miércoles, 14 de octubre de 2020
Sueño de una sombra, el hombre (Traduciendo a Píndaro)
martes, 13 de octubre de 2020
Del síndrome inducido de Münchhausen
El barón de Münchhausen es un personaje literario creado por el escritor alemán Rudolf Erich Raspe en 1785 y basado en un personaje real, que se hizo popular por contar historias de aventuras fantásticas y disparatadas que nunca le habían sucedido, como cabalgar sobre una bala de cañón, viajar a la Luna y salir de una ciénaga tirándose de la trenza de su propia coleta hacia arriba, o bien, según otra versión, dependiendo de quién cuenta la historia, de los cordones de sus botas, de donde viene el término inglés bootstrapping, que en principio significaba obviamente algo imposible y después se convierte en la metáfora de un éxito logrado sin apenas recursos.
El paciente diagnosticado con síndrome de Münchhausen, que es una enfermedad mental según la biblia psiquiátrica, tiene una necesidad patológica de asumir el papel de enfermo, de malade imaginaire de Molière. Es un trastorno psiquiátrico que se caracteriza por inventar dolencias para asumir el rol de enfermo y reclamar cuidados o atención de los demás. El paciente lo hace con síntomas físicos o psicológicos fingidos o producidos intencionadamente. El origen de su motivación y su necesidad de llamar la atención no son conscientes muchas veces para el paciente, pero eso no excluye la existencia de síntomas físicos o psicológicos verdaderos.
Caricatura del barón por Gustave Doré (mendace ueritas: en lo falso la verdad)
Sucede algo parecido cuando el cuidador de un niño pequeño, que suele ser con frecuencia la madre, inventa síntomas falsos o los provoca reales para que parezca que el niño está enfermo, y justificar así su papel de abnegada cuidadora entregada y ejemplar madre de familia.
El síndrome de Münchhausen es un trastorno mental facticio o artificial grave en el cual una persona engaña a los demás haciéndose el enfermo, enfermándose a propósito o llegando a lastimarse a sí mismo para reclamar su atención, pero también puede producirse, y es lo que me interesa subrayar aquí ahora, cuando los miembros de una familia o las personas responsables del cuidado de otras declaran falsamente que otros, por ejemplo los niños, están enfermos, lesionados o afectados.
Llevado esto del terreno privado a lo público, hay, por lo tanto, un
síndrome de Münchhausen inducido por las autoridades sanitarias y
por la prensa al servicio de los gobiernos como el que estamos
padeciendo en la actualidad todos los españoles, y diría que todos
los europeos y americanos, por lo menos, a los que nos hacen creer,
aplicándonos la puritana prueba del algodón que siempre va a
detectar alguna impureza, que estamos contagiados aunque no tengamos
síntoma alguno de enfermedad o, en su defecto, que podemos estarlo
por contacto con los demás, por aquel dicho que Hobbes tomó de
Plauto de que el hombre es un lobo para el hombre (homo homini
lupus), que Victor Hugo recreó como homo homini monstrum, un mostro,
y que la OMS ha convertido en homo homini virus: que somos un virus,
o sea, un veneno los unos para los otros. Es decir, que o somos
enfermos de hecho o, al modo aristotélico, lo somos en potencia
porque podemos incubar el virus en los próximos catorce días, con lo que nos enferman privándonos de salud.
Tratar a la gente que no está enferma como si de hecho lo estuviera, obligándola a tomar medidas profilácticas demenciales como el distanciamiento social, la imposición de mascarillas naso-bucales, la cuarentena o aislamiento, que en España se convirtió en arresto domiciliario, el lavado compulsivo de manos con geles hidroalcohólicos en lugar de con agua y jabón, la reducción a seis personas como máximo de las reuniones sociales o familiares, que son ahora el foco de la infección, y lo que venga, que ya se verá y puede ser cualquier cosa, es obligarla a adoptar el síndrome de Münchhausen.
