domingo, 2 de enero de 2022

Contracalendario

ENERO 
 Vuelve ya a rodar 
otro Año Nuevo, que es
viejo ya al nacer. 
 
FEBRERO 

Se metió al corral
el invierno a retozar: 
 ya se marchará. 
 
MARZO 
 
 
Marzo, mes del dios
de la guerra que es la paz, 
y la ley marcial.
 
 ABRIL
 En abril su cruz
labra y porta cada cual
igual que Jesús.
 
 
MAYO
 No te inmoles más
 en aras del porvenir,
ahora y aquí. 
 
 JUNIO
 Crece el día ya:
en la hoguera de San Juan
  la noche arderá.
 
 JULIO
¿Quién no ha de olvidar
 la semana, el año, el mes,
 día y hora ya?
 
 AGOSTO
 Arde, augusto, el sol
y se agosta agosto, el mes
del Emperador. 

 
 SEPTIEMBRE 
El ocio estival
 llega al fin y en marcha está
 ya el curso escolar.
 
 OCTUBRE
Hojas de papel
secas echa el vendaval
de octubre a volar.
 
 NOVIEMBRE
 Se nos olvidó
dar cuerda al reloj, y el sol,
ay, se ensombreció.
 
  DICIEMBRE
 Líbranos de ti,
 calendario laboral;
 tú, supremo mal.

sábado, 1 de enero de 2022

Odio el Año Nuevo

    En estos malos tiempos que corren para la lírica y la épica, en los que se ha criminalizado el odio y se habla, de hecho, de un “delito de odio” y de incitación al odio en esta curtida piel taurina que es España, resulta poco políticamente correcto un artículo como este que escribió Antonio Gramsci titulado “Odio el Año Nuevo” (Odio il capodanno, en su lengua, que es la de Dante y la de Petrarca), pero precisamente por eso mismo, por lo poco políticamente correcto que resulta decir que aborrecemos con toda el alma algo, y porque hay que defender la libertad de expresión a toda costa expresando nuestro deseo de libertad, no vaya a ser que acabemos mudos o afásicos, como ya decía a propósito Jules Renard en su diario de 1909, hace más de un siglo: On ne devrait rien dire, parce que tout blesse ("No habría que decir nada, porque todo ofende"), resulta oportuno este artículo memorable y sugerente de Gramsci contra la institución del Año Nuevo, que publicó precisamente un 1 de enero de 1916 en el diario socialista Avanti! de Turín,  uno de sus textos más sensibles, que reproduzco por su interés y por la renovación de la guerra contra el calenario y el tiempo establecido.   



    En el último párrafo expresa Gramsci su confianza no poco ingenua a estas alturas de la historia universal en que el socialismo llegue a abolir algún día estas fechas fijas y “entrañables” del calendario, contra las que se rebela, y que se celebran simplemente por conformismo, porque lo manda la tradición, sin cuestionar la tiranía del reloj y el calendario, es decir, nuestra vida sometida al cronómetro y convertida toda ella en un proyecto de futuro. Sin embargo resultan alentadoras un siglo después de escritas sus palabras, en lugar del consabido e hipócrita “Feliz año nuevo” que le soltamos a todo el mundo,  y alentadora también su declaración de odio a una fecha tan señalada del calendario, porque es una declaración de verdadero amor a la vida y a la libertad.  


Estudio para Meninas, Gabriel Pérez-Juana (2021)

Cada mañana, cuando me despierto aún bajo la bóveda del cielo, siento que para mí es Año Nuevo.

Por eso odio estos Año-Nuevos con fecha fija que hacen de la vida y del espíritu humano una empresa comercial con su balance correspondiente, su cálculo y presupuesto para la nueva administración. Nos hacen perder el sentido de la continuidad de la vida y del espíritu. Se acaba tomando en serio que entre un año y otro hay una solución de continuidad y que comienza una historia nueva, y se hacen buenos propósitos y se arrepiente uno de los despropósitos, etc. etc. Es un error en general de las fechas.

Dicen que la cronología es el esqueleto de la historia; y puede admitirse. Pero es necesario admitir también que hay cuatro o cinco fechas fundamentales, que cada persona bien educada conserva guardadas en su cerebro, que han jugado malas pasadas a la historia. También son Año Nuevo. El Año Nuevo de la Historia romana, o de la Edad Media, o de la Edad Moderna.

Y han llegado a ser tan invasivas y casi fosilizadoras que nos sorprendemos nosotros mismos pensando tal vez que la vida en Italia comenzó en el 752, y que el 1490 o 1492 son como montañas que la humanidad ha franqueado de golpe encontrándose en un nuevo mundo, entrando en una nueva vida. Así la fecha se convierte en un estorbo, un parapeto que impide ver que la historia continua desarrollándose con la misma línea fundamental sin cambios, sin detenerse bruscamente, como cuando en el cinematógrafo se rompe la película y se produce un fogonazo de luz cegadora.
 



Por eso odio el Año Nuevo. Quiero que cada mañana sea para mí un Año Nuevo. Cada día quiero echar cuentas conmigo mismo, y renovarme cada día. Ningún día dispuesto previamente para el reposo. Mis pausas me las escojo yo, cuando me siento ebrio de intensa vida y quiero sumergirme en la animalidad para sacar de ahí nuevo vigor.

