sábado, 25 de julio de 2020

El lema de los notarios: nihil prius fide.

Nada antes que la fe, que es lo primero de todo. Nihil prius fide. Es el lema de los Ilustres Colegios Notariales de España, en los que el Estado deposita la fe pública. El sello tiene la siguiente forma: un libro cerrado con la palabra griega PROTOCOLO escrita en su lomo, que tanto se oye en estos tiempos en que está tan de moda aplicarnos cualquier protocolo a poco que nos descuidemos; sobre el mismo una estrellita de cinco puntas y todo ello, orlado por las palabras NIHIL PRIVS FIDE y dos ramas de olivo unidas por una lazada en la que se halla inscrita la fecha 28 MAYO DE 1862 correspondiente a la ley Orgánica del Notariado.

La palabra latina fide es el origen de nuestra fe, a través de la evolución oral: fide pasa a fede que se convierte en fee y que se simplifica en fe, pero que conserva su forma latina por la vía escrita en cultismos como fidedigno, (in)fidelidad o fideicomiso

Así que, nos dice el colegio de notarios en la lengua de Cicerón, no hay que olvidar que lo primero de todo es la Fe, de la que ellos levantan acta notarial. 
 
El lema está tomado de un pentámetro del poeta latino Propercio (IV, 80): Inque meis libris     nil prius esse fide. En el verso del poeta aparece la forma contracta nil, que los notarios han restablecido a su forma plena nihil, origen de nuestro nihilismo y de nuestro verbo aniquilar (cf. ingl. annihilate, fr. annihiler, it. annichilire), que conforman un doblete que podría compararse con nuestro vulgar na en una frase como “no quiero na” en lugar de nada

El primer hemistiquio del pentámetro de Propercio no tiene mucho problema de traducción: Y en mis libros no hay... En cuanto al segundo, se me ocurren dos versiones rítmicas: ...nada que no sea fe / nada a excepción de la fe

La fe en la vieja teología era una de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Hoy en día, podría decirse que la suministradora de artículos y dogmas de fe ya no es la religión, como en el antiguo régimen, sino la ciencia, que, de alguna manera, puede considerarse sin mayor escándalo que ha pasado a ocupar su lugar. Creemos a pies juntillas en lo que dice la ciencia, que es la que pretende saber cómo son las cosas. 

Antes, cuando yo era pequeño, y algún niño -generalmente solía ser un niño- descubría alguna contradicción lógica en la realidad o preguntaba algo sobre por qué había que creer en dogmas religiosos como la virginidad de la Virgen María o la omnipotencia y bondad de Dios mismo, solía respondérsele: “Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, hijo". Ahora ha cambiado la respuesta se le dice: “Doctores tiene la Santa Madre Ciencia, hijo”. Doctores que saben más que nosotros, que no sabemos nada, por lo que no hay más que hablar ni preguntar. Así que, nosotros a callar: nihil prius fide: no hay nada más que la Fe. Y los  notarios, por su parte, a levantar acta de la realidad, para que conste, precisada como está de esa constancia porque, en caso contrario, se derrumbaría, habida cuenta de su carácter ficticio, como un castillo de naipes en el aire.

viernes, 24 de julio de 2020

Un poco de humor para perder el miedo

Gabriel Pérez-Juana (1948) es un fotógrafo cuya obra merece mucho la pena por su originalidad. Suele aparecer casi siempre en sus fotografías, que denomina "autorretratos", y ha realizado alguna película como "Historias de la inopia" (2012),  escrita, dirigida y protagonizada por él mismo, que define como "una colección de ejercicios y ensayos sobre el absurdo de la conducta humana y las creencias que la dominan; una parodia en lenguaje de cine, casi siempre mudo, en torno a anhelos e ideales que hacen de nuestra vida un escaparate de la locura," que pueden verse aquí mismo.








jueves, 23 de julio de 2020

¿Tu verdad? No, la verdad.

¿Tu verdad? no, la verdad; / y ven conmigo a buscarla./ La tuya guárdatela. (Antonio Machado, Proverbios y cantares LXXXV).

Retrato de Antonio Machado, sanguina de Leando Oroz

Antonio Machado critica la posesión personal de la verdad como si de una propiedad privada se tratara, y en esto nos recuerda de alguna manera a Heraclito, que mostró que la razón, el logos de los griegos, era común a todos los seres humanos, y sin embargo estos vivían ordinariamente cada uno con su ἰδίη φρóνησις (idíē frónēsis), su pensamiento o creencia particular, ajeno al sentido común. 

“Tu verdad” quiere decir “tu opinión”. El poeta no quiere la opinión personal del lector o del oyente, sino “la verdad”, sin ningún adjetivo posesivo como “mío, tuyo, suyo, etc.”, la verdad pura y desnuda, que no es patrimonio exclusivo de nadie, sino común, de todos y cada uno, como el aire que respiramos. 

Por eso invita al lector o al oyente a acompañarlo en su búsqueda inagotable, una búsqueda que no puede ser individual, porque nos llevaría a un callejón sin salida, y le advierte, lo primero de todo, de que se guarde la suya propia, por el peligro que conlleva su posesión, consistente en hacer pasar “la mía” por “la única verdad”. 

Aunque el poeta nos invite a buscar la verdad, no nos está prometiendo ninguna verdad absoluta como resultado de esa búsqueda. Nos está invitando a descubrir la mentira de las verdades que ya tenemos inculcadas empezando por la nuestra propia y constitutiva, y a desembarazarnos de su lastre.

miércoles, 22 de julio de 2020

De la obligación de la bufa mascarada en el reino de Cantabria

Entró en vigor el 15 de julio una resolución de la Consejería de Salud del Gobierno de Cantabria que amplía los supuestos de obligatoriedad del uso de la mascarilla, cuyo texto no diferirá mucho, supongo, del de las demás comunidades autónomas, por lo que lo que se dice aquí a propósito puede ser válido también para los demás reinos democráticos de taifas. 

