domingo, 10 de agosto de 2025
Reventón Térmico
sábado, 9 de agosto de 2025
Hexámetros dactílicos


viernes, 8 de agosto de 2025
España está que arde (y II)
Si nos apartamos del dogma climático e incurrimos en el pecado de la desinformación y del negacionismo y sus promesas de redención y no nos sacrificamos reduciendo nuestras emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, que son nuestro pecado original, la Iglesia de la Climatología nos excomulga. Los Sumos Sacerdotes, que divulgan los conocimientos de los estudios y modelos climáticos que realizan las predicciones acerca del futuro, dicen que si no hemos notado el aumento de 1,5 grados Celsius en la temperatura del planeta, ya lo notaremos, porque va a seguir aumentando pavorosamente.
La nueva religión tiene sus herejes, que confunden a los fieles creyentes. Ellos, entre los que me temo que me incluyo, dicen, decimos que no hay un cambio climático, sino dos: el calentamiento global o verano en el hemisferio norte y el simultáneo enfriamiento global o invierno en el hemisferio sur del planeta ahora mismo, y viceversa, porque ambos cambios climáticos son, como se sabe, alternativos. El nombre que se nos aplica es negacionistas de la evidencia científica, como denominan ellos a la fe 'verdadera' que nosotros negamos con nuestras palabras y argumentos.
Afortunadamente hay una red mundial de verificadores de hechos, los fact checkers, que forman el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición que combate la herejía a fin de mantener la ortodoxia climática que se dedica a denunciarnos y perseguirnos a los herejes y a exigir que se nos destierre de todo medio de comunicación y red social, acusados de desviación de la fe y ultranegacionistas.
No estamos minimizando aquí el peligro de los incendios forestales, Dios nos libre, sino ridiculizando el discurso de miedo que los medios de formación de masas constantemente nos inculcan para sembrar el 'climate panic' o 'climate anxiety' a fin de controlarnos. Como no les basta con el riesgo incendiario, que es la actualización de la amenaza del infierno aquí y ahora, que les parece poca cosa y de sobra conocida, nos amenazan, además, con trastornos mentales y conductuales derivados del impacto de las altas temperaturas.
La AEMET lanza un comunicado urgente advirtiéndonos de la ola de calor "para la que no estamos preparados". Y resulta que lo que viene no es solo la canícula habitual sino otro episodio más de propagación del miedo. Han pasado de difundir el miedo al virus y propagar el miedo a la guerra a difundir ahora el miedo a las olas de calor. Eso es lo que viene y lo que toca de ahora en adelante: el miedo por doquier.
¿Es grave el calor? Puede serlo, claro, tan grave como puede ser el frío. ¿Es algo nuevo en las Españas en el mes de agosto? No, en absoluto, como cantaba Labordeta: Arremójate la tripa, / que ya viene la calor; / que luego en el mes de agosto, / no suelta el agua ni Dios. Lo que sí es nuevo es el uso y abuso sistemático del comodín del cambio climático como justificación de restricciones de movilidad, cierre de jardines y parques públicos, limitaciones energéticas y demás mandangas y pejigueras gubernamentales que pretenden que nos resignemos a vivir en estado de excepción permanente, emergencia y crisis bajo la protección paternalista del Estado y sus varias agencias estatales. No les bastaba con la meteorológica (AEMET) que ya acaban de crear otra en el reino: la de Salud Pública (AESAP).
Lo que hace unos años, cuando yo era mucho más joven que ahora, era una buena noticia meteorológica del afable hombre del tiempo ("se espera para mañana un día espléndido y soleado en toda la península") es ahora una amenaza apocalíptica de muerte, porque, ante todo, según cacarea el Ministerio de Sanidad, haciéndose eco del sistema MoMo del Instituto de Salud Carlos III, el Calentamiento Global, que demuestra su existencia enviándonos olas de calor mortíferas, ha causado un total de 1.180 fallecimientos atribuidos al calor abrasivo en el período comprendido entre el 16 de mayo y el 13 de julio del año del Señor de 2025. El Cambio Climático mata a través de las periódicas olas de calor, que son las plagas climatológicas del castigo divino por nuestro impenitente pecado original, lo que viene acompañado de minucias como incendios forestales varios, trastornos mentales y déficits de inteligencia natural para entender las cosas que nos pasan.
jueves, 7 de agosto de 2025
España está que arde (I)
España está que arde, pero no se quema todavía pese al riesgo extremo (sic) de inflamación que lanza apocalíptica la Dirección General de Tráfico e ilustra con la cerilla encendida de un fósforo que amenaza a un árbol que representa al bosque que se abrasa-, y lo dice también en la lengua del Imperio para que lo entiendan los turistas extranjeros que nos visitan: extreme fire hazard.