Ningún disfraz espiritual. Cada hora de mi vida quisiera que fuese nueva, aun vinculándose con las pasadas. Ningún día de festejo con cánticos obligados colectivos, para compartir con todos los extraños que no me interesan. Porque han celebrado las fiestas los abuelos de nuestros abuelos etc., deberíamos sentir nosotros la necesidad de celebrar las fiestas. Todo eso revuelve el estómago.

Espero el socialismo también por esta razón. Porque arrojará al estercolero todas estas fechas que ya no tienen ninguna resonancia en nuestro espíritu, y si crea otras, serán al menos las nuestras, y no las que tenemos que aceptar sin beneficio de inventario de nuestros muy necios antepasados.

viernes, 31 de diciembre de 2021

Pautas para el Camino.

Si quieres hacer el Camino, estas son las pautas que debes tener en cuenta antes de emprenderlo.
1ª.- Ten siempre presentes en tu corazón los versos de Machado: “Caminante, no hay camino / se hace camino al andar.” 
 
2ª.- No hay meta ni destino que merezca la pena: ni Roma ni Santiago. Ya sabes, peregrino: huye, como si fuera la mismísima peste, del trillado camino.
 
3ª.- Viajero de verdad, que no vulgar turista, no sabe a dónde va.
 
4ª.- Amer savoir celui qu'on tire du voyage. Lo escribió Baudelaire: Saber amargo aquél que se saca del viaje. El saber amargo y de alguna manera también el sabor amargo que obtenemos de los viajes es que no hay escapatoria, que el viaje es un engaño, y ese es el mayor aprendizaje, el del desengaño, contra lo que nos venden las agencias turísticas, que podemos obtener.
 
5ª También había que tener presente la frase que atribuyen a Aníbal sin demasiado fundamento: aut uiam inueniam aut faciam: o encontraré el camino o lo haré. Esta frase transmite un significado esencialmente negativo: no hay que seguir un camino preestablecido, pero tampoco hay que inventar ningún otro camino. Sabemos, desde Zenón por lo menos, que el movimiento no se demuestra andando. 

 



Peregrino sin rumbo, / Veleta al viento, / Recorriendo caminos / Voy y senderos.

Yo no llevo bordón / Ni calabaza, / Ni manto de estameña / Oscura o parda,

Ni tampoco un sombrero /De ala ancha y vuelta, / Ni zurrón ni mochila, / Ni una venera.

Soy sólo un caminante / Sin rumbo fijo / Sin brújula ni norte, / Sin un destino.

Yo no beso, devoto, /A ningún santo, / Ni albergo el propósito /  De ir a Santiago.

No es ese mi camino / Ni esa mi meta: / Ni Roma ni Santiago / De Compostela.


jueves, 30 de diciembre de 2021

Médicos de los de antes

    En estos tiempos que corren de dictadura sanitaria, Schlechte Zeit für Lyrik, mala temporada para la lírica, como escribió Bertolt Brecht, conviene escuchar la voz de alguno de esos médicos sabios de antes, galenos que no son robots que hacen reparaciones a enfermos considerados maquinarias averiadas, médicos como el doctor Florencio Escardó (1904-1992), que decía entre otras cosas que no se le puede pedir al médico que cure enfermedades, porque o se curan solas y entonces no hay que curarlas -algo parecido a aquella cantilinea infantil de 'sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy, ya sanarás mañana'-, o no se curan, y entonces tampoco hay que curarlas.  De las consideraciones del doctor Escardó sobre la medicina dimos cuenta en De los médicos según el doctor Escardó y en De la leche que mamamos y la OMS.

William Osler, Thomas C. Corner (1905)
 

   Otro de estos médicos de los de antes fue sin duda el canadiense William Osler (1849-1919), que nos ha dejado algunas perlas de sabiduría relacionados con el ejercicio de su profesión como esta, que conviene tener siempre presente: Uno de los primeros deberes del médico es educar a las masas para que no consuman medicina. Es un ataque en toda regla contra la industria farmacéutica, cada vez más interesada en sobrediagnosticar y medicar a todo el mundo, olvidando que a veces como reconoce la sabiduría popular es peor el remedio, en este caso el medicamento y sus efectos secundarios adversos, que la enfermedad que pretende atajar: La persona que toma medicina debe recuperarse dos veces, una de la enfermedad y otra de la medicina. Era Osler, pues, un médico partidario como los de antes, como los de toda la vida de no sobremedicar al paciente, por lo que no encajaría muy bien en nuestra sociedad hipermedicalizada y sobrediagnosticada del siglo XXI.

    Encarna William Osler una medicina que podríamos llamar humanística, o quizá mejor, sencillamente humana, centrada en el paciente y no en la enfermedad: No preguntes qué enfermedad tiene una persona, sino mejor qué persona tiene una enfermedad. Para él un buen médico es el que trata y cura una enfermedad, por supuesto, pero el gran médico es el que trata y cura al paciente que tiene una enfermedad. Y por eso insiste en que hay que escuchar al paciente, porque él es el que le da al médico el diagnóstico, y no al revés.

