domingo, 31 de agosto de 2025

Votar a los dieciséis

"Son lo suficientemente mayores para trabajar y pagar impuestos y, si contribuyen, deben tener voz [a la hora de elegir a los representantes que decidan por ellos] en cómo se invierte su dinero". Si contribuyen, deben tener voz y voto. Y si votan contribuyen a la democracia. Eso y no otra cosa es la política: inversión  del dinero. Así defendió recientemente el primer ministro británico, la reforma de la ley electoral anunciada por su gabinete hace unas semanas. Por primera vez, los jóvenes británicos de 16 y 17 años podrán acudir a los colegios electorales a depositar su voto en las urnas, cosa que ya hacían en comicios regionales de Gales y Escocia, y que ahora se amplía a todo el Reino Unido de la Gran Bretaña, donde la participación no llegó a alcanzar en las últimas elecciones el 60% del pueblo convertido en electorado. 
 
El rey-no de las Españas va, aunque en esa misma dirección, rezagado todavía. Aquí los dieciséis- y diecisieteañeros pueden trabajar, pueden cotizar, pueden contribuir a las pensiones, pueden asumir responsabilidades penales como ir a la cárcel… pero todavía no pueden votar. Pero el asunto está en la agenda ministerial.
 
 
Los argumentos que se esgrimen a favor de que voten son que muchas de las personas que actualmente van a depositar la papeleta, dada su provecta edad, ni siquiera vivirán las consecuencias de las políticas que votan, por lo que el voto juvenil se torna imprescindible para construir el trampantojo del futuro.
 
La medida trata de beneficiar a la democracia, es decir, a la definición de “demo”, rebajando la mayoría de edad a los dieciséis años, aunque podría discutirse una mayor rebaja, incluyendo a los catorce- y quinceañeros, por ejemplo, a los que habría que adoctrinar políticamente -ya se encarga de eso el nuevo servicio militar que es la Educación Secundaria Obligatoria- para que ejercieran ese derecho. 
 
En 1931 había muchos hombres y mujeres que no creían en el voto femenino, cuando las mujeres no tenían reconocido ese derecho, pero no por eso dejó de reconocérseles. E Incluso había muchas mujeres de izquierdas como las diputadas Margarita Nelken o Victoria Kent (porque la mujer tenía sufragio pasivo, es decir podía ser elegida pero no elegir) que se opusieron al sufragio activo femenino porque consideraban que el voto femenino, muy influenciado por la Iglesia, iba a escorarse a la derecha. 
 
Voto femenino, portada de ABC de 1933
 
Estos jóvenes, dicen algunos detractores, que no faltan, todavía no han “diseñado su proyecto de vida”, son inmaduros por lo que no saben aún lo que quieren. Pero puede dársele la vuelta a este argumento, dicen los defensores: rebajar la edad de voto podría ayudarles a madurar antes. Muchos votarían, según las encuestas, a la extrema derecha... Pero, claro está, no puede cuestionarse la concesión de un derecho en función del beneficio electoral en clave de partido político o ideología. 
 
Reducir la edad de voto a los dieciséis añadiría casi un millón más de votantes al electorado  y haría que los partidos políticos se preocuparan más de este 'nicho de mercado', corroborando la salud del sistema democrático. Muchos adolescentes no apoyan la democracia como sistema político. Por tanto, es necesario mejorar los canales de participación para reenganchar a esos jóvenes y hacerlos adictos al sistema político y económico vigente en el que están inmersos. 

Ampliar el derecho a voto, recalcan los expertos, mejoraría, además, la práctica democrática: un joven que empieza a votar pronto y se ejercita en ello tiene más probabilidades de continuar haciéndolo durante el resto de su vida, con lo que se combatiría la desafección creciente hacia la clase política y el también creciente abstencionismo electoral. Se lograría, además, la politización y por lo tanto la polarización izquierda/derecha que tan útil le resulta al capitalismo democrático de los jóvenes (o de las personas jóvenes, como prefieren decir los políticamente corregidos). 
 
Los jóvenes son tan responsables o irresponsables como los adultos para formar sus propias ideas y para decidir si votan o no votan, y en el primer caso para decidir en qué urna o papelera de qué partido depositan su sufragio.
  

sábado, 30 de agosto de 2025

Las alas del Querubín

Alain de l´Isle, Alain de Lille o Alanus de Insulis, que de las tres formas se le conoce, es un teólogo y poeta católico francés del siglo XII que compuso entre otras cosas un opúsculo titulado "De sex alis Cherubim". Sex es el nombre del número seis en latín, de modo que el título no tiene nada que ver con el sexo, que se decía "sexus" en esa lengua, y porque además los querubines, como ángeles que son, los segundos de los coros celestiales por debajo sólo de los serafines, no tenían sexo -ni consiguientemente género tampoco-, por lo que no vamos a discutir si eran machos, hembras o hermafroditas ni podían tener por tanto sexuales apetencias. 
 
Da a entender el autor en él lo que ya se deduce de su título: que los querubines tenían tres pares de alas.  El tratado describe una por una las seis simbólicas alas y enumera sus virtuosas y no menos significativas plumas. Todas las alas, por otra parte, tienen cinco plumas, como si fueran los dedos de una mano. 
 
No voy a cansar al sufrido lector hablándole de las seis alas y de las treinta plumas con las que el querubín recubre su desnudez primigenia, sino sólo de una, de la tercera de las alas. Resulta que esta tercera ala es la que representa la pureza de la carne, que puede ser contaminada por la lujuria, y envenenar los cinco sentidos de lascivia. Despojémosla de sus cinco plumas, desplumémosla. 
La primera pluma recubre simbólicamente la tentación del sentido de la vista: hay que evitar, dice el opúsculo cristiano, que el ojo (se supone que del varón) codicie a la mujer. ¿Y si el ojo del varón codicia al varón? ¿Y si el ojo de la mujer codicia al varón? ¿Serán santos por no desear a la mujer?

