viernes, 22 de octubre de 2021

Cuatro días santanderinos

    El Ejército de Tierra, el Clúster(*) de la Industria de Defensa(**) de Cantabria de reciente creación, el Comité Olímpico Español, y el Ayuntamiento de Santander, faltaría más, organizan de cara al verano del año que viene lo que han denominado en la lengua del Imperio Santander Four Days, o sea Cuatro Días Santanderinos, cuatro jornadas de confraternización cívico-militar (nótese, entre paréntesis, la contradictio in terminis que supone juntar los adjetivos “cívico-militar”, una contradicción que quiere pasar desapercibida cuando justamente de lo que se trata, como veremos, es de aunar ambos términos no en el sentido de civilizar lo militar desmilitarizando la sociedad sino en el de militar lo civil hasta confundirlo en una sola y misma argamasa), ahora que comienza a hablarse de la necesidad de creación de un ejército europeo en que se integraría el 'soldadito español, soldadito valiente' del pasodoble.

    Serán 4 días de marchas por los alrededores y la propia ciudad de Santander, la 'novia del mar' según el empalagoso bolero de Jorge Sepúlveda, en los que marcharán -quedaría muy mal decir 'desfilarán'- conjuntamente al unísono civiles y militares, no sólo españoles, sino también de toda Europa -de ahí suponemos el reclamo del nombre de las jornadas en la lengua del Imperio- para confraternizar, y, por un lado, proyectar una buena imagen del ejército como si fuera un convento de hermanitas solidarias de la caridad  con un par de pistolas al cinto por si acaso, y de penetrar en la sociedad civil por el otro lado, promoviendo la adhesión de esta a los valores militares y nacionalistas supranacionales que amplían el concepto de “estado-nación” al marco de la Unión Europea y la necesidad apuntada de creación de un ejército paneuropeo.

En el marco inigualable de Santander y su bahía.
 

    He aquí la propaganda del evento: Cuatro días. Cuatro marchas. Un objetivo: caminar juntos. Por primera vez en España un evento único al alcance de todo el mundo. Mirándonos en el espejo de las grandes marchas cívico-militares de Europa que cada año reunen a miles de marchadores, nace 'Santander four days', un evento al aire libre, no competitivo, que fomenta valores (ESFUERZO, RESPETO, AMISTAD, SOSTENIBILIDAD). Cuatro días para convivir y compartir experiencias. Un evento social, deportivo, cultural, turístico y festivo de alcance internacional en un marco inigualable: Santander y su bahía. Cuatro etapas que discurrirán por la Costa Quebrada, Peña Cabarga, el arco sur de la bahía, y las calles de la ciudad con recorridos adaptados a todo tipo de participantes, desde personas con discapacidad o que se conformen con disfrutar del ambiente, el paisaje y la experiencia, hasta los que quieran ponerse a prueba en las condiciones más exigentes. 

 

 Marchadores civiles y militares se dan la mano.

    Marchadores civiles y militares de diferentes países compartiendo esfuerzos y fomentando el espíritu de convivencia y los valores comunes. Un evento sostenible que contribuirá al cumplimiento de los objetivos de desarrollo para transformar el mundo (3: SALUD Y BIENESTAR; 5: IGUALDAD DE GÉNERO; 11: CIUDADES Y COMUNIDADES SOSTENIBLES; 12: PRODUCCIÓN Y CONSUMO RESPONSABLES; 13: ACCIÓN POR EL CLIMA; 15: VIDA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES), organizado por el Clúster de Industria de Defensa en colaboración con el Ayuntamiento de Santander, el Ejército de Tierra y el Comité Olímpico Español. El éxito está asegurado. Solo nos falta contar con tu participación. ¿Te apuntas? Serán cuatro días inolvidables. Ponte en marcha hacia Santander. Te esperamos.

    Todo ello bajo un policromado anagrama, un pin multicolor que lucen autoridades y políticos en sus solapas, que recuerda su compromiso de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de Naciones Unidas para mejorar la vida de los habitantes de la Tierra (sic, literal). Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS), concretamente de la Agenda 2030 de la ONU. Hay 17 colores porque hay 17 objetivos que se han marcado a nivel internacional para el año 2030, especialmente destacables el 1: Fin de la pobreza (acabando con los pobres) y el 2: Hambre cero (que nadie se muera de hambre, sino de asco, aburrimiento y virus cronado). Todos ellos muy loables, tanto como las buenas intenciones de las que está empedrado el suelo del infierno. 

