domingo, 5 de mayo de 2024

El libre comercio

    Por fin he recibido, después de más de veinte días de espera, el libro que había encargado “99 sonetos romanescos” de Giuseppe-Gioachino Bellien edición bilingüe, traducción, introducción y notas de Luigi Giuliani, publicado por Ediciones Hiperión en 2013.

    Vienen estos sonetos a sumarse a los 47 que tradujo Agustín García Calvo en 2006, ofreciendo nuevas versiones de algunos de los ya traducidos y otros nuevos vertidos por vez primera a nuestra lengua. 

        He seleccionado de estos últimos el que lleva por título 'Er commercio libbero' (El libre comercio), que es una conversación de una prostituta con su cliente defendiendo la dignidad de su profesión, el oficio más viejo del mundo, y quejándose en la última estrofa de la competencia de las mujeres poco profesionales que no pertenecen al  gremio. Y aunque me aparto en no pocos puntos de la versión de Luigi Giuliani, reconozco que le debo la traducción del tercer hendecasílabo, que le he copiado íntegramente.

Be'? Sò pputtana, venno la mi' pelle:
fo la miggnotta, sì, sto ar cancelletto:
lo pijo in quello largo e in quello stretto:
c'è ggnent'antro da dì? Che cose belle!

Ma cce sò stat'io puro, sor cazzetto,
zitella com'e tutte le zitelle;
 e mo nun c'è chi avanzi bajocchelle
su la lana e la paja der mi' letto.

Sai de che me laggn'io? No der mestiere
che ssarìa bbell'e bbono, e cquanno bbutta
nun pò ttrovasse ar monno antro piacere.

Ma de ste dame che stanno anniscoste
me laggno, che, vedenno cuanto frutta
lo scortico, ciarrubbeno le poste.

Roma, 16 diciembre 1832
 

 Pues ¿qué?, soy puta, me vendo en subasta,
hago la calle, sí, saco buen provecho,
y me dan por el ancho y el estrecho.
¿Hay algo que objetar? ¡Con eso basta!

Mas yo, don Pichacorta, he sido de hecho,
doncella y cual doncella, virgen casta
y hoy no hay tío que no funda la pasta
bajo la colcha de mi puto lecho.

¿Que de qué me quejo? No del oficio
que puede ser muy bueno y, cuando renta,
no hay mejor en el mundo que este vicio.

Sino de esas damas impertinentes
me quejo, que al ver cuánto tiene cuenta
el puterío, nos birlan los clientes.

sábado, 4 de mayo de 2024

Más notas marginales

Noticias del mundo:
  Se ha registrado ya el primer caso de morsa muerta por gripe aviar en el Ártico, y The Guardian alerta: El virus resucitado ya ha matado a otros mamíferos... 
 En los campus universitarios norteamericanos está surgiendo, bienvenido sea, un movimiento contra la guerra de exterminio que Israel lleva a cabo en Palestina. 
 Nuevo rapto de Europa: El toro, que es Zeus, o sea la Alianza Atlántica, seduce, rapta y acaba empujando a Europa a la guerra a fin de defender la 'democracia'. 
  Israel se defiende atacando a todos los que critican el genocidio que perpetra en Palestina acusándolos de antisemitas, confundiendo el Estado con el pueblo.
  Alístate en el ejército ucraniano, que se dispone a volver al frente a pelear como espartanos por Ucrania y la democracia contra el enemigo, contra el monstruo.

 oOo
 Variedades: 
 Que las máquinas se asemejen cada vez más y más a los seres humanos no es tan alarmante como que los homínidos nos hayamos convertido en máquinas robotizadas.
  Etimología de cretino: Del francés crétin, 'cristiano' en dialecto francés de Suiza, eufemismo compasivo (pobre cristiano) del que sufría el mal del cretinismo.
 Decía Cocteau que si el fuego quemara su casa, sólo salvaría una cosa de las llamas del incendio: el fuego. No tendría donde vivir, pero en él el fuego viviría.
 
Vano e inútil el intento de aprender a vivir porque cuando aprendemos a hacerlo gracias a la experiencia acumulada ya es demasiado tarde a fin de aprovecharla.
 Los estados se han desarrollado históricamente como máquinas de guerra para "mantener la paz" mediante el uso de la violencia, generando violencia por doquier.
 Cuando el fotógrafo nos pide que sonriamos a la cámara para tomarnos una fotografía, la sonrisa se convierte enseguida en un rictus o idea forzada de sí misma.
 Ya no importa tanto el número del Documento Nacional de Identidad que otorga la policía, como el del teléfono móvil o celular, en el que cabe el alma personal.
 
 En una relación tóxica el elemento más pernicioso amenaza a menudo con dejar al otro -chantaje emocional- en pos de afecto ególatra y adhesión inquebrantable.
 Tras haber erradicado mediante vulvectomía el tumor maligno, la ginecóloga dijo que podía volver a reproducirse porque las vulvas solían ser muy traicioneras.
 A veces no basta toda una vida por larga que pueda ser para desaprender lo mucho mal aprendido que nos hemos dejado meter en la cabeza y allí se ha sedimentado. 
  Cuando se dice de alguien que no tiene ni (puta o ni puñetera) idea, se está diciendo en realidad lo contrario: alberga muchas ideas, demasiadas ideas todavía.
  El término obeso, que destituyó a gordo, se sustituye ahora por ABCD, acrónimo políticamente correcto de Adiposity Based Chronic Disease, para no estigmatizar.

