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miércoles, 30 de octubre de 2024

Chomsky enmudece

    Al filósofo y lingüista norteamericano Noam Chomsky no se le perdona que viva tanto como está viviendo, ya que si se descuida va a llegar a centenario, así que ya le tienen preparado el obituario preventivo. Se le dio por muerto este verano, recuérdese, y tuvo que salir a desmentirlo su mujer. Simplemente, había sufrido un ictus -¿fruto de la vacuna?- y, dado de alta del hospital, y a raíz de eso, sabemos ahora, ha perdido la capacidad de hablar y escribir que hasta ahora había tenido, lo que aprovechan algunos para sacar a relucir algunos de sus descubrimientos más interesantes en forma de máximas o aforismos. 
 
    Aquí ya hablamos en su momento de una de sus contribuciones más importantes a la crítica política: Fabricando el consentimiento. En la entrada  De cómo nos manipulan (apuntes pseudo-chomsyanos), dábamos cuenta de aquellas diez estrategias de manipulación en forma de píldoras breves que se le atribuyen y que él mismo reconocía que no había escrito nunca así literal- y sistemáticamente, aunque podían estar desperdigadas a lo largo y ancho de su vasta obra de libros y artículos periodísticos. 
 
 
    Pero Noam Chomsky, tan lúcido en sus análisis políticos, también cayó en la trampa que tantas veces había denunciado,  como escribíamos en ¿Chochea Noam Chomsky?. Cediendo al miedo ante la realidad de la falsa pandemia, creyó que había unos expertos, que en el nombre desinteresado de la Ciencia, iban a salvar a la humanidad de un virus presuntamente asesino.
 
    Ya Karl Marx nos había advertido en 1873 en el posfacio de la edición inglesa de El Capital de la imposición de falsos expertos o expertos interesados económicamente hablando: “Los investigadores desinteresados fueron sustituidos por espadachines (Schwertkämpfer) a sueldo y los estudios científicos imparciales dejaron el lugar a la conciencia turbia y a las perversas intenciones de la apologética”.
 
    Noam Chomsky, en mitad de la ominosa pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se posicionaba claramente a favor de la narrativa oficial y de la gestión política que de ella se llevaba a cabo. Él, que con tanta lucidez había denunciado la fabricación de un enemigo (el comunismo, el terrorismo...) a la hora de manipular y gobernar a la gente, no veía ahora la imposición del virus como el enemigo imaginario que había que combatir en beneficio de todos. 
 
      Creyendo que la salvación era la milagrosa pócima cuya inoculación defendían los laboratorios farmacéuticos, llegó a proponer que había que aislar a los que se negaban a inyectarse el suero milagroso. Y no le dolían prendas a la hora de reivindicar el autoritarismo colectivo que tanto en otras ocasiones había denunciado sobre el derecho individual. ¿Para qué vamos a usar eufemismos? ¿Qué es el aislamiento de la gente que se rehúsa a ponerse un pinchazo sino el encarcelamiento o encierro?
 
   Durante la pandemia, Noam Chomsky se puso de parte de la narrativa oficial que defendía la dictadura sanitaria. Otros, muy pocos a la sazón, no dudaron en condenarla, por lo que fueron estigmatizados. Es lo que el Periódico Global, alias El País, hizo entre nosotros afirmando que un intelectual tan lúcido como Giorgio Agamben "naufragó en sus diatribas contra la pandemia".  Este es por ejemplo el titular que le dedicaba el periodista Braulio García Jaén en dicho periódico:  "El pensador italiano, autor de lúcidas obras sobre el abuso de la soberanía en democracia, naufragó en diatribas contra la gestión de la pandemia".
 
     Por un lado el citado medio progubernamental reconocía que muchas noticias e injusticias actuales se entendían mejor leyendo lo que Agamben escribió hace décadas -Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, su libro más importante y original, Medios sin fin, y Estado de excepción- como por ejemplo su visión de que el estado de excepción es la norma del poder político actual. Agamben desmonta el exterior de los Estados haciéndonos ver que, para el poder, el ser humano es nuda vida sin más derechos que los que el Estado tiene a bien reconocerle.