¿Por qué los Estados tienen la necesidad de inducirnos dicho síndrome? La respuesta es bien sencilla: porque necesitan justificar su existencia. Las autoridades sanitarias que velan por nuestra salud deben privarnos de ella, es decir, considerarnos pacientes sujetos a su autoridad, para justificar que haya un Estado Terapéutico, que es la última de las reencarnaciones de Leviatán, el Estado Totalitario, que nos está tocando padecer en los albores del siglo XXI.
lunes, 12 de octubre de 2020
Dos alegorías revolucionarias de Joseph Chinard
Entre numerosas obras maestras, el museo parisino del Louvre custodia una pequeña obra de arte en terracota del escultor neoclásico francés Joseph Chinard (1756-1813) conocida como La razón (o el Genio de la Razón), con los rasgos de Apolo hollando con sus pies a la Superstición, fechada en 1791, y el parisino museo Carnavalet, por su parte, posee otra obra suya también en terracota del mismo año y complementaria de la anterior: “La Autoridad del Pueblo” con los rasgos de Júpiter fulminando a la Aristocracia. Se trata de dos alegorías mitológicas que representan a los dos dioses más importantes de la cultura clásica grecolatina: Apolo como personificación de la Razón y Júpiter como encarnación del poder respectivamente.
Ambas obras, que le habían sido encargadas, iban a servir como bases de candelabros que aportarían algo de luz que destruyera las tinieblas, las famosas luces de la Revolución Francesa.
Que Apolo represente la razón, después de Nietzsche, que contrapuso lo apolíneo a lo dionisiaco, no nos resulta muy extraño; más extraño es lo segundo, que Júpiter, el monarca del Olimpo, el padre y rey de dioses y hombres, encarne la autoridad del pueblo o la, diríamos hoy, democracia. En todo caso, la obra de Chinard, como veremos, representa la adhesión política del artista a las nuevas ideas de la Revolución Francesa, de la que fue un firme partidario.
Analicémoslas un poco:
Lo que pisotea la Razón personificada como Apolo es la superstición, es decir, la religión y el fanatismo, sobre los que se impone. El dios Apolo, identificado con el Sol, el viejo dios griego Helio, con una corona de rayos solares sobre su cabeza, se yergue completamente desnudo y dotado de una belleza sensualmente femenina en calidad de efebo imberbe, sorprendentemente alado, lo que es una innovación propia del artista dentro de la iconografía tradicional del dios, sobre una nube portando en su mano derecha una antorcha. Las luces tanto del Sol como de la antorcha representan, obviamente, la razón, que se impone a lo que tiene a sus pies: una monja acurrucada completamente vestida que no puede ver esa luz debajo de la nube oscurantista, y que personifica la superstición de la Iglesia, con dos símbolos cristianos en sus manos: un crucifijo y un cáliz. Chinard fue encarcelado en Roma por orden papal en el Castel Sant'Angelo debido al carácter subversivo de esta obra que atacaba claramente a la Iglesia que él pastoreaba y la fe que la sostenía.
Lo que pisotea Júpiter es la Aristocracia, el Antiguo Régimen. Resulta curiosa, por lo insólita que es, como hemos dicho, la identificación de Júpiter con la Autoridad del Pueblo. Por lo demás, la iconografía de Júpiter es la habitual: caracterizado con la majestuosa águila real a su lado y un haz de rayos fulminantes en su diestra, aparece con cierta majestad regia, dotado de barba y cabellos rizados, completamente desnudo, como Apolo, lo que no suele ser habitual en la representación de este dios, pisoteando el rostro de la aristocracia, símbolo del antiguo régimen, representada por un hombre con una espada y símbolos feudales rotos. La pieza es, obviamente, una alegoría de la Revolución Francesa.
Ambas obras se complementan tanto por su simbolismo alegórico como por su composición escénica. En cuanto al significado, ya se ha dicho que representan el triunfo de la razón y del pueblo -en realidad la burguesía, la nueva clase social emergente y adinerada que va a sustituir a la otra y a imponerse al pueblo- sobre la religión y el antiguo régimen y la nobleza hereditaria de la sangre respectivamente. Por lo que se refiere al grupo escultórico, ambas obras tienen dos planos: el superior donde aparecen los dos dioses clásicos desnudos -estamos ante una obra neoclásica que exalta la desnudez sin tapujos- y caracterizados directa o indirectamente con alas, elemento que subraya su caracter celestial, que se sobreponen al inferior y terrenal: una monja arrodillada y un aristócrata o "noble" derribado y pisoteado.
domingo, 11 de octubre de 2020
Mensajes contra la nueva normalidad
El 61% de los enfermos de virus coronado en Cantabria son asintomáticos, según el consejero de sanidad de la taifa. Pero ¿hay enfermedad que sea asintomática?
