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miércoles, 16 de septiembre de 2020

Aumento, augurio y augusto.

Dos dísticos elegíacos de Ovidio, incluidos en el libro primero de los Fastos, versos 609-612, nos aportan una interesante relación etimológica entre los términos latinos augustus -a -um, augurium y el verbo augere, que es el origen de nuestro “aumentar”.

Así dicen los versos en versión original: sancta uocant augusta patres, augusta uocantur / templa sacerdotum rite dicata manu; / huius et augurium dependet origine uerbi, / et quodcumque sua Iuppiter auget ope.

Que podemos traducir rítmicamente más o menos así: Llama el patricio “augusto” a lo santo, y el templo que mano / sacerdotal consagró llámase augusto también; / tiene el “augurio” también su origen en esta palabra, / y lo que con su poder Júpiter hace aumentar.

La raíz indoeuropea *aug- la hallamos en el verbo augere que propiamente significa crecer y hacer crecer; con el sufijo de agente masculino -tor, se forma *aug-tor, que evoluciona a auc-tor, el que hace que algo crezca, de donde derivan nuestro autor, autoría, autoridad, autoritario, autoritarismo, etc. Sobre este auctor con el significado añadido de “garante” y “vendedor” se formaría en latín vulgar *auctoricare, que explica nuestro otorgar.

Al verbo augere en latín tardío se le añadió el sufijo -ment- y se convirtió en augmentare, de donde procede nuestro aumentar, y el francés augmenter.

Señala también Ovidio en sus versos el término augurium, que por la vía culta conservamos en castellano como augurio, y que por evolución oral desembocó en agüero y agorero. Es probable que el saludo vascuence agur derive también de este término. El augurio era la observación e interpretación de los presagios que hacía el augur, lo que en latín se decía augurare, de donde proceden nuestro vulgar agorar y el culto augurar y su compuesto inaugurar.

 

Finalmente llegamos al adjetivo augustus -a -um, que significaba consagrado por los augurios y emprendido con augurios favorables, por lo que acabó siendo sinónimo de santo, venerable, majestuoso... Y fue el título que el senado le dio a Octaviano, por lo que se convirtió en un nombre propio que escribimos con inicial mayúscula, Augusto, origen también de otro nombre, el de san Agustín,  y que fue el nombre que recibió un mes del año en honor del emperador: agosto.