domingo, 7 de noviembre de 2021

Prólogo a la lectura de 'Knock o El Triunfo de la Medicina' de Jules Romains.

Caer enfermo”, vieja noción que ya no se sostiene ante los datos de la ciencia actual. La salud no es más que una palabra que no habría ningún inconveniente en borrar de nuestro vocabulario. Por mi parte, sólo conozco gente más o menos víctima de enfermedades más o menos numerosas de evolución más o menos rápida (Acto II, escena III).

1.- El título de esta pieza teatral, que levantó el telón por primera vez en el Théâtre des Champs-Élysées de París el 15 de diciembre de 1923, es el nombre propio de su protagonista, el doctor Knock, un nombre sonoro de resonancia anglosajona, pues en la lengua de Shakespeare significa “golpe/golpear”, en el sentido de llamar a una puerta, por ejemplo, pero también “to knock out” quiere decir “dejar sin conocimiento”, dejar K.O. El Dr. Knock, efectivamente, dejará noqueada y fuera de combate, como veremos, a toda la población de Saint-Maurice, un pequeño pueblo ficticio de la Francia profunda cuando se instale allí como médico rural.

1.1.- Es muy probable, asimismo, que el nombre propio del doctor haya sido tomado de un personaje de la película Nosferatu, una sinfonía del horror, que Murnau estrenó en 1922, un año antes que la obra de Jules Romains. El agente inmobiliario, en efecto, que le ha vendido una casa al conde Orlock, es decir, a Nosferatu, o sea, a Drácula, se llamaba Knock, el equivalente del Renfield de la novela de Bram Stoker, en la que se basó la película. Nosferatu emprenderá un viaje desde Transilvania hasta Bremen diezmando a la tripulación del barco y llevando la peste consigo. Knock es de alguna manera el responsable de que la epidemia se cierna sobre la ciudad. En la obra teatral que nos ocupa, Knock pondrá en tratamiento bajo su control a toda la población de un pueblecito francés, ejerciendo un poder dictatorial omnímodo que se anticipa a la irrupción del nazismo y los fascismos históricos europeos. Diez años después de estrenada la obra, en efecto, muchos médicos alemanes se convertirán en férreos defensores de la pureza étnica y cómplices del nacional-socialismo, dos fetiches abstractos. 

  


2.- El subtítulo de la obra “El Triunfo de la Medicina” alude a la ceremonia de entrada solemne en la ciudad de Roma del general victorioso, quien, en este caso es, obviamente, el doctor Knock, que haciendo uso de su estrategia consigue subyugar a toda la población. No es un triunfo personal sino de la Medicina. Cuando el doctor Parpalaid, su antecesor en el cargo y médico a la antigua usanza, y el único que en las acotaciones de J. Romains figura como “doctor”, le reprocha a Knock que esté subordinando el interés del paciente al interés del médico, nuestro protagonista le reconoce que lo hace por un interés mucho mayor que el de ambos, que es el interés abstracto de la Medicina. Knock no oculta a nadie lo que quiere: “Comprenda, amigo mío, que lo que yo quiero, ante todo, es que la gente se ponga en tratamiento” (acto II, escena I). Quiere poner en tratamiento, es decir, hacer sentirse enfermo, y meter en la cama y, llegado el caso, hospitalizar a todo el mundo, objetivo que logrará en Saint-Maurice, donde toda la población estaba sana antes de su llegada, pero él, que se ha doctorado con una tesis sobre los pretendidos estados de salud, logrará que los habitantes de esa comarca descubran al enfermo que llevan dentro y que ignoraban, porque la gente que se considera sana, en realidad está enferma e ignora el mal que padece, según el axioma que él atribuye al magisterio de Claude Bernard: Las personas en buen estado de salud son enfermos que se ignoran.

3.- El nombre del autor de la pieza teatral, Jules Romains es en realidad un pseudónimo de Louis Henri Jean Farigoule (1885-1972), poeta, autor de teatro y novelista francés que fue además miembro de la Académie Française. Un cuarto de siglo después de publicada la obra, en 1949, volverá sobre el personaje creado, el pérfido doctor Knock, publicando unos supuestos “Fragmentos de la Doctrina Secreta” que J. Romains habría recogido oralmente de él, al que imagina ahora cómodamente instalado en Nueva York, convertido en una eminencia científica que trata de generalizar su experimento francés a todo el mundo... 


 4.- Knock o el Triunfo de la medicina, cuenta dentro de la literatura francesa, con una larga tradición que remonta a "El Médico a su pesar" y "El enfermo imaginario" de Molière, dos sátiras de la medicina. Pero al mismo tiempo que se inscribe  en esa corriente la trasciende, porque no se queda en una comedia satírica sino que apunta en su desenlace a la farsa trágica. Si en Molière la figura del médico se ridiculiza, en J. Romains se denuncia, además, su poder manipulador. J. Romains no critica la medicina que se practicaba entonces, como hacía Molière, sino que se anticipa a la medicina del futuro, y casi un siglo después de escrita la obra, podemos afirmar que sus intuiciones han sido confirmadas por la realidad, y aun algunas de ellas sobrepasadas con creces. Podría representarse hoy en día, cien años después de escrita, perfectamente, actualizando si se quiere la puesta en escena con mascarillas quirúrgicas, guantes asépticos, geles hidroalcohólicos y un largo etcétera, y seguiría manteniendo toda la frescura del estreno de hace cien años. La obra ha cosechado muchos éxitos en el país vecino, donde, considerada un clásico de la literatura francesa del siglo XX, es una lectura obligatoria para muchos estudiantes, lo que sin duda hace que muchos de ellos pierdan su interés por ella considerándola algo de otro tiempo, ajeno al mundo actual.

