miércoles, 15 de febrero de 2023

Deseo de ser salvaje

Sentí el deseo muy temprano de ser como ellos,

al ver un indio americano dibujado

en un cómic del lejano oeste por vez primera

montando a caballo. Entonces supe que quería

ser uno de ellos, un salvaje y un piel roja:

me reconocí en seguida viéndome en su espejo,

porque ellos eran mis hermanos, mis iguales

en pie de guerra contra el rostro pálido.

Era un comanche, o un apache. Mi pueblo no

podía aceptar las condiciones de la paz

que le proponía e imponía desde Guasintón 

el gran padre blanco; y no es que no deseáramos

vivir en paz, que es lo que más queríamos,

sino que no concebíamos que pudiera haber

en este mundo nunca verdadera paz

sin libertad, que vale más que todo el oro

que hay en las minas que cobijan las entrañas

de la madre Tierra. El oro ciega y enfebrece

a los rostros pálidos. Los guerreros, sin embargo,

lo codiciamos sólo por lograr al trueque

armas de fuego y güisqui, para emborracharnos

a fin de así olvidarnos, ebrios, de la guerra,

la guerra que ¡maldita sea! no queremos,

siendo guerreros. Pero nos obligan ya

a caminar por su sendero, porque, bravos,

los apaches no queremos ser acorralados,

ni estabulados y confinados en reservas,

sino vivir sin sujeción, como coyotes,

como lo hicieron los antepasados nuestros,

cabalgando nómadas al galope con el viento

semidesnudos y salvajes, primitivos,

galopando a pelo sin estribos ni montura,

sobre una tierra que no tuvo nunca dueño;

así vivieron ellos y nosotros, libres,

antes de que llegara la civilización,

y que trazara el hombre blanco las fronteras

-malditas sean todas ellas- y escribiera

el libro siempre ensangrentado de la Historia.

martes, 14 de febrero de 2023

La falsa muerte de Heraclito (y II)

     En la carta sexta de las llamadas Epístolas heracliteas del Pseudo-Heraclito, un escrito apócrifo del siglo I de nuestra era, compuesto quizá por un cínico o un estoico anónimo que quería reivindicar la figura del Heraclito histórico, si no era ambas cosas a la vez,  se resucita el nombre propio del filósofo tenebroso para vengarse de aquellos medicastros que no acertaron a curar su enfermedad ni a entender la coincidencia que les proponía de los contrarios. La epístola está dirigida a un tal Anfidamante, personaje por otra parte totalmente desconocido del que sólo sabemos su antropónimo. En ella el autor que se hace pasar por Heraclito confiesa que está enfermo de hidropesía y que los médicos no aciertan a curarlo porque fingen tener unos conocimientos que no poseen, son corruptos y  además matan a los seres humanos en el nombre de la Ciencia. 
 
    Se crea aquí la leyenda del médico incompetente y matasanos, que llega entre nosotros hasta Quevedo, por poner un ejemplo ilustre, que en el romance satírico que cantara Paco Ibáñez nos pinta  al doctor como un hombre que tiene muy buenas letras "en el cambio y el bolsón" y que no es en absoluto cobarde porque "ha muerto más hombres vivos / que mató el Cid Campeador". Le dice el poeta a la dama Ángela de Mondragón que si se case con el doctor nunca enviudará , "que nunca la misma muerte / se oyó decir que murió". 

 

    Este pseudo-Heraclito le dice a su interlocutor, hablando de los médicos y acusándoles de yatrogenia, es decir, del daño en la salud del paciente provocado por el médico en nombre de la Ciencia: Con impiedad obran éstos, Anfidamante, fingiendo habilidades que no poseen, curando lo que no saben y asesinando a los seres humanos, cometiendo una grave injusticia en nombre de la ciencia tanto con la naturaleza como con la ciencia. οὗτοι ἀσεβοῦσιν, Ἀμφιδάμα, καταψευδόμενοι τεχνῶν ἃς οὐκ ἔχουσι, καὶ θεραπεύοντες ἃ μὴ ἴσασι, καὶ ἀποκτιννύντες ἀνθρώπους, δι' ὀνόματος τέχνης ἀδικοῦντες καὶ φύσιν καὶ τέχνην.