Invisible a ojos vista, el virus, igual que el infierno de Sartre, son los otros, vectores del agente patógeno, que siempre inspiran paranoica desconfianza.
No hay que pedir al gobierno que rebaje el IVA de las mascarillas, ni siquiera que sean gratuitas, sino que levante la obligación irracional de utilizarlas.
Triunfa en el mundo la versión sanitaria, higiénica y laica de la ciega fe religiosa que encendió la hoguera infernal de las vanidades del fanático Savonarola.
Ahorcado Girolamo Savonarola, su cadáver fue quemado en una hoguera de las vanidades en la Plaza de la Señoría de Florencia, y arrojadas al Arno sus cenizas.
Obsesionados con el aséptico puritanismo de la salud... pero la salud, la buena de verdad, no consiste en cuidarse, sino en todo lo contrario: en el descuido.
A las autoridades sanitarias no les interesa el tratamiento médico que cura las dolencias de hoy, sino la prevención de inexistentes enfermedades del futuro.
Si el hombre es desde Aristóteles politikòn zóon, un animal social ¿por qué se decretan desde las altas esferas seis pies de distanciamiento físico o social?
Una epidemia sostenida por los media sirve de muy burda coartada puritana para legitimar el golpe de estado contra el pueblo que impone la dictadura sanitaria.
Cuanto más se saltan los jóvenes irresponsablemente el distanciamiento social y demás normas sanitarias, más se propaga el virus, resurrección laica del pecado.
Síndrome de Estocolmo perfecto: No hay un secuestrador y un secuestrado distintos, sino que son uno mismo el raptor y el rehén de sí mismo, víctima y verdugo.
Izquierda y derecha son un trampantojo del Estado impuesto mediante el sufragio universal al pueblo convertido en electorado de una u otra opción indiferente.
Izquierda y derecha son dos caras contrapuestas, no contrarias sino complementarias de la misma y falsa moneda de los de arriba para engañar a los de abajo.
Truecan tácitamente el lema plautino de Hobbes de homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre, por homo homini virus: ...un virus para el hombre.
El Leviatán hobbesiano, Estado omnipotente, porta en la diestra la espada y en la siniestra el báculo, símbolos respectivos de su poder terrenal y espiritual.
Retransmiten por todos los medios la danza de la Muerte, y la gente, que tiene el pavor incrustado en cuerpo y alma, renuncia a la vida para poder sobrevivir.
La inflación informativa de propaganda gubernamental sanitaria produce tal empacho que acaba desembocando en una histérica alucinación colectiva y delirante.
Frente a la creencia de que el contacto humano propaga enfermedades y muerte, la creencia contraria de que hace la vida más llevadera y más, acaso, vividera.
¿Preservas, protegiendo tus vías respiratorias en la soledad del bosque, a este de tu contagio, o defiendes tus pulmones de su aire que pueda estar contaminado?
sábado, 10 de octubre de 2020
Seguiriyas a palo seco
La seguiriya es uno de los muchos palos del flamenco. La seguiriya gitana más pura, la que surge del cante más hondo, se canta a palo seco, o sea, sin acompañamiento musical de guitarra.
Estructuralmente se compone de cuatro versos: hexasílabos el primero, segundo y cuarto, hendecasílabo el tercero (6-6-11-6), modelo silábico emparentado con las jarchas. Riman el segundo y el cuarto en consonante o asonante. Pero prima el sentimiento sobre la forma, de modo que no es raro encontrarse con seguiriyas con otras métricas.
Esta voz no es mía, / que es la de cualquiera / que canta las penas de todos, nuestras, / ni propias ni ajenas.
Tengo yo una pena / grande que no tengo, / que a mí me tiene ella y no me deja / que ande yo contento.
- Pido yo a la luna / en el hondo cielo, / que caiga muerto aquí ahora, si es falso / lo que a ti te quiero.
