-¿A dónde por el camino
vas, moza, tan de mañana?
¿A dónde la niña va
rayando en la madrugada?
¿A dónde vas? ¿A rezar
a la ermita de santa Ana?
¿O a la piedra, al lavadero
a lavar la ropa blanca?
-No, yo no voy a la ermita
a encomendarme a la santa
que es la madre de la Virgen María, la virgen santa,
ni voy tampoco a la piedra
a hacer allí la colada;
voy a beber a la fuente
un trago en las manos de agua,
que no hay bebida más rica
que la que no sabe a nada;
porque no hay cosa en el mundo
más fresca ni más barata,
que a todos se da de balde
y a todas las horas mana,
mejor que el agua bendita
de la misa y las beatas,
mejor que el agua corriente
de los grifos de las casas
y el agua mansa que venden en botellas y garrafas;
agua que quita la sed y temores y esperanzas,
agua que fluye y que nunca
baja turbia o sale mala;
agua viva, manantial,
agua buena y agua sana,
agua dulce, cristalina,
el agua de la fontana.
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