De la resolución es interesante la reflexión inicial previa a las disposiciones prácticas, donde se reconocen las siguientes consecuencias negativas del confinamiento en la salud y su incidencia en la infancia y en los mayores (cito literalmente y subrayo en negrita lo que me parece más significativo): Las medidas no farmacológicas dirigidas a la contención y mitigación de la pandemia, como el confinamiento, han tenido consecuencias negativas en la salud cuyo alcance aún se desconoce. Destacan entre otros, la falta de actividad física, el deterioro funcional de las personas mayores y personas con discapacidad y la exacerbación de problemas (de) salud mental. En este sentido, el impacto negativo de la pandemia ha podido afectar con mayor intensidad a poblaciones vulnerables, como la infancia y los adultos mayores, por lo que las medidas de prevención que dicten las Autoridades Sanitarias deben ser conducentes a garantizar el principio de equidad, y paliar, en la medida de lo posible, los efectos negativos que puedan conllevar. 

"Este producto no protege de contaminaciones virales o infecciosas"

Se califica el confinamiento como una medida que pretendía “contener” y “mitigar” la pandemia, y se destacan entre sus consecuencias negativas la falta de actividad física y la exacerbación de los problemas de salud mental. A continuación se habla del “impacto negativo de la pandemia”, y no, como en la frase anterior, del del confinamiento, confundiéndose y haciéndose sinónimos ambos términos, cuando lo que nos había quedado claro es que el deterioro de la actividad física y de la salud mental no eran consecuencias de la pandemia en sí, sino del confinamiento para contenerla y mitigarla. El párrafo termina sentenciando que las nuevas medidas de prevención que dicten las Autoridades Sanitarias tratarán de paliar los susodichos efectos negativos y de garantizar el principio de equidad que se reconoce de este modo que también ha sido vulnerado durante el encierro forzoso de la gente. 

¿En qué consisten esas medidas? Sigamos leyendo un poco: Es por ello que, ponderando el derecho a la protección de la salud y los principios de la Ley General de Salud Pública la presente Resolución establece la obligatoriedad del uso de la mascarilla con el fin de mantener la tendencia decreciente en el número de casos en Cantabria, atendiendo a la evidencia científica relativa a la rápida inactivación de los fómites del virus en superficies exteriores. Con el objetivo de no desincentivar la actividad física la Resolución amplía la obligatoriedad del uso de la mascarilla, desligando el carácter preceptivo de su empleo del mantenimiento de una distancia interpersonal de 1,5 metros. 

 Máscara veneciana de pico

La consecuencia que se desprende del párrafo anterior es que se obliga el uso de la mascarilla para “mantener la tendencia decreciente en el número de casos en Cantabria”. Si hay una tendencia decreciente después del confinamiento, no sería en buena lógica necesaria ninguna medida suplementaria más para que continuara dicha tendencia, sino dejar que las cosas siguieran su curso natural... La tendencia decreciente por lo que se refiere a fallecidos y enfermos hospitalizados es un hecho en Cantabria desde el momento en que el último muerto de los 212 que aquí se registran se produjo hace un mes, cuando antes caían varios todos los días y no había día que no cayera alguno, y ya no hay hospitalizaciones. Parece que va a ser verdad lo que escribía fray Antonio del Castillo en El devoto peregrino y Viaje de Tierra Santa a propósito de su estancia en El Cairo en el siglo XVII:  “Viene la peste y no dura más que cuatro meses, Marzo, Abril, Mayo y Junio hasta el día de san Juan, porque esta noche, en cayendo el rocío, el día siguiente no hay más peste.”  

El término "casos", por lo tanto, no se refiere a muertos ni hospitalizados, sino a "positivos". Hay, en efecto, muchísimos más casos positivos que durante el encierro, pero ello no se debe a una mayor virulencia de la epidemia, es por un motivo muy sencillo: porque ahora se hacen muchísimos más tests, que, aunque arrojan el resultado de positivos, son por lo general asintomáticos o de una sintomatología tan leve que se trata ordinariamente y se resuelve sin hospitalización ni mucha medicación en muy poco tiempo. 

Pero la sorpresa viene a continuación, cuando se nos menciona la evidencia científica (sic) “de la rápida inactivación de los fómites del virus en superficies exteriores”. Me sorprende ese repentino neologismo que el diccionario de la Academia califica de desusado, remitiéndonos a “fomes”, que se define como (del latín “fomes”): “causa que excita y promueve algo”. Consultando el viejo diccionario escolar de latín que conservo resulta que “fomes fomitis” significaba “combustible, materia para cebar el fuego, yesca, hojarasca, viruta; estimulante”, por lo que seguramente está relacionado con el verbo “fouere” (fomentar).



Pero se trata, sin duda de un término científico, por lo que recurro a la inevitable Güiquipedia que dice, copio literalmente: Los fómites se encuentran particularmente vinculados a las infecciones asociadas a la atención de salud, antiguamente conocidas como infecciones intrahospitalarias, pues sirven como posibles medios de traspaso de patógenos entre pacientes. Los estetoscopios y las corbatas son dos fómites muy comúnmente asociados a los trabajadores de la salud. El equipamiento básico de hospital, tales como los tubos de goteo intravenoso, catéteres, y equipamiento de soporte vital pueden funcionar también como transportes, cuando los patógenos forman biopelículas en su superficie. Una cuidadosa esterilización de estos objetos previene las infecciones. 

Las superficies exteriores de las que habla la resolución serán, supongo, las de los espacios al aire libre, pues parece que los fómites en los espacios interiores, y nos vale el ejemplo de los intrahospitalarios, -alusión a las infecciones nosocomiales de toda la vida-, tardan más en desactivarse, y por lo tanto, pueden transmitir virus e infecciones. 

Finalmente, se concluye que es necesaria (y por lo tanto, se hace obligatoria) la mascarilla para “no desincectivar la actividad física” aunque se mantenga la distancia interpersonal de un metro y medio. El argumento implícito que se deduce de esta resolución es que la imposición de la mascarilla es un medio para evitar imponer el confinamiento.

El razonamiento, por llamarlo así, resulta de lo más peregrino, y hace aguas por todos los sitios: si hay una tendencia decreciente después del confinamiento (que es, se sobreentiende aunque no se reconozca explícitamente, fruto del confinamiento, cuya amenaza planea todavía y puede hacerse efectiva en cualquier momento sin que los efectos negativos sobre la salud-cuyo-alcance-aún-se-desconoce ni la vulneración del principio de equidad supongan, llegado el caso, mucho óbice para ello)  y lo que se pretende es que continúe así, ¿por qué hacer obligatorio el uso de la mascarilla en todos los espacios públicos no sólo interiores -en cuyas superficies los fómites del virus tardarían más en desactivarse, y podría tener algún sentido (?)- sino también exteriores -en cuyas superficies los susodichos fómites dejarían rápidamente de estar activos, y no tiene ningún sentido la medida? 

