miércoles, 7 de septiembre de 2022

Carta abierta de Roger Waters a la primera dama de Ucrania

    El músico inglés, cantante, letrista y compositor del mítico grupo Pink Floyd, Roger Waters, le ha escrito una carta abierta a la señora Olena Zelenska, la primera dama de Ucrania, que no leerá, seguramente, o que si llega a leerla no contestará, que comienza diciendo: Mi corazón sangra por vosotros y por todas las familias ucranianas y rusas, devastadas por la terrible guerra en Ucrania
 
Olena Zelenska, fotografiada por Annie Leibovitz
 
     Roger Waters cita unas declaraciones de la primera dama, que dijo: Si el apoyo a Ucrania es fuerte, la crisis será más corta.  (Crisis es obviamente un eufemismo de guerra, igual que  conflicto). El músico comenta en su carta: Supongo que eso depende de lo que quiera usted decir con "apoyo a Ucrania"? Si por "apoyo a Ucrania" se refiere a que Occidente continúe suministrando armas a los ejércitos del gobierno de Kiev, me temo que puede estar trágicamente equivocada. Lanzar combustible, en forma de armamentos, en un combate de fuego, nunca ha servido para acortar una guerra en el pasado, y no va a servir ahora, particularmente porque, en este caso, la mayor parte del combustible está (a) siendo lanzado al fuego desde Washington DC, que se encuentra a una relativa distancia de seguridad de la conflagración, y (b) porque los "lanzadores de combustible" ya han declarado su interés en que continúe la guerra durante el mayor tiempo posible. 
 
     Esta argumentación coincide en líneas generales con la viñeta de El Roto que publicaba ayer el antiguo Periódico Independiente de la Mañana, hoy autodenominado El Periódico Global(ista).
 
 
    Le recuerda a continuación el músico a Olena Zelenska que la paz sólo llegará si su marido, el señor Zelenski, cumple las promesas electorales con las que obtuvo la presidencia del país en las elecciones de 2019: Poner fin a la guerra civil en el Este y traer la paz al Donbás y la autonomía parcial a Donetsk y Luhansk, y ratificar y cumplir el resto de los acuerdos de Minsk). 
 
    Reflexiona Waters sobre cómo ciertas facciones políticas de Kiev le hicieron cambiar diametralmente de rumbo a su marido ignorando sus promesas electorales, sometiéndose al nacionalismo ucraniano más cerril, y acaba rogándole a la señora Zelenska que si cree que él está equivocado en su análisis que le haga entender cómo, y que si no lo está, que le ayude a convencer a los mandamases de detener la matanza que sirve sólo a los intereses de las clases gobernantes y a los nacionalistas radicales  tanto aquí en Occidente, como en su hermoso país, a expensas del resto de nosotros, la gente común y corriente en Occidente y en Ucrania, y de hecho la gente común y corriente en todas las partes del mundo.” 
  

Good-bye, blue sky, The Wall, Pink Floyd (1979) 
 
    Waters acaba su carta abierta con una oportuna pregunta retórica: ¿No sería mejor exigir el cumplimiento -'the implementation', dice Roger Waters en inglés, que me resisto a traducir por “implementación”- de las promesas electorales de su marido y poner fin a esta guerra mortal?

martes, 6 de septiembre de 2022

De la epiquerecacia o del regodeo malicioso en el mal ajeno.

    Me encontré casualmente el otro día con la palabra alemana Schadenfreude (literalmente, 'alegría por el daño') en un texto inglés. Se trata de un préstamo lingüístico adoptado por la lengua de Chéspir y a partir de ahí por las demás lenguas occidentales, que se emplea para designar el gozo o la satisfacción que uno experimenta ante la desgracia ajena. El término es un compuesto de Schaden “daño, perjuicio” y Freude “alegría, placer”.
 
    Leo que un filósofo como Schopenhauer considera que la envidia era un sentimiento muy humano, mientras que la Schadenfreude, o sea el regodeo en el gozo-por-la-desgracia-de-otros, era algo diabólico para él; y también que el inglés dispone de otro préstamo lingüístico hindi o sánscrito que es muditā (मुदिता) para referirse a la alegría que uno siente ante el bienestar de los demás, una alegría contrapuesta a la Schadenfreude.
 
    El término Shadenfreude, perteneciente al registro culto y al ámbito de la psicología humana, ganó popularidad cuando apareció en un episodio de Los Simpsons, en el que Homer se reía de que la tienda de Flanders estuviera desierta y de que las cosas no le fueran tan bien a su vecino. Su hija, la sabionda Lisa, le explica a su padre el término alemán Schadenfreude, diciéndole que es una alegría malsana regocijarse, como hace él, con el sufrimiento y la desgracia de los otros. 

 

      Me preguntaba yo si no dispondríamos de algún término grecolatino para referirnos a este sentimiento tan humano, cuando descubrí que los ingleses tienen un sinónimo de Schadenfreude que es epicaricacy, que me puso enseguida sobre la pista de lo que yo buscaba guiado por la presencia del prefijo griego epi-. 
 
    En la Ética a Nicómaco de Aristóteles, en efecto, aparece el término ἐπιχαιρεκακία -epiquerecacia, en un pasaje (1107 a 8-11) donde el estagirita habla de su famoso término medio ideal de vida, que es la mesotes,  el in medio stat uirtus de los romanos ('en el término medio está la virtud'): οὐ πᾶσα δ᾽ ἐπιδέχεται πρᾶξις οὐδὲ πᾶν πάθος τὴν μεσότητα· ἔνια γὰρ εὐθὺς ὠνόμασται συνειλημμένα μετὰ τῆς φαυλότητος, οἷον ἐπιχαιρεκακία ἀναισχυντία φθόνος, καὶ ἐπὶ τῶν πράξεων μοιχεία κλοπὴ ἀνδροφονία, que traduce así Julio Pallí Bonet: Sin embargo no toda acción ni toda pasión admiten el término medio, pues hay algunas cuyo solo nombre implica la idea de perversidad, por ejemplo, la malignidad, la desvergüenza, la envidia; y entre las acciones, el adulterio, el robo y el homicidio.
 
