viernes, 10 de marzo de 2023

Vacuna contra la vejez

         Acaba de salir al mercado -tatachín, tatachán- la piedra filosofal de la eterna juventud que tanto tiempo soñaron y buscaron desesperadamente los alquimistas medievales.  Se trata de la vacuna antivejez. Según la propaganda publicitaria, la inyección frena el proceso natural de envejecimiento del organismo humano, y, aunque no se dice explícitamente, nos proporciona, se sobreentiende, la inmortalidad. ¡A nosotros, que ya éramos inmortales como las ideas de Platón!

Mejora las funciones sexuales, que buena falta nos hace a los mayores a los que ya no se nos levanta como antaño el órgano que tantas aleluyas nos proporcionaba, y regenera el tejido muscular, hace que aumente la energía, que disminuyan las liposidades, proporcionándonos beneficios cardiovasculares increíbles. Se consigue gracias a este tratamiento profiláctico la regresión del envejecimiento, vaya. 
 


Disminuirán nuestras arrugas, mejorarán nuestras funciones cognitivas, fortaleciéndose nuestro sistema inmunológico -no vaya a ser que ahora que podemos retozar como a los veinte años gracias a los adelantos médicos, que la ciencia adelanta que es una barbaridad, pero mejor que entonces, pues ahora no vamos a quedarnos embarazados porque todo lo puede Dios menos hacer parir a las viejas o, mejor dicho, menos que los varones nos quedemos preñados, pillemos ahora el virus inexistente del SIDA (no es una boutade: al parecer el virus VIH o de inmunodeficiencia humana no existe, según algunos estudios científicos, ya que no cumple los requisitos de los otros virus, aunque puede pillarse la enfermedad y morirse uno de ella como Dios manda)- o el falso virus del Covid, que sí existe y es real, pero no deja de ser por ello mismo una falacia, mejora el tono de la piel, estimulando el crecimiento capilar sin necesidad de implantes artificiales y dolorosos y de las uñas -nada de aquello de todos calvos dentro de diez años-, nos revitaliza y vigoriza aumentando la resistencia al streSS de la vida moderna cotidiana.

Asimismo, la mágica inoculación aumenta nuestro rendimiento físico y psíquico luchando contra las funciones orgánicas que se debilitan con la edad, aumentando nuestra memoria -y, sin embargo, qué cosa mejor que tener poca memoria, o no tenerla muy buena, para poder olvidar así los agravios que nos inflige no ya la vida, esa gran desconocida terra incognita, pobrecita ella, sino la existencia, mucho más vulgar, prosaica y ordinaria que la vida-, mejora la calidad del sueño convirtiéndonos en bellas durmientes del bosque, previene la osteoporosis, acelera el proceso de cicatrización de las heridas, estimula el sistema venoso y espolea, igualmente, las funciones libidinales, como decíamos al principio, convirtiéndonos en viejos verdes, es decir, en viejos jóvenes, que gozan del beneficio de la vejez, la experiencia acumulada, y del de la juventud, abocándonos a las delicias voluptuosas del coito: un cuerpo perfecto, libre de las lacras de las enfermedades y engorrosos procesos naturales de envejecimiento. 

Finalmente se nos advierte de que el contenido de ese supuesto medicamento está aprobado para su uso en humanos, suponemos que se haya experimentado previamente en otros animales presuntamente menos racionales que nosotros, por la UE, que es, por si no lo sabíamos, la Unión Europea, y que esta aprobación significa, que el Medicamento, con letra inicial mayúscula como le corresponde a todo Dios, procedente de unos laboratorios de Lucerna (Suiza), que el Medicamento, decíamos, “hace lo que dice que hace” (sic). Este producto puede adquirirse en la Red de pescar incautos: que nosotros sepamos, no se vende -todavía- en farmacias. Pero ya llegará. Todo llega. Y acabará vendiéndose con receta médica y las bendiciones de la autoridad sanitaria competente... Y habrá algún tonto que pique.

jueves, 9 de marzo de 2023

Pareceres (XVI)

76- ¿Por qué la taza –dijo Diógenes al ir a beber agua a la fuente-, cuando tenemos una mano con que beber? Y bebió, después de arrojar la taza, el agua fresca de la fuente en el cuenco de la palma de su mano, que le supo a gloria bendita, a lo que sabe el agua precisamente porque no sabe a nada. ¿Por qué la mano –decimos nosotros al ir a beber agua a la fuente-, donde hay boca con que beber? Y metemos la cabeza en la fuente. Y bebemos la fuente, igual que Narciso que se ahogó en ella víctima de su propia sed. Y decimos entonces: ¿Por qué la sed?
 
