domingo, 20 de diciembre de 2020

Coplas contra el matrimonio

La poesía popular ha sabido expresar con el candor de la sencillez y una economía de palabras que nos llega al alma los sentimientos de amor y desamor más profundos, por ejemplo en estos versos: “Porque el agua duerme sola, / amanece helada”, o en aquellos otros de protesta ante la soledad: “Que non dormiré sola, non, / sola y sin amor.” 


Si la lírica erótica, ya desde el amor cortés y mucho antes, ha sido una poesía masculina, por ser de varón la voz del poeta, la poesía popular europea desde Safó y otras poetisas griegas ha dado voz también a las mujeres, y no sólo a las doncellas, sino también a las casadas y malcasadas.

 
En muchos cantares, como las Coplas de una moza que no quería casamiento del poeta cántabro de finales del siglo XV y comienzos del XVI, Rodrigo de Reynosa, es una voz femenina la que expresa su deseo contrario a la institución e imposición del matrimonio, frente al que propone el libre enamoramiento. Se hace eco aquí el poeta campurriano de una tradición de poesía popular que presta su voz a la rebeldía contra la Sagrada Familia.

No quiero ser casada sino libre enamorada. 

No me quiero cautivar ni meterme en sujeción pues que todo, a mi pensar, es estar siempre en prisión; y por aquesta razón, cierto, no seré casada sino libre enamorada. 

¿Quién me saca a mí de seso que buey suelto bien se lame? No quiero tomar tal peso,  por eso nadie me ladre, que, aunque me mate mi madre, cierto, no seré casada, sino libre enamorada. 

El buen amigo, señora, llama con gorra en la mano, este otro siquiera una hora no está en paz en todo el año; por eso ved si me engaño en no querer ser casada sino libre enamorada. 

Si os paráis a la ventana o a la puerta, están gruñendo, dicen que sois mujer vana y siempre te están riñendo; prometo, pues esto entiendo, que yo no seré casada sino libre enamorada. 

Si rogáis a algún amigo que haga algo por vos, queda bien agradecido, piensa se lo manda Dios, pues esto miramos nos: gran locura es ser casada sino libre enamorada. 

El buen amigo nos tiene siempre sobre su cabeza, dos mil veces va y viene mostrando su gentileza; pues decid: ¿no es gran tristeza pensar yo de ser casada sino libre enamorada? 

En fin, concluyo con esto, que más quiero yo tener amor y no padecer con marido muy molesto; y pues que estoy yo en esto, cierto, no seré casada sino libre enamorada.
 
 
Aquí van las Coplas de la moza que no quería casarse, al modo del  maestro Rodrigo de Reynosa sobre estribillo tradicional. Retomamos la voz femenina del poeta, y le añadimos alguna copla contra el matrimonio con Dios -nuestra moza no se casa con el Altísimo- y contra la sologamia o matrimonio con uno mismo. Frente a la añeja institución se propone, dejándolo en la indefinición, el libre amor:
 
"Que no quiero ser casada,/ sino libre enamorada".
 
No me quiero amancebar/ ni meter en sujeción, / que es lo mismo, a mi pesar, / esto que aquesto: prisión, / y por esa tal razón/ cierta: no seré casada/ sino libre enamorada.
 
Ninguno, novio o marido/ -da lo mismo abad que abate-,/ que, hideputa malnacido, / me haga suya y me maltrate, / y de una zurra me mate;/ no hay zagala bien casada, / sino libre enamorada.
 
No me venga con lisonja:/ que no no me caso, madre,/ ni voy a meterme a monja/ maridada con Dios padre,/ maguer la gente me ladre;/ ser no quiero malcasada, / sino libre enamorada.
 
Ni me doy yo por dinero/ a moro de morería,/ ni a nadie en el mundo entero,/ ramera de mancebía,/ mas por gusto sí lo haría:/ no hay moza bien maridada,/ sino libre enamorada.
 
Puto fuera mi linaje/ si me casara conmigo;/ no es ese buen maridaje/ sin amiga y sin amigo,/ yo desposada conmigo,/ guay de mí, pobre cuitada,/ sino libre enamorada
 
No quiero, pues, matrimonio/ sino sólo el buen amor/ y así me lleve el demonio;/ venid, amigo, al albor/ cuando cante el ruiseñor,/ que no quiero ser casada/ sino libre enamorada.     
 

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