Gordito Relleno ya no sería obeso, eufemismo de gordo, sino alguien con una Enfermedad Crónica Basada en la Adiposidad, o sea un ABCD en la lengua del Imperio. 

viernes, 3 de mayo de 2024

Pareceres XLVII

231.- Credibilidad. Me llama la atención el uso y el abuso que se hace de la palabra “credibilidad”: los periodistas lamentan su pérdida, dicen que los partidos políticos y los sindicatos no tienen, porque la han perdido, la “credibilidad” que necesitan, porque el pueblo, o la ciudadanía, como prefieren ellos, ha dejado de creer y de tener fe en la casta sacerdotal. Fe es una palabra religiosa, que ya casi nadie emplea. Ahora se prefiere usar “credibilidad” que es su versión laica y es vocablo más largo, rimbombante y altisonante, frente a la monosilábica virtud teológica, que parece que sabe a muy poquito. Pero no nos engañemos: es lo mismo. Los políticos han perdido la credibilidad o la confianza, como dicen otras veces, es decir, la fe que sus votantes depositaban en ellos en el acto eucarístico y litúrgico de introducir su voto en la ranura de una urna democrática. Son conscientes de ello, no son tontos, por eso quieren recuperar la confianza perdida. Están dispuestos a modificar todo lo que haga falta, porque están nerviosos y no quieren que se les acabe el chollo, porque quieren que siga habiendo partidos políticos y democracia contra la voz popular, uox populi de "No nos representan", para que nadie ponga en tela de juicio el futuro político de esta casta social y sacerdotal, más peligrosa que la de los funcionarios, que ya es decir, que son los políticos profesionales, aquellos que se arrogan la representación de la voluntad popular; una voluntad que, por cierto, no sabe lo que quiere, pero sí lo que  no quiere: No quiere que se la convierta en "electorado" ni que la represente nadie. Pero el sistema necesita el sostenimiento de la fe, que es su cimiento, o de la confianza, que es el sustituto laico de la virtud teologal, para poder mantenerse en pie. 
 

 
232.- Amor conyugal. Hay algunos emparejamientos o matrimonios, ya sean heterosexuales o sean ya homosexuales donde están estos últimos legalmente contemplados, que acaban desemparejándose bien, pero muchos otros, en una inmensa mayoría, duran toda la vida, hasta que la muerte irremediable separa a los dos cónyuges con un golpe seco de su guadaña. El divorcio, lejos de acabar con la sacrosanta institución del matrimonio como temían los defensores a ultranza del vínculo matrimonial, lo fortalece: se cambia de pareja, pero se mantiene el yugo que unce a los dos bueyes, la yunta que los convierte en cónyuges. El peligro del amor conyugal está en que a veces se convierte no en un amor a otra persona, sino al yugo del "conyuguio". 
 
233.- El hígado y el corazón. Un verso de Hassan Ibn Thabit dice literalmente así en su lengua original árabe: لَقَدْ سَعَرَتْ حمى الهَوَى كَبِدِي laqad saearat hamaa alhawaa kabidi, es decir: “La fiebre del deseo el hígado me abrasó” pero debe traducirse mejor como: La fiebre del deseo abrasó mi corazón. ¿Cuál es la razón? La palabra árabe kabid  significa literalmente “hígado”, porque para el mundo árabe era el hígado la sede de los sentimientos y emociones y no el corazón como en la cultura occidental. Para los romanos, el corazón era la sede de la memoria: de ahí la etimología de recordari: traer al corazón, o sea, guardar en la memoria, como atestiguan algunas de nuestras lenguas: by heart en inglés, par coeur en francés, de coro, en castellano viejo, expresiones todas que significan 'de memoria'. La atribución a los órganos del cuerpo de cualidades sentimentales o neurológicas es por lo tanto arbitraria. Los versos de Hassan ibn Thabit, que cita Ibn Madyan, continúan hablando de que su herida no tiene médico ni cura excepto aquél cuyo amor lo ha herido -ignoro si se trata de Dios, del divino profeta o de algún efebo o amante masculino-: sólo él, sea quien sea, puede consolarlo y remediarlo. Aristóteles decía que: “pensamos con el corazón, y el cerebro solo se dedica a enfriar la sangre proveniente del mismo después de haber pensado, actuando como un refrigerador de la sangre”. El corazón se configuraba así como el órgano de las pasiones, calentaba tanto la sangre cuando estaba apasionado, que esta se refrigeraba sólo en el cerebro, que la devolvía fría al resto del cuerpo para que siguiera funcionando con normalidad en su lento y pausado caminar hacia la muerte.  
 