    La medicina era para él la ciencia de la incertidumbre y el arte de la probabilidad. Su consejo para cualquier paciente es Deja de preocuparte por tu salud. Ya se te pasará.

    También reflexionó sobre la actividad pedagógica: La felicidad perfecta para el estudiante y el maestro llegará con la abolición de los exámenes, que son piedras de tropiezo y de ofensa en el camino del verdadero estudiante. Los pedagogos hodiernos están obsesionados con que hay que inventar nuevas y modernas técnicas pedagógicas porque no se puede enseñar como se ha hecho toda la vida, mediante la lección magistral ex cathedra. Predican que hay que introducir medios audiovisuales e informáticos en la enseñanza.  Este argumento no resiste el más mínimo razonamiento crítico: Hay cosas que siempre se han hecho bien y que no necesitan ninguna puesta al día, como por ejemplo enseñar y aprender, o hacer el amor, o curar a los pacientes en el caso de la medicina que nos ocupa. Es cierto que el saber científico y técnico es imprescindible, pero no es suficiente, porque el enfermo tiene unos sentimientos, una biografía. Al saber técnico y científico hay que incorporar el arte de la medicina.

 


    Otro de estos médicos de los de antes fue el estadounidense Robert S. Mendelsohn (1926-1988), considerado uno de los primeros pediatras contrarios a la vacunación infantil. Su libro Confesiones de un médico herético (1979) no fue muy bien recibido por la comunidad médica ortodoxa por algunas de sus afirmaciones. Comienza con un significativo Non credo Y se explica: No creo en la Medicina Moderna. Soy un médico herético. Mi objetivo con este libro es persuadirle a usted de que se convierta en un hereje también. No siempre he sido un médico herético. Una vez creí en la Medicina Moderna.

    Algo que, escrito hace más de cuarenta años, está de plena actualidad a propósito de las llamadas vacunas anti covid-19, que se han aprobado apresuradamente y prescrito indiscriminadamente para toda la población sin haberse estudiado y experimentado bien y sin conocerse, por lo tanto, sus efectos adversos, que están empezando a aflorar y que seguramente seguirán saliendo a la superficie: Una de las reglas no escritas de la Medicina Moderna es la de recetar siempre un nuevo medicamento rápidamente, antes de que afloren todos sus efectos secundarios...

 

"Proceso de la FDA para la probación de nuevos medicamentos.

    Hay que conocer todos los medicamentos cuyos efectos secundarios coinciden con las indicaciones. Esto no es tan raro como se puede creer. Por ejemplo, si usted lee la lista de indicaciones del Valium y luego la lista de efectos secundarios, ¡verá que las listas son más o menos intercambiables! En las indicaciones encontrará: ansiedad, fatiga, depresión, agitación aguda, temblores, alucinosis, espasmos musculares. Y bajo los efectos secundarios: ¡ansiedad, fatiga, depresión, estados de hiperexcitación aguda, temblores, alucinaciones, aumento de la rigidez muscular! Reconozco que no sé cómo utilizar un medicamento así: ¿qué debo hacer si lo prescribo y los síntomas continúan? ¿Suspender el fármaco o duplicar la dosis?

    También nos ha dejado Mendelsohn esta reflexión sobre los inhóspitos hospitales:  Un hospital es como una guerra. Hay que intentar mantenerse al margen. Y si te metes en ella debes llevarte a todos los aliados posibles y salir lo antes posible... Porque el hospital es el Templo de la Iglesia de la Medicina Moderna y, por tanto, uno de los lugares más peligrosos de la tierra. 

    No sería justo dejar de citar aquí el nombre del doctor Máximo de la Peña, que no sé si no se habrá jubilado ya a estas alturas. Por edad le correspondería desde luego. El caso es que consultado por una mujer que había entrado en la menopausia y sufría muchos sofocos sobre qué medicamento podría tomar para aliviarlos, le dijo que ninguno era bueno, habida cuenta de los efectos secundarios indeseables que eran sin duda mucho peores que los sofocos. Y le recomendó un remedio sencillo y económico, sin contraindicaciones: -Hay un remedio que le puedo recetar, un remedio que no se vende en farmacias y que es el que usaban nuestras abuelas toda la vida cuando llegaban a este trance: el abanico.   

    Por sugerencia de un anónimo lector, incluyo esta receta del doctor Gazo, que prescribe una terapia para mejorar la salud mental de todos nosotros consistente en "dejar de ver las noticias de T.V." 

          

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Sentiencias

    El que más mira no suele ser el que más ve, sino por el contrario, el que menos: la mirada enceguece.

    La mayoría democrática de la gente ha sido abducida, adormecida, anestesiada con la vacuna que nos predispone a creer que la mentira es verdad, a creer a pie juntillas en algo, en cualquier cosa, sea la que sea, porque cualquier cosa sirve, todo vale, vale todo con tal de renovar el inveterado fetiche, la  cacharrería fantasmagórica de la vieja fe.

    La Ciencia -hay que escribir esta palabra con mayúscula inicial, como corresponde a Dios- es la nueva fe en la que cree la mayoría religiosamente, ciegamente. La Ciencia ha servido para fortalecer la fe. Quien se atreva a poner en duda y tela de juicio el dogma de la Ciencia es considerado un hereje... y excomulgado, porque la Ciencia es una reencarnación de la vieja deidad monoteísta judeocristiana: la nueva teología. 

