sábado, 10 de septiembre de 2022

En Dios confiamos

    El billete de dólar americano les dice bien claro a los yanquis en su lengua, que es la del Imperio: in God we trust ("en Dios confiamos", o, enderezando el hipérbaton, que es la alteración del orden de palabras en el discurso para dar énfasis a lo que se cambia de sitio, "confiamos en Dios"). Por algo será. En todo caso, muy significativo que sea el propio billete de banco el que lo diga. El dinero nos recuerda a sus usuarios que ponemos nuestra confianza, nuestra fe, nuestro crédito, en el mismo dinero, es decir: en Dios.

    In God we trust es el lema de los Estados Unidos de América desde que lo decretara en 1956 el presidente del país por aquel entonces, el señor Eisenhouer. En la letra de la última estrofa del himno americano, que habitualmente no se canta, ya se decía algo parecido: in God is our trust ("en Dios está nuestra confianza"). 


     El caso es que el otro día, el doctor Ashish Kumar Jha (a la derecha en la fotografía de abajo), que no es un doctor cualquiera, sino, además, el coordinador de COVID-19 de la Casa Blanca afirmó en una comparecencia televisiva que la FDA (Administración de  Medicamentos y Alimentos)  había actualizado -y los CDC recomendado (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades)- las inoculaciones contra la última variante del virus coronado, llamada Ómicron con nombre de letra griega que no ofende a nadie, excepto al alfabeto griego. Y ya estaba disponible la milagrosa y falsa vacuna para todos los americanos y americanas mayores de 12 años de edad, que iba a dispensarse al mismo tiempo que la de la gripe. Y añadió sonriendo, como si la cosa fuera de broma, una boutade: "Dios nos dio dos brazos: uno para la vacuna de la gripe y otro para la de COVID-19". 

"Dios nos dio dos brazos: uno para la vacuna de la gripe y otro para la del COVID-19".

     No incurría, sin embargo, en una blasfemia el doctor porque no estaba citando el nombre de Dios en vano. Al contrario. Según la Iglesia de la Inmunología y de la Ciencia, que el estómago agradecido de este sacristán representa, ambas "nuevas" vacunas ofrecen al creyente que comulga con ellas una protección mejor ante la infección, ante el contagio y ante las formas severas o graves de la enfermedad. La supuesta vacuna les ofrece la salvación milagrosa de un supuesto virus. Cuestión de fe. Pero ¿quién o qué va a salvarles de los efectos adversos y reales como la vida misma de la supuesta vacuna? Más claro, agua.

viernes, 9 de septiembre de 2022

Un jarro de agua fría (restricciones energéticas)

    Nos enseñaba en plena crisis sanitaria Úrsula Gertrudis von der Leyen, la europresidenta de la Comisión de la UE, a la ciudadanía europea cómo lavarnos y secarnos correctamente las manos para prevenir la contaminación del virus coronado, en un alarde pedagógico de desinfección que mezclaba hábilmente la mínima teoría con la práctica. 
 
'Salva vidas lavándote las manos' (y ahorra de paso energía, que hay crisis).

     Ese higiénico y patético vídeo en el que Úrsula se lavaba las manos simbólicamente contaminadas de virus o de sangre como Pilatos sigue siendo válido en la coyuntura actual de crisis energética, una vez finiquitada la sanitaria. Recuérdese que, una semana antes de que comenzara la guerra de Ucrania que ha desencadenado la crisis actual de la energía, la Unión Europea comenzó a relajar las restricciones sanitarias para dar paso a la nueva crisis y las restricciones energéticas. No vamos a gastarnos el dinero en hacer otro vídeo, parece que dijeran, cuando podemos reutilizar uno del que  disponemos, si no fuera porque en este que tenemos la europresidenta se olvida de cerrar el grifo mientras se seca las manos, aunque, en el último momento, se da cuenta de su pequeña infracción y la corrige cerrándolo apresuradamente. No tiene desperdicio.
 
 
     ¿Es usted idiota, parece decirnos a la puta cara, o no sabe usted cómo lavarse las manos sin derrochar agua, que, amén de escasear en medio de la pertinaz sequía que padecemos, fruto del cambio climático por el calentón planetario, ahora es, además, un valor que cotiza en Bolsa desde que hace dos años debutó en el mercado de futuros de Wall Street?
 
    La señá Úrsula, siguiendo las instrucciones de la ominosa OMS en forma de nueve consejos prácticos escritos en la lengua del Imperio, nos enseña a lavarnos las manos sin más palabras, que no hacen falta, como si fuésemos idiotas, con la musiquilla de fondo de la Ode an die Freude que se ha convertido en la banda sonora del prostíbulo que regenta. 
 
    No hace falta que usted utilice agua caliente para lavarse las manos, así que hágalo con agua fría a fin de no despilfarrar energía que nos hace dependiente del gas del malvado zar de todas las Rusias que ha invadido Ucrania, un gas que ahora compramos a China, que lo que hace es vendernos como intermediaria que se lleva la parte del león el gas que compra ella sí a Rusia, y nos lo revende a nosotros a precio de oro. 
 
Úrsula cierra el grifo, para ahorrar, mientras se enjabona las manos.
 
     Y es que como dice el periódico El (In)Mundo: “Bajo la premisa de hacer frente a la escasez del hidrocarburo, los Estados de la UE ya han puesto en marcha diversas medidas de ahorro”. 
 