5.- Knock es el personaje central, el médico todopoderoso que manipula a los demás personajes a su antojo como si fueran sus marionetas, gracias al poder intimidador de su charlatanería pseudocientífica y a la credulidad de sus pacientes. Knock es una especie de doctor Mengele, con las manos menos ensangrentadas, pues “es partidario de la disminución de la mortalidad”, y no de la eliminación de unos pacientes que son, a la vez, sus clientes. “Considero que, a pesar de todas las tentaciones contrarias, debemos trabajar por la conservación del enfermo”, según afirma en la escena primera del primer acto, lo que revela que Knock no dejará morir a sus pacientes, pero que tampoco les curará, ya que la curación de un paciente supone la pérdida de un cliente, por lo que tratará de mantenerlos, ya que son su fuente de ingresos. Antes de examinar a uno, le pregunta sobre su situación financiera; cuanto más ricos son, más caros son sus tratamientos y consultas. Parte de una persona sana, a la que transforma en enfermo hipocondríaco asustándolo con su jerga médica y con una dieta capaz de debilitar al más fornido. Convencerá a cualquiera de que está enfermo, como la vieja zorra de la fábula convence al cuervo de que es la más bella de las aves y que la única pega que puede ponerle es que no sepa cantar, a lo cual va el cuervo, grazna y suelta el queso, que es lo que pretendía la raposa, que corre tras arrebatárselo y haberse burlado de él. Deseoso de hacer fortuna, Knock expone su moderno concepto de mercadotecnia, que consiste en crear la necesidad antes de ofrecer el producto que la satisfaga. Pero desde que Knock comienza a tener opíparos ingresos, el dinero deja de interesarle o no es lo que más le interesa, puesto que le fascina ejercer su poder sobre los demás. 


 5.1.- De los demás personajes de la obra puede afirmarse que todos pasan a ser sus comparsas, incluido su rival el doctor Parpalaid al final de la obra. Cuando emprende la tarea de hacerse cargo del consultorio del pueblo, no pretende erradicar ninguna enfermedad, sino sacar el máximo beneficio en el sentido económico del término. Los colaboradores del doctor Knock, a los que atrae tendiéndoles una tupida red con la estrategia de un arácnido, son, en orden de aparición en escena, en primer lugar el pregonero que anunciará a la población de Saint-Maurice que el nuevo doctor abrirá una consulta gratuita el día de mercado. En segundo lugar, visita al señor Bernard, el maestro del pueblo, encomendándole la pedagógica tarea de instruir a los habitantes de Saint-Maurice inculcándoles las nociones científicas de “microbios, gérmenes”, antecedentes de las modernas bacterias y virus. Se trata de que el maestro muestre la peligrosidad mortal de dichos elementos a través de sus clases, educando a los pequeños, y dando conferencias a sus mayores. Posteriormente se gana al boticario del pueblo, el señor Mousquet, que representa la industria farmacéutica, cuyos ingresos, le asegura, se dispararán con sus recetas, y finalmente a la dueña del hotel, cuyo establecimiento se transforma en una clínica que enseguida se verá desbordada.

6.- La profesión médica conserva una impronta sagrada, si no mágica, en el inconsciente colectivo, que data del remoto período en que la medicina se confundía con la religión, dado su carácter sacerdotal. No en vano en Grecia se rendía culto a Asclepio, el Esculapio latino, el dios de la Medicina. Hijo del dios Apolo, según la mayoría de las versiones, fue confiado al centauro Quirón, que le enseñó el arte médica, adquiriendo una gran habilidad hasta el punto de que podía hacer resucitar a los muertos. Asclepio, de hecho, devolvió a la vida a muchos fallecidos, cosa que Zeus no podía permitir porque desbarataba el orden del mundo que establecía una diferencia tajante entre los mortales y los inmortales, y que Asclepio burlaba con su arte, por lo que Zeus lo mató fulminándolo con un rayo. Tras su muerte fue catasterizado y convertido en la constelación del Serpentario. Los atributos de este dios suelen ser, precisamente, serpientes enrolladas en un bastón. El culto a Asclepio floreció sobre todo en Epidauro, donde se desarrolló una verdadera escuela de medicina, cuyas prácticas eran sobre todo mágicas, arte que practicaron sus descendientes, de los que el más conocido fue Hipócrates, cuyo juramento realizan los modernos médicos solemnemente todavía prometiendo “primum non nocere”, no hacer daño en primer lugar a sus pacientes si no pueden curarlos, algo que no pone en práctica nuestro protagonista. 


 7- La obra ha sido llevada al cine en varias ocasiones: He visto Knock (1951), dirigida por Guy Lefranc, francamente magistral gracias la interpretación de Louis Jouvet en el papel protagonista y a la fidelidad del guión al texto, y, la más deplorable seguramente de todas y última por ahora, El doctor de la felicidad (2017), dirigida por Lorraine Lévy, que se presenta como una adaptación de la obra y altera y falsifica esencialmente el mensaje crítico de la obra de Romains envolviendo al doctor, aquí interpretado por el actor negro Omar Sy, en una ridícula historia de amor romántica y amable.

8.- Sólo conozco dos traducciones al español, y las dos están ya descatalogadas, accesibles en algunas bibliotecas públicas y en librerías de viejo y ocasión: la más antigua, la de Natividad Massanes, publicada por Editorial Losada en 1957 en Buenos Aires, y la más reciente, la de M. Paz Sánchez del Corral publicada por Editorial Bruño en 1989, en una colección infantil y juvenil con una guía didáctica para su lectura. La traducción que presento, por mi parte, no es ni mejor ni peor que las anteriores, que he consultado y tenido en cuenta para la mía, simplemente es más accesible, subida como está a la Red y abierta a todo el que quiera leerla.