    El traductor ha vertido ἐπιχαιρεκακία por “malignidad”. Aristóteles presenta la epiquerecacia entre las pasiones que no tienen término medio, poniéndola al lado de la envidia, como hacía Schopenhauer. 
 

 
    En latín no hay una palabra que traduzca exactamente el concepto que representa el término griego, que es un compuesto del verbo ἐπιχαίρω 'alegrarse sobremanera' -compuesto a su vez del prefijo ἐπί, con valor intensivo, y del verbo χαίρω, propiamente 'alegrarse'- y el sustantivo κακία 'mal, sufrimiento', con la connotación de regodearse en la desgracia ajena. 
 
    Tomás de Aquino tradujo el término griego al latín como “gaudium de malo” (regocijo por un mal). Y el diccionario grecolatino de Charles Estienne (1554) define el término griego con más precisión como “gaudium ex alienis malis acceptum” (recogijo experimentado por los males ajenos). 
 
         En Las vidas y opiniones de los filósofos ilustres (VII, 114) de Diógenes Laercio aparece también el término aristotélico, que Luis-Andés Bredlow traduce al castellano, mejor a mi entender que 'malignidad', por “regodeo malicioso”: “el regodeo malicioso, placer ocasionado por los males ajenos” (ἐπιχαιρεκακία δὲ ἡδονὴ ἐπ’ ἀλλοτρίοις κακοῖς). 
 
Epiquerecacia
 
    Entre los ejemplos literarios antiguos de Schadenfreude o epiquerecacia, suelen citarse unos versos de Lucrecio, justamente célebres, donde se pone de relive este sentimiento (De rerum natura, II, 1-6): Suaue, mari magno turbantibus aequora uentis, / e terra magnum alterius spectare laborem, / non quia uexari quemquamst iucunda uoluptas, / sed quibus ipse malis careas quia cernere suauest; / per campos instructa tua sine parte pericli / suaue etiam belli certamina magna tueri. Así los traduce Agustín García Calvo: Dulce, cuando alborotan los vientos el piélago vasto, / desde la tierra mirar la de otros pena y trabajo, / no porque sea el que sufra ninguno un gozo ni agrado, / sino que es dulce el ver de qué males uno está a salvo; / trabados por la llanura sin que entres tú en el estrago / dulce también los grandes combate de guerra mirarlos
 
    Lucrecio, sin embargo, no habla en este pasaje del gozo del mal ajeno propiamente dicho, que eso sería la epiquerecacia aristotélica, sino del gozo de ver el mal del que uno se ha librado, algo que recuerda de alguna manera un poco al fenómeno de la catarsis que se experimenta ante la contemplación de una tragedia griega. Edipo cuando descubre que es el autor de la muerte de su padre y que le ha hecho hijos a su madre, se arranca los ojos y se exilia, porque tiene que sufrir y pagar por sus crímenes y darse  muerte sería una salida fácil para él. El espectador, que se ha identificado con Edipo durante el tiempo que dura la representación,  se libera, una vez que cae el telón y se acaba la función, de ese encantamiento volviendo a ser él mismo y comprobando cómo el desenlace trágico ha recaído sobre el protagonista y no sobre él, que se ve así como purgado.
 
    Dice, en efecto, literalmente Lucrecio que no es un placer agradable (iucunda uoluptas) que alguien -otro que no soy yo- sufra tormento (quemquam uexari), sino que lo que es dulce es ver tú mismo de qué desgracias estás libre (quibus malis careas), es decir, que estás libre de las desgracias que ves que sufren los demás.
 
    La trascripción latina del término griego se la debemos a Erasmo de Rotterdam en el Renacimiento: epichaerecacia, que en castellano resulta epiquerecacia, que no figura en el diccionario de la docta Academia. Sin embargo, mucho me temo que se acabe imponiendo, si no se ha impuesto ya a estas alturas, el anglicismo epicaricacy a través de la defectuosa transcripción inglesa de los sonidos vocálicos: epicaricacia.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Los psicólogos aconsejan...

Los psicólogos son los modernos capellanes laicos encargados de hacer más llevadera nuestra inserción laboral en el sistema; modernos curánganos de almas que predican la nueva resignación cristiana, que es la resignación laica: la vuelta a la normalidad de la rutina tras el fin de semana o el período vacacional, que hay que afrontar con una actitud optimista, es decir, con una estúpida sonrisa de oreja a oreja y una necia visión positiva de la vida.
 
Los psicólogos, mejor dicho: los psicagogos aconsejan a los trabajadores, precisamente, que valoren  el hecho de tener un empleo, y que éste les aporte identidad, maldita la falta que les hace, y les haga sentirse útiles a la sociedad, es decir utilizados, cuando sólo valen para una cosa, pongamos por caso que para poner una tuerca a un perno,  y son unos perfectos inútiles para casi todo lo demás, debido a la cada vez mayor especialización del trabajo asalariado. 
 
 
Los piscólogos aconsejan a los empresarios que retribuyan, por su parte, a los empleados con un “salario emocional”, además del sueldo que establezca el convenio laboral, preocupándose de su bienestar a fin de tenerlos contentos, valorando sus aportaciones originales o manteniendo, simplemente, un buen trato con ellos, organizando comidas y cenas de hermandad, y celebraciones varias de carácter lúdico y  sociocultural,  que estrechan lazos y fomentan relaciones personales. 
 
Los psicólogos aconsejan a los trabajadores que si tienen problemas en el trabajo se conviertan en  sus pacientes, y que consideren que, aparte de la amenaza del trabajo y de la semana laboral que se cierne sobre su más cercano horizonte de lunes a viernes como una maldición veterotestamentaria, también existe el fin de semana para liberarse momentáneamente de la semana laboral, por lo que hay que ser optimistas y no dramatizar la situación más de lo que es, que ya es de por sí bastante dramática. 
 
