Érase una vez, una vez que no acabó de pasar aún.
En realidad todo cambia, y en verdad todo sigue igual.
De repente, se ha levantado el viento, y va todo y yo a volar.
Todo fluye, igual que el río que se quedó seco sin caudal.
Lo mismo duró que lágrima de rocío al salir el sol.
En la vieja charca salta la rana de Basho, chapotea el agua.
¿Qué será el amor, que nos tiene en vivas ascuas a nosotros dos?
¿Error del sistema? No. El sistema es el error. ¡Ese es el problema!
Se pone nocturna, por detrás de las montañas, fría ya la luna.
Pez, y no pescado, nadando en la mar salada, nunca en el mercado.
¿La realidad? Es de la imaginación delirio ideal.
Un lobo la paz camuflado bajo piel de oveja feroz.
¿Crímenes de guerra? El crimen, la guerra misma en la negra tierra.
¡Qué contradicción: las imágenes atrofian la imaginación!
Lo que se pierde es de alguna forma, también, ganancia a su vez.
Últimas noticias: Nada nuevo bajo el Sol, salvo el mismo Sol.
¿Hay vida después de la muerte? Y antes ¿la hay? ¿Quién la vio y la ve?
¿Habrá vida en Marte? ¿La hay acaso aquí, en la Tierra? ¿Y en alguna parte?
“El trabajo libera” (lema de algunos campos de exterminio nazis)
¿Quién nos librará del trabajo que nos da falsa libertad?
¿Manda el pueblo allí, en el Reino Unido? No: el Big Ben es rey.
Llega el finde ya, pero el fin de la semana ¿cuándo llegará?
¿Cómo puede ser, si es imposible, que esté el magnolio en flor?
¿Quién recordará el año, el día y el mes de la fecha de hoy?
oOo
Helo aquí el week-end, el maldito invento inglés una y otra vez. Pero la semana al fin vuelve siempre a comenzar.
Canta, encantador, el petirrojo cantor triste su canción. Reconforta el corazón ahuyentando el mal de amor.
Me paro a escuchar la interminable canción, melodioso son del arrollo y las linfas que fluyen del hontanal.
Ya no soy aquel que era, aquel que fui una vez, pero el mismo soy. Es mentira y es verdad: Mira a ver si puede ser.
oOo
¿De qué nos sirve, en la presente situación, cambiar de conductor y no de dirección?
Podemos elegir el carcelero que ha de vigilarnos, sin escapatoria ya de nuestro cautiverio. A eso, nada más, tan solo, se reduce nuestra libertad.
Resuenan los clarines de la guerra a fin de que aceptemos condición de falsa paz.