jueves, 10 de noviembre de 2022

El Perro del Infierno

    Höllehund, o sea el Perro del Infierno en la lengua de Goethe, no es el nombre de ningún videojuego de última generación ni de ninguna película terrorífica, sino la denominación mitológica que se ha dado popularmente en Alemania a los nuevos sublinajes o subvariantes BQ.1 y BQ.1.1 de la variante Ómicron del Covid-19 o virus coronado. 
 

  Can Cérbero o Cancerbero, el tricefálico portero de la mansión de Hades.
 
    La denominación de “Sabueso del Infierno”, hace referencia a Cérbero, el portero del inframundo o cancerbero del dios Hades, el romano Plutón, un monstruo de tres cabezas que no dejaba entrar a nadie que no hubiese muerto ni salir a las ánimas de los fallecidos. 
 
      Estas subvariantes de la variante del virus coronado ya se han detectado en cinco países europeos, incluido España, y los ¿expertos? esperan que los casos aumenten significativamente en las próximas semanas. 
 
    El prestigioso y al mismo tiempo desprestigiado Instituto Robert Koch de Berlín venía detectando un aumento significativo de casos de dichos patógenos desde finales de agosto y principios de septiembre. El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC por sus siglas en la lengua del Imperio) advirtió recientemente de que es probable que estos patógenos continúen aumentando el número de casos en el futuro cercano. Podrían volverse dominantes a mediados de noviembre o principios de diciembre. 
 
    No se sabe, sin embargo, la gravedad de dichos casos. Si bien todos los indicadores dicen que la pandemia,  apandemia, con prefijo negativo, o pseudopandemia, se ha terminado, se acerca la ola de la campaña de otoño-invierno, y nos hallamos ante la amenaza de la triple pandemia (como si no hubiéramos tenido bastante con una, ahora nos amenazan con tres: de virus coronado persistente, gripe y resfriado común de toda la vida), triplandemia que coincide con la vacunación, y aunque lo de El Perro del Infierno no es un nombre adecuado, porque parece muy poco serio, cosa de cuentos de viejas para asustar a los niños pequeños como aquello de que viene el sacamantecas, el sacaúntos, el hombre del saco o, en definitiva, el coco, el nombre que le han puesto los científicos de BQ.1 y BQ.1.1. tampoco es muy serio, que digamos, y resulta hasta más terrorífico que el otro, siendo su función la misma, que es la de meter miedo. Se trata de poner un nombre a lo indefinido, a lo que no lo tiene, por lo que cualquier denominación resulta ridícula. 
 
La prueba del algodón
 
     De momento no hay indicios de que esta variante suponga un riesgo serio más allá de un vulgar catarro o gripe o resfriado común, pero las autoridades sanitarias piden a todo aquel que aún no esté completamente vacunado contra la Covid-19 que lo haga, sin percatarse de que nunca nadie estará cabalmente 'completamente vacunado' contra un virus indefinido que muta constantemente huyendo de su propia definición. 
 
    La Ministra de Sanidad del Reino de las Españas ha informado de todo esto y ha dicho que no podemos bajar la guardia,  porque hemos entrado en el otoño «y este se caracteriza por la mayor circulación de virus e infecciones respiratorias» por lo que la mascarilla, que no sirve para nada, seguirá siendo obligatoria en los transportes públicos, hospitales y farmacias... y los Centros de Salud llamarán a los mayores a recibir una doble vacunación el mismo día: una banderilla en cada brazo.
 
    No podemos descuidarnos, porque de lo que se trata es de pre-ocuparnos, de que nos entre la pre-ocupación antes de la ocupación de cuidarnos, que tampoco debería entrarnos porque la salud, sea lo que sea, es olvidó. Y si no nos cuidamos nosotros, ya nos cuida Papá Estado, que para eso está, para que no nos descuidemos, para que estemos siempre pendientes del peligro indefinido que nos amenaza, y para que nos desvivamos y no podamos vivir ni siquiera por descuido.     

miércoles, 9 de noviembre de 2022

¿Somos todos 'derrochólicos'?