La segunda trata de salvaguardar la castidad del oído: no debemos dejarnos seducir por músicas celestiales, por palabras dulces como la miel pero llenas a veces de obscenidades y de blasfemias venenosas contra las sagradas creencias. Hemos de evitar los cantos de las sirenas que nos invitan al naufragio. Así que según el tratado debemos taparnos los oídos para no pecar: oídos castos, oídos sordos.

La tercera pluma quiere protegernos de la sensualidad del olfato evitando los perfumes y los aromas demasiado sensitivos, el almizcle que incita al abandono del deseo, tratando de que creamos que lo bueno es malo, y que las quintaesencias más refinadas de Arabia son hedores pestilentes de cloaca. Pero sabemos que eso es mentira. 

Querubín místico
La cuarta pluma quiere que evitemos darle gusto al gusto, valga la paradoja, que huyamos de la gula y de la satisfacción del vientre, porque “llena la panza, llega la danza”. Quiere que evitemos también la ebriedad. Pero uno no puede permanecer siempre sobrio en este mundo de locos. Y si la ebriedad es un demonio, como dice el clérigo, es agradable irse de copas con el diablo de vez en cuando.

La quinta y última pluma del ala que nos ocupa quiere que no toquemos, que no palpemos las cosas. Las manos de los cristianos no deben tocar las inmundicias de la carne, porque si lo hacen ellas también serán inmundas. Tacto intacto. Pero ¿qué son las inmundicias? 

 

viernes, 29 de agosto de 2025

"Orense no existe; es Ourense"

Una senadora nacionalista gallega reprochó a la ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico(!) del gobierno más progresista desde que hay registros del rey-no de las Españas diciéndole en un perfecto e irreprochable castellano, no en gallego, que es -supongo- su lengua materna, que Orense no existe, que es Ourense, recriminación de la que la ministra parece tomar nota con una ligera sonrisa  por el imperdonable pecado lingüístico cometido
¿Pretende su señoría, que todos los españoles, aparte de los gallegos, digamos Ourense en vez de Orense? Según ese argumento, San Sebastián, me temo, tampoco existiría, sino Donostia, que suele abreviarse coloquialmente como Donosti -no sé si por lo malsonante que resultan en castellano sus dos últimas sílabas-, topónimos ambos derivados de Domine Sebastiane, la forma latina de decir San (o Don) Sebastián, por el nombre de un monasterio consagrado a ese santo que se hallaba al parecer en el actual barrio de La Parte Vieja y que acabó dando nombre a la bella Easo.
 
Según ese argumento, me temo que Londres tampoco existiría para los españoles, ni sería la capital del Reino Unido, sino solo London, lo que a cualquier hablante del castellano le suena a vulgar majadería. 
 
Para aquellos topónimos de áreas bilingües que tengan una forma castellana distinta de la propia de la lengua cooficial, lo que parece lógico y natural es que los hablantes empleen una u otra en función de la lengua que en cada momento estén utilizando.
 
Si la señora ministra estuviera hablando en gallego, sería natural que hubiera dicho Ourense en vez de Orense, pero estaba hablando en castellano y por lo tanto dijo Orense, por lo que el reproche nacionalista de la senadora, cuyos oídos se muestran especialmente sensibles al patriotismo nacionalista lingüístico que profesa, está fuera de lugar. 
 
Recuerdo, llegado una vez hace mucho tiempo a Hondarribia, haber preguntado a un lugareño, en mi ignorancia juvenil, por dónde se iba a Fuenterrabía, a lo que él me respondió con una sonrisa, como perdonándome la vida, que ya estaba allí, y me explicó eruditamente que Fuenterrabía era el nombre anterior de lo que desde 1989 se llamaba oficialmente Hondarribia, que quería decir en vasco “vado de arena”. 
 
Resulta patético ver cómo se enzarzan los políticos y políticas en estas discusiones triviales y bizantinas que no conducen más que a distraer al personal. 
 
Los nombres propios no se traducen, se conservan tal cual o se adaptan a otras lenguas. Eso es verdad, porque, carentes propiamente de significado, no tienen traducción. En el caso de los antropónimos, si se trata de personajes famosos y tienen un equivalente etimológico, se utiliza este, y así decimos Carlos Marx en vez de Karl Marx (pues tanto Carlos como Karl derivan de Carolus) o Julio Verne en vez de Jules Verne (derivados ambos de Iulius), aunque la tendencia actual parece revertirse y conservar el nombre propio en su lengua original, pero no existe más uno que otro porque se digan en una lengua u otra.

jueves, 28 de agosto de 2025

Subvencionando la industria privada

    Ahora la economía mundial está triste, como la princesa de Rubén, porque ha entrado en estado crítico, es decir, en estado de crisis porque cada vez se venden menos autos y la industria automovilística mueve menos dinero. Una de las consecuencias de la crisis mundial es la caída en picado de las ventas de la próspera industria del motor que no sirve nada más que para fomentar la falsa sensación de libertad de que conduciendo nuestros coches vamos a donde queremos, nos movemos, cuando en realidad no es así, permanecemos inmóviles, paralizados en el aire como la flecha de Zenón: somos los chóferes de nuestros vehículos semovientes, nos llevan a donde ellos quieren, por donde ellos quieren y cuando ellos quieren.
 
Una plaga, fotomontaje de Gabriel Pérez-Juana (2024)
  
    Pero no nos preocupamos desde que aquel presidente del gobierno de las Españas sonriente y bobalicón anunció a bombo y platillo que su gabinete acudiría como hermanita de la caridad en auxilio humanitario de las empresas automovilísticas gratificando con dos mil euros a cada españolito que a partir de entonces decidiera comprarse un auto nuevo para nada. Dijo aquel presidente del gobierno del rey-no de las España que esa era una medida para salir de la crisis… Y eso lo dijo y lo hizo el presidente de un gobierno que se denominaba socialista y obrero y que, en lugar de mirar por el bien de la sociedad, volvía a socorrer como hizo con la banca al capital de la empresa privada y de los capitalistas, so pretexto de defender los puestos de esclavitud del trabajo asalariado. Es como si se empeñaran -y de hecho se siguen empeñando y así lo reconocen sin empacho ninguno-, en mantener las fábricas de armamento, en lugar de procurar el desarme y la paz, diciendo que hay que conservar los puestos de trabajo de los empleados en dichas industrias, cuando podrían recolocarlos en otras mucho más beneficiosas para el común y para los propios trabajadores.
 