    Y añade, de forma lapidaria y contundente: Es una vergüenza admitir la ignorancia, pero más vergonzoso pretender un conocimiento que no se posee. αἰσχρόν ἐστιν ὁμολογεῖν ἄγνοιαν, αἴσχιον ἐπιστήμην οὐκ ἔχοντα.


     La crítica concluye diciendo que obran por dinero: ¿Por qué les resulta grato mentir sino porque con el engaño se enriquecen? Más respetables serían poniéndose a mendigar; pues moverían a compasión. Pero ahora son aborrecidos no sólo porque perjudican sino también porque engañan. τὶ αὐτοῖς ἡδὺ τὸ ψεύδεσθαι ἢ ἵνα δι' ἀπάτης χρηματίσονται; ἀμείνους ἂν ἦσαν μεταιτοῦντες· ἠλεοῦντο γοῦν ἄν· νῦν δὲ μισοῦνται καὶ βλάπτοντες καὶ ψευδόμενοι. 
 
    Y finalmente les quita la dignidad profesional de 'médicos' que ejercen: Ninguno de ellos es médico, sino todos engañadores y embusteros que venden sus artimañas por dinero. οὐδεὶς αὐτῶν ἰατρός, ἀλλὰ πάντες ἀπατεῶνες καὶ φένακες, σοφίσματα τέχνης ἀργυρίου πιπράσκοντες.

 

lunes, 13 de febrero de 2023

La falsa muerte de Heraclito (I)

    En las Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres de Diógenes Laercio, libro IX 3, leemos a propósito del desprecio por la política entendida como el gobierno del Estado de Heraclito de Éfeso que: Retirándose al templo de Ártemis, se puso a jugar a los dados con los niños; y a los efesios que hacían corro en torno de él, les dijo: “¿De qué os admiráis, villanos? ¿Acaso no es mejor esto que hacer política y colaborar con vosotros en el gobierno de la ciudad?” 

    La vida religiosa de Efeso giraba precisamente en torno al santuario y al culto de una diosa de orígenes prehelénicos, asimilada luego al panteón griego con el nombre de Ártemis o Artemisa y al romano con el de Diana, la hermana gemela de Apolo. En dicho templo depositó para su publicación Heraclito su libro.  

    Al culto del templo de la diosa estaban vinculados fuertes intereses económicos, como revela el hecho de que, según se lee en el Nuevo Testamento, un tal Demetrio quinientos años después de Heraclito, junto con los plateros que forjaban y vendían imágenes del templo y de la diosa, expulsaron al cristiano Pablo de Tarso y a sus discípulos que habían ido a evangelizarlos echándolos del teatro con gran alboroto y gritándoles: "!Grande es la diosa de los efesios!". El motivo del altercado era que los cristianos, que combatían el culto pagano de la diosa, arruinaban la fuente de sus ganancias.

Grabado del templo de Éfeso, Philip Schaff (1819-1893)
 

    Este templo, por cierto, era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. De él no nos ha quedado prácticamente nada. Fue destruido por un tal Heróstrato, que quería lograr la fama a cualquier precio y pasar así a la posteridad por haber realizado algo digno de mención. Todavía hoy los psicagogos recuerdan su nombre y hablan de erostratismo, denominando así a la manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre, y consecuentemente del complejo de Eróstrato, que también afectaría a los niños que rompen sus juguetes.   

    Que Heraclito jugara a las tabas o a los dados y que lo hiciera con los niños parece ser una anécdota fraguada sobre las palabras del fragmento 52 de la edición de Diels-Kranz, donde se habla del tiempo como de un niño que juega al castro o tres-en-raya, y que consigue la corona y proclama, poniendo las tres tabas en línea, “¡Castro-hecho-y-bien-derecho!”, pero también sobre el fragmento 121, donde Heraclito declara que los efesios mayores de edad deberían ahorcarse todos y dejar su ciudad en manos de los menores.

