lunes, 13 de julio de 2020

Cui bono prosit? (I)

Lo primero que se pregunta un detective en las novelas policíacas, cuando se perpetra un crimen o un robo, es a quién beneficia el delito, abriendo así una línea de investigación principal que no tiene por qué ser la única y exclusiva, pero sí la que hay que despejar en primera instancia, ya que el beneficiario suele ser el primer sospechoso. 


Medea en la tragedia homónima de Séneca le reprocha a Jasón que él es el autor del crimen que ella ha cometido, argumentándolo con las siguientes palabras: cui prodest scelus / is fecit: Aquel al que aprovecha el crimen es quien lo hizo (vv. 500-501)


Preguntémonos aquí qué provecho sacan los estados y los capitales con esta lucha que han emprendido a capa y espada contra la emergencia sanitaria producida por la irrupción del SARS-CoV-2 o virus coronario. 

A primera y simple vista, parece que los gobiernos de los estados no ganan nada, simplemente cumplen con su función social que es la de salvaguardar la vida de la gente, la salud y seguridad del pueblo configurado como conjunto de votantes y contribuyentes. 

En cuanto a los dineros y capitales, parece que en términos económicos no hay tampoco ganancia alguna, sino cuantiosas pérdidas. La recesión económica que se ha producido a consecuencia de la crisis sanitaria es muy distinta, según los economistas, a la Gran Recesión de 2008, que afectó principalmente a los bancos, que fueron rescatados por los gobiernos evitando así el colapso financiero. 

En esta recesión actual los afectados no son tanto las entidades bancarias, que están bastante saneadas después de aquello, como los millones de pequeños y medianos negocios que han tenido que cerrar sus puertas, y que para poder subsistir necesitarán la ayuda de bancos y gobiernos. 

Un gran negocio, sin embargo, que ha resultado claramente beneficiado, quizá el único, a raíz del confinamiento es el informático: el encierro ha fomentado compras y ventas online, trabajo online, enseñanza online, cultura online, amor y sexo online, amistad online... vida, en definitiva, online, es decir, vida virtual y descarnada, que no carnal y verdadera. 

Y sobre todo el gran negocio de la información online, una cantidad ingente de información que es imposible procesar y en la que no puede distinguirse lo verdadero de lo falso, cuyo resultado ha sido la propagación globalizada del virus del miedo. 

El dibujante Montt hace un juego de palabras que sólo es posible en español y que no puede ser traducido a otros idiomas sin que se pierda la gracia, pero que es muy sugerente por la asociación de ideas que implica: en vez de “medios” de comunicación escribe “miedos de comunicación” en esta viñeta sugerente:

En este país tenemos "miedos de comunicación"


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