La urgencia con la que ahora imponen la mascarilla resulta poco menos que sospechosa, porque al principio, cuando moría tanta gente y no había dichos artilugios en el mercado, no se consideraban necesarias, y ahora que las hay en abundancia y que ya no muere casi nadie de eso hay que comprarlas y que usarlas. En aquel entonces nuestras autoridades sanitarias se amparaban en estudios de expertos científicos para dudar de su eficacia, unos estudios que, por lo que sabemos, siguen siendo válidos y vigentes, sin que hayan sido desmentidos.



Al principio se decía que esta medida quería paliar los efectos negativos que había traído el confinamiento, “cuyo alcance se desconoce” (repárese en esto: se han tomado unas medidas -¿irresponsablemente?- cuyos efectos negativos empiezan a conocerse ahora, pero, además, se desconoce su alcance). ¿En qué consisten los efectos negativos que trata de paliar esta medida? Ya se nos dijo al principio que concernían sobre todo a la falta de actividad física y a la exacerbación de los problemas de salud mental: ¿estamos seguros de que la obligatoriedad de la mascarilla fomenta la actividad física y mitiga los problemas de salud mental o será todo lo contrario? Da la sensación de que las Autoridades Sanitarias del Gobierno de Cantabria han tomado apresuradamente, para no quedarse atrás y ser las últimas, unas medidas a topa tolondro cuyas consecuencias positivas se desconocen así como el alcance de sus posibles efectos negativos. 

Pero lo mejor viene al final: La obligatoriedad al margen de la distancia interpersonal refuerza el cumplimiento de la medida preventiva, especialmente entre los sectores con mayor actividad social y menor riesgo, facilita su control por los servicios de inspección y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y refuerza un mensaje de que el uso generalizado tiene no sólo una finalidad de protección individual sino también hacia los demás ciudadanos, demostrando una sociedad respetuosa, solidaria y cohesionada. 

Se reconoce que la obligatoriedad se impone a los sectores, supongo que quiere decir personas, “con mayor actividad social y menor riesgo”, lo que resulta contradictorio: si alguien tiene mucha actividad social pero poco riesgo de contagiar y contagiarse ¿por qué se le impone el embozo obligatorio? La respuesta viene a continuación: para facilitar el control de si esa persona cumple o no cumple con lo que ordena y manda esta disposición y para reforzar el mensaje -no la evidencia científica- de que acorazándose uno con la mascarilla se protege a sí mismo y protege a los demás. Así pues, la medida que se toma en nombre del derecho a la protección de la salud es una medida disciplinaria de carácter punitivo, porque facilita el control de la población por parte de las fuerzas del orden, y también pedagógica porque refuerza el adoctrinamiento, es decir, alimenta una creencia en la que no se puede dudar o titubear ni un solo instante porque parece que, si así fuera, la realidad del virus coronado, del confinamiento y de la pandemia se vendría abajo.



A todo esto se añade el agravante de que el presidente de esta Comunidad  “anima a los cántabros a convertirse en «policías» para que todo el mundo use la mascarilla” según el titular del 17 de julio de El diario montañés,  el periódico de campanario de dicho reino democrático de taifas. Entiendo que el mediático presidente quiere que sus vasallos se conviertan en policías en primer término de sí mismos poniéndose el embozo, y, en segundo término, de sus convecinos y prójimos convenciéndolos por las buenas, supongo, y, en caso contrario, denunciándolos para que paguen por su desobediencia. Las multas para los díscolos que rechacen el embozo obligatorio que tanto se recriminó en las mujeres musulmanas y ahora se impone a toda la población laica de Occidente serán de cien euros, ha pontificado. Sólo le ha faltado cacarear aquel viejo eslogan publicitario de "Póntelo, pónselo", cambiándole el género gramatical: póntela, pónsela (la mascarilla)

lunes, 20 de julio de 2020

El tejano arrepentido

Aunque no se pudo comprobar la veracidad de la noticia del tejano arrepentido en su lecho de muerte, esta corrió rauda y veloz como la pólvora enseguida en todos los idiomas a lo largo y a lo acho de todo el mundo. La verdad del asunto era lo de menos. El 12 de julio pasado saltaba en todos los teletipos la noticia de que un treintañero americano había muerto de coronavirus en San Antonio (Texas) después de haber participado en una macrofiesta nocturna juvenil organizada a propósito para contraer el virus. 

Sólo una honesta periodista francesa contactó con las autoridades sanitarias de San Antonio, que le dijeron que no tenían “ninguna información que permitiera confirmar o desmentir ese suceso”. Ese sarao nocturno podría haber tenido lugar pero no había ninguna evidencia fehaciente de que se hubiera celebrado. Ni esa fiesta ni ninguna otra. 


Todo partía de una declaración de la directora médica del hospital metodista de San Antonio: He oído una historia terrible esta semana. En nuestro hospital, un paciente de 30 años dijo a su enfermera que había ido a una fiesta Covid. Un momento antes de morir, el paciente miró a la enfermera y le dijo: Creo que cometí un error, creí que el Covid era una mentira pero no era ese el caso.

La directora médica, que no atendió personalmente al paciente, nos presenta una “hearthbreaking story”, una historia desgarradora, que ella ha oído contar: no es una declaración oficial del hospital. Ella, que no identifica al paciente, no fue testigo directo de esta declaración, que la oyó de boca de una enfermera. Ni siquiera tenemos el testimonio de primera mano de esa enfermera, que sería muchísimo más valioso que el de ella. Pero eso poco importa: La declaración del paciente tiene la solemnidad que se da a las últimas palabras de un moribundo, y expresa el arrepentimiento del pecador, por así decirlo, que reconoce en su lecho de muerte el pecado cometido de falta de fe, en primer lugar, por creer que el virus coronado era mentira, y por haber participado en un aquelarre satánico donde se pretendía invocar al virus para demostrar su inocuidad. 
 