     Al final, llegó a odiar a los hombres y se retiró a vivir en los montes, comiendo verduras y hierbas; pero como de resultas de ello enfermó de hidropesía, bajó a la ciudad y preguntó a los médicos, hablando por enigma, si podían producir sequedad de la humedad extrema; como ellos no lo entendieron, se enterró en un establo de bueyes, esperando que el calor del estiércol evaporase el agua de su cuerpo. Pero como tampoco así consiguió nada, concluyó su vida a los sesenta años.

    Ya mayor, abominaría tanto del trato de sus compatriotas, que se retiraría a los montes donde pasaba su vida como un misántropo anacoreta comiendo verduras y hierbas, lo que nos recuerda, como comenta Cappelletti, en su traducción de los fragmentos de Heraclito, a aquellos versos de Calderón de la Barca, de La vida es sueño: “Cuentan de un sabio que un día / tan pobre y mísero estaba, / que solo se alimentaba / de unas hierbas que cogía.”

Demócrito (optimista) y Heraclito (pesimista), de Rubens (1603)
 

    Lo de que enfermó de hidropesía a causa de su retiro y alimentación es sin duda un cuento malintencionado, una falsa noticia de su muerte, y también un intento de matarlo con ella a él y todo lo que significaba, una leyenda negra en todo caso forjada a partir de uno de los fragmentos originales de su libro, el 126, donde dice algo aparentemente tan trivial y de sentido común como: Las cosas frías se calientan, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo árido se moja. Esto dio pie seguramente a la leyenda burlesca de la enfermedad de la hidropesía que padecería el pensador efesio, a consecuencia de la cual se le haría fallecer.

    Pero sigamos leyendo su biografía: Hermipo, en cambio, dice que preguntó a los médicos si alguien podía evacuar la humedad rebajando las tripas; y como le dijeron que no, se puso al sol y ordenó a los criados embadurnarlo de estiércol; así tendido, murió al segundo día y fue enterrado en la plaza.

    Hermipo de Esmirna fue un filósofo e historiador que vivió en la segunda mitad del siglo III antes de nuestra era, discípulo de Calímaco de Alejandría, autor de una serie de biografías muy utilizadas por los autores de la época siguiente. Si la noticia de que fue enterrado en el ágora que proporciona este autor fuera cierta, demostraría que los efesios apreciaban a Heraclito, a pesar de sus desaires y críticas. 

    Neantes de Cícico dice que, no pudiendo quitarse de encima el estiércol, allí quedó y, hecho irreconocible por tal mudanza, fue pasto de los perros.

    Sin embargo, según Neantes de Cícico, historiador y filósofo también, que vivió en el mismo siglo III, de cuyas obras no quedan sino fragmentos que recogen otros autores antiguos, como aquí Diógenes Laercio, Heraclito habría muerto abandonado por sus conciudadanos, que no pudieron reconocer su cuerpo recubierto de estiércol ni rendirle sepultura, y que resultó finalmente devorado por los perros. Los ofendidos efesios echaban así mierda literalmente sobre el cadáver del sabio tenebroso que había osado proclamar la igualdad de todos los contrarios: de la vida y la muerte, del bien y del mal, así como del frío y del calor, de la humedad y la sequía. 

    La noticia en todo caso de su muerte fue fraguada, como dice García Calvo, como burla del pensador que había osado plantearles aquel enigma y como “pena del blasfemo adecuada a su pecado”, pues decidió curarse a sí mismo enterrándose en una boyera, creyendo que la humedad de su cuerpo se evaporaría por el calor animal de la boñiga poniéndose a desecar al sol, cosa que no sucedió y que le ocasionó una muerte sin duda horrible, pero falsa. 

domingo, 12 de febrero de 2023

Zelenski tocando el piano (sin manos)