234.- Cáñamo y cánnabis. Que el cáñamo (término procedente del latín vulgar cannabum, derivado del latín clásico cannabis, préstamo tomado del griego κάνναβις) era una planta medicinal ya lo sabían los antiguos. La evolución del nombre se explica en primer lugar por el cambio de la terminación: se sustituye -is, por -um, que evoluciona a -o tras la pérdida del fonema nasal final y la apertura de la -u en -o (sólo conservamos la -u latina final en unos pocos cultismos como espíritu, tribu, ímpetu...), la -b- se nasaliza convirtiéndose en -m-, fenómeno un tanto irregular que vemos también en como el nombre Iacobus se convierte en italiano en Giàcomo, y las dos -nn- latinas se palatalizan y se convierten en nuestra -. El caso es que nos encontramos con un doblete cáñamo/cánnabis, donde el término patrimonial cáñamo es el nombre de la planta también llamada estopa y bramante, que sirve para hacer cosas como jarcias, redes, hondas, zapatillas, cuerdas, ropa y tejidos..., y por otra parte el cultismo cánnabis es la sustancia estupefaciente (marihuana, maría, hachís o grifa) o terapéutica, si cabe hacer tal distingo. Precisamente este último uso ya era conocido por los antiguos: Nomen istius herbe Canabe. Nascitur autem hęc herba locis asperis et secus vias iuxta sepes. Prima cura ipsius ad sanandum: "El nombre de esta hierba es cáñamo y cánnabis. Por otro lado, nace esta hierba en lugares agrestes y al borde de los caminos junto a las cercas. Su principal utilidad es para sanar."
 
 
235.- Contrarreloj. Suena el despertador, ese toque cuartelero de diana que pretende que te despiertes para que en realidad sigas durmiendo y sigas por lo tanto sin enterarte de nada de lo que pasa a tu alrededor y sin darte cuenta, por lo tanto, de cómo son las cosas en el mundo en la vigilia. El reloj te mata, te va envejeciendo y hurtándote el tiempo de tu vida, porque convierte tu vida al computarla en rutina cronometrada, en hojas de agenda y de calendario. Pero no sólo el reloj de la muñeca, sino el que llevas interiorizado en la cabeza. Como dijo Antonin Artaud, el poeta maldito, cuando inventaron el reloj “nos hicieron esclavos de nuevo”. Pero él sabía mejor que nadie que en realidad nunca habíamos dejado de ser esclavos, y quizá nunca seríamos libres.  Nos sacaron el grillete de los tobillos y nos pusieron las esposas en las muñecas. El reloj de pulsera y el calendario, que se inventaron para medir el paso imposible del tiempo, que es un continuo,  y por lo tanto es falso y mentira que pase, que corra, que vuele, acabaron creándolo y haciéndolo real, ordenándolo, dividiéndolo y subdividiéndolo para que pasara, y esclavizándonos a nosotros a sus despóticos dictados.
 
 

jueves, 2 de mayo de 2024

Día internacional del trabajo

    En el cartel institucional del Ministerio de Trabajo y Economía Social del Gobierno de España se lee: "Día internacional del trabajo". La efeméride se festeja con un diseño gráfico bastante ilustrativo de la realidad laboral: En primer término se ve una futbolista, habida cuenta de su larga coleta, que es un guiño feminista a la campeona del mundo y máxima goleadora de la selección española, pisando un balón que en realidad es un reloj que marca las tres y que a la vez parece un sol resplandeciente. Lo más sorprendente de todo es la figura central y lo que significa y conlleva: que el balompié se considere un trabajo y que sea el centro de la composición. 

    Tras ella a la derecha una camarera con una bandeja en alto que va a servir tres vasos de trago largo, o quizá jarras de cerveza; una limpiadora con su fregona y su caldero respectivos, y un albañil colocando ladrillos en un muro tras una hormigonera; a la izquierda, una química con bata blanca, gafas y una probeta de laboratorio; un jardinero con un rastrillo, visera y traje verde con franjas reflectantes amarillas, y un ciclistas que, a primera vista parecería que está practicando deporte, pero que en realidad es un ráider o repartidor de comida rápida a domicilio en bicicleta, que carga a sus espaldas con la mercancía. 

 

    Gráficamente queda así reflejado el mundo del trabajo que se festeja internacionalmente el primer día de mayo, y que en esta ocasión ha sido alentado por el Gobierno de España que reivindica -¿a quién, a los empresarios, al dinero mismo?- "reducir la jornada laboral para vivir mejor", con un eslogan ambiguo donde los haya porque reducir la jornada laboral no significa eliminarla ni muchísimo menos, como podría parecer a simple vista, sino todo lo contrario: reducirla es una forma sutil de fortalecerla, e incluso de aumentarla o intensificarla si se pretende hacer el mismo trabajo en menos tiempo. 

     Como el trabajo no puede ocupar todo el tiempo del que disponemos porque sería insufrible, hay que dosificarlo, hacer que alterne con el ocio, para eso se creó la semana laboral con su fin de semana, lo mismo que las vacaciones, que sirven para recargar las pilas y volver al tajo con renovadas fuerzas y energías. El trabajo justifica así la imposición del calendario laboral con sus días de trabajo y sus festivos, y sus puentes y vacaciones. Sin el trabajo, el calendario no tendría ningún sentido, como tampoco el reloj que cuenta las horas.

