La tecla Esc que tienen los ordenadores sirve para salir de algún programa en el que estamos inmersos que nos causa problemas y del que no podemos salir de otro modo porque nos bloquea. Corresponde al inglés "escape", esto es, fuga, huida, evasión y también en castellano escapatoria, escape. Escape es, según la docta Academia, "acción de escapar o escaparse, especialmente de una situación de peligro". Escapar procede el término vulgar latino *ex-cappare, con el sentido de alejarse, salirse -valor centrífugo del prefijo ex- de un estorbo -el sustantivo cappa "capa", porque el capote con el que uno se cubre dificulta el movimiento-. Escapar, pues, etimológicamente es quitarse la capa que nos abriga y, a la vez, nos embaraza.
oOo
Ordené que sacaran a mi caballo del establo. El criado no me entendió. Yo mismo fui
al establo, ensillé al caballo y me monté. Oí cómo sonaba una trompeta en la lejanía, le
pregunté qué significaba aquello. Él no sabía nada, no había oído nada. Me detuvo en
la puerta y me preguntó:
—¿Hacia dónde se dirige, amo?
—No lo sé —le respondí—, pero lejos de aquí, ante todo lejos de aquí, siempre
lejos de aquí, sólo así podré alcanzar mi meta.
—¿Entonces conoce su meta? —preguntó.
—Sí —respondí—, ya te lo he dicho, «lejos-de-aquí», ésa es mi meta.
—Pero no lleva reservas de comida —dijo.
—No las necesito —dije yo—, el viaje es tan largo que moriré de hambre si no
consigo algo en el camino. Ninguna reserva de comida me puede salvar. Por suerte se
trata de un viaje realmente exorbitante.
(La Partida de Franz Kafka, trad. José Rafael Hernández Arias).
(A
veces uno, como el jinete kafkiano, no sabe adónde ir, sólo sabe que
quiere dirigirse hacia lo desconocido, que su meta es una terra incognita
en la que nunca ha estado, y que no hay camino señalado que lleve a
ella, que el camino lo tiene que hacer e inventar uno mismo. "No sabemos
lo que queremos, pero sí lo que no queremos" decía una pintada parisina
de mayo de 1968. Un impulso irrefrenable como caballo al galope nos
empuja fuera y lejos de aquí. En esos momentos sólo sabemos que tenemos
que huir a toda costa y sin más contemplaciones de la vieja casa que
está ardiendo -es la vieja parábola budista de la casa en llamas-, de lo
malo conocido, porque lo que conocemos es lo malo, en busca de lo bueno
que está por conocer aguardándonos a la vuelta de la esquina y es
muchísimo mejor, porque peor que esto no puede ser).
Sin ese impulso irrefrenable, como caballo al galope que nos empuja fuera y lejos de aquí, ya sabemos lo que nos espera: la obediencia y el miedo, esas son las certezas que nos constituyen y ciegan.
ResponderEliminarDice un refrán que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer, pero es mentira porque lo malo, conocido o no, nunca podrá valer más que lo bueno en ninguna tierra de garbanzos.
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