 

    Uno no puede dejar de mostrar su preocupación por la organización de estas iniciativas o 'eventos', como prefieren sus organizadores, y preocupación por tan complaciente consenso como hay a la hora de mirar para otro lado ante el problema que supone para las exiguas arcas del Estado el incremento del gasto militar, que es por otra parte cada vez mayor y deliberadamente opaco, y, lo que es más preocupante, la creciente militarización de la sociedad civil a la que venimos asistiendo. Durante el año pasado y el presente, en efecto, la estrategia, nunca mejor empleada esta palabra que nos viene precisamente del ámbito militar, de legitimación del militarismo ha crecido. Recordemos cómo desde la declaración de la pandemia nos han metido al ejército hasta en la sopa: desde el Jefe aquél del Estado Mayor uniformado y condecorado que predicaba por la televisión que estábamos en guerra contra un enemigo muy peligroso como era el virus, y que todos éramos soldados en esa guerra -se le olvidó decir “civil”- y exaltaba las virtudes militares, hasta los propios soldados desinfectando calles y residencias de ancianos y patrullando por las ciudades como hemos visto, y los rastreadores militares, por no hablar del resto de las fuerzas armadas que, pese a que luego se hayan declarado anticonstitucionales los estados de alarma que decretó el gobierno, han perseguido, multado y acosado a todos aquellos que se saltaban los protocolos ilegales. También hemos visto, de la mano de aquello, cómo se incrementaban las políticas de control social que ya se venían practicando, quizás mas tímidamente, encontrándonos ante la paradoja de que nos venden la sensación de libertad cuando nos hallamos ante un sometimiento mayor al control y a la vigilancia en este nuevo feudalismo tecnológico.

 *Este anglicismo, totalmente innecesario y aceptado internacionalmente, vale sin embargo tanto para un roto como para un descosido. A propósito del virus coronado se habló de clústeres con el sentido de “brotes”; aquí parece que se utiliza como sinónimo de “agrupación”, “conjunto”, “conglomerado”, “agrupamiento” o simplemente “grupo”.

**Según informan en su página electrónica “El Clúster de la Industria de Defensa (CID) es una iniciativa pionera en España, nacida formalmente el 10 de julio de 2019, coincidiendo con el 920 aniversario del fallecimiento de El Cid (10 de julio de 1099)”. Nótese la coincidencia entre el acrónimo CID y el apodo de origen árabe de Rodrigo Díaz de Vivar, alias el Cid campeador. Según allí se lee: El CID se caracteriza por la diversidad de las empresas, entidades e instituciones que lo conforman, de diferentes tamaños y distintas áreas de actividad (...) Algunos de los grupos trabajan en la puesta en marcha y el desarrollo de proyectos de I+D+i acogiéndose a los fondos que la Unión Europea va a destinar en el período 2021-2027 para el desarrollo de sistemas que contribuyan a fortalecer las base tecnológica e industrial de la defensa común. Otros centran su trabajo en aspectos complementarios de interés común para las entidades y empresa asociadas (subrayado mío).


jueves, 21 de octubre de 2021

La historiografía como género literario

    Que la Historia (inglés history) es una ficción (inglés story)  que escriben los vencedores es algo que salta a la vista cuando uno lee por ejemplo el libro primero de la Guerra de las Galias donde Julio César, que es a la vez el protagonista principal de la historia y el historiador, cuenta la guerra que sostuvo contra los helvecios. 

    Los vencidos no podían haberla escrito porque habían sido derrotados, sencillamente, y la inmensa mayoría yacía bajo tierra. Y César, el vencedor, la escribe con el fin de justificar la guerra que emprendió,  para lo que utiliza algunos insidiosos recursos como hablar de sí mismo en tercera persona, como si el narrador fuera distinto del protagonista principal de su informe. El sujeto gramatical de la mayoría de sus comentarios es él mismo: César, pero nunca utiliza la primera persona del singular para referirse a sí mismo, sino siempre la tercera, que no es ni la del hablante ni la del oyente, sino la que despersonaliza a los interlocutores convirtiéndolos en cosas o temas de conversación, es decir, alejándolos de las personas gramaticales, como si estuviera hablando objetivamente de alguien ajeno a él, igual que haría un supuesto historiador neutral, si lo hubiese, que no formara parte de ninguno de los dos bandos en liza o que no tomara partido, lo que en rigor es imposible, por unos u otros, por los romanos o por los helvecios, que, constreñidos por la naturaleza del lugar donde vivían, habían decidido huir de sus valles y montañas y embarcarse en una gran migración en busca de mejores pastos y más benignos horizontes siguiendo el consejo de Orgetórige.

