jueves, 22 de febrero de 2024

¡Vivan las caenas!

    Sacaba El Roto el otro día en El Diario Global(ista), o sea en El País, una viñeta que representaba unas cadenas y cuyo texto decía: "Liberados de las cadenas, acudieron a las ferreterías a comprar otras". 

    ¿Quiénes eran esos que habían sido liberados de las cadenas pero que, como no sabían o no podían vivir sin ellas, acudieron voluntariamente enseguida a las ferreterías a comprar otras? No se dice que éramos, o mejor dicho, somos nosotros mismos, como aquellos españoles antepasados nuestros, partidarios del antiguo régimen del absolutismo monárquico borbónico, que frente al grito de los liberales de ¡Viva la Pepa!, que era la constitución democrática que había sido proclamada el 19 de marzo de 1812, día de san José y de todos los pepes y pepas o Padres Putativos, cacareaban ¡Vivan las caenas!    

 
    Contraponían así los unos y los otros la Pepa a las Caenas, sin percatarse de que aquella Pepa, igual que esta otra que se proclamó en 1978, tampoco era la libertad, sino todo lo contrario.
 
    Sucede lo mismo con los gobiernos. Muchos electores votan no a favor de un nuevo gobierno, sino en contra del que tenían después de haber comprobado y sufrido en sus propias carnes la acción del gobierno. Es lo que se llama un voto de castigo. El problema es que una vez que han castigado al anterior gobierno no otorgándole su voto de confianza, se han librado de sus cadenas, sí, pero acuden enseguida a la ferretería de las urnas a proclamar otro nuevo, más de lo mismo. Y es que no sabemos vivir sin las cadenas, desencadenados, y enseguida sustituimos unas por otras más modernas, menos roñosas, más bonitas, más último modelo...  

miércoles, 21 de febrero de 2024

Una nueva religión

    Escribía el obispo emérito de Santander, el señor Manuel Sánchez Monge, un artículo de opinión en El Diario Montañés el pasado domingo 18 de febrero titulado: El ecologismo ¿una nueva religión? Comenzaba reconociendo el significativo declive de las prácticas religiosas cristianas, aunque enseguida advertía de que no era tan fácil ser ateo y librarse de Dios, así, por las buenas, sobre todo porque el ecologismo, que es la nueva religión, ha convertido al cosmos, encarnado en el planeta, en una nueva divinidad, cuyos fieles abrazan a los árboles o adoran a las ballenas. 
 
    No en vano se habla hoy de santuarios (sic) de la biodiversidad, agricultores y consumidores conversos al culto de los productos bio-, anuncios apocalípticos del fin del mundo, que culpabilizan a la humanidad que debe expiar sus faltas y pecados por los efectos devastadores del cambio climático que ella misma ha generado provocando el calentamiento global, la obligación moral de reciclar los residuos, ahorrar energía, seguir, como hacen las grandes religiones, algunos preceptos dietéticos y alimentarios como evitar el aceite de palma, los productos que no son de temporada y de proximidad... 
 
 
     Pero esta nueva religión ecologista tiene un Santo Padre que la fomenta, Francisco Bergoglio (de Asís), vicario de Cristo, que en la encíclica “Laudato si', mi' Signore” (Loado seas, mi Señor ) escribió que el daño que la humanidad está haciendo al planeta ya no se limita al clima, al agua y al suelo, "sino que ahora amenaza la vida misma en la Tierra", que es la casa común. Allí el Papa acuñó el concepto de 'conversión ecológica', criticando a algunos cristianos que se burlan “de las preocupaciones por el medio ambiente”, o que, sin mofarse, “son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos”. A todos ellos les hace falta convertirse a la nueva religión ecológica de proteger “la obra de Dios”, la creación, cosa que no es “algo opcional ni un aspecto secundario de la experiencia cristiana”, sino -no lo dice expresamente, pero se sobreentiendealgo obligatorio y primario en todo buen cristiano que se precie.
 
    Esta nueva religión laica, que tantos paralelos tiene con el catolicismo, tiene su propio santoral en el que destaca la figura emblemática y beatífica de Greta Thunberg, que da lecciones a la humanidad cuando rompe en lágrimas a llorar desconsoladamente por el sombrío futuro del mundo que entrevé.  
 
    La ecología, escribe monseñor citando a Gavin Ashenden, “ha pasado de ser una ciencia a un movimiento político y de ahí a una religión”. Lo que no le parece muy bien al obispo emérito es que el ecologismo, convertido en religión, pretenda sustituir al cristianismo, y no compatibilizarse con él, como propone Su Santidad, porque la naturaleza ha sido creada y no se puede hablar de la creación y lo creado sin hablar del Creador, que es, huelga decirlo, Dios, nuestro Señor.  No se le ocurre al obispo emérito, como se le ocurrió ingenuamente a aquella niña italiana de la que hablamos un día, preguntarse ¿quién ha creado a Dios?

martes, 20 de febrero de 2024

La caverna de Utroba

    La Caverna de Utroba o Cueva del Útero, descubierta en 2001, es una gruta prehistórica convertida al parecer en lugar de culto desde la antigüedad en los montes Ródope orientales, en la provincia de Kardzhali en Bulgaria, que se asemeja sin ningún género de duda a la sonrisa vertical de una vulva abierta, que en nuestra lengua y en muchas otras recibe innumerables nombres, como veíamos en El Coño, y recuerda al claustro materno en su interior.
 
