Ante el inminente estallido de la Tercera y Definitiva (porque a la tercera va la vencida) Guerra Mundial, que será nuclear o no será, las farmacias de Finlandia se quedan sin existencias de pastillas de yoduro de potasio, una sal de yodo que, al parecer, ayuda a la tiroides de los posibles supervivientes de la catástrofe radiactiva a no absorber la radiación externa disminuyendo así el riesgo de padecer cáncer a largo plazo. El miedo a un ataque nuclear dispara la venta del yoduro potásico. Y ante las noticias catastróficas del partido de fútbol Rusia-Ucrania, retransmitido por todas las cadenas, para distracción de los sufridos telespectadores, la gente hace acopio de provisiones y víveres en la vieja Europa. No hay datos de si la venta de papel higiénico ha aumentado, como sucedió al inicio de la pandemia, hace dos años, por el temor que tenía la gente de cagarse de miedo, pese a que se trataba de un virus respiratorio y no gastrointestinal.
De poco sirve cuando cunde el pánico que nos digan que una guerra nuclear acarrearía la total destrucción de tirios y troyanos, por lo que no parece muy probable que ni los unos ni los otros quieran enzarzarse en ella. Pero no parece muy sensato tomar unas pastillas como esas de yoduro de potasio sin prescripción facultativa, como sucedió con las vacunas contra el virus, debido a los efectos secundarios. Ya sabemos, no hace falta que la OMS nos lo recuerde, que a veces son peores los fármacos que las enfermedades que pretenden evitar.
Ovnis intergalácticos de salvamento nos abducirían y conducirían a otro planeta paradisíaco donde sería posible la vida sin guerras, sin viruses, sin desastres climatológicos, y donde viviríamos una perpetua Edad de Oro.
No está mal, mejor que las pastillas de yoduro potásico, plantearse ante la intoxicación informativa que padecemos, una evasión del planeta Tierra, dado que al parecer los extraterrestres no tienen ninguna intención de invadirnos e infligirnos ningún daño, porque no les interesa nuestro desastrado habitáculo, pero sí parece que, como ángeles del cielo benefactores, están dispuestos a ayudarnos y salvarnos.
El anuncio es catastrófico totalmente porque dice
que en cualquier momento puede estallar la Tercera Guerra Mundial (si
no ha estallado ya, digo yo) con la destrucción de Nueva
York, merced a una bomba atómica nuclear, y el arrasamiento de la mayoría de las ciudades
del mundo. Morirán tres cuartas partes de la población mundial, y la mayoría de
las personas que queden vivas, se volverán locas, aseguran. Los supervivientes como mortales que son acabarán también muriendo, salvo que el yoduro de potasio les permita aguantar hasta la llegada de los salvíficos OVNIS o UFOS, que es lo mismo pero en la lengua del Imperio (Unidentified Flying Objects), que los abduzcan a la tierra prometida de Otro Planeta donde se pueda vivir... pero para eso es preciso hacer previamente el curso a distancia que se anuncia, y, además, seguramente, el salvoconducto del pasaporte COVID, por lo que los no-vacunados no deberían hacerse demasiadas ilusiones.
Es tanta la bobería, credo, filiación imbécil y repetición idiota de lo que los medios pregonan, que tal despliegue nunca se agota, pues tras la co(vi)dicia, henos aquí con la nueva orquestación de Putin y la NATO, los rusos por arcaicos con un personaje encarnado, los occidentales más modernos con la legión extranjera de USA en la UE y esa iniciativa privada que moviliza a la gran burocracia y los gobiernos que en ella se amparan para que el estrangulamiento a sus poblaciones y la recaudación de los diezmos que necesitan al menos pueda enarbolarse como una gran causa ucraniana.
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