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sábado, 28 de septiembre de 2024

Algunas tancas más

Vuelve el agua al río / tras las lluvias torrenciales, / vuelve el río al mar. / Vuelve el arroyuelo a fluir, / Riosequillo que se llama. 

oOo

Al ponerse el sol / brama el ciervo en la montaña; / mal de amores ha. / Solitario, su berrido / estremece el corazón. 

oOo

  ¿Fue el fulgor tal vez / de la luna cuando entró / por el ventanal / lo que a mí me despertó / o la gana de orinar? 

oOo

Cuatro diminutas / garrapatas emboscaron, / en las ingles, putas: / me infectaron y contraje / calentura y mala sangre. 

oOo

Para que haya guerra / no hace falta casus belli, / cualquier cosa basta: / porque guerra es esta paz / falsa que hay entre tú y yo.

 oOo

El afilador, Francisco de Goya y Lucientes  (hacia 1790)
 

  Suena la siringa, / y la piedra de amolar / echa chispas ya, / afilando los cuchillos / y navajas cachicuernas.

oOo

Al amanecer, / migratorias aves vuelan / lejos, hacia el sur. / Alzo yo la vista al cielo / y tras ellas alzo el vuelo.

oOo

Ya la golondrina / que anidaba en el alero / abandona el nido. / Los polluelos han volado. / El verano se acabó.

oOo

 Bautizada está, /  nombre propio vasco, pues, / la borrasca Aitor: / personalizando así, / impetuoso, temporal.

lunes, 18 de marzo de 2024

Variaciones sobre tema presocrático

En el aire
la vida
sentenciada
de muerte.
Aire y fuego y agua y tierra

En el fuego
ardiente
del maldito
infierno.
Fuego y agua y tierra y aire.
 

 Con el agua
al cuello, 
y los labios
sedientos.
Agua y tierra y aire y fuego.

En la tierra
de nadie
que es la tierra
de todos.
Tierra y aire y fuego y agua.

miércoles, 25 de octubre de 2023

Abanico de tancas

Suele aquel que ve creer que se puede ver, creer que se ve, y tener fe en lo que ve, como el apóstol Tomás. 
 
Telespectador: aquel que cree en lo que ve por televisión: televidente que ve, telecreyente que cree. 
 
Cordero no soy, ni el Señor es mi pastor: tiro al monte yo; baló la cabra montés triscando campo a través. 
 

 
¡Que salga el autor a recibir la ovación y la aclamación del público espectador en pie por La Creación! 
 
Me cago yo en Él, en el dinero de Dios, que me emputeció, y me cago en mí también, que por Él me emputecí. 
 
Ego sum qui sum? Pero yo no sé quién soy ni si soy o no; si soy el que era o seré  otro distinto de mí. 
 
¿Dónde Canaán, la Tierra de Promisión, se halla? ¿En qué lugar? ¿Dónde, Dios del Sinaí, cartografiada está? 
 

 
¿Qué es este sindiós? ¿Qué es esto, Dios de Israel? ¿Es tu voluntad? ¿Cómo puedes consentir, Señor, tanta iniquidad?
 
 ¡Eso sí que no! Mi esquela de defunción: aquí yace don... Fulano de Tal y Cual. Sí, pero ese no soy yo. 
 
oOo
 
 Según la Güiquipedia sabelotodo, la tanka (sic, por la k) es un tipo de poesía tradicional japonesa, que consta de cinco versos de 5-7-5-7-7 sílabas. Pero si tenemos en cuenta que el final de cada verso es siempre agudo, en castellano, según nuestro cómputo versificatorio, serían 6-8-6-8-8.

domingo, 18 de junio de 2023

Ejercicios de jaicus (del taller de métrica)

    Si partimos del esquema rítmico que propone Agustín García Calvo en su monumental Tratado de rítmica y prosodia y de métrica y versificación para el jaicu japonés, que sería + - + - + / + - + - + - + / + - + - +, en el que "+" representa una sílaba tónica o marcada rítmicamente en principio con el acento y "–" una sílaba átona o no marcada, nos encontramos efectivamente con un esquema silábico 5 / 7 / 5, que es el que ordinariamente se reconoce en los jaicus, pero si tenemos en cuenta que en la métrica española los versos que acaban en final agudo cuentan como que tienen una sílaba más sobre las que tienen realmente, el esquema silábico rítmico del jaicu japonés sería en castellano 6 / 8 / 6, por lo que podríamos reescribirlo así, poniendo entre paréntesis la última sílaba átona: + - + - + (-) / + - + - + - + (-) / + - + - + (-). Sirvan estos ejemplos:
 
   Se levanta el viento / y comienza a susurrar, / rumoroso, el chopo. 
 