8.1.- Recojo la noticia de que en febrero de 1925 se estrenó en Madrid con gran expectación debido al éxito que había cosechado en París Knock o El triunfo de la medicina en versión de Manuel y José Linares Rivas. El propio J. Romains asistió a dicha representación, y el crítico Rafael Marquina protestó por la tergiversación del texto que según él habían hecho los traductores. Me hago eco de la anécdota de que en 1943 la obra, que se representaba en Nueva York a la sazón, fue suspendida por las protestas de las asociaciones médicas que sentían que se atacaba la dignidad de su profesión. 

 

9.- El interés de la obra radica desde mi punto de vista en que el autor no nos ha pintado a un simple estafador, al que el dinero deja de interesarle cuando ha obtenido lo suficiente, sino a alguien que sabe lo que hace, que está convencido de su misión social, un apóstol de una nueva religión que es la de la Ciencia, un visionario. A Knock, más que el dinero, le fascina el ejercicio del poder sobre los demás que le brinda su profesión. Desde el primer momento insiste en que se le llame "doctor", porque conoce bien el efecto de este título en la gente, a la que subyuga además con el poder de sus conocimientos científicos y su fuerza de persuasión, que se aprovecha de la credulidad de la gente. Sabe ser duro con los que se rebelan contra su autoridad hasta llegar a ejercer un férreo control. Al practicar la medicina, Knock encontró una forma de ejercer su poder sobre los que le rodeaban, igual que un político, un hombre de negocios o una autoridad espiritual, como él mismo reconoce: "No hay nada más verdadero, decididamente, que la medicina, quizá también la política, las finanzas y el sacerdocio, cosas que todavía no he probado."

9.1.- En nuestros días el estamento médico se ha convertido en una institución poderosa en los países desarrollados, una casta dirigente gracias al sostén de la industria mundial de la Gran Farmacia, y a organismos privados como la poderosa Organización Mundial de la Salud y gracias a los Ministerios de Sanidad de los diversos Estados. La moderna medicina preventiva, que se ha llamado medicina factual o evidence based medicine en la lengua del Imperio, ha hecho enormes progresos, pero a partir de los años 80 se ha subordinado a los intereses de la industria farmacéutica, y a la hora de hacer el balance de riesgo y beneficio, se inclina siempre hacia el beneficio económico en lugar de a la salud de la gente. La medicina promovida por el Dr. Knock, como la medicina contemporánea, subyuga a través del miedo a toda la población de Saint-Maurice, que paraliza su dinamismo vital para someterse a una vorágine de restricciones con el objetivo no de dejar de estar enfermos, sino de tratar de estar sanos. 


 9.2.- Hay un elemento en la obra de especial interés. La labor del médico consiste en diagnosticar la enfermedad oculta para llevar a los pacientes a una “existence médicale”. Knock no cura un mal del que no se es consciente, y que, por lo tanto, no se padece, sino que hace que emerja como por arte de magia y que el individuo lo asuma. Quiere extender el dominio de la medicina, para lo que es menester enfermar a todo el mundo, es decir, hacer que se tambalee su confianza en la salud que posee, metiéndose todo el mundo en la cama para no caer enfermo. Tres meses después de su llegada a Saint-Maurice todo está “impregnado de medicina, recorrido por el fuego subterráneo de nuestra arte”, como le confiesa al doctor Parpalaid. Knock, más que una medicina preventiva, practica una medicina anticipativa, que en lugar de prevenir la enfermedad, la inventa y la fabrica. Se invierte el proceso curativo: no se espera a sufrir una dolencia para tratarse, se trata uno para no caer enfermo. Cualquiera, por muy buen estado de salud que presente, puede albergar en el repliegue menos pensado de su organismo “trillions de bacilles de la dernière virulence capables d’infecter un département”. La posibilidad de no tener síntomas pero ser portador de un peligrosísimo y contagiosísimo virus está en la mente de todos los lectores modernos. La medicina ha progresado tanto en nuestros días que todos estamos enfermos. Por precaución. Por anticipación. Eso justifica la actuación de las autoridades sanitarias. En cada pequeña dolencia o afección encontramos síntomas preocupantes: fatiga, problemas respiratorios, fiebre, pérdida del gusto y del olfato, insomnio, tos... Ni siquiera la ausencia de síntomas garantiza que uno esté sano. Knock hace de la medicina una nueva religión y objeto de culto. La obra resultaría cómica si sus personajes, crédulos, fuesen meros enfermos hipocondríacos que temen males imaginarios, pero al final resulta sarcástica porque sus personajes somos nosotros mismos, el público lector y espectador.

9.3.- En una entrada anterior de El arcón donde cabe todo, en 'El triunfo perverso del doctor Knock', me ocupé ya de la obra teatral, por lo que el piadoso lector debe disculparme si algunas de las cosas dichas allí las halla aquí ahora repetidas. También en otra página hice la presentación de los 'Fragmentos de la Doctrina Secreta' del doctor Knock, que pueden leerse en este enlace con las litografías ilustrativas de Paul Colin, donde J. Romains reflexiona sobre la iatrocracia, o gobierno de la casta médica, universal y la vacuna antitanática, que libraría a la humanidad de la muerte, como complemento de la obra teatral.

10.- En el año 2021 en que escribo estas líneas todos nos hemos convertido queriendo o sin querer en habitantes de Saint-Maurice, prisioneros de esa ficción; incluso el doctor Parpalaid, representante de la vieja medicina curativa, acabará finalmente atrapado en las redes del pérfido Knock. La farsa trágica que escribió J. Romains es nuestro drama actual. El interés de esta obra hoy es la denuncia de tiranía médica o, mejor dicho, de la dictadura sanitaria que se ha apoderado de nuestro mundo, en la que todos los gobiernos, sea cual sea su signo político, se han empeñado so pretexto de salvar la vida, ese fetiche abstracto, de sus súbditos. La Luz Médica que ilumina el escenario al final de la obra nos deslumbra y nos ciega a los lectores y a los espectadores. 