    Que el máximo dirigente actual de Ucrania, elegido democráticamente en 2018, pero lanzado a la fama en 2015 por una serie de Netflix (*) titulada 'El servidor del pueblo', siga siendo lo que era antes de ocupar la presidencia de su país, o sea, un cómico en el peor sentido de la palabra, por no decir un payaso, no nos extraña mucho en alguien que forma parte del mundo del espectáculo, y que se infiltra en todos los parlamentos occidentales y se deja ver en todos los eventos y saraos culturales, haciendo uso de las redes sociales y hasta de la glamurosa revista Vogue, para pedir incansablemente para su heroico y sufrido pueblo ucraniano más  armamento ofensivo pesado, que eso es lo que entienden él y los mandamases occidentales por 'ayuda humanitaria'.
 
Zelenski (a la izquierda)
 
     En este vídeo de 2016, Zelenski, que todavía no se había presentado a las elecciones democráticas de su país ni las había ganado, no arrima la banqueta al piano ni el piano a la banqueta, como hacen otros para sentarse a tocarlo, porque de hecho no necesita sentarse para tocar el pianoforte.
 
    Pero lo más sorprendente no es que lo toque de pie, dada su baja estatura, sino que lo toca con las manos en alto. Atención, sin utilizar los dedos de sus manos. Lo único que ha hecho previamente es bajarse los pantalones y calzoncillos, y así con el miembro viril, pene o el falo, como dicen los cultos, o, como dice el vulgo, con la polla o la picha arrecha, se supone, comienza a tocar las teclas, o, si se prefiere decir de otra manera, a aporrearlas. 
 
 
     El público se troncha de la risa. La cosa, dentro de lo groseramente vulgar que es, puede tener cierta gracia, porque obviamente no es algo real, sino una parodia, pero ni siquiera le podemos conceder el beneficio de la risa perdonavidas, porque el número cómico que ejecuta ni siquiera es de su invención original, sino que se trata de un plagio de un número del dúo Freaking brothers, lo que demuestra la poca o nula originalidad del títere del tío Sam que es el presidente Zelenski.
 
Freaking brothers
 
Nota (*): Esta serie, una sátira política que incrementó la popularidad del cómico, se convirtió en profética: el protagonista, un profesor de secundaria llega a ser en la ficción presidente del país. En ella se aborda la posibilidad, actualmente en estudio, de que Ucrania entre en el engendro de la Unión Europea. El partido con el que Zelenski se presentó a las urnas se llamaba "El servidor del pueblo," igual que la serie que lo catapultó al estrellato.

sábado, 11 de febrero de 2023

Latrías

    Define la culta Academia el término latría como “reverencia, culto y adoración que sólo se debe a Dios”, y el sufijo -latría escuetamente como “adoración”. 
 
    La iconolatría, por ejemplo, sería la adoración de las imágenes, característica de nuestra época, en la que valoramos más que las cosas en sí, sus apariencias. En el siglo VIII floreció en el mundo la iconoclasia. Los iconoclastas negaban el culto a las imágenes y rechazaban la autoridad de normas, maestros y modelos.
 
    La idolatría, haplología de idololatría, es la adoración sensu stricto de los ídolos, que son imágenes de una divinidad que es objeto de culto y de veneración, pero hay una idolatría, en sentido más general, que consiste en el amor excesivo y vehemente por alguna cosa o hacia alguna persona, a las que se idolatra.
 
 
    Tenemos también la necrolatría que es la adoración y el culto que se tributa a los muertos para propiciarlos y que quizá radica en el temor que nos inspiran.
 
    Se pueden formar neologismos como estatolatría, por ejemplo, que sería el culto al Estado considerado un ente divino por algunos, como el estatólatra de Hegel.
 
 
    Otro neologismo: vacunolatría, la adoración a la que hemos asistido en todos los medios de (in)formación de masas de las vacunas sin sentido crítico ninguno, que “salvan millones de vidas” porque vienen a ser algo así como el Santo Grial, según la opinión carente de fundamento de los adictos a la Gran Farmacopea.
 