    Menudo palabro que se han sacado de la manga los del gobierno de las Españas: derrochólicos. Dice la nueva campaña del Ministerio de Transición -¡cómo les gusta el prefijo trans, que les vuelve locos!- Ecológica y Reto Demográfico que todos somos derrochólicos, y que de eso también se sale, porque todos derrochamos energía sin darnos cuenta, empezando, claro, por el presidente del Gobierno que utiliza el Falcon del Reino de España asociado a la Unión Europea casi cada dos días para sus altos vuelos, así que después del examen de conciencia y del reconocimiento de haber pecado hay que hacer propósito de enmienda y cambiar, que es la penitencia. 
 
 
    El vídeo comienza simulando una sesión terapéutica de alcohólicos anónimos, lo que no deja de ser una falta de respeto a los grupos de terapias curativas del alcoholismo. Y ya se ve cómo han pergeñado el palabro: en vez de llamarnos derrochadores o derrochones directamente, le han añadido a la raíz del verbo derrochar, la terminación -ólicos de alcohólicos, porque quieren sugerir que estamos enganchados al alcohol, que era antes que el espíritu del vino el nombre del antimonio en árabe, cuyo finísimo polvo empleaban las mujeres en Oriente para ennegrecerse los ojos.
 
    Pero ni siquiera han inventado ellos el palabro, sino que basándose en los préstamos anglosajones acabados en -holic, que es abreviación de alcoholic, tales como sugarholic, adicto al azúcar, foodoholic, adicto a la comida(!), documentados ambos en 1965, workaholic adicto al trabajo, que es la peor adicción que hay, atestiguado en la lengua del Imperio desde 1968, y hasta el más moderno shopoholic, adicto a las compras, fabrican ahora los del Ministerio de la Transición derrochólico, adicto al derroche.
 
     
 
    Y el vídeo es una simulación de una sesión de alcohólicos anónimos, inculpando a la gente, porque se trata de individualizar y personalizar la culpa, donde cada cual cuenta su caso: Uno se acusa de poner la calefacción a tope y luego andar en paños menores por toda la casa. Otra dice que va a comprar el pan en coche y que apura las marchas del utilitario que la utiliza a ella, y reconoce que lo siente. Los demás aplauden su confesión tan valiente y sincera. Otro, que no puede ver más de dos platos sucios, en lugar de fregarlos, se acusa de poner enseguida el lavavajillas a funcionar. Pero el más conmovedor es el que sabe que hizo mal porque votó en contra de lo políticamente correcto de la religión climática que aconseja poner placas solares en la comunidad de vecinos, lo que resulta un tanto sangrante si esa decisión se compara con el bolinguismo.
 
    Entonemos el confieso que he pecado. Y hagamos propósito de enmienda individual porque de esto también se sale. Se trata de ser un buen ciudadano, un ciudadano verde, no un derrochólico. Por cierto, hay un test para que los ciudadanos podamos descubrir nuestro grado de derrocholismo. ¿Por qué no habrá un test, me pregunto yo, para el Estado, que es esencialmente derrochador, que derrocha a manos llenas el dinero público en campañas absurdas y delirantes como esta misma, en innecesarias vacunas que no son vacunas sino bombas tóxicas que perjudican la salud de los ciudadanos, en gastos innecesarios y superfluos que van en detrimento de la atención primaria, y sobre todo en armamento para enviarlo a Ucrania y para defender la paz a pistoletazo limpio y cañonazos? No, la estrategia del Estado es culpabilizar por un lado a otro Jefe de Estado, a Putin y, por otro y no menos importante, al ciudadano, y para eso sacan el eslogan de que todos (y cada uno, llamémonos Pablo, Ana, Jesús, Sergio o como queramos) somos derrochólicos, pese a que muchos no pueden ni siquiera permitírselo.

martes, 8 de noviembre de 2022

Me parece a mí (VIII)

36.- Hay una represión fuerte, dura, heavy como la música estruendosa, y otra más sutil, disimulada, oculta, light, pero no menos eficaz que la primera, que es la que se da en estos tiempos que corren y es a la postre la que mejor funciona. También podemos referirnos a ellas con los adjetivos monosílabos de la lengua del Imperio como una represión hard, fuerte, y otra más liviana, soft. La represión difusa que padecemos llega en el colmo de los colmos a utilizar incluso la bandera de la liberación como forma opresiva de coacción y coerción. Por eso es difícil desenmascararla. Por ejemplo nos dice, so pretexto de liberación sexual “¡folla! ¡mastúrbate!”. O bajo la invocación de la liberación nudista “¡desnúdate!”. ¿Qué liberación es esa que empieza con un verbo en modo imperativo, con una orden?

