lunes, 6 de marzo de 2023

Más apuntes

Causa y fin: No se sabe ya si se fabrican armas porque hay guerras o para que no deje de haberlas, o ambas cosas a la vez, confundidos el porqué y el para qué.


Noticia de un hecho futuro -contradicción en los términos: se habla de un hecho, de algo pasado, un suceso que aún no ha acaecido como si ya hubiera sucedido.
 
¿Qué pretende un titular alarmista de un hecho que aún no ha sucedido como este: “España entrará en riesgo alto de contagio en cuestión de horas”? ¿Que suceda?
 
La Prensa dejó de informar de lo que pasaba y se dedicó a la futurología, traicionando su oficio, en su afán de dar cuenta de lo que aún no había sucedido. 
 
 La publicidad, so pretexto de vendernos bienes concretos, materiales y tangibles, nos vende en realidad valores bursátiles, es decir, ideas, abstracciones.
 
El doctor Procusto, higiénicamente uniformado con su bata blanca, verde o azul, su mascarilla y sus guantes asépticos, hace su entrada triunfal en el quirófano.
 
La prensa oficial del Régimen, temerosa de verificar la validez de sus informaciones, se dedica ávida a la caza de bulos como si fuera la caza de las brujas.
 
¿Negacionista? No. En todo caso, negativo, siempre negativo porque esa es la única forma de ser positivo: negando aquello que nos niega, negando la realidad.
 
No importan los cambios de gobierno, no hay diferencias entre la izquierda y la derecha, los cambios son sólo cosméticos, cuando se intercambian en el poder.
 

El fundamentalismo sanitario, fascismo de bata blanca, se envuelve bajo el sello maniqueo del Bien que pretende erradicar el Mal de la superficie del planeta.

 
  Culpar al ciudadano de la destrucción del planeta por sus pautas de consumo desvía la atención de la gran responsabilidad del sistema de producción capitalista.
 
Soy como el pájaro en jaula, preso y hundido en tu amor, y aunque la jaula sea de oro, aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión, cantaba la ranchera.
 
 
 Lección humilde de epistemología popular: Aprender no es acumular conocimientos enciclopédicos; es desprenderse del lastre acumulado, es decir, desengañarse.

domingo, 5 de marzo de 2023

¡No enseñéis a los niños!

(Variaciones sobre el tema “Non insegnate ai bambini” del imprescindible Giorgio Gaber)



Maestros, no les enseñéis a los niños esa
lección sabida y consabida, por favor.
Y no les inculquéis a los pupilos vuestros,
señor maestro, señorita, no señor,
lo que a vosotros os inculcaron: la moral
y unos ideales, viejos trastos obsoletos,
para amueblar su cabeza: no les enseñéis.
haciéndolos maleducados a fuerza y golpe
de educación. Y no les programéis, robots,
para el futuro porque el porvenir está
igual que espada de Damoclés que cuelga siempre,
o zanahoria por delante o trampantojo
muy lejos todavía, tanto que nunca llega.
No les enseñéis a los chiquillos los adjetivos
calificativos de “bueno” y “malo” de las cosas
y las personas. Saben ellos, bien lo saben,
sin que se lo digáis vosotros, lo que es bueno
y lo que es malo. No les enseñéis, maestros,
lo que a vosotros os enseñaron: los prejuicios,
las ideas establecidas. Sed, más bien, vosotros
sus amigos, los amigos de los niños. Si
queréis enseñarles algo, enseñad el arte
de la magia, o sea, la poesía. Permitid,
en cambio, que ellos os enseñen a vosotros
a vosotros que os creéis muy sabios y muy listos,
porque tenéis colgado un título en la pared
lo que ellos saben y vosotros olvidasteis..
Dejad que ellos os enseñen a vosotros
ellos, los niños, pues tenéis que aprender muy mucho
de ellos, aunque os parezca que es mentira. Sí,
dejad que ellos os enseñen a olvidar
todas las cosas que vosotros aprendisteis.


 

sábado, 4 de marzo de 2023

Vita activa y vita contemplativa

    Leo una cita en francés atribuida a Pitágoras que dice: «El espectáculo de la guerra se parece al de los juegos olímpicos: unos hacen caja a costa de él, otros pagan con sus vidas y otros se contentan con mirar». 
 
