Decía Plutarco que había tres regímenes políticos o formas de gobierno de los pueblos, que eran, a saber, la monarquía (μοναρχία), como entre los persas, la oligarquía (ὀλιγαρχία), como en Esparta, y la democracia (δημοκρατία), como se dio en Atenas, cuyas perversiones engendraban tiranías, dinastías y oclocracias respectivamente, coincidiendo grosso modo con la teoría política de Platón y Aristóteles.
Bien
conocidas las degeneraciones de monarquías y oligarquías a lo largo de
la historia, veamos qué es eso de la oclocracia, que es la perversión de
la democracia, la forma de gobierno vigente hoy en casi todo el mundo
bajo la atenta vigilancia imperial de los Estados Unidos de América y
sus aliados.
¿Qué es el gobierno del oclos en el que degenera según Plutarco el demos? Oclos
es el pueblo convertido en multitud, chusma, muchedumbre, plebe,
mayoría o vulgo no carente de educación, sino maleducado, es decir, adoctrinado, prácticamente analfabeto a fuerza de alfabetización y manipulación mediática, porque
hoy no se libra ni Dios de la Educación, que es obligatoria como antaño
lo fue el servicio militar para los varones. Así pues, la oclocracia no es una enfermedad degenerativa de
la democracia, sino la realización de su esencia misma.
Yerra
Plutarco también cuando añade que la democracia extrema engendra
anarquía, equiparando esta última con la oclocracia, el desgobierno con
el malgobierno, pues la anarquía, por definición, es la ausencia de
gobierno sobre el pueblo, mientras que la oclocracia, como queda dicho,
no deja de ser una forma de gobierno apoyada por el voto mayoritario de
un número conforme y manipulado que se impone de modo totalitario a la
totalidad de la población. Si el oclos es el pueblo convertido
en electorado que delega su voto irresponsablemente en sus presuntos
representantes, la democracia de verdad no engendraría anarquía, sería
la auténtica anarquía, acracia o ausencia de un gobierno, que sería
innecesario.