Ni siquiera sabemos si el paciente ha muerto del virus coronado (cosecha 2019 o 2020 ya, fruto de una segunda ola) o con el virus coronado, víctima de alguna grave patología previa. No conocemos el estado de salud mental del paciente, si estaba en su sano juicio o deliraba en el trance supremo de la muerte. No hay autopsia. Ni certificado de defunción. Ni siquiera sabemos quién era ese paciente ni si ha existido. No sabemos, en suma, a ciencia cierta si la historia, como me inclino a pensar, no es más que una parábola ficticia moralmente edificante y bienintencionada para que los jóvenes no se confíen creyéndose inmortales y se contagien, pero parece que eso es lo de menos. 

Se trata de una noticia, es decir, de una fake new, el bulo de una leyenda urbana, y se le ha dado el tratamiento de que, aunque no sea verdad, merecería serlo por su valor pedagógico y moralizante. Por eso es una mala historia, un mal cuento, cargado como está de moralina. Viene a demostrar como anillo al dedo que un relato que sirve tan bien a una idea previa como era castigar en este caso a alguien que no creía en la epidemia miente. 


Pero ha sido muy útil para llenar páginas y páginas electrónicas, horas y horas de programas de radio y televisión, comentarios y chascarrillos en las redes del universo mundo, y para alimentar la histeria y fomentar la psicosis colectiva que a estas alturas de la película está resultando muchísimo peor que el susodicho virus coronado.

sábado, 18 de julio de 2020

Tuites de Louis Scutenaire (Ludouici Scutenari breues cogitationes)

Cuando trabajaba yo como profesor de Latín y Griego, me entretuve en traducir al latín algunas de los pensamientos que me parecieron más significativos de este poeta belga. He aquí, en primer lugar,  una breve reseña de su figura: Ludovicus Scutenarius, -Louis Scutenaire (1905-1987)-, Belga poeta, proximus superrealistis, Pauli Magritte amicus, celeberrimus superrealista pictor, sponte sua in litterarum re publica marginalis fuit. Ab anno 1945 usque ad 1965 “Inscriptiones meae” scripsit, quae brevissimae sententiae tamquam moderni tuites sunt. Nihilominus se neque poetam neque superrealista, neque Belgam esse dixit.





Louis Scutenaire (1905-1987), poeta belga, próximo a los surrealistas, amigo del celebérrimo pintor surrealista Paul Magritte, estuvo por su propia voluntad al margen de la república de la sletras. Desde el año 1945 hasta el 1965 escribió "Mes inscriptions" ("Mis inscripciones"), que son sentencias muy breves similares a los modernos tuites. Sin embargo, nunca dijo que fuera ni poeta surrealista ni belga.


Y he aquí la selección que hice ex inscriptionibus suis traducidas del francés en que las escribió al latín y al castellano.

Habeo aliquid quod dicam. Atque id breuissimum est. 
 “Tengo algo que decir. Y es muy breve”. 

Vita bona erit cum labor omnibus hominibus luxus fuerit. 
“La vida será buena cuando el trabajo sea para todo el mundo un lujo”. 
 
 Saepe inuicem cogitandi ideas habemus.
"A menudo, en lugar de pensar, tenemeos ideas”.

Omnis homo ius ad libertatem quattuor et uiginti horas diei habet.
“Todo hombre tiene derecho a 24 horas de libertad al día”.

Expedio multas quaestiones non excogitando.
“Resuelvo muchos problemas no planteándomelos”

Videtur id quod spectatur minus quam quod exspectatur. 
“Se ve menos lo que se mira que lo que se espera”.

Futura solum in praesentia sunt. 
“El futuro sólo existe en el presente” 

Cum omnia scire omnes non possimus, plures nihil scire decreuerunt. 
“Ante la imposibilidad de saberlo todo, la mayoría ha elegido no saber nada”. 

Is qui uere uitam amat mortem odisse non potest.
“Quien ama de verdad la vida no puede odiar la muerte”

Sunt quibus mors uitam dat.
“Hay gentes a quienes su muerte les da la existencia”. 

 "Sin palabras" Dibujo de Marie-France Delcol, tomado de la Güiquipedia

Sunt qui credant, sunt qui dubitent, sunt qui putent. Ego sum eorum qui putant: Puto me dubitare credere
“Hay quienes creen, hay quienes dudan, hay quienes piensan. Yo soy de los que piensan: Pienso que creo que dudo.” 

Credere in unum Deum tamquam se occidere est. Fides non aliud est quam uoluntaria mors. 
“Creer en Dios equivale a matarse. La fe no es sino un modo de suicidio.”

Voluntaria mors? At morientes uitam agimus. 
“¡Suicidarse! ¡Pero si nos pasamos la vida haciéndolo!” 

Quod Christiani sunt demonstrat Deum non esse. 
 “La existencia de los cristianos demuestra la inexistencia de Dios”.

Proletari omnium nationum, consilium quod uobis dicam nullum habeo.
“Proletarios de todos los países, no tengo ningún consejo que daros”.

Omnia hypothetica uel suppositiua sunt. Inclusiue haec idea.
“Todo es hipótesis. Incluso esta idea”.

Ideae meae tamquam cuiusuis ideae sunt loricae.
 “Como las de cualquiera, mis ideas son corazas”

viernes, 17 de julio de 2020

De metoposcopia y quiromancia

Recuerdo ahora aquel verano en París, siendo adolescente. Debía yo de andar por los dieciséis o diecisiete años. Mi tía, la francesa, que había emigrado ilegalmente a Francia cruzando la frontera por Lérida, como siempre repetía, y trabajaba allí como femme de ménage limpiando las casas de los ricos, me llevó consigo un día al elegante apartamento de una madama, como ella decía, una mujer entrada en años y aficionada a los fenómenos paranormales que, sola como vivía, estaba encantada de poder hablar conmigo y de la pronunciación académica francesa que yo tenía. 

Después de leer las rayas de mi mano y de observar mi rostro, experta como me aseguró que era en quiromancia* y metoposcopia*, me auguró que yo iba a ser muy feliz en la vida. 