La obra puede leerse clicando sobre esta imagen.

sábado, 6 de noviembre de 2021

Mensajes en una botella

Arranca la Cumbre del Clima de Glasgow, última esperanza, según la prensa del Régimen, para salvar la Tierra evitando el recalentamiento desastroso del planeta. 
 
Igual que se nos ha hecho responsables personalmente de la crisis sanitaria a los ciudadanos, quieren responsabilizarnos ahora de la crisis climática inminente. 
 

 
'Homo fit, non nascitur' (Uno no nace hombre, se hace hombre), dijo Erasmo. Simone de Beauvoir se lo aplicó a la mujer. También habría que aplicárselo al varón. 
 
Hay quienes se preguntan ingenuamente por qué las clases populares desfavorecidas votan a la derecha y no se les ocurre cuestionarse simplemente por qué votan. 
 
Desde que la Ciencia con mayúscula en versión vulgata reemplazó la autoridad de los libros sagrados, la fe en el «progreso» ocupa el vacío que dejó la religión. 
 
 
 
Lo peor de adherirse a la religión del progreso es que su culto nos empuja al mayor de los sacrificios: la inmolación del presente en aras del futuro porvenir. 
 
Mundus uolt decipi, ergo decipiatur. Sentencia latina que aunque no es antigua es ya un clásico: el mundo quiere ser engañado, así que sea engañado por lo tanto. 
 
Cuando se trata de dinero, todo el mundo, a pesar de profesar distintas confesiones o ninguna, creyente o no, como escribe Voltaire, practica la misma religión.
 
 
 
La historia de la mujer de Lot petrificada en sal al volver la vista atrás prohíbe la nostalgia y obliga a mirar siempre adelante sin retroceder, con orejeras. 
 
Quien se libera de la tiranía opresiva de la tradición no se libra por eso mismo de toda influencia, ya que suele suceder que caiga en la dictadura de la moda. 
 
Hay una cultura “rebelde” basada en la sagrada trinidad de sexo, drogas y rocanrol, que es uno de los pilares principales de sumisión al capitalismo consumista. 
 
El intelectual disidente controlado de moda no denuncia que empresas y gobiernos se apropien de nuestros datos y almas, sino que hagan un uso de ellos indebido. 
 
 
 
Los antiguos griegos vieron la relación entre la propiedad, que es un robo, el comercio y la comunicación, en Hermes, dios de ladrones, mercaderes y mensajero. 
 
Un síntoma asaz grotesco de la infantilización humana a la que asistimos es la sustitución de las palabras «padre» y «madre» por «papá» y «mamá» de los adultos. 
 
El control vertical de los súbditos por el Estado en la actual crisis sanitaria ha delegado sus funciones en la vigilancia horizontal de los unos por los otros.

viernes, 5 de noviembre de 2021

¿De qué lado está Dios?

    Roger de Rabutin (1618-1693), conde de Bussy,  en una carta al conde de Limoges fechada el 18 de octubre de 1677,  escribió:  Dieu est d'ordinaire pour les gros escadrons contre les petits: (Dios suele estar a favor de los grandes escuadrones contra los pequeños). La idea que subyace detrás de esta cita es que la mayoría (les gros escadrons) siempre vence a la minoría (les petits) porque es numéricamente superior, y eso Dios lo aprueba, sin entrar en qué partido, bando o batallón es cualitativa- o moralmente mejor.


    Ya antes que él, Tito Livio había dejado escrito que la mayoría casi siempre vencía a la, por así decirlo, mejoría, sin achacárselo especialmente a la voluntad de la divina Providencia como hacía el conde de Bussy: “sed, ut plerumque fit, maior pars meliorem uicit” (Livio, XXI, 4, 1): Pero, como casi siempre pasa, la mayor parte venció a la mejor. Livio lo dijo a propósito de las guerras púnicas, cuando los aristócratas cartagineses, capitaneados por Hannón (o Anón), que para nuestro historiador representaba la mejor parte porque era la nobleza cartaginesa y defendía la paz con los romanos, se opusieron a que Aníbal, aclamado general con el griterío unánime del fervor popular, sucediera a Asdrúbal, conscientes de que esa chispa (paruus hic ignis) podría provocar un gran incendio (incendium ingens). Anón (o Hannón), que quería la paz con los romanos, no veía bien el nombramiento de Aníbal, que contaba con el apoyo del partido de los Barca y de la mayoría. Así traduce José Antonio Villar Vidal el pasaje: “Pocos, pero prácticamente los mejores se mostraban de acuerdo con Hannón, pero como ocurre las más de las veces, la cantidad se impuso a la calidad”.  (Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación, Biblioteca Básica Gredos, Madrid 2001).    
 
Marco Porcio Catón leyendo el Fedón antes de darse muerte, J.-Baptiste Roman (1840)