Diógenes tira su cuenco, François-Xavier Fabre (1766-1837)
 
 77.- Después de haberse enseñoreado Alejandro de este mundo, suspiraba por los imaginarios que le oyó quimerear a un filósofo, su maestro Aristóteles, no por nada, no porque fuera Alejandro o porque fuera especialmente necio,  sino porque el que la sigue la consigue, como dice el refrán, y él había conseguido realizar su sueño. Pero,  recién cobrada la presa,  descubre Alejandro y nos damos cuenta nosotros como él y como Apolo de que ya no era la Dafne que perseguíamos y que nos había enamorado, por lo que nos invade una gran congoja. Lo peor de los sueños es que se realizan. ¡Oh maldita hacienda, si no la tienes, la deseas porque te falta; si la tienes te da preocupaciones y cuidados, y la aborreces porque te sobra! Alejandro debió de decirse a sí mismo algo como lo que dijo Gracián, que parafraseamos aquí: Al que deseé distante ya lo tengo cercano, y ahora que lo tengo al alcance de la mano, ya lo deseo distante. 
Apolo realiza su sueño: alcanza a Dafne.
 
78.- “La propiedad es el robo”, sentenció Proudhon,  el anarquista, de una vez por todas. La propiedad privada es una abstracción, y como tal una mentira que necesita imperiosamente para sostenerse y hacerse valer la legislación y la fuerza represiva, que son las armas que le brinda el Estado, garante de la desigualdad social que a mí me concede algo a costar de privar a los demás de su disfrute: de ahí el nombre de propiedad privada.  
 
Pierre-Joseph Proudhon, según Gustave Courbet (1865)
 
 79.- Tan importante como el despliegue de tropas es el despliegue mediático. Casi un centenar de profesionales -redactores, técnicos, cámaras y reporteros gráficos- enviaron un día las cadenas de televisión y radio carpetovetónicas a las principales zonas del “conflicto”, para “cubrir” periodísticamente hablando la II Guerra Televisiva del Golfo Pérsico, la Operación Tormenta del Desierto. Se sabía día y hora del comienzo antes de que comenzara. Se sabía, con todo detalle, cómo se desarrollaría. Conocíamos, de antemano, el ganador. Las víctimas sólo serían efectos colaterales. ¡Maldita película de hazañas bélicas que vemos en la pequeña pantalla no sin numerosísimas interrupciones para los espacios publicitarios de los que patrocinan su emisión! 
 
 
80.- (Fragmento de una carta a un amigo de la infancia) ¿Será que nos estamos, amigo mío, haciendo viejos? ¿Será que nos estamos volviendo niños? ¿No es verdad que niños y viejos son más libres que los adultos porque todavía no tienen ataduras ni memoria en el caso de los primeros, o porque han dejado de tenerlas, en el caso de los segundos, alcanzando el júbilo y la jubilación, es decir el regocijo de verse liberados de la  servidumbre de los trabajos de la existencia, hasta olvidarse de todo y de todos, incluso de sí mismos?
 

miércoles, 8 de marzo de 2023

¿Cuándo lanzamos la nueva variante?

     Matthew John David Hancock, más conocido como Matt Hancock, miembro del partido conservador británico y Secretario de Estado de Salud y Asistencia Social del Reino Unido desde el año 2018 hasta junio de 2021 en que dimitió por haber violado los protocolos del virus coronado que su propio gabinete de Gobierno y Ministerio habían decretado, habiendo mantenido un tórrido encuentro sexual en su despacho con su asesora y amante que no pasó desapercibido al ojo indiscreto de la cámara de seguridad, deseoso de amedrentar a la población (frighten the pants off everyone, literalmente asustar los pantalones de todo el mundo acudiendo apresuradamente al retrete para no hacérselo encima) con el fin de que cumpliera los protocolos que él mismo no cumplió y se olvidara de los quebraderos de cabeza que estaba trayendo a su país el dichoso Brexit  o salida exitosa que al final resultó un chasco de la Unión Europea, escribió un guasap bastante significativo de lo que ha sido todo esto del virus coronado que todavía algunos se empeñan en mantener vivito y coleando, que decía “¿Cuándo lanzamos la nueva variante?” (When we do deploy the new variant).



