sábado, 2 de agosto de 2025
Los tres monos sabios
viernes, 4 de noviembre de 2022
Re-negaciones.
No al confinamiento, en realidad arresto domiciliario, que duró 99 días y 99 noches.
No a las cuarentenas.
No al Estado en general y al de Alarma en particular, declarado anticonstitucional.
No al cierre de los espacios públicos.
No a la intoxicación informativa.
No al metro y medio de distancia de seguridad con el prójimo, -el próximo cada vez más lejano.
No al toque de queda, ridículamente denominado entre nosotros para que no nos resonara a la guerra civil “restricción de movilidad nocturna”.
No a la claque de aplausos, la cita del día, a las ocho desde ventana o balcón, al ritmo del himno “Resistiré”.
No al “Quédate en casa, salva vidas”.
No a la policía parapolicial de los balcones y los visillos, y no a la policía policial.
No al terrorismo del lobo, del coco, del virus siempre futuro que viene.
No a las máscar(ill)as.
No al pasaporte falsamente sanitario o certificado covid.
No a las inoculaciones experimentales, que no han salvado ninguna vida, cuyos efectos perniciosos están comenzando a salir a la luz.
No al terrorismo de Estado alimentado por todos los medios dedicados al amasado de individuos.

No a la ley del silencio.
No a la etiqueta #ViajaCalladoEvitaContagios impuesta a los usuarios del transporte público.
No a la digitalización.
No al dinero digital y no al dinero físico.

miércoles, 7 de julio de 2021
Derecho a elegir
Se han reseñado de él muchos aspectos positivos y se ha destacado el costumbrismo de su crítica social, siempre amable, así como el fino oído que tenía para captar y reflejar el lenguaje popular contemporáneo repleto de anglicismos.
Si tuviera que elegir una sola de sus viñetas, me quedaría sin duda con esta por la ironía gentil que desprende su texto y el hondo calado que refleja del ser humano contemporáneo que se siente libre en plena naturaleza ante un amanecer o una puesta de sol, y que insiste en que es libre porque puede elegir entre las diversas opciones que le brinda la sociedad de consumo y del espectáculo en la que vive.
El texto no tiene desperdicio: podemos elegir banco, cadena de televisión, petrolera, comida, red telefónica, informador y opción política, pero cada una de estas opciones está adjetivada con una oración de relativo que la descalifica. Podemos elegir un "banco que me exprima", escribe Forges, en lugar de un contundente "que me robe" o, más sensacionalista aún, "que me atraque", más acordes con la realidad económica. Sin embargo la expresión elegida por el humorista es "que me exprima", como si fuéramos una naranja de la que se extrae el zumo.
domingo, 7 de marzo de 2021
Cogito, ergo sum
Cogito ergo sum es
la versión latina de la frase de Descartes Je pense, donc je
suis, que suele traducirse al
castellano por “Pienso, luego existo”, pero ni en francés ni en
latín se utiliza el verbo existir,
por lo que es mejor traducción: “Pienso, luego (es decir, por
lo tanto) soy”. Pero la frase queda coja entonces, porque soy... ¿qué? Necesito un predicado nominal, ser
algo, por ejemplo “el que está pensando”: Estoy
pensando luego soy el que está pensando, con lo cual incurro en
una tautología, y no es eso lo que quería decir Descartes.
La intención cartesiana iba más bien por la traducción española del “sum” por existo, es decir: Estoy pensando luego existo, que es un verbo que ya no es copulativo, sino que tiene un sentido pleno, viene a ser algo así como: soy real, soy alguien, soy el que soy, estoy dentro de la realidad.
Esta célebre frase es en el pensamiento cartesiano la primera indudable certeza racional. El pensamiento de Descartes, en el que la certidumbre del cogito y del sum surge de la duda metódica, está muy bien sintetizado en la variante: dubito ergo sum, uel quod item est, cogito ergo sum (dudo, luego soy, o lo que es lo mismo, pienso luego soy).
Para Descartes la duda es el principio de la sabiduría. Como dice el refrán popular: “el que no duda no sabe cosa alguna”. Y es que Cartesio escribe: pendant que je voulais ainsi penser que tout était faux, il fallait nécessairement que moi qui le pensais fusse quelque chose (mientras que yo quería pensar así que todo era falso, era preciso necesariamente que yo que lo pensaba fuese algo). Y es entonces cuando formula su je pense donc je suis como el primer principio de la filosofía que buscaba.
Corrección: Sí: Me dejan existir. Es lo único que me dejan, lo que no me dejan es vivir.
Algo sin embargo nos dice que el sum, la existencia, el ser, no puede deducirse del hecho de pensar, del cogito, si no existe previamente antes de formular su certeza existencial. Detrás del cogito inicial hay un ego, explícito o no, es decir, una primera persona del singular, en términos gramaticales, que está diciendo “yo, que soy el que habla” digo que “yo -que soy el sujeto de la frase, es decir, el objeto de mi pensamiento, o sea, la idea que tengo de mí mismo- pienso, estoy pensando”. Da igual lo que predique de ese ego. Puedo decir dubito, ergo sum; credo, ergo sum... Cualquier predicación.
Se notaría mejor esto que trato de decir, si recurrimos a la tercera persona, a la no-persona, es decir, la que no es ni el hablante ni el oyente, sino el objeto de su discurso, y decimos COGITAT, ERGO EST. Que hay que interpretar así: Yo, que soy el hablante metalingüístico y que por lo tanto estoy fuera de la realidad, digo que alguien está pensando (o dudando, o creyendo o haciendo cualquier otra cosa que se le antoje), por lo tanto ese alguien existe, es alguien en la realidad, porque yo que, como hablante estoy fuera de ella, doy cuenta de ella, la configuro, la creo con el acto de hablar: soy su demiurgo, y he metido a ese alguien dentro de ella mencionándolo.
Pero no digamos, como dice la pintada anónima en la pared: PIENSO... LUEGO NO ME DEJAN EXISTIR. Hay que corregirla: PIENSO... LUEGO ME DEJAN EXISTIR, DE HECHO ES LO ÚNICO QUE SE ME PERMITE COMO A TODO HIJO DE VECINO Y QUE YO MISMO ME PERMITO, LO QUE NO ME DEJAMOS ES... VIVIR.