    Aparte de bajar unos grados la calefacción, claro está, como nos recomendaba en España Ana Codicia Botín, perdón, Patricia, quería decir, esa banquera feminista y ecologista, no faltaba más, aparte de eso, decía,  se recomienda no ducharse tanto, no hace falta hacerlo todos los días, o, si nos empeñamos en la ducha diaria, no hacerlo con agua caliente, sino con agua tibia o, mejor aún, con agua fría, que, si me apuran, es hasta más sano seguramente, y más económico y solidario con Ucrania desde luego.
 
     Este miércoles pasado hemos visto una nueva comparecencia de la señá Úrsula en la que haciendo uso de la consabida retórica propone que lo que tenemos que hacer ante los picos de demanda de gas que encarecen el precio de la electricidad en el mercado es -lo dice en la lengua del tío Sam, que es la del Imperio-: flatten the curve, o sea, “¡aplanar la curva!”.
 
 
    ¿No te suena y resuena esto de 'aplanar la curva'? Sólo le faltó decir a la europresidenta que las restricciones energéticas que propone para la reducción del uso de la electricidad en horas pico durarán sólo quince días, dos semanas, como aquellas otras restricciones sanitarias que nos impusieron más que propusieron para reducir aquella otra curva de la pandemia de los demonios, que se sabe ya lo que duró.
 
 
       ¿Veremos pronto el vídeo de Ursula Gertrud von der Leyen en su cuarto de baño bajo la ducha de agua gélida tiritando de frío pero guardando el tipo y canturreando el Himno a la Alegría de Ludwig van Bethonven, cuyos huesos seguro que están removiéndose ahora en su tumba al enterarse de que es el himno de la Unión Europea? 

    ¿O nos sorprenderá nuestra querida europresidenta proponiéndonos una cena en penumbra en una hora pico de consumo, sin alumbrado eléctrico, a la luz de unas románticas velas,  -y todo a media luz, / que es un brujo el amor, / a media luz los besos, / a media luz los dos, como cantaba Carlos Gardel- que nos aseguren una no menos romántica velada?
 

jueves, 8 de septiembre de 2022

Propaganda de guerra

    Utilizamos el término 'propaganda' para hacer referencia a los mensajes publicitarios comerciales o institucionales y políticos difundidos a través de diferentes medios como radio, televisión, prensa, redes sociales de internet, paneles publicitarios y cualesquiera otros soportes.
 
    La palabra es latina. Se trata de un participio de futuro pasivo o gerundivo, como prefería la gramática tradicional, del verbo propagare que significaba propiamente “amugronar”, es decir, "acodar los mugrones o sarmientos de las vides que, sin cortarlos, se entierran para que arraiguen y den vida a una nueva vid", y de ahí pasó a significar en sentido figurado “extender, hacer crecer, prolongar algo tanto en el tiempo como en el espacio”. 
 
Acodos en viña, propagación de la vid.
 
     El origen del término 'propagar' es agrícola, como corresponde a una lengua de campesinos como en su origen era el latín, que llegó a ser la lengua de un Imperio. Pero, habida cuenta también de que el latín se convirtió en la lengua de la Iglesia Católica, no nos extrañará mucho que el origen del término “propaganda” que nos ocupa venga del ámbito eclesiástico. Llegó, en efecto, al castellano como cultismo en el siglo XVII gracias a la comunidad religiosa que fundó en 1622 el papa Gregorio XV la ‘Sacra Congregatio de Propaganda Fide’, o sea la Sagrada Congregación para la Difusión de la Fe, literalmente de la Fe “que debe ser difundida, que hay que difundir”. El objetivo etimológico y muy significativo de la propaganda era, como se ve, divulgar y esparcir la semilla de la fe.
 
    A partir de los ejemplos de la I Guerra Mundial suministrados por A. Ponsonby, que en 1928 había publicado en Londres Falsehood in Wartime ('La mentira en tiempo de guerra'), Anne Morelli publicó en 2001 Principes élementaires de la propagande de guerre, reeditado en 2010 y a punto de reeditarse otra vez. Estos principios forman un decálogo que no solo vale para caso de guerra. El subtítulo del libro dice que son aplicables 'en casos de guerra fría, caliente y tibia'. Pueden, asimismo, utilizarse en tiempos de paz y en conflictos sociales, económicos como el de China frente a Estados Unidos, y privados o personales, por ejemplo en un caso de divorcio. Aplicables a todos los conflictos, donde se hacen más visibles, sin embargo, es en caso de guerra efectiva. 
 
      Como la población en general no es muy favorable ni entusiasta de la guerra, la propaganda bélica intenta convencerla de sus buenos propósitos, movilizarla. Los gobiernos, sobre todo si son democráticos, necesitan el consentimiento de la gente, por lo que deben persuadirla de la inevitabilidad o necesidad de la guerra. Estos principios sirven para movilizar a la población en favor de una guerra que en principio no es la suya ni le va ni le viene, para lo que se utilizan los medios de comunicación, que están al servicio de poderes económicos interesados en la venta de armamentos.
 
La mano negra que mueve las otras manos que mueven los hilos.
 
    Anne Morelli los aplica a las guerras de Afganistán y de Iraq. Nosotros podemos aplicárselos a la guerra de Ucrania, de rabiosa actualidad. 
 
1º.- Nosotros no queremos la guerra. (La U.E. y la OTAN no quieren la guerra, pero apoyan y ayudan a Ucrania, enviando armamento -echando así gasolina al fuego- y aprobando sanciones contra Rusia, que se configura como el enemigo. Ambas instituciones se declaran pacifistas, como en general todos los ejércitos). 
 