    Llama mi atención enseguida que Pitágoras establezca una comparación entre la guerra y el deporte y me pongo a investigar la fuente de ese dicho que se le atribuye, y encuentro que, como sospechaba, podría muy bien proceder del anecdotario de las Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres, de Diógenes Laercio, pero compruebo enseguida que la cita está adultera, porque lo que compara Pitágoras en ese texto con una celebración como podían ser los juegos olímpicos no es la guerra, sino la vida en general (VIII, 8).
 
Pitágoras, detalle de La Escuela de Atenas, Rafael Sanzio (1509-1511)
 
     Pero es significativo y nada disparatado por otra parte que alguien al transmitir la cita haya sustituido inconscientemente «la vida» por «la guerra», por aquello de que la vida no deja de ser una 'lucha por la vida' (struggle of life), y por aquello otro que escribió Heraclito de que la guerra era el padre de todas las cosas o, quizá mejor, entre nosotros, la madre, habida cuenta del género gramatical femenino de la palabra 'guerra' en castellano que difiere del masculino del término griego πόλεμος pólemos que emplea Heraclito. 
 
    Así es el mundo (y la vida del hombre, y la guerra consustancial a él): unos buscan la fama compitiendo con los demás, otros el dinero, y otros ambas cosas, que no dejan de estar íntimamente relacionadas, mientras que la inmensa mayoría se dedica a contemplar el espectáculo que se monta.
 
    Será Cicerón, quien muchos años después en sus Conversaciones en la villa de Túsculo (V, 3), presente la anécdota de Pitágoras y Leonte, el tirano de Fliunte, mucho más elaborada que el griego. Traduzco el texto y lo parafraseo añadiendo algún comentario propio: admirado Leonte del talento y elocuencia de Pitágoras, le preguntó que a qué se dedicaba, a lo que él respondió que a nada en particular, que era filósofo. Leonte, asombrado y quizá deslumbrado por el uso de aquella palabra que nunca antes había oído, le preguntó que quiénes eran esos filósofos entre los que él se contaba, y qué era lo que les diferenciaba del resto del común de los mortales. A lo que Pitágoras respondió que a él la vida de los hombres le parecía semejante a ese tipo de ferias y festivales tales como los Juegos Olímpicos (o los ístmicos de Corinto o los píticos de Delfos o los nemeos de Nemea), que se celebraban con gran asistencia de público venido de todos los rincones de lo que entonces se llamaba Grecia, una Grecia dispersa por el Mediterráneo y no reducida a lo que hoy se conoce como tal, con un grandísimo despliegue de eventos deportivos y culturales: pues, del mismo modo que allí unos trataban de alcanzar la gloria de la fama con la victoria en las competiciones, otros eran atraídos por el negocio que se establecía allí y el lucro de la compraventa, había una tercera categoría, que era la de aquellos del público que no buscaban ni el aplauso ni el dinero, sino que llegaban allí simplemente para ver y observar con atención.
 
Pitagóricos celebrando el amanecer,
Fiodor Bronnikov (1869)
 
     De ese mismo modo, le explicaba Pitágoras al tirano, nosotros también, como si fuéramos forasteros que acudimos a la celebración, hemos venido a esta vida desde otra vida y otra naturaleza anteriores diferentes. Aludía con esta comparación el matemático a su doctrina de la metempsicosis o transmigración de las ánimas, que se reencarnaban. Pero al final todos hemos acudido al mismo espectáculo, donde unos servimos -en el sentido etimológico del término servir 'ser esclavo'- a la gloria, otros al dinero, otros a ambas cosas que no siempre pueden deslindarse, y otros, la inmensa mayoría, al espectáculo, entre los que hay unos pocos, poquísimos en verdad, que, tenidas en nada las demás cosas, se dedican con pasión a examinar la naturaleza de la realidad, y a estos es a los que él llamaba propiamente amantes de la sabiduría, que es lo que significa filósofos, entre los que se contaba.
 
    Daba a entender el amateur de sabio, que no sabio profesional, que esos no existen, al tirano que la vita contemplativa superaba a la vita activa. Pero no perdamos de vista nosotros, nacidos en plena sociedad del espectáculo, que la mayoría de los espectadores, el público en general, que decimos hoy, no se limita a contemplar los eventos, sino que participa además activamente en ellos aplaudiendo o abucheando a los deportistas y comprándoles chucherías a los mercachifles. El público, de hecho, es parte también fundamental del espectáculo, tan fundamental que sin él no habría espectáculo posible. 
 
Pitágoras, el primero que se definió como 'filósofo' y acuñó el término.
 