 
Los psicólogos aconsejan que nos tomemos «con filosofía», o sea, con resignación -maldita la ecuación que hace iguales dos cosas que no deberían serlo-  después de las vacaciones volver  a la vida cotidiana: los madrugones, los atascos, la rutina, las horas en la oficina y el trabajo, y que pongamos nuestras miras más largas en volver a disfrutar de otras “merecidas” vacaciones, el año que viene. 
 
Los psicólogos dicen que tras las vacaciones suele presentarse el síndrome posvacacional, que es un malestar pasajero, como un sarampión que se circuscribe a las dos primeras semanas de vuelta a la normalidad del curro, por lo que no se ha de dar más relevancia de la que tiene: lo que importa es el trabajo. Si lo tienes malo, si no lo tienes peor, porque estás condenado al desempleo y al sentimiento de que te falta algo en la vida que es fundamental. 
 
Vuelta al cole
 
Los psicólogos afirman que los niños, angelitos ellos, tiernas criaturitas, también sufren, a su modo, ese síndrome posvacacional de rechazo a la normalidad, la «vuelta al cole». Tras varias semanas de descanso, los más pequeños no ven con buenos ojos,  volver a tener que madrugar, ir a clase, hacer deberes, o realizar actividades extraescolares que son tan escolares como las clases propiamente dichas. 
 
Por eso los piscólogos aconsejan que animemos a los niños para que no se depriman y vuelvan felices y contentos al colegio, donde les van a enseñar "lo que es bueno", o sea, que lo malo es bueno y que lo bueno es malo. Padres y profesores, asesorados por estos mercachifles del alma humana, enseñan a los niños a ser fierecillas domadas para pasar sumisamente por el aro.

domingo, 4 de septiembre de 2022

En la casa de citas con Agamben, Bobbio, Debord, Dostoyesqui, Luis Rosales y Galeano

Empezamos con Giorgio Agamben, que nos dice a propósito de estos tiempos nuestros que corren, malos como son para la lírica y la épica: Los historiadores recordarán este momento histórico destacando cómo los periodistas hicieron gala de la más vergonzosa e infame complicidad
 

 
Seguimos con Norberto Bobbio (1909-2004), que escribió en La edad de los derechos (1990) lo siguiente: La función primaria de la ley es la de oprimir, no la de liberar; restringir, no ampliar los espacios de libertad; enderezar el árbol cuando se tuerce, no dejarlo crecer naturalmente. Con una metáfora usual puede decirse que derecho y deber son el anverso y el reverso de una medalla. Pero ¿cuál es el anverso y cuál el reverso? Depende de la posición desde la que observemos la medalla
 
Una cita con todo un clásico, Dostoyesqui (1821-1881), que nos habla en Los hermanos Karamazov sobre la crueldad bestial: Con frecuencia se habla de la crueldad del hombre y se acostumbra a compararlo con las bestias. Esto es injusto; al decir tal cosa se ofende a las bestias. Las bestias no poseen la artística crueldad de los hombres
 

 
Guy Debord (1931-1994) escribió premonitoriamente por su parte: Los espectadores no encuentran lo que desean, sino que desean lo que encuentran
 
 
Unos versos de un villancico del poeta Luis Rosales (1910-1992): ...de noche iremos, de noche, / sin luna iremos, sin luna, / que para encontrar la fuente / sólo la sed nos alumbra
 
Finalmente Eudardo Galeano (1940-2015) escribe en Patas arriba, la escuela del mundo al revés (edit. Siglo XXI, Madrid 2010), a propósito del lenguaje políticamente corregido, mejor que correcto, que comenzaba a estilarse ya por entonces: “En la época victoriana, no se podían mencionar los pantalones en presencia de una señorita. Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública: el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado; el imperialismo se llama globalización; las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos; el oportunismo se llama pragmatismo; la traición se llama realismo; los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos; la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar; el derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral; el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres, entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría; en lugar de dictadura militar, se dice proceso; las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas; cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos; el saqueo de los fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito; se llaman accidentes los crímenes que cometen los automóviles; para decir ciegos, se dice no videntes; un negro es un hombre de color; donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o sida; repentina dolencia significa infarto; nunca se dice muerto, sino desaparición física; tampoco son muertos los seres humanos aniquilados en las operaciones militares: los muertos en batalla son bajas, y los civiles que se la ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales; en 1995, cuando las explosiones nucleares de Francia en el Pacífico sur, el embajador francés en Nueva Zelanda declaró: «No me gusta esa palabra bomba. No son bombas. Son artefactos que explotan»; se llaman Convivir algunas de las bandas que asesinan gente en Colombia, a la sombra de la protección militar; Dignidad era el nombre de unos de los campos de concentración de la dictadura chilena y Libertad la mayor cárcel de la dictadura uruguaya; se llama Paz y Justicia el grupo paramilitar que, en 1997, acribilló por la espalda a cuarenta y cinco campesinos, casi todos mujeres y niños, mientras oraban en una iglesia del pueblo de Acteal, en Chiapas.”

sábado, 3 de septiembre de 2022

¡Que te den a ti también! (Vaffanculo!)

    Hoy va la cosa de política, pero no de la política que hacen los políticos profesionales, sino de la política de la gente de abajo, esa que entiende todo el mundo, cualquiera de nosotros. Y es que de vez en cuando surgen iniciativas populares que nos hacen albergar cierta esperanza de que las cosas puedan cambiar algún día o de que el dominio, al menos, no sea tan todopoderoso como parece. En Italia nació hace unos años un movimiento ciudadano desde abajo de amplio espectro contra lo que se dio en llamar la “clase política” y la propia existencia de partidos, es decir, de divisiones del pueblo en partes, facciones o bandas. 

