lunes, 20 de noviembre de 2023

El discurso del filósofo institucional del reino

    Resultaba emocionante y, al mismo tiempo, patético para los que hemos admirado a Fernando Savater alguna vez escuchar el otro día al filósofo oficial del reino, en Cibeles, dándose un baño de multitudes ante miles de personas que ondeaban banderas nacionales rojigualdas, él que se había rebelado en su juventud contra todas las patrias y en su madurez contra los nacionalismos periféricos, entregado ahora al nacionalismo central y español en la villa y en la corte. 
 
    Comenzó el exordio recordando a Agustín Ibarrola, "un gran español, un gran vasco,  un gran artista", dijo, que había muerto el día anterior, y que había ayudado a muchos “a seguir luchando como el luchó toda su larga vida”, con lo que consiguió arrancar los primeros todavía algo tímidos aplausos del público. 
 
 
    A continuación hizo un elogio de la diversidad de España, que era patrimonio de todos los españoles, afirmando que no hay países homogéneos “más que en la imaginación de algunos totalitarios”, y a continuación matizó: “Pero una cosa es que en España reine -y está muy bien- el derecho a la diferencia, (...), una cosa es el derecho a la diferencia y otra cosa es la diferencia de derechos: que se inventen derechos distintos para los españoles y que haya unos españoles de primera, unos españoles de segunda, unos españoles con más derechos que otros... eso es lo que no se puede tolerar.” Arrancaba así unos aplausos más entregados y acordes con el acto. 
 
    Pero quizá el momento en que el público se le entregó sin condiciones fue cuando afirmó que había cosas, una sola cosa, especificó, en la que estaba de acuerdo con el gobierno, y que iba a decir: que era que quería ponerle una escolta al prófugo de la justicia: “Y a mí me parece bien. Yo creo que hay que escoltar a Puigdemont, llevarlo a Alcalá Meco y dejarlo allí bien escoltado unos cuantos años. Eso es precisamente lo que hay que hacer.” Lograba así el filósofo sus quince minutos de fama entre el público devoto y en olor de multitud.
 
    A continuación planteó el tema de la amnistía con la que el gobierno ha logrado el apoyo de los independentistas catalanes para su investidura, preguntándose a quién había que creer, si a los expertos (juristas, jueces, abogados, fiscales diplomáticos...) o “a lo que dicen el señor Bolaños y los editoriales de El País? La puya lanzada contra el periódico incondicional del gobierno y del Régimen, que tantas veces había acogido sus artículos, fue muy aplaudida por el público asistente. 
 
 
    A continuación dijo solemne que había llegado la hora de la verdad, y que esa manifestación era el primer paso de una resistencia que tenía que continuar... Me recordaron aquí sus palabras a las de Agustín García Calvo frente a los indignados del 15M en la Puerta del Sol, animándoles a continuar, a no desistir, a hacer que aquello durara. Decía Savater, recordando las palabras de su antiguo maestro: “Aquello en que confía el gobierno es en el aburrimiento, en el cansancio, en el decir: bueno, están ahora así pero ya se les pasará, y dentro de unas semanas se habrán aburrido y estarán en otra cosa.” Pero frente a eso el filósofo animaba a luchar contra la propia cobardía y el aburrimiento. 
 
    La única cosa que me gustó de su discurso es la referencia satánica al Non seruiam, el “no seré siervo” que se atribuye a Lucifer, que con esas palabras expresó su rechazo a servir a Dios en el reino de los cielos. Y frente al concepto de “obediencia debida” contrapuso Savater el de “desobediencia debida”, pero no estaba haciendo  un elogio de la rebeldía en general, como el Savater juvenil, que escribió un Panfleto contra el Todo, y acabó tragando con (casi) todo por un tubo,  dado que ahora predicaba  la obediencia a la constitución y a las leyes, y la desobediencia sólo  ante “cualquier persona que manipule a su antojo la constitución y las leyes.” 
 
    Fernando Savater, que había publicado un libro Contra las patrias, (1984) se había decantado por un nuevo patriotismo: el patriotismo constitucional de Jürgen Habermas, que ahora defendía a capa y espada en esta España nuestra, en esta democracia remasterizada, como dice un amigo,que ya cuenta con un avatar de Unamuno para hacer más tragicómica y "rehistórica" la dcramática zarzuela española.
  

     Acababa su discurso con la peroración de “no lo dejéis, no os aburráis, no os canséis”, y una frase de la que se han hecho eco muchos medios: “No toleréis lo intolerable, porque quien tolera lo intolerable termina viviendo de una manera miserable.” 
 
    La traca final fue: "De modo que, adelante todos nosotros: ¡Viva España! ¡Viva la Constitución! ¡Viva el Rey!" No era extraño que lanzara en su epílogo, como filósofo institucional del reino de las Españas, vivas a las instituciones: a España, a la Constitución, y al Rey -él que fue ácrata en su juventud y en su madurez se había decantado tantas veces republicano-, vivas que eran coreados por el fiel auditorio entregado.
 

domingo, 19 de noviembre de 2023

Mensajes en una botella arrojada al mar (I)

El porvenir, como reza la copla*, nunca llega, porque, si acaso se presentara algún día, ya no sería algo futuro; pero lo esperamos para evadirnos del presente.
   *Sentadito en la escalera, / esperando el porvenir, / y el porvenir que no llega. 
 