    Otro neologismo, formado sobre tecnología, es tecnolatría, que al parecer acuñó Ernesto Sabato en alguno de sus escritos, y que sería la veneración idealizada de la tecnología, caracterizada por la creencia irracional de que puede solucionar todos los problemas, hasta los que no son técnicos. Tecnolatría y tecnocracia son dos características de nuestra época: la primera justifica la segunda que es el gobierno o ejercicio del poder que llevan a cabo los técnicos o especialistas, en detrimento de los políticos.  De hecho, nuestras modernas democracias son tecnocracias.
 
    Pero si alguna -latría resulta especialmente deleznable es la egolatría, el culto o amor excesivo al ego propio de uno mismo y a su personalidad individual, que conduce a la sologamia de casarse uno consigo mismo, una boda de momento sin validez legal, pero matrimonio indisoluble, consistente y a prueba de divorcio.
 
 

viernes, 10 de febrero de 2023

Endecha por la princesa Bajrakitiyabha

¿Qué tendrá la princesa durmiente de Tailandia que sucumbiera un día de diciembre sin causa? 
 
En Bangkok duerme en coma, conectada a una máquina, en un profundo sueño de flor de loto pálida.
 
 Por la cabeza, madre, de Bajrakitiyabha -tal es su nombre propio- sabe Dios lo que pasa,

quizá ha pasado todo, quizá no pasa nada. ¿Ha entrado ya su alteza real en el nirvana?
 
 ¿Qué dicen los doctores que atienden a la infanta? ¿Inflamó su corazón una bacteria aciaga? 
 
¿Se ha clavado una aguja fatal, emponzoñada? ¿Es bulo la noticia? La Casa Real calla. 
 
 
En los templos los monjes de túnicas naranja, orando porque viva, elevan sus plegarias. 
 
 Rezan porque despierte las iglesias cristianas, por su alma también ruegan las mezquitas islámicas. 
 
Bailarinas inician las tailandesas danzas dibujando sus manos vuelos de raudas garzas. 
 
 Mucho vale la vida de Bajrakitiyabha,  una futura reina, primogénita infanta. 
 
Otras vidas no pesan prácticamente nada: no es igual la plebeya que la reina monarca.
 
¿Vendrá un príncipe acaso del sueño a despertarla con un beso en los labios como en los cuentos de hadas?
 
 

jueves, 9 de febrero de 2023

Por tierras de Zamora

 Pasa el verano y vuela la tarde azul / en Puebla de Sanabria dejándonos / su estela de oro en la laguna /  y una cadencia de luz perfecta. 
 
Has vuelto al escenario de tu niñez, / la única y auténtica patria, que es / la infancia que añoramos siempre / desde que huimos del paraíso. 
 
Buscas el río y por la ribera vas, / siguiendo el curso a contracorriente, a ver / bajo los álamos las linfas /  en las que, niño, te zambullías. 
 
 
 Y allí, en la misma sombra, seguía aquel / remanso mismo de agua que te acogió / benévolo en su seno fluido / cientos de veces como una madre. 
 
El río, sin embargo, no es nunca igual /  ni el mismo que era: no ha conservado más /  que el nombre, habiendo ya pasado /  su agua, metáfora de otro río. 
 
Tampoco, amigo mío, tampoco tú / eres el mismo que se bañaba en él, /  aquel chaval de nueve años /  que iba a cazar a las eras grillos,

 
que al deslizar rocoso del tobogán /  gastaba la culera del pantalón / corto, y trepaba a la atalaya /  a horas de misa y de catequesis,
 
o iba el domingo al cine (cerrado está /  a cal y canto al público ya el salón), / a ver alguna inolvidable / vieja película de romanos. 
 
Vuela el verano. Atrás se quedaron ya / tu río y niño antiguos. ¡Al paso, adiós /  te dicen los recuerdos, novias /  y horas que no han de volver a verte! 
 
 
Mas como si estuviera esperándote, /  abierta estaba la biblioteca aún, / donde yacían, en silencio, /  códices viejos de pergamino; 
 
palabras olvidadas que alguna vez / tuvieron eco, versos arrítmicos /  como el reloj que se ha parado /  mientras prosigue su marcha el tiempo. 
 