    La industria automovilística se ha renovado, y ahora el gobierno, a través del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico te ofrece el programa de incentivos a la Movilidad Eficiente y Sostenible (plan MOVES que va por su tercera edición), en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea-NextGenerationUE, y te subvenciona con siete mil euros si compras un coche eléctrico o de hidrógeno y achatarras el que tengas de gasoil o gasolina, o cuatro mil euros si no desguazas ninguno de los antiguos. Gracias a esta medida se quiere renovar el parque automovilístico europeo, y los gobiernos de la vieja Europa siguen subvencionando a las empresas fabricantes.Todo por la movilidad, eso sí, eficiente y sostenible, incapaces que somos de quedarnos quietos en ningún momento ni lugar, auténticos culos inquietos y de mal asiento, de lo cual se benefician tanto el Estado como el Capital, las dos caras de la misma moneda política y económica.
 
    Si tuviéramos algo del sentido común que no tenemos porque es el menos común de todos los sentidos, estaríamos celebrando la noticia de la caída de las ventas de coches por todo lo alto como una de las mejores bendiciones que podrían sucedernos a la naturaleza y al planeta, que dejarían de estar un poco menos contaminados, y a nosotros mismos que tanto si somos peatones como conductores dejaríamos de correr el peligro de morir atropellados y avasallados víctimas de nuestros automóviles, y aprovecharíamos para promover el ferrocarril y el tranvía y demás transportes públicos no contaminantes, y no nos alegraríamos en absoluto de la subvención del gobierno aunque estuviéramos pensando en comprarnos un coche; optaríamos por adquirir una bicicleta, por ejemplo, que no contamina y porque el pedaleo, además, es un ejercicio sano para el cuerpo y para el espíritu, o por tomar el antiguo caballo de San Francisco, consistente en utilizar, mientras se pueda, las propias piernas.
 
    Pasa del coche que te ayuda a pagar el vasallo y lacayo del Rey  para que mates al peatón y al ciclista que llevas dentro y atropelles de paso a algún otro peatón y ciclista, y monta en  la bicicleta de tu infancia, o toma la línea de San Fernando que te lleva un rato a pie y otro andando.

miércoles, 27 de agosto de 2025

Las verdades del 'ravero'

Así define Gúguel IA el neologismo, todavía ilegal, 'ravero': "Persona de entre veinte y treinta años, seguidora de la música electrónica, tipo drum&bass o techno-minimal, que suele consumir alcohol y drogas en fiestas denominadas 'raves' (reifs), donde se escucha esta música". Son, por lo tanto, las 'raves' fiestas generalmente multitudinarias donde se escucha música electrónica y se participa en una experiencia colectiva intensa. 
 
En los años sesenta la palabra pasa de significar en la lengua del imperio 'reseña muy halagadora, elogio' a 'fiesta bulliciosa', pero el significado actual de fiesta masiva con música electrónica alta y rápida y a menudo drogas psicodélicas arranca de finales de los ochenta y principios de los noventa. 
 
El caso es que una de estas 'raves' o fiestas clandestinas, convocada a través de canales de difusión privados ha sembrado la polémica en esta Cantabria infinitamente intolerante. La 'rave' se celebró el fin de semana pasada en las canteras de Lamadrid, en el pueblo de Roiz en Valdáliga, la zona occidental de la región próxima a las Asturias de Oviedo, y reunió a unas 400 raveros.
 

 La fiesta fue enseguida calificada de “ilegal” simplemente porque ni el Estado ni el Capital han sacado tajada de su celebración, y porque parece que para celebrar algo hay que pedir siempre permiso.  
 
Los que critican que estas personas se drogan parecen ignorar que todo el mundo se droga por lo común con drogas legales e ilegales, y eso se hace aquí, en la cantera, como en la ciudad, en los despachos y oficinas, y hasta en el congreso de sus señorías los diputados y diputadas... Ya lo hemos dejado dicho alguna vez: "Decidme qué sería de esta sociedad / sin la cocaína y antidepresivos varios, / sin drogas ya legales o ilegalizadas; / se vendría abajo el orden que hay establecido: / la democracia occidental globalizada". Si criticamos el consumo de drogas, deberíamos criticar, en buen sentido, el consumo y el consumismo en general, cualquier consumo porque todo es droga, empezando por la propia televisión y los espacios informativos de RTVE y demás medios que informan de este evento. 
 
Por otra parte, estos 'raveros' no son gente descerebrada en su inmensa mayoría. Puede incluso que entre ellos haya más títulos universitarios que en los currículos oficiales de muchos políticos de este país que se escandalizan, rasgan las vestiduras y llevan las manos a la cabeza por estas fiestas ilegales, o no autorizadas, como si para hacer una fiesta hubiera que pedir permiso a la autoridad. 
 

Desde el viernes pasado que empezó, esta ‘rave’ (ilegal) ha generado una gran preocupación tanto en el ámbito institucional como entre los vecinos del municipio de Valdáliga, donde se sitúa la cantera utilizada como enclave para esta concentración (no autorizada). El evento fue organizado sin licencia y difundido a través de redes sociales, lo que facilitó la llegada masiva de jóvenes de distintas procedencias a un espacio que, si bien de uso industrial, se encuentra en zona rural y de difícil acceso. 
 
Ante la llegada inminente de participantes en la madrugada del sábado, la Guardia Civil activó un dispositivo especial de seguridad bien temprano cortando el acceso por carretera a la cantera para impedir la entrada de nuevos vehículos. Aun así, se calcula que más de un centenar de coches ya habían accedido previamente, lo que permitió que el número de asistentes rondara las 400 personas en el punto álgido de la concentración.
 
