martes, 29 de marzo de 2022
La cultura de la cancelación y la cancelación de la cultura.
lunes, 28 de marzo de 2022
Stop talking, start acting
domingo, 27 de marzo de 2022
El jardín y la jungla
Y afirmaba, además, el alto representante en la entrevista: "Los europeos hemos construido la Unión como un jardín a la francesa, ordenadito, bonito, cuidado, pero el resto del mundo es una jungla. Y si no queremos que la jungla se coma nuestro jardín tenemos que espabilar". Empleaba dos símiles que han tenido una larga resonancia, en los que conviene detenerse un poco a fin de analizarlos: la Unión Europea era como un pulcro y modesto jardín francés, 'ordenadito, bonito, cuidado'. Uno puede pensar inmediatamente en el parterre de una maison de campagne. Pero habida cuenta de la grandeur del país vecino y de la Unión Europea, que comprende 27 estados miembros, uno puede imaginar mejor un grotesco y barroco jardín versallesco con sus estanques y palacetes, sus fuentes luminosas y sus esculturas grandilocuentes repartidas por doquier...

Nótese que la comparación no se ha establecido con un English garden, que hubiera sido muy poco afortunada porque el Reino Unido se desmarcó de la Unión, como se sabe.
Un error de base es equiparar Europa con Unión Europea, y decir, como hace el señor Borrell, que “los europeos hemos construido la Unión”, como si esta fuera obra de todos los europeos y no de algunos, pues hay países dentro del viejo continente arrebatado y violado por Zeus omnipotente en el célebre rapto de Europa, como el Reino Unido, Noruega o Suiza, que no forman parte de la Unión, por no hablar de Rusia, ubicada entre dos continentes, tan asiática y tan europea sin embargo.
Lo que no mencionó el señor Borrell es que, como ha señalado alguno, para mantener y adecentar ese privilegiado parterre donde él y otros potentados política- y económicamente como él viven muy confortablemente, hace falta mucha mano de obra barata de muchos jardineros -nuevos esclavos que deben ganarse la vida con el sudor malpagado de su frente-, procedentes de la “jungla” exterior, es decir, del resto del planeta.
Pero entendamos lo que entendamos por “jardín a la francesa”, el resto del mundo -atención a la metáfora que viene ahora, que no es una comparación introducida por un 'como' -es una jungla donde entendemos automáticamente que “impera la ley de la selva”, y una jungla que “si no espabilamos”, como dice el susodicho, va a comerse la tajada de nuestro modesto jardincillo. El resto del mundo es la jungla que va a devorar a la Unión Europea poco espabilada.
Las metáforas que utilizamos nos utilizan en realidad a nosotros incrustándose en nuestro lenguaje y en nuestra visión del mundo. Las metáforas empleadas por el señor Borrell no son ingenuas, pecan de eurocentrismo y de racismo por lo tanto: Europa no es el Jardín del Edén donde se respetan los derechos humanos y las libertades democráticas, y el resto del mundo no es la jungla. La barbarie, lo salvaje, la ley de la jungla, también impera dentro de la Unión Europea disfrazada de paloma de la Paz.
(*) Del aplaudido discurso del señor Josep Borrell me quedo con el epílogo final, donde se ensalzan las virtudes (sí, las virtudes) de la pandemia que ya se da por concluida como por arte de encantamiento al haber dado paso a este, como dicen ahora, nuevo escenario de película de guerra: La pandemia abrió la puerta a acciones innovadoras. La pandemia nos ha impulsado por el camino de unirnos más para hacer frente a los virus. Este momento trágico debe impulsarnos a unirnos más para hacer frente a aquellas acciones humanas que amenazan también la vida, la seguridad y la prosperidad de todos.
sábado, 26 de marzo de 2022
El Parque de la Libertad
Una viñeta del inigualable Joaquín Salvador Lavado, alias Quino (1932-2020), que podría titularse El Parque de la Libertad simboliza mejor que ninguna otra nuestra sociedad actual: un niño y su hermano pequeño contemplan un grupo escultórico que representa, bajo una alegoría femenina, la Libertad.