La existencia en el diccionario de estas palabras raras -quiromancia* y metoposcopia*-, creadas a partir del griego, da un aura de rigor científico a unas artes que tienen mucho de superchería. 

Quiromancia* procede de quiro -"mano" en la lengua de Homero- y mancia -"adivinación". Había oído hablar yo de las gitanas quiromantes que te leían la buena fortuna en las rayas de la mano a cambio de la voluntad, ya que según ellas llevábamos escritas en las manos la línea de la vida, la del corazón, la de la cabeza... que, bien leídas, predecían nuestro futuro...

Voy a detenerme un poco más en la palabra metoposcopia*, que nuestra Academia define como "el arte de adivinar el porvenir por las líneas del rostro", y que se podría relacionar con el dicho popular de que la cara es el espejo del alma, que ya decían los romanos, en concreto Cicerón: imago animi uoltus

Hay una curiosa expresión que es "llevar escrito algo en la cara": alguien lleva grabado en su rostro algo que quiere mantener escondido, es decir, que su aspecto exterior, a pesar de que las apariencias engañen, revela lo que esa persona pretende ocultar. Pero de considerar la cara como espejo del alma a creer que pueda leerse en ella el porvenir va un trecho. 

La palabra metoposcopia* está formada a partir de μέτωπον, que significa frente en griego y también parte frontal de algo y es palabra compuesta de μετά detrás de, y de ὤψ, ὠπός vista, semblante, cara; y como segundo término σκοπός, que tiene numerosos significados relacionados entre sí: observador, atalaya, espía, vigilante, fin, propósito, y está relacionado con el precioso verbo σκέπτομαι, observar, acechar, considerar, indagar, precarverse, preguntar, de donde deriva nuestro escepticismo


El sustantivo metoposcopia* como tal no existe ni en griego ni en latín; sin embargo, sí encontramos el adjetivo griego μετωποσκόπος y el latino metoposcopus, con acentuación esdrújula: en ambos casos, alude a quien es capaz de leer a partir de la frente o el rostro de las personas no ya su carácter sino su futuro y su pasado.

El arte de la metoposcopia*, más propiamente metopomancia*, fue muy popular, por lo que parece, en el Imperio romano. Suetonio en su biografía del divino Tito (2.1) escribe: aiunt metoposcopum a Narcisso Claudi liberto adhibitum, ut Britannicum inspiceret, constantissime affirmasse illum quidem nullo modo (...) imperaturum: Dicen que un metopóscopo (o fisonomista, si se prefiere, ya que la Academia no recoge metopóscopo, pero tampoco fisonomista, aunque sí fisonomía o fisionomía, que de ambas formas puede decirse y se define como "aspecto particular del rostro de una persona", y "aspecto exterior de las cosas") llamado por Narciso, liberto de Claudio para que examinara a Británico afirmó con toda seguridad que él de ningún modo llegaría a ser emperador

Plinio en su Naturalis Historia 35.88, por su parte, escribe hablando del pintor Apeles: Imagines adeo similitudinis indiscretae pinxit, ut, incredibile dictu, Apio grammaticus scriptum reliquerit, quendam a facie hominum diuinantem, quos metoposcopos uocant, ex iis dixisse aut futurae mortis annos aut praeteritae uitae: Pintó unas imágenes de una semejanza tan absoluta que, resulta increíble decirlo, el gramático Apión dejó escrito que alguien que adivinara a partir del rostro de los hombres, los que llaman metopóscopos, podría decir según  estos retratos los años de su futura muerte o los de su pasada vida

¿Qué puedo decir yo ahora, haciendo balance al cabo de tantos años, volviendo la vista hacia atrás a aquella pitonisa francesa y a aquel antepasado mío adolescente? ¿He sido feliz? Sólo puedo decir esto: no me considero un desgraciado ni he conocido afortunadamente grandes desgracias, desde luego, pero tampoco puedo decir, con el corazón en la mano, que haya sido feliz. Es más, creo que quien diga que ha sido o que es feliz en la vida, miente miserablemente, o es, como decía mi padre, un idiota.

jueves, 16 de julio de 2020

Amar y trabajar

Hace tiempo echaban un anuncio de la ONCE por la tele que le atribuía a Sigmund Freud, "uno de los mayores intelectuales del siglo XX", la siguiente respuesta a la pregunta de qué era una persona sana: “Amigo mío, cualquier persona capaz de amar y trabajar.”




Como me extrañaba que Freud hubiera dicho algo así, poniendo al mismo nivel el amor y la maldición bíblica del trabajo como características de la salud, me puse a investigar el origen de la cita y su contexto. Y ¿qué descubro? Que la frase que se le atribuye pero que no está documentada en su obra es: “La salud es la capacidad de amar y trabajar” („Gesundheit ist die Fähigkeit, lieben und arbeiten zu können“). Es una definición de la salud en general, no de una persona sana, ni de la labor del psicoanálisis, aunque para él, se entiende que la tarea del psicoanalista es procurar la salud de sus pacientes.


No hay constancia de que Freud haya dicho o escrito eso aunque todo el mundo lo dé por sentado. Le pasa lo mismo a esta otra cita que se le atribuye y tiene su miga de gracia ya que Freud siempre buscaba simbolismos sexuales a todas las cosas, pero que tampoco está documentada: Manchmal ist eine Zigarre eine Zigarre (A veces un cigarro es un cigarro).

La etimología de “Arbeit” es bastante oscura en alemán, pero su campo semántico es muy similar al de nuestro “trabajo”, que, como se sabe, procede del latín tripalium, que era una especie de cepo o instrumento de tortura compuesto por tres maderos... a fin de cuentas una condena o suplicio como el otro. 

Trabajo en alemán se dice corrientemente "(die) Arbeit", y trabajar "arbeiten". Seguramente recordamos haber visto en muchas películas de nazis la leyenda que ponía a la entrada de los campos de exterminio nazis de Auschwitz y otros: Arbeit macht frei: El trabajo (nos) hace libres/libera.



Si echamos un vistazo al diccionario etimológico, se postula como origen el verbo germánico *arbejo, que significa "soy huérfano y, por lo tanto, me veo obligado a trabajar por necesidad". Esto crea una conexión con la raíz indoeuropea, *orbho- que indica alejamiento y separación, que en antiguo eslavo eclesiástico evolucionó a *orbu- con el significado de "esclavo" y también en checo y polaco a robota, que quiere decir "trabajo obligatorio", procedente de rabota "esclavitud",  de donde el origen de la palabra moderna robot.