 
La voz del mercenario reconoce que no lucha por el ideal del patriotismo, sino por el mayor y más inclusivo de todos los ideales, que es el salario que recibe.
 
Relumbran, desenvainadas, las cimitarras que harán rodar cabezas a su paso y a su tajo. Los chacales y los buitres barruntan y huelen ya la sangre derramada.
 
Déjà vu, déjà entendu: Telespectador que ve y oye una y otra vez las mismas imágenes y palabras que no dicen nada nuevo, hasta que se le reblandece la sesera.
 
Así como el ganadero marca a sus reses con la divisa de su ganadería, muchos se tatúan o se escarifican para asegurarse de la existencia de su propia identidad.
 
 En vez de preocuparnos de fortalecer nuestra personalidad, deberíamos interesarnos por desintegrarla como una pastilla efervescente que en el agua se disuelve.
 
 
El partido que accedió al poder prometiendo el cambio no sólo no cambió nada, sino que contribuyó a dejarlo todo como estaba haciendo sólo cosméticos retoques.
 
Preocupado por su evaluación y sin interés por el objeto del proceso de aprendizaje, al alumno no le queda ni tiempo ni gana alguna de aprender nada de verdad.
 
El que busca la verdad no puede encontrarla porque sabe de antemano lo que busca antes de haberlo hallado, pero la verdad no puede saberse antes de encontrarla.
 
 Pensar es desestabilizar nuestras evidencias y creencias, es decir, nuestras ideas, empezando por la principal de nuestra identidad personal e intransferible.
 
 Redoblan tambores, rugen los elefantes, piafan los caballos, sube al cielo un grito horrísono de guerra. Ondean pendones destellando como ardientes llamaradas.
 

  “Como marines, hemos sido entrenados para la acción. Es precisamente lo que deseamos”. Dijo el joven de Arizona poco antes de la invasión del país mesopotámico.
 
¿Cómo va a el tiempo a curar nuestras heridas y a resolver los problemas si el mayor problema que tenemos es la existencia del propio tiempo, y su insistencia?
 
La retransmisión televisada de un partido de balompié provoca la desbandada de sus señorías en el Congreso de todas las Españas, asunto de importancia nacional.
 
Ordalía o juicio divino: Si pongo la mano en el fuego y, por la gracia de Dios, no me quemo y permanezco indemne, queda a ojos del mundo probada mi inocencia.

sábado, 18 de noviembre de 2023

En el nombre del amor

    La foto de un soldado israelí que, entre los escombros de Gaza, exhibe orgulloso la bandera multicolor del arcoíris, símbolo del colectivo LGBTQ+, que se utiliza de ese modo para justificar el genocidio del pueblo palestino, no puede dejarnos indiferente, como si los derechos de esa comunidad justificaran la destrucción de Gaza, bien representada por las ruinas que rodean al soldado que sonríe y exhibe en la lengua del Imperio la leyenda In the Name of Love (y debajo lo mismo en árabe, para que lo entiendan los palestinos que no sepan inglés: في اسم الحب ): en el nombre del amor, que resulta sarcástica: la muerte se lleva a cabo en nombre del amor, que legitima así todas las atrocidades, incluso la destrucción de un hospital y la matanza de los inocentes. 
 
 
    También se ha hecho viral otra foto de otro soldado israelí ondeando una bandera sionista con dos franjas, una superior y otra inferior, con los colores de la bandera del arcoiris, y los tanques de fondo. 
    

 
    Es la misma estrategia narrativa: el imperialismo occidental provoca la destrucción y luego la blanquea con la bandera policromada del amor y la tolerancia. La estratagema narrativa, o más bien ideológica, ya había aparecido como tal en relación con la guerra en Ucrania, cuando se hablaba de los soldados que llevaban la insignia del unicornio -¿símbolo fálico?- en su uniforme propia de la Asociación Ucraniana de Militares LGBTIQ+, como si fueran el legendario batallón sagrado de Tebas, que se enfrentaban así contra el pérfido y homófobo Putin y la Rusia intolerante. 
 
Soldados ucranianos con el emblema del unicornio.
 
      Claro que hay quienes defienden que se ondee la bandera del orgullo, porque lleva un mensaje de paz, libertad y tolerancia a todos los palestinos que se esconden de Hamás porque saben que pertenecer a la comunidad Lésbica, Gay, Bisexual, Transexual, Queer y demás mandangas genéricas significa “muerte” en Gaza, luchando así por una Palestina libre, laica, tolerante y diversa, en la que, como contrapartida, no queden vivos palestinos.

viernes, 17 de noviembre de 2023

"Yo soy Espártaco"

    Una de las escenas más memorables de la película Espartaco (1960) de Stanley Kubrick, basada en la novela histórica homónima del escritor norteamericano Howard Fast (1914-2003), es cuando Marco Licinio Craso, jefe del ejército romano, dando muestra de su clemencia, les promete a los esclavos prisioneros que les será perdonada su vida (“Esclavos erais y esclavos volveréis a ser”), librándose del terrible castigo de la crucifixión a condición de identificar el cadáver o la persona en el caso de que aún viva, del esclavo llamado Espártaco -restituyo la pronunciación esdrújula original de su nombre-, que era el cabecilla de aquella sofocada rebelión.