Algunos de sus símbolos son indiscutibles: por ejemplo el gorro frigio de los revolucionarios franceses y de los libertos romanos que reflejaban con dicha prenda su estatuto de libertad recientemente adquirida, las cadenas rotas de sus manos, y la antorcha que ilumina el mundo y sostiene en la diestra, como la célebre estatua neoyorquina. La libertad va acompañada de tres personajes de menor estatura: un hombre con una palma que representa la victoria, otro con un apero de labranza que recibe muchos nombres (pala de ganchos, horca, horquilla)... y una mujer con la cabeza cubierta por un pañuelo y una criatura en sus brazos: representan, sin duda, el pueblo llano que es guiado por la Libertad, cuyo tamaño duplica el del pueblo. Recuerda este grupo escultórico, salvando las distancias, al célebre cuadro de Delacroix: La libertad guiando al pueblo. La libertad de Delacroix enarbola un arma y la bandera tricolor. El pueblo también está armado. La visión de Quino es más amable: no hay banderas que simbolicen la nación y el nacionalismo ni armas. La libertad de Quino tampoco va a pecho descubierto, pero su actitud de guía del pueblo es inconfundible.
¿Qué nos sugiere Quino? Que la Libertad, uno de los valores más importantes, si no el que más, sobre los que dice asentarse nuestra sociedad, brilla paradójicamente por su ausencia.
En otra
viñeta más sarcástica con cierta dosis de
humor negro aunque siempre amable, Quino sugiere lo mismo: Los agentes están poniendo multas a diestro y siniestro. Los ciudadanos, que están haciendo cosas que pudieran estar prohibidas, no saben si lo están o no. Un rótulo les pregunta burlón: ¿A que no saben prohibido qué?

viernes, 25 de marzo de 2022
Teletipos (2)
(oOo)
¿Crímenes de guerra? ¿No es un crimen la guerra misma de lesa humanidad? ¿Hay acaso alguna que, considerada santa o justa, no haya sido esencialmente criminal?
jueves, 24 de marzo de 2022
¿Hay vida?
El prefijo griego bio- se impone por doquier. Hablan de biopolítica, bioeconomía, bioseguridad y biocapitalismo, por ejemplo, sin que se sepa muy bien a ciencia cierta qué matiz le añade el prefijo bio- al significado de la palabra siguiente, ya sea política, economía, seguridad, capitalismo...
Pero el compuesto más antiguo es, sin duda, biología: la ciencia de la vida. Probablemente no haya ninguna otra ciencia que verse sobre un objeto tan escurridizo como este y que sea incapaz de definir. ¿Qué es, en efecto, la vida?
Estudio para telescopio, Gabriel Pérez-Juana (2022)
Todo sea por el progreso de la Ciencia -un gran paso para el futuro de la investigación espacial- y de la Humanidad, con mayúsculas, pero no de los hombres y mujeres de a pie, con minúscula como corresponde a los nombres comunes, corrientes y molientes, que andamos y sobrevivimos por aquí abajo, a los que una curiosidad aún mayor nos empuja a preguntarnos qué es eso de la vida que andan buscando algunos por ahí afuera lanzándose al espacio intergaláctico en una loca carrera sideral.
miércoles, 23 de marzo de 2022
Enfermos aprensivos
ARGAN. -(...) pero tú dirás qué es lo que debe hacer uno cuando está enfermo.
BERALDO. -Nada.
ARGAN. -¿Nada?
BERALDO. -Nada... Guardar reposo y dejar que la misma naturaleza, paulatinamente, se desembarace de los trastornos que la han prendido. Nuestra inquietud, nuestra impaciencia es lo que lo echa todo a perder; y puede decirse que la mayoría de las criaturas mueren de los remedios que les han suministrado y no de las enfermedades.
OoO
Un aforismo de Lichtenberg: Hay enfermedades mortales; hay otras que no matan pero provocan padecimientos y se diagnostican sin mucho análisis; por último, hay otras que sólo se conocen por el microscopio y se manifiestan espantosamente después de ser diagnosticadas. El microscopio es una suerte de hipocondría. Si los hombres se dedicaran a estudiar a fondo las enfermedades microscópicas, tendrían la satisfacción de enfermarse a diario.