Volviste a entrar en ella, con devoción /  rayana en una fascinación total, / a despojarla y saquearla / de su tesoro, el conocimiento, 
 
igual que el bárbaro que aprendió en latín / a declinar la rosa y a conjugar / el verbo amar, mientras las rosas / todas y amores se marchitaban.
 
  (Para José Roberto Carballés Leal)

miércoles, 8 de febrero de 2023

Pareceres (XIV)

66.- Decir como a menudo hace la gente que la felicidad está en las cosas pequeñas a lo mejor no es decir gran cosa, es poca y menuda cosa, valga la paradoja. Pero eso es así si se entiende el dicho exclusivamente como afirmación positiva del valor de las pequeñeces; sin embargo, si lo miramos por el otro lado, del revés, con toda la carga negativa que conlleva, descubrimos una gran verdad, si se me permite la grandilocuencia de la expresión: no sabemos muy bien dónde reside la dicha, pero sabemos, desde luego, dónde no está y dónde no puede hallarse, que es en las grandes cosas, porque en realidad ni siquiera son tales 'cosas' sino ideas de las cosas, visiones de la platónica caverna. 
 
 
67.- Una nación, para ser lo que es, es decir, para ser una nación igual que las demás, debe oponerse a las demás naciones por una serie de rasgos distintivos propios, básicamente por su lengua, su cultura y por su historia. En esa oposición radicará su identidad. Ser catalán se opone, por ejemplo, a ser gallego o vasco, o lo que sea, por unas características que el propio nacionalismo catalán se empeñará en cultivar como señas peculiares de una nacionalidad que sólo encuentra su razón de ser contraponiéndose a las demás. El nacionalismo y el patriotismo son la mayor lacra de la humanidad: identificarse con la patria o nación de uno implica levantar un muro de aislamiento, una frontera que excluye, por oposición, a los demás. Contra ambos hemos pergeñado este apotegma en el que el término 'españoles' puede cambiarse por cualquier otro gentilicio: Los españoles no nacemos españoles, nos hacen, si Dios no lo remedia, españoles, o nos hacemos nosotros mismos, si no lo remediamos.
 
 
68.- ¿Quién nos asegura que ese billete impoluto que llevamos en el bolsillo tan poco gastado por el uso todavía no es una burda falsificación? “¡No, no puede ser!” Dirán algunos incautos. “Si me lo ha dado el cajero automático... Si es un billete de Banco...” Pero ¿quién nos asegura que las entidades bancarias no nos engañan a sus acreedores en el sentido más profundo y no sólo superficial o trivial del término, no porque emitan billetes falsos además de los verdaderos, sino porque en verdad todos los billetes que emiten son falsos, así como todas las tarjetas de crédito y débito, porque el dinero, que es real en cualquiera de sus formas físicas o espirituales como la vida misma, es una falsedad manifiesta que falsifica, valga la redundancia, el valor de las cosas, el valor de nuestra propia vida, devaluándola? Pero ese billete que llevamos en la billetera -o esa tarjeta de crédito, da igual para el caso- es bien real: puede servir para pagar un café, una copa, una comida, un polvo, un soborno, un crimen 
 
 
69.- La hija del visir, que está a punto de dejar de ser una niña, rompe a llorar sin tregua, y llora, según cuentan (pero la verdad sólo Alá -o, lo que es lo mismo, Nadie, si se nos permite este guiño irreverente al Islam- la conoce), porque Mesopotamia la legendaria cuna de nuestra civilización donde florecieron los jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo, regada por el Tigris y el Éufrates milenarios como la cultura que allí se forjó con el arranque de la escritura y de la Historia, está hoy, ahora mismo, como siempre, todavía, bombardeada miserablemente durante el rodaje de la superproducción cinematográfica The Gulf War II. Están lloviendo  bombas sobre Bagdad, una ruina destruida con el pretexto de reconstruirla y un desierto baldío anegado de sangre propiciatoria derramada, aunque no lo parezca,  por su propio bien. 
 