      Pero llegamos enseguida a Lucano que en su poema épico Farsalia canta a Pompeyo, al que denomina las más de las veces por su sobrenombre Magno, derrotado en la guerra civil por su rival Julio César, y a uno de sus partidarios, a Catón, que cuando recibió la noticia de la victoria de César se quitó la vida. Lucano le dedica entonces un hexámetro que es un magnífico epitafio: Victrix causa deis placuit, sed uicta Catoni (Plugo a los dioses razón vencedora, a Catón la vencida) del que se suele decir que el poeta parangona a Catón con los propios dioses, pero del que don Miguel de Unamuno, que también se complacía en la defensa de las causas perdidas, comenta, viendo en él la quintaesencia del quijotismo: “Aquí tenemos a Catón por encima de los dioses. Catón de Útica, eterno modelo de hombre. De hombre, no de sobre-hombre, ¡no! sino de hombre”. En el verso de Lucano se ve claramente cómo los dioses se complacen con la causa vencedora, otorgándole de hecho la victoria, pero frente a la consideración de que lo que ha triunfado es mejor que lo que ha sido derrotado por el hecho de haber triunfado se rebela el sabio estoico, cuya dignidad se contrapone a la de los dioses: su razón, aunque haya sido derrotada por la fuerza de los hechos, y aunque le complazca al cielo, es moralmente superior a la otra, a la ganadora. La causa vencedora fue la de César, la vencida, es decir la de Pompeyo, fue la de Catón, que continuó luchando en defensa de la república contra el proyecto dictatorial de César, y que tras la victoria de este en la batalla de Tapso se quitó la vida. El verso de Lucano exalta la elección de quien se mantiene firme en la defensa de sus valores incluso cuando el curso de la historia se opone a ellos. 
 
La batalla de Guadalete, Salvador Martínez Cubells (1845-1914)
 
    La célebre redondilla castellana anónima y popular que citábamos el otro día basada probablemente en la batalla de Guadalete entre moros y cristianos en el año 711, en la que el rey godo Rodrigo fue derrotado y perdió probablemente la vida, lo que supuso el fin del reino visigodo en la península ibérica, recoge la misma idea: Vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos, / que Dios ayuda a los malos / cuando son más que los buenos, o con la variante en los dos últimos versos (arrancando en el primero con "llegaron" en lugar de "vinieron"): que Dios bendice a los moros, / si son más que los cristianos".

    A diferencia de Roger de Rabutin, que afirmaba que Dios estaba "d'ordinnaire" a favor de los grandes escuadrones, pero no necesariamente siempre, dejando abierta la posibilidad contraria, y de Tito Livio que decía que la mayoría de las veces, pero no todas, la mayor parte vencía a la mejor, la redondilla castellana basada en un hecho histórico, al igual que el verso de Lucano, concluye que la divina Providencia está siempre con la mayoría, que no es la mejor parte sin embargo.
 
    La protesta de todas las causas vencidas suele ser, por eso mismo, una blasfemia contra la realidad de los hechos, como en la lengua popular española "Me cago en Dios", que ordinariamente se pronuncia "cagüendiós".

jueves, 4 de noviembre de 2021

Refranes populares españoles anticlericales

    Sorprende que el pueblo español, tan católico como se suele decir que es, haya creado proverbios tan poco católicos como: "Fíate de la Virgen y no corras". Viene a decir este refrán que en los peores lances de nuestra vida debe uno fiarse más del propio esfuerzo que no de las instancias superiores de la divina providencia, en este caso de la Virgen María, que es la madre del cordero, o sea de Jesucristo, es decir del mismísimo Dios,  y de toda la humanidad doliente.  
    Pero hay muchos más refranes auténticamente populares, heréticos y blasfemos, generalmente anónimos en nuestro refranero que cuestionan la figura de Dios, tanto su omnipotencia como su bondad, y, por supuesto, la de su iglesia católica, apostólica y romana, con todos sus clérigos y ministros dentro. Del amplio repertorio escojo al azar algunos botones como muestra que, como veréis, tienen su gracia:

Cosas hace Dios cada día que el Diablo no las haría.

Cuesta abajo, ayudan todos los santos; cuesta arriba, ni Dios ni Santa María.

Dios y el cucho pueden mucho.  
Variante: Dios puede mucho; pero puede más el cucho (el abono, o sea, la mierda, que no deja de ser según la interpretación freudiana una metáfora del dinero).

Lo bueno, Dios lo lleva; y lo malo, acá se queda.

Todo es como Dios quiere, mas no como debe.

El que quiera ver por dentro de un cristiano, que mate a un marrano.


Quien a Roma fue, perdió la Fe.

Beatas, el Diablo las desata.  
Variante: Las beatas tienen el Diablo entre las patas.

Ir romera y volver ramera.  
Variantes: Muchas van en romería que paran en ramería.
-Muchas van romeras que vuelven rameras.
-Romerías, ramerías.
-Romerías y ramerías van por una vía. 
(Más que un juego de palabras “romera”/”ramera”, hay que decir que “romeras” son las que se ponen literalmente en peregrinación para ir a Roma, es decir, las que van a alguna festividad religiosa, que eso eran las romerías por estos pagos en otros tiempos; y claro iban en plan vírgenes beatas y volvían desvirginadas).

La cruz en los pechos y el Diablo en los hechos.

Ayunen los santos, que no tienen tripas.

Cerca de la Iglesia, lejos de Dios.

Muchos que santos tragan, diablos cagan.  
Variante: Tragasantos, cagadiablos.

Abad que fue monacillo (es decir, monaguillo), bien sabe quién se bebe el vinillo.  
Variante: El que fue monacillo, y después abad, sabe lo que hacen los mozos tras del altar. 
(La variante de este refrán deja el campo abierto a otras muchas insinuaciones, no sólo a beberse el vino consagrado, sino quizá también a comerse las hostias sobrantes remojadas en él, sin haber confesado previamente, lo que no deja de ser un sacrilegio. Y una vez puestos y desinhibidos gracias al poder de la sangre de Cristo, quién sabe a qué otros  menesteres se entregaría el carcamal del sacerdote con el monaguillo en la intimidad de la sacristía a la hora de desvestirse tras la santa misa, cuando ya se había quedado vacía la iglesia).

  Detrás de la Cruz, el Diablo.

No es el Diablo tan feo como le pinta el miedo.
 
Y no podía faltar esta célebre redondilla, anónima y popular,  en este repertorio,  sobre el bando en el que está Dios, siempre con la mayoría, no con la mejoría o mejor parte, porque esta suele estar en minoría,  basada en la batalla de Guadalete (711 d. de C.) entre moros y cristianos:

Vinieron los sarracenos
 y nos molieron a palos, 
 que Dios ayuda a los malos 
 cuando son más que los buenos.