 Ando yo descalzo / por la playa; una ola / me ha besado el pie.
 
De repente España / se volvió  lo que fue siempre: / una gran prisión.
 
¡Qué pena que yo / para ganarme la vida / tenga que perderla! 

 
 Si en la democracia / un hombre es un voto, yo / soy un voto nulo.

 No queremos ser / ni electores ni elegidos: / nadie, nunca, nada. 
 
 Aunque el vendaval / derribó el cerezo, el viejo / tronco ya echa flor.  
 
Individuo no / se nace, sino que se hace / a la fuerza uno.
 
 No ha tardado, no. / Como lobo hambriento, está / vivo aquí el dolor.
 
No se da en el tiempo / ni en el espacio; se da / ahora y aquí. 
 
En ocasiones, la rima consonante entre el primero y tercer verso nos recuerdan la tercerilla o el tercetillo castellanos, como por ejemplo:
 
 Suena muy lejana, / marcando el paso del tiempo, / sorda, la campana
 
En pie ya de guerra. / Si hubo paz alguna vez, / la tragó la tierra.
 
Troya amurallada, / de tu antiguo poderío, / ya no queda nada.  

Y ampliando la rima a los tres versos, algo como:
 
No cantan amores, / bucólicos, los pastores / sino desamores. 

 
 Y la rima asonante recuerda a la soledad castellana:
 
 Pasa el tiempo, pasan / días y años, pasa todo / mas
no pasa nada.

miércoles, 22 de febrero de 2023

Romance a la fuente de santa Ana

 -¿A dónde por el camino vas, moza, tan de mañana?
 ¿A dónde la niña va rayando en la madrugada?
 ¿A dónde vas? ¿A rezar a la ermita de santa Ana? 
¿O a la piedra, al lavadero a lavar la ropa blanca? 
 
 
 
-No, yo no voy a la ermita a encomendarme a la santa
que es la madre de la Virgen María, la virgen santa,
ni voy tampoco a la piedra a hacer allí la colada; 
voy a beber a la fuente un trago en las manos de agua, 
que no hay bebida más rica que la que no sabe a nada; 
porque no hay cosa en el mundo más fresca ni más barata, 
que a todos se da de balde y a todas las horas mana, 
mejor que el agua bendita de la misa y las beatas, 
mejor que el agua corriente de los grifos de las casas
y el agua mansa que venden en botellas y garrafas; 
agua que quita la sed y temores y esperanzas, 
agua que fluye y que nunca baja turbia o sale mala; 
agua viva, manantial, agua buena y agua sana, 
agua dulce, cristalina, el agua de la fontana.  

miércoles, 15 de febrero de 2023

Deseo de ser salvaje

Sentí el deseo muy temprano de ser como ellos,

al ver un indio americano dibujado

en un cómic del lejano oeste por vez primera

montando a caballo. Entonces supe que quería

ser uno de ellos, un salvaje y un piel roja:

me reconocí en seguida viéndome en su espejo,

porque ellos eran mis hermanos, mis iguales

en pie de guerra contra el rostro pálido.

Era un comanche, o un apache. Mi pueblo no

podía aceptar las condiciones de la paz

que le proponía e imponía desde Guasintón 

el gran padre blanco; y no es que no deseáramos

vivir en paz, que es lo que más queríamos,

sino que no concebíamos que pudiera haber

en este mundo nunca verdadera paz

sin libertad, que vale más que todo el oro

que hay en las minas que cobijan las entrañas

de la madre Tierra. El oro ciega y enfebrece

a los rostros pálidos. Los guerreros, sin embargo,

lo codiciamos sólo por lograr al trueque

armas de fuego y güisqui, para emborracharnos

a fin de así olvidarnos, ebrios, de la guerra,

la guerra que ¡maldita sea! no queremos,

siendo guerreros. Pero nos obligan ya

a caminar por su sendero, porque, bravos,

los apaches no queremos ser acorralados,

ni estabulados y confinados en reservas,

sino vivir sin sujeción, como coyotes,

como lo hicieron los antepasados nuestros,

cabalgando nómadas al galope con el viento

semidesnudos y salvajes, primitivos,

galopando a pelo sin estribos ni montura,

sobre una tierra que no tuvo nunca dueño;

así vivieron ellos y nosotros, libres,

antes de que llegara la civilización,

y que trazara el hombre blanco las fronteras

-malditas sean todas ellas- y escribiera

el libro siempre ensangrentado de la Historia.