Busto de Julio César

    El propio Gayo Julio César nos refiere que se hallaron unas tablillas al final de la campaña en el campamento de los helvecios escritas con caracteres griegos donde se hacía una relación nominal de los que habían emigrado de su patria. La gran migración en busca de la tierra prometida ascendía a un total de trescientas sesenta y ocho mil personas entre helvecios, la mayoría de ellos, y tulingos, latóbrigos, ráuracos y boyos. De los cuales había unos noventa y dos mil hombres en edad de poder empuñar las armas,  y el resto era población civil, por utilizar un término actual que comprende a mujeres, niños y ancianos.  A continuación nos da el número de los que volvieron, vencidos y rendidos, al lugar de origen del que habían emigrado tras haber arrasado sus aldeas y quemado sus cosechas, territorio que hoy ocupa la Confederación Helvética o Suiza: unas ciento diez mil personas. 

    No es difícil hacer el recuento de víctimas: aproximadamente dejaron detrás doscientos cincuenta y ocho mil cadáveres, algo más de las dos terceras partes de la población. Los helvecios, derrotados y obligados a volver, habían entrado en el libro de la Historia Universal por la puerta grande. Así es como se escribe la Historia. Con tinta y sangre, que viene a ser lo mismo. 

 Vercingetórige depone sus armas a los pies de César, Lionel Noel (1852-1926)

    La historia (ἱστορία, conocimiento, inglés history) no deja de ser un cuento, es decir, un relato mítico (inglés story) y, más en general, un intento de convencernos a nosotros mismos de que los hechos que han pasado son comprehensibles y que son la causa de hechos presentes y de los presuntamente futuros, que serían su lógica consecuencia.

    Repárese en la contradicción lógica existente en los términos “hechos presentes y futuros”, porque si son presentes no son hechos dado que no se han cumplido todavía, sino que se están haciendo en todo caso, y si son futuros no han pasado todavía ya que si son hechos son, por definición, pretéritos y no pueden ser presentes ni futuros, por lo que lo pasado “pasado está”, como la gente dice. La historia, en definitiva, es un intento de dotarle a la vida de un sentido, del que lógicamente carece.

Viñeta de Bill Watterson, de la serie Calvin y Hobbes

    Ya lo vio William "Bill" Watterson (1958-...), humorista gráfico estadounidense, conocido por ser autor de la célebre tira cómica Calvin y Hobbes, guiño filosófico a Calvino y a Thomas Hobbes, donde le hace decir a su niño de 6 años, llamado Calvin, a su amigo imaginario y tigre de peluche Hobbes, que la historia es la ficción que inventamos para convencernos a nosotros mismos de que los hechos son comprensibles y que la vida tiene un sentido y una dirección (history is the fiction we invent to persuade ourselves that events are knowable and that life has order and direction).

    La historia es siempre mentira por definición porque los hechos no son las palabras que los refieren, ya que entre el dicho y el hecho hay, como la gente dice, un trecho, o, en la lengua de Dante,   tra il dire e il fare c'è di mezzo il mare, que podríamos traducir como entre el hacer y el contar está por el medio el mar. Y entre la lengua escrita, que es en la que yace la Historia, y la lengua viva o hablada se abre otro abismo insuperable. 

    Así lo vieron los clásicos griegos y romanos, que situaron la historiografía como un género literario comparable con la moderna novela, el género prosaico por excelencia, inspirado por la musa Clío, la grandilocuente, la mentirosa. Si te cuento la historia, convierto la historia en un cuento.

miércoles, 20 de octubre de 2021

'El Triunfo de la Muerte' de Pencz

 

El Triunfo de la Muerte, Georg Penz (1539)

    Lo que pretende la estampa de Georg Pencz titulada El Triunfo de la Muerte es inculcarnos la idea de que todos vamos a morir, de que hemos de morir y, por lo tanto, morir hemos:  moriremos, y a quí no se salva ni Dios. Es un claro memento mori o recordatorio de nuestra condición mortal, por si se nos había olvidado nuestro destino y en lugar de vivir aterrorizados a la sombra perniciosa de la idea de la muerte, falsa como todas las ideas pero real, nos habíamos descuidado un poco y dedicado a vivir sin saber muy bien tampoco en qué consiste la vida. 

    La palabra "triunfo" en el título del grabado es una clara referencia a la ceremonia de entrada solemne en la ciudad de un general vencedor con una corona de laurel en la frente, símbolo de la victoria, en un carro tirado por cuatro caballos, llevando delante de él el botín, y detrás una selección de sus tropas en un desfile que iba hasta el templo de Júpiter en el Capitolio. Pero no estamos aquí ante un desfile pacífico para conmemorar una victoria después de una gran batalla, sino ante la mismísima batalla en la que un esqueleto, que simboliza a la Muerte,  blande la guadaña con la que siega las vidas de todos los que encuentra a su paso. Que la Muerte esgrima una guadaña es herencia de la iconografía de Saturno, el viejo dios agrícola romano, confundido desde muy pronto con el tiempo cronometrado. Y que el Tiempo sea una epifanía de la Muerte no debería extrañarnos.  