 
   El parecido es innegable y no es sólo obra de la naturaleza. Los investigadores creen que la entrada fue tallada y ampliada a partir de la abertura inicial por obra humana para darle la forma que posee. La entrada a la cueva tiene tres metros de alto por dos y medio de ancho y dentro de ella hay un altar tallado de un poco más de un metro de altura. Data del período tracio (siglos VI-II a.C.).
 
    El arqueólogo búlgaro Nikolay Ovcharov cree que los tracios utilizaban la cueva y el altar que hay en su interior como 'santuario de fertilidad'. Los lugares de culto de los tracios suelen estar situados en la cima de las montañas, y en la caverna que nos ocupa fluye el agua constantemente humedeciéndola. 
 
    Hay una abertura en el techo que permite al mediodía la entrada de luz a la gruta, proyectando, así se ha querido ver, lo que faltaba: la imagen de un falo en el suelo. Cuando el sol está en ángulo recto en los meses de febrero o marzo, más o menos por estas fechas de ahora, el rayo penetrante de luz llega hasta el altar, en el cuello uterino, fertilizando simbólicamente el útero en alegoría de la siembra primaveral, parpadeando durante un par de minutos.
 
    Se dice hoy día que hay parejas estériles que quieren tener hijos y no pueden y acuden a la cueva búlgara de Utroba con la esperanza supersticiosa, mágica y ancestral de que la visita ayude a concebirlos.    

lunes, 19 de febrero de 2024

Pareceres XLI

201.- Un Dios esquizofrénico. Leemos en el Antiguo Testamento el episodio aquel del castigo que recibió el hombre que quebrantó la ley del sábado (Números 15:32-36).  Sucedió, cuando estaban los hijos de Israel en el desierto, que encontraron a un hombre recogiendo leña en sábado; y los que le encontraron le denunciaron a Moisés y a Aarón y a toda la asamblea; y le encarcelaron porque no había sido todavía declarado lo que había de hacerse con él. Yavé dijo a Moisés: «Sin remisión, muera ese hombre. Que lo lapide el pueblo todo fuera del campamento». Y lo sacaron toda la asamblea fuera del campamento y lo lapidaron, muriendo, como se lo había mandado Yavé a Moisés. Los israelitas apedrearon al pobre hombre hasta la muerte, porque  lo había ordenado Dios. El incumplimiento de esa orden habría atraído sobre la nación de Israel la cólera del Señor, un Dios esquizofrénico que por un lado le dicta a Moisés el mandamiento de “No matarás” y, por el otro, le ordena que mate al hombre que había sido sorprendido recogiendo leña un sábado, el séptimo día de la sacrosanta semana que recrea el mundo cada siete días. 
 
 
202.- Teleseries en serie. Hoy día no existes si no ves series. Estás demodé, como se decía antaño en vez de 'pasado de moda', o bien old fashioned, out, offside como se prefiere ahora; y lo sabes… piensa en cuántas conversaciones te pierdes cuando no puedes comentar con los demás el último episodio de la nueva temporada de la serie de nunca acabar, esa que nadie quiere dejar de lado. Está claro: ver series mola más que leer, aunque uno tenga a veces la sensación de que estamos perdiendo mucha vida en la caverna del hogar dulceamargo hogar delante de la tele. No lo olvides, cuando ves la tele, tú no la ves tanto como ella Te Ve a ti. 
203.- Durante la impostada pandemia global (2020-2023) el Corte Inglés, especialista en tutearnos, comercializó un descargador eléctrico, extensible, con el objeto de mantener al prójimo a una distancia segura mínima de cinco pies, metro y medio aproximadamente, a nuestro alrededor a fin de guardar la separación social recomendada. Este artefacto propinaba una leve descarga de 4,5 voltios al que osaba acercársenos más de la cuenta. Si algún invasor del espacio seguro atraviesa nuestra burbuja personal, este nuevo y genial artilugio le envía un mensaje contundente con una pequeña sacudida electrizante, porque es lo que se merece todo el que viola nuestro espacio y no respeta la regla de oro de la distancia social, que es lo mejor que nos ha traído la pandemia. ¿Te acercas demasiado a mí? ¡Zas! ¿Te pones la mascarilla debajo de la nariz? ¡Zas! ¿Te quitas la mascarilla para estornudar? ¡Zas! ¿Quieres que choquen nuestros puños o que nos demos un codazo? ¡Zas! El artículo perfecto para devolver la sonrisa a los rostros enmascarados adecuadamente por supuesto. Todo es violación en la vida cotidiana: la mirada de los transeúntes, su andar sospechoso, su mentalidad, el aire que respiramos, que puede estar viciado por el virus hasta el punto de no saber si somos nosotros los contagiadores o los contagiados, o ambas cosas a la vez: el contagiador contagiado.
 
