lunes, 7 de febrero de 2022

Byung-Chul Han y Prometeo

    En el prólogo de  “La sociedad del cansancio” reflexiona Byung-Chul Han, el filósofo coreano que escribe en aelmán, sobre el mito de Prometeo y el águila, y afirma que el águila que devora el hígado en constante crecimiento del titán no es un enemigo externo, sino “su alter ego, con el cual está en guerra”. Vista así, la relación del águila y Prometeo es una relación de autoexplotación: Prometeo es Prometeo y es también el águila que engulle su hígado, que, por su parte, se regenera para poder seguir siendo devorado día tras día: Prometeo es a la vez la víctima y el verdugo de sí mismo. 
 
  Prometeo, Theodoor-Rombouts (1597-1637)

    ¿Hará falta traer a cuento aquí una vez más aquello de Horacio de Quid rides? Mutato nomine, fabula de te narratur; o sea: ¿De qué te ríes? Cambiado el nombre, la historia habla de ti mismo? No, no hace falta, creo yo. Donde se dice Prometeo y el águila pongamos nuestro nombre propio, y veamos enseguida cómo el sufrimiento que creíamos ajeno nos atañe más de lo que parecía a simple vista, nos resulta enseguida muy entrañable, en el verdadero sentido de la palabra, porque nace de nuestra propia entraña, porque esa historia es nuestra propia historia,  nuestra autobiografía.
 
           En algunas versiones del mito de Prometeo el ave que devora las entrañas del titán no es un águila sino un buitre Un buen ejemplo es este óleo sobre tela titulado Prometeo encadenado (ca. 1883) del pintor chileno Pedro Lira (1845-1912):
 


    Si en el siglo pasado la sociedad era disciplinaria y represiva, según la apreciación de Foucault, la actual del siglo XXI es permisiva. Hemos pasado de ser sujetos de obediencia a ser sujetos de rendimiento, en expresión de Byung-Chul Han, convirtiéndonos en emprendedores, lo que no quiere decir que seamos libres. Hace bien el autor en recordarnos la etimología de “sujeto”, del latín sub-iectus, es decir, “sometido, subyugado” a nosotros que vivimos bajo una ilusión de libertad. Byung-Chul Han hace hincapié en que el sistema democrático y neoliberal de dominación vigente, más sutil que los regímenes dictatoriales anteriores, "en lugar de emplear el poder opresor, utiliza un poder seductor, inteligente (smart), que consigue que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación".

    El paso de sujeto de obediencia (Foucault) a sujeto de rendimiento (Byung-Chul Han) no es una liberación, como podría parecer a primera vista, sino todo lo contrario: El sujeto de rendimiento sigue disciplinado, ha superado esa fase, pero en la superación se ha encontrado con una enfermedad: la depresión. El individuo ya no sigue un modelo autoritario y prohibitivo exterior a él, sino que él mismo se autoimpone la obligación de ser él mismo, entrando en lo que  Alain Ehrenberg llama “la fatigue d’ être soi-même”, el cansancio de ser uno mismo.

    Según Byung-Chul Han lo que causa la depresión no es sólo esa fatiga de ser uno el que es, sino también la exigencia de rendimiento,  llegando a ser uno un “animal laborans” un ser que se explota a sí mismo, voluntariamente, sin coacción externa. Volvemos a Prometeo y el águila, nuestro alter ego

 Byung-Chul Han

    El sujeto de rendimiento, que somos los hombres y mujeres asimiladas a los hombres del siglo XXI,  está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo. De esta manera, no está sometido aparentemente a nadie, o, mejor dicho,  está sometido a alguien, al dictador más difícil de desenmascarar: a sí mismo.

    El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado sin ser consciente de su dualidad. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse. Vivimos en una fase histórica particular, en la que la propia libertad genera coerciones.

    Para Karl Marx, el trabajo conducía a la alienación. Por eso decía que el trabajo era una autodesrealización. En nuestra época, el trabajo se presenta en forma de libertad y autorealización. Me (auto)exploto, pero creo que me realizo. Esta autoexplotación es más eficaz que la explotación ajena a la que se refería el marxismo, porque va acompañada de una ilusión –falsa como todas- de libertad. La lucha de clases sigue existiendo, pero esta vez dentro de cada individuo, como ya descubrió el psicoanálisis.


    El capitalismo convertido en neoliberalismo convierte a su vez al trabajador en emprendedor -empresario es término ya obsoleto- que se explota a sí mismo en su empresa, y se hace amo y esclavo de sí mismo. Nos sentimos libres mientras nos esclavizamos. Somos esclavos que se creen libres. Esta libertad imaginada impide la resistencia, la revolución.  Este proceso no requiere nuestra obediencia, sino el desarrollo de nuestros gustos personales y personalidad individual propia. Cada uno se somete al sistema de poder mientras se comunique y consuma, o incluso mientras pulse el botón de «me gusta» en Facebook o en Twitter. El poder inteligente no nos obliga a callarnos. Más bien todo lo contrario: nos anima a opinar continuamente en el smartphone y las redes sociales, a dar rienda suelta a nuestra libertad de expresar cualquier sandez que nos pase por la cabeza, a compartir, a participar, a comunicar nuestros deseos, nuestras necesidades, y a contar sin pudor alguno nuestra vida, esa farsa que todos llevamos a cabo (Arthur Rimbaud). Quizá no esté  mal, como conclusión, recordar aquí al viejo maestro cordobés, a Séneca: Nulla seruitus turpior est quam uoluntaria. Ninguna esclavitud es más vergonzosa que la voluntaria.

domingo, 6 de febrero de 2022

Corazón de niño

    El célebre guitarrista Eric Clapton, laureado con 17 premios Grammy, ha afirmado en una entrevista en la cadena “The Real Music Observer” que las personas que se han vacunado contra la covid-19, la inmensa mayoría, estaban bajo los efectos de una “hipnosis colectiva” y eran víctimas de “publicidad subliminal” fomentadas por los gobiernos, los media y los laboratorios farmacéuticos. 
 
    Los mass media, obviamente, no han perdido la ocasión de echarse sobre él enseguida para desacreditarle. «Los delirios antivacunas de Eric Clapton», tituló CNEWS, argumentando que el concepto de hipnosis colectiva, del que Eric Clapton se hace eco, era una “teoría infundada y conspiracionista”. Igualmente el Huffington Post consideraba que esa afirmación se hace “en el marco de la propaganda anti-vacuna” y se trata de una “teoría infundada”, evocada por el doctor Malone. 
 