    La infancia es una especie en vías de extinción. La infancia, en estado de sitio. La infancia, en obras permanentemente y en construcción. Perdonen las molestias. Estamos trabajando por su bienestar, por su futuro. La educación, que, no se olvide, es obligatoria hasta los dieciséis años, es otra jurisdicción de poder, otro espacio donde se despliegan estrategias de dominación, como la de la salud: es por tu bien, es por tu salud: cuídate. Nos dicen que nos cuidemos para que no nos descuidemos. Ojalá pudiéramos descuidarnos.


     A Aldous Huxley, el autor de Un mundo feliz, que era además de escritor médico, se le atribuye sin mucho fundamento al parecer la autoría del dicho: “Ahora la medicina ha progresado tanto... que ya todos somos enfermos”. Pero sea quien sea el autor del dicho, el dicho tiene razón: Todos, en efecto, nos hemos convertido en pacientes de la noche a la mañana dentro del estado terapéutico y profiláctico en el que vivimos, que mira por nosotros y vela por nuestra salud, siempre futura. Más que dedicarse a curar los males que padecemos, la medicina -tanto ha progresado- se dedica a prevenir los que no tenemos todavía. Ha dejado de ser curativa para pasar a ser única y exclusivamente preventiva, o profiláctica, que es lo mismo pero dicho en griego para que no se entienda bien la cosa de buenas a primeras.

    He oído que a los presos ya no se los llama presos, ni tampoco reclusos, eufemismo de presos, sino “residentes”. He oído que en sus celdas ya no son celdas, sino habitáculos, donde tienen hasta televisión de plasma. He oído que la cárcel ya no se llama así, sino "residencia de personal recluido". Pero, aunque cambien los nombres para disimular la realidad -ese era el "cambio, change, wechsel" que nos prometieron-, la cárcel sigue siendo prisión.

    El SIDA no tiene entidad biológica o patológica como el cáncer, no es una enfermedad sino una construcción realizada concienzudamente, que aprovecha problemas de salud realmente existentes aunque ya conocidos para constituirse en uno de los mayores mecanismos de producción de terror, dinero y poder de finales del siglo XX y comienzos del XXI. El supuesto descubrimiento del VIH fue un fraude intencionado llevado a cabo por el Dr. Gallo en 1984. Pero no es nada en comparación con el COVID-19 que nos cayó el año pasado y que persiste todavía: covid persistente lo llaman.  

    La salud y la enfermedad son un campo abonado para el ejercicio autoritario y despótico del Poder, desde antes del nacimiento, pasando por una interminable sucesión de momentos claves de nuestra vida, hasta el trance final de la muerte. Nacemos y morimos en un Hospital. Nos pasamos media vida entre el quirófano y la sala de espera de la consulta médica, ya no sólo presencial, sino telefónica: subordinan nuestra existencia a lo que ellos entienden por salud, es decir, a la profilaxis, dicho en griego, o prevención.  Nacemos y morimos en un hospital, condenados a follar siempre con preservativo, a no ser que lo hagamos bajo la bendición del matrimonio homosexual o heterosexual, ya da igual. Y la vida se ensombrece por el miedo a la muerte. Y la salud, por el fantasma de la enfermedad.

    ¿No estamos acaso más locos y somos más peligrosos algunos de los supuestos cuerdos que la mayoría de los internados y privados de libertad en un hospital psiquiátrico?

    No entro en el debate estéril y politiquero de “izquierdas” y “derechas”: es lo mismo, son la cara y la cruz de la misma moneda. En las alturas puede gobernar quien le dé la gana,  la izquierda o la derecha. Da lo mismo.  Aquí abajo da igual quien gobierne arriba. Lo que uno quiere es que no gobierne nadie: que no haya arriba ni abajo.

    ¿Cómo quieres que el Estado solucione nuestros problemas políticos si el mayor problema político que tenemos es la polis que decían los griegos, o sea el Estado?

martes, 28 de diciembre de 2021

Conmemoración de la matanza de los Santos Inocentes

Vivimos tiempos bíblicos y plucuambíblicos, apocalípticos en el sentido etimológico del término de reveladores, nos tienen en vilo y nos desvelan la catástrofe. 

Los sacrificios se hacen siempre por algo, generalmente en aras del bien común, en beneficio de otros o de otro, distinto, claro está, del chivo que se inmola. 

Hay comités de expertos, pediatras, pedagogos, médicos y sobre todo padres, que apoyan la matanza de los inocentes. Se le hiela a uno el alma sólo de pensarlo. 

La masacre de los inocentes, narrada sólo en el evangelio de Mateo, no tiene muchos visos de ser histórica, pero posee un valor simbólico metafórico innegable.

 

El rey Herodes, como el faraón egipcio, ordena la ejecución de los recién nacidos, temeroso de que alguno pueda llegar a arrebatarle con los años el poder. 
 
El rey Herodes ordenó sacrificar a todos los niños del reino, y si eso nos parece una atrocidad, es porque no es historia ni leyenda, es porque es actualidad. 
 