37.- El por entonces presidente del Partido ¿Socialista? ¿Obrero? Español regurgitó tras ganar las elecciones y convertirse en presidente del Gobierno de España:  “¡A trabajar, a producir!”.  Añadió además con sonrisita bobalicona:  “¡Y no os olvidéis de consumir!”. Después llegó la crisis económica que tanto se obstinó en negar para acaso así conjurarla diciendo que no existía, y que veía lo que no veía nadie: brotes verdes por doquier. Firme defensor del Estado del Bienestar en el que vivíamos, hacía uso de la neolengua orgüeliana, y llamaba paz a la guerra, libertad a la esclavitud y Estado de Bienestar al malestar que produce el estado lamentable de las cosas.  Si Carlos Marx o Pablo Iglesias, fundador de dicho partido, levantaran la cabeza…

 

38.- Contacto cero. En el parking o aparcamiento público de un aeropuerto de nuestra curtida piel taurina o, mejor dicho, bovina, se lee un cartel que dice en letras capitales CONTACTO CERO y zero contact, lo mismo pero al revés en la lengua del Imperio. A continuación se nos propone que paguemos sin apearnos del coche porque es más seguro, más rápido y más cómodo y se nos informa de que podemos hacerlo de varias maneras en las que no hay dinero físico contante y sonante por medio ya que la transacción se hace sin contacto, todo ello bajo el eslogan de “ayúdanos a cuidarte”: no hay tiques, no hay cajeros, no hay esperas, no hay billetes ni monedas. La imposición del dinero inmaterial, digital o numérico, como dicen los franceses, se justifica con el argumento sanitario de evitar el contacto material y contagioso aprovechando que circula un virus de bajísima letalidad, cuya peligrosidad se ha exagerado hasta la hipérbole. Todos trabajan para evitar el contactfull (y el full contact) fomentando la tecnología contactless que se ha basado en el viejo tópico del dinero sucio, una suciedad que le viene impuesta al dinero por la creencia de que en billetes y monedas se albergan virus y bacterias, cuando es el propio dinero en cualesquiera de sus formas materiales o inmateriales el auténtico Dios bacteriológico y virus todopoderoso.

39.- El presidente del gobierno español y el jefe de la oposición se saludaban en plena pandemia de esta extraña manera que proponía la OMS: guardaban la preceptiva distancia de seguridad, o sea, las distancias, como se dice vulgarmente manteniéndose alejados el uno del otro al menos un metro y medio, llevaban mascarilla reglametnaria pese a estar en la calle frente a las puertas del palacio de la Moncloa, y no se daban un abrazo ni un cálido apretón de manos ni, muchísimo menos, un par de besos, no fueran a contagiarse, sino que cada cual llevaba su mano derecha al costado izquierdo donde dicen que se alberga el corazón, como si quisieran expresar así su afecto cordial. Evitaban, con este saludo ajeno a nuestra cultura, el contacto físico, que puede ser fuente de contagio vírico viral.


 40.- Epicuro, el filósofo, recomendaba a sus discípulos del jardín el lema: “Vive oculto”, λάθε βιώσας, láthe biṓsas. El lema de Epicuro expresa su idea de que la política, es decir el Estado, la polis, es el mayor problema que tienen los hombres. Yo  me he tirado toda la vida tra­tando de pasar desapercibido, pero resulta que ahora viene un agente de la policía -insultantemente joven y arrogante- y me exige que me identifique saliendo del armario del bendito anonimato en el que vivía oculto hasta ahora.

lunes, 7 de noviembre de 2022

Predicando con el ejemplo

El mandarín regionalista que decía que había que “vacunar” a todos por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar, ha hecho un llamamiento a todos sus súbditos, y especialmente a los más mayores, para que hagan caso a los médicos (sic) y se pongan la segunda dosis de refuerzo de la “pauta completa” -el cuarto banderillazo, que es el posterior al tercero y el anterior al quinto- contra el Covid-19, así como la vacuna de la gripe, que ha reaparecido como el Guadiana, y que “este año está pegando también fuerte", según sus propias palabras. En definitiva, dos pinchazos al precio de uno.
 