2º.- El enemigo es el único responsable de la guerra. (Putin, el nuevo zar ruso como le denominan, empezó la guerra invadiendo avasalladoramente Ucrania hace ya seis meses. A esta acusación, sin embargo, puede objetársele lo que decía Maquiavelo: el que toma el primero las armas no es forzosamente el culpable, puede haber alguien más culpable: el que lo ha forzado a tomar las armas. Había unos acuerdos que Ucrania no respetó, que desde 2014 bombardeaba intensamente el Donestk, y como sus víctimas eran prorrusas o rusófonas no contaban. Cuando Rusia reacciona, se produce el escándalo: Putin ha invadido Ucrania). 
 
3º.- El enemigo tiene el rostro del diablo o de un monstruo. (Putin y los rusos en general son el mismo demonio, capaces de cometer todo tipo de atrocidades. Es la clásica dicotomía de los buenos y los malos la que aparece aquí: nosotros somos los buenos, los enemigos son los malos. Por supuesto la dicotomía es reversible según el bando desde el que se mire).
 
4º.- Defendemos una causa noble y no intereses particulares. (Estamos defendiendo a un pequeño país atacado y avasallado por una potencia gigantesca. En la defensa de este pequeño país nos estamos perjudicando a nosotros mismos, pero aceptamos ese sacrificio por lo justa que es nuestra causa). 
 
5º.- El enemigo provoca a propósito atrocidades; nosotros, si cometemos algún error, es involuntariamente. (Las acciones del enemigo son brutales 'crímenes de guerra': ataques a la población civil, mujeres, ancianos y niños. Nosotros no hacemos eso, o si lo hacemos es sin querer, es un efecto colateral indeseado). 
 
 
6.- El enemigo utiliza armas no autorizadas e ilegales. (Se ha dicho, por ejemplo, que Moscú usa misiles hipersónicos contra los ucranianos. Un titular de prensa occidental: “Rusia ha usado en Ucrania más de 200 tipos de armas prohibidas, según The New York Times”) 
 
7.- Sufrimos pocas pérdidas mientras que las del enemigo son enormes. (Las agencias de propaganda a raíz sobre todo de la primera guerra mundial construyen fábulas, falsas informaciones -fake news, se llaman hoy-, intentando despertar las emociones. Borrell, el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (sic), ha declarado, anticipándose a los hechos, que Rusia “ha perdido la guerra”).
 
8.- Artistas e intelectuales sostienen la causa ucraniana. (Zelenski, el propio presidente ucraniano, es un artista, y se ha ganado la simpatía de la mayoría de la sociedad del espectáculo que o aplaude al títere titiritero o guarda silencio. La única voz que protestó por la injerencia del presidente ucraniano en el festival de Cannes fue la de un nonagenario Jean-Luc Godard). 
 
9.- La causa que defendemos tiene un carácter sagrado y noble. (En realidad este principio se funde con el 4º. Frente al autoritarismo totalitario del régimen de Putin, la Unión Europea y la OTAN, y el tío Sam que está detrás de ambas, predican la democracia y la libertad y defienden al más débil contra el más fuerte). 
 
10.- Los que ponen en duda nuestra propaganda son traidores, agentes del enemigo (Propaganda es lo que hacen los demás, no lo que hacemos nosotros, que es “información”. La Unión Europea hace propaganda a favor de Ucrania pero no lo llama así: lo considera información, comunicación e incluso pedagogía. Nosotros no tenemos prácticamente acceso a la propaganda rusa. La censura de la Unión Europea nos prohíbe ver hoy Russia Today o Sputnik, violando flagrantemente la libertad de expresión). 
 

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Carta abierta de Roger Waters a la primera dama de Ucrania

    El músico inglés, cantante, letrista y compositor del mítico grupo Pink Floyd, Roger Waters, le ha escrito una carta abierta a la señora Olena Zelenska, la primera dama de Ucrania, que no leerá, seguramente, o que si llega a leerla no contestará, que comienza diciendo: Mi corazón sangra por vosotros y por todas las familias ucranianas y rusas, devastadas por la terrible guerra en Ucrania
 
Olena Zelenska, fotografiada por Annie Leibovitz
 
     Roger Waters cita unas declaraciones de la primera dama, que dijo: Si el apoyo a Ucrania es fuerte, la crisis será más corta.  (Crisis es obviamente un eufemismo de guerra, igual que  conflicto). El músico comenta en su carta: Supongo que eso depende de lo que quiera usted decir con "apoyo a Ucrania"? Si por "apoyo a Ucrania" se refiere a que Occidente continúe suministrando armas a los ejércitos del gobierno de Kiev, me temo que puede estar trágicamente equivocada. Lanzar combustible, en forma de armamentos, en un combate de fuego, nunca ha servido para acortar una guerra en el pasado, y no va a servir ahora, particularmente porque, en este caso, la mayor parte del combustible está (a) siendo lanzado al fuego desde Washington DC, que se encuentra a una relativa distancia de seguridad de la conflagración, y (b) porque los "lanzadores de combustible" ya han declarado su interés en que continúe la guerra durante el mayor tiempo posible. 
 
     Esta argumentación coincide en líneas generales con la viñeta de El Roto que publicaba ayer el antiguo Periódico Independiente de la Mañana, hoy autodenominado El Periódico Global(ista).
 