 
204.- Información y propaganda. No tiene mucho sentido separar las páginas de publicidad propiamente dichas de las restantes de un periódico ordinario. La noticia de que el papa visita España, por ejemplo, es publicidad del máximo capitoste de la iglesia católica S. A., lo mismo que el anuncio del último modelo de automóvil eléctrico aparecido en el mercado es una noticia de interés para muchos lectores. Cualquier noticia no deja de ser un montaje publicitario, en la misma medida en que cualquier montaje publicitario no deja de ser una noticia también. El periódico es propaganda y publicidad del establecimiento, de la realidad y de lo que existe: es uno de los pilares fundamentales del Régimen y del edificio insostenible de la realidad, ese producto de nuestra imaginación enfermiza. 
 
 205.- Estobeo. Cuenta el doxógrafo neoplatónico Estobeo, que vivió a caballo entre los siglos V y VI, que Sócrates solía decir que si en el teatro se pidiera a los zapateros que se pusieran en pie, ellos y solo ellos lo harían, y lo mismo sucedería con los demás gremios profesionales, pero si se pidiera que se levantaran los inteligentes o los justos que estuvieran presentes todo el público del teatro se pondría de pie, y concluye con una reflexión: Es especialmente hiriente en la vida que la mayoría de los hombres crean que son inteligentes sin serlo. 

domingo, 18 de febrero de 2024

A propósito...

        ...de una cita atribuida a Antonio Escohotado (1941-2021): “Aprender significa disfrutar cambiando de idea”. Parece inevitable que para aprender haya que desembarazarse del lastre de las ideas recibidas y se diría enquistadas en el cerebro, y eso, como dice Escohotado, nos hace disfrutar. El problema viene porque parece inevitable que para desalojar una idea tiene que venir otra enseguida como pieza de recambio a sustituirla y a ocupar el vacío que deja la primera, como si no pudiera quedar permanentemente vacante la casilla. Aprender, más bien, significa disfrutar desprendiéndonos de una idea o presunta verdad que ya teníamos. Aprender, más que adquirir ideas y verdades nuevas, es descubrir la falsedad de las verdades e ideas que ya teníamos. Y este proceso es por un lado gozoso sin duda por la liberación que conlleva, y doloroso por el otro, porque para descargarnos de una verdad tengamos que cargar con el lastre de otra hasta que con el tiempo, como suele decirse, se revele su falsía y sea desmentida... Pero no puede negarse el gozo de la eyaculación en general. 
 
 
        ...del ¡Viva la libertad, carajo! del actual inquilino de la Casa Rosada, que, granjeándose las simpatías y votos mayoritarios del electorado argentino, declara que siente un profundo desprecio por el Estado, y que el Estado es el Enemigo del pueblo. Se declara este jefe de Estado por un lado minarquista o partidario de la minarquía, es decir, de reducir el Estado a su mínima expresión, para lo que hace uso de una simbólica motosierra con la que se dispone a efectuar los recortes necesarios, y por otro lado se declara filosóficamente (sic) anarcocapitalista, es decir negador del Estado y afirmador del Capital, del que se declara enamorado apasionadamente: la plata, lo sabés vos, es la plata, che. No ve que ambos, Estado y Mercado, son hoy la cara y la cruz de la misma moneda, hasta tal punto fundidos y confundidos. Él, que se presenta como el gran abanderado de la libertad, ha llegado a decir que el Estado es una asociación criminal donde un conjunto de políticos, una banda de delincuentes, se dedica a expoliar a la ciudadanía utilizando el monopolio de la violencia para robar los recursos del sector privado. Quiere dinamitar el Estado desde dentro. No debería olvidarse, ya que es el jefe de dicho establecimiento,  de eliminarse a sí mismo en el intento.
 
         ...de la vitamina D, un medicamento a la búsqueda desesperada de pacientes. Los suplementos vitamínicos no dejan de ser medicamentos que pueden sernos recetados haciendo un abuso de diagnóstico al establecer unos niveles mínimos, que son los que tiene la mayoría de la población, y declarar que son patológicos por el déficit que suponen y, por lo tanto, no son aceptables, definiendo una enfermedad inexistente en la población sana. Se prescribe así sin necesidad un tratamiento que puede causar, no nos engañemos, importantes daños, porque no hay ningún medicamento inocuo, y así tenemos hipervitaminosis D, que es el nombre de la toxicidad de dicha vitamina, producida cuando se tienen cantidades excesivas en el cuerpo debidas a grandes dosis de suplementos de dicha vitamina, no a la alimentación ni a la exposición de nuestro cuerpo serrano al sol, ya que el cuerpo regula la cantidad tomada por la exposición al astro rey y por la alimentación. Dicha ingesta del suplemento de vitamina D puede acarrear hipercalcemias graves en niños y en adultos. Recordemos cómo durante la falsa pandemia se habló de la insuficiencia general de vitamina D en la población, por lo que la epidemiología al servicio de la farmacopea propuso una falsa solución, y la gente corrió a adquirirla a la farmacia.
 