Herodes no duda en ordenar el sangriento asesinato múltiple de las criaturas inocentes nacidas en Belén menores de dos años con tal de no verse destronado. 
 
Herodes es la violencia institucional de policía y ejército, el adoctrinamiento educativo, la información que es propaganda, y el poderoso caballero Don Dinero.

La masacre de los incoentes, Nicolas Poussin (c. 1618)

El óleo de Poussin de la masacre de los inocentes refleja la Sagrada Familia:  la madre que grita, el soldado/padre ejecutor y el niño que va a ser sacrificado.

Herodes trata de educar, es decir, de matar al niño que acaba de nacer, ésa es la dedicación esencial de los padres, maestros, pedagogos y del Poder en general. 

A los niños, inocentes criaturas perversas polimorfas, hay que matarlos, porque un niño, eso lo sabe cualquiera, es, si se lo deja suelto, una cosa peligrosa. 

Eso que se llama ‘educación’ consiste esencialmente en hacer del niño todo un hombre hecho y derecho llevándolo al matadero y pudridero, es decir, a su futuro. 

Educar al niño es domesticarlo, someterlo para que cuando se ponga a pensar no se vaya por las nubes, sino que lo haga según las ideas y patrón establecidos. 

La matanza de los inocentes, Giotto (1303-1305)

En el fresco de Giotto hay dos planos: arriba el rey Herodes, abajo sus súbditos: a un lado los verdugos, al otro las madres, en el centro los niños inmolados.

Pero no todo es tan fatal. Aunque Herodes mata a las tiernas criaturas, no las mata nunca del todo: Dios aprieta pero no ahoga, por más que no deje de apretar. 

La educación nos inculca la fe en lo que es, en lo que sea, fe que cultivan la Ciencia y la Filosofía, como antaño cultivara la Teología sin mucha diferencia. 

Herodes nunca mató a todos los inocentes, a todos los niños, siempre queda algo del niño muerto que renace en las empalagosas y entrañables fiestas navideñas. 

El Ángel, mensajero del futuro, le dice a José que huya a Egipto con la madre y el hijo porque Herodes quiere matar al niño llamado a derrocar al mandatario. 

 
 La matanza de los inocentes, Guido Reni (1611)

En el lienzo de Guido Reni dos angelotes aguardan en el cielo con palmas de martirio a los niños ejecutados para consagrarlos como futuros santos inocentes.

Si algo de sangre nos queda en las venas, rebeldía contra lo que está mandado y amor hacia lo que no se sabe, es para sublevarnos contra el poder y el capital.

lunes, 27 de diciembre de 2021

La enfermedad y el remedio

    Frente al dicho popular del que tantas veces nos hacemos eco por aquí de que '(a veces) es peor el remedio que la enfermedad' propuso Baltasar Gracián, hace ya cuatrocientos años, la siguiente corrección que no invalida lo anterior, sino que ofrece otra perspectiva enriquecedora: 'Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio'.

    El doctor jubilado Juan Gérvas publicó en Acta Sanitaria el 19 de noviembre pasado un artículo titulado En Europa rebrota la covid19 pese a la vacunación, ¿o por la vacunación? Frente a las noticias que se hacían virales entonces del rebrote de la epidemia a pesar de los altos índices de inoculación de los europeos, J. Gérvas sembraba la duda y se planteaba si no sería dicho recrudecimiento de la epidemia una consecuencia directa del proceso mismo de la vacunación. Según Gérvas la vacunación destinada a la covid19, como la de la gripe, no comporta inmunidad de grupo, y tampoco asegura que el vacunado no vaya a infectarse. Los vacunados pueden contagiarse, y de hecho se están contagiando, incluso más que los no vacunados.

    Sabemos, dice el doctor, que la vacuna de la gripe no evita la gripe ni sus complicaciones, y tampoco conlleva inmunidad de grupo. Además, quienes están vacunados pueden expulsar seis veces más virus gripales si contraen la gripe. La vacuna de la gripe, por lo tanto, es una vacuna fallida que ni conlleva inmunidad de rebaño, ni impide pasar y contagiar la gripe.

    Las vacunas de la covid19, al igual que las de la gripe, tampoco conllevan inmunidad de grupo y hay datos que demuestran que los vacunados pueden infectar(se) más. No impiden, pues, ni la infección ni la transmisión del virus. No se sabe cuál es la razón de por qué pueden contagiarse más los vacunados. Una respuesta que aventura el doctor y que parece plausible es que “al caer a los seis meses la inmunidad artificial provocada por las vacunas el sistema inmunitario hubiera quedado dañado y en cierta forma menos capaz de producir defensas naturales y que por ello fuera más fácil la infección.”


     Las vacunas de la covid19 al uso “ponen a trabajar” a todas las células del organismo para producir una molécula del virus, una proteína del SARS-CoV-2, que inunda la sangre como un tsunami y lleva a la producción de anticuerpos (defensas) contra dicha proteína del virus, una proteína extraña que el propio cuerpo produce para combatirla. Es como si los bomberos se dedicaran a provocar incendios para poder apagarlos, y cuando se encuentran con uno que ellos no han provocado, exhaustos de tanta actividad, sucumbieran al pasto de las llamas.