Donde Lichtenberg dice 'microscopio' debemos sobreentender hoy no sólo 'electrónico', que todavía no se había inventado en su época, que era el siglo XVIII, sino 'pruebas de Reacción en Cadena de la Polimerasa de Transcripción Inversa' (rtPCR en la lengua del Imperio), dado que algunos víruses, como el SARS COV2 que causa el síndrome de la COVID 19, están formados por ARN que debe transformarse en ADN antes de crecer y multiplicarse por sucesivas amplificaciones.
La PCR, diríamos actualizando a Lichtenberg, es una suerte de hipocondría, que la docta Academia española define como: Afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso con tristeza habitual y preocupación constante y angustiosa por la salud. Y la enfermedad hipondríaca se manifestará espantosamente después de ser diagnosticada con dicha técnica y arte fraudulenta.
Gracias al estudio de las enfermedades microscópicas, como dice Lichtenberg, tendremos la satisfacción de enfermarnos a diario, e incluso de considerarnos y que se nos considere enfermos y consecuentemente, si somos trabajadores asalariados, se nos dé la baja laboral.
martes, 22 de marzo de 2022
Suicidio colectivo
Soprende, leyendo el poema épico e histórico La Farsalia de Lucano, también conocido como prefieren otros por La Guerra Civil, la arenga que el autor pone en boca del tribuno militar Vulteyo, partidario de César en la larga contienda sostenida entre este y Pompeyo (IV, 465-581), dirigida a sus soldados que se encuentran sin escapatoria en la costa de Iliria, rodeados por sus enemigos (que son sus conciudadanos o compatriotas). Tras una breve lucha y siendo ya inminente sin ninguna posibilidad de victoria la derrota de los suyos, Vulteyo no exhorta a sus hombres a conseguir la gloria de morir heroicamente luchando hasta el final y dejándose la vida en el empeño, sino a quitarse ellos mismos personalmente la vida mediante un suicidio colectivo antes de permitir que se la arrebate el enemigo, evitando así la esclavitud y la deshonra de rendirse.
En ese contexto hay que interpretar el verso tantas veces mal entendido con que les anima a quitarse la vida: (Bellum Ciuile, IV 579) ignorantque datos ne quisquam seruiat enses que sir Edward Ridley tradujo al inglés como: ...The sword / was given for this: that none need live a slave, lo que viene a decir que los hombres ignoran que el propósito de la espada es salvar al hombre de esclavitud. Fue grabado, según leo, en los sables de la guadia nacional de París durante la Revolución Francesa, con el sentido de que las armas servían para utilizarlas contra el opresor, dando muerte a los tiranos.
Pero en el discurso de Vulteyo, el verso no está exhortando a sus soldados a usarlas desesperadamente contra el enemigo que los tiene acorralados para lograr una muerte heroica, sino a usarlas contra sí mismos, dándose muerte voluntariamente, una muerte que les librará de caer en la esclavitud. Es una defensa del suicidio. La espada sirve para elegir la muerte antes que la esclavitud, como si fuera uno mismo quien le impide a uno mismo ser libre y tuviera que matarlo, es decir, matar a su enemigo: matar al otro, a su alter ego, matarse a sí mismo.
Escuadrón de suicidio del Frente del Pueblo Judaico (La vida de Brian, 1977)
Hay en el discurso de Vulteyo, que es una defensa en toda regla de la muerte voluntaria, unos versos muy sugerentes pero que no dicen verdad alguna (IV, 517-520): ...agnoscere solis / permissum est, quos iam tangit uicinia fati, / uicturosque dei celant, ut uiuere durent, / felix esse mori: ...Solo saberlo / es dado a quienes ya roza su sino de cerca, y a quienes / van a vivir se lo ocultan los dioses, a fin de que vivan:/ que es una dicha morir.
Pueden relacionarse con el mítico canto del cisne: los cisnes, consagrados como estaban al dios Apolo que les había concedido el don de la adivinación, cuando barruntan que van a morir, vislumbran que la muerte es un bien y mueren plácidamente entonando su cántico más hermoso con el que se despiden de la vida.
El discurso de Vulteyo culminan con el argumento de la felicidad de morir: el felix esse mori: es una dicha morir, el secreto que los dioses sólo revelan a los moribundos que están cerca ya del final de los días que les ha dispuesto la Parca, y que no manifiestan antes porque si lo hicieran nadie querría seguir viviendo y todos adelantarían su hora, la hora como dice a veces la gente con solemnidad, de la verdad.
