Lenguaje políticamente correcto: No está mal traído el ejemplo que propone el historietista Alberto Montt en su viñeta "Clásicos infantiles políticamente correctos" en la que sustituye el título del cuento de Blancanieves y los siete enanitos por "Blancanieves y un grupo de gente pequeña". De todas formas, nada me ha hecho reír más últimamente que el eufemismo de Sánchez de llamar al "toque de queda" impuesto en el país por presuntas razones "sanitarias" con la campanuda expresión de "reducción de movilidad nocturna", porque lo otro, lo de "toque de queda" suena a algo anticuado y obsoleto, a algo "de cuando la guerra y eso", es decir, de ahora mismo, porque "hoy es siempre todavía", como cantó Machado.
Inteligencia
emocional: Hablar de inteligencia y calificarla de “emocional” como hacen los psicodemagogos modernos
le da un prestigio a lo emotivo que no tenía antes, imprimiendo un
certificado de inteligencia a las emociones del que carecían, como
si todo acto emotivo fuese de por sí ya inteligente con ese sello de calidad. La noción de
“inteligencia emocional”, que trata de convertir los
sentimientos o emociones en ideas o conceptos supuestamente inteligentes, oculta
la otra cara de la moneda, complementaria y necesaria de la primera,
que sería la de “idiotez o estupidez emocional”, que pone de
manifiesto lo tonto que es dejarse llevar y manipular por las
emociones y los sentimientos.
Las
cloacas del Estado: Resulta revelador en boca de políticos y
periodistas la expresión las “cloacas del Estado”. Es una imagen
escatológica, que nos recuerda etimológicamente el hedor del
estiércol (σκατός, scatós, en efecto, es una
variante de σκῶρ, scor, que significa excremento en
griego, palabra de la que procede también nuestra escoria). Esta
locución no sólo denota que en el Estado hay unos bajos fondos
donde se acumulan la inmundicia inherente al propio sistema, sino que también
sugiere que el Estado todo en conjunto está levantado sobre un estercolero. Quizá ese y no otro sea el significado último de la expresión que tanto se oye de Deep state, en la lengua del Imperio, o Estado Profundo en la nuestra: lo que hay en el fondo del Estado, lo que se esconde en las honduras del monstruo más frío de todos los monstruos que, como dijo Nietzsche, mentía cuando afirmaba: "Yo soy el pueblo".
No es que en el Estado haya cloacas sino que Él es la Cloaca Máxima; expresión esta, por cierto, con la que evocamos el albañal más antiguo de la ciudad de Roma, una canalización subterránea que desaguaba en el río Tíber, y que según la tradición mandó construir el rey Tarquinio Prisco, allá por el año 600 antes de nuestra era, cuya función inicial era drenar las aguas de la vaguada del Foro romano, y que se aprovechó para desaguar en ella las varias redes de alcantarillado de la ciudad eterna que recogían las aguas fecales y residuales procedentes de las letrinas y las termas que había en la ciudad. Como cantaba el llorado Luis Eduardo Aute, a veces es más peligroso asomarse al interior que al exterior.
Vista de la Cloaca Máxima de Roma. Óleo de Christoffer W. Eckersberg (1814)
No es que en el Estado haya cloacas sino que Él es la Cloaca Máxima; expresión esta, por cierto, con la que evocamos el albañal más antiguo de la ciudad de Roma, una canalización subterránea que desaguaba en el río Tíber, y que según la tradición mandó construir el rey Tarquinio Prisco, allá por el año 600 antes de nuestra era, cuya función inicial era drenar las aguas de la vaguada del Foro romano, y que se aprovechó para desaguar en ella las varias redes de alcantarillado de la ciudad eterna que recogían las aguas fecales y residuales procedentes de las letrinas y las termas que había en la ciudad. Como cantaba el llorado Luis Eduardo Aute, a veces es más peligroso asomarse al interior que al exterior.
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