    Otras revelaciones como la del CEO de Moderna Stéphane Bancel, declarando que su empresa fabricó 100.000 dosis de la vacuna contra el COVID-19 en 2019, antes de que la OMS hubiera declarado la pandemia universal, vendrían a demostrar que la presunta no se hizo apresuradamente y se aprobó por vía de urgencia para curar la pandemia, sino, al revés, se implementó la pandemia para justificar la imposición de los pinchazos, o sea que fue antes la tirita que la herida.

    Cada vez resulta más evidente, ahora que pronto se cumplirá el tercer aniversario del confinamiento, para el que no esté ciego y lo quiera ver, que todo el tinglado pandemencial este de la pandemia no fue más que una operación de guerra psicológica destinada a controlar y a gobernar a la gente, por si hiciera falta, que parece que sí lo hacía, más aún de lo que estábamos.


martes, 7 de marzo de 2023

El palacio de la Montaña del León

    Kasyapa, temiendo que su hermanastro Mogallana heredara el trono que le correspondía por legítimo derecho paterno decidió arrebatárselo antes por la fuerza a su padre, el rey Dhatusena, al que encarceló, asentando sus indignas posaderas en su trono. A Mogallana no le quedó entonces más remedio que huir a la India para escapar de los continuos intentos de asesinato de Kasyapa, una vez que había logrado el poder que tanto codiciara.

    El usurpador, por su parte, exigió a su padre que le revelara dónde escondía su tesoro. No le bastaban el cetro, la corona y el trono. Necesitaba, además, aumentar la hacienda de su monarquía. Dhatusena, el monarca destronado, le respondió que en la presa de Kalawewa, que aún puede contemplarse  hoy,  la mayor de sus obras de irrigación.

    -Allí -señaló Dhatusena refiriéndose a la presa- se hallan todos los tesoros que poseo.

 

     ¿Se refería, acaso, a la propia presa hidráulica, siendo como era su máxima obra de irrigación de los campos de cultivo de arroz, dando a entender así a su bastardo que él no tenía más riqueza ni tesoro que aquella obra suya de ingeniería, significándole que son los hechos de los hombres y no sus posesiones los que enriquecen a estos y constituyen su tesoro? ¿O apuntaba más bien a la morada del venerable monje que habitaba junto a la presa, un anciano venerable que había sido durante muchos años su mentor, dándole a entender a Kasyapa que la auténtica riqueza era la amistad que profesaba por aquel ermitaño hasta el punto de anteponerla él a cualquier riqueza material? ¿O se refería, específicamente, a la sabiduría y al camino desapegado y libre, religioso, que el monje recorría en la trayectoria de su vida? Sea lo que fuere, no había ningún indicio de ningún tesoro enterrado bajo las aguas de la presa.

    Kasyapa se sintió burlado por su padre, por lo que ordenó su muerte, una muerte por cierto horrible como pocas: sepultado vivo, emparedado en su propio sepulcro. Consumaba así el hijo la muerte del padre. Todo hijo legítimo o bastardo debe matar un buen día si no a su padre, sí al Padre, es decir, a lo que la figura de este representa, para poder él encarnar esa autoridad que a él le falta y que, de alguna manera, le impide ser así en definitiva su propio padre, asesinato que conlleva otro crimen porque para lograrlo debe matar al niño que lleva dentro.


    El usurpador, en el año 477 de nuestra era, siete después de acceder al trono, se trasladó al fabuloso palacio que había mandado construir en Sigiriya, la Roca del León, una fortaleza inexpugnable labrada sobre el magma endurecido y erosionado resultante de la erupción de un viejo volcán. Había para ello derrochado ingentes cantidades de dinero del erario público. Del palacio de la Montaña descendió en el año 495 para enfrentarse a su hermanastro Mogallana que había reunido entre tanto un ejército considerable y vuelto de la India a la isla a reclamar el trono que por derecho como hijo legítimo solo a él correspondía. 