 
Y como no podía caber menos de él, el mandatario que está dispuesto a pactar con Dios y con el Diablo, siempre y cuando gane las elecciones, ha predicado con el ejemplo sometiéndose a las dos inoculaciones prescritas, suponemos, por su médico: Las dos se pueden poner el mismo día, no hay ningún problema; yo es lo que he hecho hoy, ponerme las dos vacunas. Se refería al pasado viernes 4 de noviembre, en que acudió al Centro de Salud de El Astillero (Cantabria) a que le pusiesen las dos banderillas, una en cada brazo, lo que no deja de ser una ventaja porque no hay que volver, ya que uno está allí, otro día a ponerse la otra. Según sus palabras, inocularse es lo "sensato", ya que está "bastante comprobado" tras dos años de experiencia, el nivel de "eficacia" de las "vacunas".
 
Este año está pegando también fuerte (la gripe que había desaparecido)
 
Su argumentación, si puede llamarse así, es que durante la pandemia, la "vacuna" ha sido la "gran solución" para muchas personas "que hubieran, seguro, muerto, o tenido complicaciones grandes" como "pasar por la tortura de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)".
 
¿Cómo se atreve a decir algo así? ¿Cómo puede saber él algo que no ha sucedido y que no puede saber ni Dios todopoderoso y omnisciente? Lo que sí podemos saber es que algunos que han recibido la gran solución, como él la denomina, han tenido a consecuencia de ello un gran problema: han tenido complicaciones grandes, han pasado por la sala de torturas de la Unidad de Cuidados Intensivos y han, algunos, fallecido, como revela el alarmante índice de sobremortalidad que padecemos. Asimismo, sabemos también que hay quienes no habiendo recibido la hostia farmacéutica y supuestamente salvífica se han librado de esos males y desgracias. Es una irresponsabilidad por su parte declarar que las consecuencias de vacunarse, salvo en algún caso extremo (sic), no han sido importantes, cuando están documentados numerosos efectos adversos y también fallecimientos que no dejan de producirse.
 
Hay que pincharse dice el mandatario hasta que se encuentre una vacuna que sea más o menos permanente, porque lo que está claro es que esta no lo es, y que si los expertos dicen que tiene una duración de 4 ó 5 meses y que es conveniente ponerse la cuarta, será conveniente también ponerse la quinta, la sexta y la enésima, habida cuenta de la obsolescencia programada del producto que nos venden.
 
El hecho de que él haya tenido la suerte de no tener ninguna complicación y que no haya notado nada de nada, a saber lo que le han inyectado, no debería ser argumento suficiente para animar a toda la población y especialmente a los más mayores a pincharse: Yo no he notado absolutamente nada en las tres que me he puesto, nada de nada
 
Ha exhortado a los cántabros a acudir solícitos a los vacunódromos cuando reciban el recordatorio de vacunación en el móvil, porque aunque es voluntario, y según él no debería serlo, se está haciendo un gran esfuerzo por atender a toda la población y hay vacunas suficientes. Se supone que el esfuerzo es económico,  y de hecho se está destinando más dinero público a la llamada vacunación de una vacuna que no lo es que a la atención primaria, que hace que los pocos médicos que quedan estén mal pagados, sobrecargados de trabajo, hasta el punto de que no hay cosa más difícil  que conseguir una cita presencial con el médico en el día en el reino de Cantabria
 

 
Revilluca, como le llaman al mandatario sus súbditos con el diminutivo afectuoso cántabro, declaraba a la hoja parroquial de sus feligreses: Es un lujo que en este país tengamos a disposición de los ciudadanos todas las vacunas cuando hay todavía cantidad de países que no las tienen; vivir en España o en Europa es un lujo y tenemos esta ventaja, aprovechémosla. Solo le faltó decir, como dijo el otro, que Europa es un jardín y el resto del mundo es una jungla.

domingo, 6 de noviembre de 2022

Mensajería breve contra El Periódico Global

En los países dizque modernos, dizque educados, dizque progresistas como el nuestro padecemos de hace tiempo un fenómeno de gravísima intoxicación informativa.