Variante: Llegaron los sarracenos
 y nos molieron a palos, 
 que Dios bendice a los moros
 si son más que los cristianos.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Hechos, no probabilidades

    Cuando muere de repente un joven 'en buen estado de salud', es decir, sin ningún antecedente conocido hasta la fecha, al muy poco tiempo de haber recibido un pinchazo de la vacuna contra la enfermedad del virus coronado, y estar oficialmente inmunizado; cuando muere un joven que, prestándose voluntaria- y desinteresadamente a la inoculación,  pretendía salvar su vida y la de los demás, se dice que no hay por qué establecer una relación de causa a efecto entre lo uno y lo otro, que puede tratarse de una casualidad y no necesariamente de causalidad, con lo que la sedicente vacuna queda exonerada de toda responsabilidad, como ya están exentos los laboratorios que la crearon. Es cierto: no hay por qué caer en la falacia del 'post hoc ergo propter hoc' creyendo que lo que sucede antes es causa siempre de lo que viene después, que pasa así a ser su consecuencia.

    Los efectos clínicos adversos posteriores a la vacunación registrados podrían ser, en efecto,  casualidades, y no causalidades. Podrían en realidad  deberse a otros factores. Pero hay que tener en cuenta un criterio no poco importante, que es el tiempo transcurrido entre la inyección salvífica y la presentación del cuadro clínico adverso y contraproducente. Si vemos que el número de efectos adversos (por ejemplo infartos de miocardio e ictus) aumenta considerablemente en los primeros días posteriores a la inoculación y luego declina, parece una señal de que podría estar causalmente relacionado.

Centro de vacunación en Transilvania (Rumanía), castillo del conde Drácula.

    Pero esa misma lógica que no quiere buscar la causa porque no cree en ella y no quiere responsabilidades,  que sirve para salvar la maltrecha reputación de las vacunas, no se aplica en el sentido contrario: si no es la causa de la muerte, ¿hemos de suponer que es la causa de que la inmensa mayoría de los que se han inoculado, como predican los gobiernos y los medios a su servicio, haya salvado el pellejo y siga con vida a fecha de hoy?

    El presidente del gobierno español, por ejemplo, llegó a afirmar que gracias a las medidas draconianas que impuso su gobierno en plena pandemia (encierros, toques de queda, cuarentenas, mascarillas quirúrgicas, distancias personales, prohibición de reunirse personas no convivientes...) y que luego han sido consideradas anticonstitucionales porque se aplicó el “estado de alarma” y no el “estado de excepción” previsto en la constitución, se habían salvado doscientas mil vidas en nuestro país: una hipótesis indemostrable que se basa en un a todas luces exagerado e interesadamente improbable cálculo de probabilidades que se justificaba porque las medidas salvaban vidas que de lo contrario habrían peligrado.

 

    La vacunación de la población, la censura mediática y la imposición de un nuevo documento de identidad que demuestre que uno ha recibido la pauta completa de vacunación para poder hacer ciertas cosas que antes hacía sin ningún problema y que van, según los sitios, desde tomarse un café en un bar hasta poder trabajar, recibir un trasplante o viajar han creado una doble ciudadanía: ciudadanos de primera clase que pueden hacer esas cosas porque han recibido la gracia divina de la bendita inoculación y ciudadanos de segunda clase o capitidisminuidos, que deberían tener la decencia de segregarse de la comunidad voluntariamente, según Noam Chosmky, o ser recluidos como si de prisioneros se tratara porque son peligrosos para la comunidad: de hecho son el enemigo público número uno: el peor terrorista habido y por haber. 

 

    Si una persona se ha vacunado -y lo han hecho cientos de millones en todo el mundo- ¿ha salvado por eso su vida? ¿Es la vacuna la causa de que siga con vida y no se haya muerto de la misteriosa enfermedad contagiosa? ¿Cómo sabemos que la vacuna ha impedido que contraiga la enfermedad y que se vaya al otro barrio? Es más, cada vez hay más personas vacunadas que contraen la enfermedad. Se dice que es lógico (?) porque cada vez son más los vacunados, y no solamente son más, sino que son la mayoría aplastante de los que contraen la supuesta enfermedad o síndrome del virus coronado, y la mayoría los que se mueren supuestamente de él, y que en todo caso contraen la enfermedad en forma leve, casi sin síntomas, y que si no lo hubieran hecho, enfermarían gravemente y se pondrían al cabo de la muerte... Pero no lo sabemos. Reconozcamos que la hipótesis de que la vacuna salva vidas es indemostrable porque no sabemos qué hubiera sido de las personas que se han vacunado si no lo hubieran hecho. Sí sabemos, sin embargo, que algunos que sí lo hicieron han enfermado gravemente al poco tiempo y han muerto. Y no sólo algunos, sino muchos, demasiados ya, son los que enfermaron gravemente y fallecieron. Y eso son hechos con los que hay que contar y de los que hay que dar cuenta, no probabilidades indemostrables.

martes, 2 de noviembre de 2021

Entrada a la lírica popular femenina

-Madre mía, cáseme, 
que me pica el chiriví. 
-Hija mía, ráscale (*), 
que también me pica a mí. 
 
 *variante: Si te pica, ráscate. 
 
Se trata de un diálogo entre una madre y una hija. La hija le pide a la madre que le busque marido porque tiene calenturas, a lo que esta le contesta que se procure satisfacción a sí misma porque ella, que está casada, se supone aunque podría estar viuda igualmente,  tiene el mismo problema, lo que implica que el matrimonio no es la solución del mal que ambas padecen. Para algo tan sencillo como el deseo sexual no es necesario buscar un remedio institucional como el matrimonio, que a la larga puede ser más problemático que resolutivo: a pequeños problemas no deben buscarse grandes remedios cuando hay soluciones más sencillas al alcance de la mano. Tiene bastante la coplilla de protesta femenina contra el matrimonio en la respuesta desengañada de la madre. 
 