En griego la raíz *orbho- evolucionó a ὀρφανός orphanós ‘que ha perdido un familiar’, de donde nos vienen, por la vía intermedia latina de orphanum, nuestros huérfano, orfanato y orfandad, mientras que en latín propiamente dicho la raíz evolucionó al adjetivo orbus ‘despojado de algo o de alguien, que pasa privación, y finalmente huérfano", palabra que en castellano se ha perdido, pero que se conserva por ejemplo en italiano orbo o catalán y rumano orb. 
 
La palabra “Arbeit” en antiguo alto alemán, hasta el siglo XI incluido quería decir "trabajo duro, peste, sufrimiento, resistencia", por lo que era claramente negativa y significaba principalmente algo que se ha sufrido pasivamente. El aspecto de la pasividad se pierde en el desarrollo posterior de la palabra, pero el trabajo sigue siendo una actividad laboriosa e indigna que solo realizan aquellos que tienen que luchar para ganarse la vida. Esta calificación permanece parcialmente hasta el alto alemán moderno del siglo XVI. 

Solo con Lutero la palabra "Arbeit" pierde en gran medida su significado despectivo y recibe la calificación positiva que tiene hoy. Marx y Engels, por su parte, plantean el concepto de “fuerza de trabajo” (Arbeitsvermögen), que es la capacidad física y mental de los seres humanos de producir un valor de uso. Se diferencia así del trabajo propiamente dicho (Arbeitskraft), que es la puesta en práctica de esa capacidad, al modo aristotélico de potencia ("fuerza de trabajo") y acto ("trabajo"). Contribuyen así Marx y Engels a dignificar el trabajo y la clase trabajadora, llamada a hacer la revolución.

Si identificamos la palabra "Arbeit", por lo tanto, con la esclavitud, resulta sarcástica y sangrante la frase de los nazis que citábamos de que el trabajo libera, y la atribuida a Freud de que la salud consiste en amar y trabajar. De hecho decía una canción popular de los años sesenta que había tres cosas en la vida: salud, dinero y amor, y que el que tuviera esas tres cosas "podía dar gracias a Dios". En la letra de esa canción se juntan la salud y el amor, pero no el trabajo, sino en todo caso el dinero.

Sospechaba yo que Freud no podía haber dicho que la salud fuera la capacidad de amar y de trabajar en el sentido que tiene la palabra trabajo para la mayoría de la gente, porque el trabajo, eso lo siente cualquiera, no puede ser algo bueno, como la propia historia de la palabra sugiere, aunque a veces usemos el término con otros sentidos más positivos como cuando decimos que un artista está trabajando en su obra o que alguien se está trabajando a una persona...

 
En alemán se dice Gesundheit! (¡salud!) cuando alguien estornuda (algo similar a nuestro ¡Jesús! o al God bless you! de los ingleses), expresando el deseo de conjurar así el fantasma de la enfermedad de la peste que se asociaba a ese síntoma. Entre nosotros se dice "¡salud!" cuando se brinda antes de beber.