El corredor de la muerte, aunque abolida la pena capital por la mayoría de las constituciones estatales, constituye sin embargo la verdadera esencia del Estado.

El Estado tiene el monopolio de la violencia y de las armas. ¿Para qué sirven las armas? Para matar. El Estado, por lo tanto, tiene el monopolio de la muerte.

La consigna que se viene inculcando a la gente es que el calentamiento global del planeta es lo que nos está matando, distrayéndonos de los verdaderos asesinos.

 

Sentencia la ONU: “El cambio climático nos está matando”. A quien lo ponga en duda le etiquetan con el comodín de “negacionista del cambio climático” enseguida.

 No harán caso a Casandra, la loca, ni a Laocoonte, que se opusieron a la entrada en Troya del funesto caballo de madera, dádiva de los griegos y máquina fatal.

El óvulo, desgarrado por un espermatozoide, se quedó embarazado, y al cabo de nueve meses de preñez concibió una idea de sí mismo, un concepto falaz pero real.

New Wave: Dicen que se avecina una nueva ola no sabemos si octava o novena ni de qué, que nos trastornará; hemos perdido la cuenta y hasta las ganas de contar.

No han desaparecido los sacrificios humanos de la faz de la Tierra, sino que cada vez son más y más cruentos que nunca, aunque no se vea la sangre derramada.

Vita ante mortem? Aunque pueda parecer una cuestión absurda, no lo es en absoluto. Tenemos todo el derecho del mundo a plantearla: ¿Hay vida antes de la muerte?


El Gobierno “más progresista de la historia de España” cumple la promesa que les hizo a los aliados atlánticos aumentando la partida destinada al gasto militar.

El filósofo de moda alaba la costumbre española de la siesta. Ignora que la hora a la que imparte su conferencia es justamente la sacrosanta hora de la siesta.

El apretón de manos, que genera enseguida confianza, fue prohibido en Occidente por la pandemia, que ha erosionado así tremendamente la confianza en los demás.

El filósofo considera a sus colegas rivales que pueden hacerle sombra víctimas de sus propias ideas, como si él no fuera prisionero de sus propios pensamientos.

Es angustioso que la gente no hable, porque de todos es sabido que “hablando se entiende la gente”, por lo que si dejamos de hablar, dejaremos de entendernos.

sábado, 5 de noviembre de 2022

Giornalista terrorista!

    Informaba el jueves pasado 3 de noviembre el rotativo italiano La Repubblica, uno de los más leídos en ese país, que los médicos italianos que habían sido suspendidos de empleo y sueldo por no haberse inoculado -me resisto a decir 'vacunado' como si se tratara de una vacuna consabida- contra el síndrome del virus coronado, -decía que de un total de cuatrocientos cincuenta mil habían sido menos de cuatro mil las batas blancas no inoculadas, que parece poco: podía haber dicho más de tres mil, y parecería algo más- se reincorporaban ahora al trabajo, y les preguntaba a sus lectores si se fiaban de ellos, sembrando con la misma pregunta cuando menos la desconfianza. Afirmaba que muchos colegas médicos no se fiaban de ellos y que los acusaban “di comportamento antiscientifico”, con lo que de paso el propio periódico dejaba recaer sobre ellos, como el que no quiere la cosa pero es lo que pretende, un idéntico reproche.

    La pregunta que les formulaba exactamente a sus lectores era: ¿Os fiaríais si vuestro médico no estuviese “vax”, ridículo anglicismo por “vacunado”? 

     Lo primero que hay que decir al respecto es que parece mentira que haya sido necesario un gobierno “fascista” como el actual de la señora Meloni para readmitir, siquiera momentáneamente, a las batas blancas expulsadas de los hospitales por no haberse sometido a la inoculación experimental tras dos años ominosos de represión y apartheid "democrático" motivado por la aberración que en la Italia de Dante se llamó el “green pass” con anglicismo flagrante, aplicándoseles la misma lógica que a los profesores que no habían sucumbido al vergonzoso chantaje del Estado.

