento, que aparece inminente habida cuenta de la publicación de su anuncio, con esa otra persona que ha conocido.
 
 
 
    Ha declarado a sus redes sociales que puede "pasar de nuevo por el altar", es un decir,  y que, en todo caso, ha sido muy feliz mientras ha durado, y que queda consigo misma como amiga, dado que la ruptura es de mutuo a cuerdo por ambas partes de sí misma. Hay muchas formas de pareja, pero pocas tan endogámicas como la autogamia narcisista.  
 
    El anuncio ha generado la curiosidad de sus 187 mil seguidores -followers en la lengua del Imperio, que se dice pronto- en las redes sociales en las que (se) enreda y que aprovecha para dar que hablar -para las folclóricas y para las modelos, por lo que se ve, lo que importa es que hablen de ellas, bien o mal, pero que hablen, porque en el caso contrario no existirían, dejarían de existir, y eso es imperdonable-, seguidores  que se preguntan quién es esa misteriosa persona que ha acabado con el matrimonio de la bella modelo y le ha robado el corazón. Pronto se sabrá, permanezcan atentos a sus pantallas y a las publicaciones de la modelo brasileña.

domingo, 27 de agosto de 2023

Casarse consigo

    De vez en cuando de un tiempo a esta parte se oye por ahí el caso de que alguien ha decidido casarse por todo lo alto consigo mismo. Se trata de personas que no quieren una pareja heterosexual ni homosexual, que no quieren una pareja, sin más, y que deciden, en el colmo del narcisismo, declarar su amor propio hacia sí mismos.

    Así como la monogamia es el matrimonio con otra persona, la bigamia con dos, y la poligamia con varias, surge ahora el término sologamia para designar el automatrimonio. Hay quien dice incluso que las personas sológamas son más felices que las demás y pueden cumplir mejor sus propias aspiraciones y expectativas vitales sin subordinarse al yugo del matrimonio tradicional ni supeditar su éxito al de su pareja. 

     Hay otro término equivalente a sologamia, que es autogamia, de factura totalmente helénica, a diferencia de sologamia que es un híbidro grecolatino.

    Sologamia y autogamia no son términos reconocidos todavía por la docta Academia, pero ya están operativos en la lengua del Imperio (sologamy, autogamy) y por lo tanto entre sus lenguas vasallas, como la nuestra, por lo que no tardarán en entrar en nuestro ilustre diccionario. 

 

    La autogamia o sologamia consiste, pues, en emparejarse de hecho y casarse uno consigo mismo, una boda de momento sin validez legal, pero matrimonio indisoluble y consistente, a prueba de divorcio. La sologamia no es una prolongación de la soltería, porque el soltero siente que le falta su media naranja que no ha encontrado todavía, pero el casado consigo mismo no siente esa carencia, y nunca se será infiel a sí mismo, hasta que la muerte disuelva el vínculo. 

  No sé cómo puede realizarse en términos jurídicos, pero es un síntoma esencial del espíritu de nuestro tiempo. Supongamos que llega a legislarse e institucionalizarse, lo que no es del todo descabellado. ¿Qué sentido tiene contraer nupcias con uno mismo? ¿Qué valor tiene esta institución? Algunos consideran que supone la disolución extrema del vínculo matrimonial, que se juzga obsoleto y patriarcal. pero, lejos de eso, parece todo lo contrario: es la consumación y consagración de la institución del matrimonio. 

El baño de Narciso, Paul Dubois (1863)
 

    El individuo no necesita encontrar su media naranja para completarse, sino que se declara completo y es ya, como el andrógino de Platón, una naranja entera que engloba los dos sexos, ni siquiera se ve obligado a identificarse con un sexo (cisgénero), ya que puede adoptar el sexo que elija a su antojo (transgénero), dado que se considera de 'género fluido' según la expresión consagrada por la moda. 

    No hace falta que haya dos para hacerse uno, pero sí que uno se vea, me atrevería a decir, a sí mismo como dos, como Narciso, que, despreciando todas las voces de los que requirieron su compañía y los ecos de la ninfa enamorada de él, se enamora de sí mismo cuando contempla fascinado su propia imagen en el espejo del agua, y allí mismo contrae nupcias uniéndose consigo mismo, es decir, con su propia imagen, ahogándose por ende en las aguas del estanque. 

   

  Me atrevo a decir que es la institución clave de nuestra sociedad: una sociedad narcisista, de átomos que encuentran en el autorretrato solipsista del selfi la expresión más acendrada de su individualismo llevado a su grado más alto, la sociedad del individuo aislado que percibe al otro como una amenaza que invade su privacidad.

sábado, 11 de febrero de 2023

Latrías

    Define la culta Academia el término latría como “reverencia, culto y adoración que sólo se debe a Dios”, y el sufijo -latría escuetamente como “adoración”. 
 
    La iconolatría, por ejemplo, sería la adoración de las imágenes, característica de nuestra época, en la que valoramos más que las cosas en sí, sus apariencias. En el siglo VIII floreció en el mundo la iconoclasia. Los iconoclastas negaban el culto a las imágenes y rechazaban la autoridad de normas, maestros y modelos.
 
    La idolatría, haplología de idololatría, es la adoración sensu stricto de los ídolos, que son imágenes de una divinidad que es objeto de culto y de veneración, pero hay una idolatría, en sentido más general, que consiste en el amor excesivo y vehemente por alguna cosa o hacia alguna persona, a las que se idolatra.
 
 
    Tenemos también la necrolatría que es la adoración y el culto que se tributa a los muertos para propiciarlos y que quizá radica en el temor que nos inspiran.
 
    Se pueden formar neologismos como estatolatría, por ejemplo, que sería el culto al Estado considerado un ente divino por algunos, como el estatólatra de Hegel.
 
 
    Otro neologismo: vacunolatría, la adoración a la que hemos asistido en todos los medios de (in)formación de masas de las vacunas sin sentido crítico ninguno, que “salvan millones de vidas” porque vienen a ser algo así como el Santo Grial, según la opinión carente de fundamento de los adictos a la Gran Farmacopea.
 
    Otro neologismo, formado sobre tecnología, es tecnolatría, que al parecer acuñó Ernesto Sabato en alguno de sus escritos, y que sería la veneración idealizada de la tecnología, caracterizada por la creencia irracional de que puede solucionar todos los problemas, hasta los que no son técnicos. Tecnolatría y tecnocracia son dos características de nuestra época: la primera justifica la segunda que es el gobierno o ejercicio del poder que llevan a cabo los técnicos o especialistas, en detrimento de los políticos.  De hecho, nuestras modernas democracias son tecnocracias.
 
    Pero si alguna -latría resulta especialmente deleznable es la egolatría, el culto o amor excesivo al ego propio de uno mismo y a su personalidad individual, que conduce a la sologamia de casarse uno consigo mismo, una boda de momento sin validez legal, pero matrimonio indisoluble, consistente y a prueba de divorcio.