miércoles, 9 de marzo de 2022
Ocurrencias que concurren
martes, 8 de marzo de 2022
La verdad, primera víctima de la guerra
¿Quién dijo la frase famosa de que la verdad era la primera víctima de la guerra? ¿Importa acaso quién la dijo o importa, más bien, qué es lo que dice? ¿La dijo Ésquilo? ¿Philip Snowden? ¿Ethel Annakin? ¿Samuel Johnson? ¿Anne MacVicar Grant? ¿E. D. Morel? ¿W. T. Foster? ¿Agnes Maude Royden? ¿Hiram Johnson? ¿Arthur Ponsonby? ¿Rudyard Kipling? ¿Es anónima?
Si la frase es famosa es porque, la dijera quien la dijese, mucha gente se apropia de ella porque siente que lleva la razón. La atribución más antigua de la autoría corresponde a Ésquilo, pero no la encontramos así formulada en ninguna de las tragedias del dramaturgo griego ni en los fragmentos conservados. Lo más parecido que hay, salvando las distancias, sería el fragmento 301 v.1 que dice De una mentira justa no se aleja el dios (ἀπάτης δικαίας οὐκ ἀποστατεῖ θεός). Según esta sentencia se estaría justificando el engaño porque los dioses no se oponen a él si está justificado. Claro está que si un político, hombre de estado o militar cree que su causa es justa o sagrada, dotándola de tintes religiosos, tiene la venia de las divinas instancias para mentir y engañar a sus subordinados. Hay otro fragmento de Ésquilo, el 302 v. 1, otro trímetro yámbico, en el que abunda en la misma idea: La ocasión a veces de mentir la aprueba el dios (ψευδῶν δὲ καιρὸν ἔσθ’ ὅπου τιμᾷ θεός).
Las dos citas de Ésquilo malamente pueden ser antecesoras de la frase que nos traemos entre manos. Lo que dice Ésquilo es que la mentira, en ocasiones, puede ser piadosa y aceptada por la divinidad, pero no menciona la guerra para nada. En conclusión la frase no está atestiguada en ninguna de las obras o fragmentos de Ésquilo que han llegado hasta nosotros.
Según la página Quoteinvestigator, que se dedica a investigar el origen de las citas más famosas, la frase Truth is the first casualty of war, o sea La verdad es la primera víctima de la guerra, remonta a 1915 y a Ethel Annakin, constituyendo el testimonio más antiguo conocido, pero ella no se arroga su autoría pues se la atribuye a alguien no identificado, por lo que permanece en el más riguroso anonimato. Cierto es que Philip Snowden, su marido, ayudó a popularizar la expresión que, pronunciada en inglés originalmente, se ha traducido y repetido en todas las lenguas porque refleja, sin duda alguna, un sentimiento común compartido.
La guerra necesita una justificación para ser aceptada y esta justificación es siempre una mentira, porque la guerra, sea cual sea la razón que quiera dársele, es injustificable.
La mentira que es la primera víctima o casualty de la guerra noe s la información sesgada de cada bando, sino la propia proclamación o declaración, si todavía se estila, de la guerra misma como lo contrario de la paz. La propia declaración, solemne o no, de una guerra es mentira, porque la guerra es consustancial con la organización social, el Estado, y el Estado está en guerra contra el pueblo. El sentido de la frase va más allá de la dificultad que tenemos de discernir dónde se halla la verdad y de aquello que ya decía Machado de que todo el mundo tiene su verdad particular pero hay que buscar la general, la común ("la tuya, guárdatela"), más allá de la manipulación informativa, que es como simplifican algunos la frase, por parte de los dos bandos enfrentados.
Desde Heraclito sabemos que la guerra es la madre de todas las cosas, él dijo que el padre, pero era porque en su lengua la guerra (ho pólemos) tenía género gramatical masculino. Desde Orwell sabemos que war is peace, que la guerra es la paz, o dicho de otra manera que la paz no deja de ser un estado de guerra no declarada, y desde Clausewitz que la guerra era la continuación de la política por otros medios, y, dándole la vuelta a la frase, la política, en tiempos de paz, la continuación de la guerra por medios más diplomáticos, pero no menos sangrientos porque la política es el arte de la dominación.