     Esta teoría de la “psicosis de formación de masas” afirma que las personas vacunadas han sido hipnotizadas por la industria farmacéutica y los gobiernos para creer en la eficacia de la vacuna. 
 
 
   El concepto de psicosis colectiva (a mass formation psychosis) cobró auge a raíz de una entrevista que le hicieron el año pasado al epidemiólogo y biólogo molecular Robert Malone en el podcast "The Joe Rogan Experience", donde establecía una analogía entre lo que estaba sucediendo entonces (y suma y sigue)  y lo que sucedió en Alemania durante las décadas de 1920 y 1930: they had a highly intelligent, highly educated population, and they went barking mad: "tenían una población muy inteligente y muy educada y se volvieron locos". Hacía referencia, claro está, al desarrollo de la ideología nazi en la sociedad alemana de aquellas décadas. 
 
    Las declaraciones de Malone enseguida pusieron en pie de furibunda guerra a los media contra él, pese a que es el inventor de la tecnología del ARN mensajero utilizada por las vacunas Pfizer y Moderna, y le tildaban de “escéptico de las vacunas”, aprovechando de paso para calificar el podcast "The Joe Rogan Experience", el más escuchado en los Estados Unidos, como un «podcast de extrema-derecha». 
 
    La Vanguardia que titula objetivamente “El compositor británico Eric Clapton ha vuelto a sembrar la polémica por sus opiniones acerca de la crisis sanitaria que estamos viviendo”, acababa dictando sentencia sobre las declaraciones de Eric Clapton y descalificándolas: “Las afirmaciones del músico son falsas, pues no existe información científica que sugiera que las vacunas funcionan como un instrumento de control masivo. Por el contrario, sí existe numerosa evidencia sobre los beneficios de las vacunas para combatir la pandemia de covid”. 
 
    El País, por su parte, titulaba: El extraño caso de Eric Clapton: Cómo un mito se ha convertido en un tipo desagradable. 

 

    EricClapton nos ha regalado, por otra parte, este hermoso tema "Heart of a time", grabado el 24 de diciembre de 2021, la pasada Nochebuena que merece la pena escuchar. “Heart of a Child” es una melodía dolorosamente hermosa y a la vez una canción protesta -el cantante ha confesado que está componiendo muchas a estas alturas de su carrera dada su militancia en contra de las restricciones impuestas por la dictadura de las autoridades sanitarias, como Stand and deliver con letra de Van Morrison y This has gotta stop. El nuevo tema ofrece un testimonio poderoso de un joven que está a punto de suicidarse como consecuencia del aislamiento forzado del encierro sufrido, que lamenta el fallecimiento de su padre (y amigo de Clapton), diciéndole que recuerde a su hija pequeña a la que dejaría huérfana si se quita la vida. Las imágenes del videoclip ilustran la letra de una canción que pone el dedo en la llaga de un aspecto del régimen sanitario impuesto que rara vez se aborda: lo que está costando en el ámbito de la salud mental no el presunto virus letal en sí, sino las medidas adoptadas para combatirlo: la prohibición del contacto humano, la mascarilla que vela la sonrisa, y el miedo irracional a la muerte que se ha instilado, a lo que son especialmente susceptibles los jóvenes, pánico que puede empujar, paradójicamente, a la propia muerte voluntaria.


     He aquí la letra en versión original, coescrita con su amigo Robin Monotti, al que la revista Rolling Stone califica de "vaccine skeptic": Put down that gun, boy, / don’t blow your life away. / We’re going to need you / make it through the day. / They put it to you, / they put it in your head, / made you believe that / you’d be better off dead. / But don’t break the heart of your child / Don’t let the fear drive you wild. / We lost the love of a man / I was proud to know. / They locked you down, boy, / made you grieve alone. / Turn off the tv, / throw your phone away, / don’t you remember / what your daddy used to say. / Don’t break the heart of your child, / don’t let your fear drive you wild. / The pain you’re feeling / cuts me to the bone. / I’m right there with you, boy. / You’ll never be alone. / There’s someone else here, / someone who can’t complain. / She don’t know if you’ll be / coming home again. / Don’t break the heart of this child, / don’t let your tears drive you wild. / Don’t break the heart of your child, / don’t let your tears drive you wild.
 
Y una traducción: Suelta esa pistola, chico, / no arruines tu vida. / Vamos a necesitar que tú / logres pasar el día. / Te lo metieron a ti , / te lo metieron en la cabeza, / te hicieron creer que / estarías mejor muerto. / Pero no rompas el corazón de tu niño, / no dejes que el miedo te vuelva loco. / Perdimos el amor de un hombre / que yo estaba orgulloso de conocer. / Te encerraron, chico, / e hicieron llorar solo. / Apaga la televisión, / tira tu teléfono. / ¿No recuerdas / lo que tu padre solía decir? / No rompas el corazón de tu niño, / no dejes que tu miedo te vuelva loco. / El dolor que sientes / me cala hasta los huesos. / Estoy a tu lado, chico. / Nunca estarás solo. / Hay alguien más aquí, / alguien que no puede quejarse. / Ella no sabe si vas / a volver a casa. / No rompas el corazón de esta criatura, / no dejes que tus lágrimas te vuelvan loco. / No rompas el corazón de tu criatura, / no dejes que tus lágrimas te vuelvan loco.

sábado, 5 de febrero de 2022

Series en serie

    El término 'serie', documentado en nuestra lengua hace algo más de quinientos años, procede del latín 'series' con el significado de sucesión ininterrumpida, encadenamiento, y se define como “conjunto de cosas que se suceden unas a otras y que están relacionadas entre sí”. Está emparentado con el verbo latino 'serere' que significa 'entretejer, encadenar, unir en fila', cuya raíz resuena en castellano en numerosas palabras como aserto, disertar, desertar, insertar, ensartar, injertar...

    En cuanto a sus usos, se utiliza la expresión en serie para referirse a un método de producción que fabrica objetos idénticos mediante medios mecánicos. También empleamos la expresión contraria fuera de serie para referirnos a una fabricación esmerada y excepcional que la distingue de los productos fabricados en cadena.

    La palabra está de actualidad porque se habla, por ejemplo, de asesinos en serie (serial killers en la lengua del Imperio), o de series de olas, que dicen los surfistas, para referirse a las que ellos surfean, pero también a las olas de la pandemia. En España, en efecto, ya se ha contabilizado, según los expertos, una serie de seis olas en los dos últimos años, por lo que ahora estamos remontando, dicen, la sexta 'ola' de la serie. En Francia, sin embargo, van por la quinta... 