 

     Se habla ahora incluso de ampliar el fin de semana a tres días: viernes, sábado y domingo, y reducirla efectivamente a cuatro días, lo que lejos también de acabar con el concepto de "semana laboral", como parece a simple y primera vista, lo que hace es robustecerlo todavía más. 

    El eslogan gubernamental dice "para vivir mejor", porque de alguna manera está reconociendo que el trabajo no es vida propiamente dicha, sino que esta comienza cuando uno sale de trabajar y olvida el sufrimiento acumulado. El eslogan gubernamental parece liberador porque es como si dijera lo que verdaderamente todo el mundo quiere en su fuero interno: Eliminar la jornada laboral para vivir. Pero no dice "eliminar" sino reducir un poco, unas minutos, unas horas, para poder no vivir simplemente, sino sobrevivir un poco mejor. 

 

    Estos buenos propósitos gubernamentales del Ministerio de Trabajo y Economía Social -¿quién ha inventado el sintagma "economía social"?-  no pueden ir acompañados de una reducción de salario y consiguiente merma en los haberes de los trabajadores, sino, paradójicamente, de todo lo contrario: un aumento de sueldo, por eso los trabajadores que han festejado el día internacional del trabajo no trabajando y saliendo a manifestarse a la calle en procesiones organizadas por los sindicatos mayoritarios reivindican "menos trabajo y más salario", lo que lejos de suponer una amenaza para el mercado laboral es su apoteosis. Así los trabajadores pueden ir tirando un poco más, aguantando hasta el día jubiloso de la jubilación en el que dejen de trabajar definitivamente y sigan cobrando por haber dedicado los mejores años de su vida a la servidumbre laboral hasta que mueran.

miércoles, 1 de mayo de 2024

La fascinación del Santo Padre

     Cuenta el venerable Beda que el papa Gregorio I se acercó un día casualmente a la plaza del mercado de Roma donde unos mercaderes exponían su mercancía recién llegada a la vista y codicia del público. Se abrió paso el Santo Padre entre la muchedumbre que se agolpaba para ver lo que se mercaba en la subasta y pujar si se terciaba en el regateo. Gregorio descubrió, movido por la curiosidad del espectáculo, una entre las demás mercaderías que le fascinó -fascinación es en efecto, la palabra, habida cuenta de su significado etimológico de 'falo divino'- desde el primer momento. No eran cosas sino personas las que, convertidas en mercancía, estaban en venta y pública almoneda: cuerpos semidesnudos, bien torneados, de una mirada arrogante y un tanto fiera, en la flor de la edad, de porte delgado y esbelto.

La iglesia de Cristo nunca se opuso a la esclavitud, sino que propugnaba que se diera un trato humanitario a los esclavos lo que, lejos de desautorizar la servidumbre proclamando la igualdad de todos los seres humanos, le daba a ésta carta de naturaleza de hecho. Al fin de cuentas, Dios era nuestro Señor y todos los seres humanos éramos, a más de sus criaturas, sus siervos. 

No se escandalizó Gregorio de que se subastaran esclavos. Lo que le embargó fue la emoción íntima de un placer estético. Sintió un íntimo cosquilleo en el escroto o funda de los testículos, como si su miembro viril estuviera a punto -Dios no lo quisiera- de alcanzar una erección pecaminosa.

San Gregorio y los británicos: "No son anglos, sino ángeles"
 

No sabía a quién mirar con más detenimiento, pues en cada cual encontraba algún rasgo que lo hacía particularmente bello. Tenían la piel blanca y casi desprovista de vello, si acaso una ligera pelusa sombreaba las piernas como un baño de oro o florecía en los sobacos o en las ingles, los rasgos armoniosos y delicados, y estaba claro que, a pesar de su equívoca belleza de espíritus súcubos, no eran mujeres -a uno le había visto bien a las claras las verijas; a otro le vio las nalgas y juró que nunca había visto trasero más tentador y seductor a ninguna puta, ni siquiera el culo de su preferida del Trastévere, una muy bella moza entre cuyas piernas hallaba consuelo. Pero había algo muy femenino y, por lo tanto, diabólico y luciferino en aquellos cuerpos, no le cabía la menor duda de eso.

No podían considerarse bárbaros aquellas angelicales criaturas. Tenían, además, el aire de patricios altivos y no de vulgares plebeyos, las greñas rubias como las espigas de trigo que sueñan convertirse en pan ázimo, y largas y muy hermosas, y los ojos, cuya mirada ya se ha dicho que albergaba la arrogancia acaso de su antigua libertad, cerúleos como las aguas del mar que refleja el cielo. 

El Sumo Pontífice preguntó a los tratantes, sin quitar la vista de encima a los prisioneros de guerra y a sus desnudos cueros, de qué rincón del mundo procedían aquellas criaturas. “Son de la isla de Britania, de la nación de los anglos -le respondieron-, donde todos tienen más o menos las mismas pintas de traza y aspecto”.  

"¡No son anglos, son ángeles!"