    El periódico se esconde detrás de la palabra “ciencia” dando a entender que la segregación ha sido una medida "científica" y tachan de “anticientíficos” y excomulgan de la Iglesia de la Ciencia a los no inoculados poniéndolos en la picota. Se hace un mal uso de las palabras “ciencia” y “vacuna” cuando se dice que las inoculaciones son “vacunas” definidas por la “ciencia” como seguras y eficaces más allá de toda duda razonable, cuando es esa supuesta razón lo que hay que poner en duda y cuando es palpable no que sea una mentira lo de “safe and effective” sino que son dos mentiras, cada cual más gorda. 

 

    El periódico les cuelga el sambenito de “no-vax” como si fueran apestados por no haberse sometido cual cobayas de laboratorio a una inoculación sin fin -ya van por la cuarta dosis que es la que sigue a la tercera y precede a la quinta- que, además de innecesaria, ha resultado contraproducente y está resultando perjudicial habida cuenta de sus cada vez más numerosos efectos adversos.

    La reflexión que se impone es que sin periodistas/terroristas cómplices que siguen metiendo miedo a sus lectores a través de una propaganda machacona contra unos profesionales que son presentados como herejes de la Ciencia, como médicos de serie B de los que hay que, al menos, desconfiar, sin ellos, así como sin políticos de uno y otro signo vendidos a la codicia insaciable de la industria farmacéutica, nunca habría sido posible esto.

    Yo me fiaría personalmente más de un médico que no se hubiera prestado al experimento, y muy poco o casi nada de uno que hubiera aconsejado a sus pacientes someterse a la inoculación. Y muchísimo menos de uno que opina que es un deber deontológico y que debería ser obligatorio “por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar” como dijo un caudillo autonómico muy conocido por estos pagos.

   
    Es verdad que "vacunado" no es sinónimo de "mal médico", así como "no vacunado" no es tampoco sinónimo de "buen médico". No podemos caer en maniqueísmos simplistas y simplones. Lo que cuenta más no son las elecciones personales que un galeno hace respecto a sí mismo, que pueden estar motivadas por la necesidad de conservar el sueldo y el empleo o por una credulidad bastante ingenua, sino cómo trata a sus propios pacientes, y cómo les aconseja o desaconseja someterse a experimentos genéticos que son innecesarios y además no poco peligrosos.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Re-negaciones.

 No al confinamiento, en realidad arresto domiciliario, que duró 99 días y 99 noches.

No a las cuarentenas.

No al Estado en general y al de Alarma en particular, declarado anticonstitucional. 

No al cierre de los espacios públicos.

No a la intoxicación informativa.


No al metro y medio de distancia de seguridad con el prójimo, -el próximo cada vez más lejano.

No al toque de queda, ridículamente denominado entre nosotros para que no nos resonara a la guerra civil  “restricción de movilidad nocturna”.

No a la claque de aplausos, la cita del día, a las ocho desde ventana o balcón, al ritmo del himno “Resistiré”.

No al “Quédate en casa, salva vidas”.

No a la policía parapolicial de los balcones y los visillos, y no a la policía policial.

Que biene (sic) el Coco, Goya (1799)

 No al terrorismo del lobo, del coco, del virus siempre futuro que viene.

No a las máscar(ill)as.

No al pasaporte falsamente sanitario o certificado covid.

No a las inoculaciones experimentales, que no han salvado ninguna vida, cuyos efectos perniciosos están comenzando a salir a la luz.

No al terrorismo de Estado alimentado por todos los medios dedicados al amasado de individuos. 

No a la ley del silencio.

No a la etiqueta #ViajaCalladoEvitaContagios impuesta a los usuarios del transporte público.

No a la digitalización.

No al dinero digital y no al dinero físico.