    Este movimiento cristalizó el día 8 de septiembre de 2007 en la celebración en todas las plazas italianas del “Vaffanculo day” (algo así como el “día de vete a tomar por culo”, un corte de mangas a los políticos profesionales) y encontró su portavoz en Beppe Grillo, un cómico o payaso, según sus detractores, que decía en todo caso cosas muy serias, un hombre que estaba fuera del sistema político y que había llegado al corazón de la inmensa mayoría del país, rebelándose contra la existencia y corrupción de esa nueva casta sacerdotal impregnada de poderes divinos de representación otorgados por las urnas.

 

      Los políticos profesionales lo temían, y con razón. Pero ya no tienen motivos para temerlo porque él se ha convertido con el paso del tiempo en uno más de ellos. Dos años después fundó el Movimiento 5 Estrellas. Se presentó a las elecciones en 2013 obteniendo representación parlamentaria. Él, que había acuñado el concepto de “antipolítica” (política de los de abajo, del pueblo llano y soberano que se rebela contra la clase política sacerdotal segregada del sistema de dominación democrático vigente, contra los políticos de arriba) se conviritió enseguida en uno más, en otro político profesional  que hace de la democracia parlamentaria su modus vivendi.

    ¿Hasta cuándo hemos de contemplar cómo las iniciativas populares que surgen de abajo, como vimos aquí mismo en España pocos años después, en 2011 en el movimiento del 15M, son asimiladas por el sistema y neutralizadas? 

    En vez de celebrar un día del año el “vaffanculo day” o día de mandar a tomar vientos a todos los políticos profesionales que nos gobiernan o que aspiran a ello, deberíamos organizar el “vaffanculo EVERY day”, y celebrarlo todos los días del año y en todas las ciudades del mundo, y no sólo en Italia, que es donde nació. 

    También Beppe Grillo se merece ahora un buen corte de mangas: ¡Vete a tomar también tú por el culo, Beppe Grillo: que te den lo mismo que a todos ellos, ya que te has convertido tú también, amigo, en uno de ellos, otra pieza más del engranaje del sistema! De ser la voz del pueblo, de los de abajo te convertiste en otra más de las voces de los de arriba, en otro político profesional. Y es que el pueblo no debe ocuparse de tomar el Poder, sino de destruirlo. El nuevo lema revolucionario no debe ser el manido y sesentayochesco ¡la imaginación al Poder! sino ¡la imaginación contra el Poder!

viernes, 2 de septiembre de 2022

Sinvergonzonería

    La sinvergonzonería de algunos personajones no tiene parangón. El Director General de la Organización Mundial de la Salud, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, que es uno de ellos, ha señalado que se espera -es decir, se teme tanto como se desea que así sea- un considerable aumento de las hospitalizaciones y muertes por COVID-19 en los próximos meses "ante la proximidad de un clima más frío en el hemisferio norte", supongo que quiere decir ante la llegada del invierno.

    Reconoce, sin embargo, la favorable evolución de la pandemia, que se traduce en un “descenso de las muertes notificadas (sc. por COVID-19) en todo el mundo", dato que sin embargo contrasta con el aumento de mortandad por todas las causas que se detecta en muchas comunidades autónomas españolas y en muchos países con altas tasas de vacunación contra dicha enfermedad, pero eso no lo menciona en absoluto.

    Y como de lo que se trata es de meter miedo para que la gente corra a vacunarse si no lo ha hecho ya y a ponerse el refuerzo si está vacunada, ha recordado que las subvariantes de ómicron "son más transmisibles que sus predecesoras”, y ha subrayado, aunque es cosa que no se sabe, que “sigue existiendo el riesgo de que haya variantes aún más transmisibles y peligrosas”

    El peligro teórico de que venga el lobo siempre existe. Pero lo más probable es que si viene se le dé caza pese a tratarse de una especie protegida y en peligro de extinción. La OMS se aprovecha con toda la desfachatez del mundo de la hipótesis teórica, que no práctica de que surja una variante mucho más contagiosa que las actuales que se saltan a la torera la inmunización que decían que proporcionaba el doble suero inyectado, y que sea al contrario que estas, que son bastante inofensivas, mucho más peligrosa, para infundirnos pánico y hacer que corramos a inyectarnos lo que sea.

    Lo único que les interesa a este señor y al organismo que regenta es que aumente a toda costa la cobertura de la vacunación entre las personas de mayor riesgo que según él "sigue siendo demasiado baja, especialmente en los países de bajos ingresos". Pero resulta que en los países de ingresos altos la cobertura le parece todavía muy poca: “el 30% de los trabajadores de la salud y el 20% de las personas mayores siguen sin vacunarse.” Él querría que la tasa de vacunación fuera totalitaria, del 100%, a ser posible sin ningún resquicio. Todos vacunados. Todos protegidos. ¿Por qué, si se ha visto que las vacunas no funcionan? Porque trabaja para la industria farmacéutica de la Gran Farmacopea, que es la que le unta a él y a la organización que timonea. 


    Lo que no se entiende es que afirme con todo el descaro y desparpajo del mundo que estas lagunas o faltas de cobertura que él detecta “suponen un riesgo para todos nosotros”. Si “todos nosotros”, como dice él refiriéndose al setenta u ochenta por ciento de la población mundial, estamos inmunizados no se entiende el riesgo que corre la mayoría porque haya una cuarta parte que no lo esté. En todo caso sería esa minoría no vacunada y desprotegida la que correría el riesgo si la mal llamada vacuna protegiera.

    No se entiende, ya digo, esta terca obstinación en la vacunación que raya en paranoia. El gerifalte cacarea cual gallina clueca: “Así que, por favor, vacúnate si no lo estás, y ponte una dosis de refuerzo si es recomendable que te la pongas”. 

