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sábado, 19 de marzo de 2022

¡La tercera no nos la perdemos!

    Comentaba en una entrevista Eduardo Carraso, cantautor chileno fundador del legendario grupo Quilapayún entre otras muchas cosas,   que cuando publicó en su primer disco como solista  “La tercera no me la pierdo” (1996) mucha gente no captó la esencia humorística y de fina ironía de esta canción contra el belicismo y contra la guerra. Algunos llegaron incluso a acusarlo de estar promoviendo nada más y nada menos que la tercera guerra mundial, esa misma guerra que según el presidente del Ejecutivo español, el doctor Sánchez, ya la estamos (vi)viendo ahora mismito. La ironía, declaraba Carrasco, exige una cierta inteligencia. Y no todo el mundo tiene el sentido del humor inteligente para captarla. Aquel disco, titulado "Carrasco" pasó sin mucha pena ni gloria, pero merece la pena escuchar esta canción, a la luz de los acontecimientos actuales que estamos (vi)viendo.

 

     Entre las 'guerras insulsas' que nos ofrecían en los ochenta y los noventa (contra el alcoholismo, contra el SIDA) tenemos que añadir las que han surgido después, una vez entrados en el milenio: la guerra contra la violencia de género, contra el virus asesino, contra el cambio climático... Y finalmente: la Tercera Gran Guerra Mundial, la tercera que es la definitiva por aquello de que a la tercera va la vencida, la que ya estamos (vi)viendo en todas nuestrs pantallas:  La tercera no me la pierdo, letra y música del compositor chileno Eduardo Carrasco (1996):

La III Guerra Mundial es la que estamos (vi)viendo
 

  Me perdí la del catorce / por no haber aún nacido: / el festín de los cañones, / la fiesta del estallido. / Me los perdí, mala suerte, / las bombas con sus silbidos, / las trincheras en el frente, / el fusil, los alaridos.

Después vino la segunda / y fue mejor todavía, / pero como yo era un niño / no fui de la artillería. / Me regalaban fusiles, / pistolas de fantasía, / pero no causaban daño: / eran pura porquería.

Podré perderme disputas, / peleas sin atractivo, / jaleos en el Estadio, / divorcios consecutivos. / Podré perderme una rosca / en algún día festivo, / pero la próxima guerra, / esa, por ningún motivo.

Hubo aquí muy buenas guerras / con occisos* eminentes, / murió hasta Pedro'e Valdivia** / y muchísima más gente. / Murieron conquistadores, / los indios altivamente, / pero yo me las perdí / porque no estaba presente.

Y una guerra muy mentada / fue la de la Independencia: / se mataron españoles / con patriótica licencia; / con la pólvora y la espada / se les hizo resistencia, / pero yo me quedé afuera: / ¡me la perdí por ausencia!

Me perdí las guerras santas, / las diecisiete cruzadas. / Jamás corté una cabeza, / ni una sola rebanada. / Apenas alguna vez / he dado una bofetada / y a lo más, en los sesenta / construí una barricada.

Me ofrecen guerras insulsas / que no están a mi medida: / guerra contra el alcoholismo, / guerra también contra el SIDA. / Yo quiero una buena guerra / para mi furia homicida / y esta tercera que viene / me la tengo prometida.

Guerras con gases malignos, / con sablazos y escopetas, / guerras de grueso calibre / con tanques y bayonetas. / Y si nos quedamos cortos / pongamos más altas metas: / ¡Hagamos esta tercera / pa' acabar con el planeta!
 
*occiso: (del latín occisus, matado)  muerto violentamente.
**Pedro de Valdivia (1497-1553): conquistador extremeño que acompañó a Pizarro a América, dirigió la conquista de Chile, y fundó las ciudades más antiguas del país, entre ellas su capital Santiago. Emprendió la guerra del Arauco contra el pueblo mapuche y murió en la batalla de Tucapel.

 
 
Incluyo esta otra versión del mismo tema, habida cuenta de lo poco que duran algunos vídeos en esta plataforma.
 

domingo, 6 de marzo de 2022

Operación salvamento: ¡sávese el que pueda!