 
(Al "cita" de Forges sólo le falta el adjetivo "previa" para estar de plenísima actualidad).
 

jueves, 3 de noviembre de 2022

Miedo cerval (y 2)

     Si los medios de (in)formación de masas difunden el miedo y la mentira merced a la intoxicación informativa a la que nos someten, y a nuestra credulidad, que es la fe que depositamos en ellos, ¿cómo podemos librarnos de eso? ¿Cómo podemos hacer que germine en nosotros el beneficio del olvido y de la duda? 

     Se me ocurre una respuesta en principio muy sencilla: desconectando, no creyendo en ellos. No es fácil. Sin embargo,  hay algo que puede ayudar en la tarea. Me lo sugieren unos versos de Claudiano que nos hablan del poder de la música y de la poesía como remedio contra el miedo precisamente y a favor del olvido. Es el poder de Orfeo, en suma, que puede con su voz y el acompañamiento musical de su lira hacer que la naturaleza insensible sienta, calmándose los vientos y apaciguándose las olas de los mares, fluyendo los rápidos ríos más lentos, sacudiéndose los montes sus crestas heladas, y desarraigándose los árboles para seguir embelesados al cantor junto a las fieras, que abandonan su estado salvaje, y se amansan. Por algo se ha dicho siempre que la música amansa a las fieras.

    Claudiano lo expresa en estos dísticos elegíacos de hexámetro y pentámetro dactílicos: Mansos molosos dieron calor a la liebre segura / y la cordera le dio     próximo al lobo el costal. Securum blandi leporem fouere molossi  /  uicinumque lupo   praebuit agna latus. Junto al tigre rayado los gamos, confiados, retozan,/ miedo los corzos no han    del mauritano león. Concordes uaria ludunt cum tigride dammae, / Massylam cerui   non timuere iubam. 


    Hay un bellísimo pasaje en la Biblia, concretamente en el Libro de Isaías (11 6-8), escrito mil años antes, que recuerda a esto y que ha podido ser la fuente de inspiración de Claudiano, que dice: Habitará el lobo con el cordero, y el leopardo se acostará con el cabrito, y comerán juntos el becerro y el león, y un niño pequeño los pastoreará. La vaca pacerá con la osa, y las crías de ambas se echarán juntas, y el león, como el buey, comerá paja. El niño de teta jugará junto a la hura del áspid, y el recién destetado meterá la mano en la caverna del basilisco

    Los versos de Claudiano nos presentan precisamente el miedo cerval desactivado: los ciervos, dicen, no tuvieron miedo de la crin mauritana, aludiendo a la melena del león africano, masilo, concretamente, de un pueblo vecino de la Numidia, el depredador que podría devorarlos. El poder de la música era tan grande que podía disolver el miedo, y hacer con su encanto que la liebre no temiera a los molosos, que no solamente dejaban de ser sus enemigos, sino que además la acariciaban. Igualmente la oveja, confiada, dejaba de tener miedo al lobo, ofreciéndole su costado. Los gamos y los ciervos olvidaron el peligro que podía suponer para sus vidas la aparición del tigre rayado y del león melenudo, que nunca es tan fiero como lo pintan porque nunca es como lo pintan. Pero la música, además, tenía un poder mucho mayor que ese de disolución del miedo y de brindarnos el olvido: podía hacer revivir a los muertos, como hizo Orfeo con su amada Eurídice, pero de eso hablaremos otro día.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Miedo cerval (1)

    Dice el diccionario de la docta Academia que el adjetivo “cerval” significa “perteneciente o relativo al ciervo, o de características propias a él”, y da como segunda acepción que, dicho del miedo, quiere decir “muy grande o excesivo”, es decir, el adjetivo  intensifica aquí una cualidad, si no es  un defecto, del sustantivo. Esta segunda acepción se basa en que los ciervos son muy asustadizos, y ante cualquier indicio que suponga un mínimo riesgo de peligro huyen despavoridos de estampía.



