domingo, 18 de julio de 2021

Periodistas, terroristas.

    Un vídeo del Gobierno de Australia de 30 segundos, que puede herir la sensibilidad del público, alerta sobre la severa peligrosidad de la Covid-19. Una mujer joven se asfixia pese a los dos tubos de oxígeno en la nariz para respirar, y nos mira aterrada como diciéndonos: "Me estoy muriendo". A continuación se lee, en la lengua del Imperio: COVID-19 CAN AFFECT ANYONE, o sea que LA ENFERMEDAD DEL VIRUS CORONADO COSECHA DE CRIANZA 2019 PUEDE AFECTAR, por si no nos hubiéramos enterado, A CUALQUIERA. Nadie está libre de contraerla y, no sólo eso, no está libre ni Dios de contagiarla.

    Se oye de fondo la dificultosa respiración de la joven. Y, acto seguido, aparecen las consabidas consignas gubernamentales que quieren salvarnos la vida matándonos, es decir, haciéndonosla imposible y más difícil de lo que es: Stay home (Quédate y púdrete en casa), Get tested (Hazte la prueba, chequéate), Book your vaccination (Reserva tu inyección letal).

 

    El mensaje terrorista ha sido autorizado por el Gobierno australiano de Canberra, como parte de su campaña de agitación y propaganda, en realidad se trata de terrorismo de Estado, pero podía ser de casi cualquier otro país del globo terráqueo, empeñados como están todos los gobiernos del signo político que sean en aterrorizar a la población en esta guerra por la gobernanza mundial que han emprendido de hacernos mal por nuestro propio bien reforzando el poder del binomio Estado y Capital.

    ¡Qué tiempos aquellos en que un periódico serio como The Times escribía en un artículo editorial en 1854 sin que nadie se rasgase las vestiduras: "We prefer to take our chance with cholera than be bullied into health" (Preferimos arriesgarnos con el cólera que ser intimidados por la salud)! Imaginemos el escándalo que supondría que dijese algún periódico ahora: Preferimos tentar a la suerte con la Covid-19 que vivir acojonados con consignas sanitarias.

Fotograma del vídeo del Gobierno australiano que incita irresponsablemente a la vacunación.

    El caso es que a uno de nuestros flamantes plumíferos académicos, Arturo Pérez-Reverte, escritor cuya obra literaria desconozco -sólo he leído de él algunos artículos en los que destaca el uso gracioso que hace del lenguaje popular y coloquial, y poco más- le ha salido la vena periodística y por lo tanto terrorista y comenta en un tuite o pío-pío de esos que saca en sus redes sociales a propósito del susodicho vídeo: “Que es muy duro el video, dicen algunos, horrorizados. Pues claro que es duro. Para eso lo hicieron los australianos, para horrorizar y concienciar a los irresponsables y los tontos. Y justo por eso debería verlo todo el mundo”.

    Subrayo dos cosas que no entiendo: cómo reconoce que los australianos -se refiere al gobierno confundiéndolo con el pueblo- hicieron el video para “horrorizar” y “concienciar”, equiparando significativamente ambos términos como si tomar conciencia de algo  supusiese estar atemorizado, “a los irresponsables y los tontos”, volviendo a equiparar dos palabras que no son equiparables. Y finalmente añade que todo el mundo debería verlo, se supone que para horrorizarse, más de lo que a estas alturas estamos ya, y concienciarse permaneciendo en su casita bien encerrado, sometiéndose a las pruebas de Reacción en Cadena a la Polimerasa y demás análisis, ahora disponibles en farmacias a módicos precios, y correr pronto a vacunarse... Olvida el insigne plumífero que si el miedo es mal consejero, como dice el dicho popular, el horror sería terrorífico.



     Aterrorizar no es forma de concienciar a nadie, pero sí de gobernar con coacción. El miedo y la mentira son las dos grandes armas del Poder para impedir vivir a la gente su vida, inculcándoles el temor a la muerte que la envenena y haciendo que, como diría el académico, se caguen por las patas abajo. De ahí que corran despavoridos a comprar papel higiénico a los supermercados agotando las existencias. Vivir con miedo, en eso consiste ser esclavos, como decía el otro.

    Imagino que nuestro flamante académico se habrá inoculado a estas alturas, y no con una sola dosis, sino con las dos reglamentarias, como el presentador de televisión que en otro pío-pío de esos confesó el otro día, compungido: “Tras haber esquivado las cuatro primeras olas. Tras haber pasado más de un año trabajando casi todos los días y sin contagios. Tras haberme vacunado de la primera y segunda dosis. Esta semana he dado positivo en Covid. Y lo que es peor, parte de mi familia también”. 


     El cociente intelectual del presentador de “Todo es mentira” no ve la relación que hay entre lo uno y lo otro. El pasado mes de junio se inyectó la primera dosis, y no fue algo privado concerniente solo a su historial médico, sino que lo retransmitió públicamente en vivo y en directo por la tele para dar ejemplo a los telespectadores. Hace poco se ha puesto la segunda dosis y ahora ¡toma virus! Me recuerda mucho a una vecina que se vacunó contra la gripe por primera vez en su vida, pilló un trancazo descomunal que estuvo a punto de arrastrarla al otro barrio, y comentó: "¡Menos mal que estaba vacunada, que si no llego a estarlo...!"  No sabemos lo que hubiera pasado si no llega a estar vacunada. Eso no lo sabe nadie, ni Dios padre. Lo que sí sabemos es lo que le pasó estándolo.

    Claro que la estúpida lógica para encefalogramas planos que hay detrás de todo esto es muy sencilla: Si la inoculación tiene efectos secundarios: “Es normal que te escueza un poco y te dé algo de fiebre y que...” Si hay contagio tras la primera dosis: "Solo tenía una dosis y no estaba inmunizado todavía". Si se contagia tras la segunda: "Es que no habían pasado dos semanas". Si ya habían pasado dos semanas: "Es que la vacuna es para que no sea grave". Si es grave: "Es que es para que no se muera". Si se muere: "Es que no protege 100%. No hay nada cien por cien definitivo”.

2 comentarios:

  1. Salvo la Covid-19, que con su insistencia exacerba la necesidad de encontrar un enemigo exterior una vez generado tanta ansiedad con el rearme estatal y el terror "mediatizado"; urge la representación de dicho enemigo y el mismo viene exigido en el guión dados los malos resultados de la orquestada y experimental intervención del gobierno y su séquito: autoridades, expertos e industria mediática, consagrados al caos y a liberar al dispositivo desplegado de cualquier responsabilidad en el fantasma de la incidencia acumulada.

    Una vez enloquecida la masa se necesita el chivo expiatorio para que ésta no se revuelva contra los que la guían y gobiernan. Y en esas están, propagando el terror mediático y levantando chivos expiatorios en esta guerra contra la población sometida a condiciones experimentales, de ahí lo atractivo de la ocasión para tanto "técnico y experto" que no soportando su ocupación por el aislamiento y parcela ción se lanzan sin más a la oportunidad de experimentar con las masas aterrorizadas.

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    1. Parece que los chivos expiatorios son los no vacunados porque son -es mentira- los que están propagando el virus, y especialmente, como siempre, los jóvenes, esos irresponsables que quieren que los viejos se mueran para vivir ellos...

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