     Se produce entonces un tenso silencio embarazoso. Los esclavos se miran unos a otros. No saben si denunciar al que ha sido el inspirador de la revuelta o guardar silencio. Es entonces cuando el personaje real llamado Espártaco, interpretado magistralmente por Kirk Douglas, se levanta, pero lo hace a la vez que él su amigo Antonino y otro esclavo que está a su lado, y pronuncian los tres al unísono “Yo soy Espártaco”. 
 
    Enseguida todos y cada uno de los esclavos restantes se levantan y pronuncian a coro: “Yo soy Espártaco”. Evidentemente todos no pueden ser Espártaco, pero todos se identifican como tal. Pero el personaje real, que se ve arropado por los demás, tampoco es Espártaco verdaderamente, porque ese nombre ya no es el nombre propio de un individuo, de un átomo personal y singular, sino que se ha convertido, digamos como por arte de magia, en un nombre común de toda una asamblea, y por lo tanto deberíamos escribirlo con letra inicial minúscula, como se hace con los nombres comunes: "Yo soy espártaco", el nombre del movimiento que pretendía abolir la esclavitud. 
 
    Algo parecido, pero al revés, de aquello del evangelio, cuando Jesucristo exorciza a un endemoniado y dirigiéndose al espíritu impuro, según la traducción de Nácar-Colunga que manejo, le pregunta: "¿Cuál es tu nombre? Contestó él: Legión, porque habían entrado en él muchos demonios" (Lucas, 8, 30), Su nombre era Legión, un nombre común que asciende así a la categoría de nombre propio, porque no es uno solo sino muchos los que habitan dentro de ese nombre común. En el caso que nos ocupa ahora la situación es inversa: un nombre propio se convierte en común y adquiere un significado simbólico, y pasa de ser el nombre de un individuo personal a ser el de una colectividad.
 

 
     Me parece una escena magistral porque muestra la falsedad y la realidad al mismo tiempo del fetiche de la identidad personal: El yo que habla, que en este caso es un yo coral o una multitud de yoes individuales, pero no una voz individual, afirma que él es el yo real, identificándose con el yo del que se habla y por el que se pregunta para darle un escarmiento: Espártaco, lo que en verdad es imposible, porque nuestros nombres propios no dejan de ser pseudónimos al fin y al cabo.
 
    De este modo queda desdibujado el bulto de la identidad personal real de Espártaco, que identificándose como tal está negando, con el simple hecho de decirlo, la verdad de la realidad que afirma. Así como está claro que los demás no pueden ser el Espártaco real de carne y hueso, tampoco el primero que lo dice lo es el que dice ser, sino uno más de esa multitud que grita al unísono la mentira de la identidad personal.
 
 
 
      La escena no es un hecho histórico propiamente dicho, sino propio de la ficción no sé si ya de la novela, que no he leído, o solo del guionista de la película de Kubrick Dalton Trumbo. Si queremos consultar la historiografía oficial,  S. I. Kovaliov cuenta en su "Historia de Roma" a propósito de la muerte de Espártaco: "En la primavera del 71 (sc. antes de nuestra era) tuvo lugar en Apulia la última batalla. Los esclavos combatieron con un valor desesperado: 60.000, entre ellos Espártaco, cayeron en la lucha. El cuerpo de Espártaco no fue encontrado. Los romanos solo perdieron 1000 hombres; 6000 esclavos hechos prisioneros fueron crucificados a lo largo del camino que iba de Capua a Roma. Sin embargo, todavía algunos grupos aislados, escondidos en las montañas, continuaron durante mucho tiempo combatiendo contra los romanos.

jueves, 16 de noviembre de 2023

Etcétera (De esto, lo otro y lo de más allá).

    El auténtico seductor, escribe Marguerite Yourcenar, no es Alcibíades sino Sócrates. Alcibíades, como se sabe, era un joven efebo aristócrata ateniense, bellísimo al parecer,  mientras que Sócrates era un viejo y caduco pederasta en el sentido más noble del término, al que le gustaba rodearse de los jóvenes por lo que ellos tienen de rebeldía contra el futuro, y si había algo en él que sonaba a canto de las sirenas era el reconocimiento de su ignorancia y el cuestionamiento de todas las certezas. Por eso Sócrates es el auténtico corruptor de la juventud, decimos nosotros, en el sentido más profundo y no sólo sexual de la palabra,  porque parafraseando a la divina Marguerite, el órgano sexual más erótico no es el cuerpo -Alcibíades- sino el alma,  la cabeza que anima a ese cuerpo –Sócrates.