miércoles, 15 de julio de 2020

Sobre cómo acabar de una vez por todas con la pandemia sin morir en el intento

-Hagámonos esta pregunta: ¿Nos habríamos enterado de que existía una pandemia universal si no nos hubieran informado de ella?
-Sinceramente, no. 
-Y aquí quien manda es la OMS, que declaró el 11 de marzo la pandemia universal (aunque lo que dijo era: COVID-19 can be characterized as a pandemic. (COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia; nótese el “can be characerized”, y no el “is” que cararearon los medios hasta la saciedad, un pequeño matiz no sin importancia). Conque los medios empezaron a divulgar a los cuatro vientos la dichosa palabra: pandemia, pan-de-mia universal. Y la gente empezó a repetir que había una pandemia, sin saber muy bien qué era una pandemia. 
-Ya, y mientras tanto le habían dado el cambiazo de significado a la palabra. 
-En efecto, la OMS había previamente modificado la definición de pandemia. Antes se definía como una infección contagiosa, simultánea en diferentes países, que tenía una mortalidad significativa en relación con la proporción de población infectada. En la nueva definición, se eliminó la «mortalidad significativa», y se quedó en propagación mundial de una nueva enfermedad A pandemic is the worldwide spread of a new disease o también A pandemic disease is a disease that occurs in epidemic proportions that occurs in many countries simultaneously, someone worldwide, aunque su mortalidad específica o letalidad fuera insignificante (un 0,16 % la que nos ocupa, como la gripe de todos los inviernos, poco más o menos). Esta definición le permite a cualquier país declarar la pandemia con muy pocos casos, y activar los protocolos correspondientes; Italia, por ejemplo, lo hizo cuando solo contaba cuatro muertos. 
-¿Qué hacen los gobiernos para acabar con ella? 
-Pues unos, los "buenos", como el nuestro según sus apologetas, implementan medidas draconianas, que salvan vidas (antes se salvaban "almas", ahora se salvan "cuerpos"), otros, los "malos", según los primeros, no implementan medidas sociales sino que prefieren favorecer los intereses del capital y, sencillamente, no actúan: laissez faire, laisser passer. Y así les va, muriéndoseles la gente a miles. 
-Pero a nosotros también se nos han muerto muchos a millares...
-Sí, calla, pero mira lo que decía el presidente del gobierno, que si no nos llegan a encerrar se habrían muerto muchísimos miles más. 
-Y eso ¿cómo lo sabe? 
-Pues por su comité de expertos que le asesoran... 
-Ah, claro, doctores tiene la Iglesia, bueno, en este caso el Estado. Pero todavía hay algún ingenuo que crea que hay gobiernos "buenos" y "malos". 
-Pues eso creen algunos, quienes para no parecer muy maniqueos te dirán que los hay "malos" y "menos malos", porque no es cuestión de "sí o no", sino de "más o menos"... 
-Siempre queda gente con muchas creencias a cuestas. 
-Los buenos gobiernos apelan a la responsabilidad civil... 
-¿A qué llaman responsabilidad? 
-Es la versión laica de la culpabilidad, la vieja culpa del catecismo de toda la vida. Uno responde de sus actos, asumiendo su autoría, se arrepiente de sus pecados y hace propósito de enmienda. ¿No has leído estos días en la prensa moralizante la parábola del treintañero negacionista que acudió a una fiesta para contagiarse del virus coronado? 
-No. 
-Pues eso: Un estadounidense murió en Texas de la peste después de contagiarse en una fiesta ad hoc, donde había de todo menos Covid, creía él, porque negaba su existencia, organizada por una persona infectada. La idea era juntarse, pasárselo bien y ver si el virus era real y si alguien lo contraía, según explicó la directora médica del Hospital Metodista de San Antonio. 
-¿Y qué pasó? 
-Pues que la salud del joven, cuya identidad e historial clínico se desconoce -ya sabes, protección de datos- y además no importa, porque al final resultó que todo era mentira, empezó a deteriorarse hasta su hospitalización y posterior fallecimiento en el Hospital al cabo de una semana. Antes de morir, le confesó a la enfermera que lo atendía: «Cometí un error. Fui negacionista. Me arrepiento de ello. Pero ya es demasiado tarde. Pensé que este virus no existía, pero existe... y, además, mata". 
-Muy aleccionadora la parábola. Y muy en la línea de las políticas de los gobiernos que nos meten miedo últimamente y amenazan con los brotes y los rebrotes que brotan y vuelven a rebrotar. 
-Mira lo que dice un político, uno cualquiera de los muchos de ese gremio. Su nombre propio y filiación política es lo de menos: “La responsabilidad individual es la única garantía para mantener a raya la Covid-19″. 
-Bueno, dejemos aparte el género femenino que le dan al palabro porque la "d" final es abreviatura de 'disease', o sea, enfermedad, que tiene género gramatical femenino en castellano, vayamos al meollo del asunto: ¿Qué es la responsabilidad? ¿En qué consiste la cualidad de ser responsable? 
-Pues a nuestra capacidad de respuesta. El éxito de las medidas profilácticas del gobierno se debe precisamente a la creencia de que es nuestra responsabilidad “de todos y cada uno” parar, por ejemplo, el virus. Recuérdense aquellos eslóganes: “Este virus lo paramos entre todos”, acompañados de los inevitables aplausos y los pensmaientos positivos: “Todo saldrá bien”. La llamada a la responsabilidad individual es, en realidad, una llamada a la responsabilidad colectiva, que se hace de uno en uno, recordándonos que una masa es una suma de individuos, y que un individuo es un ingrediente de la masa donde todos son intercambiables. 
-¿Qué dice la etimología? 
-Pues, según Coromines, la palabra “responsable” hizo su aparición en nuestra lengua no hace mucho tiempo, en 1737 y el sustantivo “responsabilidad” un poco más tarde, en el siglo XIX. Es una palabra culta derivada del latín responsum, que es el participio del verbo respondere que significaba garantizar y responder, compuesto del prefijo intensivo re- y el verbo simple spondere que significaba prometer, de ahí nuestros esponsales y nuestros esposos y esposas, y también nuestra correspondencia y corresponsales.
-Pero ¿por qué le llaman responsabilidad cuando quieren decir obediencia? 
-Muy sencillo, porque la respuesta que se espera de nosotros, votantes y contribuyentes, es esa misma, la obediencia a lo que está mandado. En eso y no otra cosa consiste ser responsable: en tener la capacidad de responder a lo que se nos pide cumpliéndolo y no cuestionándolo. Uno de los significados de la palabra en nuestro diccionario lo dice todo: Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente. Si alguien realiza un acto libremente, se responsabiliza de él, es decir, reconoce y acepta las consecuencias derivadas de ese hecho: responde en el sentido de “da cuenta” de lo que ha hecho cuando se le pregunta por ello.
-¿Se puede hacer algo contra toda esta locura sinsentido? 
-Frente a esto, sólo cabe, en sentido contrario, hacer una llamada a la irresponsabilidad, a decir que no, nosotros no somos responsables y no tenemos por qué obedecer a lo que está mandado y ordenado. Al principio de la pandemia universal me llegó un comentario de un conocido que decía lo siguiente: “Me flipa muchísimo la cantidad de gente que entiende el confinamiento como una restricción del gobierno y no como una responsabilidad civil” (Hoy habría que sustituir la palabra "confinamiento" por “nueva normalidad”, porque esto, aunque haya cambiado de nombre, ha venido para quedarse, como reconoce la gente por lo bajo, y ahora se llama así). Y yo le dije: Así es como hay que entenderlo, como lo entiende “cantidad de gente”, como lo que es: una restricción del gobierno. Estas medidas, aparte de su nula eficacia clínica, se quieren presentar no como lo que son realmente, imposiciones del gobierno, sino como obligaciones de la voluntad de los súbditos, una “responsabilidad civil”, ese mantra que tanto se repite últimamente, que viene a decir que la responsabilidad de los ciudadanos es obedecer a lo que les manda el gobierno. 
-¿Se puede acabar de una vez por todas con esta dichosa pandemia sin morir en el intento? 
-Sí, minimizando y ridiculizando su existencia. El humor puede destruir la seriedad de lo que está mandado que creamos. Sigamos el consejo del sofista Gorgias: desarmar la risa con la seriedad y la seriedad con la risa. Y, por supuesto, hay una forma muy sencilla para los que no tengan a estas alturas, con la que nos está cayendo encima, mucho sentido del humor o hayan perdido el mucho o poco que tenían: dejar de hacerse tests. Si dejamos de hacernos tests, dejará de haber positivos y negativos y dejará, sin más, así de fácil, de haber contagiados y pandemia. Esa es la forma más efectiva de acabar con esta pandemia de todos los demonios. 
 -¿Hay vacuna disponible y eficaz contra la peste? 
-Sí, muy barata y al alcance de todos, y que aceptarían hasta los que están en contra de las vacunas porque no tiene ningún efecto secundario ni colateral: dejar de creer en la pandemia.

martes, 14 de julio de 2020

Cui bono prosit? (y II)

¿Qué salen ganando políticamente hablando los estados con el virus? Han conseguido imponer la obediencia al pueblo en aras de la salud pública, aumentando el control social sobre la ciudadanía, metiendo presión con el miedo y con la información sensacionalista, y pseudo-científica (lógicamente, lo de “pseudo-” que significa “falso” no salta a primera vista, pues si la gente creyera que la información que se les da como científica es falsa probablemente no creería en ella, y se desengañaría; por eso ni se cuestionan que pueda ser falsa, y la toman como un dogma de fe verdadera). 