viernes, 10 de febrero de 2023

Endecha por la princesa Bajrakitiyabha

¿Qué tendrá la princesa durmiente de Tailandia que sucumbiera un día de diciembre sin causa? 
 
En Bangkok duerme en coma, conectada a una máquina, en un profundo sueño de flor de loto pálida.
 
 Por la cabeza, madre, de Bajrakitiyabha -tal es su nombre propio- sabe Dios lo que pasa,

quizá ha pasado todo, quizá no pasa nada. ¿Ha entrado ya su alteza real en el nirvana?
 
 ¿Qué dicen los doctores que atienden a la infanta? ¿Inflamó su corazón una bacteria aciaga? 
 
¿Se ha clavado una aguja fatal, emponzoñada? ¿Es bulo la noticia? La Casa Real calla. 
 
 
En los templos los monjes de túnicas naranja, orando porque viva, elevan sus plegarias. 
 
 Rezan porque despierte las iglesias cristianas, por su alma también ruegan las mezquitas islámicas. 
 
Bailarinas inician las tailandesas danzas dibujando sus manos vuelos de raudas garzas. 
 
 Mucho vale la vida de Bajrakitiyabha,  una futura reina, primogénita infanta. 
 
Otras vidas no pesan prácticamente nada: no es igual la plebeya que la reina monarca.
 
¿Vendrá un príncipe acaso del sueño a despertarla con un beso en los labios como en los cuentos de hadas?
 
 

jueves, 9 de febrero de 2023

Por tierras de Zamora

 Pasa el verano y vuela la tarde azul / en Puebla de Sanabria dejándonos / su estela de oro en la laguna /  y una cadencia de luz perfecta. 
 
Has vuelto al escenario de tu niñez, / la única y auténtica patria, que es / la infancia que añoramos siempre / desde que huimos del paraíso. 
 
Buscas el río y por la ribera vas, / siguiendo el curso a contracorriente, a ver / bajo los álamos las linfas /  en las que, niño, te zambullías. 
 
 
 Y allí, en la misma sombra, seguía aquel / remanso mismo de agua que te acogió / benévolo en su seno fluido / cientos de veces como una madre. 
 
El río, sin embargo, no es nunca igual /  ni el mismo que era: no ha conservado más /  que el nombre, habiendo ya pasado /  su agua, metáfora de otro río. 
 
Tampoco, amigo mío, tampoco tú / eres el mismo que se bañaba en él, /  aquel chaval de nueve años /  que iba a cazar a las eras grillos,

 
que al deslizar rocoso del tobogán /  gastaba la culera del pantalón / corto, y trepaba a la atalaya /  a horas de misa y de catequesis,
 
o iba el domingo al cine (cerrado está /  a cal y canto al público ya el salón), / a ver alguna inolvidable / vieja película de romanos. 
 
Vuela el verano. Atrás se quedaron ya / tu río y niño antiguos. ¡Al paso, adiós /  te dicen los recuerdos, novias /  y horas que no han de volver a verte! 
 
 
Mas como si estuviera esperándote, /  abierta estaba la biblioteca aún, / donde yacían, en silencio, /  códices viejos de pergamino; 
 
palabras olvidadas que alguna vez / tuvieron eco, versos arrítmicos /  como el reloj que se ha parado /  mientras prosigue su marcha el tiempo. 
 
Volviste a entrar en ella, con devoción /  rayana en una fascinación total, / a despojarla y saquearla / de su tesoro, el conocimiento, 
 
igual que el bárbaro que aprendió en latín / a declinar la rosa y a conjugar / el verbo amar, mientras las rosas / todas y amores se marchitaban.
 
  (Para José Roberto Carballés Leal)