Circula por las redes una cita atribuida a George Orwell que nunca escribió. Sus palabras son: “The people will believe what the media tells them they believe” (La gente creerá lo que los medios de comunicación les digan que crean). Una prueba fehaciente de que Orwell no escribió nunca esas palabras que de hecho no se encuentran en ninguna de sus páginas escritas es que el término "media" no empezó a ser de uso común en lengua inglesa hasta después de su muerte acaecida en 1950.
¿Por qué se le atribuye a alguien una frase que no dijo? Obviamente, para conferirle prestigio de autoridad: Magister (George Orwell, en este caso) dixit. Que le neguemos aquí esa autoría no significa que la frase no sea razonable y de sentido común y revele un poco lo que está pasando, pero no hace falta recurrir a la autoría de Orwell que, si levantara la cabeza de su tumba, se revolvería seguramente diciendo que él no había dicho eso, aunque, visto lo que hay, podría estar de acuerdo en ello.
El confinamiento, la distancia social o el uso obligatorio del antifaz tienen una utilidad muy clara:
no son un medio para hacer frente a la pandemia, sino un fin en sí mismo
que contribuye a convertirnos a todos y cada uno en individuos
perfectamente equiparables, miembros de la masa, controlables,
manejables, responsables de la salud pública, lo que contribuye a
individualizarnos todavía más, personalizándonos a la vez que nos
despersonaliza, valga la contradicción, cortándonos por un mismo y único
patrón.
Al principio utilizaron los medios de comunicación a su servicio,
prácticamente todos, pero también, una vez creado el clima propicio, a la policía y al ejército para
mantener manu militari el Estado de Alarma.
Recuérdense aquellas ruedas de prensa
televisadas donde se empleaba un lenguaje militar declarando la guerra
al virus que íbamos a vencer entre todos, de las que hicimos un análisis aquí mismo.
Una vez que los ciudadanos han sido convenientemente adoctrinados por su propio bien, la labor de la policía
disminuye, reduciéndose a casos puntuales y concretos de desobediencia,
dado que se ha creado de la noche a la mañana una Nueva Normalidad (así han bautizado al Novus Ordo Seclorum o Nuevo Orden Mundial) en que los ciudadanos, además de
controlados, son controladores de otros ciudadanos.
¿Cuál es el objetivo de
todo esto? No hay que buscar ninguna finalidad ajena a esto mismo o extraña: la
finalidad era esto que han conseguido. Esta nueva normalidad que se ha
declarado no es un medio destinado a un fin, sino que era un fin en sí
mismo.
El Estado se robustece, sin más, una vez que toda
la población ha sido sometida no a los tests de prevalencia del virus,
sino al test de la obediencia debida.
Ahora nos amenazan con el castigo
de un encierro futuro si no permanecemos obedientes. El Estado prefiere
no hacer uso de las fuerzas de seguridad a su servicio, no vaya a ser que el uso se convierta en abuso, cosa que suele suceder, y recurrirá en primera instancia a sanciones económicas (su afán recaudatorio es insaciable), porque así
disimula más su autoritarismo, pero no lo descarta si los ciudadanos no
se habitúan a la nueva situación.
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