    La isla conocida como Serendib, Tambapani, Ceylán o modernamente Sri Lanka fue denominada por los romanos, siguiendo a los griegos, Tapróbane. Hay noticias eruditas de ella: Un pentámetro de Ovidio la evoca: Aut ubi Taprobanen Indica cingit agua ('Donde el Índico mar / ciñe a Tapróbane allí'). Rufo Festo Avieno también la rememora en un prosaico hexámetro dactílico en su Descripción de la Tierra: Insula Taprobane gignit tetros elephantos ('La isla Tapróbane engendra elefantes horripilantes').

    En el trascurso de la desigual batalla, Kasyapa, una vez diezmadas sus tropas, se quedó solo, abandonado por los supervivientes. Viéndose derrotado, indefenso y a merced de las huestes del enemigo, decidió huir de la muerte vergonzosa que le esperaba dándose él paradójicamente la muerte, una muerte voluntaria pero no cobarde, sino digna y heroica: desenfundó su daga, se la clavó en la garganta, la levantó en el aire y aún tuvo tiempo de volverla a envainar antes de caer muerto de su elefante.


     De su fabuloso palacio de Sigiriya enclavado en lo alto de la roca solo quedan dieciocho de las quinientas misteriosas doncellas de que hablan las inscripciones que en su momento de mayor esplendor lo decoraron, pintadas a modo de frescos al temple en la pared rocosa, con sus grandes ojos rasgados, su llamativo tocado sobre la cabeza, sus finas manos en las que algunas llevan ofrendas como si se dirigieran al templo, sus redondos y gruesos pechos desnudos y sus abultados pezones, misteriosas mujeres que no se sabe si son ninfas ideales o las cortesanas de carne y hueso del monarca, si son el fruto de su deseo, o el resultado de su búsqueda infructuosa de la Mujer en todas y cada una de las cientos de concubinas con las que le fue dado yacer con una fascinación y un temor rayano en el pánico ante la vulva en la que se hundía que le devolvía al claustro de la Madre.

lunes, 6 de marzo de 2023

Más apuntes

Causa y fin: No se sabe ya si se fabrican armas porque hay guerras o para que no deje de haberlas, o ambas cosas a la vez, confundidos el porqué y el para qué.


Noticia de un hecho futuro -contradicción en los términos: se habla de un hecho, de algo pasado, un suceso que aún no ha acaecido como si ya hubiera sucedido.
 
¿Qué pretende un titular alarmista de un hecho que aún no ha sucedido como este: “España entrará en riesgo alto de contagio en cuestión de horas”? ¿Que suceda?
 
La Prensa dejó de informar de lo que pasaba y se dedicó a la futurología, traicionando su oficio, en su afán de dar cuenta de lo que aún no había sucedido. 
 
 La publicidad, so pretexto de vendernos bienes concretos, materiales y tangibles, nos vende en realidad valores bursátiles, es decir, ideas, abstracciones.
 
El doctor Procusto, higiénicamente uniformado con su bata blanca, verde o azul, su mascarilla y sus guantes asépticos, hace su entrada triunfal en el quirófano.
 
La prensa oficial del Régimen, temerosa de verificar la validez de sus informaciones, se dedica ávida a la caza de bulos como si fuera la caza de las brujas.
 
¿Negacionista? No. En todo caso, negativo, siempre negativo porque esa es la única forma de ser positivo: negando aquello que nos niega, negando la realidad.
 
No importan los cambios de gobierno, no hay diferencias entre la izquierda y la derecha, los cambios son sólo cosméticos, cuando se intercambian en el poder.
 

El fundamentalismo sanitario, fascismo de bata blanca, se envuelve bajo el sello maniqueo del Bien que pretende erradicar el Mal de la superficie del planeta.

 
  Culpar al ciudadano de la destrucción del planeta por sus pautas de consumo desvía la atención de la gran responsabilidad del sistema de producción capitalista.
 
Soy como el pájaro en jaula, preso y hundido en tu amor, y aunque la jaula sea de oro, aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión, cantaba la ranchera.
 
 
 Lección humilde de epistemología popular: Aprender no es acumular conocimientos enciclopédicos; es desprenderse del lastre acumulado, es decir, desengañarse.

domingo, 5 de marzo de 2023

¡No enseñéis a los niños!

