El prefijo griego bio- se impone por doquier. Hablan de biopolítica, bioeconomía, bioseguridad y biocapitalismo, por ejemplo, sin que se sepa muy bien a ciencia cierta qué matiz le añade el prefijo bio- al significado de la palabra siguiente, ya sea política, economía, seguridad, capitalismo...
Pero el compuesto más antiguo es, sin duda, biología: la ciencia de la vida. Probablemente no haya ninguna otra ciencia que verse sobre un objeto tan escurridizo como este y que sea incapaz de definir. ¿Qué es, en efecto, la vida?
Estudio para telescopio, Gabriel Pérez-Juana (2022)
El robot explorador y armatoste de la Nasa Curiosity lanzado al espacio en noviembre de 2011, que tardó 8 meses en llegar a Marte, completando un viaje de 567 millones de quilómetros, iba precisamente en busca de
pruebas de vida en el planeta rojo.
Llamaba la atención el nombre que le habían puesto al engendro aquel: curiosity en la lengua del Imperio, como dando a entender a los marcianos que íbamos a su planeta por mera curiosidad: una palabra procedente del latín "curiositatem", la lengua de otro Imperio
muy parecido al actual, de la que quedan restos en castellano
“curiosidad”, italiano “curiosità”, portugués “curiosidade”, francés “curiosité” y hasta en rumano
“curiozitate”.
Todo sea por el progreso de la Ciencia -un gran paso para el futuro de la investigación espacial- y de la Humanidad, con mayúsculas, pero no de los hombres y mujeres de a pie, con minúscula como corresponde a los nombres comunes, corrientes y molientes, que andamos y sobrevivimos por aquí abajo, a los que una curiosidad aún mayor nos empuja a preguntarnos qué es eso de la vida que andan buscando algunos por ahí afuera lanzándose al espacio intergaláctico en una loca carrera sideral.
El origen de la palabra es muy curioso, si vale la redundancia:
deriva del sustantivo “cura” que significa “preocupación, cuidado, interés”. Y
en ese sentido la curiosidad sería el deseo de conocer, el interés que
uno pone en informarse de algo.
Pero así como hay una curiosidad muy sana, que
hay que despertar y cuidar, hay otra que no es buena, la que como dice la gente “mató al gato”. Y es que en la curiosidad
hay mucho también de indiscreción, un deseo de saber lo que no nos
incumbe, un malsano o insano afán de entrometernos en la vida privada de
los
demás y en desentendernos de la nuestra propia y distraernos de lo
principal, de lo que nos concierne a todos, de lo más urgente e inmediato.
El entonces habitante de la Casa Blanca llegó a
regurgitar: "Hoy, en el planeta Marte, Estados Unidos ha hecho Historia".
Celebraba así el citado inquilino que el armatoste de la Nasa culminase
con éxito su misión: su largo viaje de tantísimos
millones de quilómetros, con
todos los esfuerzos y dineros que esa proeza de ingeniería espacial
había costado a las arcas del Imperio y que no son pocos, para dedicarse
a la tarea de buscar pruebas de vida en el planeta marciano y a
retransmitírnoslas.
Todo sea por el progreso de la Ciencia -un gran paso para el futuro de la investigación espacial- y de la Humanidad, con mayúsculas, pero no de los hombres y mujeres de a pie, con minúscula como corresponde a los nombres comunes, corrientes y molientes, que andamos y sobrevivimos por aquí abajo, a los que una curiosidad aún mayor nos empuja a preguntarnos qué es eso de la vida que andan buscando algunos por ahí afuera lanzándose al espacio intergaláctico en una loca carrera sideral.
La
curiosidad por saber si pudo existir vida en Marte en alguna ocasión o
si el planeta
rojo, cuyo nombre debe al dios de la guerra por sinécdoque del color
que lo caracteriza y que es epíteto de la sangre derramada en todas las
batallas, puede
llegar a ser habitable y albergar las condiciones idóneas para la
actividad humana en
un futuro siempre inalcanzable por definición ha llevado a los
ingenieros del Imperio y de
la NASA a emprender esta heroica proeza espacial con la que pretenden,
además, mantenernos entretenidos y distraídos, alienados, como se decía
antes, desviando nuestra atención de lo que realmente nos interesa: ¿Por
qué en lugar de curiosear si hay vida en el espacio exterior no nos
preocupamos de investigar si hay vida aquí en la Tierra? ¿Hay
condiciones idóneas para que se desarrolle la vida, nuestra vida, en el planeta azul, o
sea, aquí y ahora mismo sin ir más lejos por ejemplo?
No
deberíamos preguntarnos, como hacen algunas almas piadosas, si hay vida
después de la muerte (o si la hay en otros planetas y galaxias),
deberíamos preguntarnos si hay vida aquí en la Tierra antes de la muerte
que nos tienen y tenemos prometida. Cuando hacemos uso de razón nos inculcan la
idea de que somos mortales, y eso significa que moriremos, que hemos de
morir, que vamos a morir, pero eso no significa que estemos viviendo, que
estemos vivos. Todos experimentaremos la muerte, pero solo unos pocos,
muy pocos, experimentan la vida a la sazón.
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