martes, 15 de marzo de 2022

Guerra neuronal

    Acuso recibo de un artículo titulado The casualties of Empire (Las víctimas del Imperio) escrito por el periodista norteamericano Patrick Lawrence y publicado el 8 de marzo en Consortium News.  Según su análisis, la intención de Washington fue provocar la intervención de Moscú e instigar un conflicto de larga duración que atasque a las fuerzas rusas y deje solos a los ucranianos para librar una resistencia que posiblemente no tenga éxito. No hay otra forma de explicar los miles de millones de dólares en armas y material que Estados Unidos y sus aliados europeos vierten ahora en Ucrania. La estrategia estadounidense requiere, necesariamente, la destrucción de una Ucrania puesta al servicio de las ambiciones imperiales de Estados Unidos, como ha venido y viene sucediendo en los últimos tiempos en Afganistán, Iraq, Libia y Siria por ejemplo.

      Más allá de este análisis, con el que podemos estar de acuerdo, el artículo plantea que los estadounidenses -y sus vasallos europeos también, diríamos nosotros-, nos estamos destruyendo a nosotros mismos. ¿Cómo? ¿En qué sentido? En el de que nosotros también somos víctimas de esta guerra en la que es nuestra mentalidad el campo donde se libra la batalla. 

Empire State Building iluminado con los colores de la bandera ucraniana.
 

  El artículo de Lawrence enriquece bastante el debate sobre la actualidad de la guerra, porque propone analizar la situación en Ucrania a través de un documento de la OTAN de 45 páginas titulado La guerra cognitiva (Cognitive Warfare), que no tiene desperdicio, en donde se asegura que la mente humana se considera ahora como el nuevo dominio de la guerra (the human mind is now being considered as a new domain of war). La intención de este estudio es explorar hasta dónde podemos manipular las mentes de los demás y las nuestras, más allá de todo lo que se haya intentado hasta la fecha: “El cerebro será el campo de batalla del siglo XXI”, afirma el documento. “Los humanos son el dominio en disputa. El objetivo de la guerra cognitiva es convertir a cada ser humano en un arma”.

Guerra en tierra, mar y aire, y en nuestra mente.

     En una subsección titulada Las vulnerabilidades del cerebro humano, (página 13) el informe dice lo siguiente: “En particular, el cerebro es incapaz de distinguir [sic] si la información es correcta o incorrecta; (…) es llevado a creer afirmaciones o mensajes que ya ha escuchado como verdaderos, aunque estos puedan ser falsos; acepta declaraciones como verdaderas, si están respaldadas por evidencia, sin tener en cuenta [sic] la autenticidad de esa evidencia.”

    Y se añade esto, especialmente perverso: “A nivel político y estratégico, sería un error subestimar el impacto de las emociones… Las emociones (esperanza, miedo, humillación) dan forma al mundo y a las relaciones internacionales, y actúan como cámara de eco de las redes sociales.”

    La guerra cognitiva es una ventana que nos permite acceder a métodos diabólicos de propaganda y a poder gestionar la percepción humana de una manera que no tiene precedentes. Estamos ante una manera nueva de librar una guerra, tanto contra las poblaciones nacionales como contra las extranjeras declaradas enemigas.

El objetivo de la guerra cognitiva  son nuestras neuronas.
 

    A propósito de esto, cita Lawrence un fragmento del libro de C. G. Jung Presente y Futuro (1957): La argumentación razonada sólo es factible y fecunda mientras la carga emocional de una situación dada no rebase un determinado punto crítico; en cuanto la temperatura afectiva exceda de dicho punto, la razón se torna inoperante y cede el paso al eslogan y al anhelo quimérico, esto es, a una suerte de estado obsesivo colectivo, el cual, conforme se va acentuando, degenera en epidemia psíquica.

    Lo que viene a decir, en términos más sencillos, que cuando nuestras emociones nos superan, ya no podemos pensar racionalmente o hablar de manera provechosa entre nosotros.

    Parece que la guerra cognitiva funciona, sea o no sea este informe de la OTAN el manual de los propagandistas, y está funcionando en todo su esplendor en el conflicto que ahora ocupa a todos los medios de la guerra de Ucrania para la mayoría de los estadounidenses y europeos.

1 comentario:

  1. Biden colocó a su hijo en una empresa energética en Ucrania y ahora dirige la representación guerrera en Ucrania con energía, contando con el coro Europeo dispuesto a hacer las voces que eleven el clímax y el rédito en esta jodienda.

    Tras la detención y parálisis co-vi-ciada con la seductora y agitada inoculación, nada mejor que proporcionar a las víctimas un reactivo con válvula de escape para la agresión inconsciente a la que han estado sometidas, y todo ello a la antigua usanza: con un chivo expiatorio en el que fijarse mientras son sometidas sin piedad a la usura, robo y experimentación de los caballeros de esta gobernanza, teledirigida con el saber hacer que proporciona el hallazgo cognitivo de la docilidad funcional con crédito social, pues para que el Orden impere es necesaria la adaptación, identificación y fidelidad de cada cual al papel previamente asignado, aunque ello no debe ser óbice para que todos puedan "bajar un grado en el termostato de la calefacción para proporcionar alivio a la caldera".

    Si no sabe qué decir y cómo comportarse mire y escuche a las pantallitas y repita, en la repetición encontrará su sitio, la identificación y el misterio cognitivo.

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