Durante el fin de semana, los agentes han estado realizando controles aleatorios en los accesos, imponiendo multas por consumo de drogas y alcohol a los asistentes que abandonaban el lugar, dado el afán recaudatorio de las instituciones. De hecho, desde la Delegación del Gobierno se ha recordado con contundencia que este tipo de eventos pueden acarrear sanciones muy graves: los organizadores se enfrentan a multas de hasta 600.000 euros, mientras que los participantes pueden ser sancionados con cantidades que oscilan entre los 150 y los 30.000 euros, en función de la infracción cometida. Se ha dicho, además, que la cantera de Roiz, situada en un entorno natural alejado de núcleos urbanos, no contaba con las condiciones necesarias de salubridad ni con permisos para albergar un evento de tales características. Los medios insisten en el mensaje de las autoridades: en la necesidad de permisos, licencias, autorización... para celebrar este tipo de eventos. 
 
 
Además, las autoridades, que velan por nuestra seguridad, no se olvide nunca, han mostrado su preocupación por los posibles impactos medioambientales que este tipo de concentraciones pueden tener en zonas protegidas o de especial valor ecológico. Al parecer no les preocupa tanto el daño medioambiental causado por la propia existencia de la cantera. No se descarta que se lleven a cabo inspecciones posteriores para evaluar el estado del lugar y determinar posibles daños al entorno natural. 
 
La Delegación del Gobierno ha recalcado que se trabaja con una clara premisa: la tolerancia cero -prefieren decir eso que 'intolerancia'- frente a las fiestas ilegales, y ha agradecido la colaboración ciudadana y la labor coordinada de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que han estado presentes durante todo el fin de semana, un dispositivo que seguirá activo hasta que la cantera quede completamente desalojada.
 
He aquí las declaraciones de este 'ravero' que se han difundido a través de las redes y que canta las verdades del barquero: 
 
-Es muy gracioso que esté media España ardiendo y no hagan nada, y no pongan medios ni dinero, y aquí por reunirnos doscientas personas hayan puesto helicópteros, tengan patrullas veinticuatro horas en la puerta, como si estuviéramos haciendo algo malo. Es que es ridículo, pero ¡arriba España!
-¿Cómo está el ambiente, qué tal? Le preguntas el periodista. 
-La gente aquí está de buen rollo, aquí no hay peleas. Cuando nos vamos, se queda el sitio más limpio que cuando vinimos. Es que... Pero... es mal lo que hacemos.

martes, 26 de agosto de 2025

Ilusiones fotográficas

    Un artículo de Todd Hayen sobre las ilusiones fotográficas, publicado el 23 de agosto en Off-Guardian titulado Photo Illusion (La ilusión fotográfica), pone de relieve que estamos a punto de volver gracias a la IA a la era pre-fotográfica, es decir a la época anterior a la invención de la fotografía, cuyo descubrimiento probablemente data de 1822 por el francés Nicéphore Niépce, por lo que no hay documentación fotográfica del mundo anterior a esa fecha. Antes de la invención de la fotografía, la humanidad vivió sin representación fotográfica fidedigna de la realidad objetiva, suponiendo, lo que es mucho suponer, que alguna vez la fotografía haya sido algo más que lo que dice la palabra: escritura de la luz.
 
    Hayen afirma literalmente: “Nunca hemos podido determinar con certeza si una fotografía representaba la realidad”. Esta afirmación no se refiere solo a los obvios retoques fotográficos, cuando había que revelar las fotos en el cuarto oscuro con productos químicos, sino también al encuadre fotográfico, que, reflejando un fragmento de la realidad, no nos deja ver y oculta lo demás. 
   
 
    Antes de la fotografía disponíamos de la pintura, que era otro intento de captar la realidad -la luz y el color-, y disponíamos también del espejo que nos ofrecía, al rebote de la luz y vuelta a nuestros ojos, una imagen de nosotros mismos que no éramos, sin embargo, nosotros mismos, sino una imagen virtual que interpretamos como nosotros mismos. La pintura, los espejos y las fotografías tenían en común ser representaciones y, por lo tanto, falsificaciones de la realidad, todas ellas falsas habida cuenta de su pretensión de ser verdaderas pero reales ellas mismas. Con el tiempo y la aceleración del progreso se ha logrado mayor fidelidad a la realidad, pasando de la high fidelity, la alta fidelidad, a la wireless fidelity, la fidelidad inalámbrica, pero eso se traduce no en más veracidad, sino en todo lo contrario: "(Las imágenes fotográficas son) mucho más mortíferas cada vez, mucho más falsas cuanto más fieles a la realidad", como escribe A. García Calvo en ¡Adiós, fotografías, mentirosas!, incluido en "37 Adioses al Mundo" (Edit. Lucina, Zamora, 2000).
      
    Por no hablar de las falsificaciones puras y duras, que ha habido muchas, como el caso que menciona Hayen de las hadas de Cottingley, de lo que hay información en la inevitable Güiquipedia: ocurrió en 1917 y afecta al famoso escritor Arthur Conan Doyle, autor de Sherlock Holmes, que creyó, pero muchos otros también lo hicieron, que las dos niñas tuvieron encuentros con hadas reales y les tomaron fotos. Entonces se consideraba que la fotografía era la prueba irrefutable de la existencia de algo, tan fiable como el hecho de ver algo con los propios ojos: había que ver para creer, había que ver para creer y la televisión nos hizo televidentes y, a la vez, telecreyentes. Hoy en día nadie lo creería. Las fotos de Cottingley son hadas recortadas en papel, pero los que las vieron creyeron que eran hadas de verdad y que, por lo tanto, las hadas existían.
  
 Las hadas de Cottingley (1917)
 
    Al caso de las hadas que menciona Hayen puede también añadirse el del monstruo del lago Ness, conocido cariñosamente como Nessie, con la fotografía del cirujano de 1934, la supuesta foto más famosa de la criatura, y la primera en mostrar su cabeza y cuello que, se sabe ahora, fue un engaño atribuido a R. K. Wilson. El Daily Mail publicó la foto en exclusiva y una entrevista a Wilson, que declaró que estaba mirando al lago cuando vio al monstruo, tomó su cámara y le sacó las fotos.
 