 
    Le recuerda a continuación el músico a Olena Zelenska que la paz sólo llegará si su marido, el señor Zelenski, cumple las promesas electorales con las que obtuvo la presidencia del país en las elecciones de 2019: Poner fin a la guerra civil en el Este y traer la paz al Donbás y la autonomía parcial a Donetsk y Luhansk, y ratificar y cumplir el resto de los acuerdos de Minsk). 
 
    Reflexiona Waters sobre cómo ciertas facciones políticas de Kiev le hicieron cambiar diametralmente de rumbo a su marido ignorando sus promesas electorales, sometiéndose al nacionalismo ucraniano más cerril, y acaba rogándole a la señora Zelenska que si cree que él está equivocado en su análisis que le haga entender cómo, y que si no lo está, que le ayude a convencer a los mandamases de detener la matanza que sirve sólo a los intereses de las clases gobernantes y a los nacionalistas radicales  tanto aquí en Occidente, como en su hermoso país, a expensas del resto de nosotros, la gente común y corriente en Occidente y en Ucrania, y de hecho la gente común y corriente en todas las partes del mundo.” 
  

Good-bye, blue sky, The Wall, Pink Floyd (1979) 
 
    Waters acaba su carta abierta con una oportuna pregunta retórica: ¿No sería mejor exigir el cumplimiento -'the implementation', dice Roger Waters en inglés, que me resisto a traducir por “implementación”- de las promesas electorales de su marido y poner fin a esta guerra mortal?

martes, 6 de septiembre de 2022

De la epiquerecacia o del regodeo malicioso en el mal ajeno.

    Me encontré casualmente el otro día con la palabra alemana Schadenfreude (literalmente, 'alegría por el daño') en un texto inglés. Se trata de un préstamo lingüístico adoptado por la lengua de Chéspir y a partir de ahí por las demás lenguas occidentales, que se emplea para designar el gozo o la satisfacción que uno experimenta ante la desgracia ajena. El término es un compuesto de Schaden “daño, perjuicio” y Freude “alegría, placer”.
 
    Leo que un filósofo como Schopenhauer considera que la envidia era un sentimiento muy humano, mientras que la Schadenfreude, o sea el regodeo en el gozo-por-la-desgracia-de-otros, era algo diabólico para él; y también que el inglés dispone de otro préstamo lingüístico hindi o sánscrito que es muditā (मुदिता) para referirse a la alegría que uno siente ante el bienestar de los demás, una alegría contrapuesta a la Schadenfreude.
 
    El término Shadenfreude, perteneciente al registro culto y al ámbito de la psicología humana, ganó popularidad cuando apareció en un episodio de Los Simpsons, en el que Homer se reía de que la tienda de Flanders estuviera desierta y de que las cosas no le fueran tan bien a su vecino. Su hija, la sabionda Lisa, le explica a su padre el término alemán Schadenfreude, diciéndole que es una alegría malsana regocijarse, como hace él, con el sufrimiento y la desgracia de los otros. 

 

      Me preguntaba yo si no dispondríamos de algún término grecolatino para referirnos a este sentimiento tan humano, cuando descubrí que los ingleses tienen un sinónimo de Schadenfreude que es epicaricacy, que me puso enseguida sobre la pista de lo que yo buscaba guiado por la presencia del prefijo griego epi-. 
 
    En la Ética a Nicómaco de Aristóteles, en efecto, aparece el término ἐπιχαιρεκακία -epiquerecacia, en un pasaje (1107 a 8-11) donde el estagirita habla de su famoso término medio ideal de vida, que es la mesotes,  el in medio stat uirtus de los romanos ('en el término medio está la virtud'): οὐ πᾶσα δ᾽ ἐπιδέχεται πρᾶξις οὐδὲ πᾶν πάθος τὴν μεσότητα· ἔνια γὰρ εὐθὺς ὠνόμασται συνειλημμένα μετὰ τῆς φαυλότητος, οἷον ἐπιχαιρεκακία ἀναισχυντία φθόνος, καὶ ἐπὶ τῶν πράξεων μοιχεία κλοπὴ ἀνδροφονία, que traduce así Julio Pallí Bonet: Sin embargo no toda acción ni toda pasión admiten el término medio, pues hay algunas cuyo solo nombre implica la idea de perversidad, por ejemplo, la malignidad, la desvergüenza, la envidia; y entre las acciones, el adulterio, el robo y el homicidio.
 
    El traductor ha vertido ἐπιχαιρεκακία por “malignidad”. Aristóteles presenta la epiquerecacia entre las pasiones que no tienen término medio, poniéndola al lado de la envidia, como hacía Schopenhauer. 
 

 
    En latín no hay una palabra que traduzca exactamente el concepto que representa el término griego, que es un compuesto del verbo ἐπιχαίρω 'alegrarse sobremanera' -compuesto a su vez del prefijo ἐπί, con valor intensivo, y del verbo χαίρω, propiamente 'alegrarse'- y el sustantivo κακία 'mal, sufrimiento', con la connotación de regodearse en la desgracia ajena. 
 
    Tomás de Aquino tradujo el término griego al latín como “gaudium de malo” (regocijo por un mal). Y el diccionario grecolatino de Charles Estienne (1554) define el término griego con más precisión como “gaudium ex alienis malis acceptum” (recogijo experimentado por los males ajenos). 
 