     El esqueleto parece sonreír llevándose por delante los cadáveres de todos los estamentos de la sociedad, incluida la corona real y la tiara de un papa, atropellados bajo las ruedas de su carro tirado por dos siniestros y no precisamente muy pacíficos bueyes.

    Al fondo del grabado está implícito el Juicio Final y la moral del premio y el castigo que quiere inculcarnos: se abren dos planos que anuncian el destino de los hombres después de la muerte, y del Juicio Final que condena a unos y regala a otros con la vida eterna. A la derecha, y entre llamas, la boca de Leviatán, que es la mismísima puerta de los infiernos, a la que entran irremisiblemente las almas de los condenados tras atravesar la laguna estigia en la barca de Caronte. A la izquierda, las almas salvadas ascendiendo hacia la luz del Empíreo para llegar a la fuente de la vida, a la inmortalidad.

    En el pie del grabado aparecen dos versos latinos: un hexámetro tomado del poema astronómico de Manilio nascentes morimur, finisque ab origine pendet (Astronomicon IV 16) y un pentámetro tomado de una elegía de Propercio longius aut propius    mors sua quemque manet.(II, 28, verso 58). Con ambos se forma un dístico elegíaco híbrido, que podemos traducir rítmicamente así: Cuando nacemos morimos, y el fin corresponde al inicio; / tarde o temprano a su vez     va cada cual a morir.


     ¿Qué podemos decir frente a esta imposición descarada de la idea de la Muerte? Que no hay muerte aquí y ahora. Que la muerte que nos prometen y con la que nos aterrorizan desde que tenemos uso de razón y entendimiento, nuestra propia muerte, es siempre futura y por lo tanto nunca presente, aunque no por ello deja de existir como amenaza real. Nada ni nadie nos asegura tampoco que vaya a haber un Juicio Final, ni juicio ni fin, ni tampoco juez. Podemos decir que no hay ninguna evidencia de que haya ningún fin, y entonces decimos: No hay fin, sin afirmar que haya infinito porque al incorporar la negación latina (in-) a la palabra, creamos una idea nueva, otro concepto, cuando lo que pretendíamos con la negación viva era negar una palabra y una idea que ya estaba establecida, sin afirmar otra a cambio. 
 
    Esa imagen del grabado de Pencz de la muerte avasalladora que a todos nos iguala bajo su yugo pretende infunidrnos el miedo a lo desconocido, presentándonoslo como conocido y sabido, cuando no tenemos ninguna certidumbre de las cosas de ultratumba. De las que sí tenemos certeza es de las cosas de aquí y de ahora.

martes, 19 de octubre de 2021

Vencedores y vencidos: una lección de historia.

 «(…) la creencia de que las causas que triunfan tendrían que ser las únicas de interés para los historiadores conduce, como James Joll observó recientemente, al menosprecio de muchos aspectos del pasado que son estimables y tienen interés, y reduce nuestra visión del mundo.»

Cita del libro Los anarquistas rusos del historiador estadounidense Paul Avrich (1931-2006), que podría aplicarse, a lo que sucedió en algunos lugares de nuestro país en julio de 1936 como respuesta al golpe militar de Franco contra la República española. 

 

En algunos lugares, en efecto, de la resistencia antifranquista, por ejemplo en Aragón, se llegó a abolir el dinero de curso legal y a establecer una sociedad horizontal y comunista libertaria, gracias a la CNT, experiencias estas que fueron abortadas con la derrota militar, y olvidadas después, porque la historia la han escrito los vencedores. Ahora algunos dicen que esas experiencias son utópicas, no han existido nunca, son imposibles. Y no es verdad. Precisamente porque no se sabía que fueran imposibles se llevaron a cabo.
 
Se tacha a veces el comunismo libertario de utópico, es decir, de que no tiene lugar, y se cree que si no se da en la realidad la abolición del dinero y la propiedad privada -un robo, según sentenció Proudhon-  y la proclamación de la comunidad de bienes es porque es imposible y, por lo tanto, no puede darse. Sin embargo, las cosas no son así. Lo imposible es, por el contrario, lo tópico, lo que ya tiene lugar, no lo utópico. Lo que no puede ser es vivir bajo el régimen del dinero, porque eso es lo que ya es, lo que hay ya, lo que por lo tanto no entra dentro de las posibilidades sin fin, sino de la cruda y dura realidad. Todo es posible menos lo real. Lo imposible, por otra parte y bien mirado, es vivir bajo el régimen del dinero y del gobierno, porque bajo este régimen no hay vida posible que valga.