 

sábado, 17 de febrero de 2024

Reivindicaciones salariales

    Me entero por la prensa de que los militares españoles denuncian el abandono al que el Gobierno los tiene sometidos a ellos y sus familias, y le exigen que “pase de su salario emocional basado en felicitaciones y palmaditas en la espalda a los hechos concretos y tangibles”. Con esta perífrasis expresiva aluden, sin llamarlo por su nombre, al salario material, o sea a un aumento de sueldo, dada la peligrosidad de las misiones a las que se exponen por las que reconocen que reciben a cambio del Gobierno en general y en particular del Ministerio de Defensa (antaño de la Guerra, cuando a las cosas se las llamaba por su nombre) un salario emocional (calco semántico del inglés emotional salary) que no les resulta especialmente emocionante en absoluto. Dan así a entender que las palabras y los gestos destinados a conmoverlos por la noble tarea de la entrega a las armas que realizan y que reciben no son suficientes -ni concretos ni tangibles- para la impagable labor que desempeñan, que no se remunera ni con todo el oro del mundo, como suele repetirse. 
 
 
     No es extraño, pues, que los mercenarios españoles quieran más dinero, o sea mayor salario real no emocional, pese a la exagerada importancia que se da a las emociones que hace que se hable hasta la hez de de la existencia de una supuesta inteligencia emocional, cosa que por otro lado resulta una contradicción en sus términos y un oximoro. Sin duda alguna, en este mundo en el que vivimos no hay nada más emocionante ni emotivo ni gratificante que un buen sueldo y salario. 
 
    Curioso cultismo este de “salario”, por cierto, que entró en nuestra lengua en el siglo XV tomado del latín “salarium”, y que designaba en principio la ración de sal que recibían a cambio los soldados mercenarios para sazonar y conservar los alimentos y después el dinero o estipendio que les permitía comprar la sal (y, por extensión, otros bienes y servicios), por lo que pronto pasó a significar también la paga que se les daba a los criados, y con el tiempo a todos los trabajadores, considerados ya asalariados y, en el caso de los militares, mercenarios. 
 
    Están los militares españoles reclamando “facta”, hechos concretos, y no “uerba” o palabras de agradecimiento y enhorabuena, que son la moneda corriente, según sienten ellos, con la que se les paga de ordinario. No perdamos de vista en este punto la etimología reveladora de esta palabra “pagar”, derivada del latín “pacare” -pacificar, apaciguar- y relacionada, por lo tanto, con el término pax pacis y la idea de “paz”: pagar sería originalmente hacer las paces para resolver un conflicto, hacer que cese, previo pago, la guerra.
 
 
    Estos nuestros militares que están en constante pie de guerra habida cuenta de su dedicación al dios Marte, al Mars pacifer, o dios beligerante que trae la paz -si uis pacem, para bellum-, y a las armas de fuego con las que disparan llegado el momento reclaman algo más que “felicitaciones y palmaditas en la espalda”, y ese algo más que ellos expresan con la perífrasis “hechos concretos y tangibles” por su labor impagable no puede ser otra cosa más que dinero contante y sonante: lo más concreto y tangible que puede haber no por su materialidad que se traduce en poca cosa de monedas o billetes efectivos o también en cifras digitales insignificantes de una cuenta corriente sino porque ese dinero puede intercambiarse por toda suerte de bienes y servicios bien tangibles y concretos. 
 
    Por algo se preguntan ellos que quién va a conducir, quién va a pilotar y -finalmente, en último pero no menos importante lugar- quién va a disparar cuando llegue el momento si no son ellos de hacer el trabajo sucio, ese que no quiere hacer nadie. Y es que ellos son, como su nombre indica, soldados mercenarios, están a sueldo, cobran la soldada, el viejo sólido que acuñó el emperador romano Constantino I, la moneda de oro que sustituyó al áureo y que estuvo vigente en Occidente hasta el siglo IX y que siguió utilizándose hasta doscientos años después en el Imperio Romano de Oriente o Bizantino hasta el siglo XI como moneda de cambio en el comercio internacional. 
 
    Aquellos primeros sólidos llevaban la imagen del emperador Constantino I en el anverso o cara principal y alguna alegoría pagana romana en el reverso, que fue reemplazada enseguida tras la implantación del cristianismo por una imagen de un ángel o ya por la cruz griega, de donde surge la expresión de 'la cara y la cruz de la moneda': el rostro del emperador que encarna el poder político por un lado y la cruz que justifica dicho poder y relaciona la acuñación de la moneda con la religión y con el auténtico dios creador del mundo que da identidad a cosas y a personas, incluida la del sobrrano. El hombre ha creado el dinero, para que el dinero convertido en Dios todopoderoso, cree una y otra vez al mundo cada mañana recreándonos a nosotros mismos. Y ese dinero nunca será suficiente habida cuenta, nunca mejor dicho, de la creciente inflación inherente al sistema. 
 