         En Las vidas y opiniones de los filósofos ilustres (VII, 114) de Diógenes Laercio aparece también el término aristotélico, que Luis-Andés Bredlow traduce al castellano, mejor a mi entender que 'malignidad', por “regodeo malicioso”: “el regodeo malicioso, placer ocasionado por los males ajenos” (ἐπιχαιρεκακία δὲ ἡδονὴ ἐπ’ ἀλλοτρίοις κακοῖς). 
 
Epiquerecacia
 
    Entre los ejemplos literarios antiguos de Schadenfreude o epiquerecacia, suelen citarse unos versos de Lucrecio, justamente célebres, donde se pone de relive este sentimiento (De rerum natura, II, 1-6): Suaue, mari magno turbantibus aequora uentis, / e terra magnum alterius spectare laborem, / non quia uexari quemquamst iucunda uoluptas, / sed quibus ipse malis careas quia cernere suauest; / per campos instructa tua sine parte pericli / suaue etiam belli certamina magna tueri. Así los traduce Agustín García Calvo: Dulce, cuando alborotan los vientos el piélago vasto, / desde la tierra mirar la de otros pena y trabajo, / no porque sea el que sufra ninguno un gozo ni agrado, / sino que es dulce el ver de qué males uno está a salvo; / trabados por la llanura sin que entres tú en el estrago / dulce también los grandes combate de guerra mirarlos
 
    Lucrecio, sin embargo, no habla en este pasaje del gozo del mal ajeno propiamente dicho, que eso sería la epiquerecacia aristotélica, sino del gozo de ver el mal del que uno se ha librado, algo que recuerda de alguna manera un poco al fenómeno de la catarsis que se experimenta ante la contemplación de una tragedia griega. Edipo cuando descubre que es el autor de la muerte de su padre y que le ha hecho hijos a su madre, se arranca los ojos y se exilia, porque tiene que sufrir y pagar por sus crímenes y darse  muerte sería una salida fácil para él. El espectador, que se ha identificado con Edipo durante el tiempo que dura la representación,  se libera, una vez que cae el telón y se acaba la función, de ese encantamiento volviendo a ser él mismo y comprobando cómo el desenlace trágico ha recaído sobre el protagonista y no sobre él, que se ve así como purgado.
 
    Dice, en efecto, literalmente Lucrecio que no es un placer agradable (iucunda uoluptas) que alguien -otro que no soy yo- sufra tormento (quemquam uexari), sino que lo que es dulce es ver tú mismo de qué desgracias estás libre (quibus malis careas), es decir, que estás libre de las desgracias que ves que sufren los demás.
 
    La trascripción latina del término griego se la debemos a Erasmo de Rotterdam en el Renacimiento: epichaerecacia, que en castellano resulta epiquerecacia, que no figura en el diccionario de la docta Academia. Sin embargo, mucho me temo que se acabe imponiendo, si no se ha impuesto ya a estas alturas, el anglicismo epicaricacy a través de la defectuosa transcripción inglesa de los sonidos vocálicos: epicaricacia.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Los psicólogos aconsejan...

Los psicólogos son los modernos capellanes laicos encargados de hacer más llevadera nuestra inserción laboral en el sistema; modernos curánganos de almas que predican la nueva resignación cristiana, que es la resignación laica: la vuelta a la normalidad de la rutina tras el fin de semana o el período vacacional, que hay que afrontar con una actitud optimista, es decir, con una estúpida sonrisa de oreja a oreja y una necia visión positiva de la vida.
 
Los psicólogos, mejor dicho: los psicagogos aconsejan a los trabajadores, precisamente, que valoren  el hecho de tener un empleo, y que éste les aporte identidad, maldita la falta que les hace, y les haga sentirse útiles a la sociedad, es decir utilizados, cuando sólo valen para una cosa, pongamos por caso que para poner una tuerca a un perno,  y son unos perfectos inútiles para casi todo lo demás, debido a la cada vez mayor especialización del trabajo asalariado. 
 
 
Los piscólogos aconsejan a los empresarios que retribuyan, por su parte, a los empleados con un “salario emocional”, además del sueldo que establezca el convenio laboral, preocupándose de su bienestar a fin de tenerlos contentos, valorando sus aportaciones originales o manteniendo, simplemente, un buen trato con ellos, organizando comidas y cenas de hermandad, y celebraciones varias de carácter lúdico y  sociocultural,  que estrechan lazos y fomentan relaciones personales. 
 
Los psicólogos aconsejan a los trabajadores que si tienen problemas en el trabajo se conviertan en  sus pacientes, y que consideren que, aparte de la amenaza del trabajo y de la semana laboral que se cierne sobre su más cercano horizonte de lunes a viernes como una maldición veterotestamentaria, también existe el fin de semana para liberarse momentáneamente de la semana laboral, por lo que hay que ser optimistas y no dramatizar la situación más de lo que es, que ya es de por sí bastante dramática. 
 
 
Los psicólogos aconsejan que nos tomemos «con filosofía», o sea, con resignación -maldita la ecuación que hace iguales dos cosas que no deberían serlo-  después de las vacaciones volver  a la vida cotidiana: los madrugones, los atascos, la rutina, las horas en la oficina y el trabajo, y que pongamos nuestras miras más largas en volver a disfrutar de otras “merecidas” vacaciones, el año que viene. 
 
Los psicólogos dicen que tras las vacaciones suele presentarse el síndrome posvacacional, que es un malestar pasajero, como un sarampión que se circuscribe a las dos primeras semanas de vuelta a la normalidad del curro, por lo que no se ha de dar más relevancia de la que tiene: lo que importa es el trabajo. Si lo tienes malo, si no lo tienes peor, porque estás condenado al desempleo y al sentimiento de que te falta algo en la vida que es fundamental. 
 