Gregorio, que nunca había visto a nadie igual, preguntó sin quitarles la vista de encima si ya habían recibido las aguas sagradas del bautismo o si todavía eran bárbaros infieles y salvajes aquellos isleños. “Aún son paganos, Santidad” le respondieron. “¡Ay!” Exclamó Gregorio con un suspiro que le salió del alma, que le brotó de lo más hondo de las entretelas del corazón y sus adentros-, "¡Qué pena! ¡Qué lástima que una juventud tan lozana como esta esté todavía a merced del Príncipe de las Tinieblas! ¡Qué pesadumbre que unos cuerpos tan hermosos alberguen unas almas hueras del don de la gracia del divino sacramento! Si son... -exclamó con una lágrima de verdad en los ojos, visiblemente emocionado ante tanta belleza tan turbadora, una lágrima que no le dejaba acabar la frase ahogándole la voz-, si son como los propios ángeles del Cielo".

    Poco después serían enviadas hordas de monjes católicos, apostólicos y romanos desde la Ciudad Eterna por orden del Santo Padre a evangelizar a anglos y sajones, a los que no deslumbraron con la luz del Evangelio, sino que los dejaron, inculcándoles la fe y la moral judeocristiana, literalmente ciegos.

martes, 30 de abril de 2024

¿Quién es el puto amo?

    Uno de los usos del adjetivo malsonante “puto, a”, al menos en el español que se habla actualmente en las Españas, es, colocado delante de un sustantivo, el de aumentativo o enfatizador, que sirve tanto para expresar conceptos positivos (de puta madre, o en grado superlativo: de putísima madre) como negativos (de puta pena, de puto culo...). 
 
    Recuerdo a propósito del primer ejemplo la anécdota de un estudiante norteamericano de español que, no habiendo entendido bien el sentido de la expresión de puta madre, que por otra parte oía muy a menudo cuando a la gente le iban bien las cosas, la trafulcaba y decía puta tu madre, incluyendo un posesivo cariñoso y afectivo que convertía la expresión positiva en uno de los mayores insultos y ofensas contra la madre de un interlocutor, el cual se veía así indirectamente tachado de hideputa. 
 
 
    Es frecuente oír la expresión "soy el puto amo", sobre todo en registros coloquiales, no exenta de cierta chulanganería cuando alguien quiere alardear ante sus amigos y conocidos con fanfarronería de alguna de sus habilidades. Decimos que alguien es “el puto amo” cuando es el mejor en algo, el líder supremo, el campeón absoluto en lo suyo –o al menos el que creemos que lo es– y cuando despierta nuestra admiración y envidia más profunda, ya se trate de un deportista coronado de éxitos, de alguien experto en lo suyo o de un político muy bien valorado. 
 
    En este último sentido, el ex alcalde de Valladolid y actualmente Ministro de Transporte y Movilidad Sostenible del Gobierno de España ha dicho que el presidente del ejecutivo progresista, que se había retirado durante cinco días a meditar para decidir si dimitía o seguía con la carga del cargo, era "el puto amo". Comparando a dos presidentes socialistas españoles, dijo del cronológicamente primero que tuvo "mucho predicamento en el exterior", pero que el actual "no es que tenga predicamento, es que... es el puto amo" Y añadía: "Esa es la realidad." Y su auditorio, entregado, irrumpía en aplausos. Así que volvía a repetirlo: "¡Es el puto amo!" Y la expresión era aplaudida por su auditorio y recibida con alborozo. 
 
 
    Lo curioso era el argumentario que esgrimía: el actual presidente sabe inglés y por lo tanto no necesita ningún traductor o intérprete a su lado para desenvolverse en los foros internaciones, como si saber inglés fuera mérito imprescindible o condición sine qua non para ejercer la presidencia del gobierno, de forma que cualquier licenciado en filología o estudios ingleses podría muy bien ocupar esa dignidad. Y ha insistido varias veces en esto, afeando a su rival, que necesitaría un intérprete, porque no es capaz de chapurrear nada en la lengua del Imperio. 
 
    Así razonaba el ministro, diciendo que la izquierda, los hijos de los trabajadores, entre los que se incluía él, incluía al presidente y a todo su auditorio, "estamos mejor preparados que ellos". Copio sus palabras literales, que no tienen desperdicio: "Permitidme que os diga una cosa, esto -hay gente que podrá decir que no es importante- pero, hombre, que los hijos de los trabajadores, que somos nosotros, seamos los más preparados frente a los que han tenido todas las oportunidades del mundo, todas, en nuestro país, que seamos los de la izquierda, eh, los hijos de los trabajadores, los que podemos poner encima un currículum, una educación y una formación, y una preparación para la vida de hoy, para el siglo XXI, y los que han tenido todas las posibilidades no sean capaces todavía ni siquiera de chapurrear un poquito de inglés, y pretendan ir a representar a nuestro país a los foros internacionales con un traductor al lado, cosa que ya no pasa, no le pasa a ningún líder de ningún país del mundo, es..." No acaba la frase. 
 
 
    Al parecer el requisito imprescindible, que el presidente actual del gobierno cumple, es poder hablar inglés, para decir "yes, of course", o amén, como se decía antaño, a lo que está mandado, a la Alianza Atlántica, pongo por ejemplo. Y en ese sentido no puede decirse que nuestro presidente sea él el puto amo, título que le correspondería más bien al presidente norteamericano, que está gagá y senil por otra parte, sino que sería más bien el último de sus vasallos. 
 