 
     No es extraño que los asalariados reivindiquen aumento de sueldo, es decir, de su salario material, cada cierto tiempo, cuando comprueban cómo los precios suben constantemente y la vida se encarece día a día, dado que en la economía de mercado los precios de los bienes y de los servicios están sujetos a cambio permanente y no conocen la estabilidad. Lo barato es muy barato, y lo caro es lo querido, como se ve etimológicamente, lo que me recuerda al chiste aquel atribuido al actor cómico Groucho Marx, que se acerca a una mujer y le pregunta si se acostaría con él a cambio de un millón de dólares. La mujer le responde que por supuesto, que lo haría encantada a cambio de esa cifra. Groucho le pregunta si accedería por un dólar, a lo que ella, ofendidísima, le replica: “Pero ¿quién se ha creído usted que soy yo? ¿Una prostituta?”. Groucho, sin inmutarse demasiado, le contesta: “Bueno, eso ya ha quedado manifiestamente claro. Ahora yo solo trataba de negociar el precio”.

viernes, 16 de febrero de 2024

Cuatro cosas más

El año pasado el trabajo mató en España a seiscientos cincuenta y ocho (658) varones y sesenta y tres (63) mujeres, en total: setecientos veintiún trabajadores.


El Servicio Cántabro de Salud descubre «al depurar» las listas de espera que había incluidos en ellas mil setecientos fallecidos (que se cansaron de esperar).


La urgencia mesiánica por salvar a la humanidad, la vida, el mundo o el planeta Tierra de su deflagración es una máscara tras la que late el afán de gobernar.


Muchas, la inmensa mayoría de nuestras pláticas tertulianas, si no todas, no son diálogos que intercambian razones, sino soliloquios en presencia de testigos.

jueves, 15 de febrero de 2024

Es-pa-ñas (y V)

    La española cuando besa, besa de verdad, como cantaba el pasodoble. La española es Carmen, Carmen la de España, no la de Merimée ni la de Bizet, convertida en Opera Cómica, que ha pregonado el nombre de la cigarrera andaluza y de la ciudad de Sevilla, y olé, por todo lo alto. Carmen, la gitana castiza de voluptuosa belleza y sensualidad, empleada en la Real Fábrica de Tabacos -hoy sabemos que cancerígenos- de Sevilla, se vio envuelta en una trifulca pendenciera, armándose la marimorena, por lo que fue arrestada por el Capitán Zúñiga, que la codiciaba. Carmen, nuestra Carmen, no se la trae floja al sargento don José: lo seduce para que la ayude a escapar, huyendo a la sierra con él y convirtiéndolo en contrabandista y bandolero, por lo que éste, prendado de su belleza, pierde sus galones. Más tarde, la gitana se enamora de un joven torero de fino talle. Don José, al verse traicionado por Carmen, la sorprende en una tarde de corrida en la Plaza de la Maestranza. Ciego de amor y celos como Otelo, el antiguo amante mata de una puñalada a la espléndida gitana que había jugado con sus sentimientos en un alarde de violencia, como dicen ahora, de género machista. La mata, obviamente, porque era suya, suya o de nadie. Muere Carmen víctima de la mala corná del toro siniestro de su destino, mientras el público, ajeno a lo sucedido, vitorea y jalea al torero que triunfante da la vuelta al ruedo, ignorando que se ha quedado viudo sin amor. 

 

    ¿Qué tiene Carmen, nuestra Carmen, que desata tantas y tan bajas pasiones? Algo tiene, desde luego. Según sugiere el pasodoble, la española, Carmen, verbigracia, cuando besa o hace cualquier otra cosa, por ejemplo cuando hace el amor, lo hace de verdad entregándose en cuerpo y alma, y a ninguna le interesa hacerlo por frivolidad. Ya saben que un beso de amor, sigue la copla, no se lo dan a cualquiera. Analicémoslo. Cualquiera, cuando hace una cosa, lo que hace no es esa cosa, sino la idea previa que tiene de esa cosa que realiza. Besar, según eso, sería una cosa tan trivial como cualquier otra... Sin embargo, la española, Carmen, pongamos por caso, tiene la loable virtud de hacer las cosas de verdad como si fuera la primera y última y única vez, de entregarse apasionadamente en cuerpo y alma, sin reservas, totalmente, no por la frivolidad de hacerlo: eso es lo que vuelve locos a todos los hombres, capaces de matar y de morir por ella. Por eso era una fembra plazentera, que diría el Arcipreste de Hita, de armas tomar, es decir, que había que tomar las armas contra ella, porque la única forma de poseerla era matándola: la maté para que fuera mía y sólo mía.


