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sábado, 29 de enero de 2022

Cultura negacionista

    Leyendo el artículo La Polla Records: antisistemas del ayer, antivacunas del hoy publicado el 28 de enero de 2022 en un diario digital, me llama la atención el uso que hace el periodista de la expresión 'cultura negacionista', que no entiendo muy bien y que me intriga. Entiendo que se opone a cultura 'afirmacionista', que sería su contrario. Aplicarle el sufijo -ismo tanto a la palabra 'negación' como a 'afirmación' me hace pensar que nos encontramos ante una ideología que se afana en negar o afirmar la realidad de alguna cosa. Y es esa cosa precisamente que unos niegan y que otros afirman la que me gustaría desvelar.

    El artículo, escrito por un tal José Antonio Luna, da cuenta del estreno de un documental titulado No somos nada, que repasa los 40 años de trayectoria  del grupo musical La Polla Records liderado por Evaristo Páramos, alias El Drogas, que dijo adiós a los escenarios con una su gira de despedida que terminó el 30 de diciembre en Madrid. 

    Según el periodista, La Polla Records “en los últimos meses ha sido noticia por dar voz a la cultura negacionista” (sic). Y trata de justificar su aserto con la siguiente argumentación: “La Polla ha sido bandera del inconformismo con el sistema, de luchar contra el orden establecido. Una idea que, en los últimos meses, parece haber encontrado el enemigo equivocado: las vacunas contra el coronavirus.”

  

    Según el citado periodista “las vacunas contra el coronavirus” no forman parte del orden establecido y del sistema por lo que son un “enemigo equivocado”, que no debería ser objeto de las pullas de Evaristo Páramos y su grupo, que siempre se han destacado por su inconformismo. Páramos abrió el concierto exhibiendo una gran pancarta con el logo de la OMS tachado para, posteriormente, dejar paso al colectivo Bizitza que subió al escenario y leyó un manifiesto en contra del "pasaporte de la vergüenza", o sea el salvoconducto exigido en el País Vasco que certifica que uno está vacunado y supuestamente inmunizado con sustancias experimentales autorizadas por razón de 'emergencia' pero no aprobadas todavía.

    Las canciones características de este grupo según el periodista están 'marcadas por la crítica al fascismo y al capitalismo'. Ilustra su afirmación reproduciendo unos versos de una de ellas titulada Cara al culo, que es una parodia de Cara al sol, el viejo himno falangista: "Todos los fascistas viven (Cara al culo), por eso no ven más allá de su nariz". Le parece, sin duda a José Antonio Luna políticamente correcto criticar el fascismo y declararse, por lo tanto antifascista, siempre que el enemigo sea el fascismo histórico en el sentido estricto de la palabra pero no el fascismo democrático realmente existente en el sentido amplio y generoso del término. Dicho con otras palabras, se puede criticar la dictadura de Franco, porque ya no existe, pero no la dictadura sanitaria y mediática existente que ahora padecemos porque 'es por nuestro bien' y el que no lo vea es un negacionista fascista y de extrema derecha.

       

     El inconformismo con el sistema está bien, da a entender el periodista, siempre que no sea con el sistema político democrático vigente y con el sistema sanitario que padecemos. Por eso le parece que criticar a la organización terrorista que es la OMS y la vacunación contra el virus coronado que promueve es atacar a un 'enemigo equivocado', afirmación que no razona, pero resulta que ese enemigo, según él erróneo, es el enemigo real que tenemos hoy en día delante de nuestras propias narices, el único que hay. El que él esgrime es un fantasma del pasado. Afirmarlo o negarlo, e incurrir por lo tanto en una 'cultura' afirmacionista o negacionista, depende ya de la actitud conformista o inconformista de cada uno.

    Le parecerá sin duda mejor al periodista y a muchos como él luchar contra los fantoches del siglo XX que contra las realidades del presente. La crítica del capitalismo tampoco le parece mal, siempre y cuando no se toque el espinoso tema del enriquecimiento desmedido de la industria farmacéutica a costa de las arcas de los Estados y los impuestos de los contribuyentes. Supongo, aunque no lo diga, tampoco le parecerá mal la crítica a la Iglesia católica, pero la nueva religión que es la Ciencia dogmática esa es intocable e infalible.

    Páramos se une así, escribe el periodista, a la postura mantenida por otros artistas, como los músicos Miguel Bosé y Enrique Bunbury o la fotógrafa Ouka Leele. Todos ellos han abrazado una 'cultura negacionista' que no es precisamente actual, sino que, cito literalmente, se remonta a la divulgación del esoterismo y las religiones new age surgidas como respuesta a la decadencia de los dioses tradicionales. 

      

      Ya vemos en qué consiste la cultura negacionista que aunque parezca una modernez no lo es. Lo que no veo yo es la relación lógica entre criticar a la Organización Mundial de la Salud, leer un manifiesto contra las vacunas experimentales autorizadas contra el virus coronado y criticar el pasaporte sanitario que acreditaba que uno estaba 'inmunizado' y sin embargo podía contagiar a sus semejantes porque al parecer las vacunas no servían para lo que decían porque además de no ser necesarias, eran ineficaces y evidentemente muy poco seguras, por no decir muy peligrosas.

    Pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid cita José Antonio Luna para ilustrar sus convencionales puntos de vista al escritor mexicano Mauricio-José Schwarz: "Detrás de este tipo de actitudes y posiciones está la idea central de que la ciencia y sus conocimientos no son de fiar. Que los resultados obtenidos mediante el uso del método científico son, en realidad, producto de la ideología dominante o del capricho de hombres y mujeres que, en laboratorios secretos, actúan como siervos del poder para atender las necesidades y deseos de los malvados que controlan el mundo dentro de una vasta y siniestra conspiración". La cita, cuyo broche de oro es la palabra 'conspiración' adjetivada como 'vasta y siniestra',  está tomada de un libro prepandémico publicado en 2017, por lo que no parece muy adecuada para explicar la 'cultura negacionista' de los citados artistas.