     Y entre el personal del público pueden estar, muy pocos a la sazón, los filósofos como Pitágoras, los amantes de la sabiduría, una dama tan esquiva que su amor es imposible, ya que no se deja poseer en exclusiva, un amor que nunca será correspondido. Pero la mayoría de la humanidad está condenada al espectáculo de la vita contemplativa, y no por ello podemos considerar a la mayoría filósofos, ni muchísimo menos, sino solo a aquellos que como Pitágoras denuncian el espectáculo, revelando su condición, y rebelándose contra él no participando activamente.

viernes, 3 de marzo de 2023

Apuntes a vuela pluma

 EE UU acusa a Rusia de crímenes contra la humanidad. Mira tú quién fue a hablar y a llamar puta a la Zapatones: ¡Culinegra!, que le dijo la sartén a la caldera.
 
 

Escribe Jürgen Habermas que Occidente suministra armas a Ucrania “y tiene buenas razones para hacerlo”,  haciéndose así “corresponsable del curso de la guerra”.
 
Luchando quijotescamente contra un virus que no era tan fiero como lo pintaron, se propagó una pandemia de depresión que se cobra millones de vidas suicidadas.
 
 Una emergencia meteorológica, como la sanitaria, puede aconsejar u ordenar quedarnos en nuestros hogares y no salir de casa si no es estrictamente necesario.
 
La economía financiera actual es una ficción absoluta, igual que las tarjetas de crédito y débito, sostenida por la fe en el valor del dinero, falso pero real.
 
Primum nocere: Lo principal para la medicina moderna es provocar un daño, técnicamente iatrogenia, para luego poder reparar el daño infligido medicalizándolo.
 
Lo alternativo es la otra cara de la moneda, más de lo mismo. Suele olvidarse que alter no quería decir en latín «otro» sino «segundo», después de lo primero.
 
 
La información nuestra que el sistema posee a través de la red informática universal que sabe de nosotros más que nosotros mismos sirve al fin de controlarnos.
 
El virus era la culpa, nuestra grandísima culpa, el pecado original de la Humanidad que pesa sobre la espalda y los hombros de todos y cada uno de sus miembros.
 
 Por lo general, los seres humanos preferimos la ficción y nos refugiamos en ella para huir de la realidad, que se hace así un poco más tolerable y se edulcora.
 
¿Qué guerra nos hace a unos ser una cosa y a otros otra? La misma que nos hace ser iguales a los demás elementos del conjunto y ser al mismo tiempo diferentes.
 
 
A la Gran Farmacopea le interesa que haya enfermedades, y si no las hay, las inventa. A fin de cuentas, todo el mundo es un enfermo en potencia aristotélica.
 
Un periódico nacional elogia a la “más que solvente” ministra de Sanidad por el “éxito absoluto de la campaña de vacunación”, repito “por el éxito absoluto”.
 
El grupo demográfico más educado del universo mundo, las clases medias occidentales, ha resultado ser la población más fácilmente manipulable de la historia.
 
 
Nuestras vidas se ponen bajo una mayor custodia protectora del Estado en nombre de la sanidad pública y la seguridad del 'pueblo', pérfido invento del gobierno.
 
Una amenaza para la salud pública que nunca existió se convirtió en una 'crisis', y con la finalidad de combatirla, se implementó el programa de inoculación.

jueves, 2 de marzo de 2023

Odio a España

     Recuerdo la polvareda que levantó Rafael Sánchez Ferlosio, (1927-2019) el entrañable cascarrabias y prosista más acendrado de nuestras letras, cuando confesó en la presentación de su libro “God & Gun” (2008), que odiaba de siempre a España, sobre todo, matizó, cuando pensaba en los toros o en la fiesta del Rocío. Se lanzaron enseguida sobre él como perros rabiosos y furiosos los defensores a ultranza de la patria y sus sacrosantas tradiciones, los patriotas de pacotilla, que olvidaban, sin duda, lo que dijo Samuel Johnson de que el patriotismo era el último refugio de los canallas. 

     Alguno llegó a decir que si don Rafael odiaba a España era un incoherente, porque era como si un sabueso odiase la mano que le daba de comer, porque el octogenario novelista y ensayista vivía por aquel entonces de sus libros y sus libros se vendían y se compraban fundamentalmente en España. Como muestra, un botón: El Jarama era novela de lectura obligatoria para tantas generaciones de bachilleres españoles, de cuyos derechos de autor vivía el premio Cervantes, que, sin embargo, siempre renegó públicamente de su obra narrativa en general y de esta en particular. 