    Muchísimo antes del confinamiento, ya eran populares los seriales, término derivado de serie que según la docta Academia era una 'obra radiofónica o televisiva que se difunde en emisiones sucesivas'. En los años setenta se hizo famoso en España el serial radiofónico Simplemente María que tanto hizo llorar a tantas amas de casa. Ahora, caído en desuso ese término de 'serial', se habla simplemente de series audiovisuales como pasto de entretenimiento de las masas de individuos. A raíz precisamente del confinamiento se ha visto incrementada su popularidad que la crisis sanitaria ha venido a dar un largo impulso, parejo al desarrollo de la industria tecnológica a través de la Red. No sólo se ha fomentado el trabajo on line, sino también el ocio en las largas tardes y noches del encierro. 

 

    Que las series o seriales televisivos son subproductos de pésimo gusto, insuperable mediocridad, y política- e ideológicamente sesgados es algo innegable que no merece la pena que discutamos mucho. Cualquiera que se haya enganchado a alguno de estos seriales puede corroborar que vienen a ser algo así como los libros de caballerías que enloquecieron a Don Quijote sorbiéndole los sesos.

    Más interesante resulta constatar que forman parte de una estrategia de los medios de formación y entretenimiento de masas de robarle a la gente su tiempo, ofreciéndole un sucedáneo de la actualidad y, de alguna forma, un analgésico, aprovechando precisamente que la gente debía confinarse en casa bajo arresto domiciliario para 'salvar vidas'. ¿Qué va a hacer uno, cuando no es un trabajador esencial, para matar las largas horas durante un confinamiento? Pues engancharse a una serie elegida por él dentro de un repertorio más o menos amplio de plataformas de streaming como Netflix, Disney+, HBO Max, Movistar+ Lite, Prime Video, Filmin y SKY, que ofrecen un amplio catálogo de varios tipos de contenidos previo pago.


     Son muchas las horas, las temporadas, de estos seriales que pretenden engancharnos con argumentos grotescos y rocambolescos, con constantes proyecciones hacia el futuro y flashbacks o escenas retrospectivas, con la inevitable aparición de algún deus ex machina que resuelve al final los desaguisados de las tramas enrevesadas a que nos tienen acostumbrados, destinados a consumir nuestro tiempo de ocio, un tiempo que podría emplearse en otros quehaceres mucho más interesantes y creativos. La visión de series nos convierte en espectadores o receptores pasivos dentro de esta sociedad del espectáculo, en consumidores de subproductos culturales que no hacen otra cosa más que repetir los estereotipos consabidos.

    Nos roban nuestro tiempo so pretexto de entretenernos y de evadirnos de la realidad, acabando para ello con la regla de oro del arte cinematográfica que era la hora y media que debía durar una película, o una obra teatral, que quisiera captar nuestra atención: menos es quizá poco y más es mucho, demasiado.

    Hay quienes dicen que las series vienen a ser «un nuevo cine», la continuidad del cine por otros medios. De hecho no pocas películas se conciben ya como series televisivas no porque se hagan pensando en segundas y sucesivas partes, que nunca fueron buenas, sino en futuras secuelas y hasta precuelas. Se ha resucitado así en el cine el concepto de trilogía (y tetralogía, si añadimos el drama satírico), tomado de los festivales teatrales griegos en Atenas, cuya representación en serie conllevaba tres tragedias y el drama satírico. Conservamos, por ejemplo, íntegra la Orestíada de Ésquilo, compuesta por Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides, faltándonos el drama satírico, Proteo, que cerraba la trilogía y no se ha conservado. El público asistía an Atenas a una larga tarde de teatro, un atracón de tragedias, una catarsis que podía durar hasta siete horas. El argumento, tomado generalmente de la mitología, era conocido por el público, pero el espectáculo era algo pocas veces visto, parecido a una ópera moderna de música, poesía y baile que se representaba 'en vivo y en directo' ante un público numeroso, como nuestro teatro o nuestro cine. Las series, sin embargo, de las que estamos hablando se representan en privado, en la intimidad o soledad del hogar. No necesitamos asistir al teatro, sino que este entra en nuestro hogar a través del televisor o el ordenador.


     Convendría preguntarse si valió la pena tragarse no sé cuántas horas de pantalla, temporadas y episodios, para asistir a la adulteración gradual de un relato, un personaje, un argumento que pretende sorprendernos a cualquier costa con increíbles retorcimientos y trucos baratos de abracadabra. Démonos cuenta de que los mecanismos utilizados para capturar nuestra atención usados por las plataformas de streaming tienen más elementos en común con Silicon Valley y las redes sociales que con Hollywood y el cine clásico. ¿Qué opinar de un género cuya modalidad de consumo prototípica es el binge-watching, expresión que se traduce, literalmente, por “atracón visual o maratón de series”, en la que el espectador se traga todos los episodios de una sentada, fenómeno fomentado por algunas de estas plataformas, ya que cuando acabas de ver un capítulo, si no pulsas el botón que detenga inmediatamente la emisión, comienza el siguiente enganchándote en pocos segundos? ¿Qué vamos a decir aquí de un género que tiene “fans” antes que “espectadores”, o, peor aún, “serieadictos”, otro neologismo más que elocuente que anda circulando por Internet? 

 


     Desengañémonos: Las series son un dispositivo diseñado para tenernos el mayor tiempo posible enganchados frente a la pantalla que, de paso, nos cuentan una historia cuyo argumento no enriquece en absoluto al espectador, ni lo incomoda cuestionando su forma de vida y el rumbo del sistema que lo fomenta, y son un producto de entretenimiento, artísticamente pobre y maniqueo que no merece mucho la pena siquiera que sigamos hablando de ello, la verdad.

viernes, 4 de febrero de 2022

Varios telegramas y una profecía

El protocolo sanitario que impone el Ministerio de Sanidad puede transformar a las personas en pacientes sin estar enfermos, malades imaginaires, asintomáticos. 

La ministra de Sanidad ha reiterado que la mascarilla dejará de ser obligatoria "pronto" en espacios exteriores: "Ha cumplido el papel que tenía que cumplir".


(Aduersus paedagogos) Los pedagogos, como gansos que van a la zaga de sus polluelos guiándolos a picotazos, llevan así a los escolares al mercado del trabajo.

Este mundo, la llamada realidad implícita en la frase “esto es lo que hay”, ha sido puesto delante de nuestros ojos a guisa de venda para ocultarnos la verdad.

Inversión de carga de prueba: Sólo se libra uno de la sospecha general de perjudicar potencialmente la salud de los demás si presenta un certificado sanitario.

¿Por qué se censura al mensajero que da cuenta de la existencia de una conspiración? Porque si no se menciona, pasa desapercibida, cual pistola con silenciador. 