    La pandemia de coronavirus tiene que seguir. Pone este ejemplo, comparándola con la lluvia: “Si sales a caminar bajo la lluvia sin paraguas, fingir que no llueve no te servirá de nada. Te seguirás mojando.” Por supuesto que si llueve y salimos a caminar sin paraguas vamos a mojarnos, pero si tú llevas un paraguas que no abre o que si abre tiene las varillas rotas, vas a mojarte igual que yo que no lo tengo, como recordaba Juan Manuel De Prada en un artículo genial publicado en ABC. Y si tú tienes un paraguas en buen estado y lo abres y te protege de la lluvia ¿qué problema hay en que yo me moje? ¿Vas a solidarizarte conmigo y vas por eso a dejarte empapar bajo la lluvia?

    Estas 'sencillas precauciones' que recomienda para evitar infectarse -vacunarse si uno no lo está o ponerse una dosis de refuerzo si es el caso- no evitan como se ha comprobado la infección ni, en el peor de los casos, enfermar gravemente o morir. ¿De qué sirven si no es para hacer caja? ¿Son acaso un amuleto? ¿O son algo peor que eso? No nos engañemos. 

Una invitación a razonar

    Dice el señor Adhanom que “fingir que un virus mortal no está circulando es un gran riesgo”. Y fingir que circula, digo yo, es una patraña que solo pretende engañar a la gente para que siga sometiéndose a tratamientos experimentales. No deberíamos preocuparnos por lo que no ha pasado ni pasará, sino por lo que pasa ahora mismo. Y ahora mismo no está circulando ningún virus mortal. Fingir que lo está haciendo es faltar a la verdad. En realidad nunca ha circulado ningún virus mortal. 

    La que sí está circulando, y mucho, y habría que preguntarse que por qué, es la Señora de la Guadaña, que está segando vidas con su afilado dalle más de lo normal. Hay, en efecto, un exceso considerable de muertes según revela el Momo, la base de datos de monitorización de la mortalidad. Eso, que es lo que sucede, no le preocupa a este descarado caradura ni tampoco al organismo que dice velar por la salud mundial.

    Tampoco les preocupa mucho a nuestras autoridades sanitarias, que preguntadas sobre el particular, dicen que hay varias causas que explican los óbitos: el calor excesivo que hemos padecido, el envejecimiento de la población -ya se sabe que a los viejos les llega más temprano que tarde la hora de la verdad- y al inexistente pero persistente virus coronado. Vienen en resumidas cuentas a decirnos las susodichas autoridades que, como cantaba Gabinete Caligari, la culpa, que es la versión religiosa de la causa, fue del chachachá.

jueves, 1 de septiembre de 2022

Lo malo y lo peor de internet

    Internet nos entretiene y distrae, hace que nuestros ojos sólo vean lo superficial y no profundicen: vemos las imágenes antes que los textos y las palabras, los textos son breves -en caso contrario no hay quien los lea en la pantalla sin dejarse los ojos en el empeño-, buscamos los nombres propios antes que los comunes, nos despistamos con los vínculos que nos llevan a otra parte, como abejas libando de flor en flor, incapaces de (con)centrarse... 
 
    Navegamos y navegamos sin llegar a buen puerto nunca. No nos encauzamos hacia las ideas y los conceptos que deberíamos combatir y desechar, nos perdemos en las frases largas. Ese es el daño que está haciendo internet: mucha güiquipedia y poca cultura; mucha (demasiada) información, tanta que es imposible no ya procesarla y asimilarla, sino ni siquiera leerla. El lenguaje, cuando se reduce a información, deja de ser lenguaje que piensa por nosotros. La información mata la comunicación.
 
    La Red no sólo suministra la materia para el pensamiento, sino que también condiciona nuestro modo de pensar haciéndolo hiperactivo, acrítico, fragmentario, incapaz de enfrascarse en una sola cosa. 
 
El cíclope, Odilon Redon (h. 1898)
 
    Echamos una ojeada, sin profundizar, saltando de un sitio a otro, cliqueando aquí y acullá como, navegando sin rumbo fijo, como barco a la deriva que se va al garete, naufragando al fin en el mar superabundante de olas informativas no siempre actualizadas que no llegamos a procesar. 
 
    La sede de Google, en Mountain View, California es el santuario supremo de Internet, que se esfuerza en organizar la información mundial y hacerla universalmente accesible y útil, desarrollando “el motor de búsqueda perfecto”. Si no sales en Gúguel (San Gúguel, como dicen algunos santificándolo) es porque no estás en Internet y si no estás en Internet, es porque no existes.
 
 
 
    Algunos, para cerciorarse de su propia existencia, necesitan buscar su nombre propio y apellidos en la Red Informática Universal. Dios está en Internet, ergo Dios existe: yo estoy en internet, luego yo existo como Dios. 
 
    Es interés económico suyo llevarnos a los mortales a la distracción: distraernos de lo que realmente nos importa, de la realidad, que es mentira, con el simulacro de la realidad virtual, que es más falsa todavía. Ni siquiera en vacaciones, ese invento del gobierno para vaciarnos a fin de poder rellenarnos otra vez, somos capaces de desconectar nuestros móviles conectados a la Red y desconectar de nosotros mismos.
 
 
    Quieren distraernos de la realidad de que somos mortales pero no porque vayamos a morir, como creen algunos, sino porque ya estamos muertos. Internet nos ha hecho más superficiales de lo que éramos. ¡Viva la superficialidad, que es lo más profundo!

miércoles, 31 de agosto de 2022

Números irracionales

     Hay que rendir un  homenaje me temo que póstumo ya a los viejos profesores de antaño, a los viejos manuales y libros de texto, a las viejas lecciones magistrales, tan injustamente denostados por las nuevas tecnologías y métodos pedagógicos adoctrinadores modernos.