 Sócrates y Alcibíades, Ch.  W. Eckersberg  (c.1813-1816)
oOo
    El lenguaje no es machista ni feminista de por sí, el que es machista o feminista es el hablante de un idioma, independientemente del idioma que hable. En inglés no existen los géneros gramaticales: el adjetivo es invariable. Da igual que hablemos de ellos o de ellas, si queremos decir que están contentos no hace falta decir la consabida gilipollez feminista de contentos y contentas (en español en realidad tampoco, porque el masculino es el género no marcado que vale también por el femenino, pero los feministas se empeñan en redundar en femenino), porque se dice de la misma manera: happy (sin variación de género ni de número). Y de eso no se puede concluir que la lengua inglesa sea menos machista o más feminista que la española, ni los angloparlantes tampoco por supuesto.
oOo
 ¿Hay vida después de la muerte? ¿La hay acaso antes?
oOo
    Nuestro idioma es mejor que otros (póngase aquí cualquier otro idioma que no sea el nuestro, por ejemplo el árabe) porque el nuestro se entiende fácilmente, sin necesidad de estudiarlo, mientras que el otro no. Si lo oímos hablar, no entendemos ni papa. ¡Qué gran engaño! Y lo peor de todo es que el idioma conforma un nacionalismo cerril no menos odioso, falso y patriótico que el político. ¡Qué gran negocio para los nacionalistas es que los nacidos en una nación hablemos por lo general el mismo idioma!
oOo
    El siglo XX, bárbaro y brutal, ha sido testigo de un cambio espectacular: la imagen ha avasallado las sociedades humanas, la imagen se ha apoderado del lenguaje humano, supeditando el texto escrito o literario y el sonido de la voz y la música, que están a su servicio, creando una verdadera “realidad virtual imaginaria”.  Hemos pasado del culto a las imágenes exclusivamente sagradas,  a la sacralización o consagración de todas las imágenes. Somos esclavos de las imágenes, a las que rendimos un culto divino: iconodulía. La imagen se ha convertido en el elemento determinante de los medios de comunicación y formación de masas de individuos, sustituyendo a la voz y la palabra. Ello ha servido tanto para impulsar la expansión del mercado, como para garantizar la gobernabilidad de las distintas sociedades democráticas, las dictaduras más perfectas que hay.
oOo
    La conciencia tribal, que ha sido exaltada a la condición de conciencia nacional, y que nos está destruyendo, lejos de trascender el ego, lo que hace es robustecerlo, darle unas nuevas y vigorosas alas a modo de señas de identidad, por eso somos antinacionalistas.
oOo 
    La idea de autosuperación a través de gurús y manuales de autoayuda  es una vía errónea: solo provoca inflación egocéntrica, hinchazón y egolatría.
oOo
    Siempre que hay un proyecto, hay un conflicto entre lo que es y lo que creemos que debería ser. No habría que plantearse la lucha entre lo que es y lo que debe ser, sino dejar de tener empeño en ser y dejar de hacer planes para el futuro inexistente esencialmente.
oOo

miércoles, 15 de noviembre de 2023

¡Méndez Núñez y Patiño, tornad a puerto!

    Un comunicado de la sección sindical de la Confederación General de Trabajadores (CGT) de la empresa Navantia de Ferrol, dedicada a la construcción de buques militares y civiles de alta tecnología, pone el grito en el cielo porque dos de sus barcos de guerra, construidos en esa factoría, a saber, la fragata Méndez Núñez y el buque de aprovisionamiento de combate Patiño, que según el Ministerio de la Guerra de las Españas están navegando por el Mediterráneo, dentro de la operación Escudo Noble de la OTAN, que surca la cuenca oriental del Mare Nostrum para disuadir a Rusia dentro del marco de la guerra de Ucrania, están en realidad integrados “en la flotilla que acompaña al portaviones Gerald R. Ford, el más grande de la armada estadounidense, enviado por su gobierno en apoyo de Israel”. Efectivamente el mayor portaaviones de la flota yanqui patrulla en aguas cercanas al conflicto entre Israel y Palestina. 

Así es la fragata Méndez Núñez, la "joya de la armada española".
 

    Ambos buques españoles han sido construidos en la factoría ferrolana, dice la sección sindical del sindicato, y añaden con letras mayúsculas: PERO LOS TRABAJADORES NO LOS CONSTRUIMOS PARA QUE COLABOREN EN UN GENOCIDIO, refiriéndose con este término a la masacre del pueblo palestino que está llevando a cabo el Estado sionista de Israel sobre la franja de Gaza, que si ya era un campo de concentración antes es ahora además un campo de exterminio, y en la que está colaborando indirectamente los dos barcos de guerra españoles integrados en el grupo logístico del portaaviones norteamericano desplazado a la zona para dar cobertura a Israel. 

    El sindicato exige al gobierno español la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, que vuelvan los buques ya, y la anulación de toda colaboración de su empresa con empresas israelíes. 