 
70.- El pueblo, ese invento del gobierno. There is no alternative. (No hay alternativa) era el eslogan del partido conservador británico y de su primera ministra Margaret Thatcher. Sin embargo, que no exista una alternativa realmente, aquí y ahora, no quiere decir que no pueda haberla. Tampoco existe el pueblo que, es una entelequia inventada por el gobierno y los políticos para ejercer su gobierno sobre él, pero hay pueblo, igual que hay un corazoncito dentro de todos nosotros, que por debajo dice, aquí y ahora mismo, que es el único lugar y tiempo posible para la revolución. El pueblo, que no existe, se rebela sin embargo contra la democracia que se le impone, en nombre de la voluntad popular, que no quiere que gobierne nadie, ni Dios, ni muchísimo menos un representante de su supuesta voluntad, en nombre de ella, como si ella quisiera ser gobernada. Y por ahí, por ese camino, nunca se sabe hasta dónde se puede llegar. Pero, por eso mismo es un buen camino, el mejor que puede haber.
 

martes, 7 de febrero de 2023

El tribunal del Santo Oficio (de la libertad de expresión).

    Hay libertad de expresión, dicen, siempre y cuando la expresión de nuestra libertad no falte al respeto de la vida privada y el honor de las personas, siempre que nuestra crítica no ofenda al Jefe del Estado  o las sagradas creencias de alguna comunidad religiosa, sea la que sea.   
 
    Hay libertad de expresión siempre que no hagamos uso de nuestra libertad para expresarnos libremente. Debemos contemplar la presunción de inocencia de los demás y evitar la calumnia, la difamación, las injurias… 
 
    Son tantas las excepciones a la regla que podría decirse que no hay regla, o sea, que no hay libertad de expresión sino una censura invisible, que aparentemente no existe porque ya no hay unos señores siniestros, los antiguos censores, encargados de poner en el índice libros y películas, pero omnipresente, poderosísima porque está en la propia conciencia de los creadores: es Pepito Grillo, el grillo parlante, que era el censor de Pinocho, es decir, de cualquiera de nosotros mismos, tan falsos que somos y reales.
 
Galileo ante la inquisición romana, Cristiano Banti (1857)
 
     El moderno tribunal del Santo Oficio de la Inquisición es la autocensura. Torquemada es el propio creador. No se ve correcto que un personaje literario fume, por ejemplo. No está bien que haya sexo sin preservativo si no es para condenarlo por inmoral. No está bien que se conduzca sin cinturón de seguridad o se monte en moto sin casco en un telefilme: los personajes, sean buenos o malos, deben comportarse cívicamente, políticamente correctos, deben reciclar sus basuras y no contaminar el planeta mostrando conductas ejemplares.
 
     El Tribunal de la Santa Inquisición, instalado en nuestra conciencia puritana, quema los libros antes de que sean escritos, y prohíbe las películas antes de que sean rodadas. Hoy hay más libros y películas prohibidas que nunca: lo que no se atreven a hacer sus autores.
 
 
    De cualquier forma, no esta mal que nos hagamos una pregunta: ¿De qué sirve la libertad de expresión que garantiza nuestra sacrosanta y venerada constitución española, que todos los años celebra su aniversario el día siguiente a las nonas de diciembre, dos días antes de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, cuando el pensamiento que expresa es un pensamiento único y esclavo? Y, además, ¿de qué sirve la libertad de pensamiento si no albergamos más que un pensamiento considerado correcto y por tanto corregido?

lunes, 6 de febrero de 2023

Al catarro dale con jarro

    Resulta instructivo comprobar cómo la publicidad antigua -hoy sería impensable el caso- de una bebida alcohólica se presenta como "un arma bien dirigida", en concreto como una bomba saludable, contra la gripe, simbolizada por un tipo de raza asiática con un sombrero cónico vietnamita. La bebida referida es un brandi,  que es  el aguardiente que se obtiene de la destilación del vino añejado en toneles de madera. La palabra brandy es término inglés, que a su vez es préstamo del neerlandés brandewijn, que significa en esa lengua "vino quemado". Esta bebida tiene una gradación alcohólica bastante más alta que el vino, rondando entre los 36 y 40 grados, y entre los brandis destaca el famoso coñac, que tiene denominación francesa por su origen.  La botella del brandi se presenta a su vez como la mejor defensa contra la amenaza de la gripe.