La Iglesia de la Climatología nos amenaza ahora, a través de sus supremos sacerdotes y los expertos de la Agencia Estatal de Meteorología y la DGT, con los incendios forestales, es decir, con el infierno aquí y ahora, sin esperar a la hora de nuestra muerte.
Las elevadas temperaturas, que más que altas alcanzan ya el calificativo hiperbólico de extremas y de excesivas, tienen cada vez una mayor incidencia negativa en nuestras vidas cotidianas.
Pero no solo eso. Según publica, valga la redundancia, Público, el periódico digital afín a la Moncloa, en su sección de Ciencia vulgarizada: Con el calor extremo pensamos peor, que ya es lo que nos faltaba. Y no solo porque, según ha demostrado un estudio de la Universidad de Pensilvania, el calor afecta al rendimiento académico y porque cuanto más calurosos hayan sido los días previos a los exámenes finales, peores son las calificaciones, sino porque, según indican otros más recientes estudios revisados por pares, el calor excesivo impacta directamente en el rendimiento del cerebro por lo que podría llegar a lo que nos faltaba, agilipollarnos, dicho vulgarmente, y freírnos literalmente la sesera.
El calor extremo que se cierne sobre nosotros pone a toda la península en grave peligro de incendio forestal. Parece que Portugal, según el mapa adjunto, se libra de la quema. El detalle les ha pasado desapercibido a los ilustradores.
¿Qué vienen a decirnos los predicadores evangélicos de la Iglesia de la Climatología que es la Agencia Estatal de Meteorología con sus sombrías predicciones de futuro? Que la ola de calor genera las condiciones meteorológicas 'ideales' -idóneas más bien- para la propagación de las llamas, un fenómeno cada vez más frecuente y que cada vez va a ir a peor debido al calentamiento global fruto del efecto invernadero que genera el cambio climático que produce la actividad humana irresponsable.
Los sumos sacerdotes, que son los expertos, nos exigen creer ciegamente, so pena de excomulgarnos en caso contrario, en el dogma de fe del cambio climático antropogénico que nos amenaza ahora mismo con el infierno aquí en la Tierra de los incendios forestales. Dicho dogma, que no puede ponerse en duda a pesar de no haber pruebas fehacientes de él, es que nuestras emisiones de dióxido de carbono provocan el cambio climático.
Ya el Secretario General de la ONU pontificó en su día que habíamos pasado de la era del Calentamiento Global a la Ebullición Global, por lo que ya estábamos hirviendo en las calderas de Pedro Botero, es decir, en el mismísimo infierno. Solo si abandonamos la pecaminosa senda de la incredulidad y abrazamos la virtuosa de dejar de emitir emisiones de CO2 a la atmósfera podemos hacer algo acaso para redimirnos nosotros y salvar el planeta.
Además, como decía un tertuliano de la emisora progresista SER en un alarde sociológico del problema, todavía hay clases sociales en esto del cambio climático, y las olas de calor no golpean lo mismo a los ricos que a los desfavorecidos de la fortuna, porque las clases pudientes, como el término indica, pueden combatirlas con aire acondicionado, mientras que las bajas no pueden permitírselo económicamente o solo pueden acondicionar el aire, como suele decirse, a condición de menear compulsivamente a uno y otro lado el abanico. ¡Vaya descubrimiento de las Américas! Lo mismo sucede, claro está, con las olas de frío polar del invierno: Quien se lo puede permitir económicamente pone el termostato de la calefacción bien alto, y quien no, pues se calienta, si puede, como puede a falta de calefacción y termostato.
El caso es que España está que arde, como todos los veranos, pero no se quema todavía, como decíamos al principio, porque España es una idea, y como todas las ideas -de ideas se trata cuando hablamos de cosas como esta de España- es incombustible, es decir, muy difícil que se queme por mucho que arda.
miércoles, 6 de agosto de 2025
Contra reloj y calendario
multo omnium istorum optumum et uerissumum:
Ubiuis monebat esse, nisi quom nil erat.
Nunc etiam quod est non estur, nisi soli lubet;
itaque adeo iam oppletum oppidum est solariis,
maior pars populi aridi reptant fame.
martes, 5 de agosto de 2025
Avances tecnológicos modernos y contemporáneos
a) La guillotina:
La guillotina es la piadosa máquina inventada en Francia por J. I. Guillotin (1738-1814), médico francés y diputado en la Asamblea Nacional, que en 1789, el año de la gloriosa revolución, propuso su empleo porque era un procedimiento seguro, rápido y eficaz para evitarles sufrimientos innecesarios a los reos condenados a la pena capital.