    Todo esto demuestra que la gente confiaba en la fotografía y aún más en las imágenes en movimiento que surgieron enseguida con la aparición del cinematógrafo de los hermanos Lumière. En general, estos dos medios, fotografía y cinematografía, eran fiables, a menos que se presentaran intencionadamente como falsos o como magia cinematográfica para entretener a las masas. Y todo el mundo tenía su álbum de fotos y sus vídeos familiares para recuerdo. Pero eso se acabó.
 
  Fotografía de Nessie, R.K. Wilson (1934)
 
    Con la irrupción de la IA (Inteligencia Artificial) es casi imposible para el espectador actual discernir la precisión de una foto o película en su intento de representar la realidad. La IA es el punto de inflexión que ha hecho que volvamos a la era pre-fotográfica de 1822. Escribe Hayen: “En este gran truco de ilusionismo llamado progreso, la IA no solo difumina las líneas, sino que las borra por completo, dejándonos navegar por un mundo donde cada imagen es un cuento de hadas a la espera de ser desmentido”.
 
    A estas alturas todos hemos visto fotos del pasado manipuladas mediante IA, añadiendo movimiento a fotos fijas o simplemente imágenes fotográficas de eventos y objetos que nunca existieron. Nuestro pasado, gracias a esta tecnología, tal como fue documentado por la fotografía, será destruido, al igual que nuestro presente.
 
    Cuando se inventó, la tecnología de la fotografía resultó útil para documentar el presente (al menos esa era su intención), permitiéndonos guardar registro del pasado. Ahora ha perdido esa función. No solo deja de ser una fuente fiable para presentar la realidad del presente, sino que también resultará inútil para documentar el presente a los ojos de futuras generaciones.
La mesa puesta, primera fotografía de Niépce (1822)
 
    Es posible, apunta al final de su artículo Todd Hayen, que todas las fotografías tomadas durante los últimos doscientos años, una vez digitalizadas previamente, sean manipuladas por IA, lo que le quitará autenticidad a su intención original de documentar la realidad en el momento en que fueron tomadas.
 
    Algo bueno, sin embargo, puede depararnos, escribe Hayen, esta situación: redescubrir el antiguo arte del escepticismo, ese fiel compañero de la época en que los cuentos se tejían a la luz del fuego y las palabras se verificaban de boca en boca.  Al perder el sostén de nuestras muletas fotográficas ('photographic crutches'), podríamos descubrir algo mucho más encantador: “el asombro sin filtro de nuestros propios ojos poco fiables, demostrando una vez más que la realidad siempre ha sido el mayor engaño de todos ('reality has always been the greatest hoax of all')”.

lunes, 25 de agosto de 2025

Atropellos

    Para los viajes y desplazamientos no demasiado largos soy de los que toma siempre la línea de San Fernando, que va un rato a pie y otro andando, porque es la más natural y respetuosa con la naturaleza, la menos ruidosa, contaminante y avasalladora, y sobre todo la más barata y más saludable para el cuerpo y para el alma.
 
    No estoy seguro de que san Fernando sea el patrón de los caminantes. Es más, lo dudo mucho. Sospecho que esa rima que acabo de formular es una de tantas fáciles, infantiles y repetidas rimas que nos vienen enseguida a la cabeza. Consulto a propósito  el diccionario de la docta Academia, que recoge la expresión “en el coche de san Fernando (o san Francisco)” como locución adverbial coloquial equivalente a “andando o caminando”.
 
    Bien pensado, parece que el patrón de los viandantes sería, más bien, san Francisco que no san Fernando, ya que los franciscanos eran amigos de dar largas caminatas, al modo de los antiguos filósofos peripatéticos, y el pueblo, acostumbrado a las idas y venidas de los frailes andariegos solía decir que iban "en el coche de san Francisco", por lo que la expresión se haría proverbial y sinónima de ir a pie, obligados como se veían los devotos, por su voto de pobreza, a hacer sus trayectos caminando.   
 

     Leyendo un artículo de don Julián Manuel de Sabando y Alcalde, muy instructivo por otra parte, publicado en el semanario La Ilustración Española y Americana el 15 de septiembre de 1895, titulado “Lo que cuestan los vicios”, donde pasa revista a los vicios de su época que tanto contribuían “a sostener el organismo social, y son la grasa que suaviza las asperezas y facilita el juego de las ruedas y complicado engranaje de la máquina gubernamental”, me encuentro con la expresión "el caballo de san Francisco", que no hay que interpretar al pie de la letra, sino irónicamente en todo caso, porque el santo de Asís no fue que se sepa caballero. 
 
    Enumeraba allí el literato y periodista los siguientes vicios españoles: el tabaco, cuyo consumo generalizado no prueba su excelencia; la lotería, que establecieron las Cortes de Cádiz “no... para repartir dinero sino para recogerlo”; el café y las fondasque sirven a la gula y sibarítico refinamiento de los ociosos ricos y de los glotones”; la emigración veraniegala modernísima exhibición de la vanidad, que se pretende cohonestar con el deseo de recobrar la salud y obtener algún descanso”; las corridas de toros, convertidas en la fiesta nacional; los enterramientos, en los que la vanidad de los vivos se exhibe hasta en el último paseo y morada de los muertos”; y, dejado para el final porque es el que ahora más me interesa, los tranvías, refinamiento de la molicie que se había implantado recientemente en las principales ciudades españolas. 
 
      El autor critica el vicio de que quienes recorrían antaño las distancias “a pie, sin cansancio y sin fatiga, ni imaginar siquiera que hubiesen de necesitar, sin haber llegado a la vejez ni perdido su vigor muscular valerse de ningún medio de locomoción público ni privado, se sirvieran ahora del tranvía para cualquier desplazamiento por mínimo que fuera, y no utilizaran, he aquí mi humilde hallazgo, “el antiguo caballo de San Francisco”, es decir sus propias extremidades inferiores. 
 