Merece la pena escuchar a Eduardo Galeano, cuando afirma que las guerras mienten.
lunes, 7 de marzo de 2022
La escuela enmascarada
Se recogen en este vídeo de Odysee algunos testimonios de maestros, profesores y médicos en contra de la imposición de las mascarillas en los centros escolares españoles. Se quiere romper con él el silencio (por fin, después de casi dos años), ahora, cuando parece que pronto se levantará la obligación general de llevarlas en interiores de lugares públicos, cuando hace poco se ha levantado en exteriores, y también, por lo tanto en los patios escolares, aunque no así en las aulas ventiladas con las ventanas abiertas en pleno invierno, donde siguen imperando los viejos protocolos.
En el vídeo se dicen cosas como que en educación infantil, desde los primeros meses hasta los tres años, los niños han nacido prácticamente durante la pandemia, y los primeros rostros que han visto de los adultos, aparte de sus padres, estaban enmascarados. A niños y adolescentes se les ha privado de la expresión de los rostros durante dos años de su vida, y de buena cantidad de oxígeno. El encubrimietno del rostro dificulta la emisión de la voz y el diálogo. Ellos se han sentido tristes, cansados, ahogados, sofocados, con malestar general. En la escuela y en el instituto se les ha inculcado básicamente miedo. Esa es la educación que han recibido: miedo al contagio, miedo a la enfermedad, miedo a la muerte.
En este otro vídeo, tomado de la televisión, hablan jóvenes que confiesan que están tan acostumbrados a la 'mascareta' que no van a quitársela nunca porque se sienten seguros. Las chicas principalmente confiesan que se sienten feas sin ella. Quizá estas jovencitas comprendan ahora a las mujeres musulmanas que optan por el nicab o velo que las cubre el rostro.
Finalmente, a propósito de algo de lo que ya se habla en el primer vídeo, que es el desastre ecológico que han supuesto, el Ministerio de Sanidad se descuelga con el siguiente mensaje en el que se nos ordena que si se nos ha caído al suelo o ha salido volando la mascarilla, que la depositemos en el contenedor de restos (sic, por basura) más cercano, y se nos informa, ahora, del desastre ecológico que supone el hecho de que una mascarilla tarde 300 o 400 años en degradarse. Y lo peor de todo es que no eran necesarias en niños ni adolescentes, ni en adultos sanos, para evitar el contagio. Sí eran necesarias, desde el punto de vista político, como instrumento de control sobre la gente. Increíble, pero cierto.
domingo, 6 de marzo de 2022
Operación salvamento: ¡sávese el que pueda!
Ante el inminente estallido de la Tercera y Definitiva (porque a la tercera va la vencida) Guerra Mundial, que será nuclear o no será, las farmacias de Finlandia se quedan sin existencias de pastillas de yoduro de potasio, una sal de yodo que, al parecer, ayuda a la tiroides de los posibles supervivientes de la catástrofe radiactiva a no absorber la radiación externa disminuyendo así el riesgo de padecer cáncer a largo plazo. El miedo a un ataque nuclear dispara la venta del yoduro potásico. Y ante las noticias catastróficas del partido de fútbol Rusia-Ucrania, retransmitido por todas las cadenas, para distracción de los sufridos telespectadores, la gente hace acopio de provisiones y víveres en la vieja Europa. No hay datos de si la venta de papel higiénico ha aumentado, como sucedió al inicio de la pandemia, hace dos años, por el temor que tenía la gente de cagarse de miedo, pese a que se trataba de un virus respiratorio y no gastrointestinal.
De poco sirve cuando cunde el pánico que nos digan que una guerra nuclear acarrearía la total destrucción de tirios y troyanos, por lo que no parece muy probable que ni los unos ni los otros quieran enzarzarse en ella. Pero no parece muy sensato tomar unas pastillas como esas de yoduro de potasio sin prescripción facultativa, como sucedió con las vacunas contra el virus, debido a los efectos secundarios. Ya sabemos, no hace falta que la OMS nos lo recuerde, que a veces son peores los fármacos que las enfermedades que pretenden evitar.