    

    Cabe recordar a estos sindicalistas bien intencionados que lo que están fabricando, a cambio del salario que reciben por ello, no son buques civiles para transporte de mercancías o de pasajeros en cruceros de placer, sino barcos de guerra militares: fabrican armas bélicas que serán utilizadas en "conflictos", minimizando la cosa, en guerras, para llamarlas por su nombre, e incluso en genocidios, como en el presente caso, por sus compradores.

    No es muy coherente escandalizarse por el uso que se da a un arma después de haberla fabricado. Los barcos de guerra, como su nombre indica, se construyen para la guerra, no para navegar por el mundo repartiendo sonrisas y golosinas a los niños que los saludan desde el puerto. Si uno no desea ver el producto de su trabajo empleado en causar destrucción y muerte, lo que tiene que hacer es negarse a fabricarlo.

    Uno de los argumentos que esgrime a veces la impresentable Ministro de la Guerra del sedicente gobierno progresista y esquizofrénico de las Españas, que pone una vela a Dios y otra al diablo,  es que la industria armamentística genera puestos de trabajo, algo de lo que no cabe duda, pero que no justifica su existencia, pues la industria militar puede reconvertirse como han hecho otras industrias, cosa que no solo es posible sino que además es moralmente deseable, justa y necesaria para que no tengamos que lamentar estos usos.

    

La versión oficial del Ministerio de la Guerra

 
    Esto es lo que hace el mal llamado “gobierno de la gente”, porque la gente no gobierna, sino que se deja gobernar, y el gobierno que gobierna a la gente, pero nunca la gente que lo vota, es quien envía esos buques de la Armada a las costas palestinas, así como los mejores aviones de combate a las fronteras de Rusia a las órdenes de la OTAN mientras algunos de sus ministros y ministras se rasgan las vestiduras hipócritamente.

    Pero en una cosa sí que tienen razón los sindicalistas: hay que exigir al gobierno esquizofrénico de coalición progresista en funciones que la fragata Méndez Núñez y el Patiño vuelvan a Ferrol, y de ahí vayan al desguace, a deshacer y desbaratar lo que no tenía que haberse hecho nunca si queríamos evitar su uso, que, habida cuenta de su función militar, no podía ser bueno, por muchas pamemas y milongas que nos cuente la Ministro de la Guerra.  

martes, 14 de noviembre de 2023

Información y desinformación

    Puede decirse sin gran escándalo que para describir la realidad social acierta más la ciencia-ficción que la sociología o ciencia propiamente dicha de la sociedad. 

    Así, por ejemplo, Fahrenheit 451 la novela que Ray Bradbury escribió en 1953, cuyo título alude a la temperatura a la que arde el papel impreso, reflejó muy bien la represión de la censura y las quemas de libros que a lo largo de la historia se han venido produciendo. 

    Guy Montag, el personaje principal de la novela, encarnado en la película magistral que tanto me impresionó la primera vez que la vi, de François Truffaut (1966)por el actor Oskar Werner,  es el bombero que en lugar de apagar fuegos se dedica a provocarlos quemando libros porque hacen pensar y, al hacer pensar, alejan a los hombres de la felicidad. Pero en realidad es un bombero que apaga otros fuegos, los de la inteligencia. 

 

    Pero si tomamos a Guy Montag, independientemente de la evolución que sufre a lo largo de la película que lo lleva a amar los libros que quemaba, como representante de la represión y de la censura del pensamiento, podemos decir que Guy Montag hoy no es sólo el censor, sino el que trabaja en la producción de noticias, es decir, el periodista que inunda a la gente con una ingente cantidad de informaciones de arriba, provenientes de las altas esferas de la política y de la realidad. 

    Aunque ha cambiado la táctica, el objetivo sigue siendo el mismo: imponer las verdades oficiales, la versión autorizada y políticamente correcta del relato único y hegemónico, y tachar las contrainformaciones como fake news, reduciendo drásticamente la comunicación, que es la puesta en común de lo que pasa aquí abajo, saturar el deseo de saber con noticias de la realidad que, ficticia e impuesta como es, acaban siendo siempre esencialmente falsas.

 

    Distinguen los ingleses entre los conceptos de misinformation y disinformation. Ambos términos suelen traducirse a nuestra lengua como 'desinformación' sin más, pero hay un matiz importante en ellos que es la intencionalidad: disinformation es información falsa difundida deliberadamente adrede, sabiendo su falsedad, mientras que misinformation es información errónea que se difunde inconscientemente como verdadera. El resultado es el mismo, pero no la intencionalidad.

    Ahora, por ejemplo, sabemos que las vacunas de ARN mensajero contra la enfermedad del virus coronado cosecha 2019 no eran seguras ni eficaces como se nos repitió hasta la saciedad. Se trataba, por lo tanto, de una desinformación o información falsa: ¿misinformation o disinformation? ¿Tenían los laboratorios y los gobiernos la intención de engañarnos o lo hicieron sin querer porque confiaban en la bondad de sus productos?