Y es aquí donde nos viene en ayuda el verso de Lucano dedicado a Catón: VICTRIX CAVSA DIIS PLACVIT, SED VICTA CATONI, en cuya traducción cambio los dioses politeistas antiguos del original por el déspota monoteísta actual: Quísola Dios la razón que venció, mas Catón la vencida. A Catón no le agradó la causa vencedora, la dictadura de Julio César que acabó con el régimen republicano, sino la vencida. Lo mismo podríamos decir aquí de la dictadura y la república. Pero la guerra civil española no sólo acabó con la república, sino con la experiencia revolucionaria libertaria. 


La lección que podemos sacar de aquí es que la nobleza de una causa no se mide por su éxito o su fracaso, criterios estos más propios de las empresas capitalistas o de las competiciones deportivas en las que importa más el resultado de un partido de balompié, por ejemplo, que el propio juego en sí del balón en el campo, sino por su pretensión. Y en este sentido el hecho de que el experimento libertario fracasara no debe hacernos olvidar ni perder de vista la nobleza del intento. En este caso, era sin duda ética- y moralmente superior la causa abortada -y no sólo la republicana, sino mucho más la revolucionaria- que la vencedora. 

 

La historia, sin embargo, la han hecho y escrito los vencedores, condenando al olvido las mejores lecciones del pasado que, por eso mismo, no deberíamos olvidar.

lunes, 18 de octubre de 2021

El precio justo

    El recurso que hacen los comerciantes y mercachifles de poca monta del engaño y la falsedad para vendernos sus mercancías, a las que previamente ponen un precio que deben justificar, recorre como un verdadero leit-motiv toda la literatura antigua. Y es que las cosas tienen siempre el valor que queramos darles para su uso, pero el precio que se les pone para su comercio nunca es, como en el infame concurso televisivo, un precio justo. Para justipreciar hay que mentir necesariamente. No hay ningún precio justo. Recordemos, a este propósito además, aquello que don Antonio Machado dijo tan bien en pocas palabras: "Todo necio confunde valor y precio".   


    Frente a la costumbre occidental del precio fijo, que nunca es tal, pese a su nombre, sujeto como está según la disposición y demanda del producto a subidas y bajadas, la costumbre oriental del regateo en que se debate el precio parece un poco más sensata. El comprador y el vendedor discuten el precio hasta llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos, lo que no anula tampoco la noción de que el producto tiene un precio, es decir un valor de cambio medido por el dinero en términos cuantitativos, al margen de su valor de uso.

 

   Según el tetimonio que Platón le hace decir a Sócrates en el Protágoras, el sofista o intelectual, que hace publicidad y venta de bienes inmateriales como son sus conocimientos, haciendo de ellos también un comercio para el alma, se comporta igual que cualquier comerciante o mercachifle, a diferencia del propio Sócrates que no cobraba por sus enseñanzas. Tanto los comerciantes como los intelectuales que comercian con la cultura y las obras de arte engañan a la contraparte comercial gracias al elogio desmesurado de lo que venden para justificar el precio que le ponen. 

     Oigamos a Sócrates (313 c-e): “De modo que, amigo, cuidemos de que no nos engañe el sofista con sus elogios de lo que vende, como el traficante y el tendero con respecto al alimento del cuerpo. Pues tampoco ellos saben, de las mercancías que traen ellos mismos, lo que es bueno o nocivo para el cuerpo, pero las alaban al venderlas; y lo mismo los que se las compran, a no ser que uno sea un maestro de gimnasia o un médico. Así también, los que introducen sus enseñanzas por las ciudades para venderlas al por mayor o al por menor a quien lo desee, elogian todo lo que venden; y seguramente algunos también desconocerán, de lo que venden, lo que es bueno o nocivo para el alma. Y del mismo modo también los que las compran, a no ser que por casualidad se encuentre por allí un médico del alma”.

    La publicidad, siempre engañosa, es el instrumento que en primer lugar crea la apetencia de una cosa, lo que a menudo se ha llamado la “necesidad”, es decir, la creencia de que esa cosa es necesaria o conveniente, y, en segundo lugar, la propaganda persuade al comprador de que el valor de esa cosa se corresponde con el precio con el que se ha tasado, incitándole a participar en el proceso de compraventa. La publicidad era, entonces como hoy, el medio empleado para atraer a la gente a  la compraventa. Pero no sólo eran los bienes materiales de consumo como el pan y el vino los objetos de la publicidad, como queda dicho, sino que también la cultura, sólo aparentementre extraña a la lógica del mercado, era un bien vendible, sin que los que comercian con ella sepan si es buena o mala, pese a lo mucho que la elogian.