La locura del suicidio colectivo
instigado por Vulteyo refleja la imagen de una Roma víctima de sí
misma. Pero no se trata
exactamente de un
suicidio dado que los soldados de Vulteyo no se matan a sí mismos
sino entre sí, de modo que prolongan con la vesania de sus actos la agonía de la
guerra civil -todas las guerras son civiles, entre ciudadanos del
mundo-, y la agonía de la guerra sin más, de cualquier guerra, ya que no dejan de ser todas ellas contiendas fratricidas.
lunes, 21 de marzo de 2022
¡Fuera máscar(ill)as!
Aunque la imposición de las máscar(ill)as en la curtida piel del toro ibérico ha sido levantada en espacios exteriores y pronto lo será, por fin, también en los interiores, muchísima gente, traumatizada como está en su inmensa mayoría por la propaganda terrorífica, persiste en embozársela en todos los espacios públicos permanentemente porque así se siente más segura de no contagiar(se), tal es el poder de la publicidad machacona del Régimen vigente.
Este miedo a la muerte que le hemos cogido es estúpido, por dos razones, porque, primera, el peligro de morir del síndrome coronavírico es prácticamente nulo: 0,2 por ciento o 2 por mil; y, segunda, porque la muerte es algo natural a lo que no hay que temer ni tener ni más ni menos miedo que a la vida.
Pero, claro, las máscar(ill)as y todas las restricciones sociales que han impuesto los gobiernos so pretexto de la pandemia nos han enloquecido de forma que a fuerza de inculcarnos el pánico al virus, hemos acabado viralizándolo y olvidando lo esencial: nos hemos olvidado de vivir, como decía la canción.
La evidencia acumulada hasta la fecha sobre la eficacia de las máscar(ill)as, incluidas las asfixiantes FFP2, proveniente tanto de ensayos controlados como de estudios basados en la observación directa, indica que el uso extendido a la población general, incluyendo niños, tiene un impacto nulo a la hora de evitar la propagación de virus respiratorios como la influenza (vulgo gripe) y el coronavirus.
El uso de la máscar(ill)a se recomienda a los profesionales sanitarios durante actuaciones en las que el riesgo de contaminación es alto como, por ejemplo, procedimientos dentales, cirugías y otros tratamientos invasivos como la intubación orotraqueal, etc. También se recomienda a estos profesionales durante el cuidado o la asistencia de pacientes inmunodeprimidos. Y se aconseja finalmente a los enfermos sintomáticos -los enfermos asintomáticos, por definición, no contagian y no son enfermos, sino personas en perfecto estado de salud- cuando estén en lugares cerrados y muy concurridos por personas infectadas. Nunca debió recomendarse -y menos imponerse- a personas sanas como se hizo, habida cuenta de que la evidencia científica era reconocidamente nula o de calidad baja o muy muy baja. Pero era una medida política más que sanitaria.
Los defensores de la reducción de la huella personal de C02 que originamos individualmente en nuestra vida cotidiana pueden estar contentos: la pandemia -no hay mal que para bien no venga- ha provocado la mayor reducción de CO2 de la que tengamos registro de la historia. El uso de máscar(ill)as ha colaborado, queriendo o sin querer, modestamente con el objetivo de desarrollo sostenible de la ONU para la salvación del planeta. Al tragarnos nuestro propio dióxido de carbono hemos rebajado nuestras emisiones de gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático.
Hay quien estima que cada habitante del planeta genera una media de casi cuatro toneladas anuales de CO2, media que se cuadruplica en algunos países como los Estados Unidos por año y por persona.
Nuestros gobernantes, atentos a este fenómeno,
creyeron que encerrándonos y tragándonos nuestras propias emisiones
reduciríamos los gases de efecto invernadero: es verdad. Si dejamos
de respirar, la palmamos. Y si la palmamos ya no nos desplazamos, no
consumimos compulsivamente, no nos alimentamos y no utilizamos los
recursos energéticos, por lo que no contaminamos y salvamos el planeta dejando de habitarlo, dejando de vivir.