    “No sería raro, reflexiona J. Gérvas, el daño a largo plazo del sistema inmunitario humano con tal avalancha de moléculas del virus producida en todas las células del cuerpo humano.”

    Una vez razonado que la vacuna de la covid19 no sirve para evitar los brotes del virus, se pregunta el autor si las medidas no farmacológicas como el uso de mascarillas, los confinamientos, toques de queda y demás pueden servir para combatirlos.

    No hace falta razonar mucho para responder a eso: los rebrotes son generales pese a la vacunación y pese a las medidas, da igual que se relajen o se intensifiquen.

    Respecto a las vacunas de la covid19 es fundamental saber que su beneficio es a corto plazo y de tipo individual. La protección frente al contagio es de poco más de tres meses, y una vez infectados los vacunados contagian algo más que los no vacunados, por lo  que es falso que al vacunarse uno esté protegiendo a los demás.

    Cito literalemente este párrafo de su artículo: “Vacunarse contra la covid19 es una decisión que tiene lógica personal ante el miedo a la enfermedad, pero no es un acto “de desprendimiento”, ni de altruismo, sino más bien de egoísmo (pues conlleva beneficio personal a corto plazo a costa del incremento de la probabilidad de infección y, quizá, de transmisión). Es fantasía, si no manipulación, el "me protejo, te protejo".

    Hay por lo tanto que contradecir a Su Santidad el Papa y decir que la vacuna no es un “acto de amor”, como dijo él, a los demás, sino sólo a uno mismo: un acto de amor propio o de egolatría. Y también hay que contradecir al Jefe del Ejecutivo, como llaman los periodistas al Presidente del Gobierno español, aunque ya se contradice él solo, cuando dice que la vacuna es la libertad, porque es un argumento cínico, en el peor sentido de la palabra, que sólo vale cuando te privan de dicha libertad si no te vacunas. La vacuna no es la solución del problema, sino una parte y no la más pequeña precisamente de él. 

    Se necesitarían mejores vacunas que las que tenemos, vacunas que creen inmunidad personal a largo plazo y que conlleven inmunidad de grupo. Pero no es el caso. El caso, en la coyuntura actual, como concluye Juan Gérvas es que la vacunación no está extinguiendo los brotes de la enfermedad, sino que los está provocando. 

    Sin embargo, nuestras autoridades sanitarias -¿qué error hay que no hayan cometido?- se aferran desesperadamente al clavo ardiente de la vacunación como si no hubiera más salida. No dan marcha atrás, sino todo lo contrario. No son capaces de reconocer una equivocación, perseveran persistente- y tozudamente en el error: El Jefe del Ejecutivo español refuerza los dispositivos de vacunación con equipos de las Fuerzas Armadas para rastrear positivos, insistiendo en la necesidad de la tercera dosis para los mayores y de la primera y segunda para los niños. Erre que erre.


domingo, 26 de diciembre de 2021

Afirmacionismo corrupto

    La comparación con la persecución de los judíos bajo el nacionalsocialismo alemán con la segregación que imponen  a los no vacunados las actuales políticas sanitarias de la Unión Europea (que son de índole policial y por lo tanto política más que sanitaria) le parece al editorialista de El País ('Negacionismo corrompido', 22/12/2021) 'una intolerable mezquindad y sin justificación alguna' aunque añade, como si quisiera de alguna manera intentar encontrar alguna explicación a dicha vinculación, 'a pesar del prolongado cansancio y el malestar acumulados'. 
 
Montaje fotográfico: La vacuna libera.
 
     Según el citado editorial: “organizaciones de ultraderecha buscan aprovechar el malestar social después de casi dos años de pandemia para agitar, radicalizar. Son una pequeña minoría, pero es preciso tener en cuenta que el agotamiento tras 21 meses de vida bajo presión pandémica es alto, y que hay terrenos propicios para propagar incendios, sobre todo ahora que la variante ómicron vuelve a poner en dificultad a los sistemas sanitarios y requerir sacrificios.” Dejando de lado la susodicha y virulenta variante, no entiende el editorialista de El País que si para algo están los sistemas sanitarios y los hospitales es para afrontar retos y dificultades, y para que se colapsen cuando por alguna razón es menester que lo hagan, como por ejemplo cuando hay epidemias, y no para exigir el sacrificio a los pacientes de quedarse en casa para 'salvar vidas'. El problema es que los sistemas sanitarios europeos han sido previamente desmantelados, y no pueden encarar ahora ni siquiera una triste epidemia de gripe catarral. 
 
 
 
    No resulta muy descabellado, desde mi punto de vista, comparar el afán totalitario de la política sanitaria de la Unión Europea, que persigue el cien por cien la inoculación de todos sus ciudadanos, con el de la Alemania nazi que pretendía el cien por cien de sangre aria de todos y cada uno de sus súbditos, algo materialmente imposible, porque en ambos casos se trata de una obsesión absolutista de conjunto cerrado donde todos sus elementos deben ser equiparables e intercambiables. 
 
   Hay quien dice que no pueden compararse 'judíos' y 'no-vacunados' porque siendo tanto los unos como los otros seres humanos, los judíos pertenecen a un grupo étnico determinado -no podemos decir 'raza', que es palabra mayor- mientras que los no-vacunados están diseminados entre todos los grupos y no pueden adscribirse a ninguno en particular. De hecho hay muchos judíos que se han inoculado y algunos que han rechazado la vacunación. 
 