    Es una expresión irónica, dado que el santo de Asís había prohibido expresamente a los frailes de su orden cabalgar si no era en caso de extrema necesidad o de enfermedad. El caballo o la mula, como se oye a veces, del fraile no son más que sus piernas o el bastón en el que se apoya al caminar, y no un signo de ostentación de riqueza como en el caso del caballero, un hidalgo de reconocida nobleza, o, entre los antiguos romanos, el ciudadano de la clase intermedia entre los patricios y los plebeyos que servía en el ejército a caballo, frente a los soldados de infantería, que servían a pie. 
 
      ¿Qué diría hoy don Julián Manuel de Sabando si levantara la cabeza y viera que la mayoría de la gente en las ciudades toma no ya el transporte público, sea el metro, el autobús o el propio tranvía donde todavía circulan, sino el utilitario privado para ir a comprar el pan o el periódico a la vuelta de la esquina? 
 
    Me entero por otra parte por la prensa, como aquel presidente del gobierno de la nación de cuyo nombre no quiero acordarme, de que España es el país con la mayor tasa de atropellos mortales de Europa. Según el rotativo, la culpa es de los peatones, que cruzamos la calzada “incorrectamente”, por donde no debiéramos, porque no utilizamos los pasos habilitados para viandantes… El otro día recordábamos aquí mismo, precisamente, la celebración de El Día Internacional del Peatón, consignando el nombre propio de la primera víctima de accidente automovilístico, la irlandesa que murió atropellada.
 
     Nadie discute en pleno siglo XXI los derechos de los automovilistas, cuyos utilitarios pueden arrasar impunemente campos y ciudades, cada vez ocupan más espacios, invadiendo aceras y calzadas, autovías y autopistas con peaje y sin peaje, y son peores que el caballo de Atila: por allá por donde pasan y pisan no vuelve a crecer la hierba jamás de los jamases. Nadie discute sus derechos, pero cada vez se restringen más los derechos de los peatones, ampliándose los de los coches, da igual la etiqueta ecológica que tengan. 
 
    ¿Para qué sirven, preguntémonos, los autos? Sirven, igual que los tranvías de don Julián Manuel, para atropellarnos, arrollando –lo primero de todo- al peatón que llevan al volante, convirtiéndolo en su chófer, y lo segundo a eventuales copiloto y pasajeros, a los que privan del uso de sus piernas, y, last but not least, a todos los demás peatones y ciclistas que a su paso puedan llevarse por delante.
 

     Indignación, precisamente, es lo que me produjo el otro día el caso de un ciclista atropellado y muerto en Haro, la Rioja. El conductor que lo atropelló y mató reclamaba veinte mil euros para reparación de los daños materiales que sufrió su vehículo: y es que el culpable era la víctima, en este caso el ciclista, para que luego digan que las víctimas son siempre inocentes. 
 
    Vergüenza debería de darle a aquel automovilista, peatón atropellado él mismo y arrollador de ciclistas, reclamar ese dineral para reparar un vehículo que ha matado a un hombre, a fin, sin duda alguna, de que siga atropellando peatones y ciclistas impunemente, y matando a todo el que se interponga en su fúnebre camino, porque todo coche es en último extremo un coche funerario.

domingo, 24 de agosto de 2025

Clásico

    Puede que resulte provechoso recurrir a la etimología de la palabra “clásico”, que se aplica, por ejemplo, como adjetivo que califica al sustantivo Cultura en la denominación "Cultura Clásica", nombre de una asignatura o materia del segundo ciclo de la Educación Secundaria Obligatoria del sistema educativo español. En algunas comunidades autónomas como en Castilla y León, según tengo entendido, es una materia obligatoria para todo el alumnado en 3º de ESO. En Cantabria, sin embargo, es una asignatura optativa que en algunos institutos como por ejemplo en el que yo trabajaba no se impartía porque los alumnos no la elegían, o lo hacían tan pocos que no se consideraba oportuno 'ofertarla' y se les invitaba a optar por otra materia. 


    Se emplea también en expresiones como filología clásica, música clásica, estilo clásico... donde parece que se opone al adjetivo moderno, al modo hodierno, contraponiéndose de alguna manera, además, con ello lo nuevo a lo viejo, lo vivo a lo muerto. Recordemos que la palabra clásico procede de clase y aparece en expresiones como primera clase y también en es la primera de la clase; se dice asimismo tener o no tener clase, donde el término es sinónimo de prestigio, categoría, y en este sentido se habla también de clase obrera, clase media o clases pasivas por ejemplo, como división de la sociedad, pareciendo este significado el más antiguo.

    Conviene pues tener en cuenta que clase procede a su vez del latín classem, que es como llamaban los romanos a la ciudadanía susceptible de ser llamada a incorporarse a filas para servir a las armas en general, como si dijéramos la clase de tropa, y a la armada, flota o infantería de marina en particular cuando la palabras exercitus se especializó en ejército de tierra, por lo que el término en su primera acepción hace referencia a la organización, esto es, a la clasificación de los niños en escuadras, batallones o cohortes para recibir la instrucción. 

 Cariátide vista por detrás, Museo de la Acrópolis (Atenas)

    Algunos pedagogos modernos, por cierto, han resucitado este ominoso término militar de la legión romana de "cohortes" para referirse a los estudiantes con una metáfora que sugiere la militarización difusa, pero real, del sistema educativo, ese nuevo servicio militar obligatorio para ambos sexos, basado en la jerarquía y en la homogeneidad, en el adoctrinamiento y uniformidad cultural que impone la transmisión vertical de unos saberes programados y, sobre todo, la imposición del tiempo, horario y calendario escolar, como programa.

    En relación con esta clasificación de los niños como conjunto de los que reciben un mismo grado de enseñanza o cursan una misma asignatura se explican los usos de clase como lección o asignatura e incluso como aula donde se imparte. 

    Clásicos eran en Roma los ciudadanos de la primera clase que poseían una renta al menos de 120000 ases y en ese sentido la expresión de scriptores classici designará a los clásicos de la literatura, es decir, a los escritores de primera fila, como se dice a veces, para cuyo reconocimiento es preciso, entre otras cosas, el requisito imprescindible de que estén muertos y bien enterrados. 

