martes, 12 de marzo de 2024
Un idiota, dos idiotas, diez mil idiotas
sábado, 16 de septiembre de 2023
La jaula y el pájaro
El aforismo de Kafka núm. 16 dice : “Una jaula fue a buscar a un pájaro” ("Ein Käfig ging einen Vogel suchen"). Veo que a veces se traduce mal a nuestra lengua como “*Una jaula fue a buscar un pájaro”, que en castellano suena ambiguo porque parece que el sujeto de la frase es el pájaro y el objeto la jaula. Esta ambigüedad no existe en alemán donde el pájaro está en caso acusativo, como revela el artículo “einen”, y por lo tanto es el objeto de la frase. La traducción castellana, para ser exacta, debe contener la preposición “a”, que es un índice funcional negativo, como dicen los gramáticos estructuralistas, es decir, que sirve para dar a entender que lo que viene después no es el sujeto, sino otro elemento de la frase, en este caso el objeto.
Una vez establecida la traducción, llama la atención que el objeto (la jaula, el ser inanimado, la cosa) desempeñe la función del Sujeto gramatical, y que el sujeto (el pájaro, el ser animado, la no-cosa) sea el Objeto gramatical. He ahí la paradoja kafkiana: es la jaula la que va a buscar al pájaro y no el pájaro el que va a buscar la jaula. Sería más lógico que fuera al revés, bien porque el pájaro esté hambriento y sediento y haya visto que en su interior hay agua y comida, bien porque busque refugio, temeroso de la intemperie y del peligroso depredador que es el gato que acecha en el jardín, por ejemplo, y prefiere la seguridad a la libertad, ya que en su interior hay unos barrotes que impiden la intromisión de las garras del felino.
La jaula, que hemos de suponer vacía y abierta, es una invitación al pájaro para que se adentre en ella. Pero lo que le gustaría realmente a la jaula es que el pájaro hubiera nacido en ella, porque el pájaro vernáculo nacido en cautividad no sabrá nunca volar ("El canario, enjaulado; / la jaula, abierta; / pero el pobre no sabe / volar que pueda"), y aunque permanezca abierta la puerta nunca saldrá probablemente de ella, como el preso que pudiendo evadirse de la prisión no lo hace, porque ¿a dónde va a ir él que mejor esté? A fin de cuentas, en el módulo penitenciario no le falta comida ni cama ni techo, y puede recibir con la debida autorización visitas del exterior de carácter íntimo. Fuera hay un mundo hostil donde hay que ganarse la vida perdiéndola en el intento.
Lo que llama la atención del aforismo kafkiano es que se centra no en la libertad -el vuelo del pájaro- sino en la necesidad de la prisión -la jaula que lo contenga. Hay quien sugiere que la jaula es el cuerpo y el pájaro el alma que necesita encarnarse en ella. Puede ser, pero en este caso es el cuerpo el que quiere tener un alma, y no el alma la que quiere tener un cuerpo. En realidad, es una metáfora del sistema legislativo de represión vigente. La cárcel va a buscar al hombre para recordarle que no es libre y convertirlo en un presidiario que así se realiza por propia voluntad.
Podría decirse que la jaula es una trampa que el pájaro se tiende a sí mismo. Podría decirse que la jaula es el gato que quiere capturar al pájaro. Y podría decirse, en definitiva, que la jaula es el pájaro mismo, como cantaba Agustín García Calvo en aquellos versos: De su jaula aletea y sangra / el pájaro desconocido. / Salir quiere y no puede:/ su jaula es él mismo. Y es que el mundo a veces, o casi siempre, por no decir siempre, es completamente distinto de lo que parece.