(Variaciones sobre el tema “Non insegnate ai bambini” del imprescindible Giorgio Gaber)



Maestros, no les enseñéis a los niños esa
lección sabida y consabida, por favor.
Y no les inculquéis a los pupilos vuestros,
señor maestro, señorita, no señor,
lo que a vosotros os inculcaron: la moral
y unos ideales, viejos trastos obsoletos,
para amueblar su cabeza: no les enseñéis.
haciéndolos maleducados a fuerza y golpe
de educación. Y no les programéis, robots,
para el futuro porque el porvenir está
igual que espada de Damoclés que cuelga siempre,
o zanahoria por delante o trampantojo
muy lejos todavía, tanto que nunca llega.
No les enseñéis a los chiquillos los adjetivos
calificativos de “bueno” y “malo” de las cosas
y las personas. Saben ellos, bien lo saben,
sin que se lo digáis vosotros, lo que es bueno
y lo que es malo. No les enseñéis, maestros,
lo que a vosotros os enseñaron: los prejuicios,
las ideas establecidas. Sed, más bien, vosotros
sus amigos, los amigos de los niños. Si
queréis enseñarles algo, enseñad el arte
de la magia, o sea, la poesía. Permitid,
en cambio, que ellos os enseñen a vosotros
a vosotros que os creéis muy sabios y muy listos,
porque tenéis colgado un título en la pared
lo que ellos saben y vosotros olvidasteis..
Dejad que ellos os enseñen a vosotros
ellos, los niños, pues tenéis que aprender muy mucho
de ellos, aunque os parezca que es mentira. Sí,
dejad que ellos os enseñen a olvidar
todas las cosas que vosotros aprendisteis.


 

sábado, 4 de marzo de 2023

Vita activa y vita contemplativa

    Leo una cita en francés atribuida a Pitágoras que dice: «El espectáculo de la guerra se parece al de los juegos olímpicos: unos hacen caja a costa de él, otros pagan con sus vidas y otros se contentan con mirar». 
 
    Llama mi atención enseguida que Pitágoras establezca una comparación entre la guerra y el deporte y me pongo a investigar la fuente de ese dicho que se le atribuye, y encuentro que, como sospechaba, podría muy bien proceder del anecdotario de las Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres, de Diógenes Laercio, pero compruebo enseguida que la cita está adultera, porque lo que compara Pitágoras en ese texto con una celebración como podían ser los juegos olímpicos no es la guerra, sino la vida en general (VIII, 8).
 
Pitágoras, detalle de La Escuela de Atenas, Rafael Sanzio (1509-1511)
 
     Pero es significativo y nada disparatado por otra parte que alguien al transmitir la cita haya sustituido inconscientemente «la vida» por «la guerra», por aquello de que la vida no deja de ser una 'lucha por la vida' (struggle of life), y por aquello otro que escribió Heraclito de que la guerra era el padre de todas las cosas o, quizá mejor, entre nosotros, la madre, habida cuenta del género gramatical femenino de la palabra 'guerra' en castellano que difiere del masculino del término griego πόλεμος pólemos que emplea Heraclito. 
 
    Así es el mundo (y la vida del hombre, y la guerra consustancial a él): unos buscan la fama compitiendo con los demás, otros el dinero, y otros ambas cosas, que no dejan de estar íntimamente relacionadas, mientras que la inmensa mayoría se dedica a contemplar el espectáculo que se monta.
 
    Será Cicerón, quien muchos años después en sus Conversaciones en la villa de Túsculo (V, 3), presente la anécdota de Pitágoras y Leonte, el tirano de Fliunte, mucho más elaborada que el griego. Traduzco el texto y lo parafraseo añadiendo algún comentario propio: admirado Leonte del talento y elocuencia de Pitágoras, le preguntó que a qué se dedicaba, a lo que él respondió que a nada en particular, que era filósofo. Leonte, asombrado y quizá deslumbrado por el uso de aquella palabra que nunca antes había oído, le preguntó que quiénes eran esos filósofos entre los que él se contaba, y qué era lo que les diferenciaba del resto del común de los mortales. A lo que Pitágoras respondió que a él la vida de los hombres le parecía semejante a ese tipo de ferias y festivales tales como los Juegos Olímpicos (o los ístmicos de Corinto o los píticos de Delfos o los nemeos de Nemea), que se celebraban con gran asistencia de público venido de todos los rincones de lo que entonces se llamaba Grecia, una Grecia dispersa por el Mediterráneo y no reducida a lo que hoy se conoce como tal, con un grandísimo despliegue de eventos deportivos y culturales: pues, del mismo modo que allí unos trataban de alcanzar la gloria de la fama con la victoria en las competiciones, otros eran atraídos por el negocio que se establecía allí y el lucro de la compraventa, había una tercera categoría, que era la de aquellos del público que no buscaban ni el aplauso ni el dinero, sino que llegaban allí simplemente para ver y observar con atención.
 