Vuelta al cole
 
Los psicólogos afirman que los niños, angelitos ellos, tiernas criaturitas, también sufren, a su modo, ese síndrome posvacacional de rechazo a la normalidad, la «vuelta al cole». Tras varias semanas de descanso, los más pequeños no ven con buenos ojos,  volver a tener que madrugar, ir a clase, hacer deberes, o realizar actividades extraescolares que son tan escolares como las clases propiamente dichas. 
 
Por eso los piscólogos aconsejan que animemos a los niños para que no se depriman y vuelvan felices y contentos al colegio, donde les van a enseñar "lo que es bueno", o sea, que lo malo es bueno y que lo bueno es malo. Padres y profesores, asesorados por estos mercachifles del alma humana, enseñan a los niños a ser fierecillas domadas para pasar sumisamente por el aro.

domingo, 4 de septiembre de 2022

En la casa de citas con Agamben, Bobbio, Debord, Dostoyesqui, Luis Rosales y Galeano

Empezamos con Giorgio Agamben, que nos dice a propósito de estos tiempos nuestros que corren, malos como son para la lírica y la épica: Los historiadores recordarán este momento histórico destacando cómo los periodistas hicieron gala de la más vergonzosa e infame complicidad
 

 
Seguimos con Norberto Bobbio (1909-2004), que escribió en La edad de los derechos (1990) lo siguiente: La función primaria de la ley es la de oprimir, no la de liberar; restringir, no ampliar los espacios de libertad; enderezar el árbol cuando se tuerce, no dejarlo crecer naturalmente. Con una metáfora usual puede decirse que derecho y deber son el anverso y el reverso de una medalla. Pero ¿cuál es el anverso y cuál el reverso? Depende de la posición desde la que observemos la medalla
 
Una cita con todo un clásico, Dostoyesqui (1821-1881), que nos habla en Los hermanos Karamazov sobre la crueldad bestial: Con frecuencia se habla de la crueldad del hombre y se acostumbra a compararlo con las bestias. Esto es injusto; al decir tal cosa se ofende a las bestias. Las bestias no poseen la artística crueldad de los hombres
 

 
Guy Debord (1931-1994) escribió premonitoriamente por su parte: Los espectadores no encuentran lo que desean, sino que desean lo que encuentran
 
 
Unos versos de un villancico del poeta Luis Rosales (1910-1992): ...de noche iremos, de noche, / sin luna iremos, sin luna, / que para encontrar la fuente / sólo la sed nos alumbra
 
Finalmente Eudardo Galeano (1940-2015) escribe en Patas arriba, la escuela del mundo al revés (edit. Siglo XXI, Madrid 2010), a propósito del lenguaje políticamente corregido, mejor que correcto, que comenzaba a estilarse ya por entonces: “En la época victoriana, no se podían mencionar los pantalones en presencia de una señorita. Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública: el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado; el imperialismo se llama globalización; las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos; el oportunismo se llama pragmatismo; la traición se llama realismo; los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos; la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar; el derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral; el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres, entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría; en lugar de dictadura militar, se dice proceso; las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas; cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos; el saqueo de los fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito; se llaman accidentes los crímenes que cometen los automóviles; para decir ciegos, se dice no videntes; un negro es un hombre de color; donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o sida; repentina dolencia significa infarto; nunca se dice muerto, sino desaparición física; tampoco son muertos los seres humanos aniquilados en las operaciones militares: los muertos en batalla son bajas, y los civiles que se la ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales; en 1995, cuando las explosiones nucleares de Francia en el Pacífico sur, el embajador francés en Nueva Zelanda declaró: «No me gusta esa palabra bomba. No son bombas. Son artefactos que explotan»; se llaman Convivir algunas de las bandas que asesinan gente en Colombia, a la sombra de la protección militar; Dignidad era el nombre de unos de los campos de concentración de la dictadura chilena y Libertad la mayor cárcel de la dictadura uruguaya; se llama Paz y Justicia el grupo paramilitar que, en 1997, acribilló por la espalda a cuarenta y cinco campesinos, casi todos mujeres y niños, mientras oraban en una iglesia del pueblo de Acteal, en Chiapas.”

sábado, 3 de septiembre de 2022

¡Que te den a ti también! (Vaffanculo!)

    Hoy va la cosa de política, pero no de la política que hacen los políticos profesionales, sino de la política de la gente de abajo, esa que entiende todo el mundo, cualquiera de nosotros. Y es que de vez en cuando surgen iniciativas populares que nos hacen albergar cierta esperanza de que las cosas puedan cambiar algún día o de que el dominio, al menos, no sea tan todopoderoso como parece. En Italia nació hace unos años un movimiento ciudadano desde abajo de amplio espectro contra lo que se dio en llamar la “clase política” y la propia existencia de partidos, es decir, de divisiones del pueblo en partes, facciones o bandas. 

    Este movimiento cristalizó el día 8 de septiembre de 2007 en la celebración en todas las plazas italianas del “Vaffanculo day” (algo así como el “día de vete a tomar por culo”, un corte de mangas a los políticos profesionales) y encontró su portavoz en Beppe Grillo, un cómico o payaso, según sus detractores, que decía en todo caso cosas muy serias, un hombre que estaba fuera del sistema político y que había llegado al corazón de la inmensa mayoría del país, rebelándose contra la existencia y corrupción de esa nueva casta sacerdotal impregnada de poderes divinos de representación otorgados por las urnas.