     Se le tachó de hipócrita y se comparó su caso con el de Noam Chomsky, el intelectual estadounidense más lúcido, conspicuo y crítico con la política internacional de los Estados Unidos y con la mayoría de sus compatriotas, argumentando que tanto uno como otro vivían a costa de sus criticados conciudadanos, que pagaban por sus libros y sus conferencias.

     Creo yo que don Rafael es un patriota al estilo del señor Keuner de Bertolt Brecht, que, desde su óptica laica y atea, definió el patriotismo o, más literalmente el amor (Liebe) a la patria (Vaterland) como el odio a las diversas patrias (Vaterländer, en plural), porque precisamente ese odio está motivado por amor a la patria que no existe en la realidad, dado que ninguna de las que existen, y menos la nuestra propia, entre tantas como hay,  es la verdadera de verdad.  


    El problema viene por la penalización del odio, por el llamado delito de odio que ha entrado en nuestra legislación. Tanto el odio como el amor son sentimientos humanos que nunca se dan químicamente puros, y que en ningún caso deberían estar penalizados judicialmente. Suelen darse  la mayoría de las veces, confundidos, como en el famoso 'Odi et amo' de Catulo, que le dice a su amada: "Te odio y te quiero, que cómo lo hago quizá me preguntes. // No lo sé pero así / siento y es esa mi cruz."  

 


    A nadie que odiara a su jefe de oficina como Ferlosio odia a España, se le ocurriría considerar un delito ese odio y renunciar al sueldo que le paga. Porque si el jefe le contrató como empleado fue porque decidió utilizarlo -eso quiere decir empleado: utilizado- y porque encontró seguramente un beneficio en el trabajo que él desempeñaba. El empleado, pues, no le debe ningún agradecimiento a su jefe. Es más: se lo debe el jefe a él, que cumple religiosamente con su trabajo. Puede exigirle eso: cumplimiento. Lo que no puede exigirle de ninguna manera es cariño, porque en el corazón no manda nadie. ¿Donde está su incoherencia? ¿Dónde la incoherencia de Ferlosio? ¿No se puede, además, odiar a la madre que lo ha parido a uno? ¿Por qué iba a amarla, porque madre sólo hay una? No es razón suficiente. ¿Es obligatorio amar a la madre de uno solo porque sea la madre de uno, la que lo ha parido, aunque sea una hija, por su parte, de la grandísima chingada?


miércoles, 1 de marzo de 2023

Tu horóscopo

    Los lectores de horóscopos, a fuerza de leer las características psicológicas que les atribuyen los astrólogos a los nacidos bajo su signo en periódicos y revistas todos los días, acaban pareciéndose a lo que allí se dñles describe. Necesitan que les digan cómo pueden ser, cuáles pueden ser sus cualidades y cuáles sus defectos, para adquirir así una personalidad propia adiestrándose en el cultivo de esos vicios y virtudes. Son personas y necesitan forjarse una personalidad, una máscara. Necesitan un estereotipo o descripción psicológica a la que acomodarse como un traje a la medida y unos consejos bienintencionados pero superfluos y válidos para la puesta en escena cotidiana, del tipo de “lea todo lo que firme”, “no derroche”, “hágase un chequeo periódico”, "no cometa excesos hoy" etc. que no hacen mal a nadie pero tampoco ningún bien.

    Uno de estos consejos, que no predicción de futuro, leído en uno de estos horóscopos es este mismo: A los nacidos bajo el signo de acuario, los nervios os pueden jugar una mala pasada. Igual, por cierto, que a los nacidos bajo cualquier otro signo del zodíaco, no hace falta decirlo aquí, por lo que no estaría de más que, seas acuario o sagitario o lo que seas, te relajes rodeándote de gente apacible, escuchando música clásica o sumergiéndote en una buena lectura, y no te dejes llevar por los nervios, que no son buenos consejeros. No está de más señalarlo aquí para que los lectores crédulos, que los hay y muchos, se desengañen de la superchería para bobalicones que es la astrología.