Pitagóricos celebrando el amanecer,
Fiodor Bronnikov (1869)
 
     De ese mismo modo, le explicaba Pitágoras al tirano, nosotros también, como si fuéramos forasteros que acudimos a la celebración, hemos venido a esta vida desde otra vida y otra naturaleza anteriores diferentes. Aludía con esta comparación el matemático a su doctrina de la metempsicosis o transmigración de las ánimas, que se reencarnaban. Pero al final todos hemos acudido al mismo espectáculo, donde unos servimos -en el sentido etimológico del término servir 'ser esclavo'- a la gloria, otros al dinero, otros a ambas cosas que no siempre pueden deslindarse, y otros, la inmensa mayoría, al espectáculo, entre los que hay unos pocos, poquísimos en verdad, que, tenidas en nada las demás cosas, se dedican con pasión a examinar la naturaleza de la realidad, y a estos es a los que él llamaba propiamente amantes de la sabiduría, que es lo que significa filósofos, entre los que se contaba.
 
    Daba a entender el amateur de sabio, que no sabio profesional, que esos no existen, al tirano que la vita contemplativa superaba a la vita activa. Pero no perdamos de vista nosotros, nacidos en plena sociedad del espectáculo, que la mayoría de los espectadores, el público en general, que decimos hoy, no se limita a contemplar los eventos, sino que participa además activamente en ellos aplaudiendo o abucheando a los deportistas y comprándoles chucherías a los mercachifles. El público, de hecho, es parte también fundamental del espectáculo, tan fundamental que sin él no habría espectáculo posible. 
 
Pitágoras, el primero que se definió como 'filósofo' y acuñó el término.
 
     Y entre el personal del público pueden estar, muy pocos a la sazón, los filósofos como Pitágoras, los amantes de la sabiduría, una dama tan esquiva que su amor es imposible, ya que no se deja poseer en exclusiva, un amor que nunca será correspondido. Pero la mayoría de la humanidad está condenada al espectáculo de la vita contemplativa, y no por ello podemos considerar a la mayoría filósofos, ni muchísimo menos, sino solo a aquellos que como Pitágoras denuncian el espectáculo, revelando su condición, y rebelándose contra él no participando activamente.

viernes, 3 de marzo de 2023

Apuntes a vuela pluma

 EE UU acusa a Rusia de crímenes contra la humanidad. Mira tú quién fue a hablar y a llamar puta a la Zapatones: ¡Culinegra!, que le dijo la sartén a la caldera.
 
 

Escribe Jürgen Habermas que Occidente suministra armas a Ucrania “y tiene buenas razones para hacerlo”,  haciéndose así “corresponsable del curso de la guerra”.
 
Luchando quijotescamente contra un virus que no era tan fiero como lo pintaron, se propagó una pandemia de depresión que se cobra millones de vidas suicidadas.
 
 Una emergencia meteorológica, como la sanitaria, puede aconsejar u ordenar quedarnos en nuestros hogares y no salir de casa si no es estrictamente necesario.
 
La economía financiera actual es una ficción absoluta, igual que las tarjetas de crédito y débito, sostenida por la fe en el valor del dinero, falso pero real.
 
Primum nocere: Lo principal para la medicina moderna es provocar un daño, técnicamente iatrogenia, para luego poder reparar el daño infligido medicalizándolo.
 
Lo alternativo es la otra cara de la moneda, más de lo mismo. Suele olvidarse que alter no quería decir en latín «otro» sino «segundo», después de lo primero.
 
 
La información nuestra que el sistema posee a través de la red informática universal que sabe de nosotros más que nosotros mismos sirve al fin de controlarnos.
 
El virus era la culpa, nuestra grandísima culpa, el pecado original de la Humanidad que pesa sobre la espalda y los hombros de todos y cada uno de sus miembros.
 
 Por lo general, los seres humanos preferimos la ficción y nos refugiamos en ella para huir de la realidad, que se hace así un poco más tolerable y se edulcora.
 
