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lunes, 29 de agosto de 2022

Guerras, guerras horribles (Bella, horrida bella)

    Desde su fundación en 1776 los Estados Unidos de América han estado permanentemente en guerra 222 años de los 239 de su existencia si contamos hasta el año 2015, por poner ahí un límite convencional, aunque en realidad, desgraciadamente, el cómputo suma y sigue. Ahora mismo sin ir más lejos, en 2022, el Imperio de los Estados Unidos le hace la guerra a Rusia -y llevamos ya seis meses-, una guerra tácita e indirecta manejando a su títere mediático Zelenski y utilizando la invasión rusa de Ucrania como coartada, una guerra políticamente correcta y espectacular, que se presenta como la lucha de la democracia contra el Imperio del Mal de Putin, responsable de todas las crisis habidas y por haber, una guerra  no declarada que subvenciona económicamente con millones de dólares y que jalea, manejando a todos sus vasallos occidentales a través de la OTAN incluido nuestro país...  Dicho de otra manera sólo durante 17 años de los dos siglos largos de su historia ha estado cerrado el templo de Jano bifronte, y ha habido una época de paz.

    Trazo adrede este paralelismo entre el Imperio de los EEUU y el Imperio Romano al mencionar el templo de Jano que había en Roma, equiparando la llamada “pax Americana” y la “pax Romana”: en ambos casos se llama paz no a la ausencia sin más de guerra, sino a la sumisión del mundo al Imperio, castigada la insurgencia con las armas.  Ya lo dijo Cornelio Tácito con la economía lingüística de cinco palabras latinas: miseram seruitutem falso pacem uocant: 'llaman paz falsamente -sin ningún fundamento- a una miserable servidumbre'

 Imagen tomada de Infowars

    El emperador Augusto escribió en sus Res gestae: Ianum Quirinum, quem clausum esse maiores nostri uoluerunt, (el templo de Jano Quirino, que nuestros antepasados quisieron que permaneciese cerrado,) cum per totum imperium populi Romani terra marique esset parta uictoriis pax, (al haberse en todo el dominio del pueblo romano por tierra y por mar logrado a fuerza de victorias la paz,) cum, priusquam nascerer, (ya que, antes de que yo naciera,) condita urbe bis omnino clausum fuisse prodatur memoriae, (desde fundada la Ciudad en dos ocasiones solamente se transmite a la posteridad que había permanecido cerrado), ter me principe senatus claudendum ese censuit (tres veces durante mi Principado consideró el Senado que debía cerrarse)."

    El templo de Jano, en efecto, permanecía abierto en Roma a causa de las continuas guerras. Se cerró bajo el principado de Augusto para significar que reinaba la paz en el Imperio, cuando en realidad proseguían las guerras y continuas luchas en las fronteras, en particular al este del Rin, en la Germania. Las puertas del templo estaban abiertas en tiempo de guerra, prácticamente siempre, como plegaria para que gracias a la mediación del dios pudiera lograrse efectivamente la paz. Huelga decir que estuvieron cerradas en muy pocas ocasiones.

    Jano Quirino es un dios pacífico contrapuesto a Marte, que es el dios de la guerra propiamente dicho y señor de los ejércitos. Su templo estaba dentro de la ciudad, a diferencia del de Marte, que se hallaba extramuros para que, al decir de Vitrubio, no hubiera guerra ni discordia civil en la Urbe, dentro de ella, sino fuera. El mes de enero, Ianuarius en latín, lleva su nombre, porque abre y cierra la puerta el año, igual que el oficio de portero en inglés janitor.


 
    Así como ningún rey, cónsul o emperador romano fue ajeno a la guerra, ningún presidente de los Estados Unidos puede considerarse tampoco un “hombre de paz”: todos, sin excepción, aunque alguno haya sido galardonado paradójicamente con el Premio Nobel de la Paz, han declarado y ejecutado alguna guerra, por lo que son responsables de las que en el mundo han sido. Los Estados Unidos nunca han permanecido una década completa sin un conflicto armado, desde las guerras contra los indígenas y la de la independencia, pasando por la guerra de secesión y la intervención en las dos guerras mundiales y la del Vietnam durante el siglo XX hasta las modernas invasiones, llamadas sarcásticamente en el mundo occidental "misiones de paz",  de Iraq y Afganistán, sin que el simbólico templo de Jano haya estado cerrado más de cinco años seguidos sin un conflicto bélico, y eso solo sucedió una vez durante el período aislacionista de la Gran Depresión (1935-1940).

Imagen del dios Jano con la llave del templo

    La historia de los Estados Unidos, igual que la de la Roma antigua es una sucesión de guerras execrables. No en vano la sibila de Cumas, consultada por Eneas sobre el futuro de la Roma que estaba a punto de fundar,  profetizó una vez una siniestra visión: Bella, horrida bella / et Thybrim multo spumantem sanguine cerno:  Guerras, guerras horribles /  veo y el Tíber que echa en sangre abundante espumarajos,  en el libro sexto de la  Eneida de Virgilio (vv. 86-87). 

Obtengo la información y la cronología completa, para los lectores a los que les interese la historia, de Info Wars, MediaPart.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Aumento, augurio y augusto.

Dos dísticos elegíacos de Ovidio, incluidos en el libro primero de los Fastos, versos 609-612, nos aportan una interesante relación etimológica entre los términos latinos augustus -a -um, augurium y el verbo augere, que es el origen de nuestro “aumentar”.

Así dicen los versos en versión original: sancta uocant augusta patres, augusta uocantur / templa sacerdotum rite dicata manu; / huius et augurium dependet origine uerbi, / et quodcumque sua Iuppiter auget ope.

Que podemos traducir rítmicamente más o menos así: Llama el patricio “augusto” a lo santo, y el templo que mano / sacerdotal consagró llámase augusto también; / tiene el “augurio” también su origen en esta palabra, / y lo que con su poder Júpiter hace aumentar.

La raíz indoeuropea *aug- la hallamos en el verbo augere que propiamente significa crecer y hacer crecer; con el sufijo de agente masculino -tor, se forma *aug-tor, que evoluciona a auc-tor, el que hace que algo crezca, de donde derivan nuestro autor, autoría, autoridad, autoritario, autoritarismo, etc. Sobre este auctor con el significado añadido de “garante” y “vendedor” se formaría en latín vulgar *auctoricare, que explica nuestro otorgar.

Al verbo augere en latín tardío se le añadió el sufijo -ment- y se convirtió en augmentare, de donde procede nuestro aumentar, y el francés augmenter.

Señala también Ovidio en sus versos el término augurium, que por la vía culta conservamos en castellano como augurio, y que por evolución oral desembocó en agüero y agorero. Es probable que el saludo vascuence agur derive también de este término. El augurio era la observación e interpretación de los presagios que hacía el augur, lo que en latín se decía augurare, de donde proceden nuestro vulgar agorar y el culto augurar y su compuesto inaugurar.

 

Finalmente llegamos al adjetivo augustus -a -um, que significaba consagrado por los augurios y emprendido con augurios favorables, por lo que acabó siendo sinónimo de santo, venerable, majestuoso... Y fue el título que el senado le dio a Octaviano, por lo que se convirtió en un nombre propio que escribimos con inicial mayúscula, Augusto, origen también de otro nombre, el de san Agustín,  y que fue el nombre que recibió un mes del año en honor del emperador: agosto.