    Otro de estos consejos: Por tu propio bien, si eres capricornio, y por el bien de los demás, evita las comidas flatulentas. Como se puede ver, esto no es una predicción del futuro, que no está escrito y nadie puede leerlo, sino un consejo, que hoy toca dártelo a ti y mañana a los virgo, pasado a los piscis y así hasta abarcar todo el arco astrológico de la bóveda celeste, porque las comidas flatulentas son algo que hay que evitar. En caso contrario estamos todo el día ventoseando, lo que en sí no tiene nada de malo, pues es mejor soltar los gases que retenerlos en el calabozo de las entrañas, pero es algo socialmente reprobable. Hay que tener en cuenta, además, que a cada uno no le huelen mal sus propios vientos, sino que le molestan siempre los ajenos, independientemente de su hediondez.

    ¿Qué tipo de poderosa influencia, de fuerza irresistible es la que ejercen los planetas y los astros del universo sobre nosotros? La única fuerza conocida por la ciencia que podría influir de alguna manera es la de la gravedad, que hace que caigamos hacia abajo por nuestro propio peso y que no flotemos por los espacios siderales como nubecillas de algodón. Sin embargo, la atracción o repulsión que ejercen las personas que nos rodean es fundamental, y de eso no se ocupan los astrólogos. 

 


    Está claro que hay personas que necesitan tener fe en la astrología a pesar de que no hay ningún fundamento científico para sus creencias, y sí una fuerte evidencia de lo contrario, porque lo que necesitan, desamparados como se sienten e incapaces de vivir con la sabia duda, es creer en algo a toda costa, en lo que sea, como sea. Por eso echan mano de esta superstición que, como su nombre latino indica superstitio, consiste en creer que hay algo que está por encima (super-stare) de nosotros y de lo que está a nuestro alcance, algo sobrestante e inexplicable, cuya sobrestantía se alimenta gracias a la fe ciega que depositamos en nuestras sagradas creencias, lo que es contrario a razón y lo que genera la propia fe religiosa, que no deja de ser una fanática superchería. No hace falta decir que es un fanatismo religioso porque todo fanatismo es de índole religiosa y toda religión fanática.

    Como canta la seguidilla popular (con las variantes "escrito está el futuro" y "escrito está mi sino" en el tercer verso de la copla):

Dicen que en las estrellas
escrito está,
escrito está el destino/escrito está el futuro,
y no es verdá.

martes, 28 de febrero de 2023

Cordura rima con locura, y viceversa.

    En las Españas de Dios había, cuando investigué este dato, más de 50.000 personas internadas en hospitales psiquiátricos, la mayoría contra su deseo, en la modalidad de lo que se llama ingreso involuntario. El número de ingresados en hospitales psiquiátricos (antiguos manicomios y frenopáticos) era curiosamente similar por aquel entonces en nuestro país al de presos en las instituciones penitenciarias, que es como llama el gobierno a las cárceles: unos y otros están privados de libertad para que los que estamos fuera de manicomios y prisiones creamos que estamos cuerdos y somos libres en comparación con ellos que, obviamente, no lo son o lo son bastante menos que nosotros, porque son el espejo esperpéntico de la calle del Gato que nos refleja, que refleja la normalidad caricaturizada.

    Los tres presupuestos legales para que alguien pueda ser encerrado en una institución psiquiátrica contra su propia voluntad, son poco objetivos, se basan en previsiones subjetivas de los profesionales y jurisconsultos, y ponen en cuestión el principio democrático de que nuestro cuerpo es patrimonio nuestro, como nuestro voto, recuérdese la ecuación un hombre es un voto, nos pertenece y tenemos derecho a ser sus dueños. Es lo que se conoce con el latinajo de habeas corpus. Los presupuestos dependen de la decisión de un médico y 24 horas después de un juez. Son: posible empeoramiento de la enfermedad y posible peligro de autodañarse o de infligir daño a otros. 

La nave de los locos, Jerónimo Bosco (c. 1504)
 

    Se acepta entre los profesionales que tan sólo un 1% de los esquizofrénicos, por ejemplo, se ven involucrados en situaciones de violencia. Hay entre los esquizofrénicos, incapaces la inmensa mayoría de ellos de matar a una mosca, un porcentaje ínfimo de violentos y no mayor que el que se da entre personas no diagnosticadas con ese sambenito, por lo que el peligro de auto-lesionarse o de infligir daño a otros es más bien mínimo, quedando sólo como supuesto para su internamiento  el “posible empeoramiento de la enfermedad”, lo que no deja de basarse en meras especulaciones futuribles. En realidad lo que hacen los psiquiatras y psicagogos en general con sus fármacos y terapias es privar de libertad al paciente para que incordie lo menos posible a la familia, pero no sólo eso.