 
    El problema de la persecución étnica de los judíos lo plantea la propia definición de 'judío', que ya se les presentó a los jerarcas nazis. ¿Qué es un judío? ¿Quién es judío? Y se trata de hacer de algo que es cuestión de más o menos, una cuestión ontológica de sí o no: se es o no se es judío, y no hay término medio: en eso radica el absolutismo totalitario. Ser o no ser, he ahí la cuestión, como diría Hamlet. Parece a simple vista que es judío el que es hijo de padres judíos, pero uno puede ser hijo de un padre judío y de una madre no-judía, o viceversa -da igual para el caso-, por lo que no sería un 'judío entero' al cien por cien, sino un 'medio judío', o, remontándose incluso a sus abuelos, uno podría ser un 'cuarto de judío', por así decirlo, si sólo tiene entre sus ancestros un abuelo de sangre judía. Parece que hasta ahí llegó la definición del régimen hitleriano: bastaba que uno tuviera un abuelo judío para ser catalogado ya como tal y ser considerado un elemento étnicamente indeseable o impuro. Algo parecido está pasando con la definición de vacunado con la pauta completa. Cuando uno llevaba una dosis le decían que necesitaba la segunda para tener la pauta completa. Cuando ya lleva las dos dosis reglamentadas inyectadas en el cuerpo le dicen ahora que necesita una tercera para que se le considere 'completamente vacunado' (fully vaccinated, en la lengua del Imperio, que es la de la Unión Europea) y pueda gozar de los privilegios que su status conlleva. Cuando uno ya lleve las tres dosis... 
 
    La pureza racial no existe como tal. En inglés se utiliza el término full-blooded para referirse a alguien que es de pura cepa, como decimos a veces en castellano, o de pura sangre, esto es, de sangre no mestiza o exogámica sino endogámica, de antepasados no contaminados con sangre foránea. Pero purasangre, en castellano, escrito junto, es un término que hace referencia al pedigrí de un caballo más que de una persona, y que alude curiosamente a una raza que es producto del cruce -y por lo tanto, del mestizaje- de la árabe con las del norte de Europa. Es decir, que ni siquiera los purasangres en su origen son de sangre “pura” o no contaminada, sino mestiza, lo que debería darnos mucho en que pensar. 
 
Quema de judios acusados de propagar la Peste Negra (1348-1351)
 
    Lo que persigue la U.E. no es un grupo étnico, sino el rechazo de las políticas sanitarias (políticas) de la propia U.E. por algunos de sus ciudadanos, “una pequeña minoría”, según el editorial de El País, pero que encuentra un terreno abonado “para propagar incendios”. En ese sentido me parece más acertada la comparación de la exclusión de los no vacunados de la vida social con la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos de España si no se convertían al catolicismo, porque no era una persecución étnica sino religiosa (y política). Sus católicas majestades en el Decreto de Granada de 1492 decían: «acordamos de mandar salir todos los judíos y judías de nuestros reinos y que jamás tornen ni vuelvan a ellos ni alguno de ellos». Aunque la expulsión era definitiva, en el edicto estaba implícita la alternativa de la conversión: disponían de cuatro meses para abandonar su fe y bautizarse convirtiéndose al catolicismo si querían seguir en España. Si persistían en sus creencias, rechazando el agua bendita del bautismo y la gracia de Dios, equiparables al mágico suero de la industria farmacéutica, sólo les quedaba el exilio, como a los no vacunados sólo les queda la exclusión de la vida social.
 
    Lo mismo sucedió con los mudéjares o musulmanes que vivían en territorios cristianos en 1501. Se les puso en el brete de recibir el bautismo o ser expulsados de las Españas. La mayor parte de ellos aceptó el agua bendita del bautismo que los convertía ipso facto en cristianos nuevos (frente a los cristianos viejos o de toda la vida) y se les denominó moriscos. En 1609, poco más de un siglo después del edicto de sus católicas majestades, Felipe III firmaba el decreto de expulsión de los moriscos porque mantenían sus costumbres y formas de vida diferentes de los cristianos viejos y porque muchos practicaban a escondidas el islam, pese al cristianismo obligatorio que se les había impuesto al bautizarlos a la fuerza.   
 
    Del mismo modo a los que rechazamos la vacuna se nos da la posibilidad de inocularnos si queremos reanudar nuestra vida social, convirtiéndonos a la religión impuesta por la Gran Farmacia, o refugiarnos en nuestro exilio interior como si fuésemos anacoretas.

sábado, 25 de diciembre de 2021

Mensaje navideño de la OMS

Propaganda de Ómicron: La nueva mutación puede infectarnos o reinfectarnos a todos y cada uno de nosotros. De hecho podemos estar ya infectados sin notarlo.

 

Todos nosotros estamos muy hartos de esta pandemia que está, como la pesadilla del cuchillo sin hoja de Lichtenberg al que le falta el mango, durando demasiado.



El Director General de la Organización Mundial de la Salud llama a cancelar celebraciones navideñas hoy para no tener que lamentarnos mañana todos enlutados.