    La España cañí. Ya el poeta gabacho Charles Baudelaire había enloquecido con el bijou rose et noir -la joya rosa y negra- que Lola de Valencia, la bailarina, escondía entre sus piernas, en la entrepierna, como cantó en uno de los exquisitos versos censurados de sus Flores del Mal. Se refería el poeta con tan arriesgada metáfora, como habrán podido comprobar los lectores, a los carnales labios rojos y sensuales y al vello púbico de color azabache del mismísimo sexo de la bailaora. Lo que tiene la española, y por extensión España, y lo que da de verdad cuando se entrega es, uarium et mutabile semper femina, su vulva, la vaina en la que se enfuda la espada del guerrero. Por él han venido tantos guiris como Ernest Hemingway buscando las esencias patrias y verdaderas de España. Para él esa esencia era el toro bravo y negro con el que lidiaba el torero, que entraba a matar, lo penetraba y le clavaba el estoque hasta atrás matándolo y poseyéndolo. Otros guiris han venido siguiendo los pasos afrancesados de Prosper Mérimée y de otros anónimos viajeros románticos, buscando a calzón quitado algo verdadero y natural en un mundo cada vez más falso y artificial, algo como la joya rosa y negra de Lola de Valencia, la de Carmen o la de cualquiera otra moza tan fermosa de nuestras serranías. Venían, pues, buscando la mujer-mujer, que dijo el otro, o quizá habría que decirlo con el artículo neutro, bendito sea, que conservamos en nuestra lengua: venían buscando lo mujer-mujer, el eterno femenino, lo femenino que no quiere equipararse a lo masculino y que, de hecho, se rebela con todas sus fuerzas contra ello.

 

Lola de Valencia, Édouard Manet (1862)
 

Soldadita española, soldadita valiente. El ejército español se lava la cara para despojarse de su rancia y chusquera imagen de otrora: sangre, sudor y lágrimas. Ahora es casi una oenegé posmoderna, si no fuera porque es el brazo armado del Estado y su gobierno: una peña aventurera, solidaria, de gente guay comprometida con la defensa de los valores humanos y de la democracia y la libertad, insultantemente juvenil y altruista, donde reina el compañerismo desinteresado y el buen rollete, profundamente profesional, lejos de aquel otro ejército antepasado de éste, chapucero, que sólo ganó guerras civiles a lo largo de su sufrida historia. La chusca institución ha cambiado y sustituido la obligatoriedad del servicio impuesta al sexo masculino que no ponía graves objeciones de conciencia y su consiguiente impopularidad  abriendo las puertas profesionales y lamentables de sus cuarteles ahora a las mujeres, so pretexto de no hacer discriminación sexual: Mujer, ven: incorpórate a filas: te haremos todo un  hombre. Ahí tenemos a Su Alteza Real la Princesa de Asturias, nuestra futura reina si Dios quiere y no lo remedia, dando ejemplo y curtiéndose con su instrucción militar(ista).

miércoles, 14 de febrero de 2024

Fascismo o democracia, una falsa elección

    Según unas estadísticas sacadas de la manga de las encuestas  -¡maldito vicio pedopsicagógico de hacer sondeos y rastrear no el sentido común, que es el menos común de los sentidos, sino la opinión personal mayoritaria o voto de cada átomo personal intransferible!- con que nos bombardean los medios masivos de (in)formación, y con que nos distraen de lo que realmente importa para que no nos demos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor,  y para la formación del espíritu nacional de nuestra conciencia democrática acrítica y aturdida,  a los chicos y chicas españoles de la franja de edad que va de los once a los quince años de edad, la democracia al parecer se la trae flojísima, muy floja. 

    En efecto, estos“-ceañeros”, vamos a llamarlos así, si se me permite la licencia del palabro, repudian esto de la democracia, y eso nos lo sirven los medios masivos a los mayores para que tratemos de educarlos llevándolos por el buen camino y de inculcarles los valores cívicos constitucionales propios del sistema de dominio vigente, a fin de que acaben entrando por el aro y empiecen  a ser cuanto antes ciudadanos de pleno derecho: fierecillas domadas, que cumplen religiosamente, en una época esencialmente laica, con las normas establecidas, es decir, como buenos contribuyentes y votantes, o sea, que se confiesan y le declaran amorosamente al Fisco las intimidades de sus bienes -olvidando que toda propiedad es un hurto o expropiación del común, si no un pecado-, y que son consumidores de ideologías políticas en conserva y de artilugios de látex políticamente correctos para el uirile membrum,  y, en definitiva, para que traguen sapos y culebras reales como la vida misma por un tubo a través del móvil que es ya un apéndice de la mano derecha que centra la atención de sus ojos, que no ven más allá de la pantalla y de lo que por ella les arrojan. A estos “-ceañeros” la sociedad quiere adulterarlos, o sea, hacerlos adultos, hombres y mujeres hechos y derechos como Dios manda.

Una falsa elección (de Miguel Brieva)
 
    Sólo una tercera parte, la más dócil y sumisa, de dichos “-ceañeros”,  cree que la democracia es insustituible, mientras que el resto considera que es igual un régimen que otro, uno democrático que uno autoritario, lo cual, si bien se mira, tiene más que visos de certeza. Pero si siempre ha sido doloroso soportar la jerarquía de los caudillos por la gracia de Dios, quizá sea más estúpido imponérsela uno eligiendo mayoritariamente al macho o marimacho, pues puede ser hembra, ya que da igual el sexo que llaman biológico o género adoptado, que rija los destinos de la manada, es decir, colaborar con el hecho de que siga habiendo mandamases y mandados, y que siga habiendo manadas. 