Ovnis intergalácticos de salvamento nos abducirían y conducirían a otro planeta paradisíaco donde sería posible la vida sin guerras, sin viruses, sin desastres climatológicos, y donde viviríamos una perpetua Edad de Oro.
No está mal, mejor que las pastillas de yoduro potásico, plantearse ante la intoxicación informativa que padecemos, una evasión del planeta Tierra, dado que al parecer los extraterrestres no tienen ninguna intención de invadirnos e infligirnos ningún daño, porque no les interesa nuestro desastrado habitáculo, pero sí parece que, como ángeles del cielo benefactores, están dispuestos a ayudarnos y salvarnos.
El anuncio es catastrófico totalmente porque dice
que en cualquier momento puede estallar la Tercera Guerra Mundial (si
no ha estallado ya, digo yo) con la destrucción de Nueva
York, merced a una bomba atómica nuclear, y el arrasamiento de la mayoría de las ciudades
del mundo. Morirán tres cuartas partes de la población mundial, y la mayoría de
las personas que queden vivas, se volverán locas, aseguran. Los supervivientes como mortales que son acabarán también muriendo, salvo que el yoduro de potasio les permita aguantar hasta la llegada de los salvíficos OVNIS o UFOS, que es lo mismo pero en la lengua del Imperio (Unidentified Flying Objects), que los abduzcan a la tierra prometida de Otro Planeta donde se pueda vivir... pero para eso es preciso hacer previamente el curso a distancia que se anuncia, y, además, seguramente, el salvoconducto del pasaporte COVID, por lo que los no-vacunados no deberían hacerse demasiadas ilusiones.
sábado, 5 de marzo de 2022
¡Que viene la Guerra!
viernes, 4 de marzo de 2022
Breve noticiario panorámico del mundo
“España va a enviar armas directamente a Ucrania”, dijo la portavoz del Consejo de Ministros y Ministras, “...dentro del Fondo Europeo de Apoyo... a la Paz”.
La guerra sin tregua que valga está en la esencia misma del sistema y es poco menos que imposible que haya paz en la Tierra mientras haya como hay dominación.
La creciente medicalización de la vida cotidiana fuerza a muchos ancianos a consumir de forma crónica, España en cabeza, mogollón de fármacos tranquilizantes.
La OMS prohibió los tratamientos tempranos efectivos y promovió, subvencionada por la farmacopea, la vacunación masiva seguida por la inmensa mayoría acojonada.
Ayer el coronavirus, hoy la guerra de Ucrania, mañana quizá el cambio climático; siempre hallarán una coartada que justifique su desmedido afán de gobernarnos.
Von Clausewitz sentenció que la guerra es la continuación de la política por otros medios. ¿No será la política la continuación de la guerra, dándole la vuelta?
Proclaman la guerra para que creamos que esto, en contraposición, es paz, y envían armas ofensivas al frente al objeto de apagar el incendio echando gasolina.
Hemos heredado esta preciosa glosa de Tácito vía Jean-Jacques Rousseau: et miserrimam seruitutem pacem appellant: y llaman paz a una harto miserable esclavitud.
Mientras meten miedo ante una potencial guerra nuclear que utilizan como tapadera del fraude sanitario, siguen apretando los grilletes de nuestra servidumbre.
jueves, 3 de marzo de 2022
Fuegos artificiales sobre Damasco
Si por algún azar nos llegan fotos tremebundas de inocentes criaturas muertas, ahora que es tan sencillo compartir imágenes por la Red, enseguida serán desacreditadas y se considerarán "fake images", por decirlo con un término de la lengua del Imperio. O nos acostumbramos a verlas, inmunizados ante el sufrimiento y el dolor ajenos, sin que nos afecten lo más mínimo o, para que no nos afecten, nos decimos a nosotros mismos que están manipuladas.