Tuit del Ministerio de Sanidad: las vacunas son seguras aun en fase experimental.
 

    Igualmente sucede en nuestros días con la salud y con los medicamentos que supuestamente la procuran. Los fabricantes y expendedores deben engañarnos para que procedamos al consumo de los productos diciéndonos que son buenos y saludables, lo que se consigue a veces repitiendo una y mil veces una consigna, que suele ser mentira. La mentira, mil veces repetida, suena a verdadera. Se nos asegura, por ejemplo, que un fármaco es seguro, cuando no se sabe a ciencia cierta que lo sea. Nos repite por todos los medios a su alcance, que no son pocos, que un medicamento o una vacuna no tiene efectos secundarios especialmente preocupantes a corto, medio y largo plazo cuando no se ha experimentado nunca antes.

    Lo triste de todo es que muchos de los que se dedican a vendernos el producto elogiando su bondad, como le dice el bueno de Sócrates a su interlocutor, desconocen lo que es nocivo tanto para el cuerpo como para el alma. Igual que nosotros, los compradores que, como dice la voz popular, “hemos sido engañados”.

domingo, 17 de octubre de 2021

Últimas noticias

El hombre moderno, abolida la esclavitud de la faz de la tierra, es incapaz de ser libre porque sufre de eleuterofobia, o sea de miedo patológico a la libertad. 
 
Dice la ministra de Sanidad: «Las mascarillas han llegado para quedarse mientras haya gripe u otros virus, y hay que, estando la ley en vigor, enmascararse». 
 

 Se genera un debate sobre la creación de un ejército europeo: Un 71% de los españoles (encuestados) apoya su creación e integración en él del ejército español. 
 
“Érase una vez...” o “Había una vez...” así solían empezar antes los cuentos. Ahora empiezan con un “Según los últimos estudios y la opinión de los expertos...” 
 

  Encomiéndate a San Eleuterio, no por santo ni beato, sino por esclavo liberado, como indica su nombre, que significa en griego "que habla y actúa como libre". 
 
Vacunación simultánea «totalmente segura» de gripe y covid, una en cada brazo, a la población de más de 70 años. No se prevén efectos secundarios «especiales». 
 

 
Es extraño: antes todas las muertes se catalogaban de covid, pero ahora hay crisis cardíacas, trombos, miocarditis, derrames cerebrales... sin ninguna conexión. 
 
¿Quién verifica a los verificadores que dictan lo que es verdad y mentira y se han erigido a sí mismos en los modernos censores y Torquemadas inquisitoriales?

sábado, 16 de octubre de 2021

No hay Dios ni dioses que valgan

    Conservamos, no se sabe gracias a qué Dios o dioses, un fragmento del Belerofonte, una tragedia griega y perdida de Eurípides, que debió de estrenarse en torno al año 430 a. C. en Atenas, donde el propio héroe  protagonista proclamaba al comienzo de la obra que no había dioses. Todavía no se había inventado el verbo "existir", por lo que conviene traducir esta reivindicación atea en trímetros yámbicos con la fórmula popular "No hay dioses", en lugar de "No existen los dioses".

¿Dice alguien que hay sin duda dioses en el cielo?
No hay dioses, no los hay, excepto si uno quiere
creer igual que un tonto en trasnochados cuentos.
 
 φησίν τις εἶναι δῆτ’ ἐν οὐρανῷ θεούς;
οὐκ εἰσίν, οὐκ εἴσ’, εἴ τις ἀνθρώπων θέλει
μὴ τῷ παλαιῷ μῶρος ὢν χρῆσθαι λόγῳ.
 

 La imagen representa a Belerofonte a lomos de Pegaso, matando a la Quimera.

    Hay quien dice que esos versos no reflejan el modo de pensar ni el sentir de Eurípides, el autor de la tragedia, sino de uno de sus personajes, Belerofonte, un antihéroe mejor que un héroe en el sentido moderno de la palabra, un héroe fallido, porque, después de su heroica hazaña de matar al monstruo que era la Quimera, intentó subir al cielo para descubrir si había dioses y allí, en lugar del conocimiento que buscaba, encontró el castigo divino en forma de caída que lo precipitó al abismo y la muerte. 

    Hay quien opina que Eurípides no era ateo, y que hizo que su personaje, Belerofonte, fuera castigado precisamente por su proclamación de ateísmo con su trágico final. Sin embargo, Eurípides era considerado un sindiós por sus conciudadanos, por ejemplo por Aristófanes, que lo critica y se burla de él en alguna comedia por enseñar a la juventud que no había dioses.