El hexámetro 688 del poema Trabajos y Días de Hesíodo reza: χρήματα γὰρ ψυχὴ πέλεται δειλοῖσι βροτοῖσιν: Que es para el desgraciado mortal el dinero la vida.

  
Todo el mundo bajo sospecha: Uno tiene que demostrar fehacientemente que sus acciones no favorecen la propagación del virus o el cambio del clima de la Tierra.
 
  

El anuncio continuo de la inminente catástrofe, extrínseca y futura, es la tapadera ideal para hacernos olvidar la presente e intrínseca, catastrófica realidad. 

Cita Erasmo en sus Adagios este trímetro yámbico de una comedia perdida: Τἀργύριόν ἐστιν αἷμα καὶ ψυχὴ βροτοῖς El dinero es la sangre y el alma de un mortal.

Hay un altruismo esencialmente egoísta, disfrazado de solidario y humanitario, tras el que se ocultan deseos inconfesables de salvación y promoción individual.

Agustín de Hipona, antes de ser canonizado como santo: “Si se me pregunta qué es, no lo sé, pero si no se me lo pregunta, lo sé”, dejó escrito sobre el tiempo. 

 


oOo

Profecía apocalíptica: El fin del mundo entendido como aniquilamiento de toda forma de vida humana inteligente sobre la faz del planeta Tierra no tendrá lugar en un futuro más o menos inmediato o lejano por la sencilla razón de que ya se ha producido y sucedido. 

jueves, 3 de febrero de 2022

"¡A ver si vas a saber tú más que la Ciencia!"

Jacques Lacan (1974): La ciencia sustituye a la religión, y es mucho más despótica, obtusa y oscurantista... Para mí la única ciencia verdadera, seria, que hay que seguir es la ciencia-ficción.
 
Jacques Lacan (1901-1981)
 
Estas palabras de Lacan han resultado proféticas cuarenta y ocho años después de pronunciadas en una entrevista de 1974 a la revista Panorama. La Ciencia, palabra que procede del latín scientia “saberes, conocimientos”, formada sobre el participio de presente sciens, scientis del verbo scire 'saber', documentada en castellano ya por primera vez en Berceo, lejos de su papel descriptivo, ha adquirido como si fuera la verdad revelada, una función prescriptiva y coercitiva.

La Ciencia ha sustituido en la actualidad a la religión y, como ella, exige la devoción de sus fieles y feligreses a los que constriñe con sus prescripciones.

Al igual que las religiones del libro -cristianismo, judaísmo e islamismo-, basadas en un texto sagrado, sea la Biblia o el Corán, la Ciencia se presenta revelada en publicaciones científicas, de revistas especializadas, artículos que han sido revisados por pares, es decir, por otros expertos que corroboran lo que dicen las escrituras de sus colegas, que luego es divulgada, como hemos visto a lo largo de la presente crisis sanitaria, para hacerla más accesible a las masas, por los periodistas, que se dedican a propagar los estudios científicos, haciéndolos 'asequibles'. 

Viñeta de Mortadelo y Filemón (F. Ibáñez)
 

Cientos y miles de artículos escritos por expertos en la materia de tal o cual Universidd, publicados en tal o cual revista científica y avalados por pares, validan sus hipótesis como si fueran la verdad divina revelada por Dios mismo, olvidando el carácter provisional, no dogmático, hipotético y siempre provisional, sujeto a revisión y discusión que la ciencia, con minúscula, debe tener.

Lacan, en la citada entrevista, se desentiende olímpicamente de la ciencia oficial “que tiene sus altares en los laboratorios”, y muestra su preferencia por la ciencia-ficción, que considera la única ciencia verdadera. No creo que sea una boutade del genial psiquiatra y psiconalista francés: Novelas como '1984' de George Orwell o 'Un mundo feliz' de Aldoux Huxley, las dos grandes distopías literarias del siglo XX, o películas como 'Matrix' (1999), dan cuenta mejor de la realidad del mundo que vivimos que muchos tratados sociológicos en el ámbito de las ciencias sociales. 

Mortadelo y Filemón en el laboratorio del profesor Bacterio (F. Ibáñez)
 

En la citada entrevista afirma Lacan a propósito de los científicos: En sus laboratorios asépticos, en sus batas almidonadas, esos viejos chiquillos que juegan con cosas desconocidas, fabricando aparatos cada vez más complicados e inventando fórmulas cada vez más oscuras, comienzan a preguntarse lo que podrá venir mañana, a dónde nos llevarán finalmente sus investigaciones siempre novedosas.

En fin, yo me pregunto ¿y si fuera demasiado tarde?

Los biólogos se lo preguntan hoy, o los físicos, los químicos. Para mí, están locos. Aunque ya están en el proceso de cambiarle el rostro al universo, sólo ahora, en el presente se les ocurre preguntarse si por casualidad esto no podría ser peligroso

¿Y si todo saltara? ¿Si las bacterias cultivadas tan amorosamente en los blancos laboratorios se transformaran en enemigos mortales?

¿Y si el mundo fuera barrido por una horda de estas bacterias con toda la mierda que lo habita, comenzando por esos sabios de los laboratorios?

miércoles, 2 de febrero de 2022

El fascismo del antifascista

    Declaraba Pier Paolo Pasolini en 1974 en una entrevista a L'Europeo,  recogida en la colección de artículos póstumos  “El fascismo de los antifascistas” (Milán, 2018): Existe hoy una forma de antifascismo arqueológico que es además un buen pretexto para procurarse una patente de antifascismo real. Se trata de un antifascismo fácil que tiene por objeto y objetivo un fascismo arcaico que ya no existe y que no existirá ya nunca.” (...)

    Por eso gran parte del antifascismo actual, o al menos lo que se llama antifascismo, es ingenuo y estúpido o es injustificado y de mala fe: porque lucha o pretende luchar contra un fenómeno arqueológico, muerto y enterrado, que ya no puede asustar a nadie. Es, en definitiva, un antifascismo totalmente cómodo y totalmente descansado.

Pier Paolo Pasolini (1922-1975)
 

    Creo, creo profundamente, que el verdadero fascismo es lo que los sociólogos han llamado, con demasiada buena intención, "sociedad de consumo". Una definición que parece inofensiva, puramente descriptiva. Pero no. Si se observa bien la realidad, y sobre todo si se sabe leer en torno a los objetos, el paisaje, el urbanismo y, sobre todo, los hombres, se ve que los resultados de esta despreocuapda sociedad de consumo son los resultados de una dictadura, de un verdadero fascismo.(...)