    La sociedad actual no se caracteriza por el déficit de información, sino por el superávit. No se nos sustraen las noticias, se nos ofrecen hasta límites insospechados de hipertrofia, prueba de ello es que los canales televisivos y la Red Informática Universal están emitiendo las veinticuatro horas del día, y que apenas quedan zonas en el planeta que no tengan cobertura a donde no lleguen. 

 

    Sin embargo, como revela este vídeo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en poco más de un minuto, el Gobierno de España lucha contra la desinformación, que es una de sus grandes preocupaciones, ya que "las plataformas digitales potencian sus efectos y su velocidad de propagación", dado que en los últimos años hay mucha información y mucha desinformación, y se presta especial atención -se dice allí- a la infodemia(sic)"provocada en las redes debido al COVID-19". Con este término se alude a la contrainformación, es decir a la crítica de la información oficial, que es la auténtica disinformation o desinformación deliberadamente difundida por los Gobiernos. En la lucha contra la desinformación resulta clave, se nos dice, "la colaboración con las empresas(!), la sociedad civil, los factcheckers (!) y las instituciones académicas". Queda bien claro, viendo esta publicidad o mejor propaganda orgánica institucional, que la lucha contra la desinformación que emprenden los gobiernos y las plataformas digitales afines es la vieja censura que ejercía Torquemada o el moderno Guy Montag en Fahrenheit 451, y que la auténtica desinformación (sin hacer distingos innecesarios entre mis- y dis-information)es la información oficial que se defiende de las críticas tachándolas de falsas, censurándolas y quemándolas, como en la película, a la temperatura a la que arde el papel como si fueran cosa del demonio.   

lunes, 13 de noviembre de 2023

Ozimandias, faraón de faraones

    Llevo un par de días dándole vueltas y más vueltas a este Ozimandias, heterónimo del faraón Ramsés el Grande de la decimonovena dinastía del antiguo Egipto,  el precioso soneto de Percy Bysshe Shelley (1792-1822), el poeta romántico inglés, en el que se celebra el derrumbe de todos los imperios, intentando reproducir en castellano el ritmo y la rima del original, su musicalidad,  lo que lejos de haber sido un engorro ha sido para mí una tarea más que gozosa, en la que ha sido un placer perder el tiempo. 


    Y este es mi humilde resultado: he tenido que renunciar al hendecasílabo inglés -el pentámetro yámbico- por la imposibilidad de reproducir en once sílabas castellanas lo mismo que las diez (más una) inglesas, y lo he reemplazado por un verso de trece sílabas -¿trisdecasílabo?- para poder trasladar el mismo contenido; conservo sin embargo, claro está, para no hacerle mucha más traición al poema y al poeta, el ritmo yámbico del original que tanto nos recuerda al tictac de un reloj o, mejor aún, al latido acompasado de un corazón con su sístole y diástole. Y en cuanto a la rima -¡consonante!- le he seguido -y me ha costado alguna pequeña infidelidad- el juego a Shelley reproduciendo su original disposición encadenada ABAB  ACDC  EDE  FEF.

I met a traveller from an antique land
Who said: Two vast and trunkless legs of stone
Stand in the desert... Near them, on the sand,
Half sunk, a shattered visage lies, whose frown, 

And wrinkled lip, and sneer of cold command,
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamped on these lifeless things,
The hand that mocked them, and the heart thad fed: 

And on the pedestal these words appear:
'My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye Mighty, and despair!'

Nothing beside remains. Round the decay
Of that colossal wreck, boundless and bare
The lone and level sands stretch far away.


Oí a viajero de antiguo país venido
decir: Dos pies de piedra enormes y sin dueño
se alzan en el desierto. Al lado, casi hundido
yace en la arena un busto roto, cuyo ceño,
 
fruncido labio y mueca de un poder transido,
revelan que el autor pasiones reflejaba
que, fijas en lo inerte, sobreviven hoy
a la mano escultora y ser que las cebaba.

Y estas palabras se hallan en el pedestal:
"Mi nombre es Ozimandias, rey de reyes soy:
¡Ved, poderosos,  mi obra y desperad de tal!"

No queda nada ya. Sin fin ni rastro apenas,
en torno a ruinas de un naufragio colosal,
se extienden lejos solas, rasas las arenas.
 
 oOo

Valga como ilustración gráfica esta reproducción multicolor del busto de Alejandro Magno, ese otro Ozimandias, que hizo como con el rostro de la entrañable Marilyn, Andy Warhol, el padre del engendro de eso que se llamó "pop art". 
 
