
jueves, 18 de febrero de 2021
John Bull aséptico y desinfectado

miércoles, 17 de febrero de 2021
Mensajería brevísima
martes, 16 de febrero de 2021
Se acabó la diversión (Carnaval, carnaval...)
lunes, 15 de febrero de 2021
El triunfo perverso del doctor Knock
Un médico, el doctor Knock, llega a una pequeña población de la Francia profunda llamada Saint-Maurice. No sólo es médico, sino también doctor en medicina, como hará enseguida que todo el mundo le denomine con propiedad.
El doctor, escudándose en un lucrativo espíritu filantrópico que intenta frenar el progreso de las enfermedades de toda índole que acechan al género humano, se encargará, por lo tanto, de diagnosticarle a cada vecino su mal, poco importa si verdadero o falso, y de ponerle en tratamiento enseguida, con lo que alcanzará prestigio, poder y dinero, fomentando la higiene aséptica y la profilaxis: en eso consiste el triunfo de la medicina sobre la salud.
¿No nos recuerda esto a la paradoja de los “enfermos asintomáticos” de nuestros días, es decir, personas que no presentan dolencias ni síntomas de enfermedad y que, sin embargo, se definen como “enfermos” aunque sea al estilo del malade imaginaire de Molière? ¿No ha venido a decirnos nuestro doctor Knock particular que todos y cada uno somos o podemos ser enfermos si todavía no estamos malos y no hacemos algo para remediarlo como ponernos una mascarilla, evitar lugares concurridos y guardar distancia de seguridad para no chocar con los demás, e incluso guardar silencio en los transportes públicos como aconsejan algunas Comunidades Autónomas porque el virus podría transmitirse hablando(¡!), hablando, que es como, por otra parte, se entiende la gente?
El nuevo profesional, el doctor Knock, representa la antítesis del antiguo galeno, el entrañable médico rural Parpalaid, que le ha cedido su puesto, practicante de una medicina tradicional, curativa y poco lucrativa, basada en el principio hipocrático del primun non nocere (“lo primero y principal, no hacer daño”).
Knock, por su parte, practica la medicina profiláctica para lo que se gana enseguida el soporte del apoyo de las fuerzas vivas del pueblo, concretamente del maestro, del farmacéutico, que hasta la llegada del doctor no ganaba para subsistir, de la hostelera, que convertirá su hotel De la clef en el hospital del mismo nombre, y del pregonero del lugar, que hará publicidad de la consulta del doctor.
Con su estratégico método consigue amedrentar a los vecinos que hasta entonces vivían descuidados transformándolos en hipocondríacos enfermos potenciales y clientes sumisos que demandan constantes atenciones sanitarias y farmacéuticas, y se someten voluntariamente a chequeos, análisis y a todas las restricciones que se les imponen.
La telaraña tejida por el Dr. Knock acaba atrapando a todo el mundo de forma que la población de Saint Maurice queda finalmente dividida en dos grandes grupos: los enfermos y los sanitarios que trabajan a su servicio y, que indefectiblemente, en cualquier momento, podrán enfermar también y convertirse en pacientes.
Así se gesta el triunfo definitivo de la medicina sobre la salud. Cuando el médico anterior le reprocha que su método subordina el interés del enfermo al del médico, el Dr. Knock se defiende argumentando que hay un interés superior a ambos, que es el interés de la Medicina, el único que dice preocuparle.
El nombre propio “Knock” del doctor tiene innegables resonancias, pues en la lengua de Shakespeare significa “golpe/golpear”, en el sentido de llamar dando golpes a la puerta, pero también “to knock out” significa “dejar sin conocimiento”, dejar K.O. El Dr. Knock, efectivamente, nos ha dejado noqueados a todos y fuera de combate.
Pero no nos dejemos, sin embargo, engañar por los pintorescos nombres propios ajenos a nuestra geografía, lengua e historia: el doctor Knock es el Estado Terapéutico, las autoridades sanitarias de nuestros gobiernos subordinadas a la Organización Mundial de la Salud, y el pequeño cantón francés, cuyos habitantes se convierten de la noche a la mañana en pacientes/clientes, es el universo entero aquí y ahora. Todo un clásico, como todos los clásicos, de rabiosa actualidad.
La sonrisa amable en los labios de la comedia de Jules Romains, cuando cae el telón, nos deja no poco pensativos y perplejos. Quid rides? Mutato nomine de te fabula narratur, que dijo Horacio: ¿De qué te ríes? Cambiando el nombre la historia trata de ti.
domingo, 14 de febrero de 2021
Cementerio de elefantes (y II)
No
sé si hemos vuelto a la Edad Media o salido alguna vez de ella, pero
estamos metidos hasta las cachas en el lodo del necio fanatismo, ciega
fe y credulidad.
La relegación al ostracismo de la teología ha conllevado como contrapartida la sacralización de la ciencia, que pasa así a ocupar el lugar de la vieja religión.
sábado, 13 de febrero de 2021
Cementerio de elefantes (I)
Los cazadores codiciosos de los preciados colmillos elefantinos se dedicaron a la búsqueda infructuosa del cementerio sagrado, que sólo hallaron en sus sueños.
