Los habitantes de media ciudad de Changái, en concreto de la zona este, están confinados, o sea obligados a permanecer entre las cuatro paredes de su domicilio hasta las cinco de la mañana del 1 de abril. A partir de esta fecha le tocará el turno a la zona oeste. La capital económica china, que cuenta con la friolera escandalosa de 25 millones de habitantes, afronta su peor crisis sanitaria de Covid-19 desde hace dos años.
Se trata de un arresto domiciliario en dos fases con el que las autoridades sanitarias pretenden poner coto a la epidemia. Hasta ahora habían tomado medidas más ligeras como confinamientos de 24 horas en determinados edificios o complejos residenciales, pero ahora se trata, como se ha dicho, de confinar media ciudad, una medida drástica que considera enfermos potenciales a millones de ciudadanos sanos.
La metrópolis asiática se ha convertido en el epicentro de una nueva ola de contagios relacionados con la variante Ómicron del virus coronado, que ha puesto en jaque la estrategia china de reducir el número de casos a cero absoluto, un ideal imposible de alcanzar. La guerra contra el bicho emprendida no pretende paliar sus efectos aplicando medicina curativa, sino eliminar el virus, matándolo como si se tratase de un ser vivo, de la faz de la Tierra para siempre. Esta medida se aplica porque según el ministerio de Sanidad el lunes se produjeron 3.500 nuevos casos positivos en Changái, lo que supone un 3,5 por ciento de casos. Estos casos no son casos clínicos, es decir, enfermos que necesiten cuidados hospitalarios leves o intensivos, sino que la mayoría son falsos positivos, es decir, casos asintomáticos.
A pesar de todas las aplicaciones móviles y los rastreos de los que llegaban al país y de las cuarentenas y confinamientos impuestos, la variante Ómicron pone en jaque la política ridícula de cero Cóvid emprendida por las autoridades sanitarias del país.
Cuando parecía que se había acabado la pesadilla vírica, resulta que despierta el dragón chino, le hacen una PCR y sale positiva. ¿Qué le vamos a hacer? Pues lo que está mandado: arrestar a la gente, castigarla cuatro días sin salir de casa por su mal comportamiento.
La lógica ilógica de las autoridades sanitarias españolas consiste ahora en mantener las mascarillas en interiores para toda la población sana. Los infectados leves pueden hacer vida normal como si fuera un resfriado o gripe sin guardar cuarentena. Al no hacerse más pruebas bajará la incidencia como por arte de magia. El bicho, igual que el Guadiana, se sumerge y hace ahora subterráneo por estos pagos, ocultándose hasta la próxima temporada en que haga su reaparición estelar. (Rita la de los Peines)
ResponderEliminarGracias por el comentario, Rita la de los Peines. Resulta ridícula la pretensión del gobierno chino de cero cóvid. Es harto improbable que el bicho pueda ser erradicado de la faz de la Tierra una vez que le han dado carta de naturaleza. Como tantos otros virus, y al margen de su origen natural o artificial, hay que acostumbrarse a convivir con él, porque “llegó para quedarse”. Eso sí, como bien dices, lo sacarán a relucir cuando a ellos les convenga, sobre todo en la temporada otoño-invierno, y cuando no, lo soterrarán como el Guadiana, como tú bien dices, como están haciendo ahora tapándolo con el parte diario de la guerra de Ucrania, o lo reservarán para los mayores de sesenta años. Un saludo.
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