    Pero el periodista y el periódico susodichos, citando como autoridad a Juan Evaristo Valls-Boix, despachan a Agamben despectivamente afirmando que frente a la pandemia -y nos remiten de paso a una página terrorífica del propio diario, donde se dice que Italia registraba la cifra de muertos más alta de la crisis del coronavirus, 993 fallecidos durante un día, blindando el país y obligando a guardar cuarentena a quien viajase al extranjero- incurrió “en esa miopía que supone la literalidad sin contexto” (sic), a raíz del significativo artículo de Agamben titulado “La invención de una pandemia”, publicado el 21 de febrero de 2020, porque rebajaba la “supuesta” gravedad de la situación que ese periódico y la mayoría de los medios de conformación de masas agravaban exagerándola hasta la náusea.

viernes, 25 de agosto de 2023

Fabricando el consentimiento

    ¿Por qué se atribuyeron a Noam Chomsky las diez estrategias de manipulación que veíamos el otro día? En primer lugar para darles mayor repercursión. Chomsky es un intelectual consagrado, y lo que diga, se esté o no de acuerdo con él, va a misa. Es un magister, y ya se sabe: magister dixit, como decían los escolásticos medievales para dar a entender que un argumento no tenía discusión porque lo había dicho el Maestro, ensu caso Aristóteles. Tiene más resonancia decir que su autor es Chomsky que alguien menos conocido o prácticamente desconocido como Sylvain Timsit. 
 
    El documento puede estar inspirado en algunos escritos del lingüista norteamericano, pero él mismo se ha declarado sorprendido por la atribución. No recuerda haber descrito ni mencionado en ninguna entrevista nunca esas diez estrategias, aunque coincida con ellas en muchos postulados.
 
 
     Noam Chomsky es, sin embargo autor del importante ensayo Manufacturing Consent: The political Economy of the Mass Media (1988), que escribió en colaboración con el economista Edward S. Herman y apareció en español en 1990 con el título "Los guardianes de la libertad", en lugar del original de La fabricación o manufactura del consentimiento. 
 
    Según los autores del ensayo los medios de comunicación operan a través de cinco filtros, que son la propiedad -sus propietarios son grandes corporaciones que invierten en ellos, a cuyos intereses sirven-, la publicidad, que los financia, el suministro constante de noticias relativas al gobierno del Estado y al capital, la desacreditación de contenidos críticos y la creación de un enemigo común, desde el comunismo, antes de la caída del muro de Berlín, al terrorismo, o actualmente Putin. 
 
  
    Aplicando estos filtros, la realidad deja de ser real y la política política. Le falta al análisis de Chomsky el uso del miedo o recurso a la emoción, que provoca una forma de intimidación constante. El maquiavélico Maquiavelo, lo resumió bien en el renacimiento italiano: "Quien controla el miedo de las personas se convierte en el amo de sus almas".
 
   El uso del miedo al pánico (por ejemplo, generado por atentados terroristas, desastres naturales, epidemias, cambio climático, etc.) permite acentuar el control de las instituciones y los gobiernos sobre su población. Eso es lo que no ha sabido ver Chomsky, cuyos lúcidos análisis, por otra parte, se centran en las luchas de las élites internacionales por el poder y en la crítica del papel hegemónico de los Estados Unidos,  pero su análisis olvida que el enemigo es el miedo, que bloquea nuestra comprensión inteligente de la vida.
 
    Noam Chomsky, como escribimos en ¿Chochea Noam Chomsky?, también creyó en un momento de su vida, cediendo al miedo, que a propósito de la falsa alarma sanitaria había unos expertos, o científicos astutos en algún lugar que sabían exactamente qué hacer frente a un virus asesino y tenían la solución, olvidando lo que realmente importaba: señalar todos los sesgos que aparecen entre bambalinas en aquellos tiempos de pandemia declarados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de los cuales es la carrera por desarrollar productos patentados capaces de asegurar jugosas ganancias a sus promotores, o incluso la oportunidad de hacer una población dócil a ideas opuestas variando la percepción de un peligro real, en este caso el de una enfermedad generalmente leve para la mayoría de la gente.

miércoles, 23 de agosto de 2023

De cómo nos manipulan (apuntes pseudo-chomskyanos)

    Hace unos diez años se publicó una lista de "Diez estrategias para manipular a las masas", cuya autoría se atribuyó erróneamente a Noam Chomsky, el eminente lingüista y crítico analista político estadounidense, que fuera profesor de ciencias políticas en el Instituto de Tecnología (MIT) de Masachuses. Aunque todavía figura en internet como autor, véase la ilustración adjunta, él ha desmentido su autoría. El autor de las estrategias es el francés Sylvain Timsit, quien se presenta como "ciudadano del planeta Tierra" y diseñador web. 
 
    He aquí un resumen sucinto de estas estrategias que utilizan para manipularnos, la mayoría de las veces combinadas entre sí.  
 