    El razonamiento de Belerofonte es bastante claro: no hay dioses en el cielo, no los hay, lo repite dos veces por si alguien no se ha enterado,  a no ser que uno quiera creer, aunque ni siquiera dice "creer", un verbo muy cristiano que no se había inventado todavía con el sentido de "tener fe", sino dar crédito o prestar atención (χρῆσθαι chréesthai) como un estúpido (μῶρος móoros),  en lo que hemos traducido como "trasnochados cuentos" (παλαιῷ λόγῳ palaióoi lógooi, literalmente una doctrina o enseñanza o razonamiento antiguos), es decir, en cuentos de viejas como aquel  otro de que viene el coco.   

viernes, 15 de octubre de 2021

Decir amén a todo

     Los musulmanes, al igual que los judíos y los cristianos, concluyen sus oraciones con la misma fórmula litúrgica: amén. Las tres grandes religiones monoteístas coinciden en el empleo de esta vieja palabra de origen hebrea o arameo אמן‎.


      Las letras hebreas se leen de derecha a izquierda, al revés de como hacemos nosotros: en ese orden son alef, mem y nun final. Puede traducirse por “verdaderamente”, que es el que parece que era su significado inicial de este adverbio, y también por “así es”, constatando una realidad, o “así sea”, expresando un deseo. Del hebreo pasó al griego ἀμήν, de ahí al latín amen, y de ahí al castellano donde ya está atestiguada hacia 1140 según Corominas, donde conservamos también la expresión arcaica “en un santiamén”, que eran las dos últimas palabras de la fórmula latina que se utilizaba para santiguarse: “In nomine Patris et Filii et Spíritu Sancti. Amen”, por lo que significa en un instante, en un suspiro, en menos tiempo de lo que tarda uno en pronunciar esa fórmula. 

    Su origen, pues, remonta al judaísmo, de donde se extendió al cristianismo, que en su origen era una secta judía -una religión no es más que una secta que ha triunfado- y de ahí al islam (en árabe آمين āmīn). La palabra en cualquiera de sus tres versiones -judía, cristiana, islámica- sirve para reafirmar la fe del creyente en un solo dios, una divinidad monoteísta todopoderosa. 

    En lenguaje coloquial español, “decir amén a todo” significa decir que sí a todo, es una forma de expresar el conformismo con la realidad el que expresan las tres grandes iglesias. El espíritu religioso, sin embargo, es inconformista con la realidad.

    Rafael Sánchez Ferlosio en su ensayo “O Religión o Historia” (1984) define la religiosidad “como rechazo del principio de realidad por criterio pertinente para determinar el bien y el mal del mundo” y por lo tanto como negación también de la legitimación histórica que determina identidades étnicas o nacionales.

    En el evangelio cristiano se expresa la consigna “niégate a ti mismo”, profundamente religiosa, a la que, sin embargo, la vuelve boca abajo la moral de identidad, diciendo “afírmate a ti mismo”, junto con toda la familia de expresiones de la moderna jerga psicológica de la “autorrealización”

Rafael Sánchez Ferlosio (1927-2019)
 

    La religiosidad para don Rafael sería, por lo tanto, todo lo contrario de decir precisamente amén a todo, sería, más bien esa obstinación del espíritu contra el mundo dado con su impío principio del “así es, así ha sido y así será por siempre”. Cita Ferlosio en el mencionado ensayo unos viejos versos castellanos ("Vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos, / que Dios protege a los malos / cuando son más que los buenos") donde los buenos son los derrotados, que tienen la fuerza de la razón,  y los malos los vencedores, que tienen la razón de la fuerza y la benevolencia de Dios, que se asocia siempre al triunfo y la victoria. Ponen estos versos de relieve, igual que el hexámetro de Lucano Victrix causa deis placuit, sed uicta Catoni ("Plugo a los dioses razón vencedora, a Catón la vencida") cómo el fundamento del Estado, que es la victoria como razón jurídica, es profundamente antirreligioso. 

jueves, 14 de octubre de 2021

Cuestión de vida o muerte

 ¿Quién sabe si esta vida no es estar ya muerto, 

 y la muerte estar viviendo?
τίς δ’ οἶδεν, εἰ τὸ ζῆν μέν ἐστι κατθανεῖν, 
 τὸ κατθανεῖν δὲ ζῆν;
Eurípides fragmento 638



 Fotograma de Los otros (Alejandro Amenábar, 2001)


Viñeta de Miguel Brieva.

miércoles, 13 de octubre de 2021

Por soleares

A la puerta del presidio, / un cartel de "Entrada libre", /  harto significativo.

Hartémonos a vivir, / no nos atrape la Parca / en ayunas del festín.