    En cambio, este nuevo fascismo, esta sociedad de consumo, ha transformado profundamente a los jóvenes, les ha tocado la fibra, les ha dado otros sentimientos, otras formas de pensar, de vivir, otros modelos culturales. Ya no se trata, como en la época de Mussolini, de una regimentación superficial y escenográfica, sino de una verdadera regimentación que les ha robado y cambiado el alma. Lo que significa, en definitiva, que esta "civilización del consumo" es una civilización dictatorial. En resumen, si la palabra fascismo significa la arrogancia del poder, la "sociedad de consumo" ha alcanzado el fascismo.

    Para mí, la cuestión es muy compleja, pero también muy clara: el verdadero fascismo, lo he dicho antes y lo volveré a decir, es el de la sociedad de consumo y los demócratas cristianos se han convertido, incluso sin darse cuenta, en los verdaderos y auténticos fascistas de hoy. (…)

    La reflexión de Pasolini distingue un fascismo arcaico, histórico, ya inexistente, en el sentido propio de la palabra que agrupa a todo aquel que formó parte de un movimiento o partido político que estuvo activo en Italia de 1919 a 1945, o de otros partidos que, incluso después, se inspiraron abierta y justificadamente en él, y un fascismo genérico mucho más amplio con el que se refiere a todo aquel que para ejercer el poder no tiene reparos en utilizar diversas formas de violencia a fin de reducir a los demás a una condición de sumisión.

    Su reflexión de hace cincuenta años sigue plenamente vigente, aunque nos resulten obsoletas ya las expresiones de la 'sociedad de consumo' y los 'demócratas cristianos'; habría que sustituirlas por el 'estado de bienestar', la 'social democracia' o la 'democracia' sin más u otras expresiones análogas, para actualizarlas. 

 


    Hay fascistas en este último sentido que se indignarían si alguien les llama así, porque muchos, por no decir la mayoría, suelen considerarse antifascistas en el sentido propio de enemigos de un régimen político que ya no existe.

    La reflexión de Pasolini me recuerda el dicho que se atribuye a Ennio Flaiano, y que en realidad se debe a su amigo Mino Maccari: "Los fascistas se dividen en dos categorías: fascistas y antifascistas". Cuando dice “los fascistas” como sujeto de la frase está usando el término en sentido genérico, pero cuando lo dice en el predicado, equiparándolo con antifascistas, se refiere a los fascistas propiamente dichos y a los antifascistas, que para definirse necesitan recrear el monstruo que van a combatir, como el bombero pirómano que necesita provocar el incendio que va a apagar.

    La paradoja quizá pretendía aludir a la irrelevancia de tales autoproclamaciones. Cualquier autoproclamado 'antifascista' puede suscitar en nosotros cierto recelo fundado en las mismas razones del que proclama que no es racista o que no es machista. Tanto para Macari, como para Flaiano o Pasolini hay fascistas en sentido amplio incluso entre los antifascistas en el sentido más restringido del término: nadie puede considerarse inmune. 

Os vacunaremos a todos (Acción antifascista que pretende vacunar a todo el mundo contra su voluntad)

    Hoy en día el comportamiento fascista en sentido amplio parece aumentar a un ritmo rápido, probablemente con una progresión geométrica: hay en la sociedad actual comportamientos fascistas generalizados, camuflados en los hábitos y comportamientos habituales.

    Como dice Giorgio Agamben, hablando de la situación actual y ciñéndose a su país, pero puede extrapolarse a cualquier otro, en Italia se ha producido un auténtico golpe de Estado so pretexto de una crisis sanitaria. Pone como ejemplo el allí llamado Green Pass, que representa el modelo político de lo que se llama “libertad autorizada”, que no concede nuevos derechos a la ciudadanía, pero que autoriza el ejercicio de los ya existentes: salir de casa, ir a un restaurante, tomar un tren... El Estado de excepción se ha convertido en la regla: ese es el fascismo actual que algunos antifascistas no quieren ver.

martes, 1 de febrero de 2022

A Dios rogando... (*)

    Leo las declaraciones del que fuera obispo de Palencia desde 2016 hasta la fecha don Manuel Herrero en la prensa autonómica de campanario, nunca mejor dicha la expresión. Monseñor deja su cargo al cumplir los 75 años. Preguntado por los numerosos casos de pederastia que se dan en la Iglesia católica, afirma -y es el titular de la noticia- que «Hay que investigar los abusos en toda la sociedad, no solo a la Iglesia», como si el hecho de que la pederastia se diera en la sociedad justificase el que haya pululado tanto en el seno de la Iglesia.

    A la pregunta de la periodista de -¿Qué le(s) diría a los antivacunas? Responde sin ningún rebozo el prelado: Respetaría su conciencia, pero les diría que están poniendo en riesgo tu vida, y el quinto mandamiento dice 'no matar', lo que quiere decir que hay que cuidar la vida porque es un don de Dios, la tuya y también la de los demás.

    Habría que recordarle al prelado, por si lo ha olvidado el decálogo, que hay también un octavo mandamiento de la ley de Dios que dice: No darás falso testimonio ni mentirás. Que aparece literalmente mencionado en el Antiguo Testamento por ejemplo en Éxodo 20, 16: No testificarás contra tu prójimo falso testimonio y en Deuteronomio 5, 20 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

Moisés y los diez mandamientos, J. J. Tissot (c.1896-1902)
 

    El octavo mandamiento se opone a todas las formas de la mentira y obliga a los cristianos a dar testimonio de las verdades conocidas, lo que presupone que sabemos cómo llegar al conocimiento de la verdad y qué significado tiene la verdad para nosotros. Quizá deberíamos emplearnos más modestamente no tanto en buscar la verdad como en denunciar las mentiras que se nos imponen y que quieren hacerse pasar por la verdad revelada y absoluta. Y una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente, ya sea desde el púlpito de una catedral o del mediático de dos páginas enteras de un periódico de provincias en su edición dominical.

    Monseñor Herrero incurre en el pecado de calumnia atribuyendo al prójimo, en este caso a los que se han opuesto a la inoculación experimental -llamarla 'vacuna' está fuera de lugar y sería demasiado-, la pretensión de cometer el delito de asesinato, ya que los acusa de poner en riesgo la vida de los demás, simplemente por declararse contrarios a una terapia genética nunca antes experimentada y ahora impuesta a toda la población mundial, como si su intención fuera querer matar a sus semejantes contagiándoles un virus que parece que tienen por el simple hecho de haber rechazado la inyección de la sustancia.