    Esto mismo les sucede a las llamadas lenguas clásicas, al latín y al griego antiguo, a las que a veces se llama descaradamente lenguas muertas, pues parece que una de las condiciones del prestigio de lo clásico es la necrofilia, el amor por lo que no está vivo: que sean lenguas que no se hablan o escritores consagrados que no se leen.

    ¡Qué triste que para la inmensa mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes españoles lo más clásico que hay, el Clásico español por excelencia, conocido entre los medios de formación de masas y los fanáticos aficionados sea el partido de balompié que enfrenta al Real Madrid Club de Fútbol y al Fútbol Club Barcelona!   Panem et ποδόσφαιρο (podósfero), o lo que es lo mismo: pan y fúzbol con zeta de rebuzno para el pueblo. 

sábado, 23 de agosto de 2025

¿Crisis? ¿Qué crisis?

    «El pesimismo no ha creado ni un solo puesto de trabajo», pontificó una vez un presidente del gobierno del rey-no de las Españas. Se suponía que de esa afirmación se desprendía que el optimismo bobalicón que él predicaba con el ejemplo de su sonrisa no poco hipócrita crearía muchos puestos de trabajo, sobre todo en el sector servicios del oficio más viejo del mundo, en las aceras de las esquinas, bajo las farolas. 
 
    Los que no somos ni optimistas ni tampoco pesimistas –que son los optimistas bien informados, como se sabe- creemos que el trabajo no es algo de por sí bueno, no es una bendición de Dios, como dijo una vez un papa, sino todo lo contrario, una maldición bíblica que nos hace libres esclavizándonos como decía el lema germánico del campo de exterminio nazi: 'Arbeit macht frei': el trabajo te hace libre
 
    Cuando decía el bobo aquel del jefe del Ejecutivo del rey-no de las Españas que «sólo navegaría en un barco en el que el capitán diga que tiene plena confianza», olvidaba que todos íbamos en el mismo barco, la nave del Estado, que decían los clásicos, un barco que pese a la marejada y el oleaje y la borrasca todavía no se va a pique. Olvidaba, sin embargo, que él no era el capitán, ni siquiera el timonel de esa nave del Estado que se llamaba el rey-no de las Españas, ni tampoco lo es el Rey, sino Su Majestad el Dinero, que es el auténtico monarca absoluto y dios verdadero. 
 
Crisis? What crisis? (Portada del cuarto album de Supertramp, 1975)
 
    Y olvidaba que el optimismo nunca ha salvado a nadie que no supiera y pudiera nadar de morir ahogado en las procelosas aguas del océano sobre el que bogamos en la nave del Estado. En lo que sí estamos de acuerdo con él es en que no hay crisis económica, ni climática, ni energética ni sanitaria ni Cristo que la fundó ni en España ni en el mundo: puede que haya una situación difícil para la gente, pero el capital sigue siendo el ciego dios omnipotente, el becerro de oro al que subordinamos la política y nuestras vidas en aras del consumismo. Sólo hace falta ver lo bien que prosperan algunos usureros, es decir, algunas entidades bancarias. Así que ¿de qué se ríe, señor presidente del Gobierno? ¿de qué se ríe?

viernes, 22 de agosto de 2025

De monarquías, oligarquías y democracias.

    Decía Plutarco que había tres regímenes políticos o formas de gobierno de los pueblos, que eran, a saber, la monarquía (μοναρχία), como entre los persas, la oligarquía (ὀλιγαρχία), como en Esparta, y la democracia (δημοκρατία), como se dio en Atenas, cuyas perversiones engendraban tiranías, dinastías y oclocracias respectivamente, coincidiendo grosso modo con la teoría política de Platón y Aristóteles. 


    Bien conocidas las degeneraciones de monarquías y oligarquías a lo largo de la historia, veamos qué es eso de la oclocracia, que es la perversión de la democracia, la forma de gobierno vigente hoy en casi todo el mundo bajo la atenta vigilancia imperial de los Estados Unidos de América y sus aliados. 


    ¿Qué es el gobierno del oclos en el que degenera según Plutarco el demosOclos es el pueblo convertido en multitud, chusma, muchedumbre, plebe, mayoría o vulgo no carente de educación, sino maleducado, es decir,  adoctrinado, prácticamente analfabeto a fuerza de alfabetización y manipulación mediática, porque hoy no se libra ni Dios de la Educación, que es obligatoria como antaño lo fue el servicio militar para los varones. Así pues, la oclocracia no es una enfermedad degenerativa de la democracia, sino la realización de su esencia misma.
 
     Yerra Plutarco también cuando añade que la  democracia extrema engendra anarquía, equiparando esta última con la oclocracia, el desgobierno con el malgobierno,  pues la anarquía, por definición, es la ausencia de gobierno sobre el pueblo, mientras que la oclocracia, como queda dicho, no deja de ser una forma de gobierno apoyada por el voto mayoritario de un número conforme y manipulado que se impone de modo totalitario a la totalidad de la población. Si el oclos es el pueblo convertido en electorado que delega su voto irresponsablemente en sus presuntos representantes, la democracia de verdad no engendraría anarquía, sería la auténtica anarquía, acracia o ausencia de un gobierno, que sería innecesario.
 
  

jueves, 21 de agosto de 2025

Algo huele a chamusquina

    Escribía Mencken que el objetivo fundamental de la política práctica era mantener a la población en estado constante de alarma (y, como consecuencia de ello, clamando por ser salvaguardada) mediante una serie interminable de imaginarios duendecillos (hobgoblins, decía él). La práctica política consiste en inventar o redimensionar presuntas crisis o emergencias: sanitarias, ecológicas, climáticas... cada vez más abstractas y, por lo tanto, más difíciles de concretar, para declarar, en consecuencia, de hecho o de derecho el Estado de Emergencia. 
 
    Cada vez se amplía más el espectro de dichas emergencias. Hemos visto recientemente, por ejemplo, como el presidente del Gobierno  español a propósito de los incendios veraniegos responsabilizó de ellos a la Emergencia Climática, y no a los pirómanos interesados -las personas 'encargadas'(?), dijo él, de provocar esos incendios, cometiendo un lapsus imperdonable pero revelador sin duda de la existencia de incendiarios interesados en reconvertir los bosques y montes comunales en parques temáticos naturales, eólicos, fotovoltaicos, terrenos recalificados... 
 

