miércoles, 2 de diciembre de 2020

Más munición de artillería política

Ya se puede vislumbrar, dicen, la luz al final del túnel en que nos forzaron a entrar, y volver a la vida normal que nos prohibieron, si aceptamos vacunarnos.
 
La Organización Mundial de la Salud recomienda, amén de mascarilla, una venda para tapar los ojos a fin de que la verdad no nos insulte a la cara y a la vista.
 
 
Vamos a contar mentiras, tralará: Érase una vez una pandemia que, siendo real porque salía a todas horas por la tele y prensa, no era, sin embargo, verdadera.
 
No pierdas de vista que la idea que defiendes a capa y espada solo está presente en tu imaginación, que sustituye la cosa que hay por la idea de lo que es. 
 
Los afirmacionistas del “esto es lo que hay” necesitan desacreditar nuestra negación irreductible reduciendo su acción a ideología, al -ismo del negacionismo.
 
No juego a la Bolsa, pero algunos se harán millonarios con esta vacuna que los medios masivos repiten machaconamente que va a salvarnos librándonos del mal. 
 
Salva vidas. Quédate en (tu puta) casa porque, aunque no seas consciente, eres un apestado contagioso. Cualquiera puede pillar el virus, cualquiera contagiarlo. 
 
El cordero se pasa toda su vida teniendo miedo del lobo, hasta que el pastor que lo ha criado y quien ha fomentado ese miedo lo lleva al matadero y sacrifica. 
 

 
Los científicos a sueldo del Estado o el capital privado que evitan la discusión niegan el “método científico” que esgrimen públicamente contra su adversario. 
 
Habrá más pestes, fíjate lo que te digo, vendrán más plagas, nos harán más daño. Tras la covid-19, vendrá la covid-20, y la covid-21, y otras tantas sucesivas. 
 
Los medios masivos de creación y manipulación de la opinión pública tienen el poder de volver a los culpables inocentes y, viceversa, a los inocentes culpables. 
 
Si el miembro de la comunidad científica que osa criticar a la Ciencia es excomulgado rápidamente, ¿arderemos en la hoguera los críticos infieles e inexpertos?
 
Cuando se dice de alguien “asintomático”, palabra que define mejor que ninguna otra la mascarada de la crisis sanitaria, se sobreentiende “enfermo imaginario”. 
 
Sobre la nueva vacuna ya un poeta cómico griego dijo en un verso memorable: τὸ φάρμακόν ϲου τὴν νόϲον μείζω ποιεῖ: tu fármaco hace que sea mejor la enfermedad.
 
Estamos asistiendo a una moralización indecente de la vida pública en la que lo virtual se convierte en lo virtuoso, y viceversa, lo virtuoso en lo virtual.
 
 
 
¿Se puede hablar de la eficacia de algo que no se ha experimentado previamente aún ni probado? ¿Qué necesidad hay de vacunar a toda la población sana del país?
 
El líder supremo exhorta a "regalar seguridad" a los seres queridos sin derrochar hoy besos y abrazos, dejándolos para mañana, o lo que es lo mismo, para nunca.
 
El sermón del predicador oracular prevé una "etapa crítica" en los primeros meses del año venidero y antepone la "precaución sanitaria" al desenfreno navideño.
 

Según la inevitable güiquipedia sabelotodo, el captcha es como un test de Touring, salvo el juez que decide si eres un ser humano, que es un autómatico robot.
 
Tengo que decirle al robot que no soy un robot. Pero ¿hasta qué punto es eso cierto? ¿No seré como Sísifo, un autómata que acarrea sin fin una ímproba tarea?
 
Terrorífico titular de un periódico adicto al Régimen: La normalidad pre-COVID volverá, si la vacunación funciona, como pronto a finales del próximo verano.

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