    Pero no nos engañemos ni nos hagamos ilusiones. El título de Puto Amo, con mayúsculas honoríficas, no le corresponde a ningún político, ni a ningún individuo personal con nombre propio y apellidos, sino a... ¿A quién le corresponderá? No a los que mandan, porque los mandamases son al fin y al cabo los más mandados. ¿Quién será entonces el puto amo del mundo de verdad? ¿Alguien lo sabrá?

lunes, 29 de abril de 2024

"La vraie vie est absente"

    Si le metemos al traductor de Gúguel la frasecita que escribió el poeta adolescente Arthur Rimbaud (1854-1891) en su Descenso a los infiernos "La vraie vie est absente",  nos da la siguiente traducción: "falta la vida real". Ante este resultado que le deja a uno ojiplático, porque uno esperaba la traducción literal "La verdadera vida está ausente" o, en su defecto, "La vida verdadera está ausente", con inversión del adjetivo, llama bastante la atención que traduzca "vraie" verdadera por real, equiparando -craso error- la verdad con la realidad, cuando lo que quería decir el poeta de Charleville era precisamente que la vida real era una farsa, un simulacro, una pseudo-vida. 
 
 Arthur Rimbaud
 
    Pero el traductor electrónico de esta santa casa que nos aloja nos dice, y se queda tan ancho, "la vida real". Traducir "falta" en vez de "está ausente" es comprensible, pero traducir "vraie" por real no lo es en absoluto. 
 
    Recurro a otro traductor electrónico DeepL y me da los siguientes resultados, igualmente disparatados: "La vida real está ausente", con sus variantes alternativas "la vida real no existe" y "falta la vida real". Esta confusión de la realidad y la verdad es bastante significativa e insidiosa y no debería pasarnos desapercibida.
 
 
     ¿Qué podemos decir de ello? Que se ha perdido en la traducción la intención de la frase, lo que quería decir, y se ha trafulcado totalmente. "Vraie" significa "verdadera" y la duda que nos cabe es la colocación del adjetivo, si antepuesto o pospuesto al sustantivo. Tanto en francés como en español la posición habitual del adjetivo es después del nombre, pero hay algunos que pueden anteponerse, aunque no sin riesgo de que a veces cambie el significado: No es lo mismo, en efecto, un hombre pobre, donde pobre quiere decir que no tiene recursos económicos  que un pobre hombre, donde significa desgraciado, infeliz. Como no es lo mismo un "viejo amigo" que un "amigo viejo". Con estos ejemplos se ve que ciertos adjetivos, los llamados "adverbiales", si se anteponen al sustantivo, expresan una cualidad circunstancial, mientras que si van detrás expresan una cualidad propia o sustancial. Expresan significados análogos a los de los adverbios, pero no dejan de ser formalmente adjetivos con moción de género y número. Estos adjetivos no son intersectivos: no aportan cualidades o propiedades a los sustantivos. 
 
Tumba de Arthur Rimbaud (Charleville)
 
     Al hilo de esto se me ocurre preguntarme si era lo mismo "la verdadera vida" que "la vida verdadera", y parece que no es el mismo caso, lo que no significa que sean expresiones sinónimas, porque hay una pequeña diferencia: la verdadera vida quiere decir "lo que es la vida verdaderamente, la vida que importa" mientras que en el segundo caso significa la 'vida auténtica, que se ajusta a la verdad, objetiva', contrapuesta a 'falsa'. 
 
    El propio poeta de Charleville escribe en la misma obra "La vie est la farse à mener par tous". Meto esa frase en el traductor de esta santa casa y me da la siguiente versión: "La vida es una broma para todos", cuando la traducción esperable sería: la vida es la farsa que todos llevamos a cabo, o más literalmente: la vida es la farsa que todos hemos de llevar a cabo. O si se prefiere una traducción más libre, libérrima, y literaria: La vida es un baile de máscaras en el que todos participamos. 
 
 
    La verdadera vida está ausente, escribió Rimbaud, porque la vida que está presente es falsa, no es vida propiamente dicha, sino una forma de muerte y mortificación. No se puede decir que la verdadera vida sea la vida ideal tampoco, la vida que hemos soñado o deseado o con la que hemos fantaseado, porque no podemos dar una definición positiva de ella, sino siempre negativa: Esto no es vida, como siente y dice cuando habla con el corazón en la mano la gente. Quizá eso es lo que quería decir Adorno cuando cita al inicio de sus Minima moralia la frase Das Leben lebt nich: "La vida no vive".

domingo, 28 de abril de 2024

"Generando sinergias"

    A uno le producen arcadas las declaraciones de la Ministra de Sanidad del Reino de las Españas a propósito del aumento de los mal llamados gastos de defensa, gastos militares en realidad, que defiende su gobierno. La ministra que ha dicho muchas veces que nuestro país es puntero en materia sanitaria y en la lucha contra el tabaquismo, cambia ahora la salud, que debería ser lo suyo, por las balas.
 

    La locutriz televisiva le pregunta: -Fíjese, le quiero hablar también de ese aumento en el coste de defensa, que nos hemos enterado además de una forma así muy anecdótica. A Sumar ¿cómo se le queda el cuerpo cuando en el Consejo de Ministros el Gobierno firma un aumento en el coste de defensa? 
 