    Alejandro Magno, Andy Warhol 1982

domingo, 12 de noviembre de 2023

Pareceres (XXXII)

156.- ¿Estado laico? ¿Qué quiere decir "laico"? La palabra procede del griego λαϊκός laïcós, que propiamente significa “relativo o concerniente al pueblo”, formada como está sobre el sustantivo λαός “pueblo”.  Nos llega  a través del latín tardío laicum, que origina dos términos castellanos: por un lado el cultismo 'laico' y por otro la palabra patrimonial 'lego'. La docta Academia define laico como“que no tiene órdenes clericales” y también “independiente de cualquier organización o confesión religiosa”, y el vulgarismo 'lego', que añade al significado anterior una segunda acepción derivada de la cultura del estamento clerical que es “falto de instrucción, ciencia o conocimientos”. Es esta la acepción que más predomina en español actual. Se dice que uno es lego en una materia, o sea, inexperto, desconocedor, no instruido. La expresión "estado laico" sería, en este sentido, un estado que no depende de ninguna organización religiosa, pero desde el punto de vista etimológico, sería un 'estado popular', una contradicción en sus términos: Estado y pueblo no pueden conjugarse. Pretender que un Estado sea popular es imposible: El Estado se define como el yugo que se le impone al pueblo para su sumisión o que éste se autoimpone en estos tiempos democráticos que corren. Lo auténticamente popular o laico en el sentido etimológico de la palabra sería que no hubiera ninguna forma de Estado, ni confesional ni aconfesional o laico. 
 
  
157.- El carácter sagrado del dinero. Los templos antiguos, según la tesis del injustamente olvidado Bernhard Laum (1884-1974), fueron los primeros bancos que tenían grandes reservas de metal procedentes de las ofrendas a los dioses. Allí surgió el cuño que garantizaba con su sello la pureza y el peso, indicando propiedad sobre los esclavos, los caballos, el ganado... Era la marca de posesión. El cuño indica que la moneda pertenece al dios. Todas las monedas antiguas llevaban la imagen de un dios o de un símbolo sagrado relacionado con la divinidad. El lazo entre la moneda y la religión es evidente. La imagen del soberano en la moneda es el símbolo de la autoridad monetaria del Estado. El soberano aparece en la moneda como divinidad, y de este modo el carácter sagrado de la moneda no es modificado. Hay una secularización. En Roma la remuneración de las tropas es esencial: la soldada militar era el pretexto principal de la emisión de la moneda. Pero la moneda romana es una moneda ya secular, a diferencia de la griega. No se halla ningún motivo sagrado en la moneda fiduciaria romana... Pero eso no prueba que el principio de sustitución, que es la base de todo nominalismo, no haya salido, en resumidas cuentas, de la esfera religiosa. Esta última se ha secularizado simplemente en el curso de su evolución, y ha sido utilizada por el Estado con fines puramente profanos, no ya religiosos en el sentido estricto del término. Grecia es el origen, y Roma acaba el proceso. Para ambas la moneda es un producto del Estado, y sirve ante todo a sus intereses. 
 

 
158.- La moral identitaria. Rafael Sánchez Ferlosio definió la exaltación de la identidad, que alaba lo propio y rechaza lo ajeno, con lo que él denomina “la moral del pedo”. Esta moral pedorra y farisaica puede aplicarse a todas las identidades, y especialmente a las nacionales y al nacionalismo. Savater alude a la moral del pedo ferlosiana como “ese hálito que no nos molesta salvo cuando es ajeno”. Puede aplicarse esta moral, a demás de a la identidad,  a nuestras opiniones, que consideramos tan intrínsecamente nuestras, tan propias, que se las ofrecemos a los demás como el niño pequeño que en su etapa anal les muestra orgulloso sus heces a sus padres, después de haber defecado en el orinal, como el más precioso regalo que puede ofrecerles. Recojo la definición de Ferlosio: A la moral de la identidad, en fin, acaso el nombre científico que mejor le cuadre sea el de «moral del pedo», pues la condición particular del pedo es tal vez la figura más capaz de definir con plena exactitud la situación, en la medida en que la escrupulosa selección de lo genuinamente propio y el riguroso rechazo de lo extraño por los que se distingue la actuación de la moral de identidad, en ninguna otra imagen podrían estar mejor representadas que en el pedo, a cuya esencia igualmente pertenece la rara condición de que nos complacemos en el aroma de los propios tanto como nos causa repulsión el hedor de los ajenos. (Rafael Sánchez Ferlosio. Ensayos II: Gastos, disgustos y tiempo perdido. Debate, Barcelona 2016). 
 

 
 159.- Bendito sea el dios que me libra de los otros dioses. Del poeta católico francés Paul Claudel (1868-1955), este fragmento de su oda Magnificat, contenido en Cinq Grandes Odes (1911) en el que da las gracias a Dios por haberle liberado de los falsos dioses, ídolos dice él, cuyos nombres escribe con letra inicial mayúscula y honorífica. Dice así: Bendito seas, Dios mío, que me has librado de los ídolos / y que haces que solo te adore a Ti, y no a Isis ni a Osiris, / ni a la Justicia, ni al Progreso, ni a la Verdad, ni a la Divinidad, ni a la Humanidad, ni a las Leyes de la Naturaleza, ni al Arte, ni a la Belleza... Pero no debe escapársenos que esa virtud liberadora que el poeta francés le concede a Dios, y que es notable en el caso de los modernos dioses laicos como el Progreso, o la Humanidad, o la Naturaleza, que cita, -quizá le falta la Ciencia- no nos libera de la mayúscula honorífica del nombre común ascendido a nombre propio que es Dios, que encarna a todos los otros dioses e ídolos, tanto a los paganos como a los laicos, y sobre todo al que en la lengua del Imperio, por algo será, se escribe con mayúscula, capitalizándose, que es I (yo), el último reducto de Yavé. 
 