    Ignora quizá el prelado, que reconoce que no es ningún científico, que no son pocas ya las víctimas mortales de la sedicente vacuna, nunca tantas es verdad, afortunadamente, como los 'vacunados', que se cuentan por millones en todo el mundo, y no son pocas las secuelas que está dejando y que están empezando a asustar a médicos y sanitarios por sus efectos desconocidos nunca hasta ahora vistos. Quien ha puesto en peligro de muerte la vida de los demás no es el no inoculado que está en contra de la 'vacuna', sino precisamente la industria farmacéutica que la ha comercializado y los laboratorios que se apresuraron a poner un producto en el mercado que no está todavía aprobado, sino sólo autorizado por razón de emergencia (comercial).

    Habría que recordarle al señor obispo que, aunque Su Santidad el Papa haya dicho que la 'vacuna' es un 'acto de amor', eso no es palabra de Dios, sino una opinión muy personal y por lo tanto falible del vicario de Cristo cuando no habla como tal sino de un tal Jorge mario Bergoglio, creo que ese era su nombre secular, como hemos denunciado en su momento en El Papa no tiene razón, el cual, quizá con las mejroes intenciones del mundo, con las que por otra parte, como se sabe, está pavimentado el suelo del infierno, le está haciendo el juego a la industria farmacéutica, cuyo interés no es salvar vidas, precisamente, sino el beneficio económico a toda  costa.

    Actualmente son frecuentes estas ofensas a la verdad en los medios de comunicación o, mejor dicho, de adoctrinamiento, por lo que es necesario ejercitar el sano espíritu crítico y el escepticismo al recibir las verdades reveladas de los periódicos, las revistas, la radio, la televisión, las redes sociales.

 


    Como escribe Juan Manuel de Prada en su artículo 'Infierno tragacionista' publicado en ABC (28 de enero de 2022) Muchas sociedades europeas se han convertido en infiernos distópicos, en donde la estigmatización de las personas no inoculadas ha alcanzado cotas monstruosas”. Se refiere sobre todo a Macron y a Draghi, a los que acusa de que no pueden ahora dar marcha atrás en su persecución de sus compatriotas no inoculados; y van a seguir persiguiéndolos sin descanso, para que no haya población de control, para que no quede constancia de sus crímenes, para salir indemnes del infierno que ellos mismos han creado. Es cierto que en nuestro país no se ha llegado todavía a la persecución francesa -Macron ha dicho que quería 'enmerder', o sea joder, a los no vacunados- o la italiana, pero eso no significa que no vayamos en esa dirección, ni tampoco que no haya en España una estigmatización de los no inoculados desde todos los púlpitos tanto laicos como religiosos.      

    Recordemos a nuestro presidente, el doctor Sánchez, enfatizando que había que "vacunar, vacunar y vacunar", y afirmando algo tan peregrino como que la vacuna era ni más ni menos que "la libertad". Pero la crítica de De Prada disculpa a nuestro gobierno, como si quisiera congraciarse con él, inculpando al de Francia y al de Italia. Según el escritor zamorano nuestra sociedad española no sería uno de esos infiernos distópicos y tragacionistas que han alcanzado 'cotas monstruosas'. Menos mal. Pero yo no estaría tan seguro.

 
NOTA (*).- No utilizo el viejo refrán castellano A Dios rogando y con el mazo dando como se empleaba en época clásica para dar a entender que hay que conseguir las cosas rezando y al mismo tiempo trabajando para lograrlas, como hacen el carpintero o el albañil sirviéndose  del mazo en sus respectivas faenas, sino en el sentido moderno que ha adquirido la expresión, que interpretamos como sinónima de “haciendo daño”, porque entendemos que el mazo funciona como análogo de “palo”, refiriéndose al descalabro o perjuicio que se produce a consecuencia del golpe del palo o mazazo, y por lo tanto de una acción violenta que se contrapone al rezo piadoso a Dios.

lunes, 31 de enero de 2022

El caso de Szilveszter Csollany

    El periódico británico The independent, fundado en 1986 y de ideología liberal y de centro izquierda, según lo cataloga la inevitable güiquipedia, publicó la siguiente noticia el 25 de enero del presente año: Medallista de oro olímpico antivacunas Szilveszter Csollany muere de covid a sus 51 años.

    Al parecer el gimnasta húngaro Szilveszter Csollany enfermó en diciembre, fue hospitalizado, lo entubaron y falleció el 24 de enero.

 

    Lo curioso de esta noticia es que, más allá del titular, en el tercer párrafo se dice que el seis veces medallista, a pesar de haber manifestado opiniones contrarias a la vacunación en sus redes sociales, había sido vacunado para poder continuar trabajando como entrenador de gimnasia en Austria. 

   Esta, pues, es una muestra más de periodismo terrorista, de cómo se tergiversa una noticia. De la lectura del titular se desprendía que si Szilveszter Csollany, al que se calificaba de anti-vax antivacunas, había muerto de Covid, era porque, siendo consecuente con su postura, no se habría vacunado, habría contraído la enfermedad y no la habría superado.

    ¿Cómo es posible que un deportista olímpico de 51 años  muriera de Covid, pese a estar vacunado? Como eso hay que explicarlo, se dice que “contrajo el virus poco después de recibir su vacuna y, por lo tanto, no había desarrollado suficientes niveles de anticuerpos” , lo que no está respaldado por ninguna opinión científica ni fuente médica.

 

    Lo peor de esta noticia no es el titular deliberadamente engañoso ni la falta deontológica de ética periodística, sino algo más profundo: parece que el gimnasta húngaro a pesar de estar vacunado merecía morir, porque había albergado y expresado sus dudas y porque se había sometido a la inoculación sin fe en ella, obligado por las circunstancias, como si hubiera caído sobre él una maldición divina. 

     Esto me recuerda al aviso aquel del agua supuestamente milagrosa del santuario de Lourdes que decía que la virtud del líquido elemento no residía en el agua misma, sino en la fe del que la bebía.

    Uno puede estar vacunado, pero como ha expresado dudas anteriormente sobre la seguridad y efectividad de los sueros que ha recibido, el mantra cacareado hasta la sociedad en todos los platós televisivos, no le harán ningún efecto, no le inmunizarán. Es más, como castigo divino, le inocularán el virus mortal. Las creencias -la fe en definitiva- es más importante que lo que haya hecho o dejado uno de hacer.   De todo ello se deduce que estar vacunado pero no creer en la vacuna es tan malo como haber rechazado físicamente la vacuna, o incluso peor.