Veo a mucha gente, / no te veo a ti / y el corazón, de la jaula del pecho / se quiere salir.
Dizque en las estrellas / ay, escrito está, / mi sino, madre mía, y el futuro, / y eso no es verdad.
Morirme quisiera, / dejar de existir, / que esta farsa, madre, que llaman vida / es un sinvivir.
Sin traje de luces,/ desnudo en el ruedo, / lidiando, sin capote y sin espada, / al toro del miedo.
Loco de remate / creo yo que estoy, / si en esta vida lo he perdido todo / menos la razón.
No quiero la plata / ni oro de este mundo, / me cago en todos los dineros, solo /pido un beso tuyo.
Si te vas, me matas; / llévame contigo / que yo no tengo, solito en el mundo, / ni amiga ni amigo.
No hay Dios que nos valga, / justicia tampoco, / en este mundo, donde acaba uno / o preso o loco.
Como una cabra, / corazón salvaje, / yo siempre tiro al monte, donde no hay / cabrero que guarde.
Sin querer te quiero, / ni mandarme nadie; / no hay Dios, ley, mandamiento o gobierno / que al corazón mande.
- Yo, señor doctor, / sufro de locura, / pero no me encierre usted ni me cure / esta chifladura.
Dispara tu flecha, / chiquillo Cupido, / y haz que esa mujer de mí se encariñe, / y acueste conmigo.
Se murió mi niño, / se me quedó atrás, / cuando me viene vivo su recuerdo, / rompo yo a llorar.
Rota la
garganta, / de lo hondo del pecho / me sale a palo seco así el
quejido / del cante del pueblo.
viernes, 9 de octubre de 2020
Cita con Marco Aurelio
La peste antonina, también llamada la plaga de Galeno(*), asolaba el mundo romano por aquel entonces, como la del virus coronado de 2019 que asoló durante la primavera de 2020 nuestro país y la vieja Europa, y que se denominós incorrectamente “pandemia”, cuando no dejaba de ser una “epidemia”: algo que, como el Estado, está por encima -ἐπί epí, en griego- del pueblo, pero no afecta a todo el pueblo, al pueblo entero, a toda la población, que es lo que quiere decir πανδημία (pandemía) propiamente en griego, compuesto de παν todo y δήμος pueblo.
jueves, 8 de octubre de 2020
Contra el Estado Terapéutico
(A Thomas S. Szasz, que denunció el Estado Terapéutico, in memoriam)
La forma de distraer la atención de la auténtica conspiración mundial que es la dictadura sanitaria es calificar de "conspiracionista" a quien osa denunciarla.
Toda persona sana es un enfermo inconsciente e irresponsable que ignora el diagnóstico y pronóstico de su enfermedad, y contagia su despreocupación a los demás.
Quod licet Ioui non licet boui: Lo que se permite a Júpiter no se le permite al buey: seducir y montar, fogoso semental, a la joven y bella Europa por ejemplo.
Hay quienes, muchos, aceptan como verdaderamente real lo que de hecho es falso, y rechazan por considerarlo falso lo que es en realidad verdadero de verdad.
Solemos prestar mucha atención, demasiada, a la adquisición de nuevos hábitos, y demasiado poca o ninguna a lo más importante, a desprendernos de los viejos.
Tarde o temprano todos acabamos siendo declarados enfermos mentales, según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, la biblia del psiquiatra.
Contra Dios, ateísmo; contra el Estado, anarquismo; contra el antroponcentrismo y el Hombre, medida de todas las cosas según Protágoras, además: antihumanismo.
Si filosofía es el amor a la sabiduría, fobosofía es el miedo y odio a la misma, que califica torticeramente a la verdad de brutal y a la mentira de piadosa.
El patógeno inquilino que invade nuestras células es la metáfora bélica perfecta y enemigo ideal que justifica la segregación de las ovejas negras del rebaño.
Tanto decirnos que viene el lobo, que tengamos cuidado con él, y al fin fue peor el matadero al que nos llevó el "buen" pastor que el hipotético lobo carnicero.
(De Cavafis) Al fin se hizo la noche y los invasores no llegaron. Los negacionistas afirmaban que los bárbaros no existían. ¡Lástima, porque eran una solución!