 
    Con la estrategia de la distracción. Desvían nuestra atención de los problemas que realmente nos importan hacia fruslerías mediante un aluvión de informaciones irrelevantes, haciendo que nos interesemos así por noticias que no tienen ningún interés, asuntos que no nos incumben, cosas que ni nos van ni nos vienen para que no nos preocupemos de lo que de verdad nos importa y nos desentendamos de nuestros propios problemas. Esta estrategia, apunto yo, ya la desarrolló en la antigua Grecia el conspicuo Alcibíades, como contábamos en El rabo del perro de Alcibíades.
 
    Planteando problemas inexistentes. Crean un problema que no existía previamente para que desencadene la respuesta que ellos desean, buscando una reacción prevista en nosotros, a fin de que nosotros mismos seamos los que exijamos la aplicación de las soluciones o medidas que ellos nos quieren imponer. Pueden tolerar la violencia urbana, por ejemplo, para que nosotros demandemos más presencia policial en las calle; o, como han hecho hace poco, provocar una crisis económica para que la gente acepte como mal necesario -reparad en la perversión de la expresión “mal necesario”, que hace que veamos el mal como necesidad, como si de verdad fuera necesario lo malo para algo bueno- la supresión de algunos derechos adquiridos y el desmantelamiento de los servicios públicos.
 
    Mediante la técnica de la gradación. Un modo de lograr que se acepte lo inaceptable es aplicarlo gradualmente en lugar de hacerlo de una sola vez de golpe y sopetón. Fue así como se impusieron condiciones socioeconómicas hasta entonces nunca vistas durante las décadas de 1980 y 1990 del siglo pasado. 
 
    Con la procrastinación o la estrategia del aplazamiento: Se presenta un “mal necesario” como inevitable en el futuro. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que uno inmediato, sobre todo si es malo para nosotros. La mayoría democrática, bastante necia y optimista, espera que las cosas se arreglen solas de por sí el día de mañana con el tiempo. Nos vamos así haciendo a la idea del sacrificio y eso significa que cuando llegue el momento iremos resignadamente al matadero. 
 
    Gracias al proceso de infantilización: Nos tratan -la publicidad, sobre todo- como si fuéramos menores de edad en todos los sentidos de la palabra, incluido el de débiles mentales que necesitan la tutela constante del Gran Hermano. Si nos tratan como niños o preadolescentes, nosotros, por hipnosis sugestiva, tendemos a responder como tales. Eso es lo malo. Nos infantilizan y nosotros, encima, nos lo creemos. 
 
    Utilizando el chantaje emocional: Apelan, más que a nuestra reflexión racional, a la emotividad visceral. Vieja técnica que pretende provocar un cortocircuito en el análisis lógico, logrando, de paso, inculcarnos ideas, prejuicios, temores o compulsiones que inducirán a los comportamientos que se esperan de nosotros. Este recurso también posibilita abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar allí ideas, deseos, miedos, impulsos o comportamientos.
 
    Con la promoción de la ignorancia y la mediocridad: La calidad de la enseñanza obligatoria que se imparte a la ciudadanía -es un secreto a voces- es mediocre y paupérrima, al tiempo que aumenta el tiempo de escolarización obligatoria, lo que se refleja en la caída sustancial del nivel de enseñanza y en el descenso general del cociente de inteligencia.
 
    Animándonos a revolcarnos en la mediocridad. Nos dicen, además, que es "cool" el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto. Desde los medios de (in)formación de masas, se impone, esa moda de ser grosero y chabacano. Recordemos también el creciente número de horas que pasamos frente a una pantalla o una tableta en realidad virtual en lugar de hablar, lo que no ayuda. Y luego el uso del juicio por conspiración para animar al público a no mencionar ciertos temas, censurando así el espíritu crítico. Y no olvidemos el uso interesado de la Inteligencia Artificial, la cosa más tonta que hay, para hacernos creer que las máquinas son superiores a los humanos, logrando así que seamos incapaces de comprender las tecnologías y métodos utilizados para nuestro control y esclavización. 
 
    Mediante la inculcación de sentimientos de culpa: Encima nos hacen creer que tenemos lo que nos merecemos, que somos culpables -mea culpa, mea maxima culpa-, según la terminología cristiana, o responsables, según la laica, de nuestra propia desgracia por causa de nuestra escasa inteligencia, capacidades o esfuerzo. Logran así que nosotros, en vez de rebelarnos como deberíamos hacer contra el sistema -el Estado y el Capital, tanto monta, monta tanto- y tratar de romper las cadenas que nos subyugan, nos volvamos contra nosotros mismos, anulando nuestro amor propio, cayendo en la depresión y en la inhibición de nuestro sentido crítico y acción, y acabemos yendo al psicagogo, psicólogo o al psiquiatra para que resuelva "nuestro" problema con sesiones de terapia, psicoanálisis y toda suerte de fármacos antidepresivos. Logra así el sistema sofocar la rebelión con el sentimiento de la culpa. 
 