    A mí me dan más miedo que los enfermos mentales los psiquiatras, popularmente llamados loqueros, con un título colgado en la pared que les confiere unos poderes sobrenaturales plenipotenciarios capaces de privar de libertad a un ser humano. 

Stultifera nauis, Sebastian Brant (1499)
 

    Ellos nunca diagnosticarán a la sociedad una enfermedad mental como la esquizofrenia, pero sí a algunos de sus individuos, porque son especialistas en los átomos personales, a los que les recetarán fármacos y terapias individuales personalizadas. Son algunos elementos los que están locos, y no la sociedad entera en general, porque si así fuera no tendría ningún sentido que existieran psiquiatras o especialistas en la curación del alma individual. No tendrían trabajo los médicos del alma personal de cada uno. 

    La psiquiatría, hay que decirlo, está arrogándose un poder dictatorial al calificar una conducta humana como enfermedad mental, algo totalmente absurdo, y al privarle de libertad a un esquizofrénico, aplicándole la legislación vigente. Pero una enfermedad debe presentar pruebas biológicas, y su fundamento debe ser algo más que el diagnóstico de un psiquiatra. Así pues, se están violando los derechos humanos, por decirlo con el lenguaje políticamente correcto de los que mandan, con internamientos involuntarios. Y además, esto nos afecta a todos, porque hoy te han internado a ti, pero mañana pueden internarme a mí. Y debo decirte también, amigo mío, que a ti te han internado para que yo, cuando me compare contigo, me engañe a mí mismo diciéndome: Yo, por lo menos, no estoy loco y soy libre.

     Cuando hablamos de una cosa, como aquí de las cárceles y hospitales psiquiátricos, estamos sacándola de la chistera como por arte de magia y haciéndola existir. Si no hablamos de ella, ha hacemos desaparecer, aunque no deja de estar ahí latente y patente, si bien invisible. 

    Las cárceles, por ejemplo. Nadie habla de ellas, parece que no existen, como si no las hubiera en la realidad, pero ahí están esperándonos silenciosamente a todos y cada uno de nosotros. Ahí están para que los que estamos provisionalmente fuera de ellas creamos que somos libres, aunque estemos en régimen de libertad condicional. Están esperándonos como los hospitales psiquiátricos, como los formularios oficiales del Registro Civil, como los cuarteles de la policía, como los nichos de los cementerios. Son epifanías del sistema político en el que vivimos, son la cara oculta y verdadera del mundo en que vivimos creado por Dios, nuestro Señor: son la cara dura y poco amable, pero verdadera, de Dios.

 

La ronda de los presos, Van Gogh (1890)

    La cárcel no es sólo una amenaza que el Estado utiliza para imponer un modelo de conducta social a la población de lo que puede ocurrirnos si no cumplimos las leyes, es también el espejo que emplea para que la población se sienta provisionalmente libre, pero en verdad nunca liberada. 

lunes, 27 de febrero de 2023

6 + 4 = 10 leopardos

-¿Para cuándo y en qué condiciones están esos tanques? -Le pregunta la entrevistadora al presidente del gobierno español en Kiev, la capital de Ucrania.

-Ahora mismo, responde el susodicho, se están actualizando (sic) seis de ellos (cinco más uno), con lo cual estaríamos proveyendo seis tanques 'leopard' para lo que se llama una sección. Esto es muy importante para el ejército ucraniano. Nos han pedido un esfuerzo adicional. España lo va a dar. Vamos a tratar de que sean efectivamente diez tanques 'leopard' y, además, estamos formando ahora mismo en torno a cincuenta y cinco soldados ucranianos en el manejo de estos 'leopard' y efectivamente tendremos que formar a otros tantos para los otros cuatro.


    Diez tanques leopard es la contribución solidaria y humanitaria de España a la paz, es decir, a la guerra de Ucrania. El envío de armamento pesado a Ucrania, actualmente los leopardos, pero también se deja abierta la posibilidad de mandar en el futuro cazas de combate y misiles de largo alcance, porque, según nuestro presidente, «vamos de la mano de las demás naciones (de la Alianza Atlántica)» dispara, nunca mejor dicho, la escalada bélica del conflicto, que cumple por estas fechas su primer año de andadura, una guerra retransmitida por televisión y todos los medios que, como dicen los comentaristas, no puede ganar Ucrania y no puede perder Rusia, y que quien gana, en todo caso, es la industria armamentística, igual que después de dos años de emergencia sanitaria pandémica fue la industria farmacéutica la ganadora.
 