 

      Los políticos profesionales lo temían, y con razón. Pero ya no tienen motivos para temerlo porque él se ha convertido con el paso del tiempo en uno más de ellos. Dos años después fundó el Movimiento 5 Estrellas. Se presentó a las elecciones en 2013 obteniendo representación parlamentaria. Él, que había acuñado el concepto de “antipolítica” (política de los de abajo, del pueblo llano y soberano que se rebela contra la clase política sacerdotal segregada del sistema de dominación democrático vigente, contra los políticos de arriba) se conviritió enseguida en uno más, en otro político profesional  que hace de la democracia parlamentaria su modus vivendi.

    ¿Hasta cuándo hemos de contemplar cómo las iniciativas populares que surgen de abajo, como vimos aquí mismo en España pocos años después, en 2011 en el movimiento del 15M, son asimiladas por el sistema y neutralizadas? 

    En vez de celebrar un día del año el “vaffanculo day” o día de mandar a tomar vientos a todos los políticos profesionales que nos gobiernan o que aspiran a ello, deberíamos organizar el “vaffanculo EVERY day”, y celebrarlo todos los días del año y en todas las ciudades del mundo, y no sólo en Italia, que es donde nació. 

    También Beppe Grillo se merece ahora un buen corte de mangas: ¡Vete a tomar también tú por el culo, Beppe Grillo: que te den lo mismo que a todos ellos, ya que te has convertido tú también, amigo, en uno de ellos, otra pieza más del engranaje del sistema! De ser la voz del pueblo, de los de abajo te convertiste en otra más de las voces de los de arriba, en otro político profesional. Y es que el pueblo no debe ocuparse de tomar el Poder, sino de destruirlo. El nuevo lema revolucionario no debe ser el manido y sesentayochesco ¡la imaginación al Poder! sino ¡la imaginación contra el Poder!

viernes, 2 de septiembre de 2022

Sinvergonzonería

    La sinvergonzonería de algunos personajones no tiene parangón. El Director General de la Organización Mundial de la Salud, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, que es uno de ellos, ha señalado que se espera -es decir, se teme tanto como se desea que así sea- un considerable aumento de las hospitalizaciones y muertes por COVID-19 en los próximos meses "ante la proximidad de un clima más frío en el hemisferio norte", supongo que quiere decir ante la llegada del invierno.

    Reconoce, sin embargo, la favorable evolución de la pandemia, que se traduce en un “descenso de las muertes notificadas (sc. por COVID-19) en todo el mundo", dato que sin embargo contrasta con el aumento de mortandad por todas las causas que se detecta en muchas comunidades autónomas españolas y en muchos países con altas tasas de vacunación contra dicha enfermedad, pero eso no lo menciona en absoluto.

    Y como de lo que se trata es de meter miedo para que la gente corra a vacunarse si no lo ha hecho ya y a ponerse el refuerzo si está vacunada, ha recordado que las subvariantes de ómicron "son más transmisibles que sus predecesoras”, y ha subrayado, aunque es cosa que no se sabe, que “sigue existiendo el riesgo de que haya variantes aún más transmisibles y peligrosas”

    El peligro teórico de que venga el lobo siempre existe. Pero lo más probable es que si viene se le dé caza pese a tratarse de una especie protegida y en peligro de extinción. La OMS se aprovecha con toda la desfachatez del mundo de la hipótesis teórica, que no práctica de que surja una variante mucho más contagiosa que las actuales que se saltan a la torera la inmunización que decían que proporcionaba el doble suero inyectado, y que sea al contrario que estas, que son bastante inofensivas, mucho más peligrosa, para infundirnos pánico y hacer que corramos a inyectarnos lo que sea.

    Lo único que les interesa a este señor y al organismo que regenta es que aumente a toda costa la cobertura de la vacunación entre las personas de mayor riesgo que según él "sigue siendo demasiado baja, especialmente en los países de bajos ingresos". Pero resulta que en los países de ingresos altos la cobertura le parece todavía muy poca: “el 30% de los trabajadores de la salud y el 20% de las personas mayores siguen sin vacunarse.” Él querría que la tasa de vacunación fuera totalitaria, del 100%, a ser posible sin ningún resquicio. Todos vacunados. Todos protegidos. ¿Por qué, si se ha visto que las vacunas no funcionan? Porque trabaja para la industria farmacéutica de la Gran Farmacopea, que es la que le unta a él y a la organización que timonea. 


    Lo que no se entiende es que afirme con todo el descaro y desparpajo del mundo que estas lagunas o faltas de cobertura que él detecta “suponen un riesgo para todos nosotros”. Si “todos nosotros”, como dice él refiriéndose al setenta u ochenta por ciento de la población mundial, estamos inmunizados no se entiende el riesgo que corre la mayoría porque haya una cuarta parte que no lo esté. En todo caso sería esa minoría no vacunada y desprotegida la que correría el riesgo si la mal llamada vacuna protegiera.

    No se entiende, ya digo, esta terca obstinación en la vacunación que raya en paranoia. El gerifalte cacarea cual gallina clueca: “Así que, por favor, vacúnate si no lo estás, y ponte una dosis de refuerzo si es recomendable que te la pongas”. 