¿Qué guerra nos hace a unos ser una cosa y a otros otra? La misma que nos hace ser iguales a los demás elementos del conjunto y ser al mismo tiempo diferentes.
 
 
A la Gran Farmacopea le interesa que haya enfermedades, y si no las hay, las inventa. A fin de cuentas, todo el mundo es un enfermo en potencia aristotélica.
 
Un periódico nacional elogia a la “más que solvente” ministra de Sanidad por el “éxito absoluto de la campaña de vacunación”, repito “por el éxito absoluto”.
 
El grupo demográfico más educado del universo mundo, las clases medias occidentales, ha resultado ser la población más fácilmente manipulable de la historia.
 
 
Nuestras vidas se ponen bajo una mayor custodia protectora del Estado en nombre de la sanidad pública y la seguridad del 'pueblo', pérfido invento del gobierno.
 
Una amenaza para la salud pública que nunca existió se convirtió en una 'crisis', y con la finalidad de combatirla, se implementó el programa de inoculación.

jueves, 2 de marzo de 2023

Odio a España

     Recuerdo la polvareda que levantó Rafael Sánchez Ferlosio, (1927-2019) el entrañable cascarrabias y prosista más acendrado de nuestras letras, cuando confesó en la presentación de su libro “God & Gun” (2008), que odiaba de siempre a España, sobre todo, matizó, cuando pensaba en los toros o en la fiesta del Rocío. Se lanzaron enseguida sobre él como perros rabiosos y furiosos los defensores a ultranza de la patria y sus sacrosantas tradiciones, los patriotas de pacotilla, que olvidaban, sin duda, lo que dijo Samuel Johnson de que el patriotismo era el último refugio de los canallas. 

     Alguno llegó a decir que si don Rafael odiaba a España era un incoherente, porque era como si un sabueso odiase la mano que le daba de comer, porque el octogenario novelista y ensayista vivía por aquel entonces de sus libros y sus libros se vendían y se compraban fundamentalmente en España. Como muestra, un botón: El Jarama era novela de lectura obligatoria para tantas generaciones de bachilleres españoles, de cuyos derechos de autor vivía el premio Cervantes, que, sin embargo, siempre renegó públicamente de su obra narrativa en general y de esta en particular. 


     Se le tachó de hipócrita y se comparó su caso con el de Noam Chomsky, el intelectual estadounidense más lúcido, conspicuo y crítico con la política internacional de los Estados Unidos y con la mayoría de sus compatriotas, argumentando que tanto uno como otro vivían a costa de sus criticados conciudadanos, que pagaban por sus libros y sus conferencias.

     Creo yo que don Rafael es un patriota al estilo del señor Keuner de Bertolt Brecht, que, desde su óptica laica y atea, definió el patriotismo o, más literalmente el amor (Liebe) a la patria (Vaterland) como el odio a las diversas patrias (Vaterländer, en plural), porque precisamente ese odio está motivado por amor a la patria que no existe en la realidad, dado que ninguna de las que existen, y menos la nuestra propia, entre tantas como hay,  es la verdadera de verdad.  


    El problema viene por la penalización del odio, por el llamado delito de odio que ha entrado en nuestra legislación. Tanto el odio como el amor son sentimientos humanos que nunca se dan químicamente puros, y que en ningún caso deberían estar penalizados judicialmente. Suelen darse  la mayoría de las veces, confundidos, como en el famoso 'Odi et amo' de Catulo, que le dice a su amada: "Te odio y te quiero, que cómo lo hago quizá me preguntes. // No lo sé pero así / siento y es esa mi cruz."  

 


    A nadie que odiara a su jefe de oficina como Ferlosio odia a España, se le ocurriría considerar un delito ese odio y renunciar al sueldo que le paga. Porque si el jefe le contrató como empleado fue porque decidió utilizarlo -eso quiere decir empleado: utilizado- y porque encontró seguramente un beneficio en el trabajo que él desempeñaba. El empleado, pues, no le debe ningún agradecimiento a su jefe. Es más: se lo debe el jefe a él, que cumple religiosamente con su trabajo. Puede exigirle eso: cumplimiento. Lo que no puede exigirle de ninguna manera es cariño, porque en el corazón no manda nadie. ¿Donde está su incoherencia? ¿Dónde la incoherencia de Ferlosio? ¿No se puede, además, odiar a la madre que lo ha parido a uno? ¿Por qué iba a amarla, porque madre sólo hay una? No es razón suficiente. ¿Es obligatorio amar a la madre de uno solo porque sea la madre de uno, la que lo ha parido, aunque sea una hija, por su parte, de la grandísima chingada?