Por la calle, grita un loco,  / llamando a todas las puertas: / "¡Dejadme salir! ¡Socorro!".

Somos, vida mía, reyes / de una antigua dinastía / de un país inexistente. 

"Vislumbro seres humanos, / no humanidad".  Dijo Diógenes, /  con el candil en la mano. 


Sin esposas en las manos, / sin grilletes en los pies, /
¿cómo estoy encadenado?

Aunque parezca mentira, / el futuro era mejor / antes, cuando no existía. 

La paz social es la guerra / de una baja intensidad, / pero guerra a fin de cuentas. 

De la caja de Pandora / salieron todos los males: / las ideas de las cosas.

El presente no es lo que es / ni el pasado es lo que era / y el futuro... ¿qué va a ser?



 Cuando se funde la nieve / ¿a dónde va su blancura?; / ¿por qué ya no resplandece? 

La realidad, mi vida, / es una falsa moneda; / no seas tan realista. 

La ciudad no es una jungla, / es un parque zoológico, / que es metáfora más justa.

La identidad personal, / un fetiche narcisista, / igual que la nacional.

La identidad nacional / es una pura quimera, / igual que la personal.

No descendemos del mono, / sino más bien del borrego, / pobrecitos de nosotros. 


Las cosas que poseemos, / dueños que somos del aire, / nos acaban poseyendo.

Poder elegir un amo, / no es ninguna libertad / que te haga
menos esclavo.

Si tú eres tú y yo soy yo, / ¿quién está más engañado  / entre tú y yo de los dos?

Imágenes, escondeos; / matáis la imaginación, / a fuerza de tanto veros.

Trabaja para comprar / un auto para poder / ir a diario a trabajar.  

martes, 12 de octubre de 2021

Hamburguesa y paquete de condones a cambio

    En Alemania se ha impuesto la regla de las 3 G. Se llama así por la letra inicial con la que empiezan las palabras mágicas que  dan vía libre a la mayoría de los lugares públicos a quien pueda acreditar que está  geimpft (vacunado contra el virus en la lengua de Goethe), genesen (recuperado de la enfermedad) o getestet (que ha resultado negativo en una prueba de detección reciente). Estas personas, siempre que porten la mascarilla reglamentaria, que se ha convertido en el símbolo de sumisión islámica a la Nueva Normalidad, pueden entrar en todos los espacios públicos cerrados, a los que no pueden acceder quienes no cumplan alguna de las tres G y no porten el dichoso tapabocas.

 

 

    Se supone -y es mucho suponer- que las personas vacunadas y las que han resultado negativas a la prueba de laboratorio están libres de contagios, tanto por activa como por pasiva, es decir que ni pueden infectar ni ser infectadas, por lo que no se entiende que aun así tengan que entrar embozados en los espacios públicos cerrados. No es cierto la suposición porque la mayoría de los enfermos que están ingresados ahora mismo en los hospitales diagnosticados de covid-19 están vacunados, lo que revela que la vacuna y la mascarilla no protegen en absoluto.
    
     Sin embargo se está siguiendo ese criterio erróneo, que de alguna forma se quiere también implantar entre nosotros, donde todavía no es obligatorio el pasaporte de vacunación que certifique alguno de esos supuestos. En nuestro país, en efecto, no ha sido necesario implantarlo para forzar a la población a inocularse, porque la campaña mediática de concienciación y propaganda del miedo ha sido tan efectiva que lo ha hecho casi todo el mundo.

 

        En Alemania, sin embargo, es preciso incentivar la vacunación de algún modo, habida cuenta de la desconfianza que hay. ¿Cómo lo hacen? En Magdeburgo, en concreto, ofrecen el siguiente aliciente a cambio de los pinchazos del ARNm (abreviatura de 'ácido ribonucleico mensajero')  de los fabricantes Biontech o Moderna. El lema de la campaña, en la lengua del Imperio, es "Eat, Prick & Love": Come, pínchate y haz el amor. Para convencer a los estudiantes, se les ofrece una hamburguesa gratuita, opcionalmente vegetariana después del primer jeringuillazo, y un paquete de condones gratis tras el segundo y por ahora definitivo.  Aunque la oferta está dirigida principalmente a los estudiantes y al personal universitario, también está abierta a cualquier persona mayor de edad que lo desee.
 

 
     En la ilustración adjunta, puede observarse cómo los tres jóvenes exhiben sonrientes músculo y tirita en el área del deltoides, que revela que han recibido el pinchazo y sonríen felices, y ya pueden saltarse la regla de la distancia social y echar un par de polvos y evitar un embarazo no deseado, si así lo desean, gracias a los preservativos.