Incapaces de soportar la verdad, no razonamos, creemos en las ideas y sostenemos, como Atlas el mundo sobre sus hombros, la realidad a fuerza de mentiras.
viernes, 12 de febrero de 2021
Citas a ciegas en la casa de citas
Con M. I. Finley (1912-1986), el helenista norteamericano, que nos recuerda en su libro Aspectos de la Antigüedad, Editorial Ariel, (1975), en traducción del inglés de Antonio-Pérez Ramos, (pág. 195): que si bien al emperador Diocleciano se le recuerda por la “gran” persecución de los cristianos que se llevó a cabo bajo su reinado, desde un punto de vista histórico dicha persecución no fue tan importante ni tan sangrienta a juzgar por el número tan pequeño de víctimas que hubo. Escribe: Al revés, lo que Diocleciano no hizo lo hicieron sus sucesores cristianos: en seguida acabaron con el paganismo mediante métodos no menos intolerantes y crueles. (What Diocletian failed to do, his Christian successors accomplished in reverse. They soon wiped paganism out, by methods no less intolerant and brutal, en versión original).
jueves, 11 de febrero de 2021
Del lavado de cerebro
Es este proceso de sustitución lo que entre nosotros, con otra metáfora, se llamó "comedura de coco o de tarro" en los años ochenta y noventa del pasado siglo, cuando hizo fortuna en nuestra lengua esta expresión coloquial, empleada también en forma reflexiva cuando es uno mismo quien tras el lavado vuelve a ensuciarse. En el diccionario de la Academia figura como locución coloquial que se define como “ocupar insistentemente su pensamiento con ideas ajenas -pero todas las ideas son ajenas porque no hay ideas en rigor propias-, induciéndole a hacer cosas que de otro modo no haría.”
El lavado de cerebro y la comedura de coco son obviamente una manipulación que no es nueva en absoluto, sino el fruto del adoctrinamiento de la llamada "educación". El escritor George Orwell en su novela 1984, publicada en 1949, ya denunciaba técnicas de manipulación del pensamiento como la repetición de fórmulas a modo de religiosos mantras -quédate en casa, salva vidas...- que parecen cargarse de razón a fuerza de reiteración, aunque no utilizaba explícitamente la expresión "brainwashing" todavía.
La referencia inevitable sin embargo a Orwell no debe inducirnos a error. Si hablamos de 1984 como algo propio de otros tiempos y otros sistemas “totalitarios” que ya son historia, estamos considerando que el control y manipulación de las mentes es algo relativo a épocas superadas y otras latitudes y coordenadas espaciales y temporales, no a nuestra sociedad, no algo que se esté dando aquí mismo y ahora mismo precisamente entre nosotros.
Alguien podría objetar que la simple posibilidad de decirlo como estamos haciendo aquí avala que nuestra época es diferente, porque ahora hay libertad de expresión que antes no había y nos permite decir lo que queramos, pero esa mirada retrospectiva que nos obligan a echar atrás nos ciega ante lo que tenemos delante. Hay libertad de expresión, pero la ideología dominante -la “clerigalla secular” con que algunos se han referido al mainstream-, sólo nos deja decir que los únicos mecanismos de adoctrinamiento y de lavado de cerebro son aquellos que no se encuentran afortunadamente ya en nuestra sociedad y época.
miércoles, 10 de febrero de 2021
Doce mensajes políticos breves y una animación
Si lo que denominan la Nueva Normalidad o New Normal en la lengua del Imperio pasa ya por ser lo habitual y normal-de-toda-la-vida, que baje Dios y que lo vea.
La Dirección General de Salud Pública fomenta lo que llama “Burbujas Sociales” como herramienta contra el virus infeccioso, a fin de encerrarlo y que no salga.
Dizque entre todas y todos (falta el “todes” para no excluir a nadie) podremos evitar el contagio creando nuestra burbuja social: Sagrada Familia con mascota.
El Día Internacional del Abrazo se celebró este año sin pena ni gloria ni abrazos por la interposición del metro y medio de distancia de la Pandemia Universal.
Un carabinero dispara a quemarropa y mata a sangre fría a un joven malabarista callejero que se resistió al requisamiento de los machetes sin filo que empleaba.
Vivimos en una sociedad cada vez más autoritaria: autoridades académicas y sanitarias imponen su dictadura indiscutible basada en la Ciencia, la nueva Religión.
El Estado considera, y no sin razón, la verdad sea dicha, que todos y cada uno de nosotros somos potenciales, si no lo somos ya de hecho, enemigos del Estado.
Aumenta la capacidad predictiva, preventiva y operativa de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, abortando la policía los delitos antes de que ocurran.
Los gobiernos emplean la estrategia de inculpar a la ciudadanía porque, en la medida en que responsabilizan a la población, se disculpan y exculpan a sí mismos.
oOo
¿Perdido en el mundo como yo?
Estupenda
animación de Steve Cutts que retrata la revolución industrial
tecnológica que estamos viviendo y que nos condena a todos y cada uno de
nosotros a la virtualidad y a la distancia social so pretexto de
que en las circunstancias actuales sólo es posible y deseable de este modo la comunicación.
martes, 9 de febrero de 2021
La nave del Estado
Hay expresiones cuyo carácter traslaticio o metafórico nos pasa casi desapercibido cuando las utilizamos, y que, al emplearlas, nos utilizan en realidad ellas sin darnos cuenta a nosotros configurando nuestro pensamiento con sus poderosas imágenes.
Si partimos de que el Estado es una nave, lo que no deja de ser una arriesgada y discutible metáfora pese a su largo recorrido, se supone que no está fondeada y anclada en el puerto, sino que navega y no a la deriva, sino rumbo a alguna parte, cuya travesía tiene algún sentido. Esa es la mayor petición de principio: que el Estado o, si se quiere, la Humanidad en general va hacia algún sitio previamente conocido, progresa, avanza hacia delante. Para su singladura a Dios sabe dónde y para no estar a merced del oleaje y de los vientos e irse a pique necesita, además de unas velas y unos remos para bogar, un timón que dirija su rumbo; el timón precisa que alguien, el timonel o piloto, lo gobierne marcando el destino y siguiendo la previamente trazada “hoja de ruta” -otra metáfora que les encanta a los políticos profesionales y que no deja de ser una mala traducción del inglés "roadmap", por cierto.