    La ministra, que parece incapaz de articular una frase y acabarla cuando la empieza,  contesta: -...Bueno, por lo que yo sé, eh, España está en un coste de defensa bastante inferior ¿no? Quiero decir que estamos en unos costes de defensa que son bajos, eh, y bueno, pues,... no, no me sé exactamente, eh, los datos pero, pero bueno quiero decir que en relación a otros países tenemos, eh, costes de defensa y los costes de defensa, bueno, pues siempre están ahí en el presupuesto. Esto es innegable. 
 
    Obsérvese cómo en la respuesta poco articulada que da no hay ningún razonamiento ni coherencia lógica. Estamos gastando poco en defensa en relación con otros países. Pero no sabe los datos, solo sabe que es poco. Y no se para a pensar si eso es bueno o malo. Simplemente dice que como es poco hay que gastar más para ponerse a la altura de los demás, porque los gastos de defensa “siempre están ahí, en el presupuesto”.
 
    Eso le parece que es innegable. Vamos, que si a alguien se le ocurre negarlo y decir que no había que gastar ni un céntimo en el ejército, seguro que va y lo llama negacionista de extrema derecha.
 
    Mientras la sanidad pública que ella regenta agoniza, le parece a la señora ministra que el gasto militar español es bajo, así que hay que aumentarlo.  Los progres en el Consejo de Ministros y Ministras, como los Verdes en Alemania, que se han pasado al caqui, como la socialdemocracia siempre, son favorables a ponerse a la altura de los demás, que es en este caso la altura del betún.
 
 
     Esta Ministra incapaz de articular un discurso mínimamente coherente, que echa las campanas al vuelo afirmando que nuestro país está liderando muchas cosas: somos líderes en trasplantes, somos líderes en ensayos clínicos, somos líderes en terapias avanzadas y "somos líderes en muchas materias de sanidad no siempre conocidas", palabras literales suyas, ha defendido también, siguiendo la visión del Estado Emprendedor, del Estado-que-avanza, que-se-hace-cargo, que-innova de la economista Adriana Mazzucato, la colaboración entre Estado y capital, entre el capital público y el privado -capital al fin y al cabo uno y otro- con una metáfora médica de fácil comprensión para los pacientes febriculosos, es una pauta de anestesista básica, dice: Está el paracetamol por un lado y, por el otro, está el ibuprofeno. Lo puedes tomar separado. Si los tomas juntos cada cuatro horas, tienen un efecto sinérgico. Hay políticas públicas y privadas que también tienen este efecto. Ha venido a decir, con la comparación, que la sanidad pública y la privada tienen un efecto sinérgico, o sea, colaborador, en román paladino, y que colaborando obtienen un "win-win" o beneficio mutuo.

 El Ministerio de Sanidad está "generando sinergias" con la industria farmacéutica. Defender la colaboración de lo público y lo privado como la mezcla de paracetamol e ibuprofeno es cosa grave: cuando te lo recetan y te dicen que mezcles ambos productos puedes darte por jodido, como se dice vulgarmente, porque es que no tienes nada bueno.
 
      ¿Qué hemos aprendido de la pandemia? Aparte de que hay que estar en forma, chavalote, para poder correr cuesta arriba con mascarilla puesta como Dios manda sin ahogarse, es que para defender la sanidad pública hay que aumentar el gasto militar, de lo que puede colegirse que la industria farmacéutica está ligada a la de armamento.

sábado, 27 de abril de 2024

Notas marginales

Hay un adoctrinamiento perverso que no consiste en inculcarle a la infancia una ideología política o religiosa, sino la sumisión a la Realidad, falsa como es. 
 
 Se ha instalado entre nosotros una nueva forma de gobernar que consiste en vivir en un perpetuo estado de alarma emergente que causa la tensión que padecemos.
 
 Dicen que el Ejército y los militares son los mayores defensores de la paz, pero no es verdad: la paz que aman no es sino la victoria que resulta de la guerra.


  El nacionalsocialismo y el fascismo son los viejos fantasmas del pasado que suelen emplearse para desviar la atención de las nuevas formas de dominio mercantil.

  El trabajo, fuente de accidentes laborales graves y mortales, mata siempre a la gente, que se mata yendo al trabajo, se mata trabajando y se mata a trabajar.

 El enemigo actual y auténtica amenaza es el régimen democrático que padecemos, y no lo vemos porque nos ponen otros vestiglos fantásticos horribles por delante.
 
 Habría que precisar mejor el aforismo de Jules Renard de “La muerte de los otros nos ayuda a vivir”, como “...nos ayuda a creernos vivos” por contraposición.


 Preocuparse o, lo que es lo mismo, ocuparse de algo antes de que suceda no facilita que vaya a pasar en el futuro, y estropea además el presente complicándolo.
 
Requiescat In Pace. Desear a los muertos que descansen en paz es un reconocimiento implícito de que la existencia es struggle for life y una guerra sin cuartel. 
 
 Nos engañaron con que las vacunas evitaban la muerte. Sale la verdad del pozo y reconocen treinta y cinco mil muertos en España a causa del virus... vacunados.
 

Muere, atropellado por un automóvil, un ráider, 'jinete' en la lengua del Imperio, que se ganaba y jugaba la vida repartiendo comida a domicilio en bicicleta.  

El síndrome de desgaste profesional, trabajador quemado o burnout en la lengua del Imperio es la consecuencia de la explotación laboral que uno se autoinflige.

La gente que no sabe leer y escribir, si aún queda algún analfabeto por fortuna y gracia de Dios en las Españas, no comete nunca al hablar faltas ortográficas.

viernes, 26 de abril de 2024

Guerra higiénica (y II)

    Cuatro años después de la declaración de guerra al virus, hemos pasado del capitalismo vírico al capitalismo bélico.  Ahora el camino hacia la guerra tradicional se presenta como la mejor receta médica: Europa debe recuperar la “higiene democrática”. Rusia y China son peligrosos víruses que hay que erradicar mediante sanciones y bloqueos.

       La guerra es una higiene, otra vez, democrática. Recuérdese la metáfora del cordón sanitario que las democracias neoliberales occidentales tanto de derechas como de izquierdas quieren poner al fascismo y a la extrema derecha, o al totalitarismo, como si ellas mismas no fueran la expresión más cabal de eso mismo que quieren acordonar. 
 
    Hablamos de democracias liberales, pero, como dice la gente, donde hay capitán no manda marinero. Solo una única mano fuerte puede guiar la nave del Estado, escribía Platón precisamente para rechazar la democracia. Eso también lo comparten la pandemia y la guerra que se ha instalado en el imaginario colectivo europeo: con ellos se ha instaurado la figura del Gran Timonel más temible que todos los dictadores: el Capital todopoderoso, de los fondos de inversión que antes invirtieron en farmacia y ahora lo hacen en multinacionales energéticas y en industria militar, sin olvidar la industria tecnológica que está detrás de todo. 
 
    Nuestro pasado sacrificio fue en nombre de la Ciencia, que era la nueva religión, y hoy lo es la defensa de la democracia, que ha venido a sustituirla. Con la pandemia se crearon algunas metáforas. El Estado de alarma, de excepción, de sitio o como quiera denominarse se ha convertido en la nueva normalidad, se convierte en la regla.  La suspensión temporal de los derechos se hace permanente, como denunció Agamben, y como reconocía la gente de a pie cuando decía "esto que nos ha caído de arriba no puede ser bueno" y "ha venido para quedarse".
 

     De una alarma vamos saltando a otra: antiterrorista, climática, vírica, bélica... Por eso no se oye ningún NO a la guerra. No sería raro no vamos a decir mañana, sino hoy mismo que a las ocho de la tarde sonara la sirena y algunos, acostumbrados como están a hacer lo que les mandan, salieran a aplaudir a los balcones.
 
     Recordemos a los rastreadores, aquellos profesionales encargados de seguir el rastro de todas aquellas personas que hubieran estado en contacto con un positivo -el enemigo portador del virus- para controlar la situación según los protocolos. 
 
     Recordemos los Códigos de Rápida Respuesta o códigos QR, erre que erre, que eran el salvoconducto o pasaporte sanitario que nos daba acceso a volar y a entrar en establecimientos públicos: bares, restaurantes...
 
    Recordemos el control policial en cada esquina revisando tu permiso de movimiento o el tique de la compra. 
 
 
    Recordemos a los sanitarios disfrazados de astronautas que nos apuntaban a la cabeza con una pistola termométrica. 
 
    Recordemos que si no estábamos vacunados nos negaban el pase para visitar a nuestros familiares hospitalizados.
 
    Recordemos al Ejército desplegado en cada pueblo rociando con gel casas y aceras, como si el virus estuviera allí depositado. 
 
   Recordemos la presencia militar de los tres ejércitos en las calles y en las pantallas, y el vocabulario bélico omnipresente.
 
    Recordemos cómo nos enseñaban a ponernos y quitarnos la mascarilla y los guantes, como si fuéramos idiotas.
 
      Recordemos a la regenta de la UE que nos instruía en un vídeo que se hacía viral, mezclando pedagógicamente la teoría y la práctica y predicando con su ejemplo, cómo había que lavarse correctamente las manos con agua y con jabón.
 
 
     Hemos a raíz de todo aquello aprendido muchas cosas que pueden sernos muy útiles en caso de guerra y que forman parte de la economía bélica: racionamiento en las compras (sólo se podían comprar artículos de primera necesidad, recuérdese la discusión sobre lo que era necesario para cada cual y lo que no), toques de queda, e incineración de ancianos muertos en las residencias de los que sólo daban a sus familiares las cenizas. 
 
   Recordemos cómo hace cuatro años no voy a decir que renunciamos a la libertad que no teníamos en nombre de la seguridad que nunca tendremos, pero sí que abrazamos lo que llamaron Nueva Normalidad con resignada mansedumbre. Por eso ahora, en 2024, no va a ser muy difícil que sigamos haciendo lo mismo so pretexto de la amenaza de una guerra a las puertas, acostumbrados como estamos a seguir dócilmente los protocolos. Estos lodos precisamente vienen de aquellos protocolos.