     Con el nombre de leopards que dan a los diez que va a enviar el gobierno español, que no España, no engañan a nadie. El carácter ofensivo, que no defensivo, de estos vehículos acorazados está fuera de toda duda: el leopardo es un depredador, además del animal más rápido del mundo, que puede alcanzar, aunque no mantener durante mucho tiempo, la velocidad máxima admitida en una autovía española, o sea, los 120 kilómetros por hora. El nombre procede del griego λεόπαρδος leópardos, vía latina leopardus, y es un compuesto en la lengua de Homero de λέων léon (o sea, león) y πάρδος párdos, (o sea, pantera).

    Llamo la atención sobre el uso generalizado que se viene haciendo desde hace un siglo de la palabra «tanque» para denominar a estos carros de combate, blindados y acorazados, que es como propiamente deberían designarse. La palabra «tanque» está relacionada con «estanque» y con el verbo «estancar»    con el significado de «parar una corriente de agua». El inglés tank, que en principio significaba «piscina, cubo, balde» acabó modernamente, adquiriendo, como dice Corominas, «la internacionalización bélica que todos conocemos». 

    Resulta curioso cómo en la moderna lengua de Chéspir, tank significa, además de depósito, tanque (o sea carro de combate), e incluso chirona, es decir, cárcel. Significativo es el verbo to tank up que tanto significa llenar el depósito o tanque de gasolina, es decir, repostar, como también emborracharse en un uso metafórico. Pero tenemos también en la lengua del Imperio el famoso think tank, que sería un depósito de pensadores, un grupo de expertos, o, si se prefiere, un 'laboratorio de ideas', o, traducido más literalmente, un 'tanque de pensamiento', expresión que sugiere la existencia de un pensamiento estancado, propio de una mentalidad esclerótica, cuando lo propio de la razón es desembarazarse de ideas y dejar que el pensamiento fluya como los ríos y no se estanque y empantane.

Del artista palestino Mamoum Al Shayeb
 

    Pero lo que nos interesa es cómo a un carro de combate se le ha denominado con una palabra que en principio significaba «depósito de líquido elemento». La razón no es una metáfora eufemística, sino un engaño. Cuando comenzaron a construirse los primeros carros de combate antes de la Primera Guerra Mundial en Inglaterra, no se dijo que eran tales artilugios, sino que eran depósitos de agua para el frente, es decir, «tanques», lo cual era evidentemente mentira, pero disimulaba la función que iban a tener los siniestros artefactos que podría haber ocasionado la protesta de los bienintencionados trabajadores encargados de construir estas armas de combate. El nombre de tanque, tank en inglés, apareció en las fábricas británicas: se engañó a los trabajadores para mantener el secreto militar diciéndoles que estaban construyendo depósitos de agua móviles para el ejército, cuando estaban produciendo un vehículo de combate.

    Según leo en The Patterns of War since the Eighteenth Century (1994) de Larry H. Addington​: "Con el fin de proteger el secreto, los primeros "barcos terrestres" (landships) se cubrían con lonas cuando se movían en plataformas entre la fábrica y el campo de pruebas, marcadas sus cubiertas como "Tanque de agua" (water tank) para engañar a los espías enemigos. El apodo (nickname) de "tanque" se mantuvo incluso después de que el "barco o nave terrestre" entrara en acción en septiembre de 1916". (pág. 156, op. cit.)

 

 

Primer leopard 2 enviado por Canadá a Ucrania.
     

domingo, 26 de febrero de 2023

El papel de la prensa (y 3)

   ¿Cómo es posible que estas muertes reales no preocupen, pero las anteriores, que eran hipotéticas y sobre todo futuras, le quitaran el aliento a todo el mundo? Todo depende del papel jugado por la prensa, y con este término me refiero, en sentido amplio, a los medios de (in)formación de masas de ciudadanos, tanto escritos como audiovisuales, analógicos y digitales. 

    "Aquello de lo que no se habla no existe". Este dicho lo tienen muy en cuenta los medios de (in)formación de masas: cuando quieren distraernos de algo nos hablan de otra cosa, conjuran una serpiente de verano, se inventan una pandemia, por ejemplo, le dan carta blanca de naturaleza, y de esa manera hacen que desaparezca otra cosa, silenciándola, ocultándola, porque aquello de lo que no se habla no existe, aunque no deja de haberlo. Como las meigas que son las brujas en Galicia: no existirán, pero haberlas haylas.