Circula por las redes una cita atribuida a George Orwell que nunca escribió. Sus palabras son: “The people will believe what the media tells them they believe” (La gente creerá lo que los medios de comunicación les digan que crean).  Una prueba fehaciente de que Orwell no escribió nunca esas palabras que de hecho no se encuentran en ninguna de sus páginas escritas es que el término  "media" no empezó a ser de uso común en lengua inglesa hasta después de su muerte acaecida en 1950. 

¿Por qué se le atribuye a alguien una frase que no dijo? Obviamente, para conferirle prestigio de autoridad: Magister (George Orwell, en este caso) dixit. Que le neguemos aquí esa autoría no significa que la frase no sea razonable y de sentido común y revele un poco lo que está pasando, pero no hace falta recurrir a la autoría de Orwell que, si levantara la cabeza de su tumba, se revolvería seguramente diciendo que él no había dicho eso, aunque, visto lo que hay, podría estar de acuerdo en ello.      
 

El confinamiento, la distancia social o el uso obligatorio del antifaz  tienen una utilidad muy clara: no son un medio para hacer frente a la pandemia, sino un fin en sí mismo que contribuye a convertirnos a todos y cada uno en individuos perfectamente equiparables, miembros de la masa, controlables, manejables, responsables de la salud pública, lo que contribuye a individualizarnos todavía más, personalizándonos a la vez que nos despersonaliza, valga la contradicción, cortándonos por un mismo y único patrón. 


Al principio utilizaron los medios de comunicación a su servicio, prácticamente todos, pero también, una vez creado el clima propicio, a la policía y al ejército para mantener manu militari el Estado de Alarma. 
 


Recuérdense aquellas ruedas de prensa televisadas donde se empleaba un lenguaje militar declarando la guerra al virus que íbamos a vencer entre todos, de las que hicimos un análisis aquí mismo

Una vez que los ciudadanos han sido convenientemente adoctrinados por su propio bien, la labor de la policía disminuye, reduciéndose a casos puntuales y concretos de desobediencia, dado que se ha creado de la noche a la mañana una Nueva Normalidad (así han bautizado al Novus Ordo Seclorum o Nuevo Orden Mundial) en que los ciudadanos, además de controlados, son controladores de otros ciudadanos. 

¿Cuál es el objetivo de todo esto? No hay que buscar ninguna finalidad ajena a esto mismo o extraña: la finalidad era esto que han conseguido. Esta nueva normalidad que se ha declarado no es un medio destinado a un fin, sino que era un fin en sí mismo. 

El Estado se robustece, sin más, una vez que toda la población ha sido sometida no a los tests de prevalencia del virus, sino al test de la obediencia debida. 

Ahora nos amenazan con el castigo de un encierro futuro si no permanecemos obedientes. El Estado prefiere no hacer uso de las fuerzas de seguridad a su servicio, no vaya a ser que el uso se convierta en abuso, cosa que suele suceder, y recurrirá en primera instancia a sanciones económicas (su afán recaudatorio es insaciable), porque así disimula más su autoritarismo, pero no lo descarta si los ciudadanos no se habitúan a la nueva situación. 

lunes, 13 de julio de 2020

Cui bono prosit? (I)

Lo primero que se pregunta un detective en las novelas policíacas, cuando se perpetra un crimen o un robo, es a quién beneficia el delito, abriendo así una línea de investigación principal que no tiene por qué ser la única y exclusiva, pero sí la que hay que despejar en primera instancia, ya que el beneficiario suele ser el primer sospechoso. 


Medea en la tragedia homónima de Séneca le reprocha a Jasón que él es el autor del crimen que ella ha cometido, argumentándolo con las siguientes palabras: cui prodest scelus / is fecit: Aquel al que aprovecha el crimen es quien lo hizo (vv. 500-501)


Preguntémonos aquí qué provecho sacan los estados y los capitales con esta lucha que han emprendido a capa y espada contra la emergencia sanitaria producida por la irrupción del SARS-CoV-2 o virus coronario. 

A primera y simple vista, parece que los gobiernos de los estados no ganan nada, simplemente cumplen con su función social que es la de salvaguardar la vida de la gente, la salud y seguridad del pueblo configurado como conjunto de votantes y contribuyentes. 

En cuanto a los dineros y capitales, parece que en términos económicos no hay tampoco ganancia alguna, sino cuantiosas pérdidas. La recesión económica que se ha producido a consecuencia de la crisis sanitaria es muy distinta, según los economistas, a la Gran Recesión de 2008, que afectó principalmente a los bancos, que fueron rescatados por los gobiernos evitando así el colapso financiero. 

En esta recesión actual los afectados no son tanto las entidades bancarias, que están bastante saneadas después de aquello, como los millones de pequeños y medianos negocios que han tenido que cerrar sus puertas, y que para poder subsistir necesitarán la ayuda de bancos y gobiernos. 

Un gran negocio, sin embargo, que ha resultado claramente beneficiado, quizá el único, a raíz del confinamiento es el informático: el encierro ha fomentado compras y ventas online, trabajo online, enseñanza online, cultura online, amor y sexo online, amistad online... vida, en definitiva, online, es decir, vida virtual y descarnada, que no carnal y verdadera. 

Y sobre todo el gran negocio de la información online, una cantidad ingente de información que es imposible procesar y en la que no puede distinguirse lo verdadero de lo falso, cuyo resultado ha sido la propagación globalizada del virus del miedo. 

El dibujante Montt hace un juego de palabras que sólo es posible en español y que no puede ser traducido a otros idiomas sin que se pierda la gracia, pero que es muy sugerente por la asociación de ideas que implica: en vez de “medios” de comunicación escribe “miedos de comunicación” en esta viñeta sugerente:

En este país tenemos "miedos de comunicación"