    Ante el inminente estallido de la Tercera y Definitiva (porque a la tercera va la vencida) Guerra Mundial, que será nuclear o no será, las farmacias de Finlandia se quedan sin existencias de pastillas de yoduro de potasio, una sal de yodo que, al parecer, ayuda a la tiroides de los posibles supervivientes de la catástrofe radiactiva a no absorber la radiación externa disminuyendo así el riesgo de padecer cáncer a largo plazo. El miedo a un ataque nuclear dispara la venta del yoduro potásico. Y ante las noticias catastróficas del partido de fútbol Rusia-Ucrania, retransmitido por todas las cadenas, para distracción de los sufridos telespectadores, la gente hace acopio de provisiones y víveres en la vieja Europa. No hay datos de si la venta de papel higiénico ha aumentado, como sucedió al inicio de la pandemia, hace dos años, por el temor que tenía la gente de cagarse de miedo, pese a que se trataba de un virus respiratorio y no gastrointestinal.


     La tecnología, que avanza que es una barbaridad, ha logrado que las actuales bombas nucleares tengan una potencia mucho mayor que las lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Ayer informaba la prensa de que la Bomba del Zar que posee Rusia era 3.800 veces más potente que la atómica, pero es que, además, la radiación generada es de tal índole que no hay ninguna posibilidad de sobrevivir si uno no muere víctima de la explosión. Pocas probablidades hay de sobrevivir, pero quizá sería mejor morir en el acto de repente que sobrevivir y padecer los efectos perniciosos de la radiación que acabarían acarreando una muerte lenta y dolorosa. ¡Que Dios nos coja confesados!

    De poco sirve cuando cunde el pánico que nos digan que una guerra nuclear acarrearía la total destrucción de tirios y troyanos, por lo que no parece muy probable que ni los unos ni los otros quieran enzarzarse en ella. Pero no parece muy sensato tomar unas pastillas como esas de yoduro de potasio sin prescripción facultativa, como sucedió con las vacunas contra el virus, debido a los efectos secundarios. Ya sabemos, no hace falta que la OMS nos lo recuerde, que a veces son peores los fármacos que las enfermedades que pretenden evitar.


     Ante el estallido de la Tercera Guerra Mundial hay quienes proponen otro tipo de soluciones, como un simpático “Curso a Distancia de Preparación, para Ser Llevado a Otro Planeta y Librarse de la Catástrofe”. No se aclara en el cartel de la propuesta si el curso a distancia de abducción extraterrestre se realizará telemática- o telepáticamente.

     Ovnis intergalácticos de salvamento nos abducirían y conducirían a otro planeta paradisíaco donde sería posible la vida sin guerras, sin viruses, sin desastres climatológicos, y donde viviríamos una perpetua Edad de Oro.

 


  No está mal, mejor que las pastillas de yoduro potásico, plantearse ante la intoxicación informativa que padecemos, una evasión del planeta Tierra, dado que al parecer los extraterrestres no tienen ninguna intención de invadirnos e infligirnos ningún daño, porque no les interesa nuestro desastrado habitáculo, pero sí parece que, como ángeles del cielo benefactores, están dispuestos a ayudarnos y salvarnos.

    El anuncio es catastrófico totalmente porque dice que en cualquier momento puede estallar la Tercera Guerra Mundial (si no ha estallado ya, digo yo) con la destrucción de Nueva York, merced a una bomba atómica nuclear, y el arrasamiento de la mayoría de las ciudades del mundo. Morirán tres cuartas partes de la población mundial, y la mayoría de las personas que queden vivas, se volverán locas, aseguran. Los supervivientes como mortales que son acabarán también muriendo, salvo que el yoduro de potasio les permita aguantar hasta la llegada de los salvíficos OVNIS o UFOS, que es lo mismo pero en la lengua del Imperio (Unidentified Flying Objects), que los abduzcan a la tierra prometida de Otro Planeta donde se pueda vivir... pero para eso es preciso hacer previamente el curso a distancia que se anuncia, y, además, seguramente, el salvoconducto del pasaporte COVID, por lo que los no-vacunados no deberían hacerse demasiadas ilusiones.