 


    El pobre Szilveszter Csollany recibió el suero y murió de todos modos, quizá porque su fe no era lo suficientemente fuerte, porque en su fuero interno seguía siendo un 'antivaxxer', porque no se te juzga por lo que has hecho o dejado de hacer, sino por lo que has dicho, por las dudas que has sembrado en el fervor científico y religioso de la gente. 

   El caso del gimnasta húngaro me recuerda al lobo del bellísimo cuento de R. Sánchez Ferlosio titulado "El reincidente", incluido en su libro El Geco, Cuentos y fragmentos (2004). Cuando el lobo siente cercana su hora, y se acerca a las puertas del Cielo es rechazado porque ha sido un asesino que ha matado muchos corderos para comer. Deja de matar, y vuelve a intentarlo por segunda vez. Esta vez es rechazado por ladrón que ha robado mendrugos de pan para alimentarse. Cuando vuelve a intentarlo por tercera vez, el querubín de guardia vuelve a rechazarlo espetándole: "Bien lo sabías o lo adivinabas la primera vez; mejor lo supiste y hasta corroboraste la segunda; ¡y a despecho de todo te has empeñado en volver una tercera! ¡Sea, pues! ¡Tú lo has querido! Ahora te irás como las otras veces, pero esta vez no volverás jamás. Ya no es por asesino. Tampoco es por ladrón. Ahora es por lobo". 

    Da igual que el gimnasta estuviera vacunado, que lo estaba, o no lo estuviera, era un antivacunas, había sido visto varias veces sin la mascarilla reglamentaria, compartía imágenes y contenido en sus redes sociales donde propagaba diferentes teorías conspirativas sobre la inoculación. No podía, por lo tanto, seguir llamando a las puertas del Cielo, reservado solo a los justos y obedientes. Merecía la peor y más horrible de las muertes.

domingo, 30 de enero de 2022

El simbolismo de la urna

    La palabra urna, que es latina urna –ae, está presente en la mayoría de las lengua europeas y no sólo en las romances derivadas de la del Lacio (francés urne; italiano, portugués, catalán, gallego, castellano urna; rumano urnă), sino también en inglés urn, alemán Urne, o ruso, en alfabeto cirílico,  урна, pronunciada igual que en español.


 

    La voz está documentada por escrito en nuestra lengua desde el siglo XVI. La raíz latina sería *urc-na, presente también en urceus y orca. Suele relacionarse con el griego ὕρχη (hýrchee, que era propiamente un recipiente de tierra para la salazón del pescado).  La urna era una vasija o un cubo para sacar agua de un pozo, que servía además como medida de capacidad, y estaba dotada de unas pequeñas asas (ansulae) para cargarla según la costumbre a hombros o sobre la cabeza.

    El urceus, por su parte,  era un botijo o una jarra generalmente de barro con un asa (ansa) que se empleaba para diversos usos aunque principalmente para servir el agua. De esta palabra nos viene orzo, ya en desuso en castellano, y orza, que sigue empleándose y es según la Real Academia una “vasija vidriada de barro, alta y sin asas, que sirve por lo común para guardar conservas”. 


 


    Derivado de urceus encontramos en Petronio el curioso adverbio urceatim “a cántaros” en una no menos curiosa expresión en el Satiricón 44, 18: Iouem aquam exorabant, itaque statim urceatim pluebat: Rogaban el agua a Júpiter y al punto llovía a cántaros. Hay pues equivalencia entre nuestra expresión “llover a cántaros” o jarrear y el “urceatim pluere” petroniano, cosa que no siempre sucede entre las lenguas, donde no suelen corresponderse estas expresiones o modi di dire. Los ingleses, por ejemplo, dicen cuando llueve intensamente: it is raining dogs and cats, que significa literalmente “llueven perros y gatos”, pero que,  entrando dentro de la categoría de frases y expresiones hechas, no debe traducirse nunca al pie de la letra sino que hay que buscar en la lengua a la que va a trasladarse una expresión equivalente, como esta nuestra de llueve "a cántaros" u otra por el estilo.

    Pero la urna también servía para depositar votos o para echar suertes y averiguar así el destino. Y no nos olvidemos de la urna cineraria, que es la que guarda las cenizas de los cadáveres previamente incinerados. La urna, sea electoral o funeraria, es un receptáculo que recoge las últimas voluntades del elector o las cenizas del difunto, por lo que conlleva ante todo un innegable simbolismo fúnebre y mortuorio. En ella yacen los sueños, las esperanzas y los deseos de nuestra vida, las cenizas, como si dijéramos, del niño muerto que hemos sido y las de todos los cadáveres de nuestros antepasados. La urna también nos recuerda a la hucha infantil, la alcancía donde se atesoraban los ahorros, ese dinero que se destina a adquirir en el futuro algo que se desea ahora, para lo que será preciso romperla para extraer las monedas atesoradas.

    La urna dentro del campo del simbolismo occidental es según J. E. Cirlot en su Diccionario de símbolos (Ediciones siruela, Madrid, 1998) un “símbolo de contención que, como todos los de este tipo, corresponde al mundo de objetos femenino. La urna de oro o plata, asociada a un lirio blanco, es el emblema favorito de la Virgen en la iconografía religiosa”.

    Desde un punto de vista machista, la urna electoral con su ranura es un símbolo sexual que representa la vulva femenina, donde los votos que se introducen en su útero serían símbolos fálicos.  

¿Dónde van los votos de las elecciones a ir tras el escrutinio?

    Hace unos años, precisamente,  sacaron un anuncio televisivo para las elecciones al parlamento catalán del 2003,  que presenta esta imaginería sexual y que no tiene desperdicio. Animaba a los jóvenes a votar porque, decían, era un placer similar al sexual que tenían la suerte de poder disfrutar una vez alcanzada la mayoría de edad: Votar és un plaer que tenim la sort de gaudir. El spot no tiene desperdicio: una chica, recién cumplida la mayoría accede por primera vez a las urnas... Es curioso que sea una chica y no un chico, lo que parece un guiño feminista dentro de una simbología claramente machista. Visiblemente nerviosa, llega al colegio electoral, coge una papeleta (da igual para el caso de qué partido político era), la mete en el sobre, se desmelena, se identifica presentando el DNI,  la introduce en la urna, metiendo y sacando varias veces su voto hasta depositarlo definitivamente en su interior,  y, acto seguido, acabado el meteysaca, experimenta un orgasmo poco discreto y más bien escandaloso ante el estupor de la mesa electoral, que no da crédito a lo que ven sus ojos. 
 