miércoles, 1 de marzo de 2023

Tu horóscopo

    Los lectores de horóscopos, a fuerza de leer las características psicológicas que les atribuyen los astrólogos a los nacidos bajo su signo en periódicos y revistas todos los días, acaban pareciéndose a lo que allí se dñles describe. Necesitan que les digan cómo pueden ser, cuáles pueden ser sus cualidades y cuáles sus defectos, para adquirir así una personalidad propia adiestrándose en el cultivo de esos vicios y virtudes. Son personas y necesitan forjarse una personalidad, una máscara. Necesitan un estereotipo o descripción psicológica a la que acomodarse como un traje a la medida y unos consejos bienintencionados pero superfluos y válidos para la puesta en escena cotidiana, del tipo de “lea todo lo que firme”, “no derroche”, “hágase un chequeo periódico”, "no cometa excesos hoy" etc. que no hacen mal a nadie pero tampoco ningún bien.

    Uno de estos consejos, que no predicción de futuro, leído en uno de estos horóscopos es este mismo: A los nacidos bajo el signo de acuario, los nervios os pueden jugar una mala pasada. Igual, por cierto, que a los nacidos bajo cualquier otro signo del zodíaco, no hace falta decirlo aquí, por lo que no estaría de más que, seas acuario o sagitario o lo que seas, te relajes rodeándote de gente apacible, escuchando música clásica o sumergiéndote en una buena lectura, y no te dejes llevar por los nervios, que no son buenos consejeros. No está de más señalarlo aquí para que los lectores crédulos, que los hay y muchos, se desengañen de la superchería para bobalicones que es la astrología.

    Otro de estos consejos: Por tu propio bien, si eres capricornio, y por el bien de los demás, evita las comidas flatulentas. Como se puede ver, esto no es una predicción del futuro, que no está escrito y nadie puede leerlo, sino un consejo, que hoy toca dártelo a ti y mañana a los virgo, pasado a los piscis y así hasta abarcar todo el arco astrológico de la bóveda celeste, porque las comidas flatulentas son algo que hay que evitar. En caso contrario estamos todo el día ventoseando, lo que en sí no tiene nada de malo, pues es mejor soltar los gases que retenerlos en el calabozo de las entrañas, pero es algo socialmente reprobable. Hay que tener en cuenta, además, que a cada uno no le huelen mal sus propios vientos, sino que le molestan siempre los ajenos, independientemente de su hediondez.

    ¿Qué tipo de poderosa influencia, de fuerza irresistible es la que ejercen los planetas y los astros del universo sobre nosotros? La única fuerza conocida por la ciencia que podría influir de alguna manera es la de la gravedad, que hace que caigamos hacia abajo por nuestro propio peso y que no flotemos por los espacios siderales como nubecillas de algodón. Sin embargo, la atracción o repulsión que ejercen las personas que nos rodean es fundamental, y de eso no se ocupan los astrólogos. 

 


    Está claro que hay personas que necesitan tener fe en la astrología a pesar de que no hay ningún fundamento científico para sus creencias, y sí una fuerte evidencia de lo contrario, porque lo que necesitan, desamparados como se sienten e incapaces de vivir con la sabia duda, es creer en algo a toda costa, en lo que sea, como sea. Por eso echan mano de esta superstición que, como su nombre latino indica superstitio, consiste en creer que hay algo que está por encima (super-stare) de nosotros y de lo que está a nuestro alcance, algo sobrestante e inexplicable, cuya sobrestantía se alimenta gracias a la fe ciega que depositamos en nuestras sagradas creencias, lo que es contrario a razón y lo que genera la propia fe religiosa, que no deja de ser una fanática superchería. No hace falta decir que es un fanatismo religioso porque todo fanatismo es de índole religiosa y toda religión fanática.

    Como canta la seguidilla popular (con las variantes "escrito está el futuro" y "escrito está mi sino" en el tercer verso de la copla):

Dicen que en las estrellas
escrito está,
escrito está el destino/escrito está el futuro,
y no es verdá.