El poeta vasco Joxean Artze (1939-2018) es autor de uno de los poemas más bellos dentro de la brevedad que conozco, convertido enseguida a través de su versión cantada en poesía popular, porque acierta a formular con muy pocas palabras algo que todos sentimos y pensamos y a veces no acertamos a expresar, gracias sobre todo a la musicalización que Mikel Laboa (1934-2008) llevó a cabo y otros muchos después de él han cantado. Que viene a decirnos que la posesión mata las cosas, simbolizada en este caso no por la jaula sino por el hecho de amputarle las alas al pájaro. Txoria txori, en eusquera o, lo que es lo mismo, Pájaro, pajarito: Si le hubiera cortado las alas / habría sido mío, / no se me habría escapado. Pero así, / habría dejado de ser pájaro. Y yo... / yo lo que amaba era el pájaro.
lunes, 17 de octubre de 2022
Me parece a mí (VI)
26.- Un individuo encontró un día una lámpara caminando por el desierto. La frotó y salió un genio encerrado en ella: -Pídeme un deseo. -Le dijo éste, contento de haber sido liberado al fin de la maldición que pesaba sobre él. -¡Lo que quieras! -Añadió. -¡Ojalá que se borre de mi vida todo lo que me impide ser feliz! -Dijo el individuo. El genio caviló un momento frotándose la barbilla. Y, acto seguido, asintió e hizo con su varita mágica que el individuo desapareciera de la faz de la tierra para siempre.
27.- Suele llamarse “diálogo” a un intercambio de palabras, pareceres u opiniones personales necias entre personas que tienen los oídos impermeables. A palabras tontas (o idiotas, es decir, particulares), oídos sordos. Recuérdese lo que reza el refrán: que no hay peor sordo que el que no quiere oír. No oímos las palabras del otro porque sólo oímos las que salen de nuestra boca, nuestro propio eco, las que creemos que son nuestras. “Tú tienes tu opinión y yo la mía”, así suelen zanjarse, es decir, abortarse muchas discusiones. El diálogo se convierte, de esta guisa, en una suma de dos monólogos sordos. ¿Para qué vamos a discutir nuestros puntos de vista si cada uno es como es y cada cual tiene el suyo propio y todos son igualmente respetables?
28.- Deberíamos más que intentar ser nosotros mismos, que eso ya lo somos sin querer ni poner demasiado empeño en ello, tratar de ser libres, libres sobre todo de ser lo que somos, libres incluso de la obligación de ser nosotros mismos y de ser fieles a nosotros mismos. En este sentido, no deberíamos buscar ningún paraíso perdido o por encontrar, sino simplemente huir de este infierno, como el jinete de Kafka cuya meta es, simplemente, huir. No sabe a dónde irá, pero si sabe de dónde se va.
29.- Diógenes con un candil a plena luz del día. -¿Qué andas buscando, Diógenes? ¿No vas a decirme como hace dos mil años que vas en pos del hombre, eh? A lo que el filósofo contestó: -No, ya no busco al ser humano en abstracto; ahora te voy buscando a ti mismo, a ti y sólo a ti. Pero como no te veo, llevo el candil en la mano.
30.- Aunque diga que quiero disolver el “ego”, estoy con el mismo acto de decirlo, ipso facto, fortaleciéndolo, porque estoy diciendo: “(yo) quiero”. Al decir que quiero desintegrar el átomo de mi personalidad, resulta que estoy paradójicamente potenciándolo, inflando el globo de la identidad: el “yo” es un callejón sin salida. No sé lo que haría sin mí. Sería, acaso, feliz. El Yo, aunque yo no quiera, es egoísta, egocéntrico y ególatra por esencia. A veces yo desaparezco y me vuelvo invisible como por arte de magia e inexistente: sólo en esos momentos es, por cierto, cuando me encuentro conmigo mismo. ¡Muera, pues, el Yo, a fin de que yo pueda vivir! ¡Muera el Ego, para que yo viva!
jueves, 17 de marzo de 2022
"Fuera (y lejos) de aquí, esa es mi meta"
Di la orden de ir a buscar mi caballo al establo. El criado no me comprendió. Fui yo mismo al establo, ensillé el caballo y lo monté. A lo lejos oí sonar una trompeta; le pregunté qué significaba. No sabía nada y no había oído nada. Junto al portón me detuvo y preguntó:
martes, 1 de marzo de 2022
'La Trasformación' de Kafka
La palabra
alemana “Verwandlung”, cuyo campo semántico es el cambio en el sentido de mutación, puede traducirse tanto por "trasformación", que tiene un significado más genérico, como por "metamorfosis", que apunta por un lado al lenguaje de la mitología
clásica, pensemos en Las metamorfosis de Ovidio, por ejemplo, y por el otro al de la zoología, como en el caso de la mutación del renacuajo en rana o de la oruga en mariposa.