     Los responsables de dicha Emergencia Climática seríamos todos y cada uno de nosotros, y especialmente los que no aceptamos dicha afirmación, los negacionistas. En su alocución atropellada de poco más de diez minutos, el presidente del gobierno español repitió de hecho once veces la expresión “Emergencia Climática”. Dicha emergencia tantas veces reiterada, dijo, asolaba el mundo en general según la Ciencia y particularmente aquí y ahora  la península ibérica,  y era la causante de catástrofes naturales vinculadas con el clima como la DANA pasada o los incendios hoy, como si el calentamiento global fruto del cambio climático de origen antropogénico fuera la mecha que hace que se quemen los bosques, y no la gasolina que echan los pirómanos. Algo, en efecto, huele a chamusquina en la alocución del atildado y acelerado primer ministro.
 
    Pero lo más revelador de esa comparecencia fue la afirmación de que el Gobierno de España "siempre ha reivindicado que el Estado somos todos" (y todas, olvido imperdonable por su parte no mencionar a las mujeres, según el asesoramiento del curso rápido de retórica pseudoprogresista que sigue el presidente). La reflexión de fondo que según el debíamos hacer le llevaba a proponer como solución para septiembre un irrisorio Pacto de Estado. 
  
Efectivos de la UME (Unidad Militar de Emergencias) apagando un incendio.
 
    Los políticos para justificar su gestión echan mano de problemas reales como los incendios ahora mismo y los inflan con la complicidad de la prensa hasta convertirlos en amenazas existenciales. Un titular de un periódico afín (pero lo mismo podría haber sido la Radio Televisión Española o las demás cadenas emisoras que nos aherrojan a la realidad) abre su primera página diciendo: 2025 es ya el peor año de incendios del siglo XXI y registra los fuegos más voraces de la historia
 
     Las emergencias que se suceden nos acostumbran a vivir bajo un clima, nunca mejor dicho, permanente de alarma y alerta: pasamos de la Sanitaria, a la Bélica (el rearme) y ahora le toca el turno a la Climática, de índole parecida a la primera. No en vano la Médica y Madre, Ministra de Sanidad del Gobierno progresista, ha expresado que la Emergencia Climática es una emergencia sanitaria porque en ambos casos peligra la vida humana, por lo que hay que tratar, desde las altas instancias, de salvar y de proteger vidas que están en peligro. 
 
    Una periodista presente en la sala se desmayó durante la comparecencia del Jefe del Ejecutivo, que enseguida diagnosticó "Es un golpe de calor", lo que supuso la interrupción de su discurso y el fin de la rueda de prensa. 
 

     El estado policial (el adjetivo es redundante, porque policía viene de polis, nombre griego, uno de los primeros del Estado) siempre necesitará fabricar una nueva crisis creándola de la nada o redimensionando con amplificación otra existente para imponerse la tarea de tener que gestionarla. El gobierno idea así nuevas formas de justificarse y establecerse como la “solución” a todos nuestros problemas, para lo que intentará por todos los medios a su alcance clasificar y etiquetar como extremismo radical y terrorismo interno cualquier punto de vista que desafíe su relato narrativo: los bulos y mentiras, la desinformación, los discursos de odio, o la crítica negacionista de la evidencia científica. 
 
    Lo que el gobierno no dice es que los terroristas internos son una creación suya, y que el Estado, que según él somos todos, no es el pueblo, sino todo lo contrario.  Nosotros, el pueblo, la gente, no somos el Estado, ni tenemos ninguna pretensión de serlo. 
 

miércoles, 20 de agosto de 2025

Versos sueltos

A la sombra del tilo, / junto al estanque, / la tarde de verano, / ráfaga de aire.
 
OoO
 (Reflexión para un lunes cualquiera) 
Despierta, hijo, que tienes que ir a trabajar  / como un esclavo, para así poder ganar / el pan de tu sustento y malgastar así / tu vida y juventud a cambio de un jornal. 
 
 

Decidme qué sería de esta sociedad / sin la cocaína y antidepresivos varios, / sin drogas ya legales o ilegalizadas; / se vendría abajo el orden que hay establecido: / la democracia occidental globalizada.

 

oOo
Humilde gorrión, / vas callejeando en pos / de migas de pan. 
 
Ya salió la luna / llena tras de las montañas / donde el lobo aúlla.
 
 Por delante tiene / tanto como por detrás / futuro a rabiar.
 
 ¿Un pacto de Estado / que resuelva la emergencia / climática que hay? 
 
Una nueva ley, / que no hace ninguna falta, / entrará en vigor.
 
 Arde todo, todo / salvo lo que debería, / desde luego, arder.
 
 Lo destruirán todo / para reconstruirlo luego / a su conveniencia. 


La estrella polar, L-R. Falero (1885)  
 
OoO
Ya llegó el verano. / Hora es de dejar el nido / y emprender el vuelo. / ¡Golondrinos, a volar / y a surcar volando el cielo!
 
 Pobre, se murió / por un golpe de calor, / ay, de sopetón, / sin aire acondicionado / ni un triste ventilador.
 
 “Ni un paso atrás” / dijo al borde del abismo / el señor ministro / y a continuación dio un paso / al frente y siguió avanzando. 
 
 Si sales de casa, / con la alerta roja que hay, / te da un patatús: / el infierno ya ha llegado, / cambio climático al canto
 
 
oOo 
Infernales, / tropicales / las temperaturas son; / tan extremas, / que te quemas / dada la torrefacción. 
 
El planeta / se encasqueta / y le da una insolación; / cambia el clima / que da grima, / porque sufre un calentón. 
 
Por lo visto, / vive Cristo, / y es artículo de fe. / Bien que creo / lo que veo / mas no sé a santo de qué. 
 
Solo existe / lo que viste / que echan por televisión; / causa espanto, / cielo santo, / que esa sea su función.