  
  Se vendían así las elecciones democráticas, o el derecho a decidir, como dicen ahora, como si uno supiera verdaderamente lo que quiere y lo que decide. Y se vendían como una metáfora del orgasmo, cuando este suele ser por otra parte bastante ajeno a nuestra voluntad, animando a los jóvenes a votar per ser lliures, como si la libertad consistiera en elegir una u otra papeleta llena de nombres propios, participando en la orgía democrática de los comicios.  En ningún caso representa la urna electoral la voluntad popular, porque la voluntad del pueblo no es delegable y no consiste en elegir a un individuo para que gobierne en nombre de los demás arrogándose su representación, sino que por el contrario, desea que nadie represente a nadie, que nadie sea más que nadie, y, en definitivia, que no gobierne nadie.

sábado, 29 de enero de 2022

Cultura negacionista

    Leyendo el artículo La Polla Records: antisistemas del ayer, antivacunas del hoy publicado el 28 de enero de 2022 en un diario digital, me llama la atención el uso que hace el periodista de la expresión 'cultura negacionista', que no entiendo muy bien y que me intriga. Entiendo que se opone a cultura 'afirmacionista', que sería su contrario. Aplicarle el sufijo -ismo tanto a la palabra 'negación' como a 'afirmación' me hace pensar que nos encontramos ante una ideología que se afana en negar o afirmar la realidad de alguna cosa. Y es esa cosa precisamente que unos niegan y que otros afirman la que me gustaría desvelar.

    El artículo, escrito por un tal José Antonio Luna, da cuenta del estreno de un documental titulado No somos nada, que repasa los 40 años de trayectoria  del grupo musical La Polla Records liderado por Evaristo Páramos, alias El Drogas, que dijo adiós a los escenarios con una su gira de despedida que terminó el 30 de diciembre en Madrid. 

    Según el periodista, La Polla Records “en los últimos meses ha sido noticia por dar voz a la cultura negacionista” (sic). Y trata de justificar su aserto con la siguiente argumentación: “La Polla ha sido bandera del inconformismo con el sistema, de luchar contra el orden establecido. Una idea que, en los últimos meses, parece haber encontrado el enemigo equivocado: las vacunas contra el coronavirus.”

  

    Según el citado periodista “las vacunas contra el coronavirus” no forman parte del orden establecido y del sistema por lo que son un “enemigo equivocado”, que no debería ser objeto de las pullas de Evaristo Páramos y su grupo, que siempre se han destacado por su inconformismo. Páramos abrió el concierto exhibiendo una gran pancarta con el logo de la OMS tachado para, posteriormente, dejar paso al colectivo Bizitza que subió al escenario y leyó un manifiesto en contra del "pasaporte de la vergüenza", o sea el salvoconducto exigido en el País Vasco que certifica que uno está vacunado y supuestamente inmunizado con sustancias experimentales autorizadas por razón de 'emergencia' pero no aprobadas todavía.

    Las canciones características de este grupo según el periodista están 'marcadas por la crítica al fascismo y al capitalismo'. Ilustra su afirmación reproduciendo unos versos de una de ellas titulada Cara al culo, que es una parodia de Cara al sol, el viejo himno falangista: "Todos los fascistas viven (Cara al culo), por eso no ven más allá de su nariz". Le parece, sin duda a José Antonio Luna políticamente correcto criticar el fascismo y declararse, por lo tanto antifascista, siempre que el enemigo sea el fascismo histórico en el sentido estricto de la palabra pero no el fascismo democrático realmente existente en el sentido amplio y generoso del término. Dicho con otras palabras, se puede criticar la dictadura de Franco, porque ya no existe, pero no la dictadura sanitaria y mediática existente que ahora padecemos porque 'es por nuestro bien' y el que no lo vea es un negacionista fascista y de extrema derecha.

       

     El inconformismo con el sistema está bien, da a entender el periodista, siempre que no sea con el sistema político democrático vigente y con el sistema sanitario que padecemos. Por eso le parece que criticar a la organización terrorista que es la OMS y la vacunación contra el virus coronado que promueve es atacar a un 'enemigo equivocado', afirmación que no razona, pero resulta que ese enemigo, según él erróneo, es el enemigo real que tenemos hoy en día delante de nuestras propias narices, el único que hay. El que él esgrime es un fantasma del pasado. Afirmarlo o negarlo, e incurrir por lo tanto en una 'cultura' afirmacionista o negacionista, depende ya de la actitud conformista o inconformista de cada uno.

    Le parecerá sin duda mejor al periodista y a muchos como él luchar contra los fantoches del siglo XX que contra las realidades del presente. La crítica del capitalismo tampoco le parece mal, siempre y cuando no se toque el espinoso tema del enriquecimiento desmedido de la industria farmacéutica a costa de las arcas de los Estados y los impuestos de los contribuyentes. Supongo, aunque no lo diga, tampoco le parecerá mal la crítica a la Iglesia católica, pero la nueva religión que es la Ciencia dogmática esa es intocable e infalible.

    Páramos se une así, escribe el periodista, a la postura mantenida por otros artistas, como los músicos Miguel Bosé y Enrique Bunbury o la fotógrafa Ouka Leele. Todos ellos han abrazado una 'cultura negacionista' que no es precisamente actual, sino que, cito literalmente, se remonta a la divulgación del esoterismo y las religiones new age surgidas como respuesta a la decadencia de los dioses tradicionales. 

      

      Ya vemos en qué consiste la cultura negacionista que aunque parezca una modernez no lo es. Lo que no veo yo es la relación lógica entre criticar a la Organización Mundial de la Salud, leer un manifiesto contra las vacunas experimentales autorizadas contra el virus coronado y criticar el pasaporte sanitario que acreditaba que uno estaba 'inmunizado' y sin embargo podía contagiar a sus semejantes porque al parecer las vacunas no servían para lo que decían porque además de no ser necesarias, eran ineficaces y evidentemente muy poco seguras, por no decir muy peligrosas.

    Pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid cita José Antonio Luna para ilustrar sus convencionales puntos de vista al escritor mexicano Mauricio-José Schwarz: "Detrás de este tipo de actitudes y posiciones está la idea central de que la ciencia y sus conocimientos no son de fiar. Que los resultados obtenidos mediante el uso del método científico son, en realidad, producto de la ideología dominante o del capricho de hombres y mujeres que, en laboratorios secretos, actúan como siervos del poder para atender las necesidades y deseos de los malvados que controlan el mundo dentro de una vasta y siniestra conspiración". La cita, cuyo broche de oro es la palabra 'conspiración' adjetivada como 'vasta y siniestra',  está tomada de un libro prepandémico publicado en 2017, por lo que no parece muy adecuada para explicar la 'cultura negacionista' de los citados artistas.