viernes, 25 de diciembre de 2020

¿Acto de amor al prójimo?

La portada del número correspondiente a la semana del 23 diciembre de 2020 de la revista alemana Stern, cuyo nombre, emparentado con el inglés star, significa “estrella”, con su característico asteroide blanco de seis puntas irregulares sobre fondo rojo que parece iluminarnos como si fuera la estrella de Belén, no tiene precio por el servicio de propaganda que le presta al Régimen ni tampoco ningún desperdicio por la significativa manipulación del motivo tradicional navideño que representa: la adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús recién nacido en el portal de Belén. 
 
Fijémonos en el detalle gráfico más destacado: lo que le ofrecen sus majestades al niño que está en la cuna no son los dones tradicionales de oro, incienso y mirra, sino un frasco enorme que contiene, por lo que puede leerse allí, cinco dosis de la vacuna, pero no de una cualquiera, por cierto, de las muchas que hay en el mercado, sino en concreto la Pfizer-BioNTEch COVID19... 
 

No se pierda de vista el elocuente cofre repleto de monedas de oro que hay debajo de ella. 
 
Parece, más que una portada de una revista presuntamente seria, una página de publicidad gratuita de la industria farmacéutica. Pero más significativo desde mi punto de vista, aparte del atentado gráfico y de mal gusto de representar la adoración de los magos ofreciéndole al Salvador la salvación a través de la inyección de una vacuna innecesaria, lo que para algunos cristianos no dejará de ser una irreverencia cuando no una auténtica blasfemia, es el texto que figura sobre la imagen debajo de los benévolos angelotes que contemplan la escena sin escandalizarse. Puede leerse en grandes letras mayúsculas la palabra alemana IMPFEN, esto es, la vacuna o la vacunación, y debajo la siguiente aseveración categórica: ein Akt der Nächstenliebe que viene a significar en nuestra lengua, nada más y nada menos que: “un acto de amor al prójimo”. 
 
Quiere presentar así el semanario alemán la campaña de inoculación o introducción en el organismo de la sustancia que contiene los gérmenes de la enfermedad que se quiere combatir, cuyo pistoletazo de salida se dará previsiblemente en las Españas el domingo que viene, como una muestra de caridad cristiana o de acción solidaria, un acto altruista de amor a la humanidad promovido por el empresario multimillonario y filántropo que tanto se ha enriquecido con su compañía tecnológica multinacional de la que no voy a hacer mención y que ama tanto a la humanidad que, como un moderno Cristo redentor, quiere salvar no ya su alma inmortal, quizá condenada acaso para siempre a pudrirse en los infiernos de Pedro Botero, sino su cuerpo, que acabarán devorando inevitable- e inmisericordemente los gusanos sin embargo. 
 
 
Por su parte, el humilde periódico digital de Cantabria eldiariocantabria.es insiste en la misma línea ofreciendo este bochornoso titular que da vergüenza ajena hasta leerlo y no digamos reproducirlo por escrito: Cantabria comenzará la vacunación contra el COVID-19 en residencias el próximo domingo, el mejor regalo de Navidad. Destaca, claro está, no ya la información para que nos enteremos de un hecho futuro -obsérvese la contradicción en los términos que utilizo adrede y que no quiero que pase desapercibida, entre “hecho” -algo pasado- y “futuro” -algo que va a ser, quizá, pero que en todo caso todavía no es y que no ha pasado-, sino la aposición explicativa y literaria a “vacunación”, a saber, “el mejor regalo de Navidad”. Les faltó tiempo y espacio para añadir que “nos traerán sus majestades los Reyes Magos de Oriente”. 
 
Se quiere presentar este jeringuillazo masivo, ya que no totalitario, como un regalo solidario y amoroso, de ayuda desinteresada a los demás, a los que hacemos el bien prestándoles nuestra supuesta inmunidad y tendiéndoles la mano -figuradamente, claro, no vaya a ser que las tengamos sucias y contaminadas-, a los que protegemos misericordiosamente, cuando en realidad es un acto no poco egoísta que persigue únicamente la inmunidad  personal, no garantizada sin embargo por los fabricantes, del individuo vacunado que se salva así de la quema con la mala conciencia tranquila. 

Se argumenta que cuanta más gente se vacune, antes se conseguirá la inmunidad colectiva de rebaño, por lo que cada vacuna individual sería como el granito de arena colaborativa que pone cada cual en esa inmensa tarea... lo que es esencialmente falso. Lo único que se consigue con el protocolo de la vacunación es la configuración del rebaño, pero no está asegurada en modo alguno la inmunidad, para lo que sería preciso exponerse al virus y desarrollar las defensas propias del sistema inmunitario. Al parecer, además,  la vacuna no protege de la enfermedad infecciosa, sino que solamente atenúa sus síntomas, por lo que el vacunado puede seguir contagiando a la gente a su pesar y a pesar del relato oficial que imponen los medios de formación de la opinión pública y manipulación.
 
Volviendo a la portada de esta semana de Stern, parece, más que una cubierta de una revista seria, una página de publicidad de la industria farmacéutica. 
 
  
Y en cuanto a nuestro diario digital provinciano, también allí se lee, lo que faltaba, que la policía y el ejército actuarán en misión farmacológica, siendo los garantes de que los efectivos lleguen a su destino: «Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para asegurar que las vacunas llegan en perfecto estado». 
 
En el grueso de la noticia, subrayado en rojo para que salte enseguida a la vista, puede leerse la siguiente amenaza: Quedarán registradas en el sistema nacional aquellas personas que manifiesten que no quieran vacunarse. Y nos remite a unas declaraciones de la Ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, que defiende la decisión del Ministerio de Sanidad de “registrar en la base de datos a las personas que se nieguen a ponérsela” argumentando que es algo que se hace desde siempre, y que por lo tanto no debería escandalizarnos porque si siempre se ha hecho significa que estará bien hecho, comparando este registro con la cartilla de vacunación con la que cuentan todos los ciudadanos desde la edad infantil. 
 

 
Al parecer la señora ministra ha dicho: «Tener la cartilla de vacunación permite en cada momento, bien a través de ese documento o bien a través de la historia clínica, que cualquier profesional tenga constancia de que esa persona se ha sometido a esa vacuna, medicamento o tratamiento para hacer una mejor vigilancia de su estado de salud». El problema viene porque el registro que se va a hacer, y que "siempre" se ha hecho según la ministra, no es sólo de las personas vacunadas para hacer un seguimiento de su evolución, sino de las que rechazan la vacuna, lo que pone en entredicho la cacareada ley de protección de datos individuales. 
 
El periodismo independiente, si ha existido alguna vez, ha muerto. Ni en el ejemplo alemán ni en el hispánico que hemos analizado, se está dando una muestra de neutralidad y objetividad informativa, sino todo lo contrario; se está haciendo un claro ejercicio de partidismo demagógico en pro de la política sanitaria farmacológica de los gobiernos de España y de Alemania.

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