 
160.- Ultima ratio regum: ¿Cuál es el último argumento (o razón) de los reyes y príncipes de este mundo? ¿Cuál será la última y más extrema medida para que los gobernantes puedan gobernar y mantenerse en el gobierno? Luis XIV, el Rey Sol, hizo grabar ese latinajo en la fundición de sus cañones, con lo que daba a entender así bien a las claras que eran las armas de fuego en general el recurso y sustento último que tenía el Poder que él encarnaba en la monarquía, pero vale lo mismo para los regímenes republicanos, cuando han agotado otras vías más pacíficas de resolución y de creación de conflictos, como las políticas de la diplomacia y el buen gobierno (que se llama así porque hace que parezca buena la existencia del gobierno si no se utiliza la fuerza de las armas). La última razón del poder establecido es la administración violenta de la muerte. Las armas, pues, y los ejércitos que las utilizan en las guerras son el último recurso (pero por eso mismo también el primero) para resolver los conflictos, porque cuando no son un hecho son como la espada de Damoclés una amenaza que pende sobre las cabezas de los súbditos. Un personaje de Calderón de la Barca lo proclama claramente: Que sepas que en la campaña / última razón de Reyes / son la pólvora y las balas.
 
 

sábado, 11 de noviembre de 2023

Capitalismo y anticapitalismo evangélicos

    Nuestro Señor Jesucristo nos da una sorprendente y exactísima definición del capitalismo, aunque pueda parecer mentira, que no lo es, en la parábola de las diez vírgenes, las cinco necias y las cinco prudentes pero egoístas como ellas solas, que se niegan a compartir el aceite de sus lámparas con las primeras, y la de los talentos, en la que el señor sólo premia a aquellos siervos que han incrementado el capital que les ha prestado, condenando al pobre que se limita a devolverle lo prestado a las tinieblas exteriores "donde habrá llanto y crujir de dientes". 
 
    Téngase en cuenta que en aquellos tiempos, que son estos mismos nuestros todavía pese a lo mucho que ha llovido desde entonces, ya había cambistas y banqueros -trapedsítes (τραπεζíτης) se decía en griego- que pagaban un interés -tókos (τόκος), en la lengua de Homero, que primariamente significa 'hijo', por aquello de que el dinero engendra y es capaz de dar a luz dinero y el interés es la criatura o producto del capital, con lo cual ya estaba funcionando el capitalismo avant la lettre en el esplendor de su apogeo. 
 
 

 
    Dice así la cita evangélica de Mateo (Mt. 25.29) porque al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Se define así, en efecto, el capitalismo como el sistema -perfectamente montado y eficaz- de dar cada vez más al que tenga mucho: y de quitar, al que poco tenga lo poco que tiene, y dárselo al que tuviera mucho. El capitalismo queda, pues, definido por Jesucristo como sistema que provoca el enriquecimiento de unos (pocos) a costa del empobrecimiento de otros (muchos). Y según dice el evangelista, que había sido banquero, y de hecho es su patrono, antes de fraile, el Reino de los Cielos se parece a dichas parábolas.  
 
    No sabemos si al que tiene mucho se le dará más en el Reino de los Cielos, pero sí sabemos, desde luego, que aquí en la Tierra sólo se le concede un préstamo al que tiene dinero y capacidad para ganarlo, y al que no tiene no se le presta ni un céntimo, como muy bien saben los banqueros. 
 
    Si el Reino de los Cielos se asemeja, como reza el evangelio,  a eso, estamos apañados: no es muy diferente de nuestro mundo con sus bancos y banqueros, capital e intereses. No sería más que una proyección de este viejo mundo terrenal. Parábolas son la de las vírgenes y los talentos, que no están retratando el Reino de los Cielos, sino el reino terrenal, y que si bien es verdad que pueden interpretarse en un sentido espiritual -de ahí la evolución misma del término “talento” en nuestras lenguas, que en principio era una moneda  que según algunos cálculos aproximativos equivalía a unos 21.600 gramos de plata, unos 15.336 euros actuales- tienen un significado material primario. 
 
Expulsión de los mercaderes del templo, El Greco (hacia 1600)
 
 
    Pero quizá el éxito del cristianismo y de su mensaje evangélico radica precisamente en la capacidad de afirmar algo, como lo anterior, que es una apología del capitalismo en toda regla, y su contrario, que es la condena del sistema capitalista de producción y la acumulación del capital. Recuérdense algunos de los dichos anticapitalistas de Jesucristo: «Bienaventurados los pobres de verdad, porque de ellos es ya el reino de los cielos» y «Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos», «Vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme» y tantos otros. 
 
    Esta ambigüedad propia del cristianismo ha hecho que se adapte camaleónicamente a todas las coyunturas históricas, explotándolas en beneficio de su proyecto de dominación.