Quizá sea La Trasformación mejor traducción que La Metamorfosis, por ese valor genérico que tiene en castellano la palabra latina transformatio pero en todo caso no deja de ser una discusión un tanto bizantina de esas a las que se entregan los tertulianos ociosos cuando no tienen otra cosa mejor que discutir. Si la palabra alemana significa ambas cosas, la elección a la hora de traducir es una cuestión meramente literaria o de preferencia personal. Y ya se sabe que traduttore, traditore, como dicen los italianos, o sea que todo traductor a la hora de hacer una traducción comete, muy a su pesar, una traición.
A mí personalmente me gusta más "La trasformación" como traducción de "die Verwandlung", porque me parece una palabra más nuestra, más trasparente, más de andar por casa, ya que es un término patrimonial castellano, mientras que "metamorfosis" es una palabra culta, un helenismo del ámbito de la zología y la mitología clásica. Pero es una cuetión de gusto personal.
De todas formas, se quedará para siempre, me temo, con el título de "La metamorfosis" porque la primera versión española del relato en la célebre Revista de Occidente eligió esa traducción, evocando así "Las metamorfosis" de Ovidio, un poema didáctico que tiene muchísima solera literaria sobre trasformaciones mitológicas de personajes legendarios como, por ejemplo, la de Narciso, un joven muy bello que se enamora de su propia imagen reflejada en un lago y cuando va a besarla se precipita al agua y se ahoga, trasformándose en un narciso, la flor que crece junto a los estanques. O la de Aracné, más cercana de la narración kafkiana, de la joven que castigada por la diosa Minerva por su soberbia desafiante, se convirtió en araña, encogiéndosele brazos y piernas y alargándosele los dedos a la vez que se hinchaba su cuerpo y quedaba recubierto por una capa de pelo corto y negro, condeanda a vivir colgada de un hilo toda su vida prisionera de la telaraña que ella misma tejería. Por seguir la tradición este título ovidiano se ha mantenido hasta la fecha.
La primera frase de la novela de Kafka acaba precisamente utilizando el verbo verwandln, de donde deriva el sustantivo que da título a la novela: Als Gregor Samsa eines Morgens aus unruhigen Träumen erwachte, fand er sich in seinem Bett zu einem ungeheuren Ungeziefer verwandelt. En la versión de Jorge Luis Borges se traduce por 'convertir': Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Una traducción más literal es la de Carlos Fortea (editorial Octaedro): Cuando Gregor Samsa despertó una mañana de una noche llena de sueños inquietos, se encontró en su cama, convertido en un bicho monstruoso. (Nótese la diferencia entre el "monstruoso insecto" de Borges y el "bicho monstruoso" de Fortea para ungeheuren Ungeziefer.)
Según Joseph Gabel, el protagonista de la novela, Gregor o Gregorio Samsa, como se prefiera, que sabe que es hombre, y a quien sus semejantes rechazan como a una mala bestia, diríamos nosotros, es el símbolo trasparente del judío en busca de asimilación. Pero quizá no haga falta ir tan lejos en las interpretaciones. ¿Acaso no nos hemos sentido todos alguna vez, como el protagonista de la narración kafkiana, un 'bicho raro'?
sábado, 24 de julio de 2021
Fuera (y lejos) de aquí
oOo
Ordené que sacaran a mi caballo del establo. El criado no me entendió. Yo mismo fui al establo, ensillé al caballo y me monté. Oí cómo sonaba una trompeta en la lejanía, le pregunté qué significaba aquello. Él no sabía nada, no había oído nada. Me detuvo en la puerta y me preguntó: —¿Hacia dónde se dirige, amo?
—No lo sé —le respondí—, pero lejos de aquí, ante todo lejos de aquí, siempre lejos de aquí, sólo así podré alcanzar mi meta.
—¿Entonces conoce su meta? —preguntó.
—Sí —respondí—, ya te lo he dicho, «lejos-de-aquí», ésa es mi meta.
—Pero no lleva reservas de comida —dijo.
—No las necesito —dije yo—, el viaje es tan largo que moriré de hambre si no consigo algo en el camino. Ninguna reserva de comida me puede salvar. Por suerte se trata de un viaje realmente exorbitante.