miércoles, 2 de marzo de 2022
A vueltas con Sócrates
Frente al silogismo clásico que dice “Todos los hombres son mortales, Sócrates es un hombre, luego Sócrates es mortal”, que opera como una sentencia efectiva de muerte que condena a Sócrates a morir una y otra vez siempre que se formula, Sexto Empírico nos transmite un razonamiento que libra a Sócrates, como veremos, de morir y deja que de alguna manera siga vivo. Dice así: Por ejemplo, Sócrates muere o cuando es o cuando no es. Son, en efecto, dos momentos distintos: uno en el que es y está vivo, y otro en el que ya no es sino que ha fallecido; por lo que debe morir necesariamente en uno de los dos. Pues bien, cuando es y está vivo, no muere, puesto que vive sin duda; pero cuando ha muerto no muere otra vez, ya que estaría muriendo dos veces, lo cual es absurdo. Por tanto, Sócrates no muere. (*)
Sexto Empírico desarrolla este razonamiento basándose en el argumento contra el movimiento que atribuye a Diodoro Crono, y que este tomó del presocrático Zenón de Elea, en, donde negándose el movimiento se niega también la muerte, lo que nos libera a también a todos los mortales de morir. Dice así: En efecto, lo que se mueve o bien se mueve en el lugar en que está o bien en el que no está; pero ni lo primero ni lo segundo; por lo tanto nada se mueve. Y si nada se mueve de ello se sigue que nada se destruye. Pues así como nada se mueve, ya que no se mueve en el lugar en que está ni tampoco en el que no está, del mismo modo el ser vivo no muere ni en el momento en que está vivo ni tampoco en el que no lo está, y en consecuencia no muere nunca. Y si esto es así, viviendo siempre según él (sc. Diodoro) «seguiremos viviendo».(**)
Pues la manera de resolverla es renunciando a hacerlo y planteándola una y otra vez. Sócrates, como nombre propio de un personaje histórico, fue condenado a muerte en Atenas por un tribunal democrático en el año 339 antes de Cristo y murió bebiendo la cicuta, como sabemos, pero sin embargo “sócrates”, convertido en nombre común, con minúscula, sigue vivo y no puede morir nunca, cada vez que alguien haga como él y haga caso a su demonio interior que le dice que diga que no y se pregunte qué son las cosas, o sea las ideas, poniéndolas siempre en tela de juicio.
(*): οἷον ὁ Σωκράτης ἤτοι ὢν θνήσκει ἢ μὴ ὤν. δύο γὰρ οὗτοι χρόνοι, εἷς μὲν ὁ καθ' ὃν ἔστι καὶ ζῇ, ἕτερος δὲ καθ' ὃν οὐκ ἔστιν ἀλλ' ἔφθαρται· διόπερ ἐξ ἀνάγκης ὀφείλει κατὰ τὸν ἕτερον τούτων θνήσκειν. ὅτε μὲν οὖν ἔστι καὶ ζῇ, οὐ θνήσκει· ζῇ γὰρ δήπουθεν· θανὼν δὲ πάλιν οὐ θνήσκει, ἐπεὶ δὶς ἔσται θνήσκων, ὅπερ ἄτοπον. οὐ τοίνυν θνήσκει Σωκράτης. (Sexto Empírico, Aduersus physicos o Contra los dogmáticos I, 269).
(**)τὸ γὰρ κινούμενον ἤτοι ἐν ᾧ ἔστι τόπῳ κινεῖται ἢ ἐν ᾧ μὴ ἔστιν· οὔτε δὲ τὸ πρῶτον οὔτε τὸ δεύτερον· οὐκ ἄρα κινεῖταί τι. τῷ| δὲ μηδὲν κινεῖσθαι τὸ μηδὲν φθείρεσθαι ἀκολουθεῖ. ὡς γὰρ διὰ τὸ μήτε ἐν ᾧ ἔστι τόπῳ κινεῖσθαι τι μήτε ἢ ἐν ᾧ μὴ ἔστιν οὐδὲν κινεῖται, οὕτως ἐπεὶ τὸ ζῶον οὔτε ἐν ᾧ ζῇ χρόνῳ ἀποθνήσκει οὔτε ἐν ᾧ μὴ ζῇ, οὐδέποτε ἄρα ἀποθνήσκει. εἰ δὲ τοῦτο, ἀεὶ ζῶντες κατ' αὐτὸν καὶ αὖθις γενησόμεθα. (Sexto Empírico, Aduersus mathematicos o Contra los profesores I, 311).