Viñeta de El Roto

    Aquellos profesores eran personajes reverenciados, cuya autoridad se desprendía de su propio magisterio. Uno de ellos fue mi profesor de matemáticas del instituto, don Gumersindo García, alias Pitagorín, que era un catedrático entusiasta de su ciencia, el número uno, según se contaba, de su promoción y oposición. 

    -En esta vida todas las cosas son o cuentos o cuentas, -solía aseverar, y añadía: -Los cuentos son muy bonitos y están muy bien para dormir a los niños por la noche, pero no son la realidad. Las matemáticas, sin embargo, van a enseñarles a ustedes las cuentas. (Don Gumersindo correspondía al tratamiento que le dábamos de usted ustedeándonos a nosotros). Los números son más útiles que los cuentos, porque sirven para que nos demos cuenta –y nunca mejor dicha esta palabra que él sobreacentuaba- de las cosas en la vida.

    Don Gumersindo era tan bajo como nosotros, por lo que su estatura no nos imponía mucho respeto, pero sí sus años: era un hombre mayor, a punto quizá de jubilarse, delgado y menudo, no nervioso sino puro nervio, que lucía un delgado bigote y una generosa tonsura que dejaba ver su cráneo lustroso. Casi siempre estaba de espaldas a nosotros, sus alumnos de tercero de bachillerato, escribiendo incansablemente en la pizarra, en la que anotaba sus ecuaciones de primero y segundo grado, y borraba una y otra vez con tanta rapidez que no nos daba tiempo a entender sus aritméticos razonamientos y a copiar aquellos vertiginosos cálculos y guarismos que aparecían y desaparecían como por arte de magia en un raudo parpadeo.

    Después de habernos explicado el teorema de Pitágoras y de haber operado con él hasta la saciedad (nunca olvidaré la dichosa cantilena: “en todo triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los catetos al cuadrado”), nos contó un día un cuento de esos que él decía que no eran reales como las cuentas y los números, pero que yo no he podido olvidar: Una vez, el propio genio de Pitágoras según unos, según otros un pitagórico –hubo un aluvión de risas en la clase al oír por primera vez aquella palabra en boca de don Gumersindo, que acalló enseguida-, un tal Hípaso de Metaponto hizo un descubrimiento trascendental. 

     
    Don Gumersindo hablaba muy deprisa, atropelladamente. A veces era realmente difícil seguir el hilo de sus palabras… ¿Cuál fue ese descubrimiento? Había hallado accidentalmente los números irracionales. Los números eran para los pitagóricos la esencia del universo. Cada número del uno al diez tenía para ellos un significado muy especial. Los números tenían sexo: los impares eran masculinos y los pares femeninos. (Nosotros nos reíamos de aquellas extravagantes ocurrencias). Pero había uno especialmente terrorífico, el número que le costó la vida a Hípaso porque era un dígito secreto que tenía que haber permanecido oculto, y que él desveló y sacó a la luz.

    -No crean ustedes que ese descubrimiento era baladí.  Corría el año 520 antes de Cristo. Hípaso, el metapontino, trataba de solucionar allá en el sur de Italia,  un problema muy sencillo que le daba vueltas en la cabeza. Cualquiera de ustedes puede intentar resolverlo ahora como hizo él aplicando el teorema del maestro: ¿Cuál es la longitud de la hipotenusa de un triángulo rectángulo cuyos catetos miden un metro cada uno? Si aplican el teorema resulta que la suma de un metro cuadrado y un metro cuadrado son dos metros cuadrados, si Pitágoras no miente, y no suele hacerlo, por lo que la longitud de la diagonal será  la raíz cuadrada de 2, que no es 1 porque, fíjense bien ustedes, uno por uno es uno, y tampoco es 2 porque dos por dos son cuatro...

    Tiene que ser algo intermedio, que no puede representarse con un número entero y vero. ¿Y cuál es ese dígito? La raíz cuadrada del número 2 es 1,414213562373… donde los tres puntos suspensivos abren una puerta que había estado cerrada hasta entonces, la puerta por donde se cuela el infinito, lo que no tiene fin. Esos puntos que les pongo son los decimales innumerables, fíjense bien en la paradoja,  números innumerables,  que jamás terminaría yo de escribir en todas las pizarras que hay en el mundo. Estaríamos toda una vida ustedes y yo, o, mejor dicho, toda una eternidad calculándolo, y no tendría fin nuestro cómputo jamás. 



    Hípaso había hallado casualmente el primer número irracional de la historia. Y no pudo guardar el secreto, así que lo divulgó. Indignados al enterarse, sus antiguos y fanáticos correligionarios lo expulsaron de la escuela, y, no contentos con eso, le construyeron un cenotafio, una tumba vacía quiere decir el término griego,  con su nombre propio, un sepulcro que estaba esperándolo, como si quisieran darle a entender que efectivamente era hombre muerto para ellos por revelar aquel descubrimiento apocalíptico que hacía que se tambalearan todas sus creencias. 

    Lo más curioso de todo es que el metapontino murió al poco tiempo en unas circunstancias muy misteriosas. Se cuenta que Posidón, el dios griego de los mares que los romanos llamaban Neptuno, se disgustó tanto con él que, como castigo, convocó a todos los vientos, removió las aguas del mar Egeo con su enorme tridente y provocó una terrible tempestad que hizo que nuestro hombre muriera ahogado, víctima del naufragio,  por el sacrilegio cometido de sacar a la luz pública el secreto de la irracionalidad del universo, que debía permanecer oculto en el fondo del mar, dando a entender que si algún otro se atrevía a bucear en sus profundidades y sacarlo a flote como había hecho aquel incauto, perecería ahogado como él y azotado por las olas sin piedad. 

Busto de Pitágoras, museos Capitolinos, Roma.