     Recuerdo haber oído desde niño que se decía que el remedio de toda la vida contra la gripe era un vaso de leche caliente con miel y una copa de coñac, metiéndose uno en la cama a sudarla acto seguido. Esta vamos a llamar 'sabiduría popular' de la que se hace eco la vieja publicidad hoy no se considera política- ni sanitariamente correcta. Sin embargo, ¡cuánta razón destilan los refranes del acerbo común Al catarro dale con jarro, y El vino en jarro cura el catarro! Recuerdo también ese otro dicho de que la gripe se cura en una semana con medicación y en siete días sin ella (o en otra versión, en dos semanas y catorce días, que viene a ser lo mismo), lo que quiere decir que la medicación es superflua y no estaría de más si se limitara a aliviar los síntomas de la enfermedad, pero aquí es donde entran en juego los temibles efectos secundarios de los medicamentos que nos ofrece la farmacopea, que reparan una pieza de aquí estropeando otra de allá.

     Hemos visto cómo una gripe vulgar y corriente -nos dijeron que era otra cosa, una enfermedad desconocida y nueva en el mundo, además de mortal- ha paralizado prácticamente todo el planeta durante casi tres años consecutivos, ordenando confinamientos, cuarentenas, toques de queda, uso obligatorio de mascarillas, distancias de seguridad, pasaportes de vacunación y una infinidad de protocolos y controles que, para colmo de males, no han servido para nada bueno, y que además no consiguieron su objetivo. Por eso quieren ahora resucitar, entre otros, el fantasma obsoleto H5N1 de la Gripe Aviar.

    El doctor Herbert M. Shelton (1895-1985), autor entre otras obras de "Rubies in the Sand" (1961), que se retituló "The myth of medicine", obra publicada post mortem en 1995 en la que se incluyó además material inédito,  ya escribió un artículo en 1940 sobre la gripe, titulado técnicamente Influenza, donde dice, entre otras cosas, lo mismo que la sabiduría popular: que el remedio es peor que la enfermedad:  Médicos y pacientes rara vez se dan cuenta de hasta qué punto el tratamiento es responsable del aumento y la prolongación del sufrimiento y la muerte.

    Afirma el autor que cuando se tiene un resfriado severo, una gripe o una neumonía, lo que hay que hacer en primer lugar es dejar de comer. No hay que tomar ningún alimento, pero sí agua, hasta que desaparezcan los síntomas agudos. No se debe tomar ningún medicamento.  Lo que hay que hacer es lo que el cuerpo pide: meterse en la cama y descansar: descanso, ayuno y calor. En estas condiciones y siempre que haya aire fresco en la habitación, el cuerpo se recuperará sin medicamentos de temibles efectos secundarios, complicaciones ni secuelas.

Herbert M. Shelton (1895-1985)
 

    No se necesita tratamiento. La fiebre, la inflamación, la tos y demás síntomas indican que estamos en proceso de curación. En el citado artículo Shelton planteaba dos preguntas que deberíamos todos formularnos: ¿Cuánta fe en la efectividad de las vacunas nos ha inculcado la industria farmacéutica -recordemos el cacareado lema de que "salvan vidas" y, hablando del pasado, "han salvado millones de vidas"-, más atenta a sus cuentas bancarias que a nuestra salud, porque lo que a ella le importa no es curar al paciente sino hacer crónica su enfermedad y convertirlo en un cliente asiduo y así fidelizarlo? ¿Cuántos de nosotros hemos sido adoctrinados para pensar que para que nuestro cuerpo esté protegido necesitamos todo tipo de medicamentos y vacunas y para que desconfiemos de nuestra natural inmunidad?