 

Recomienda este señor que dejemos para mañana lo que podemos celebrar hoy, como si el futuro no fuera un trampantojo cuya función no es otra que engañarnos.

 

 

El Director de la Organización Mundial de la Salud les desea a todos y cada uno de ustedes unas felices pascuas aplazadas y un próspero año nuevo postergado.


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No he podido resistir la tentación de incluir este vídeo donde el Director de la Organización Mundial de la Salud, cuyo nombre propio voy a citar, contra lo que es mi costumbre, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, comete un lapsus linguae freudiano que revela lo que no quería decir pero que estaba pensando y, sin embargo, se le escapó porque es la verdad que al final aflora y sale del pozo en el momento menos pensado: dice al final de su parlamento a propósito de la dosis de recuerdo de la vacunación infantil:  (No hacen falta muchos conocimientos de la lengua de Shakespeare para entenderlo):  ...to give boosters to KILL children ('dar refuerzos para MATAR a los niños').

 


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La viróloga del CSIC recomienda no cantar villancicos ni otros cantes y mantener la mascarilla puesta el mayor tiempo posible en las comidas y cenas navideñas.

 

viernes, 24 de diciembre de 2021

El parto de la estanquera

    Cuadrillas de amigos iban pidiendo el aguinaldo por las casas en las fiestas navideñas, cantando villancicos burlescos, con su melodía tradicional y conocida pero sustituyendo el texto, con lo que conseguían mezclar la solemnidad del misterio sagrado del Nacimiento que se celebraba con chocarrerías burlescas de todo tipo, desde el escarnio del vecino que no daba una generosa propina hasta comentarios obscenos e irreverencias religiosas.
 
    Algunas coplas unen a la celebración del Nacimiento del Niño el recuerdo de su futura pasión y muerte, lo que no deja de ser una metáfora de su entrada en la sociedad adulta, como esta por ejemplo donde el Niño, siguiendo el oficio de su padre, talla la propia cruz de madera en la que será crucificado, argumento que parecería en principio poco propicio a la alegría de las entrañables fiestas navideñas: San José era carpintero / y la Virgen costurera / y el Niño labra la Cruz / porque ha de morir en ella. 
 
    Otras coplas forman parte ya del acervo de la cultura popular, como por ejemplo: Esta noche es Nochebuena / y mañana Navidad, / saca la bota, María, / que me voy a emborrachar. Coplas como esta resucitan de alguna manera el espíritu pagano de las romanas saturnales y bacanales que celebraban por estas fechas la vuelta a la Edad de Oro y al reinado anárquico de Saturno, que coincidía con el Nacimiento del Sol Invicto o solsticio del invierno.
 
 

    O esta otra copla también popular: La Pascua se va y se viene, / la Pascua viene y se va, / y nosotros nos iremos / y no volveremos más, y su versión alternativa: La Nochebuena se viene, / la Nochebuena se va, / y nosotros nos iremos / y no volveremos más
 
Niños recogiendo el aguinaldo, grabado de J. Cuevas
 
     Una de estas coplas burlescas se la oí a un anciano que la recordaba de su infancia en tiempos de la guerra civil española. Se la cantaban según él los niños republicanos a una familia nacional que poseía la franquicia de tabacos de un estanco a donde iban a pedir los aguinaldos: Esta noche es Nochebuena, / noche de comer patatas, / que ha parido la Estanquera / un burro con cuatro patas. He encontrado las siguientes variaciones del mismo tema del parto de la estanquera: Esta noche es Nochebuena, / noche de pelar patatas, / que ha parido la estanquera / un costal con garrapatas. Modificando las patatas por los turrones, lo que ocasiona un cambio también de la rima, que provoca otro parto: Esta noche es Nochebuena, / noche de comer turrones, / que ha parido la estanquera / una cesta de ratones. Y sustituyendo el resultado del parto: Esta noche es Nochebuena / y no es noche de dormir / que ha parido la estanquera / un marrano (o gorrino cochino en otras versiones) jabalín. Y también: Esta noche es Nochebuena / y mañana Navidá, / que ha parido la estanquera / una cabra colorá.
 
    Al motivo surrealistas del parto de la estanquera, se unía la irreverencia religiosa cuando se modificaba el estribillo del villancico tradicional y se cantaba: Pastores venid, pastores llegad / a adorar, a adorar al burro / que ha nacido ya. 
 
Grafito de Alexámeno: Alexámeno adora a su dios (siglos I-II )
 
    La identificación del Niño Dios con un burro me recuerda al grafito de Alexámeno, que se considera la primera representación gráfica además de burlesca de la crucifixión de Cristo, encontrado en el Palatino de Roma y que remonta a los siglos I o II de la era cristiana. La leyenda del texto griego dice: Αλεξάμενοϲ ϲέβετε θεóν Alexámenos sébete theón, donde ϲέβετε se interpreta no como lo que parece a primera vista, el imperativo plural o la segunda persona del plural del Presente de Indicativo Activo del verbo ϲέβω, sino como ϲέβεται, la tercera persona del singualar del Presente de Indicativo de ϲέβομαι  pronunciado a la latina, y significaría: Alexámeno adora a su dios. Se considera el grafito una representación satírica del cristianismo.