Estos jovencitos, además, sólo se identifican, y hacen bien, con su pueblo o ciudad y con sus gentes más cercanas e inmediatas, no con ideas, sino con las realidades tangibles más próximas:  ni con la idea de España (sólo un 14%), ni siquiera con la de su comunidad autónoma respectiva (sólo un 10%), ni muchísimo menos con la entelequia de Europa, cuya incidencia, pese a los esfuerzos de los políticos que nos llaman a votar cada cinco años, es prácticamente nula y anecdótica: un 2%.

Los medios masivos sacan la conclusión, apresurada a todas luces, de que les atraen las dictaduras, y que esto les pasa, claro, porque no han conocido y vivido en sus propias carnes la del Generalísimo F.F., por ejemplo, ni, remontándonos un poco más atrás, tampoco la del General Primo de Rivera, por supuesto.  Es cierto, han nacido bajo la férula de la democracia; casi, si se descuidan, ni siquiera han conocido las regencia socialista ni la popular. Todavía no habían nacido, angelicales criaturas perversas polimorfas, según el padre Freud.  No tienen la culpa de no haber venido antes al mundo -ellos a violarlas y ellas a ser violadas- y de no conocer más forma de dominio que esta que padecemos todos: la única que hay hoy por hoy en la realidad, la única que cuenta. 

     A ellos este régimen democrático, que es el único que conocen y padecen,  les parece malo. Y a nosotros, que no estamos precisamente en la edad del pavipollo, no nos parece bueno, es más: nos parece, como a ellos, malo, y de algún modo, el peor que hay, porque es el único que hay. El fascismo es solo un fantasma inexistente del pasado que se proyecta en el futuro para justificar el actual establecimiento.

 ¿Democracia? ¡No, gracias! Analicemos un poco el tinglado este del gobierno que dicen del pueblo, por el pueblo y para el pueblo según el cacareado dogma de fe vigente. Detengámonos en una pequeña cuestión gramatical, aparentemente inocua: el artículo determinado y determinante: “el” pueblo. Cabe preguntarse: ¿Qué pueblo?  No es lo mismo, en efecto, el pueblo español, que el vasco, que el bombardeado pueblo gazatí, que el sufrido pueblo ucraniano, que el pueblo ruso o americano, o más propiamente, estadounidense... No es lo mismo, porque todavía hay pueblos y pueblos. Los hay de primera, de segunda y de tercera división, todavía hay clases y categorías, como en la liga nacional del despotismo absoluto balompédico. Si analizamos el cotarro actual, un pueblo concreto impone sus decisiones a todos los demás, lo cual no parece muy democrático que digamos. No es lo mismo, pues, “el” pueblo, en general sin apellidos, que ”el pueblo de los Estados Unidos” en particular, que  es, ni falta hace decirlo,  el que corta en el universo mundo el bacalao político, económico, militar y cultural, que es lo mismo todo. 

 

Pero en EE.UU., esa rancia democracia, tampoco manda el pueblo: el pueblo, que es la encarnación de la vieja 'gracia de Dios' que legitimaba los gobiernos y monarquías, delega, no en su totalidad sino mayoritariamente, en un presidente del gobierno para que ejerza el poder de su despotismo sobre él. Frente a la monarquía hereditaria y dinástica del Ancien Régime, nos encontramos en los regímenes hodiernos con una monarquía electiva o gobierno de uno, no de carácter vitalicio, sino temporal, para un período de tiempo que va generalmente de los cuatro a los siete años, con posibilidad de reelección.  No se llama rey, claro, sino presidente del gobierno, pero es lo mismo. Luego,  tampoco es el pueblo el que gobierna en los EE.UU., sino un tyrannosaurus rex sufragado por la mayoría, que no totalidad, de ese pueblo. Este sistema de dominación es cuasiperfecto porque convierte al pueblo en electorado o clientela política y sólo permite que éste se subleve contra el poder que toca en ese momento, sustituyendo un gobierno por otro, un partido por otro, recambiando una pieza por otra, una marca por otra, un voto por otro,  por lo que habitualmente se alternan impunemente en el trono republicanos y demócratas, derechas e izquierdas, sin alterar para nada el sistema subyacente que permite la supervivencia del aparato del poder por encima o por debajo de la moda de cada gobierno de turno.

El antifascismo, que podría haber seguido siendo en la actualidad un movimiento de oposición al sistema de dominio vigente, a cualquier forma de poder, se ha convertido sin embargo en una corriente de adhesión inquebrantable al orden nuevo, al nuevo y último IV Reich instaurado democráticamente en el vastísimo universo mundial globalizado. ¿No es cierto, acaso, que, pese a la toma del palacio de invierno en 1917 y el derrocamiento del último emperador, sigue saliendo, valga como ejemplo, el zar en Rusia de las urnas? 

martes, 13 de febrero de 2024

España (IV)