    Conociéndonos mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos: Puede decirse que el sistema nos conoce mejor que nosotros mismos, como si fuera la madre que nos ha parido, lo que significa que tiene mayor control sobre nosotros que nosotros. ¡Gracias a Gúguel, Feísbuq, yutub, guasap, télegram...  y compañía! Porque cuando se trata de proporcionar a quienes nos dirigen información sobre nosotros mismos, somos nosotros los que voluntariamente se la suministramos, tal vez sin querer, pero eso poco importa, la verdad.

martes, 24 de mayo de 2022

Dos expropiaciones

    1.- La frase de Milton Friedman “La solución gubernamental a un problema suele ser tan mala como el problema y muy a menudo empeora el problema” puede entenderse, en un sentido más general, sin desmerecerse en absoluto sino todo lo contrario, pues lo que dice es verdad, prescindiendo del adjetivo “gubernamental” que Friedman le ha añadido al sustantivo 'solución': La solución a un problema suele ser tan mala como el problema y muy a menudo empeora el problema. En la mitología clásica tenemos el ejemplo de uno de los trabajos de Heraclés: la hidra de Lerna, el monstruo de múltiples cabezas al que se enfrentó el héroe para liberarnos de su amenaza. Cada vez que el hijo de Zeus le cortaba una, surgían dos del tajo que le había propiciado.

 
    2.- Recojo una cita de Noam Chomsky, de su libro de 1998, The Common Good (El Bien Común), donde describe estupendamente el importante papel que desempeñan los desacuerdos gestionados en la política moderna...  La forma inteligente de mantener a la gente pasiva y obediente es limitar estrictamente el espectro de opiniones aceptables, pero permitir un debate muy animado dentro de ese espectro, incluso alentar las opiniones más críticas y disidentes. Eso le da a la gente la sensación de que hay un pensamiento libre, a la vez que se refuerzan los presupuestos del sistema todo el tiempo por los límites impuestos al alcance del debate…” Lo que es cierto, pese al hecho cada vez más evidente de que el propio Noam Chomsky forma parte de esa función de disidencia controlada dentro del sistema que describe. 
 
    El ejemplo que me viene enseguida a la mente es la contraposición política de izquierdas y derechas, o en versión estadounidense, el sistema bipartidista etiquetado como democracia. Si lees los medios de comunicación de la oligarquía, todos son parte de los partidos democráticos o republicanos. Recordemos que la contraposición izquierdas/derechas tiene su origen en la revolución francesa: la izquierda fue el lado de la cámara que aquellos que se oponían al poder absoluto del Rey eligieron para sentarse o ponerse de pie. Esencialmente fue solo una protesta, un movimiento para detener la tiranía. El bipartidismo hoy en día, sin embargo, es el alimento del sistema de dominación democrática vigente. 
 
      Eugene V. Debs, desde su óptica marxista, dijo hace más de 100 años que en realidad los dos partidos son el mismo partido: las dos caras de la misma moneda. Él se presentaba en 1904 por un partido minoritario, el Socialist Party, a la presidencia de los Estados Unidos, y lo que no podía imaginar entonces era que los partidos socialistas y comunistas acabarían integrándose en el sistema y creando, en el mejor de los casos, un capitalismo de Estado. Repúblicanos y demócratas en los Estados Unidos, o en España lo que llamamos mezclando las siglas de los populares (PP) y los socialistas (PSOE) el PPSOE: lo mismo da es igual que da lo mismo. Según Debs ambos representan a la clase capitalista en la lucha de clases. Son las dos alas políticas del sistema capitalista o del águila calva imperial norteamericana, por seguir con la metáfora aviar, y las diferencias que hay entre ellos conciernen al botín más que a los principios. 
 
 
     Se presentan sólo dos puntos de vista: el de la narrativa oficial aprobada y su antítesis, excluyéndose los restantes puntos de vista. El hecho oculto a simple vista es que tanto el punto de vista oficial como el punto de vista contrario en realidad refuerzan la narrativa general que se vende y ambos conducen al mismo lugar, por lo que presentar una falsa dicotomía es una herramienta de gestión increíblemente eficaz, merced al que se puede manipular no sólo a los que están conformes y obedecen automáticamente a lo que está mandado, sino también a los que se consideran antisitemas, inconformistas o rebeldes.