miércoles, 30 de diciembre de 2020

Telegramas antisistema (y III)

No es lo mismo en castellano un pez que un pescado; el último, como su nombre indica, es un pez privado de su natural elemento, el agua, por arte de la pesca.
 
En la expresión “como pez fuera del agua”, el pez ya no es pez sino pescado, es decir, pez moribundo o muerto tras morder el anzuelo o caer en la almadraba. 
 
Aunque el ruedo ibérico haya dejado de ser mayoritariamente católico practicante, dada la secularización, los españoles no han perdido el viejo vicio de la fe. 
 
La revolución francesa instauró en lugar de la semana laboral actual un ciclo de díez días, que Napoleón abolió volviendo a imponer los siete que Dios manda. 
 
Dos grandes revoluciones, la francesa y la rusa, llegaron a derogar durante algún tiempo la semana judeocristiana, pero fue en vano: al fin se impuso Jehová. 
 
Desde el momento en que la industria del automóvil se recicla para que sigamos dependiendo de ella en nuestros traslados, el coche eléctrico no es una solución. 
 
 
 
El desafecto que hay entre los gobernantes/representantes y los gobernados/representados revela, a fin de cuentas, que nos gobiernan pero “no nos representan”.
 
Los políticos profesionales forman una casta de predicadores a modo de guías espirituales con una jerga propia o jerigonza de vendedores de humo y charlatanes. 
 
La poesía no es literatura, sino y ante todo, pura música, que, antes de ser entendida, tiene que ser sentida; no necesita ser leída, sino oída y escuchada. 
 
No importa tanto lo que quiere decir un poema, sino cómo lo dice: sus palabras, al margen de su significado, son fórmulas mágicas, ensalmos rítmicos, alados. 
 
Venus de la poesía, Julio Romero de Torres (1913)
 
La esperanza, esa vieja virtud teologal, nos coloca siempre "a la espera", en expectativa, en posición de stand by; si éramos rebeldes, nos torna conformistas. 
 
Homero, víctima de la corrección política. En una escuela de Massachusetts se jactan de no enseñar la Odisea a sus alumnos por sexista, machista y muy violenta. 
 
Como el neocoronavirus no era tan letal como lo pintaban, eliminaron "letal" de las notas definitorias de "pandemia" a fin de activar el protocolo consiguiente. 
 
Sacaron a relucir en el imaginario colectivo el viejo fantasma del azote de la peste para que cundiera el pánico y la gente reclamara soluciones al gobierno. 
 
Los medios, ávidos de noticias que demuestren que pasan cosas en el mundo cuando en verdad no pasa nada, alimentaron el monstruo que justificase su existencia. 
 
El gobierno impuso un encierro a la gente privándola del sol, aire libre y la relación con los demás so pretexto de poner a salvo su pellejo y el del prójimo. 
 
Foto de Elvis exhumado recibiendo la vacuna en 1956, y un titular al canto: la polio dejó de aterrorizar al mundo y la ciencia venció a la muerte: terrorífico. 
 

 
Sospechoso cambio semántico de "inmunidad colectiva": desaparece la natural por exposición al virus, sólo queda la artificial merced a imposición de la vacuna.
 
Cuando se dice que algo interesa o deja de interesar, hay que entender el término en todos sus sentidos, pero sobre todo en el económico de interés del capital. 
 
Cuando un griego ortodoxo saluda el domingo de pascua a otro diciendo "Cristo ha resucitado", éste responde "En verdad (pero no "en realidad") ha resucitado". 
 
Los gobiernos democráticos, queriendo salvar su mayoría electoral feligresa, se pliegan al designio de la Iglesia de la Ciencia. ¡Que Dios nos coja confesados! 
 
La denominada "inteligencia artificial" también ha llegado a las armas de fuego, disparan automáticamente y sin contemplaciones cuando detectan su objetivo. 
 
Una ametralladora dotada de "inteligencia artificial" y más precisión que cualquier francotirador ha matado a un hombre, demostrando ser tan letal como eficaz.

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