     Spain is different. España es la marca registrada de una denominación de origen: made in Spain. La frase publicitaria de que España era diferente que acuñó el Ministerio de Información y Turismo allá por los años 60 es la responsable de la imagen que se vendía en el extranjero de nuestro país: el sol imperturbable de las costas mediterráneas, que a veces sale por Antequera, los toros de lidia, el flamenco, las sevillanas de la feria de abril, la guitarra naturalmente española y flamenca, la sardana, la tortilla de patatas con cebolla, el bacalao al pilpil y la paella valenciana, sin olvidar otras delicias culinarias autonómicas y gastronómicas como la fabada asturiana, el cocido garbancero madrileño o el gazpacho andaluz. España es un país íntegramente vendido al turismo, es decir, prostituido. El turismo, en efecto, es la primera industria nacional, ya que representa en torno al 12 por ciento del PIB y del empleo (temporal o fijo-discontinuo) de nuestro país.  A una oferta de sol, playa y bajos precios se han superpuesto valores adicionales como son el deporte, con el golf como protagonista, la cultura subvencionada, la naturaleza constreñida en parques nacionales, la gastronomía, la aventura programada de emborracharse y tirarse por el balcón, el entretenimiento reducido a los parques temáticos... para que la idea de España exportada al extranjero siga cotizando en la bolsa de valores turísticos. España es diferente de sí misma, como cualquier idea de la cosa que representa.


    La España chovinista que se enorgullece de ser lo que es, menuda cosa, como aquel milico franchute llamado Nicholas Chauvin, bastante corto de entendederas, que, cuando le preguntaban quién era, sólo sabía contestar una y otra vez, como un disco de vinilo rayado: Soy francés, soy Chauvin, en un acceso de soberbia redundante y orgullo patriótico. Somos lo que somos porque eso es lo que hemos heredado de nuestros padres, como los condes y marqueses de la Chorrapelada, es un decir, que han heredado sus títulos de nobleza del Antiguo Régimen sin ningún mérito. Soy francés, soy Chauvin. O, como diría un castizo: Soy español (o asturiano, o aragonés, o andaluz o vasco, que todo es lo mismo), soy Pepín. Así es la España castiza y petardera que arde en verano, borracha de tinto peleón y garrafonazo, en inútiles fuegos artificiales y gasta toda la pólvora en salvas, que hace explotar sonoras bombas y la traca final, con la misma alegría del que se tira un pedo en botija vacía, como dice Rafael Sánchez Ferlosio, para que, actuando como caja de resonancia, amplifique su sonido y lo haga retumbar atronador.

 

     El caballo percherón del Caudillo. No pocos progresistas se han alegrado del desmantelamiento de la estatua ecuestre del generalísimo Franco de su tierra natal de La Coruña, siguiendo la consigna de 'simbolo franquista, fuera de la vista'. Años atrás se desmanteló la de Valencia. Poco después la de Santander, sita en la mismísima plaza del Ayuntamiento, sobre la que las palomas depositaban con fruición sus excrementos. Son pocos símbolos los que quedan ya en esta España democrática, constitucional y autonómica de la otra España, la franquista y nacional-católica, antecesora y madre de ésta. Note el agudo lector que no hemos incluido en la frase anterior el adverbio inciso “afortunadamente”, como cabría esperar en una entrada de un blog más o menos políticamente correcto y democrático. Y es que, siendo como somos de la escuela de Pirrón, bastante escépticos, creemos que no por desmantelar los símbolos cambia de verdad la realidad: lo único que cambian son los nombres propios -ni siquiera los comunes. Cambia la apariencia, no la sub-stancia, o sea, lo que está por debajo de ella. Se han cambiado, por ejemplo, también casi todos los rótulos de las calles: la calle 18 de Julio ya no recuerda con su ominosa fecha el alzamiento nacional, ahora se llama Avenida de la Constitución y evoca nuestra Charta Magna... Puro nominalismo, porque la calle sigue siendo la misma y lo mismo, se llame como se llame: un camino público entre dos filas de celdas colmeneras, generalmente asfaltado, para que circulen sin mayor problema que una pequeña reducción de velocidad los popós, sin atropellar a muchos viandantes, y para que puedan aparcar a su vera. 

 

Pero habría que apuntar una nueva razón de índole estética para desmantelar la estatua: el generalísimo Franco era un pésimo jinete, como don Baldomero Espartero, que fuera regente de la reina Isabel II durante su minoría de edad: un desastre de regente, a decir de la mayoría de los historiadores. Ambos mílites gloriosos fomentaron la creación ególatra de estatuas ecuestres para que sus nobles figuras destacasen en medio del paisaje urbano. En los Madriles aún se alza, al parecer, la estatua de Espartero, pero lo que más recuerda la gente no es ni su regencia desastrosa ni la persona de este militroncho, sino los prodigiosos testículos, a todas luces desmesurados, de los que dotó el escultor al jamelgo. Por algo se dice, cuando alguien es muy corajudo, aquello de que tiene los cojones más grandes o largos que los del mismísimo caballo de Espartero, porque en esta tierra de María Santísima los cojones son atributos de valor y de carácter y dotes de mando, y si no, véase el caso ya comentado de la católica reyna o el que puso Federico García Lorca sobre las tablas de doña Bernarda Alba: para cojones, los suyos.