La idea paternalista y religiosa de que el Estado tiene el deber moral de proteger a las personas de sí mismas no justifica éticamente la coerción autoritaria.
Era un sarcasmo sangrante considerar como hacía la opinión pública gran filántropo al famoso multimillonario, a él, que no amaba a la humanidad, sino el dinero.
El Estado Terapéutico, so capa de salud pública, nos arrebata la libertad, más preciosa que la vida: o somos agentes patógenos en acto, o lo somos en potencia.
Nuestra vida es una enfermedad de la que se ha apoderado la clase médica desde la cuna hasta la sepultura: ni nacemos ni morimos en casa, sino en el hospital.
La Iglesia procuraba la salvación de nuestras almas inmortales; el Estado Terapéutico, la salud de nuestros cuerpos con igual celo: sanos y salvos moriremos.
¿Dónde está la frontera, si es que existe un límite, entre la medicina preventiva e invasiva y la sobremedicalización que padecemos hoy de la vida cotidiana?
Me opongo a la persecución de que soy objeto por motivos médicos que esgrimen la coartada de la salud pública por obra y gracia de las autoridades sanitarias.
El Estado Terapéutico implantado en el mundo gracias a la invención de la pandemia es la reencarnación del bíblico, tiránico y descomunal Leviatán totalitario.
El doctor Stockman de Ibsen es tachado como "enemigo del pueblo" por denunciar que las aguas del balneario, principal atracción turística, están contaminadas.
Todos somos y estamos enfermos, y debemos colaborar por nuestro propio bien y el de la comunidad con las autoridades sanitarias, sacrificando nuestra libertad.
miércoles, 7 de octubre de 2020
Tancas a la japonesa
No sé qué iba a hacer / yo sin mí; podría ser / tal que así feliz. / Si ella está, no quepo yo, / ni ella cabe estando yo.
Vuelven a tañer / las chicharras su canción / una y otra vez; / el verano vuelve a ser / lo que nunca ya será.
Bajo el encinar/ no corría el aire, y yo/ descubrí el amor;/ perdí la virginidad/ y es eso lo que gané.
Confinado estoy / dentro de mi propio ser, / mi agridulce hogar; / no te vaya yo a infectar, / contagioso dizque soy.
¿Soy feliz? No sé. / Creo que lo fui una vez / y que la olvidé; / no me deja, sin querer, / su recuerdo vivo en paz.
martes, 6 de octubre de 2020
Variaciones sobre tema de Plutarco (Moralia, De cómo se debe escuchar, I, 18)
Versión propia: Pues la mente, como un vaso, no necesita relleno, sino, como la leña, sólo la llama que origine impulso investigador y avidez por la verdad.
Partenón, Frederic Edwin Church (1871)
Variaciones:
Dedica Plutarco su tratado sobre cómo se debe escuchar a su joven amigo Nicandro, recién alcanzada la mayoría de edad tras haber tomado la vestimenta varonil.
La naturaleza, le dice Plutarco a su joven amigo, nos dio a cada uno de nosotros dos orejas y una sola lengua, para que menos hablemos y más podamos escuchar.
La mente, como el coloño de leña seca, sólo necesita la chispa que la espabile, y que queme y prenda fuego a la hojarasca de las ideas recibidas e inculcadas.
La mente no necesita que la rellenemos como si fuera un vaso vacío, sino, al contrario, que derramemos, colmada y atiborrada de ideas como está, su contenido.
El impulso que nos mueve a investigar y el apetito por la verdad, esa tierra desconocida, crían en nuestro corazón aborrecimiento hacia la mentira dominante.
La mente es como una vasija atiborrada y rebosante de ideas que la colman, que impiden, si no nos desprendemos a tiempo de ellas, la inteligencia de las cosas.
Para que una vasija se convierta en un recipiente adecuado para contener un líquido, debe estar no sólo vacía, sino limpia también de posos y trazas anteriores.
La mente no es un cáliz presto a llenarse y vaciarse, sino el haz de leña seca que espera la chispa que pueda encender la lumbre que nos ilumine y nos caliente.