martes, 1 de marzo de 2022
'La Trasformación' de Kafka
La palabra
alemana “Verwandlung”, cuyo campo semántico es el cambio en el sentido de mutación, puede traducirse tanto por "trasformación", que tiene un significado más genérico, como por "metamorfosis", que apunta por un lado al lenguaje de la mitología
clásica, pensemos en Las metamorfosis de Ovidio, por ejemplo, y por el otro al de la zoología, como en el caso de la mutación del renacuajo en rana o de la oruga en mariposa.
Quizá sea La Trasformación mejor traducción que La Metamorfosis, por ese valor genérico que tiene en castellano la palabra latina transformatio pero en todo caso no deja de ser una discusión un tanto bizantina de esas a las que se entregan los tertulianos ociosos cuando no tienen otra cosa mejor que discutir. Si la palabra alemana significa ambas cosas, la elección a la hora de traducir es una cuestión meramente literaria o de preferencia personal. Y ya se sabe que traduttore, traditore, como dicen los italianos, o sea que todo traductor a la hora de hacer una traducción comete, muy a su pesar, una traición.
A mí personalmente me gusta más "La trasformación" como traducción de "die Verwandlung", porque me parece una palabra más nuestra, más trasparente, más de andar por casa, ya que es un término patrimonial castellano, mientras que "metamorfosis" es una palabra culta, un helenismo del ámbito de la zología y la mitología clásica. Pero es una cuetión de gusto personal.
De todas formas, se quedará para siempre, me temo, con el título de "La metamorfosis" porque la primera versión española del relato en la célebre Revista de Occidente eligió esa traducción, evocando así "Las metamorfosis" de Ovidio, un poema didáctico que tiene muchísima solera literaria sobre trasformaciones mitológicas de personajes legendarios como, por ejemplo, la de Narciso, un joven muy bello que se enamora de su propia imagen reflejada en un lago y cuando va a besarla se precipita al agua y se ahoga, trasformándose en un narciso, la flor que crece junto a los estanques. O la de Aracné, más cercana de la narración kafkiana, de la joven que castigada por la diosa Minerva por su soberbia desafiante, se convirtió en araña, encogiéndosele brazos y piernas y alargándosele los dedos a la vez que se hinchaba su cuerpo y quedaba recubierto por una capa de pelo corto y negro, condeanda a vivir colgada de un hilo toda su vida prisionera de la telaraña que ella misma tejería. Por seguir la tradición este título ovidiano se ha mantenido hasta la fecha.
La primera frase de la novela de Kafka acaba precisamente utilizando el verbo verwandln, de donde deriva el sustantivo que da título a la novela: Als Gregor Samsa eines Morgens aus unruhigen Träumen erwachte, fand er sich in seinem Bett zu einem ungeheuren Ungeziefer verwandelt. En la versión de Jorge Luis Borges se traduce por 'convertir': Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Una traducción más literal es la de Carlos Fortea (editorial Octaedro): Cuando Gregor Samsa despertó una mañana de una noche llena de sueños inquietos, se encontró en su cama, convertido en un bicho monstruoso. (Nótese la diferencia entre el "monstruoso insecto" de Borges y el "bicho monstruoso" de Fortea para ungeheuren Ungeziefer.)
Según Joseph Gabel, el protagonista de la novela, Gregor o Gregorio Samsa, como se prefiera, que sabe que es hombre, y a quien sus semejantes rechazan como a una mala bestia, diríamos nosotros, es el símbolo trasparente del judío en busca de asimilación. Pero quizá no haga falta ir tan lejos en las interpretaciones. ¿Acaso no nos hemos sentido todos alguna vez, como el protagonista de la narración kafkiana, un 'bicho raro'?