En cuanto al lenguaje de esta cuarteta anónima de la tradición oral, destaca el término, no documentado por otra parte, “chiriví”, de carácter más bien expresivo, que alude al coño. En cuanto a la estrofa, se trata de una cuarteta con rima abab, formada por cuatro octosílabos, o más exactamente heptasílabos oxítonos. Bien es verdad que los versos primero y tercero acaban en palabra proparoxítona (cáseme, ráscale), pero no por ello se consideran hexasílabos, ya que se pronuncian (casemé, rascaté) con un acento secundario que determina el ritmo, que es el de un dímetro trocaico cataléctico, por lo que funcionan como oxítonos. 
 
 
Una variante asturiana presenta el mismo diálogo entre la madre y la hija (la “fía” en bable), con la aparición del diminutivo “paxarín”, el pajarito, como metáfora afectiva para referirse al coño: “–Madre, you quiero casame / que me pica el paxarín. / –¡Arráscalo, fia del alma, / que tamién me pica a mí!” 
 
Nos encontramos, en ambos casos, ante una preciosa supervivencia de una canción que era ya conocida en el siglo XVI,  que fue glosada en el Cancionero del Bachiller Jhoan López. La versión que allí se recoge dice así: Madre, la mi madre, / que me come el quiquiriquí. / Ráscatele, hija, y calla, / que también me pica a mí. Y a continuación se glosa del siguiente modo: –Madre, no sé que me ha dado / que no lo puedo sufrir, / deste mal he de morir / si no es presto remediado; / nunca por nadie ha pasado / tanto mal como por mí. / –Ráscatele hija. / –¿Qué m’aprovecha el rascar / que más lo hago encender? / Otra cosa es menester / para haberle de curar, / y no se ha de dilatar / porque estoy fuera de mí. / Dadme otro medio mejor; / dejémonos de esas cosas: / las uñas son enconosas / y acrecientan el dolor; / dadme otro rascador / cual convenga para mí. 
 
En esta otra variante la hija desesperada le pide a la madre que le procure un novio no el matrimonio, y recibe de la madre una respuesta más deslenguada: -Madre, me busque usté un novio / que me pica el chapirí. / -Cállate, hija del demonio, / también me pican a mí / los cuatro pelos del coño.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Refranero popular castellano latinizado de don Juan de Iriarte (y II)

También versificó don Juan de Iriarte algunos refranes castellanos en impecables dísticos elegíacos de hexámetro y pentámetro dactílicos, a modo de epigramas, entre los que destaco los siguientes:


Retrato alegórico de Juan de Iriarte 

Caballo que ha de ir a la guerra, 
no le come el lobo ni le aborta la yegua. 
 
Quisquis equus bellum debet periturus adire,
nec lupus hunc mandit,     hunc nec abortat equa.

oOo

El gaitero de Bujalance, 
un maravedí porque empiece, y diez porque acabe.
 
Unum tibicen malus, ut canat, accipit assem; 
at canere ut cesset     postulat ille decem.
 
oOo

El mozo por no saber, y el viejo por no poder, 
dejan las cosas perder.
 
Perdere cuncta solent pariter iuuenisque senexque,
quo rudis est iuuenis    inualidusque senex.

 Quien a médicos no cata / o escapa o Dios lo mata, / quien a ellos se ha entregado, / un verdugo y bien pagado.
 
Qui medicum uitat sanatur, obitue benigne;
qui uocat, is carum    uolt sibi carnificem.
 
 oOo

Pasó Pudiste, vino Querrás; entonces no quisiste, ahora no podrás.
 
Posse abiit, iam Velle uenit; cum posse licebat, 
nolueras, cum uis    iam nihil ipse potes. 
 
oOo

Pon lo tuyo en concejo: uno dirá que es blanco, otro que es bermejo.
 
Consilio rem, Prisce, tuam propone uidendam:
dixerit hic albam,     dixerit ille rubram.
 
oOo

Cuando lo busco nunca lo veo; 
cuando no lo busco, hételo aquí luego.
 
Nusquam repperio, quaeram licet undique, Sextum:
cum minime quaero,     tum mihi Sextus adest.

domingo, 31 de octubre de 2021

¿Chochea Noam Chomsky?

    No se puede negar que Noam Chomsky  es uno de los mayores intelectuales de la izquierda americana. Como lingüista, su gramática generativa y transformativa, mejor que 'transformacional' como se 'tradujo' entre nosotros generative and transformational grammar,  y su distinción entre la estructura superficial y la profunda de la frase han caído ya en el olvido. Él, sin embargo, ha sido uno de los críticos más implacables de las guerras llevadas a cabo por el Imperio en el mundo entero, es decir, de la política internacional de los Estados Unidos.

    Aunque estemos de acuerdo con él en sus críticas, no podemos estarlo  en sus adhesiones: ha apoyado los movimientos socialistas autoritarios sudamericanos y nacionalismos emergentes independentistas tales como el escocés y el catalán, entre nosotros, lo que no se entiende muy bien en alguien que se ha definido a veces como afín al movimiento libertario, esencialmente antinacionalista. Su crítica desde un punto de vista ácrata tiene valor en cuanto negativa, pero queda desautorizada totalmente desde el momento en que se hace positiva y favorable a movimientos como los citados que pretenden un cambio cosmético del mundo para que todo siga igual al fin y a la postre. 

Noam Chomsky (1928-...)
  