    Ella, que fue considerada el cuarto poder (del Estado), puede hacer que exista algo que no existía o que adquiera relevancia algo que no la tenía hablando constantemente de ello y dándole así cobertura mediática, como dicen ahora, y puede, asimismo, hacer que no exista algo que hay, y mucho, no hablando de ello, o quitándole importancia en el improbable caso de abordarlo. 

    La prensa tiene el poder de configurar lo que se llama la opinión pública, que no es la opinión que la gente tenga, porque la gente como tal no tiene opinión, que es algo privado e individual, sino la que se le impone a fin de que la tenga.


     Este papel que juega la prensa lo vemos también en el caso de los feminicidios que se producen en nuestro país: son asesinatos de mujeres a manos de hombres, y son, desde luego, intolerables, pero no porque sus víctimas sean mujeres, sino porque son asesinatos. Los políticos convierten su existencia en un problema que hay que resolver. Los medios se hacen eco enseguida de ellos y podemos leer, por ejemplo, que en España se han detectado en lo que va de año hasta la fecha 14 asesinatos de mujeres. A todos nos gustaría que no se produjera ninguno, el feminicidio cero, o mejor dicho, el asesinato cero, pero la naturaleza humana es bastante cainita desde que Caín mató a Abel o desde que Rómulo a Remo. 

    Sin duda es un dato preocupante, y no quiero minimizar su importancia, pero cuantitativamente hay otro fenómeno al que la prensa no suele prestar atención, que es mucho más llamativo numéricamente: cada día, es decir, cada veinticuatro horas se producen en este país más de diez suicidios, y no nos saltan las alarmas: no es noticia.

 

sábado, 25 de febrero de 2023

El papel de la prensa (2)

   Un protocolo aplicado en algunas residencias de mayores recomendaba la suministración de dos medicamentos, morfina y midazolam, a los enfermos que padecían insuficiencia respiratoria, unos fármacos que jamás deben usarse en pacientes que pueden respirar por sí mismos aunque les falte un poco el aire, porque lo que hacen es dificultar aún más su respiración. Estos medicamentos agravaron su problemática y condujeron a muchos a la sedación paliativa y a la muerte. 

 

    Estos ancianos no murieron bajo los efectos de un virus presuntamente asesino, sino de los protocolos impuestos desde arriba por un supuesto comité anónimo de esperpénticos expertos. Afortunadamente, estos protocolos fueron ignorados en la mayoría de los geriátricos españoles. De los dos millones de ancianos, en efecto, que había en dichos establecimientos cuando comenzó la psicosis de histeria colectiva virocoronal, murieron durante aquella primera ola “solo” treinta mil. Pero algunas, si no muchas, de esas muertes podían haberse evitado si no se hubieran aoplicado los protocolos, es decir, las órdenes de arriba.

    La consigna de salvar vidas a toda costa condujo a la inmolación de muchas que podían haberse salvado. Las muertes de los protocolos contra el virus pasaron a contabilizarse como muertes debidas al virus asesino, con lo cual crecía la alarma. 

    Sin embargo, ahora que están muriendo, según las estadísticas oficiales, más personas que entonces, los medios callan vergonzosamente. Este exceso de mortalidad que estamos padeciendo en casi todos los países occidentales con altos niveles de inoculación anticoronaviral no es noticia porque no  interesa ni política- ni económicamente. Por eso los medios callan. Los esperpénticos expertos, negacionistas ellos, no dicen nada, están estudiando el problema sin alcanzar un consenso científico de una realidad que ya no pueden negar.

    Si los políticos o los medios de (in)formación afines abordan el problema, atribuyen el exceso de muertes a cualquier causa, es decir, a cualquier cosa, no en vano nuestra palabra patrimonial "cosa" procede del cultismo latino "causa". Achacan las muertes al calor, al frío, a la falta de ejercicio y la vida sedentaria, o al exceso de ejercicio, en el caso de los deportistas profesionales que fallecen súbitamente en competiciones o entrenamientos y no llegan a ingresar  en los hospitales... El problema de esta sobremortalidad que estamos experimentando ahora es precisamente que el exitus (letalis) no llega a registrarse en los hospitales, sino en todo caso en las funerarias, que no dan abasto, porque suelen ser muertes repentinas, súbitas, de personas que no estaban enfermas pero caen fulminadas súbitamente por el rayo.