    La pandemia de coronavirus tiene que seguir. Pone este ejemplo, comparándola con la lluvia: “Si sales a caminar bajo la lluvia sin paraguas, fingir que no llueve no te servirá de nada. Te seguirás mojando.” Por supuesto que si llueve y salimos a caminar sin paraguas vamos a mojarnos, pero si tú llevas un paraguas que no abre o que si abre tiene las varillas rotas, vas a mojarte igual que yo que no lo tengo, como recordaba Juan Manuel De Prada en un artículo genial publicado en ABC. Y si tú tienes un paraguas en buen estado y lo abres y te protege de la lluvia ¿qué problema hay en que yo me moje? ¿Vas a solidarizarte conmigo y vas por eso a dejarte empapar bajo la lluvia?

    Estas 'sencillas precauciones' que recomienda para evitar infectarse -vacunarse si uno no lo está o ponerse una dosis de refuerzo si es el caso- no evitan como se ha comprobado la infección ni, en el peor de los casos, enfermar gravemente o morir. ¿De qué sirven si no es para hacer caja? ¿Son acaso un amuleto? ¿O son algo peor que eso? No nos engañemos. 

Una invitación a razonar

    Dice el señor Adhanom que “fingir que un virus mortal no está circulando es un gran riesgo”. Y fingir que circula, digo yo, es una patraña que solo pretende engañar a la gente para que siga sometiéndose a tratamientos experimentales. No deberíamos preocuparnos por lo que no ha pasado ni pasará, sino por lo que pasa ahora mismo. Y ahora mismo no está circulando ningún virus mortal. Fingir que lo está haciendo es faltar a la verdad. En realidad nunca ha circulado ningún virus mortal. 

    La que sí está circulando, y mucho, y habría que preguntarse que por qué, es la Señora de la Guadaña, que está segando vidas con su afilado dalle más de lo normal. Hay, en efecto, un exceso considerable de muertes según revela el Momo, la base de datos de monitorización de la mortalidad. Eso, que es lo que sucede, no le preocupa a este descarado caradura ni tampoco al organismo que dice velar por la salud mundial.

    Tampoco les preocupa mucho a nuestras autoridades sanitarias, que preguntadas sobre el particular, dicen que hay varias causas que explican los óbitos: el calor excesivo que hemos padecido, el envejecimiento de la población -ya se sabe que a los viejos les llega más temprano que tarde la hora de la verdad- y al inexistente pero persistente virus coronado. Vienen en resumidas cuentas a decirnos las susodichas autoridades que, como cantaba Gabinete Caligari, la culpa, que es la versión religiosa de la causa, fue del chachachá.

jueves, 1 de septiembre de 2022

Lo malo y lo peor de internet

    Internet nos entretiene y distrae, hace que nuestros ojos sólo vean lo superficial y no profundicen: vemos las imágenes antes que los textos y las palabras, los textos son breves -en caso contrario no hay quien los lea en la pantalla sin dejarse los ojos en el empeño-, buscamos los nombres propios antes que los comunes, nos despistamos con los vínculos que nos llevan a otra parte, como abejas libando de flor en flor, incapaces de (con)centrarse... 
 
    Navegamos y navegamos sin llegar a buen puerto nunca. No nos encauzamos hacia las ideas y los conceptos que deberíamos combatir y desechar, nos perdemos en las frases largas. Ese es el daño que está haciendo internet: mucha güiquipedia y poca cultura; mucha (demasiada) información, tanta que es imposible no ya procesarla y asimilarla, sino ni siquiera leerla. El lenguaje, cuando se reduce a información, deja de ser lenguaje que piensa por nosotros. La información mata la comunicación.
 
    La Red no sólo suministra la materia para el pensamiento, sino que también condiciona nuestro modo de pensar haciéndolo hiperactivo, acrítico, fragmentario, incapaz de enfrascarse en una sola cosa. 
 
El cíclope, Odilon Redon (h. 1898)
 
    Echamos una ojeada, sin profundizar, saltando de un sitio a otro, cliqueando aquí y acullá como, navegando sin rumbo fijo, como barco a la deriva que se va al garete, naufragando al fin en el mar superabundante de olas informativas no siempre actualizadas que no llegamos a procesar. 
 
    La sede de Google, en Mountain View, California es el santuario supremo de Internet, que se esfuerza en organizar la información mundial y hacerla universalmente accesible y útil, desarrollando “el motor de búsqueda perfecto”. Si no sales en Gúguel (San Gúguel, como dicen algunos santificándolo) es porque no estás en Internet y si no estás en Internet, es porque no existes.
 
 
 
    Algunos, para cerciorarse de su propia existencia, necesitan buscar su nombre propio y apellidos en la Red Informática Universal. Dios está en Internet, ergo Dios existe: yo estoy en internet, luego yo existo como Dios. 
 
    Es interés económico suyo llevarnos a los mortales a la distracción: distraernos de lo que realmente nos importa, de la realidad, que es mentira, con el simulacro de la realidad virtual, que es más falsa todavía. Ni siquiera en vacaciones, ese invento del gobierno para vaciarnos a fin de poder rellenarnos otra vez, somos capaces de desconectar nuestros móviles conectados a la Red y desconectar de nosotros mismos.
 
 
    Quieren distraernos de la realidad de que somos mortales pero no porque vayamos a morir, como creen algunos, sino porque ya estamos muertos. Internet nos ha hecho más superficiales de lo que éramos. ¡Viva la superficialidad, que es lo más profundo!