sus majestades, los reyes/ de lejanas monarquías,/ Melchor, Gaspar, Baltasar,/ portando oro, incienso y mirra,/
a adorar al que ha nacido/ hijo de una tal María,/ que ha parido en un pesebre,/ sin hogar y sin cobijas,/
un niño que viene al mundo/ a gritar su rebeldía,/ un niño como cualquiera/ que despierta simpatía./
Sus majestades, versadas/ en artes de astrología,/ han trazado ya el horóscopo/ que el futuro pronostica./
Se han quedado horrorizados:/ tras leer en las rayitas/ de sus manos y en los astros/ su destino y biografía:/
el niño que está en la cuna/ morirá en la cruz un día,/ hecho un hombre y hecho un Cristo,/ como Dios manda y la Biblia./
Y el niño, que lo barrunta/ y en sus caras lo adivina,/ rompe a llorar sin consuelo,/ la inocencia ya perdida./
Sabe ya lo que le espera,/ siente ya lo que es la vida:/ que en el teatro del mundo/ su historia ya estaba escrita:/
la existencia es una farsa,/ dramática pantomima;/ que los Reyes son los padres;/ y los padres son mentira./
Esta noche es Nochebuena/ y mañana Dios dirá;/ ¡saca la bota, María,/ que me voy a emborrachar!
No puedo menos que felicitarte por el contravillancico que me ha dejado sorprendido y encantado, con esa aparición de las malvadas artes de la astrología que, cual un Herodes, el futuro pronostican; que bien introducida la expresión tan usada y socorrida «hecho un Cristo» y la inocencia perdida para ese alumbramiento final: «la existencia es una farsa, dramática pantomima, que...». Se lo he mandado a un amigo e igualmente sorprendido le ha parecido excelente.
ResponderEliminarGracias por tus palabras. Me alegro de que te haya gustado el contravillancico. A mí también me gusta la ocurrencia de que el niño muere "hecho un hombre y hecho un Cristo, como Dios manda..." Y el final tradicional: "saca la bota, María, que me voy a emborrachar".
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