    Hípaso de Metaponto murió porque había divulgado el secreto matemático mejor guardado: la existencia de un número irracional, una expresión decimal interminable, no periódica, un número infinito. Hay quienes dicen que la nave en la que viajaba a Grecia se fue a pique, como les he contado, por una tempestad muy frecuente en aquellos mares, y  el matemático se ahogó, pero yo les digo a ustedes, y estoy convencido de ello, que fue asesinado y arrojado por la borda por sus antiguos correligionarios a los que había traicionado. Su descubrimiento era peligroso porque ponía en duda los firmes cimientos de una fe que se creía muy sólida. 

    El lema de la secta pitagórica, grabado a la entrada de la escuela, era “Todo es número”, pero resulta que había un número no entero roto en millones de millones de decimales que rompía ese todo en infinitud de miles de pedazos. Ese número no podía expresarse matemáticamente con exactitud porque no tenía fin, lo que demostraba que las matemáticas no eran las ciencias exactas que se creía que eran. Y esto se lo dice a ustedes, fíjense bien, un matemático. 

    Reza un refrán muy antiguo que caballo y caballero no son dos, sino uno y otro. ¿Qué querrá decir eso, señor García Peña?

    El interpelado, que era el empollón de la clase, se levantó como un resorte y respondió al instante: -Que no pueden sumarse peras y manzanas, don Gumersindo, porque son elementos diferentes.

    -Cierto, pero ni siquiera pueden sumarse peras y peras, o manzanas y manzanas, porque no hay dos cosas ni tampoco dos personas exactamente iguales. -Añadió don Gumersindo a la respuesta del alumno. -Además, -prosiguió- el jinete y su montura no constituyen dos seres distintos, dos individuos, sino un solo ser, como don Quijote de la Mancha y Rocinante, como el cuerpo y el alma, como la cara y la cruz de una moneda o, ya que hemos hablado de los griegos, como el centauro de la mitología y de los cuentos.

martes, 30 de agosto de 2022

Un hombre (o lo que es lo mismo una mujer) como Dios manda

No se nace hombre/mujer, se llega a serlo (Άντρας/γυναίκα δε γεννιέσαι, γίνεσαι) era el lema del Athens Pride u Orgullo de Atenas del año 2016 del movimiento LGTB, basado en la celebérrima frase de Simone de Beauvoir: On ne naît pas femme, on le devient (No se nace mujer, se llega a serlo), extraída de su libro de 1949 El segundo sexo
 
 
El lema del orgullo ateniense incluye también a los varones, y viene a decirnos que nazcamos con el sexo 'natural' que nazcamos e independientemente de él, el género atribuido a dicho sexo es una construcción cultural y arbitraria, y por lo tanto una imposición social. La distinción entre sexo (natural, corporal) y género (social, cultural) significa que el sexo biológico es lo que heredamos al nacer, a partir del cual la sociedad impone a través de la educación tanto formal como informal unos patrones de “género”. Si el sexo es el cuerpo, el género sería el alma de ese cuerpo, es decir, la conciencia de ese cuerpo, el estereotipo azul masculino o rosa femenino, la identidad sexual.
 
Rebuscando entre nuestros clásicos el origen de la cita de Simone de Beauvoir, parece que su fuente más cercana cronológicamente sería Erasmo de Rotterdam, que en su tratado sobre la educación De pueris statim ac liberaliter instituendis sóbre cómo educar a los niños, publicado en 1519, escribe: ...los hombres, créeme, no nacen, sino que se hacen (...homines, mihi crede, non nascuntur, sed finguntur).  El contexto en el que aparece la frase es que los árboles nacen, aunque no den fruto o lo den silvestre, y los caballos también nacen, aunque no se utilicen, pero los hombres en sentido general no nacen, sino que deben modelarse. El verbo finguntur, que hemos traducido por 'se hacen', significa básicamente 'se forman, se moldean, se construyen' pero también 'se forjan, se urden, se fraguan' con el sentido de 'se inventan'. De hecho el verbo fingere del que procede ha originado en castellano 'fingir' y 'ficticio''.
 
Retrato de Erasmo de Rotterdam
 
Erasmo, como buen conocedor de los clásicos, se inspira a su vez en Tertuliano, el padre de la iglesia y denominado Cicerón cristiano, que en Apologético (18,4) escribía: fiunt, non nascuntur christiani. (Los cristianos se hacen, llegan a serlo, no nacen). 
 
Cierto es que a Tertuliano le debemos también otra cita que contradice aparentemente la de que el cristiano no nace sino que se hace, y que se ha hecho bastante célebre: ¡Oh testimonio de un alma cristiana por naturaleza! (O testimonium animae naturaliter christianae!). Viene a decir que el alma es por naturaleza cristiana.  Pero como afirma en otra parte hablando del alma humana: No eres, por lo que yo sé, cristiana. Pues (el alma) suele hacerse, no nacer cristiana (Non es, quod sciam, Christiana. Fieri enim, non nasci solet Christiana (sc. Anima). El alma no es o no suele ser, matiza Tertuliano, cristiana por naturaleza.
 
Y Tertuliano, a su vez, seguramente había leído en el tratado de Séneca De ira (2, 10, 6):  Sabe que sabio nadie nace, sino que se hace (scit neminem nasci sapientem sed fieri), frase que suele citarse sin hipotaxis: Sabio nadie nace sino que se hace (nemo nascitur sapiens, sed fit), con lo que conectamos con el refranero castellano, inspirado seguramente en el filósofo cordobés, Nadie nace enseñado, que a veces se cita, como en la novela La Pícara Justina, seguido de: ...si no es a llorar.    
 
 
Lo definitivo de nuestra época, volviendo a la frase del orgullo ateniense de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales es que tanto a varones como a mujeres se nos impone al nacer un género o estereotipo sexual, con el que podemos estar de acuerdo (cisgénero, lo llaman) o no estarlo, y en este caso nos brindan la posibilidad de cambiar de género (transgénero, lo llaman), con lo cual no nos libramos de la dualidad de la dictadura de los géneros, que salen reforzados, como si no hubiera más que uno: ser un hombre o una mujer, que viene a ser lo mismo, como Dios manda, que se decía antes, o como los cánones políticamente correctos nos prescriben en estos tiempos laicos y prácticamente seculares en que uno puede elegir su estereotipo sexual con independencia de su sexo, pero no librarse de estereotipos sexuales. 
 
En ese sentido se me ocurría a mí 'corregir' la frase de Simone de Beauvoir, añadiendo que el destino de la mujer en el siglo XXI que quisiera liberarse de la obligación de ser, es decir, de hacerse mujer y llegar a ser un prototipo femenino era, igual que el destino del varón, hacerse y ser un hombre y llevar los pantalones con todas las de la ley, un hombre como Dios manda, lo que está muy lejos de ser una liberación, sino todo lo contrario: la mujer no nace, sino que se hace... un hombre.

lunes, 29 de agosto de 2022

Guerras, guerras horribles (Bella, horrida bella)

    Desde su fundación en 1776 los Estados Unidos de América han estado permanentemente en guerra 222 años de los 239 de su existencia si contamos hasta el año 2015, por poner ahí un límite convencional, aunque en realidad, desgraciadamente, el cómputo suma y sigue. Ahora mismo sin ir más lejos, en 2022, el Imperio de los Estados Unidos le hace la guerra a Rusia -y llevamos ya seis meses-, una guerra tácita e indirecta manejando a su títere mediático Zelenski y utilizando la invasión rusa de Ucrania como coartada, una guerra políticamente correcta y espectacular, que se presenta como la lucha de la democracia contra el Imperio del Mal de Putin, responsable de todas las crisis habidas y por haber, una guerra  no declarada que subvenciona económicamente con millones de dólares y que jalea, manejando a todos sus vasallos occidentales a través de la OTAN incluido nuestro país...  Dicho de otra manera sólo durante 17 años de los dos siglos largos de su historia ha estado cerrado el templo de Jano bifronte, y ha habido una época de paz.

    Trazo adrede este paralelismo entre el Imperio de los EEUU y el Imperio Romano al mencionar el templo de Jano que había en Roma, equiparando la llamada “pax Americana” y la “pax Romana”: en ambos casos se llama paz no a la ausencia sin más de guerra, sino a la sumisión del mundo al Imperio, castigada la insurgencia con las armas.  Ya lo dijo Cornelio Tácito con la economía lingüística de cinco palabras latinas: miseram seruitutem falso pacem uocant: 'llaman paz falsamente -sin ningún fundamento- a una miserable servidumbre'

 Imagen tomada de Infowars

    El emperador Augusto escribió en sus Res gestae: Ianum Quirinum, quem clausum esse maiores nostri uoluerunt, (el templo de Jano Quirino, que nuestros antepasados quisieron que permaneciese cerrado,) cum per totum imperium populi Romani terra marique esset parta uictoriis pax, (al haberse en todo el dominio del pueblo romano por tierra y por mar logrado a fuerza de victorias la paz,) cum, priusquam nascerer, (ya que, antes de que yo naciera,) condita urbe bis omnino clausum fuisse prodatur memoriae, (desde fundada la Ciudad en dos ocasiones solamente se transmite a la posteridad que había permanecido cerrado), ter me principe senatus claudendum ese censuit (tres veces durante mi Principado consideró el Senado que debía cerrarse)."

    El templo de Jano, en efecto, permanecía abierto en Roma a causa de las continuas guerras. Se cerró bajo el principado de Augusto para significar que reinaba la paz en el Imperio, cuando en realidad proseguían las guerras y continuas luchas en las fronteras, en particular al este del Rin, en la Germania. Las puertas del templo estaban abiertas en tiempo de guerra, prácticamente siempre, como plegaria para que gracias a la mediación del dios pudiera lograrse efectivamente la paz. Huelga decir que estuvieron cerradas en muy pocas ocasiones.

    Jano Quirino es un dios pacífico contrapuesto a Marte, que es el dios de la guerra propiamente dicho y señor de los ejércitos. Su templo estaba dentro de la ciudad, a diferencia del de Marte, que se hallaba extramuros para que, al decir de Vitrubio, no hubiera guerra ni discordia civil en la Urbe, dentro de ella, sino fuera. El mes de enero, Ianuarius en latín, lleva su nombre, porque abre y cierra la puerta el año, igual que el oficio de portero en inglés janitor.


 
    Así como ningún rey, cónsul o emperador romano fue ajeno a la guerra, ningún presidente de los Estados Unidos puede considerarse tampoco un “hombre de paz”: todos, sin excepción, aunque alguno haya sido galardonado paradójicamente con el Premio Nobel de la Paz, han declarado y ejecutado alguna guerra, por lo que son responsables de las que en el mundo han sido. Los Estados Unidos nunca han permanecido una década completa sin un conflicto armado, desde las guerras contra los indígenas y la de la independencia, pasando por la guerra de secesión y la intervención en las dos guerras mundiales y la del Vietnam durante el siglo XX hasta las modernas invasiones, llamadas sarcásticamente en el mundo occidental "misiones de paz",  de Iraq y Afganistán, sin que el simbólico templo de Jano haya estado cerrado más de cinco años seguidos sin un conflicto bélico, y eso solo sucedió una vez durante el período aislacionista de la Gran Depresión (1935-1940).

Imagen del dios Jano con la llave del templo

    La historia de los Estados Unidos, igual que la de la Roma antigua es una sucesión de guerras execrables. No en vano la sibila de Cumas, consultada por Eneas sobre el futuro de la Roma que estaba a punto de fundar,  profetizó una vez una siniestra visión: Bella, horrida bella / et Thybrim multo spumantem sanguine cerno:  Guerras, guerras horribles /  veo y el Tíber que echa en sangre abundante espumarajos,  en el libro sexto de la  Eneida de Virgilio (vv. 86-87). 

Obtengo la información y la cronología completa, para los lectores a los que les interese la historia, de Info Wars, MediaPart.