Hay jóvenes que, una vez emancipados, no logran sin embargo la libertad, sino que se subyugan a sí mismos: tiranos más terribles que pedagogos y maestros.
lunes, 5 de octubre de 2020
De la democracia, según Cappelletti
Sin embargo, hay que tener en cuenta enseguida que la palabra griega “pueblo (demos)” quería decir el conjunto de todos los ciudadanos atenienses libres y varones mayores de edad, del que estaban excluidos, por lo tanto, todas las mujeres, esclavos y extranjeros afincados en Atenas, así como todos los menores de edad, habida cuenta de las tres lacras de este sistema democrático que restringen el significado de la palabra "pueblo (demos)": esclavitud, familia patriarcal, xenofobia.
Ya antes de Marx, los así llamados "socialistas utópicos", como Saint-Simon, veían claramente que no puede haber verdadera democracia política sin democracia económica y social. Aunque legalmente todos los votos son equivalentes y todos los ciudadanos iguales, en realidad, nadie deja de ver que esto es un sarcasmo.
*ticocracia: neologismo griego compuesto de τύχη (týche "suerte, azar") y κρáτος ("dominio, poder") que significa gobierno por sorteo.
domingo, 4 de octubre de 2020
De las mascarillas
“Persona” significa “máscara” en latín. La personalidad, tal que la máscara, es algo ajeno a nosotros, el papel que ponemos en escena en el teatro de la vida.
El dicho latino alicui aliquam personam imponere significa hacerle a uno desempeñar un papel, asignarle la máscara de un personaje, es decir, una personalidad.
La mascarilla, aunque la personalicemos, nos despersonaliza, borra nuestra expresividad, anula nuestra sonrisa, nos impone una personalidad y un personaje.
Le parecía a Cicerón que los ojos del actor ardían literalmente a través de la inexpresiva máscara: ex persona mihi ardere oculi hominis histrionis uiderentur.
A los portadores del escapulario del Carmen, signo externo de devoción mariana, la Virgen les promete que su alma va a salvarse y no a pudrirse en el infierno.
(Wear a mask and safe your life) Ponte mascarilla y salva no ya tu vida, sino la de los demás, porque el apestado eres tú, aseguran las autoridades sanitarias.
La segunda ola, desaparecida ya la epidemia en la vieja Europa, consiste en la secuela de efectos secundarios y colaterales, peores que la propia enfermedad.
-¿Cómo es posible que el virus se ensañe con tanta virulencia en España, el país que aplicó el cerrojazo más severo del mundo? -Por esa misma e idéntica razón.
Que nos obliguen a portar mascarilla y a sumar a su precio el Impuesto de Valor Añadido del 21% revela la intimísima relación que hay entre Estado y Capital.
Si no se sanciona al que infringe la ley, que no simple recomendación, de portar mascarilla, la mayoría democrática y obediente se siente y se ve como estafada.
El vudú sólo hace mella en los que creen en él, como el agua de la fuente de la Virgen de Lourdes, que sólo cura a los que tienen fe, no a los descreídos.
Tesis doctoral por escribir: Ritos (ablución de manos, distancia social...) y amuletos (mascarilla) que, so pretexto científico, crean una nueva religión.
"Wear a mask or go to jail"
La mascarilla no nos libra del virus, sino de multa, detención o reproche de los afirmacionistas, que son creyentes a pies juntillas en el relato del gobierno.
La mascarilla es un amuleto como el devoto escapulario de la Virgen del Carmen, talismán al que se atribuyen poderes mágicos, vano exorcismo contra el virus.
La epidemia ya había concluido en el país pero no las medidas excepcionales y desproporcionadas que había impuesto el gobierno a la gente a fin de someterla.
El éxito pandémico: todos estamos apestados porque los que no lo están en acto, lo están en potencia. Todos somos, aunque no lo seamos de hecho, contagiosos.
El éxito de la pandemia consiste en considerarnos a todos contagios por activa y por pasiva, bien en acto o bien en potencia, según la falacia aristotélica.
El arte médica se ha vuelto profiláctica en vez de curativa. No trata enfermedades, se dedica a prevenirlas; a tal fin necesita, para que existan, inventarlas.
La gran peste de Marsella de 1720 supuso el primer confinamiento general de una ciudad: murió la mitad de su población y la plaga se propagó por la Provenza.