viernes, 18 de diciembre de 2020

Y algunos adagios más todavía

¡Ojalá alguno de estos aforismos fuera un dolebo, lo contrario de un placebo, y escarbara en la llaga abierta en carne viva en vez de pretender disimularla! 

Si quieres celebrar futuras navidades, no celebres las presentes, dicen las autoridades vendiéndonos un futuro inexistente por el que sacrificamos el presente.

Sermón del telepredicador del Centro de Alertas Sanitarias: La incidencia de la crisis está aumentando e implica que hay que implementar más medidas de control.

Efectos secundarios adversos o daños colaterales son "un precio mínimo a pagar por el único bote salvavidas: la vacuna", según la prensa orgánica del Régimen.

 

El divino Platón inventó -su lengua le permitía estas audacias- la palabra “teatrocracia”, válida para el mundo de hoy: la sociedad del espectáculo y el paripé.

La teatrocracia es el gobierno de los representantes, que no desempeñan bien su función: no representan a nadie, ni siquiera a sí mismos, pésimos actores.

Como cualquier otra vacuna y medicamento (nota la equiparación capciosa de ambos términos), puede haber efectos adversos leves que hay que asumir sin alarmismo. 

Los griegos llamaron al actor hipócrita, reproche que se hace hoy al falsario que actúa en el tablao de la realidad y no en el noble escenario del teatro.

Las autoridades sanitarias, que siguen sembrando el pánico, advierten: «No podemos caer en la falsa seguridad -¡cursiva mía!- de un test negativo en Navidades».

Salud Pública insiste en que una prueba negativa es una «foto fija» puntual, no es un salvoconducto ni estamos libres del contagio que luego pueda producirse.

Los psicólogos, esos sinvergüenzas estafadores que quieren convencernos de que lo más conveniente es pasar por el aro como si fuéramos fierecillas domadas... 

Yo como individuo, soy, como todo quisque, conservador y reaccionario por esencia. Me consuela pensar que no soy perfecto y que tengo mil desgarraduras. 

Debería caérseles la cara de vergüenza a los psicólogos, los modernos y viejunos curas de almas, que nos invitan a la resignación, no cristiana, sino laica. 

Algunos versos de los poetas, no todos los escritos, sólo unos pocos, pueden herirnos y abrirnos una llaga en carne viva, la herida por la que respiramos.  
 
Un apotegma es un dicho breve y sentencioso, esto es, lleno de sentencia en el sentido etimológico del término, que expresa una manera de pensar y de sentir.

Ver la inmensa cara dura de los que son alguien o algo en nuestra sociedad puede ayudarnos a comprender la inmensa gloria de ser un don Nadie o un don Nada. 
 
 

La mitología no es cosa sólo de antiguos, sino también de modernos y posmodernos mitómanos que rinden culto a unos ídolos generalmente muy prosaicos. 

El mito de la revolución, que fomenta que las cosas cambien, es fundamental para que no se vea,  y si no se ve, no lo parezca, que todo permanece inalterable. 
 
La paradoja esquizofrénica del individuo, término latino que es calco semántico del griego “átomo” y significa indivisible, es que acaba uno roto por la mitad. 

En el dólar estadounidense figura el ojo de Dios que todo lo ve, bendice empresas (annuit coeptis) e inaugura un nuevo orden mundial (novus ordo seclorum). 

Repúblicas y monarquías ya no declaran la guerra, porque no es políticamente correcto llamar a las cosas por su nombre: proclaman una "misión humanitaria". 
 
El presidente mexicano insinuó, no sin razón, que los mandatarios que imponen al pueblo confinamientos o toques de queda debido al virus actúan como dictadores.

A los reclusos, eufemismo de "presos", ahora los llaman “residentes”. Aunque cambian los nombres para disimular las cosas, siguen siendo presidiarios.

La máxima atribuida a Hipócrates de que la vida es breve y mucho lo que hay que hacer lleva a un frenético hacer por hacer que carece como la vida de sentido. 

"Vivirá feliz..., si no se conoce nunca a sí mismo", dijo Tiresias, el vate ciego y clarividente, del niño recién nacido que iba a llevar el nombre de Narciso. 



Con el gobierno progresista está garantizado el control social; las únicas movilizaciones populares toleradas son las "correctas" y políticamente dirigidas.

Los medios de manipulación y conformación de la opinión pública consagran más de las tres cuartas partes de su tiempo a multiplicar el miedo a la pandemia.

Radios, televisiones y periódicos vomitan día a día datos y más datos carentes del mínimo rigor, analizados por expertos tertulianos creadores de opinión.

Crearon un estado de pánico generalizado preconizando el aislamiento social, que es el caldo de cultivo más idóneo para conjurar lo que más temen: la revuelta.

La estrategia del gobierno central y de sus sucursales autonómicas utiliza el miedo como instrumento de control social frente a previsibles motines populares.

¿Cómo puede haber un virus tan mortífero que haya que someterse a una prueba  para saber si se tiene cuando no hay en el cuerpo ningún síntoma de enfermedad?

Hagamos lo que hagamos durante estas navidades, las celebremos o no, seamos responsables o no, el plato ya está servido: habrá tercera ola de virus coronado.

 

La agorafobia o miedo a salir de casa y a tener la mínima relación social ha sido fomentada desde el Poder so pretexto de luchar contra el virus terrorista.

Hay un Estado oculto atrincherado en los despachos y las administraciones. Los gobiernos pasan, los funcionarios de Dios y ejecutivos del Estado permanecen.

Los que mandan son los más mandados, tanto los políticos electos como los grandes capitalistas y financieros, subordinados como están a la dictadura mercantil.

Los Diktats pedagógicos de los expertos en las "ciencias de la educación" fomentan el conformismo que aniquila el espíritu crítico y el común razonamiento.

Los analfabetos actuales saben, desde luego, leer y escribir, pero son incapaces de desembarazarse de las múltiples mentiras que les inculcaron con las letras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario