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martes, 30 de abril de 2024

¿Quién es el puto amo?

    Uno de los usos del adjetivo malsonante “puto, a”, al menos en el español que se habla actualmente en las Españas, es, colocado delante de un sustantivo, el de aumentativo o enfatizador, que sirve tanto para expresar conceptos positivos (de puta madre, o en grado superlativo: de putísima madre) como negativos (de puta pena, de puto culo...). 
 
    Recuerdo a propósito del primer ejemplo la anécdota de un estudiante norteamericano de español que, no habiendo entendido bien el sentido de la expresión de puta madre, que por otra parte oía muy a menudo cuando a la gente le iban bien las cosas, la trafulcaba y decía puta tu madre, incluyendo un posesivo cariñoso y afectivo que convertía la expresión positiva en uno de los mayores insultos y ofensas contra la madre de un interlocutor, el cual se veía así indirectamente tachado de hideputa. 
 
 
    Es frecuente oír la expresión "soy el puto amo", sobre todo en registros coloquiales, no exenta de cierta chulanganería cuando alguien quiere alardear ante sus amigos y conocidos con fanfarronería de alguna de sus habilidades. Decimos que alguien es “el puto amo” cuando es el mejor en algo, el líder supremo, el campeón absoluto en lo suyo –o al menos el que creemos que lo es– y cuando despierta nuestra admiración y envidia más profunda, ya se trate de un deportista coronado de éxitos, de alguien experto en lo suyo o de un político muy bien valorado. 
 
    En este último sentido, el ex alcalde de Valladolid y actualmente Ministro de Transporte y Movilidad Sostenible del Gobierno de España ha dicho que el presidente del ejecutivo progresista, que se había retirado durante cinco días a meditar para decidir si dimitía o seguía con la carga del cargo, era "el puto amo". Comparando a dos presidentes socialistas españoles, dijo del cronológicamente primero que tuvo "mucho predicamento en el exterior", pero que el actual "no es que tenga predicamento, es que... es el puto amo" Y añadía: "Esa es la realidad." Y su auditorio, entregado, irrumpía en aplausos. Así que volvía a repetirlo: "¡Es el puto amo!" Y la expresión era aplaudida por su auditorio y recibida con alborozo. 
 
 
    Lo curioso era el argumentario que esgrimía: el actual presidente sabe inglés y por lo tanto no necesita ningún traductor o intérprete a su lado para desenvolverse en los foros internaciones, como si saber inglés fuera mérito imprescindible o condición sine qua non para ejercer la presidencia del gobierno, de forma que cualquier licenciado en filología o estudios ingleses podría muy bien ocupar esa dignidad. Y ha insistido varias veces en esto, afeando a su rival, que necesitaría un intérprete, porque no es capaz de chapurrear nada en la lengua del Imperio. 
 
    Así razonaba el ministro, diciendo que la izquierda, los hijos de los trabajadores, entre los que se incluía él, incluía al presidente y a todo su auditorio, "estamos mejor preparados que ellos". Copio sus palabras literales, que no tienen desperdicio: "Permitidme que os diga una cosa, esto -hay gente que podrá decir que no es importante- pero, hombre, que los hijos de los trabajadores, que somos nosotros, seamos los más preparados frente a los que han tenido todas las oportunidades del mundo, todas, en nuestro país, que seamos los de la izquierda, eh, los hijos de los trabajadores, los que podemos poner encima un currículum, una educación y una formación, y una preparación para la vida de hoy, para el siglo XXI, y los que han tenido todas las posibilidades no sean capaces todavía ni siquiera de chapurrear un poquito de inglés, y pretendan ir a representar a nuestro país a los foros internacionales con un traductor al lado, cosa que ya no pasa, no le pasa a ningún líder de ningún país del mundo, es..." No acaba la frase. 
 
 
    Al parecer el requisito imprescindible, que el presidente actual del gobierno cumple, es poder hablar inglés, para decir "yes, of course", o amén, como se decía antaño, a lo que está mandado, a la Alianza Atlántica, pongo por ejemplo. Y en ese sentido no puede decirse que nuestro presidente sea él el puto amo, título que le correspondería más bien al presidente norteamericano, que está gagá y senil por otra parte, sino que sería más bien el último de sus vasallos. 
 
    Pero no nos engañemos ni nos hagamos ilusiones. El título de Puto Amo, con mayúsculas honoríficas, no le corresponde a ningún político, ni a ningún individuo personal con nombre propio y apellidos, sino a... ¿A quién le corresponderá? No a los que mandan, porque los mandamases son al fin y al cabo los más mandados. ¿Quién será entonces el puto amo del mundo de verdad? ¿Alguien lo sabrá?