b) El Urobot:
Es un inodoro inteligente chino, un nuevo fenómeno tecnológico, similar a un androide que cuando vas a orinar no solo te da la bienvenida levantando la tapa al acercarte sino que mientras te alivias te hace un chequeo sanitario al instante. Esto es lo que el engendro puede hacer en el seno de tu hogar mientras te descuidas vaciando la vejiga: -mide el volumen y el flujo de la orina; -realiza un análisis de orina exprés; -te muestra los resultados directamente en la pantalla integrada en el momento. Ir a mear se convierte con esto no en una necesidad, sino en un procedimiento médico. China muestra una vez más quién es el puto amo en asuntos de innovación en tecnología sanitaria.
lunes, 4 de agosto de 2025
El propietario es el ladrón
La lectura de Cantos de sirena, de Charmian Clift, una mujer que en 1954 decide con su marido y sus dos hijos, enamorada como estaba de Grecia, abandonar Londres y partir al mar Egeo estableciéndose en la isla de Cálimno -una de las doce del Dodecaneso, en la costa turca, no lejos de Rodas- por una estancia que iba a durar en principio un año y al final se extendió a una década, me depara esta sorprendente y preciosa historia:

Existe una entrañable ley tácita según la cual cualquier persona, hombre, mujer o niño, puede saciar su hambre cogiendo toda la fruta que pueda comer de la propiedad de cualquiera, siempre que la consuma allí mismo, junto al árbol o la viña. Solo es culpable de robo si se lleva la fruta en una cesta o la guarda en un bolsillo para comérsela más tarde. ('Cantos de Sirena', Charmian Clift, Gatopardo ediciones, Barcelona 2022, traducción de Patricia Antón, pág. 90).
No se consideraba robo coger la fruta del árbol siempre que se comiera allí mismo para saciar el hambre o el apetito de ella. Cualquiera podía hacerlo porque de alguna manera la viña y el árbol daban su fruto a todo el mundo que quisiera tomarlo para disfrutarlo, nunca mejor dicho, en el momento, sin ninguna restricción. Ni siquiera el dueño de la propiedad podía impedírselo porque no era un robo. Se consideraba robo acaparar el fruto para comérselo en el futuro.
El propietario de una higuera (no estamos hablando de una higuera silvestre que no tiene dueño) nunca podrá impedir que cualquiera disfrute de sus higos, uno de los sabores más dulces del verano, porque los frutos no son de su propietario, aunque sí la higuera, sino de los que tiendan la mano a ellos para degustarlos allí mismo en el momento.
Ladrón de higos solo podría llamarse a aquel que arramblara con los higos de la higuera, los metiera en un cesto y se los llevara para venderlos en el mercado cual vulgar zarracatín -aquel que compra barato para vender caro-, cosa que suele hacer las más de las veces el propio propietario cuando no se resigna a que la higuera dé sus frutos para todo el que los apetezca, incluido él mismo, su dueño y su señor. Si es el propietario el que acapara los higos para llevarlos al mercado, este, en buena lógica, se convierte en el principal ladrón de higos, porque está privando a los demás y privándose a sí mismo de los melifluos frutos de la higuera, que convierte en una mercancía que se vende a cambio de dinero.

Es así como según esta vieja lógica rural griega el propietario se convierte en el ladrón que priva a los demás de un bien común. No en vano Pierre Joseph Proudhon se preguntaba en el año del Señor de 1840 ¿qué es la propiedad? Y daba esta respuesta lapidaria, contundente y precisa: “La propiedad
es un robo”. El propietario, pues, es el ladrón; y, a la inversa, el ladrón es el propietario. Toda propiedad es una expropiación. Y la propiedad privada, como su nombre indica, es una privación. Si yo poseo algo estoy expropiando, desposeyendo o privando de ello a los demás.
Pero no podríamos llamar ladrón al propietario de la higuera cuando permitiera a cualquiera, como sucedía en Cálimno en los años
cincuenta del siglo pasado, según contaba Charmian Clift, disfrutar de los frutos del árbol o de
la viña como en el edén del paraíso, independientemente de que la higuera, la parra o la chumbera lindaran con el camino y, por lo tanto, cayeran fuera de su hacienda.
domingo, 3 de agosto de 2025
Teletipos y telegramas

Vendrán, por lo tanto, en el futuro más pandemias, más emergencias y crisis sanitarias a justificar la existencia de la Agencia Estatal de Salud Pública creada.
La psicoterapia o terapia a secas trata las vicisitudes de la vida como si fueran una enfermedad, lo que muestra cuán faltos están de clientela los psicólogos.
Los refugios climáticos urbanos más que una moda son una necesidad sanitaria que se administra según protocolo, habida cuenta del cambio meteorológico que mata.
Cierran los jardines de El Retiro ante eventuales rachas de viento y altas temperaturas a fin de proteger a los vecinos que busquen en ellos climático refugio.