    El caso es que últimamente ha hecho unas declaraciones a favor del aislamiento de las personas que han rechazado la vacuna contra el virus coronado porque son, dice él, un peligro para la comunidad, afirmación gratuita sin ninguna evidencia científica cuando comienza a vislumbrarse que el auténtico peligro pueden constituirlo, antes bien, los que se han inoculado la proteían vírica y están favoreciendo la aparición de variantes del virus coronado. Ya antes se mostró poco crítico con las derivas que tomaron la mayoría de los gobiernos del mundo, y apoyó los encierros, el uso de las mascarillas, y todas las medidas que la élite imponía a toda la población. Algunos han pensado que chochea con los noventa y tantos años que tiene a sus espaldas, y que, como suele decirse, ha naufragado en la vejez, pero en realidad su opinión no está nada lejos de la opinión de la clase dominante y casta a la que siempre ha pertenecido en su versión de izquierda sistémica dentro del Instituto Tecnológico de Masachuses (MIT, acrónimo del Massachusetts Institute of Technology).

    En unas recientes declaraciones, en efecto, del 24 de octubre afirma que los que rechazan la vacuna son como los conductores que no respetan el código de circulación y se saltan un semáforo en rojo poniendo en peligro su vida y la de los demás. La única actitud conveniente, según él, es apartarlos de la comunidad, y que si no lo hacen voluntariamente hay que obligarles a hacerlo: They should have the decency to remove themselves from the community. If they refuse to do that, then measures have to be taken to safeguard the community from them. 

    Cuando el entrevistador le pregunta qué habría que hacer para alimentar a estas personas aisladas del resto, Chosmky, ni corto ni perezoso, responde en primer lugar que ese es su problema: Well, that’s actually their problem, y añade poco después, que habría que darles de comer como se les da a los prisioneros en la cárcel, con lo que se muestra como lo que es: no como un antiautoritario, sino como un firme y convencido partidario de la actual dictadura sanitaria globalizada y del apartheid que crea una clase de ciudadanos capitidisminuidos que han perdido su estatus anterior y ven ahora mermados sus derechos.

    Extraña esta opinión en alguien que se ha mostrado como él muy lúcido y crítico con la política del Imperio durante las últimas décadas, y que se ha proclamado muchas veces heredero del socialismo y del anarquismo clásicos. Pero era mentira, el anarquismo y socialismo decimonónicos eran antiparlamentarios y contrarios a la (pseudo)democracia representativa que padecemos, por lo que han estado fuera de la clasificación derecha/izquierda, que son las dos alas de la oligarquía capitalista que surgió de la revolución francesa y burguesa de 1789.

    No hace falta decir que los que actualmente se llaman socialistas y comunistas, y en general progresistas, como el sedicente 'gobierno de progreso' español, sirven tan bien como las derechas y aun mejor que estas al sistema capitalista que los nutre porque lo hacen solapadamente.

    Noam Chomsky no es un antisistema, sino todo lo contrario: un santón prosistema. No chochea. Cualquiera que escuche su entrevista, entiende que sus opiniones son coherentes con lo que siempre ha defendido. Y para algunos el de Chomsky es otro mito más que se derrumba. 

sábado, 30 de octubre de 2021

Refranero popular castellano latinizado de don Juan de Iriarte (I)

    De don Juan de Iriarte, el tío del célebre fabulista don Tomás de Iriarte, conservamos un manojo de refranes del acervo popular castellano que él versificó en latín; ofrezco aquí en esta primera entrega una pequeña pero no por ello poco significativa muestra de aquellos decires del pueblo castellano que me parece que mejor recogen esa sabiduría popular que es el escepticismo que pone en solfa y en duda todos los saberes. Iriarte convierte las diecinueve paremias castellanas elegidas en un hexámetro dactílico de perfecta factura cada una

Al que de miedo se murió, cagajones le hacen la sepultura. 
Cui timor interitum, merdae fecere sepulcrum. 

A quien no está hecho a bragas, las costuras le hacen llagas. 
Aspera inassuetas laedunt femoralia carnes. 

 ¿Adónde irá el buey que no are? 
 Bos ubinam, quocumque migret, uitabit aratrum?


El buey traba del arado, mas no de su grado. 
Bos equidem terrae, at non sponte, infigit aratrum.

El corcobado no ve su corcoba, sino la ajena.
Aspicit alterius sed non sua tubera gibber.

El pez que busca el anzuelo busca su duelo.
Hamum qui captat, captat sua funera piscis.

El que no duda no sabe cosa alguna.
Qui nullus dubitat, rem nullam, credito, callet.

En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. 
Hic ueteres annus uacuos uidet alite nidos. 

Ese es rey, que no vio rey.
Regia qui nunquam uidit diademata, rex est.

La cárcel y la cuaresma para los pobres es hecha.
Pauperibus carcer et quadragesima nata est. 

Más hiere mala palabra que espada afilada.
Vox male dicentis gladio plus saeuit acuto.

Mudanza de tiempos, bordón de necios.
Maxima stultorum spes est mutatio rerum.

No hay mal que por bien no venga.
Nil uenit aduersum quod non in prospera cedat.

Para ser puta y no ganar nada, más vale ser mujer honrada.
Praestiterit castam, quam gratis uiuere moecham.


Por miedo de gorriones no se dejan de sembrar cañamones.
Cannabis haud unquam satui gula passeris obstat.

Por tu ley, y por tu rey y por tu grey, y por lo tuyo morirás.
Pro sacris, pro rege mori fas est, pro gregre, pro re.

Quien a otro sirve no es libre.
Qui famulatur hero, non est, mihi credite, liber.

Quien canta sus males espanta.
Qui canit, ipse suo fugat infortunia cantu.

Uno y ninguno, todo es uno.
Unus homo et nullus numero censetur eodem.