     El principal transmisor actual del miedo son los medios de (in)formación masivos, pero, en todo caso, se precisa de la credulidad de la sociedad para que el pánico estalle y cunda entre las masas de individuos. Hemos vivido este fenómeno recientemente durante dos años y medio que todavía colean, con la ficción de una pandemia que iba a arrebatar millones de vidas humanas por todo el mundo, y que estaba causando estragos de hecho, lo que dio pie a que la gente se encerrara entre las cuatro paredes de sus domicilios y no saliera de casa si no era estrictamente necesario y extremando todas las medidas de precaución, evitando el contacto humano -guardando la distancia de seguridad, se decía entonces- y desconfiando de todo el mundo, portando una ridícula mascarilla a modo de protección como si fuera un escapulario de la Virgen del Carmen o un gorro de papel de aluminio, y evitando tocar cualquier objeto sin lavarse antes y después compulsivamente las manos no ya con agua y jabón sino con gel hidroalcohólico, y encomendándose finalmente al suero de una inoculación salvífica que iba a poner fin a los contagios y a las muertes, y que dicen que ha salvado 'millones' de vidas. 

    Un caso bien conocido, pero olvidado enseguida, fue el pánico colectivo desatado por la retransmisión radiofónica de La guerra de los mundos por Orson Güels en 1938, cuando una ficción radiada sobre un supuesto ataque alienígena a la Tierra desató la alarma entre los estadounidenses, dado que el ejército del país más poderoso del mundo sucumbía ante una invasión extraterrestre. 

    Hay un precedente menos conocido de este hecho, que fue la radiación de la BBC realizada por Ronald Knox en 1926, que provocó idénticos resultados de miedo colectivo en el Reino Unido. El sacerdote católico Ronald Knox, que hacía de locutor, interrumpía la programación radiofónica informando de que en ese mismo momento se estaban produciendo graves incidentes en Londres. Una multitud de desempleados se había concentrado en Trafalgar Square. Acto seguido, saqueaban la National Gallery destruyendo las obras de arte y dispersándolas por las calles de Londres. La masa iracunda se dirigía a Whitehall y arrasaba las oficinas gubernamentales. Era una rebelión anarquista que ponía en peligro el Imperio Británico. El pánico cundió cuando el locutor informó de que el parlamento estaba siendo atacado con morteros y explosivos por los rebeldes. La torre del reloj que albergaba el famoso Big Ben, todo un símbolo, había sido reducida a escombros tras una estruendosa explosión... La revuelta finalizaba con el asalto al famoso hotel Savoy y a las propias instalaciones de la BBC, cuya centralita se vio enseguida colapsada de llamadas telefónicas. La gente huía despavorida de Londres... Y todo era mentira.

  

martes, 1 de noviembre de 2022

Diez nuevos mensajes mínimos

Control aleatorio. ¿Por qué a mí? No es por un azar aleatorio, te ha tocado a ti, como podía haberle tocado a cualquiera, porque hay control, no por casualidad.

 Contacto cero: Como resulta duro prohibir sin más el contacto humano por ser fuente de contagio, proponen un 'contacto sin tacto' en su neopolítica lingüística.
 

Irónica y sarcástica celebración: La fiesta de Jalogüín en la capital de Corea del Sur arroja un saldo de ciento cincuentayún finados: el triunfo de la Muerte.

Noticias de la guerra: Ucrania se plantea para su futuro político la batalla que no puede ser: liberar la ciudad de Jersón sin tener para ello que destruirla.
 

Yonquis. No son ellos los adictos a la proteína de la espícula, es la proteína la adicta a ellos, la sustancia que ha provocado el virus que pretendían evitar.
 
 La próxima pandemia. Puede que no provenga de murciélagos o pangolines sino de virus congelados en glaciares que se derretirán por el calentamiento del planeta.
 
 
Miedo al otro. Un chico que va a tomar el ascensor espera educadamente a una chica que acaba de entrar para subir juntos; ella, temerosa, rehúsa ofrecimiento.
 
Servicios informativos: Telespectadores, radioyentes y adictos a la Red gozan de producciones audiovisuales en serie donde la ficción sustituye a la realidad.
 
 
 
El opio del pueblo. En el pasado era la religión, pero hoy el opio y los  opiáceos estupefacientes, incluida la Ciencia, son la religión del pueblo estupefacto.
 

Un derecho humano inalienable: el derecho a soñar. Pero si cumples tus sueños, dejas de soñarlos: los sueños, como las posibilidades, mueren si son realizados.